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Deuteronomio

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Deuteronomio

1. Contenido y estructura

El nombre Deuteronomio, que literalmente significa « segunda ley» viene a ser la traducción exacta del Misneh hattorah de 17,18. Y en verdad que es como una recapitulación del cuerpo legislativo y de sus relatos históricos puesta en boca de Moisés antes de morir, como testamento y exhortación al cumplimiento de los preceptos divinos. Considerando que la masa general del pueblo no había visto las obras que Dios había realizado con ellos desde Egipto o por su corta edad no estaba en condiciones de entenderlas, se las trae a la memoria, y al mismo tiempo les recuerda el gran legislador las leyes que les había dado en el Sinaí, para que las graben en su corazón y le sirvan de norma de vida cuando entren en la tierra prometida.

Por su forma literaria y contenido, el Deuteronomio es un libro distinto de los cuatro anteriores que integran el Pentateuco, ya que no es una narración histórica ni una mera codificación fría de leyes, sino una composición oratoria del género parenético, en la que se recogen los supuestos discursos de Moisés en Moab antes de entrar en Canán y al término de la gran peregrinación por el desierto. Es como una recapitulación de los hechos ocurridos desde el Sinaí y una nueva proclamación de las leyes básicas de la teocracia hebrea. El tono es solemne y exhortatorio, como conviene en boca del libertador y legislador de Israel en el momento dramático en que se va a despedir de su pueblo una vez cumplida su penosa misión. La idea central de sus discursos es que sólo el cumplimiento fiel de los preceptos divinos atraerá la bendición de Yavé. No es una mera exposición de hechos o leyes, sino que ambas cosas están envueltas en un espíritu de amor a Dios y al prójimo.

El libro puede dividirse convencionalmente en cinco secciones:


2. Estilo literario y autenticidad mosaica del libro

Conforme a su finalidad parenética, el estilo es oratorio, solemne, enfático, redundante, con muchas repeticiones. Las exhortaciones son directas, y el anuncio de los castigos a los contraventores de la Ley resulta impresionante. En general, el Deuteronomio es como un código popular, sin descender a las minuciosidades del Levítico o de los Números. También el estilo resulta familiar, que se refleja en frases como éstas: «Yavé, nuestro Dios», «seguir a Dios con todo el corazón y toda el alma». Es el estilo de la predicación profética de los tiempos de la monarquía.

El núcleo literario primitivo legislativo lo constituyen los c. 12-26. Los c. 1-4 parecen adición posterior, y los c. 5-11 pueden asimilarse al núcleo central. El c. 28 es como la conclusión del conjunto de los c.5-26. El resto parece adición tardía. La tradición judeo-cristiana considera todo el libro como obra de Moisés. Generalmente, los críticos modernos creen que el Deuteronomio es el famoso libro de la Ley descubierto en los cimientos del templo en los tiempos de Josías (621 a.C.). Podemos suponer que, en los tiempos de persecución religiosa bajo Manasés, el libro de la Ley fue escondido cuidadosamente por los sacerdotes, perdiéndose después su memoria. La compilación parece ser del siglo VIII, lo que explica las concomitancias doctrinales con la predicación de Isaías y Amós. La Ley de la centralización del culto encuentra su reflejo en la reforma de Ezequías. Por ello podemos suponer que las antiguas leyes recibidas por tradición fueron remozadas conforme a los esquemas doctrinales del profetismo, y, para autorizarlas ante el público, son puestas en boca de Moisés en el momento solemne de su despedida. En realidad, se trataba de desentrañar el contenido ético-espiritual de la legislación mosaica en conformidad con los nuevos panoramas espiritualistas de la predicación profética.


3. Doctrina religiosa

La principal preocupación del deuteronimista es evitar que los israelitas tomen parte en los cultos idolátricos, que es justamente la obsesión de los profetas del siglo VIII a.C. Las infiltraciones paganas en el pueblo eran cada vez mayores, y era preciso recordar los grandes postulados de la religión mosaica, como fue concebida en los tiempos del desierto. El sincretismo religioso fue siempre un peligro para los israelitas, ya que éstos no tenían inconveniente en asociar al culto de Yavé prácticas idolátricas de origen cananeo y aun asirio y fenicio. Por eso se ordena la extirpación de los cananeos y se prohíbe tener relaciones con ellos. Por la misma razón, deben desaparecer todos los lugares de culto paganos: santuarios en los lugares altos, altares, estelas e imágenes1.

Yavé es el Dios del universo; es el único2, creador de cielos y tierra3. Como tal, celoso de su gloria, y no admite competencias de los ídolos4. Es trascendente, omnipotente, santo y justo5. Pero al mismo tiempo es benevolente y misericordioso6, que ama a Israel como a su hijo7 y está dispuesto a perdonarle si de verdad se arrepiente8. La elección de Israel se concretó en la alianza con Abraham y con el pueblo en Horeb. De ahí arrancan las obligaciones del pueblo escogido hacia su Dios.

El temor reverancial que los israelitas deben sentir por su Dios debe estar penetrado del amor9. Los sacrificios y oblaciones expresan este reconocimiento de Yavé10, y las leyes sobre la pureza legal tienen también este sentido religioso11. El banquete sacrificial tiene un sentido de comunión con Yavé y con los deudos y necesitados12. Tres veces al año debe el israelita acercarse al santuario de su Dios13.

Características del Deuteronomio es la urgencia del amor al prójimo, principalmente hacia los desvalidos, huérfanos, viudas, extranjeros y levitas pobres14. Así, los valores éticos son claramente destacados, acercándose al ideal evangélico. El culto no tiene valor si no hay conversión íntima de los corazones a Dios. Es justamente el ideal de la predicación profética de los siglos VIII-VI a.C., que representa la etapa culminante de la vida religiosa de Israel.



SUMARIO


DISCURSO PRIMERO

Proemio

1 1Estas son las palabras que dirigió Moisés a todo Israel, al otro lado del Jordán, en el desierto, en el Arabá, que está frente a Suf, entre Faran, Tofel, Laban, Jaserot y Dizahab, 2a diez jornadas de camino de Horeb a Cadesbarne, por el camino de los montes de Seir.
3El año cuarenta, el undécimo mes, el día primero del mes, habló Moisés a los hijos de Israel de todo aquello que Yavé le mandara hacer respecto de ellos, 4después de haber derrotado a Seón, rey de los amorreos, que habitaba en Hesebón, y a Og, rey de Basán, que habitaba en Astarot y Edraí.
5Al lado de allá del Jordán, en tierra de Moab, púsose Moisés a inculcarles esta ley y dijo:


Mirada retrospectiva. La elección de los jueces

(Ex 18,13-26)

6Yavé, nuestro Dios, nos habló en Horeb, diciendo: « Ya habéis morado bastante tiempo en este monte. 7Ea, levantad el campamento; id a las montañas de los amorreos y de todos sus otros habitantes: al Arabá, a la Montaña, a la Sefelá, al Negueb, a las costas del mar, a la tierra de los cananeos y al Líbano hasta el gran río, el Eufrates. 8Yo os entrego esa tierra; id y tomad posesión de la tierra que a vuestros padres Abraham, Isaac y Jacob juró Yavé darles, a ellos y a su descendencia después de ellos».

9Entonces os hablé así: Yo no puedo por mí solo soportaros. 10Yavé, vuestro Dios, os ha multiplicado hasta el punto de ser hoy tan numerosos como las estrellas del cielo. 11Que Yavé, Dios de vuestros padres, os multiplique mil veces más y os bendiga, como El os ha prometido. 12Pero ¿cómo soportar yo, por mí solo, vuestra carga, vuestro peso y vuestras lites? 13Elegid de vuestras tribus hombres sabios, inteligentes, probados, para que yo los constituya sobre vosotros. 14Y vosotros me respondísteis: Está bien lo que nos mandas hacer. 15Entonces tomé yo de los principales de vuestras tribus hombres sabios y probados, y los constituí vuestros cabos, jefes de millar, de centena, de cincuentena y de decena y magistrados en vuestras tribus. 16Al mismo tiempo di a vuestros jefes este mandato: Oíd a vuestros hermanos, juzgad según justicia las diferencias que pueda haber o entre ellos o con extranjeros. 17No atenderéis en vuestros juicios a la apariencia de las personas; oíd a los pequeños como a los grandes, sin temor a nadie, porque de Dios es el juicio; y si alguna causa halláis demasiado difícil, llevádmela a mí para que yo la conozca. 18Entonces os mandé cuanto en esto habíais de hacer.


En Cadesbarne

(Núm 13)

19Partidos de Horeb, atravesamos todo el vasto y horrible desierto que habéis visto, en dirección a las montañas de los amorreos, como nos lo había mandado Yavé, nuestro Dios, y llegamos a Cadesbarne.

20Entonces os dije: Habéis llegado ya a las montañas de los amorreos, que Yavé, vuestro Dios, va a daros. 21Mira: Yavé, tu Dios, te da en posesión esa tierra; sube y apodérate de ella, conforme a la promesa que te ha hecho Yavé, Dios de tus padres. No temas, no te acobardes. 22Pero os presentasteis a mí todos para decirme: Mandemos por delante hombres que nos exploren la tierra y nos informen acerca del camino por donde debemos subir y de las ciudades adonde hemos de llegar.

23Pareciome bien la propuesta y tomé de entre vosotros doce, uno por cada tribu. 24Partieron, y después de atravesar la parte montuosa llegaron al valle de Escol y lo exploraron. 25Recogieron frutos de los de la tierra para traérnoslos, y nos dijeron en su relato: Es una buena tierra la que nos da Yavé, nuestro Dios. 26Sin embargo, vosotros os negasteis a subir y fuisteis rebeldes a las órdenes de Yavé, vuestro Dios. 27Murmurasteis en vuestras tiendas, diciendo: Nos odia Yavé, y por eso nos ha sacado de Egipto para entregarnos en manos de los amorreos y destruirnos. 28¿Adónde vamos a subir? Nuestros hermanos nos han acobardado al decirnos: Es una gente más numerosa y de mayor estatura que nosotros; son grandes sus ciudades, y las murallas de éstas se alzan hasta el cielo, y hasta hemos visto allí hijos de Enac. 29Yo os dije: No os acobardéis, no le tengáis miedo; 30Yavé, vuestro Dios, que marcha delante de vosotros, combatirá él mismo por vosotros, según cuando por vosotros a vuestros mismos ojos hizo en Egipto 31y en el desierto, por donde has visto cómo te ha llevado Yavé, tu Dios, por todo el camino que habéis recorrido hasta llegar a este lugar. 32Con todo, vosotros ni por esto confiasteis en Yavé, vuestro Dios, 33que delante de vosotros marchaba por el camino buscándoos los lugares de acampamento, en fuego durante la noche, para mostraros el camino que habíais de seguir, y en nube durante el día. 34Yavé oyó el rumor de vuestras palabras, y montando en cólera juró, diciendo: 35Ninguno de los hombres de esta perversa generación llegará a la buena tierra que yo juré dar a vuestros padres, 36excepto Caleb, hijo de Jefoné; éste la verá, y yo le daré a él y a sus hijos la tierra que él ha pisado, porque ha seguido fielmente a Yavé.
37Yavé se irritó también contra mí por vosotros, y dijo: Tampoco tú entrarás en ella. 38Josué, hijo de Nun, tu lugarteniente, entrará; fortalécele, porque él ha de poner a Israel en posesión de esa tierra. 39Y vuestros niños, de quienes habéis dicho que serían presa del enemigo; vuestros hijos, que no distinguen hoy todavía entre el bien y el mal, serán los que entren; a ellos se la daré y ellos la poseerán. 40Vosotros volveos y partid por el desierto, camino del mar Rojo.
41Vosotros respondisteis, diciéndome: Hemos pecado contra Yavé; queremos subir y combatir como Yavé, nuestro Dios, ha mandado; y ciñéndoos vuestras armas, os dispusisteis inconsideradamente a subir a la montaña. 42Yavé me dijo: Diles: No subáis y no combatáis, porque yo no iré en medio de vosotros; no os hagáis derrotar por vuestros enemigos. 43Yo os lo dije; pero vosotros no me escuchasteis, os resististeis a las órdenes de Yavé, y fuisteis tan presuntuosos, que os empeñasteis en subir a la montaña. 44Entonces los amorreos que habitan en esas montañas salieron contra vosotros, y os persiguieron como persiguen las abejas; os derrotaron en Seir hasta Jorma. 45Vinisteis y llorasteis ante Yavé; pero Yavé no escuchó vuestra voz, no os dio oídos. 46Así estuvisteis tanto tiempo en Cades, todo el tiempo que allí habéis morado.


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  • 1 Empieza indicando el sitio en que Moisés pronunció sus discursos, que es el mismo en que se desarrolla el fin de la historia de los Números. Pero las palabras que van desde «en el desierto» hasta «montes de Seir» indudablemente no son de este lugar.(Volver a Lectura).

  • 6 Empieza recordando los sucesos pasados desde Horeb. En esta orden de partida se enumeran todas las regiones que forman la tierra de las promesas (Ex 23,31). «El Eufrates» hemos de mirarlo como una glosa añadida por los copistas, inbuidos en los vaticinios mesiánicos (Sal 71,8-11; 88,26; Zac 9,10).(Volver a Lectura).

  • 10 La multiplicación es una de las promesas hechas a Abraham, y aquí Moisés la pondera grandemente. Este suceso responde a lo contado en Ex 18,13ss, antes del Sinaí. Es un indicio de que aquel relato no está en su lugar, y habría que colocarlo después de Núm 10,11.(Volver a Lectura).

  • 24 Es de notar cómo aquí (24-36) se recuerda la subida de los exploradores hasta Escol, la traída de los frutos, la murmuración y la sentencia divina, sin mencionar los otros sucesos que a éstos están mezclados en el relato de Núm 13.(Volver a Lectura).

  • 40 Este verso indica que el primer plan era entrar en Canán por el Negueb; pero a consecuencia de la sentencia divina, o tal vez de la derrota sufrida, cambiaron de ruta y se dirigieron por el sur hacia el este de la Palestina (Núm 20,22; 21,4).(Volver a Lectura).




A través del desierto

(Núm 20,14 - 21,20)

2 1Mudando de dirección, partimos por el desierto, camino del mar Rojo, como Yavé me lo había ordenado; y anduvimos largo tiempo, dando vueltas en torno a las montañas de Seir. 2Yavé me dijo: 3Harto tiempo habéis estado rodeando estas montañas; volved a tomar la dirección norte. 4Da esta orden al pueblo: Vais a pasar por la frontera de vuestros hermanos, los hijos de Esaú, que habitan en Seir. Ellos os temerán; pero guardaos bien 5de tener querellas con ellos, porque yo no os daré nada de su tierra, ni siquiera lo que se puede pisar la planta de un pie. Yo he dado a Esaú las montañas de Seir en posesión. 6Compraréis de ellos a precio de plata los alimentos que comáis y aun el agua que bebáis; 7porque Yavé, tu Dios, te ha bendecido en todo el trabajo de tus manos y te ha provisto en tu viaje por este vasto desierto, y ya desde cuarenta años ha estado contigo Yavé, sin que nada te haya faltado. 8Pasamos, pues, flaqueando a nuestros hermanos los hijos de Esaú, que habitan en Seir, camino del Arabá a Elat y a Asiongaber, y dando vuelta, avanzamos por el camino del desierto de Moab.
9Entonces me dijo Yavé: No hostiguéis a los moabitas y no trabéis lucha con ellos, pues no he de darte nada de su tierra en posesión; pues he dado a los hijos de Lot el Ar en posesión. 10Antes habitaron allí los emitas, pueblo grande, numeroso, de alta talla, como los enaquitas; 11también ellos, como los enaquitas, pasaban por refaitas, pero los moabitas les daban el nombre de emitas. 12Por lo contrario, en Seir habitaron antes los joritas; pero los hijos de Esaú los desposeyeron, y exterminándolos, se establecieron en su tierra, como lo hace Israel en la tierra de su posesión, que le da Yavé.
13Ahora, pues, levantaos y atravesad el torrente Zared. Y atravesamos el torrente Zared. 14El tiempo que duraron nuestras marchas desde Cadesbarne al torrente Zared fue de treinta y ocho años, hasta que hubo desaparecido toda la generación de hombres de guerra de en medio del campamento, como Yavé se lo había jurado. 15La mano de Yavé pesó sobre ellos en el campamento, hasta hacerlos desaparecer a todos.
16Cuando la muerte hubo hecho desaparecer de en medio del pueblo a todos aquellos hombres de guerra, 17me habló Yavé, diciendo: 18Hoy vas a pasar la frontera de Moab, el Ar, y vas a acercarte a los hijos de Ammón, pero sin pasar sus confines. 19No los ataques y no les hagas la guerra, porque yo no he de darte en posesión nada de la tierra de los hijos de Ammón. Se la he dado en posesión a los hijos de Lot. 20También era tenida esta tierra por tierra de Refaím; habitaron antes allí los refaím, que los amonitas llamaban zomzomin, 21pueblo grande, numeroso, de alta talla, como los enaquim.

Yavé los destruyó ante los amonitas, que los expulsaron, y se establecieron en su tierra. 22Lo mismo hizo Yavé por los hijos de Esaú, que habitaban en Seir, destruyendo ante ellos a los jorreos, los expulsaron y se establecieron en su lugar hasta el día de hoy.
23Los heveos, que habitaban en cortijos hasta Gaza, fueron destruidos por los caftorim, que, salidos de Caftor, se establecieron en su lugar. 24Levantaos, pasad el torrente del Arnón; yo entrego en tus manos a Seón, rey de Hesebón, amorreo, con su tierra; comienza la conquista, hazle la guerra. 25Hoy mismo comienzo a extender el terror y el miedo a ti entre los pueblos que hay bajo el cielo; al oír hablar de ti temblarán y sentirán espanto ante tu presencia.


Victoria sobre Seón y Og y conquista de sus territorios

(Núm 21,21-35)

26Entonces, desde el desierto de Cademor mandé embajadores a Seón, rey de Hesebón, que le dijeran en términos amistosos: 27Déjame atravesar tu territorio; seguiré siempre el camino sin apartarme ni a la derecha ni a la izquierda; 28me venderás por dinero los víveres que coma, y por dinero me darás el agua que beba; déjame sólo atravesar a pie, 29como lo han hecho ya los hijos de Esafú, que habitan en Seir, y los moabitas, que habitan en el Ar, hasta que, a través del Jordán, llegue a la tierra que Yavé, nuestro Dios, nos da. 30Pero Seón, rey de Hesebón, no quiso dejarnos pasar por su territorio, porque Yavé, tu Dios, hizo inflexible su espíritu y endureció su corazón, para entregarle en tus manos, como hoy lo está. 31Yavé me dijo: Comienzo ya por entregarte a Seón y su tierra. Emprende la conquista para apoderarte de ella. 32Salió Seón a nuestro encuentro con toda su gente, para darnos la batalla en Jasa. 33Yavé, nuestro Dios, nos lo entregó y le derrotamos a él, a sus hijos y a todo su pueblo. 34Tomamos todas sus ciudades y dimos al anatema todos sus lugares de habitación, hombres mujeres y niños, sin dejar con vida uno solo. 35Sólo tomamos para nosotros los ganados y los despojos de las ciudades que habíamos conquistado. 36Desde Aroer, que está al borde del valle del Arnón, y desde las ciudades que están en el valle hasta Galad, no hubo ciudad suficientemente fuerte para poder resistirnos; Yavé, nuestro Dios, nos las entregó todas. 37Pero no te acercaste a la tierra de los hijos de Ammón, ni a ningún lugar de la orilla derecha del torrente de Jaboc, ni a las ciudades de la montaña, ni a ninguno de los lugares de que Yavé, nuestro Dios, te había prohibido apoderarte.


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  • 9 Siguen su camino por los confines orientales de Moab. Los pueblos aquí mencionados son los aborígenes de la tierra, anteriores a Edom, Moab, etc. Los v. 10,20-23 parecen extraños al discurso de Moisés, pero muy interesantes por las noticias que nos dan de estos aborígenes de Canán y países vecinos (cf. Gén 14,5s; Núm 13,23).(Volver a Lectura).

  • 14 Estos treinta y ocho años deben entenderse desde la llegada a Cadesbarne, donde permanecieron «mucho tiempo» (2,46).(Volver a Lectura).

  • 17 Los moabitas y los amonitas son descendientes de Lot (Gén 19,30ss), y por esto ordena a Israel respetar sus términos, aunque luego dirá que no los admitan en su pueblo (23,3; Neh 13,1s).(Volver a Lectura).




3 1Volviéndonos, subimos por el camino de Basán; y Og, rey de Basán, nos salió al encuentro con toda su gente, para darnos la batalla en Edraí. 2Yavé me dijo: No le temas, le he entregado en tus manos, a él, a todo su pueblo y su territorio; trátalo como trataste a Seón, rey de los amorreos, que habitaba en Hesebón. 3Y Yavé, nuestro Dios, entregó también en nuestras manos a Og, rey de Basán, con todo su pueblo, y los derrotamos hasta destruirlos, 4devastando todas sus ciudades, sin quedar lugar de habitación que nos escaparan; sesenta ciudades, toda la región de Argob, el reino de Og, en Basán. 5Todas estas ciudades, que estaban amuralladas con muy altas murallas, con puertas y cerrojos, sin contar las ciudades abiertas, que eran en gran número, 6las dimos al anatema, como habíamos hecho con Seón, rey de Hesebón, dando al anatema ciudades, hombres, mujeres y niños, 7pero conservamos para nosotros todo el ganado y el botín de las ciudades.

8Tomamos, pues, entonces a los dos reyes de los amorreos toda la tierra del lado de allá del Jordán, desde el torrente del Arnón hasta el monte Hermón. 9Los sidonios al Hermón le llaman Sarión, y los amorreos Sanir. 10Todas las ciudades del llano, todo Galad y todo Basán, hasta Seija y Edraí, capitales del reino de Og, en Basán, 11pues Og, rey de Basán, era el solo que de la raza de los refaím quedaba; su lecho, un lecho de hierro, se ve en Rabat de los hijos de Ammón, de nueve codos de largo y de cuatro codos de ancho, codos humanos.


Distribución de lo conquistado

(Núm 32)

12Tomamos posesión de la tierra que di a los rubenitas y a los gaditas, a partir de Aroer, en el valle del Arnón, así como de la mitad de la montaña de Galad con sus ciudades. 13Di a la mitad de la tribu de Manasés el resto de Galad y toda la parte de Basán que pertenecía al reino de Og; toda la región de Argob, todo el Basán, lo que hoy se llama tierra de Refaím. 14Jair, hijo de Manasés, obtuvo toda la región de Argob hasta la frontera de los guesuritas y de los macatitas, y dio su nombre a los burgos de Basán, llamados hasta hoy Javot-Jair (Burgos de Jair).

15A Maquir le di Galad; 16a los rubenitas y a los gaditas les di una parte de Galad y hasta el torrente Arnón, sirviendo de límite el medio del valle, y hasta el torrente de Jaboc, frontera de los hijos de Ammón, 17como también el Arabá, con el Jordán por límite, desde Queneret hasta el mar del Arabá, el mar de la Sal, al pie de las faldas del Pasga, a oriente.

18Entonces os di yo esta orden: Yavé, vuestro Dios, os ha dado esa tierra para que sea posesión vuestra; y vosotros todos, hombres robustos, marcharéis delante de vuestros hermanos los hijos de Israel; 19sólo vuestras mujeres, vuestros niños y vuestros ganados--yo sé que tenéis muchos ganados-- se quedarán en las ciudades que os he dado, 20hasta que Yavé conceda quieta morada a vuestros hermanos, como a vosotros, y tomen también ellos posesión de la tierra que Yavé, vuestro Dios, les da al otro lado del Jordán. Volveréis entonces cada uno a la heredad que os he dado.

21Entonces di también órdenes a Josué, diciendo: Con tus ojos has visto todo lo que Yavé, vuestro Dios, ha hecho con esos dos reyes; así hará Yavé también a todos los reinos contra los cuales vas a marchar. 22No los temas, que Yavé, vuestro Dios, combate por vosotros.


Moisés, privado de entrar en la tierra prometida

(Núm 27,12ss)

23Entonces pedí yo a Yavé misericordia, diciendo: 24¡Señor, Yavé! Tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza y tu potente brazo; pues ¿qué Dios hay, ni en los cielos ni en la tierra, que pueda hacer las obras que tú haces y tan poderosas hazañas? 25Déjame, te pido, atravesar, para que pueda ver la excelente tierra del lado de allá del Jordán, esas hermosas montañas y el Líbano. 26Pero Yavé, como fuera de sí por causa vuestra, no me escuchó; antes bien, me dijo: Basta, no vuelvas a hablarme de eso; 27sube a la cima del monte Pasga y dirige tus ojos hacia el occidente, el septentrión, el mediodía y el oriente, y contémplala con tus ojos, pues no has de pasar este Jordán. 28Manda a Josué, infúndele valor y fortaleza, pues él es quien lo pasará a la cabeza de este pueblo y le pondrá en posesión de la tierra que tú no puedes más que ver.

29Nos quedamos, pues, en el valle, frente a Bet Fogor.


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  • 1 El reino de Og es también conquistado, tratado según la ley de la guerra y ocupado. No se dice que fuera porque les negaron el paso, sino porque les salió al encuentro, tal vez movido del temor de ser atacado (cf. Núm 21,33-35).(Volver a Lectura).

  • 11 Abundan en la Transjordania los monumentos megalíticos construidos con bloques de basalto. Es probable que a uno de éstos se refiera el autor sagrado.(Volver a Lectura).




Exhortación a la observancia de la Ley

4 1Ahora, pues, Israel, guarda las leyes y mandamientos que yo te inculco, y ponlas por obra, para que vivas, y entréis y os posesionéis de la tierra que os da Yavé, Dios de vuestros padres. 2No añadáis nada a lo que yo os prescribo, ni nada quitéis, sino guardad los mandamientos de Yavé, vuestro Dios, que yo os prescribo. 3Con vuestros ojos hábies visto lo que hizo Yavé por lo de Baal Fogor. A cuantos se fueron tras Baal Fogor los exterminó Yavé, vuestro Dios, de en medio de vosotros. 4Por lo contrario, vosotros, los que fuisteis fieles a Yavé, vuestro Dios, estáis todavía todos. 5Mirad: Yo os he enseñado leyes y mandamientos, como Yavé, mi Dios, me los ha enseñado a mí, para que los pongáis por obra en la tierra en que vais a entrar para poseerla. 6Guardadlos y ponedlos por obra, pues en ellos está vuestra sabiduría y vuestro entendimiento a los ojos de los pueblos, que, al conocer todas esas leyes, se dirán: Sabia e inteligente es, en verdad, esta gran nación. 7Porque ¿cuál es en verdad la gran nación que tenga dioses tan cercanos a ella, como Yavé, nuestro Dios, siempre que le invocamos? 8Y ¿cuál la gran nación que tenga leyes y mandamientos justos, como toda esta Ley que yo os propongo hoy? 9Cuida, pues, con gran cuidado no olvidarte de cuanto con tus ojos has visto y no dejarlo escapar de tu corazón por todos los días de tu vida; antes bien, enséñaselo a tus hijos y a los hijos de tus hijos. 10Acuérdate del día en que estuviste ante Yavé, tu Dios, en Horeb, cuando Yavé me dijo: convoca al pueblo a asamblea, para que yo le haga oír mis palabras y sepan temerme todos los días de su vida sobre la tierra y se lo enseñen a sus hijos. 11Vosotros os acercasteis, quedándoos en la falda del monte, mientras éste ardía en fuego, cuyas llamas se elevaban hasta el corazón del cielo: tiniebla, nube y obscuridad. 12Entonces os habló Yavé de en medio del fuego y oísteis bien sus palabras, pero no visteis figura alguna, sino sólo una voz. 13Os promulgó su alianza y os mandó guardarla: los diez mandamientos, que escribió sobre las tablas de piedra. 14Y a mí me mandó entonces Yavé que os enseñase las leyes y mandatos que habíais de guardar en la tierra a que vais a pasar para poseerla.

15Puesto que el día en que os habló Yavé de en medio del fuego, en Horeb, no visteis figura alguna, 16guardaos bien de corromperos, haciéndoos imagen alguna tallada, ni de hombre ni de mujer, 17ni de animal ninguno de cuantos viven sobre la tierra, ni de ave que vuela en el cielo, 18ni de animal que repta sobre la tierra, ni de cuantos peces viven en el agua, debajo de la tierra; 19ni alzando tus ojos al cielo, al sol, a la luna, a las estrellas, a todo el ejército de los cielos, te engañes, adorándolos y dándolos culto; porque es Yavé, tu Dios, quien se los ha dado, a todos los pueblos debajo de los cielos. 20Pero a vosotros os tomó Yavé y os sacó del horno de hierro de Egipto para que fuerais el pueblo de su heredad, como lo sois hoy.

21Yavé se irritó contra mí por causa vuestra, y juró que yo no pasaría el Jordán y no entraría en la buena tierra que Yavé, tu Dios, te da en heredad. 22Voy a morir en esta tierra sin pasar el Jordán; vosotros lo pasaréis y poseeréis esa buena tierra. 23Guardaos, pues, de olvidaros de la alianza que Yavé, vuestro Dios, ha hecho con vosotros, y guardaos de haceros imagen esculpida de cuanto Yavé, tu Dios, te ha prohibido, 24porque Yavé, tu Dios, es fuego abrasador, es un Dios celoso.

Conminaciones

25Cuando tengáis hijos e hijas de vuestros hijos y ya de mucho tiempo habitéis en esa tierra, si corrompiéndoos os hacéis ídolos de cualquier clase, haciendo el mal a los ojos de Yavé, vuestro Dios, y provocando su indignación-- 26yo invoco hoy como testigos a los cielos y a la tierra--, de cierto desapareceréis de la tierra de que, pasado el Jordán, vais a posesionaros; no se prolongarán en ella vuestros días; seréis enteramente destruidos. 27Yavé os dispersará entre las gentes, y sólo quedaréis de vosotros un corto número en medio de las naciones a que Yavé os arrojará. 28Allí serviréis a sus dioses, obra de las manos de los hombres, de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni comen, ni huelen. 29Allí buscaréis a Yavé, vuestro Dios, y le hallarás si con todo tu corazón y con toda tu alma le buscas. 30En medio de las angustias, cuando todo esto haya venido sobre ti, en los últimos tiempos, te convertirás a Yavé, tu Dios, y le oirás; 31porque Yavé, tu Dios, es Dios misericordioso. No te rechazará ni te destruirá del todo ni se olvidará de la alianza que a tus padres juró. 32Pregunta a los días que te han precedido, desde aquel en que Dios creó al hombre sobre la tierra, y desde el uno al otro cabo de los cielos, si se ha visto jamás cosa tan grande ni se ha oído nada semejante. 33¿Qué pueblo ha oído la voz de su Dios hablándole en medio del fuego, como la has oído tú, quedando con vida? 34Jamás probó un dios a venir a tomar para sí un pueblo de en medio de pueblos, a fuerza de pruebas, de señales y prodigios, de lucha, mano fuerte y brazo extendido, de tremendas hazañas, como las que hizo por vosotros en Egipto Yavé, vuestro Dios, viéndolas tú con tus mismos ojos. 35A ti se te hicieron ver para que conocieras que Yavé es, en verdad, Dios, y que no hay otro Dios más que él. 36Desde el cielo te habló, para enseñarte, y sobre la tierra te ha hecho ver su gran fuego, y de en medio del fuego has oído sus palabras. 37Porque amó a tus padres, eligió después de ellos a su descendencia; y con su asistencia, con su gran poder, te sacó de Egipto, 38arrojó de ante ti a pueblos más numerosos y más fuertes que tú, para darte entrada en su tierra, y dártela en heredad, como hoy lo ves. 39Reconoce, pues, hoy y revuelve en tu corazón que Yavé sí que es Dios arriba, allá en los cielos, y abajo, aquí sobre la tierra, y que no hay otro sino él. 40Guarda sus leyes y sus mandamientos, que hoy yo te prescribo, para que seas feliz tú y tus hijos después de ti y permanezcas largos años en la tierra que te da Yavé, tu Dios.


Ciudades de refugio al lado allá del Jordán

(19,1-10; Núm 35,9-15)

41Entonces Moisés eligió tres ciudades de la región al oriente del Jordán, 42que sirviesen de refugio al homicida que hubiera matado involuntariamente a su prójimo, sin ser de antes enemigo suyo; para que, refugiándose en una de ellas, tuviera salva la vida: 43Bosor, en el desierto, en la altiplanicie, para los rubenitas; Ramot, en Galad, para los gaditas; y Golán, en Basán, para los manaseítas.




SEGUNDO DISCURSO

Proemio

44Esta es la Ley que Moisés puso ante los ojos de los hijos de Israel. 45Estos son los estatutos, leyes y mandamientos que Moisés había dado a los hijos de Israel, a su salida de Egipto, 46al otro lado del Jordán, en el valle que hay frente a Bet Fogor, en la tierra de Seón, rey de los amorreos, que habitaba en Hesebón y había sido derrotado por Moisés y los hijos de Israel a su salida de Egipto.

47Se apoderaron de su tierra y de las de Og, rey de Basán, dos de los reyes de los amorreos que habitaban al otro lado del Jordán, al oriente; 48su territorio se extendía desde Aroer, a orillas del torrente del Arnón, 49con todo el Arabá del otro lado del Jordán, al oriente, hasta el mar del Arabá, al pie del Pasga.

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  • 6 Israel, pueblo pequeño e insignificante comparado con otros muchos desde el punto de vista de la cultura material, es, sin embargo, en el aspecto cultural religioso, la nación más grande de toda la antigüedad; y su patrimonio cultural religioso, perfeccionado por el cristianismo, ha venido a ser el de todo el mundo civilizado.(Volver a Lectura).

  • 12 El pueblo vio la teofanía de la tempestad, pero no vio figura alguna que ellos pudieran imitar para representar a Dios. Estas palabras nos dan la explicación del segundo precepto del Decálogo, de no representar a Dios en estatuas, para obligarlos a concebir a Dios como inmaterial.(Volver a Lectura).

  • 27 La idea del desierto, en castigo de su infidelidad, como en el discurso de Salomón (1 Re 8,46ss).(Volver a Lectura).

  • 29 En la tierra de su cautiverio no habrá otros dioses que los ídolos, porque son los únicos a quienes se levantan templos y altares; ellos, sin embargo, se acordarán de su Dios y, como dirá Salomón, se volverán hacia el santuario de Jerusalén, y de allí subirán sus plegarias al trono de Dios en el cielo (1 Re 8,44.47ss; Dan 6,10).(Volver a Lectura).

  • 34 Puesto que los pueblos gentiles adoran la naturaleza divinizada, sus relaciones con los dioses son naturales; no así las de Yavé con Israel, que se fundan en la libre elección de Dios, aceptada por el pueblo (Ex 24,3).(Volver a Lectura).

  • 41 Con el v.40 termina el primer discruso de Misés, en que resume la historia de israel desde Horeb hasta el presente momento; los v. 41-43 son una adición histórica al discurso. el hecho responde a la disposición de Núm 35,1ss y Dt 19,1ss.(Volver a Lectura).

  • 44 Los v.44-49 son un preámbulo al discurso siguiente, en que se resume la legislación mosaica con las circunstancias en que fue dicho.(Volver a Lectura).




5 1Convocado todo Israel, Moisés les dijo:

El Decálogo

(Ex 20)

«Oye, Israel, las leyes y los mandamientos que hoy hago resonar en tus oídos; apréndetelos y pon mucho cuidado en guardarlos.
2Yavé, nuestro Dios, hizo con vosotros una alianza en Horeb. 3No hizo Yavé esta alianza con nuestros padres, la hizo con nosotros, que hoy vivimos todavía todos. 4Yavé nos habló cara a cara sobre la montaña, en medio de fuego. 5Yo estaba entonces entre Yavé y vosotros, para traeros sus palabras, pues vosotros teníais miedo del fuego y no subisteis a la cumbre de la montaña». El dijo: 6«Yo soy Yavé, tu Dios, que te ha sacado de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre.
7No tendrás más Dios que a mí.
8No te harás imagen de escultura, ni figura alguna de cuanto hay arriba, en los cielos, ni abajo, sobre la tierra, ni de cuanto hay en las aguas abajo de la tierra. 9No las adorarás ni les darás culto, porque yo, Yavé, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y la cuarta generación de los que me aborrecen, 10y hago misericordia por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos.
11No tomarás el nombre de Yavé, tu Dios, en falso, porque Yavé no dejará impune al que tome en falso su nombre.
12Guarda el sábado, para santificarlo, como te lo ha mandado Yavé, tu Dios. 13Seis días trabajarás y harás tus obras, 14pero el séptimo es sábado de Yavé, tu Dios. No harás en él trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ninguna de tus bestias, ni el extranjero que está dentro de tus puertas; para que tu siervo y tu sierva descansen, como descansas tú.
15Acuérdate de que siervo fuiste en la tierra de Egipto, y de que Yavé, tu Dios, te sacó de allí con mano fuerte y brazo tendido; y por eso Yavé, tu Dios, te manda guardar el sábado.

16Honra a tu padre y a tu madre, como Yavé, tu Dios, te lo ha mandado, para que vivas largos años y seas feliz en la tierra que Yavé, tu Dios, te da.
17No matarás.
18No adulterarás.
19No robarás.
20No dirás falso testimonio contra tu prójimo.
21No desearás la mujer de tu prójimo, ni desearás su casa, ni su campo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada de cuanto a tu prójimo pertenece».
22Estas son las palabras que Yavé dirigió a toda vuestra comunidad desde la montaña, en medio de fuego, de nube y de tinieblas, con fuerte voz, y no añadió más. Las escribió sobre dos tablas de piedra que él me dio.
23Cuando oísteis su voz de en medio de las tinieblas estando la montaña toda en fuego, os acercásteis luego a mí todos los jefes de tribus y todos los ancianos; 24y me dijisteis: Yavé, nuestro Dios, nos ha hecho ver su gloria y su grandeza y oír su voz en medio del fuego; hoy hemos visto a Dios hablar al hombre y quedar éste con vida. 25¿Por qué, pues, morir devorados por ese gran fuego, si seguimos oyendo la voz de Yavé, nuestro Dios? 26Porque, de toda carne, ¿quién como nosotros ha oído la voz del Dios vivo, hablando de en medio del fuego, y ha quedado con vida? 27Acércate tú y oye lo que te diga Yavé, nuestro Dios, y transmítenos a nosotros cuanto Yavé, nuestro Dios, te diga, y nosotros lo escucharemos y lo haremos.
28Yavé escuchó vuestras palabras, cuando me hablabais, y me dijo: «He oído las palabras que el pueblo te ha dirigido; está bien lo que dicen. 29¡Oh, si tuvieran siempre ese mismo corazón y siempre me temieran y guardaran mis mandamientos, para ser por siempre felices, ellos y sus hijos! 30Ve y diles: Volveos a vuestras tiendas. 31Pero tú quédate aquí conmigo, y yo te diré todas las leyes, mandamientos y preceptos que tú les has de enseñar, para que los pongan por obra en la tierra que yo les voy a dar en posesión. 32Poned, pues, mucho cuidado en hacer cuanto Yavé, vuestro Dios, os manda; no declinéis ni a la derecha ni a la izquierda; 33seguid en todo los caminos que Yavé, vuestro Dios, os prescribe, para que viváis y seáis dichosos y duréis largos años en la tierra que vais a poseer».


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  • 1 En 1,35-39 y en 2,16 se afirma que las personas mayores en la época de Horeb habían muerto en castigo de sus rebeldías. Pero no con ellos solos, sino con toda su posteridad, que ahora está presente, hizo Dios aquella alianza.(Volver a Lectura).

  • 4 Yavé se hacía sensible al pueblo en el Sinaí; hablaba, pero sus palabras sólo las entendía el profeta, que las comunicaba al pueblo. Después cesó la visión, que infundía terror al pueblo, y Moisés subía a Dios y comunicaba al pueblo las disposiciones divinas (Ex 19,16ss; 20,18ss; Act 7,38s). San Pablo nos dirá luego (Gál 3,19) que la Ley fue dada por ministerio de los ángeles, por mano del mediador, que fue Moisés.(Volver a Lectura).

  • 8 El mundo, poblado de dioses, se divide en tres regiones: el cielo arriba, abajo la tierra, y debajo de la tierra las aguas, sobre que ésta se sustenta. Es la concepción caldea del mundo.(Volver a Lectura).

  • 14 En la redacción del Decálogo el texto del Deuteronomio no concuerda con Ex 20 sobre algunos puntos. El precepto del sábado insiste más en el aspecto humanitario del descanso de los trabajadores.(Volver a Lectura).

  • 24 En la Escritura se dice frecuentemente de quien tiene una teofanía que no puede el hombre soportar la visión de Dios sin morir. Esto expresa la persuasión de que es tan grande la majestad de Dios, que quien llega a verla queda herido de muerte.(Volver a Lectura).




El amor de Dios y la observancia de la Ley

6 1Estos son los mandamientos, los preceptos y los juicios que Yavé, vuestro Dios, me mandó que os enseñase, para que los cumpláis en la tierra en que vais a entrar y vais a poseer, 2para que temas a Yavé, tu Dios, tú y tus hijos y los hijos de tus hijos, y guardes todos los días de tu vida todas sus leyes y todos sus mandamientos que yo te inculco, y vivas largos años. 3Escúchalos, Israel, y ten sumo cuidado en ponerlos por obra, para que seas dichoso y os multipliquéis grandemente, según lo que ha dicho Yavé, el Dios de tus padres, de darte la tierra que mana leche y miel.
4Oye, Israel: Yavé es nuestro Dios, Yavé es único. 5Amarás a Yavé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu poder, 6y llevarás muy dentro del corazón todos estos mandamientos, que yo hoy te doy. 7Incúlcaselos a tus hijos, y cuando estés en tu casa, cuando viajes, cuando te acuestes, cuando te levantes, habla siempre de ellos. 8Átatelos a tus manos, para que te sirvan de señal; póntelos en la frente, entre tus ojos; 9escríbelos en los postes de tu casa y en tus puertas.
10Cuando Yavé, tu Dios, te introduzca en la tierra que a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, juró darte, ciudades grandes y hermosas que tú no has edificado, 11casas llenas de toda suerte de bienes que tú no has llenado, cisternas que tú no has excavado, viñas y olivares que tú no has plantado; cuando comas y te hartes, 12guárdate de olvidarte de Yavé, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre.

13Teme a Yavé, tu Dios; sírvele a él y jura por su nombre. 14No te vayas tras otros dioses, tras alguno de los dioses de los pueblos que te rodean; 15porque Yavé, tu Dios, que está en medio de ti, es un Dios celoso, y la cólera de Yavé, tu Dios, se encendería contra ti y te exterminaría de sobre la tierra. 16No tentéis a Yavé, vuestro Dios, como lo tentásteis en Masá. 17Guardad con gran cuidado los mandamientos de Yavé, vuestro Dios, los preceptos y los estatutos que El os da. 18Haz lo que es recto y bueno a los ojos de Yavé, para que seas dichoso 19y entres, para poseerla, en la buena tierra que Yavé con juramento prometió a tus padres, cuando ante ti arroje a todos tus enemigos, como El lo ha dicho.
20Cuando un día te pregunte tu hijo, diciendo: ¿Qué son estos mandamientos, estas leyes y preceptos que Yavé, nuestro Dios, os ha prescrito?, 21tú responderás a tu hijo: Nosotros éramos en Egipto esclavos del faraón, y Yavé nos sacó de allí con su potente mano. 22Yavé hizo a nuestros ojos grandes milagros y prodigios terribles contra Egipto, contra el faraón y contra toda su casa, 23y nos sacó de allí para conducirnos a la tierra que con juramento había prometido a nuestros padres. 24Yavé nos ha mandado poner por obra todas sus leyes, y temer a Yavé, nuestro Dios, para que seamos dichosos siempre, y El nos conserve la vida, como hasta ahora ha hecho; 25y es para nosotros la justicia guardar sus mandamientos y ponerlos por obra ante Yavé, nuestro Dios, como El nos lo ha mandado.


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  • 4 Este mandamiento es la síntesis perfecta de toda la religión revelada. El Éxodo inculca con el culto de un solo Dios el odio a los ídolos; el Levítico y los Números nos declaran las leyes por que se va a regular este culto: sacrificios, ofrendas, votos, leyes de santidad o pureza legal; el Deuteronomio resume la Ley en el amor de Dios. Semejante forma de precepto es exclusiva del Deuteronomio, pues en los libros que siguen, sobre todo en los Salmos, se inculca el amor de la Ley divina, pero no tan directamente el amor de Dios, como síntesis de toda la Ley. Jesús, interrogado por el doctor sobre el mayor precepto de la Ley, responde con las palabras de este texto y aprueba las del doctor, diciendo que amar a Dios vale más que los sacrificios (Mt 22,37).(Volver a Lectura).

  • 8 En la época del Salvador los judíos entendían a la letra estas palabras, que más bien significan el cuidado que había de tenerse en guardar la Ley divina y en tenerla presente siempre para ajustar a ella su conducta (Mt 23,5; Dt 22,12; Núm 15,38s).(Volver a Lectura).

  • 16 Tentar a Dios es poner a prueba su paciencia en soportar el mal, exponiéndose a que, agotada la paciencia, descargue su cólera sobre quien se propasa a tentarle (Mt 4,7).(Volver a Lectura).

  • 20 A los autores sagrados no se les aparta de la vista la liberación de Egipto, el gran favor, que dio origen a la formación del pueblo israelita como nación, y como nación santa, elegida de Dios, para tan gloriosos destinos (Ex 20,1; 29,46; Lev 11,45; Is 11,16; Jer 2,6; 16,14ss).(Volver a Lectura).




Conducta que habrán de seguir con los cananeos y su culto

7 1Cuando Yavé, tu Dios, te introduzca en la tierra que vas a poseer y arroje delante de ti a muchos pueblos, a jeteos, guergueseos, amorreos, cananeos, fereceos, jeveos y jebuseos, siete naciones más numerosas y más poderosas que tú; 2y Yavé, tu Dios, te las entregue, y tú las derrotes, las darás al anatema, no harás pactos con ellas, ni les harás gracia. 3No contraigas matrimonios con ellas, no des tus hijas a sus hijos ni tomes sus hijas para tus hijos, 4porque ellas desviarían a tus hijos de en pos de mí y los arrastrarían a servir a otros dioses, y la ira de Yavé se encendería contra vosotros y os destruiría prontamente. 5Así, por el contrario, habrás de hacer con ellos: derribaréis sus altares, romperéis sus cipos, abatiréis sus aseras y daréis al fuego sus imágenes talladas; 6porque eres un pueblo santo para Yavé, tu Dios. Yavé, tu Dios, te ha elegido para ser el pueblo que hay sobre la haz de la tierra.
7Si Yavé se ha ligado con vosotros y os ha elegido, no es por ser vosotros los más en número entre todos los pueblos, pues sois el más pequeño de todos. 8Porque Yavé os amó, y porque ha querido cumplir el juramento que hizo a vuestros padres, os ha sacado de Egipto Yavé con mano poderosa, redimiéndoos de la casa de la servidumbre, de la mano del faraón, rey de Egipto. 9Has de saber, pues, que Yavé, tu Dios, es Dios fiel, que guarda la alianza y la misericordia hasta mil generaciones a los que le aman y guardan sus mandamientos; 10pero retribuye en cara al que le aborrece, destruyéndole; no tarda en darle en cara su merecido. 11Guarda, pues, tú sus mandamientos, las leyes y estatutos que te prescribe hoy, poniéndolos por obra.

12Si escucháis sus mandatos y los guardáis y los ponéis por obra, en retorno Yavé, tu Dios, te guardará su alianza y la misericordia que a tus padres juró. 13Te amará, te bendecirá y te multiplicará; bendecirá el fruto de tus entrañas y el fruto de tu suelo; tu trigo, tu mosto, tu aceite, las crías de tus vacas y las crías de tus ovejas, en la tierra que a tus padres juró darte. 14Serás bendito sobre todos los pueblos, no habrá estériles en ti ni en tus ganados. 15Yavé alejará de ti las enfermedades, no mandará sobre ti ninguna de las plagas malignas de Egipto, que tú conoces, y afligirá con ellas a los que te odien. 16Devorarás a todos los pueblos que Yavé, tu Dios, va a entregarte; tus ojos no los perdonarán y no servirás a sus dioses, porque eso sería para ti la ruina. 17Y si se te ocurriese decir: ¿Cómo voy a poder expulsar a esas naciones, que son más numerosas que yo?, 18no las temas; acuérdate de lo que Yavé, tu Dios, hizo con el faraón y con todo el Egipto, 19las grandes pruebas que vieron tus ojos, los portentos y prodigios, la mano fuerte y el brazo tendido con que Yavé, tu Dios, te sacó; así hará también Yavé, tu Dios, con todos los pueblos que tú temes. 20Aun tábanos mandará Yavé, tu Dios, contra ellos, hasta hacer perecer a los sobrevivientes o a los que se escondiesen. 21No los temas, porque en medio de ti está Yavé, tu Dios, el Dios grande y terrible. 22Yavé, tu Dios, expulsará a esas naciones poco a poco; no podrás exterminarlas en un día, no sea que las fieras salvajes se multipliquen contra ti. 23Yavé, tu Dios, te los entregará y los conturbará con gran conturbación, hasta que desaparezcan; 24entregará en tus manos sus reyes, y harás desaparecer sus nombres de debajo de los cielos; nadie podrá resistirte hasta que los hayas destruido. 25Consumirás por el fuego las imágenes esculpidas de sus dioses; no codicies la plata ni el oro que haya sobre ellas, apropiándotelo, y cayendo en una trampa, porque es abominación de Yavé, tu Dios, 26y no has de introducir en tu casa abominación, para no hacerte como ello es, anatema. Detéstalo y abomínalo como abominación por ser cosa dada al anatema.


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  • 2 La destrucción de estos pueblos, que a primera vista puede parecer inhumana, se justifica principalmente en dos aspectos, fundados ambos en la crueldad e inmoralidad de las religiones de estos pueblos. Por ello los castiga Dios y toma por instrumento a Israel para destruirlos. El contacto de elos con Israel era, además, peligrosísimo, como lo demuestra la Historia.(Volver a Lectura).

  • 13 Las bendiciones de Dios a Israel son temporales (Lev 26; Dt 29); pero aun temporales y todo, son señales de las buenas relaciones entre Dios y su pueblo, y sirven a la vez para fomentarlas. Son bienes materiales, que ayudan en el plan divino a ir a Dios. Así se acomodaba Dios a la rudeza de un pueblo incapaz de apreciar los bienes puramente espirituales. Por otra parte, los profetas y los sapienciales reprenden duramente la avaricia de los ricos, que buscan por todos los medios acrecentar las riquezas (Is 5,8s; Miq 2,2; Hab 2,6). Igual que de las bendiciones hemos de decir de los castigos y por la misma razón (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 1-2 q.99 a.6).(Volver a Lectura).




Agradecimiento a Dios por los beneficios recibidos

8 1Tened gran cuidado de poner por obra los mandamientos que os prescribo hoy para que viváis y os multipliquéis, y entréis, para poseerla, en la tierra que Yavé juró dar a vuestros padres. 2Acuérdate de todo el camino que Yavé, tu Dios, te ha hecho hacer estos cuarenta años por el desierto, para castigarte y probarte, para conocer los sentimientos de tu corazón y saber si guardas o no sus mandamientos. 3El te afligió, te hizo pasar hambre, y te alimentó con el maná, que no conocieron tus padres, para que aprendieras que no sólo de pan vive el hombre, sino de cuanto procede de la boca de Yavé. 4Tus vestidos no se envejecieron sobre ti, ni se hincharon tus pies durante esos cuarenta años, 5para que reconocieras en tu corazón que Yavé, tu Dios, te instruye, como instruye un hombre a su hijo, 6y guardarás los mandamientos de Yavé, tu Dios, marchando por sus caminos y temiéndole.
7Ahora, Yavé, tu Dios, va a introducirte en una buena tierra, tierra de torrentes, de fuentes, de aguas profundas, que brotan en los valles y en los montes; 8tierra de trigo, de cebada, de viñas, de higueras, de granados; tierra de olivos, de aceite y de miel; 9tierra donde comerás tu pan en abundancia y no carecerás de nada; tierra cuyas piedras son hierro y de cuyas montañas sale el bronce.

10Comerás y te hartarás; bendice, pues, a Yavé por la buena tierra que te ha dado. 11Guárdate bien de olvidarte de Yavé, tu Dios, dejando de observar sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, que hoy te prescribo yo; 12no sea que cuando comas y te hartes, cuando edifiques y habites hermosas casas, 13y veas multiplicarse tus bueyes y tus ovejas y acrecentarse tu plata, tu oro y todos tus bienes, 14te ensoberbezcas en tu corazón y te olvides de Yavé, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre, 15y te ha conducido a través del vasto y horrible desierto de serpientes de fuego y escorpiones, tierra árida y sin aguas; que hizo brotar para ti agua de la roca pedernaliza, 16y te ha dado a comer en el desierto el maná, que tus padres no conocieron, castigándote y probándote para a la postre hacerte bien, 17no dijeras: Mi fuerza y el poder de mi mano me ha dado esta riqueza. 18Acuérdate, pues, de Yavé, tu Dios, que es quien te da poder para adquirirla, cumpliendo como hoy la alianza que a tus padres juró. 19Si olvidándote de Yavé te llegaras a ir tras otros dioses, y les sirvieras y te prosternaras ante ellos, yo doy testimonio hoy contra vosotros de que con toda certeza pereceréis; 20como las naciones que Yavé hace perecer ante vosotros, así vosotros pereceréis por no haber escuchado la voz de Yavé, vuestro Dios.


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  • 4 Estas palabras no deben tomarse al pie de la letra, son ponderaciones oratorias de la particular providencia que Yavé tuvo de su pueblo, sustentándole en su larga peregrinación por el desierto.(Volver a Lectura).

  • 9 No es precisamente la Palestina una región rica en metales; mas parece que, sobre todo en la Transjordania, había minas de hierro explotadas en la antigüedad, y de cobre en el Arabá.(Volver a Lectura).




9 1¡Escucha, Israel! Estáis hoy para pasar el Jordán y marchar a la conquista de naciones más numerosas y más poderosas que tú; de grandes ciudades, cuyas murallas se levantan hasta el cielo; 2de un pueblo numeroso y de elevada estatura, los hijos de Enac, que ya conoces y de quienes has oído hablar: ¿quién podrá resistir contra los hijos de Enac? 3Has de saber desde hoy que Yavé, tu Dios, irá El mismo delante de ti, como fuego devorador, que El los destruirá, los humillará ante ti, y tú los arrojarás y los destruirás pronto, como te lo ha dicho Yavé. 4No digas luego en tu corazón, cuando Yavé, tu Dios, lo arroje de ante ti: Por mi justicia me ha puesto Yavé en posesión de esta tierra. Por la iniquidad de esos pueblos, Yavé los arrojará de ante ti. 5No por tu justicia ni por la rectitud de tu corazón vas a entrar en posesión de esa tierra, sino por la maldad de esas naciones las expulsa Yavé delante de ti; para cumplir la palabra que con juramento dio a tus padres Abraham, Isaac y Jacob. 6Entiende que no por tu justicia te da Yavé, tu Dios, la posesión de esa buena tierra; que eres pueblo de dura cerviz.


Las infidelidades de Israel

7¡Acuérdate! No olvides cuánto has irritado a Yavé, tu Dios, en el desierto; desde el día en que salisteis de la tierra de Egipto hasta que habéis llegado a este lugar, habéis sido rebeldes a Yavé. 8Ya en Horeb provocasteis la ira de Yavé, y Yavé se irritó contra vosotros hasta querer destruiros. 9Cuando subí yo a la cumbre de la montaña para recibir las tablas de la alianza que Yavé hacía con vosotros, y estuve allí cuarenta días con cuarenta noches sin comer pan ni beber agua 10y me dio Yavé las dos tablas de piedra escritas por el dedo de Dios, que contenían todas las palabras que El os había dicho en la montaña, en medio del fuego, el día de la congregación; 11al cabo de los cuarenta días y las cuarenta noches me dio Yavé las dos tablas de piedra, las tablas de la alianza, 12y me dijo entonces: «Anda, baja presto de aquí, porque tu pueblo, el que has sacado de Egipto, se ha corrompido; pronto se ha apartado del camino que yo le mandé, y se ha hecho una imagen fundida».

13Y me dijo Yavé: «Ya veo que este pueblo es un pueblo de cerviz dura; 14déjame que le destruya y que borre su nombre de bajo los cielos y te haré a ti una nación más poderosa y más numerosa que ese pueblo». 15Yo me volví y bajé de la montaña que estaba toda en fuego, trayendo en mis manos las dos tablas de la alianza; 16miré y vi que habíais pecado contra Yavé, vuestro Dios; os habíais hecho un becerro fundido, apartándoos bien pronto del camino que Yavé os había prescrito; 17tomé entonces las dos tablas y con mis manos las tiré, rompiéndolas ante vuestros ojos. 18Luego me postré en la presencia de Yavé, como la primera vez, durante cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan y sin beber agua, por todos los pecados que vosotros habíais cometido, haciendo lo malo a los ojos de Yavé, irritándole. 19Yo estaba espantado de ver la cólera y el furor con que Yavé estaba enojado contra vosotros, hasta querer destruiros; pero todavía esta vez me escuchó Yavé. 20Estaba Yavé también fuertemente irritado contra Arón, hasta el punto de querer hacerle perecer, y yo intercedí entonces también por Arón; 21y tomé vuestro pecado, el que os habíais hecho, el becerro, y lo arrojé al fuego, y desmenuzándolo bien hasta reducirlo a polvo, eché el polvo en el agua del torrente que baja de la montaña.
22En Taberá, en Masá y en Quibrot-hat-tava excitasteis también la cólera de Yavé; 23y cuando Yavé os hizo subir de Cadesbarne, diciendo: «Subid y tomad posesión de la tierra que os doy», fuisteis rebeldes a las órdenes de Yavé, vuestro Dios; no tuvisteis confianza en El y no obedecisteis su voz. 24Habéis sido rebeldes a Yavé desde el día en que El comenzó a poner en vosotros sus ojos.
25Yo me postré ante Yavé aquellos cuarenta días y cuarenta noches que estuve postrado, porque Yavé hablaba de destruiros, 26y le rogué, diciendo: ¡Señor, Yavé, no destruyas a tu pueblo, a tu heredad, redimida por tu grandeza, sacándolo de Egipto con tu mano poderosa! 27Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob; no mires a la dureza de este pueblo, a su perversidad, a su pecado; 28que no puedan decir los de la tierra de que nos has sacado: Por no poder Yavé hacerlos entrar en la tierra que les había prometido y porque los odiaba, los ha sacado fuera, para hacerlos morir en el desierto. 29Son tu pueblo, tu heredad, que con tu gran poder y brazo tendido has sacado fuera.


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  • 1 Las excavaciones modernas, que han sacado a la luz las ciudades muradas del antiguo Canán, nos hacen comprender mejor lo que hay de hipérbole oriental en estas palabras y formar mejor idea del valor que tienen muchas expresiones bíblicas semejantes a éstas.(Volver a Lectura).

  • 5 Una vez más (7,8) insiste en que no a la justicia de Israel, sino a la bondad de Dios, debe Israel las bendiciones de que es objeto. Y para confirmar su aserto recuerda las rebeldías de Israel en el Sinaí y en el desierto.(Volver a Lectura).

  • 22 Estos tres v.22-24, que interrumpen el relato de la intercesión de Moisés, están fuera de su lugar, que será después de 10,5.(Volver a Lectura).




Las tablas de la Ley

10 1Entonces me dijo Yavé: «Hazte dos tablas de piedra como las primeras, y sube a mí a la montaña; haz también un arca de madera; 2yo escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban escritas sobre las primeras que tú rompiste, y las guardarás en el arca». 3Hice, pues, un arca de madera de acacia, y habiendo cortado dos tablas de piedra como las primeras, subí con ellas a la montaña. 4El escribió sobre estas tablas lo que estaba escrito en las primeras, los diez mandamientos que Yavé os había dicho en la montaña de en medio del fuego el día de la congregación, y me las dio. 5Yo me volví, y bajando de la montaña puse las tablas en el arca que había hecho, y allí han quedado, como Yavé me lo mandó.
6Los hijos de Israel partieron de Berot-Bene-Jacan para Moserá. Allí murió Arón y allí fue enterrado. Eleazar, su hijo, fue sacerdote en su lugar. 7De allí partieron para Gadgad, y de Gadgad para Jetebata, región rica en aguas. 8En ese tiempo separó Yavé la tribu de Leví, para llevar el arca de la alianza de Yavé, para que estuvieran en su presencia y le sirvieran y bendijeran su nombre, como hasta hoy. 9Por eso Leví no tiene parte ni heredad entre sus hermanos, porque es Yavé su heredad, como Yavé, tu Dios, se lo ha dicho.
10Yo me estuve en la montaña, como anteriormente, cuarenta días y cuarenta noches; y Yavé me escuchó esta vez también, y no quiso ya destruiros. 11Me dijo Yavé: «Levántate y ve a ponerte a la cabeza del pueblo, para que entren y se posesionen de la tierra que a sus padres juré darles».

Exhortación a la observancia.
Promesas y amenazas

12Ahora, pues, Israel, ¿qué es lo que de ti exige Yavé, tu Dios, sino que temas a Yavé, tu Dios, siguiendo por todos sus caminos, amando y sirviendo a Yavé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, 13y guardando los mandamientos de Yavé, y sus leyes, que hoy te prescribo yo, para que seas dichoso? 14Mira: De Yavé, tu Dios, son los cielos de los cielos, la tierra y todo cuanto en ella se contiene. 15Y sólo con tus padres se ligó amándolos, y a su descendencia después de ellos, a vosotros, a quienes ha elegido de entre todos los pueblos, como lo muestra hoy.
16Circuncidad, pues, vuestros corazones y no endurezcáis más vuestra cerviz; 17porque Yavé, vuestro Dios, es el Dios de los dioses, el Señor de los señores, el Dios grande, fuerte y terrible, que no hace acepción de personas ni recibe regalos, 18hace justicia al huérfano y a la viuda, 19ama al extranjero y le alimenta y le viste. Amad también vosotros al extranjero, porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. 20Teme a Yavé, tu Dios; sírvele, adhiérete a El y jura por su nombre. 21El es su gloria, El es tu Dios, que por ti ha hecho cosas grandes y terribles, que con tus mismos ojos has visto. 22Tus padres bajaron a Egipto en número de sesenta personas, y ahora Yavé, tu Dios, ha hecho de ti una muchedumbre como las estrellas del cielo.


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  • 6 Los v.6-7, un poco alterados, son copia de Núm 33,30-33, la lista de las etapas de Israel.(Volver a Lectura).

  • 8 Como premio de su celo por Yavé cuando la adoración del becerro (Ex 27,27ss).(Volver a Lectura).

  • 16 La circuncisión del corazón no es otra cosa¡ que la obediencia a la Ley divina, igual que la circuncisión de los oídos. Es una idea frecuente en los profetas, con que nos explica el verdadero contenido de la circunsición de la carne (30,6; Jer4,4; 6,10; 9,25ss).(Volver a Lectura).

  • 18 La injusticia contra los débiles es lo que más irrita a Yavé y le mueve a ejercer sus venganzas (24,17; Ex 22,22s; Is 1,17; Jer 7,5s).(Volver a Lectura).

  • 19 No sólo justicia, amor pide Dios. Otra idea característica del Deuteronomio y que viene a completar el precepto del amor de Dios, a saber: el precepto del amor del prójimo. Yavé muestra en este libro una predilección especial por los pequeños y necesitados, los huérfanos, las viudas, los levitas, los peregrinos, a quienes manda amar y socorrer en todos los modos posibles (14,29; 16,11; 24,19ss; 26,12ss).(Volver a Lectura).




11 1Ama, pues, a tu Dios y cumple lo que de ti demanda, sus leyes, sus preceptos, sus mandamientos. 2Reconoced hoy, pues no hablo ahora a vuestros hijos, que no saben y no vieron la enseñanza de Yavé, vuestros Dios, su grandeza, su mano fuerte y su brazo tendido; 3los prodigios y portentos que en medio de Egipto obró contra el faraón, rey de Egipto, y contra toda su tierra; 4lo que hizo con el ejército egipcio, con sus caballos y sus carros, arrojando sobre ellos las aguas del mar Rojo cuando os perseguían y destruyéndolos hasta hoy; 5lo que por vosotros ha hecho en el desierto, hasta que habéis llegado a este lugar; 16lo que hizo con Datán y Abirón, hijos de Eliab, hijo de Rubén, cuando abriendo la tierra su boca se los tragó con sus casas, sus tiendas y todos sus secuaces, en medio de todo Israel. 7Porque con vuestros ojos habéis visto todos los grandes prodigios que ha hecho Yavé. 8Guardad, pues, todos sus mandamientos que hoy os prescribo yo, para que seáis fuertes, y entréis y os adueñéis de la tierra a que vais a pasar, para tomar posesión de ella, 9y para que se dilaten vuestros días sobre la tierra que Yavé juró dar a vuestros padres, a ellos y a su descendencia, la tierra que mana leche y miel. 10Porque la tierra en que vais a entrar para poseerla no es como la tierra de Egipto, de donde habéis salido, donde echabas tu simiente y la regabas con tu pie, como se riega una huerta. 11La tierra en que vais a entrar para poseerla es una tierra de montes y valles, que riega la lluvia del cielo; 12es una tierra de que cuida Yavé, tu Dios, y sobre la cual tiene siempre puestos sus ojos, desde el comienzo del año hasta el fin.
13Si vosotros obedecéis los mandatos que yo os prescribo, amando a Yavé, vuestro Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, 14yo daré a vuestra tierra la lluvia a su tiempo, la temprana y la tardía; y tú cosecharás tu trigo, tu mosto y tu aceite; 15yo daré también hierba a tus campos para tus ganados, y de ellos comerás y te saciarás. 16Pero cuidad mucho de que no se deje seducir vuestro corazón, y, desviándoos, sirváis a otros dioses y os prosternéis ante ellos; 17porque la cólera de Yavé se encendería contra vosotros y cerraría el cielo, y no habría más lluvia, y la tierra no daría más frutos, y desapareceríais presto de la buena tierra que Yavé os da.

18Poned, pues, en vuestro corazón y en vuestra alma las palabras que yo os digo; atadlas por recuerdo a vuestras manos y ponedlas como frontal entre vuestros ojos. 19Enseñádselas a vuestros hijos, habladles de ellas: ya cuando estés en tu casa, ya cuando vayas de viaje, al acostarse y al levantarte. 20Escríbeselas en los postes de tu casa y en tus puertas, 21para que vuestros días y los días de vuestros hijos, sobre la tierra que a vuestros padres Yavé juró darles, sean tan numerosos como los días de los cielos sobre la tierra.

Sanciones de la Ley

22Porque si cuidadosamente guardáis estos mandamientos que yo os prescribo, amando a vuestro Dios, marchando siempre por sus sendas y adhiriéndoos a El, 23Yavé arrojará de ante vosotros a todos los pueblos más numerosos y más poderosos que vosotros; 24cuanto pise la planta de vuestros pies, vuestro será, y vuestras fronteras se extenderán desde el desierto al Líbano, desde el río, el Eufrates, hasta el mar occidental; todo será dominio vuestro. 25Nadie podrá resistir ante vosotros; Yavé, vuestro Dios, esparcirá ante vosotros, como os lo ha dicho, el miedo y el terror sobre toda tierra donde pongáis vuestro pie. 26Ved; yo os pongo hoy delante bendición y maldición; 27la bendición, si cumplís los mandamientos de Yavé, vuestro Dios, que yo os prescribo hoy; 28la maldición, si no cumplís los mandamientos de Yavé, vuestro Dios, y, apartándoos del camino que yo os prescribo hoy, os vais tras otros dioses que no habéis conocido. 29Y cuando Yavé, tu Dios, te haya hecho entrar en la tierra de que vas a tomar posesión, pronunciarás la bendición sobre el monte Garizim y la maldición sobre el monte Ebal, 30esas montañas del otro lado del Jordán, detrás del camino de occidente en la tierra de los cananeos, que habitan en el Arabá, frente a Galgal, junto al encinar de Moré. 31Porque vais a pasar el Jordán y a posesionaros de la tierra que Yavé, vuestro Dios, os da, y la poseeréis y habitaréis en ella. 32Tened, pues, gran cuidado de cumplir todos los mandamientos que hoy os propongo.


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  • 6 Conviene advertir aquí la ausencia de Coré, que ya anotamos atrás, en confirmación de que se trata de dos episodios distintos, pero unidos en la narración de Núm 16.(Volver a Lectura).

  • 23 Los cananeos no formaban una nación, sino muchos pueblos con frecuencia en lucha, como nos lo prueban las cartas de El-Amarna.(Volver a Lectura).

  • 24 Sobre las fronteras de la tierra y sobre el Eufrates, nótese lo que en otros lugares hemos dicho (1,7).(Volver a Lectura).

  • 29 Más adelante, en 27,11ss, se detalla más esta disposición, que vemos luego cumplida en Josué (8,30ss).(Volver a Lectura).




LEYES ACERCA DEL CULTO

El santuario único

12 1He aquí, pues, las leyes y preceptos que cuidaréis de poner por obra en la tierra que Yavé, Dios de vuestros padres, os da en posesión, todo el tiempo que viváis sobre la tierra.
2Destruiréis enteramente todos los lugares donde las gentes que vais a desposeer han dado culto a sus dioses, sobre los altos montes, sobre los collados y bajo todo árbol frondoso; 3abatiréis sus altares, romperéis sus cipos, destruiréis sus aseras, quemaréis sus imágenes talladas y sus dioses y haréis desaparecer de la memoria sus nombres.
4No haréis así cuanto a Yavé, vuestro Dios, 5sino que le buscaréis en el lugar que El elija entre todas las tribus para poner en él su santo nombre y hacer en él su morada; allá iréis; 6allí le presentaréis vuestros holocaustos y sacrificios pacíficos, vuestras décimas, vuestras primicias y la ofrenda alzada de vuestras manos, vuestros votos y vuestras oblaciones voluntarias y los primogénitos de vuestras vacas y ovejas. 7Allí comeréis delante de Yavé, vuestro Dios, y os regocijaréis vosotros y vuestras familias, gozando de los bienes que vuestras manos adquieran y con que Yavé, tu Dios, te bendiga. 8No haréis cada uno como bien le parezca, como lo hacemos nosotros aquí ahora, 9porque no habéis llegado todavía al descanso y a la heredad que Yavé, tu Dios, te da. 10Mas pasaréis el Jordán, y habitaréis en la tierra que Yavé, vuestro Dios, os dará en heredad; y entonces os dará reposo contra todos vuestros enemigos que os rodean, y habitaréis en seguridad. 11Entonces, en el lugar que Yavé, vuestro Dios, elija para que en él more su santo nombre, allá llevaréis todo lo que yo os mando, vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestras décimas, las ofrendas elevadas de vuestras manos y las ofrendas escogidas de vuestros votos a Yavé. 12Allí os regocijaréis en la presencia de Yavé, vuestro Dios, vosotros, vuestros hijos, vuestras hijas, vuestros siervos y vuestras siervas, y el levita que esté dentro de vuestras puertas, ya que éste no ha recibido parte y heredad con vosotros. 13Guárdate de ofrecer holocaustos en cualquier lugar a que llegues; 14los ofrecerás en el lugar que Yavé haya elegido en una de tus tribus; allí harás todo lo que yo te mando.

15Pero cuando quieras, podrás matar y comer la carne en todas tus ciudades, conforme a la bendición que Yavé, tu Dios, te haya otorgado. Podrán comerla lo mismo el impuro que el puro, como se hace con la gacela y el ciervo; 16mas no comeréis sangre; la derramaréis sobre la tierra, como el agua.
17No podrás comer en cualquiera de tus ciudades las décimas de tu trigo, de tu mosto y de tu aceite, ni los primogénitos de tus vacas y tus ovejas, ni nada de cuanto ofrezcas en cumplimiento de un voto, ni tus ofrendas voluntarias, ni las oblaciones de elevación. 18Delante de Yavé, tu Dios, en el lugar que Yavé, tu Dios, elija, la comerás, tú, tu hijo y tu hija, tu siervo y tu sierva, y el levita que more en tus ciudades; allí te regocijarás ante Yavé, tu Dios, disfrutando de los bienes que adquiera tu mano. 19Guárdate de desamparar al levita en todo el tiempo que vivas sobre tu tierra. 20Cuando Yavé, tu Dios, haya extendido tus fronteras, como te lo ha prometido, y digas: Quiero comer carne, porque sienta deseo de ella tu alma, podrás comerla cuantas veces quieras. 21Si el lugar que Yavé, tu Dios, elija para poner en él su nombre está lejano, podrás matar tu ganado mayor y menor, que Yavé te dé, según lo que te he prescrito, y comerlo en tu ciudad a tu deseo. 22Lo comerás como se come la gacela y el ciervo; el puro y el impuro podrás comerlo uno y otro; 23pero atente siempre a la prohibición de comer sangre; es la vida, y no debes comer la vida de la carne; 24no la comerás; la derramarás sobre la tierra, como el agua; 25no la comerás, para que seas dichoso, tú y tus hijos después de ti, haciendo lo que es recto a los ojos de Yavé. 26Pero las ofrendas sagradas que se te imponen y las que tú hagas en cummplimiento de un voto, ésas tómalas, y ve al lugar que Yavé elija; 27y allí ofrecerás tus holocaustos, carne y sangre, en el altar de Yavé, tu Dios; en los sacrificios, la sangre será derramada en el altar de Yavé, tu Dios, y la carne la comerás tú. 28Escucha y guarda todo esto que yo te mando, para que seas dichoso, tú y tus hijos después de ti, por siempre, haciendo lo que es recto a los ojos de Yavé, tu Dios.

Contra los ritos gentílicos

29Cuando Yavé, tu Dios, haya exterminado a los pueblos que de delante de ti va a arrojar, y ya los hayas destruido y habites en la tierra, 30guárdate de imitarlos, cayendo en una trampa, después de haberlos exterminado delante de ti y de indagar acerca de sus dioses, diciendo: ¿Cómo acostumbraban esas gentes servir a sus dioses? Voy a hacer también yo como ellas hacían. 31No obres así con Yavé, tu Dios; porque cuanto hay de aborrecible y abominable a Yavé, lo hacían ellos para sus dioses; hasta quemar en el fuego a sus hijos y a sus hijas en honor suyo. 32Todo lo que yo te mando, guárdalo diligentemente, sin añadir ni quitar nada.


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  • 3 En este lugar tenemos una sucinta descripción de los santuarios cananeos. Estaban situados, por lo general, en lugares altos, collados, colinas, y estaban al descubierto. Distingue Moisés en ellos el altar, los ídolos, el masebot (= cipos) y las aseras. Estos últimos eran troncos de árboles, con el arranque de algunas ramos, que, reunidos, venían a simbolizar un bosque, símbolo a su vez de Astarté, la diosa de la fertilidad (Véase el grabado de I Re 13).(Volver a Lectura).

  • 14 Es nota característica del Deuteronomio la insistencia en señalar como centro religioso el lugar elegido por Dios entre las tribus de Israel. Siempre el santuario nacional, el tabernáculo y el templo era preferido por los buenos israelitas (1 Sam 1,3); pero las dificultades de acudir a él y la precisión de satisfacer a las necesidades religiosas del pueblo eran causa de que se tolerasen los otros santuarios en que Dios se había de alguna manera manifestado (1 sam 9,12; 13;8ss; 2 Sam 15,7; 1 Re 3,2ss). Andando los tiempos, en la época de Ezequías, y más aún en la de Josías, la necesidad de inculcar la unidad de Dios y de purificar el culto de las contaminaciones gentílicas y la reducción del pueblo, más tarde, después de la cautividad de Israel, obligaron a urgir más el cumplimiento de esta ley antigua (2 Re 18,4; 23,15ss).(Volver a Lectura).

  • 15 contra la disposición dada en Levítico 17,1ss, se permite aquí el sacrificio de los animales destinados al abastecimiento de la población, con la condición de no comer la sangre, sino derramarla en obsequio del Señor..(Volver a Lectura).

  • 18 el levita que «mora dentro de tus puertas» es una de las preocupaciones constantes del Deuteronomio. Prueba clara de su precaria situación.(Volver a Lectura).




Prevenciones contra la apostasía

13 1Si se alzare en medio de ti un profeta o un soñador que te anuncia una señal o un prodigio, 2aunque se cumpliere la señal o el prodigio de que te habló, diciendo: Vamos tras de otros dioses--dioses que tú no conoces--y sirvámosles; 3no escuches las palabras de ese profeta o ese soñador, porque te prueba Yavé, tu Dios, para saber si amáis a Yavé, vuestro Dios, con todo vuestro corazón y toda vuestra alma. 4Tras de Yavé, vuestro Dios, habéis de ir; a Él habéis de temer, guardar sus mandamientos, obedecer su voz, servirle y allegaros a Él. 5Y ese profeta o soñador será condenado a muerte por haber aconsejado la rebelión contra Yavé, vuestro Dios, que os sacó de Egipto y os libró de la casa de la servidumbre para apartaros del camino por donde Yavé, tu Dios, te ha mandado ir. Así harás desaparecer la maldad de en medio de ti.
6Si tu hermano, hijo de tu madre, o tu hijo o tu hija, o la mujer que descansa en tu regazo, o tu amigo, aunque le quieras como a tu propia alma, te incitare secreto, diciendo: Vamos a servir a otros dioses--dioses que no conocisteis ni tú ni tus padres, 7de entre los dioses de los pueblos que os rodean, cercanos o lejanos, del uno al otro cabo de la tierra--, 8no asientas ni le escuches, ni tenga tu ojo piedad de él, ni le tengas compasión ni le encubras; 9denúnciale irremisiblemente, y sea tu mano la primera que contra él se alce para matarle, siguiendo después las de todo el pueblo;

10le lapidaréis hasta que muera, por haber buscado apartarte de Yavé, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la casa de servidumbre. 11Así, todo Israel lo sabrá y temerá de hacer más una semejante maldad en medio de ti.
12Si de una de las ciudades que Yavé, tu Dios, te ha dado por morada oyeres decir: 13Gentes malvadas, salidas de en medio de ti, andan seduciendo a los habitantes de la ciudad, diciendo: Vamos a servir a otros dioses, dioses que no has conocido, 14inquirirás, examinarás y preguntarás cuidadosamente si el rumor es verdadero y cierto el hecho, si se ha cometido en medio de ti tal abominación; 15entonces, dando al anatema esa ciudad con todo cuanto hay en ella y sus ganados, no dejes de pasarla a filo de espada; 16y reuniendo todo su botín en medio de la plaza, quemarás completamente la ciudad con su botín para Yavé, tu Dios; sea para siempre un montón de ruinas y no vuelva a ser edificada. 17Que no se te pegue a las manos nada de cuanto fue dado al anatema, para que se vuelva Yavé del furor de su ira, y te haga gracia y misericordia, y te multiplique, como a tus padres se lo juró, 18si oyes la voz de Yavé, tu Dios, y guardas todos sus mandamientos que yo hoy te prescribo, haciendo lo que es recto a los ojos de Yavé, tu Dios.


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  • 5 Como la existencia misma del pueblo pendía de la observancia de su religión, todo delito grave contra ésta era, al mismo tiempo, un atentado contra aquella. Por eso se castigaban tan rigurosamente los delitos contra la religión. En el mismo capítulo, v.13, se expone como ha de ser castigada la ciudad en que tal delito se cometa.(Volver a Lectura).

  • 12 La Ley que se aplica a los individuos debe aplicarse también a las ciudades. Los libros históricos nos dejan la impresión de que estas disposiciones fueron siempre letra muerta. Las idolatrías de reyes y pueblos las leemos muchas veces; pero nunca otros castigos que los enviados directamente por Dios, excepto, tal vez, en la época macabea.(Volver a Lectura).




Animales puros y animales impuros

(Lev 11,2-23)

14 1Vosotros sois hijos de Yavé, vuestro Dios. No os hagáis incisiones ni os decalvéis entre los ojos por un muerto. 2Porque tú eres un pueblo consagrado a Yavé, tu Dios, y te ha elegido Yavé, tu Dios, para que seas su pueblo singular, de entre todos los pueblos que hay sobre la haz de la tierra.
3No comas abominación alguna. 4He aquí los animales que comeréis: el buey, la oveja y la cabra; 5el ciervo, la gacela y el corzo; la cabra montés, el antílope, el búfalo; la gamuza; 6todo animal que tenga la pezuña dividida y el pie hendido y rumie; 7pero no comeréis los que solamente rumian ni los que solamente tienen la pezuña dividida y el pie hendido; el camello, la liebre, el conejo, que rumian, pero no tienen la pezuña dividida, son inmundos para vosotros; 8el puerco, que tiene la pezuña hendida, pero no rumia, es inmundo para vosotros. No comeréis sus carnes ni tocaréis sus cadáveres.
9De los animales que viven en el agua comeréis los que tienen aletas y escamas; 10pero cuantos no tienen aletas y escamas, no los comeréis; son para vosotros inmundos. 11Comeréis toda ave pura. 12He aquí las que no comeréis: el águila, el quebrantahuesos, el buitre, 13el milano y toda suerte de halcones; 14toda suerte de cuervos; 15el avestruz, el mochuelo, la lechuza; 16el ibis, el búho y el pelícano;

17la cerceta, el mergo, la cigüeña; 18la garza de todas clases, la abubilla y el murciélago. 19Tendréis también por inmundo todo insecto alado; no lo comeréis. 20Comeréis los volátiles puros. 21No comeréis mortecino de ningún animal; podrás dárselo a comer al extranjero que reside en tus ciudades o vendérselo; vosotros sois un pueblo consagrado a Yavé, tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.

Décimas

(Ex 22,20; Lev 27,30-33)

22Diezmarás todo producto de tus sementeras, de lo que dé tu campo cada año; 23y comerás delante de Yavé, tu Dios, en el lugar que El elija para hacer habitar en él su nombre, la décima de tu trigo, de tu mosto y de tu aceite, y los primogénitos de tus vacas y ovejas, para que aprendas a temer siempre a Yavé, tu Dios; 24pero si el camino fuere largo para poder llevarlos allá, por estar tú demasiado lejos del lugar que elija Yavé para hacer habitar en él su nombre, cuando Yavé te bendecirá, 25lo venderás; y tomando el dinero en tus manos, irás con él al lugar que Yavé, tu Dios, elija. 26Allí comprarás con el dinero lo que desees: bueyes, ovejas, vino u otro licor fermentado, lo que quieras; y comerás allí, delante de Yavé, y te regocijarás tú y tu casa. 27No dejarás de lado al levita que mora en tu ciudad, porque él no tiene parte ni heredad contigo. 28Al fin de cada tercer año separarás todas las décimas de los productos de aquel año y las depositarás en tu ciudad; 29allá vendrá el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el extranjero, el huérfano y la viuda que haya en tus ciudades, y comerán y se saciarán, para que Yavé, tu Dios, te bendiga en todas las obras de tus manos.


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  • 1 Acerca de estas prácticas de duelo, véase Lev 19,28.(Volver a Lectura).

  • 4 Sobre la distinción de los animales, Lev 11.(Volver a Lectura).

  • 22 Este párrafo supone el precepto de ofrecer a Dios el diezmo de los frutos del campo. Pero este diezmo no es el que, según Lev 27,30ss, Núm 18,20ss, destinaba Dios para sustentación de los levitas y sacerdotes, que no tenían heredad en Israel (2 Par 31,7ss), sino el que se menciona en 12,6.17, probablemente el mismo que ofreció Abraham después de la victoria sobre los reyes (Gén 14,20) y que Jacob prometió como voto después de la visión de Bétel (Gén 28,22; Am 4,4). La Ley aquí insiste en que se ofrezca a Dios en el templo, abrogando la práctica, que sin duda existía, de ofrecerlo en los otros santuarios.(Volver a Lectura).

  • 28 Aquí tenemos una disposición muy en armonía con el espíritu del Deuteronomio. Cada tercer año un diezmo se dedicaba a los pobres del lugar, entre los cuales figuran siempre los levitas (10,9; 12,19; 26,12ss).(Volver a Lectura).

  • 29 Es de notar, como característica del Deuteronomio, el gran cuidado del legislador por el pobre, incluyendo entre éstos al levita, al huérfano, a la viuda y al peregrino.(Volver a Lectura).




El año de la remisión

15 1Cada séptimo año harás la remisión. 2He aquí cómo se ha de hacer la remisión: Todo acreedor que haya prestado condonará al deudor lo prestado; no lo exigirá ya más a su prójimo, una vez publicada la remisión de Yavé; 3podrás exigirlo del extranjero, pero no de tu hermano, al que harás la remisión, 4para que no haya entre ti pobres; porque Yavé te bendecirá seguramente en la tierra que Yavé, tu Dios, te ha dado en heredad, para que la poseas, 5siempre que oigas la voz de Yavé, tu Dios, poniendo por obra cuidadosamente todos sus mandatos, que yo hoy te prescribo. 6Porque Yavé, tu Dios, te bendecirá, como él te lo ha dicho, y prestarás a muchos pueblos y no tendrás que tomar prestado de nadie; dominarás a muchas naciones y ellas no te dominarán a ti.


Los pobres y los esclavos

7Si hubiere en medio de ti un necesitado de entre tus hermanos, en tus ciudades, en la tierra que Yavé, tu Dios, te da, no endurecerás tu corazón ni cerrarás tu mano a tu hermano pobre, 8sino que le abrirás tu mano y le prestarás con qué poder satisfacer sus necesidades, según lo que necesite. 9Guárdate de que se alce en tu corazón este bajo pensamiento: Está ya cercano al año séptimo, el año de la remisión; y de mirar con malos ojos a tu hermano pobre y no darle nada, no sea que él clame a Yavé contra ti y te cargues con un pecado.

10Debes darle, sin que al darle se entristezca tu corazón; porque por ello Yavé, tu Dios, te bendecirá en todos tus trabajos y en todas tus empresas. 11Nunca dejará de haber pobres en la tierra; por eso te doy este mandamiento: abrirás tu mano a tu hermano, al necesitado y al pobre de tu tierra.
12Si uno de tus hermanos, un hebreo o una hebrea, se te vende, te servirá seis años; pero el séptimo le despedirás libre de tu casa; 13y al despedirle libre de tu casa no le mandarás vacío, 14sino que le darás algo de tu ganado, de tu era y de tu lagar, haciéndole partícipe de los bienes con que Yavé, tu Dios, te bendice a ti. 15Acuérdate de que esclavo fuiste en la tierra de Egipto y de que Yavé, tu Dios, te libertó; por eso te doy yo este mandato. 16Y si tu esclavo te dice: No quiero salir de tu casa porque te amo a ti y a tu casa, y se halla bien contigo, 17entonces, tomando un punzón, le agujerearás la oreja junto a la puerta, y será esclavo tuyo para siempre; lo mismo harás con tu sierva. 18Que no te pese darle por libre, porque sirviéndote seis años te ha valido el doble del salario de un jornalero, y Yavé, tu Dios, te bendecirá en cuanto hagas.


Los primogénitos

(Ex 13,11-16; Núm 13,14-19)

19Consagrarás a Yavé, tu Dios, todos los primogénitos, todo primogénito macho de tus vacas y ovejas; no harás trabajar al primogénito de tu vaca ni esquilarás al primogénito de tus ovejas, 20sino que lo comerás cada año, tú y tu familia, delante de Yavé, tu Dios, en el lugar que El elija. 21Pero si es defectuoso, si ciego o cojo o con otro defecto, no se lo ofrecerás en sacrificio a Yavé, tu Dios. 22Lo comerás en tus ciudades, como se come la gacela o el ciervo; lo comerá el puro y el impuro; 23pero no comerás la sangre; la derramarás sobre la tierra, como el agua.


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  • 1 La Ley del año sabático se lee en Ex 23,10ss y se repite en Lev 25,1ss. En Ex 21,1ss, Lev 25,39ss se dan por cancelada el año séptimo las deudas, con la libertad de los que para pagarlas se hayan visto en la triste necesidad de ponerse al servicio de su acreeedor; aquí se da mayor amlitud a esta ley, imponiendo la condonación de toda deuda en el año sabático, que podría muy bien no coincidir con el año séptimo de contraída la deuda.(Volver a Lectura).

  • 6 Podría alguien pensar que con estas palabras se autoriza a los hebreos para ejercer la usura con los extranjeros. Nohay tal. Este versículo promete la bendición de Dios a Israel por la observancia de la ley, y el autor sagrado da a esta bendición la forma acomodada a las circunstancias, que aquí son las de los versículos anteriores. Es lo que observamos en los profetas con las bendiciones mesiánicas, que toman infinitas formas de expresión, según las circunstancias en que se halla el profeta (28,12.44; Is 23,17s; 60,6ss; Ag 2,8).(Volver a Lectura).

  • 7 Las disposiciones contenidas en 7-18 ya las hemos visto en Lev 25,35; pero el Deuteronomio les da una forma propia, toda impreganada del amor del prójimo. Acerca de la práctica de estas leyes véase Jer 34,8ss.(Volver a Lectura).




Las Tres Solemnidades anuales

(Ex 12; 23,14-16; 34,18-23; Lev 23; Núm 28ss)

La Pascua

16 1Guarda el mes de Abib, celebrando la Pascua de Yavé, tu Dios; porque precisamente en el mes de Abib te sacó Yavé, tu Dios, de Egipto, de noche. 2Inmolarás la Pascua a Yavé, tu Dios, de las crías de las ovejas y de las vacas, en el lugar que Yavé, tu Dios, haya elegido para poner en él su nombre; 3no comerás con ella pan fermentado, sino que por siete días comerás pan ácimo, el pan de la aflicción, porque de prisa saliste de Egipto; para que así te acuerdes toda tu vida del día en que saliste de Egipto. 4No se verá levadura esos siete días en toda la extensión de tu territorio y nada de la víctima que a la tarde inmolares quedará para la noche hasta la mañana siguiente. 5No sacrificarás la Pascua en cualquiera de las ciudades que te dará Yavé, tu Dios; 6sólo en el lugar que Yavé, tu Dios, elija para hacer habitar en él su nombre sacrificarás la Pascua a la tarde, al ponerse el sol, al tiempo de tu salida de Egipto. 7La asarás y la comerás en el lugar en que Yavé, tu Dios, elija, y de allí te volverás a la mañana siguiente, para irte a tus tiendas. 8Durante seis días comerás pan ácimo, y el día séptimo será la solemnidad de Yavé, tu Dios, y no harás en él trabajo alguno.


Pentecostés

9Contarás siete semanas; desde el día en que comienza a meterse la hoz en el trigo comenzarás a contar las siete semanas; 10y celebrarás la fiesta de las Semanas en honor de Yavé, tu Dios, con ofrendas voluntarias, que harás conforme Yavé, tu Dios, te haya bendecido.

11Te regocijarás en la presencia de Yavé, tu Dios, en el lugar que elija para hacer habitar en Él su nombre, tú y tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, el levita que mora en tus ciudades, así como el extranjero, el huérfano y la viuda que habitan en medio de ti. 12Acuérdate de que siervo fuiste en Egipto y cuida de poner en obra estos mandamientos.


La fiesta de los Tabernáculos

13Celebrarás la fiesta de los Tabernáculos durante siete días, una vez recogido el producto de tu era y de tu lagar; 14te regocijarás en esta fiesta tú, tu hijo, tu hija, tu siervo y tu sierva, así como el levita, el extranjero, el huérfano y la viuda que habitan en tu ciudad. 15Celebrarás la fiesta en honor de Yavé, tu Dios, en el lugar que haya elegido para que Yavé, tu Dios, te bendiga en todas tus cosechas y en todo trabajo de tus manos, y te darás todo a la alegría. 16Tres veces al año, todo varón de entre vosotros se presentará delante de Yavé, tu Dios, en el lugar que El haya elegido; en la festividad de los Ácimos, en la de las Semanas y en la de los Tabernáculos; y no se presentará ante Yavé con las manos vacías. 17Cada cual hará sus ofrendas conforme a las bendiciones que Yavé, tu Dios, le haya otorgado.


La administración de justicia

18Te constituirás jueces y escribas en todas las ciudades que Yavé, tu Dios, te dará según tus tribus, que juzguen al pueblo justamente. 19No tuerzas el derecho, no hagas acepción de personas, no recibas regalos, porque los regalos ciegan los ojos de los sabios y corrompen las palabras de los justos. 20Sigue estrictamente la justicia, para que vivas y poseas la tierra que te da Yavé, tu Dios.


Represión de la apostasía

21No plantarás árbol alguno a modo de asera junto al altar que elevares a Yavé, tu Dios; 22ni alzarás cipos, que eso lo detesta Yavé, tu Dios.


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  • 1 Es el último texto de los seis que tenemos sobre las fiestas de Israel. En esta de la Pascua hemos de notar dos cosas: la primera, que la víctima no ha de ser necesariamente un cordero o cabrito, como en Ex 12,3ss; puede ser una res de «de las crías de las ovejas o de las vacas»; la segunda, sitio; debe ser inmolada en el lugar que Yavé haya elegido para poner en él su nombre. Cómo se haya de concordar esto con el texto del Exodo, véase en la Introducción al Pentateuco nº 5, donde se habla del progreso de la ley.(Volver a Lectura).

  • 9 La fiesta de Pentecostés se celebraba siete semanas después de la Pacua, también en el lugar elegido por Dios, y a ella debía acudir todo buen israelita con su familia y con los menesterosos, el levita, el peregrino, el huérfano y la viuda, para que todos se alegraran en el Señor, tomando parte en el banquete sagrado que seguía a los sacrificios.(Volver a Lectura).

  • 13 En la fiesta de los Tabernáculos echamos de ver que la fiesta debía durar siete días, como se dice en Lev 23,36, mientras que en Núm 29,35 se añade un día, el octavo, de asamblea solemne, en que no se hará trabajo servil.(Volver a Lectura).

  • 21 La razón de esta norma se halla en que los cananeos solían preferir para santuarios los bosques, en que se revelaba la fertilidad de la tierra, personificada en algunos de sus dioses, como Astarté. Cuando no tenían bosques, simbolizaban la misma idea por medio de aseras o troncos de árboles plantados.(Volver a Lectura).




17 1No sacrificarás a Yavé, tu Dios, buey ni oveja que tengan defecto, porque es abominación ante Yavé, tu Dios.
2Si en medio de ti, en alguna de las ciudades que Yavé, tu Dios, te da, hubiere hombre o mujer que hiciere lo que es malo a los ojos de Yavé, tu Dios, traspasando su alianza, 3yéndose tras otros dioses para servirles y postrarse ante ellos, ante el sol o la luna o cualquier astro del ejército de los cielos, cosa que yo no he mandado; 4cuando la cosa llegue a ti, harás una escrupulosa investigación; si el rumor es verdadero y el hecho cierto, si se cometió tal abominación en Israel, 5llevarás a tus puertas al hombre o mujer que tal maldad ha cometido y los lapidarás hasta que mueran.
6Sólo sobre la palabra de dos o tres testigos se condenará a muerte al que haya de ser condenado; no será condenado a muerte sobre la palabra de un solo testigo. 7Las manos de los testigos se alzarán las primeras contra él para hacerle morir y después seguirán las del pueblo. Has de extirpar el mal de en medio de ti.


Diversas categorías de jueces

8Si una causa te resultase difícil de resolver entre sangre y sangre, entre contestación y contestación, entre herida y herida, objeto de litigio en tus puertas, te levantarás y subirás al lugar que Yavé, tu Dios, haya elegido, 9y te irás a los sacerdotes hijos de Leví y al juez entonces en funciones, y le consultarás; él te dirá la sentencia que haya de darse conforme a derecho. 10Obrarás según la sentencia que te hayan dado en el lugar que Yavé ha elegido y pondrás cuidado en ajustarte a lo que ellos te hayan enseñado.

11Obrarás conforme a la ley que ellos te enseñen y a la sentencia que te hayan dado, sin apartarte ni a la derecha ni a la izquierda de lo que te hayan dado a conocer. 12El que, dejándose llevar de la soberbia, no escuchare al sacerdote que está allí para servir a Yavé, tu Dios, o no escuchare al juez, será condenado a muerte. 13Así extirparás el mal de en medio de Israel, y tu pueblo, al saberlo, temerá y no se dejará llevar de la soberbia.


El rey

14Cuando hayas entrado en la tierra que Yavé, tu Dios, te da y te hayas posesionado de ella y establecido en ella tu morada, si te dices: Voy a poner sobre mí un rey, como lo tienen todas las naciones que me rodean, 15pondrás sobre tí el rey que Yavé, tu Dios, elija; uno de tus hermanos tomarás para hacerle rey sobre ti; no podrás darte por rey un extranjero que no sea tu hermano. 16Pero que no tenga gran número de caballos ni pretenda volver al pueblo a Egipto; porque Yavé, tu Dios, ha dicho: No volváis nunca jamás por ese camino. 17Que no tenga mujeres en gran número, para que no se desvíe su corazón, ni grandes cantidades de plata y oro. 18En cuanto se siente en el trono de su realeza escribirá para sí en un libro una copia de esta Ley, que se halla en poder de los sacerdotes levíticos. 19La tendrá consigo y la leerá todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Yavé, su Dios, y a guardar todas las palabras de esta Ley y todos estos mandatos y los ponga por obra, 20para que no se alce su corazón sobre el de sus hermanos y no se aparte ni a la derecha ni a la izquierda, y así prolongue los días de su reinado, él y sus hijos, en medio de Israel.


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  • 3 En el relato de la creación (Gén 1,13ss) se cuenta la formación de los astros por Dios para utilidad del hombre. Era esto derruir por su base el culto de los astros divinizados, que desde Caldea se había difundido por Canán, como nos dan de ello testimonio los profetas (Is 24,21; Jer 8,2; 19,13; Sof 1,5).(Volver a Lectura).

  • 6 Los v.6-20 sobre procedimientos judiciales tienen su lugar propio después de 16,20 en que se comenzó a tratar de ese tema.(Volver a Lectura).

  • 8 El sacerdote debe ser el juez en los casos difíciles que puedan ocurrir a los jueces ordinarios.(Volver a Lectura).

  • 13 Este asunto queda expuesto en el c. 13.(Volver a Lectura).

  • 14 Supone el texto que Israel vivía entonces bajo un régimen patriarcal, bueno para las condiciones de entonces; pero, mudadas éstas, se hizo necesario un poder más fuerte, que se impusiera a tosos, y así no sucediera lo que se dice en el libro de los Jueces, que cada uno obraba según su voluntad (17,6; 21,24). Entonces el pueblo sentirá necesidad de un rey. La Ley establece que sea un israelita que viva con sencillez y modestia.(Volver a Lectura).

  • 20 Parece que el autor sagrado tiene ante los ojos la monarquía salomónica, que acabó en el cisma de Israel.(Volver a Lectura).




Los sacerdotes

18 1Los sacerdotes levíticos, toda la tribu de Leví, no tendrán parte ni heredad con Israel; se mantendrán de los sacrificios de combustión a Yavé y la heredad de El comerán. 2No tendrán heredad en medio de sus hermanos; Yavé es su heredad, como él se lo ha dicho. 3Estos serán los derechos de los sacerdotes sobre el pueblo, sobre aquellos que ofrezcan en sacrificio un buey o una oveja; se dará al sacerdote la pierna, las mandíbulas y el cuajar. 4También le darás las primicias de tu trigo, de tu mosto y de tu aceite y las primicias del esquileo de tus ovejas; 5porque a él le ha elegido Yavé, tu Dios, de entre todas las tribus, para estar ante El y ministrar en nombre de Yavé, él y sus hijos, por siempre. 6Si un levita sale de alguna de tus ciudades de todo Israel, donde peregrinó, para venir con todo el deseo de su alma al lugar que Yavé elija, 7ministrará en nombre de Yavé, su Dios, como todos sus hermanos los levitas que allí estén delante de Yavé, 8y comerá una porción igual a la de los otros, excluyendo a los sacerdotes de los ídolos y a los magos.

Los profetas

9Cuando hayas entrado en la tierra que Yavé, tu Dios, te da, no imites las abominaciones de esas naciones, 10y no haya en medio de ti quien haga pasar por el fuego a su hijo o a su hija, ni quien se dé a la adivinación, ni a la magia, ni a hechicerías 11y encantamientos; ni quien consulte a encantadores, ni a espíritus, ni a adivinos, ni pregunte a los muertos. 12Es abominación ante Yavé cualquiera que esto hace, y precisamente por tales abominaciones arroja Yavé, tu Dios, de delante de ti a esas gentes. 13Sé puro ante Yavé, tu Dios. 14Esas gentes que vas a desposeer consultan a hechiceros y adivinos; pero a ti nada de eso te permite Yavé, tu Dios. 15Yavé, tu Dios, te suscitará de en medio de ti, de entre tus hermanos, un profeta como yo; a él le oirás, 16precisamente como a Yavé, tu Dios, pediste en el Horeb, el día de la congregación, diciendo: Que no oiga yo la voz de Yavé, mi Dios, y no vea este gran fuego para no morir. 17Entonces me dijo Yavé: Dices bien hablando así. 18Yo les suscitaré de en medio de sus hermanos un profeta como tú, pondré en su boca mis palabras y él les comunicará todo cuanto yo le mande. 19A quien no escuchare las palabras que él dirá en mi nombre, yo le pediré cuenta. 20Pero el profeta que ose decir en nombre mío lo que yo no le haya mandado decir, o hable en nombre de otros dioses, debe morir. 21Y si te dices en tu corazón: ¿Cómo voy a conocer yo la palabra que no ha dicho Yavé? 22Cuando un profeta te hable en nombre de Yavé, si lo que dijo no se cumple, no se realiza, es cosa que no ha dicho Yavé; en su presunción habló el profeta; no lo temas.


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  • 1 En este párrafo no se habla de los diezmos debidos a los levitas, según Lev 27,30ss; Núm 18,20ss. Los emolumentos de los sacerdotes eran las primicias y la porción de los sacrificios (Lev 7,30; Núm 18,11ss).(Volver a Lectura).

  • 6 El Deuteronomio supone a los miembros de la tribu de Leví dispersos por las tribus de Israel, llevando una vida pobre, tal vez sirviendo en los santuarios tolerados, en que el pueblo solía sacrificar (I Re 3,2ss; 15,14.35; 22,44, etc). La Ley pretende hacer desaparecer tales santuarios y formenta la concentración de los levitas en el templo (cf. Ez 44,10ss; 2 Re 23,9).(Volver a Lectura).

  • 9 Los antiguos acudían con frecuencia a la divinidad para conocer el futuro o cosas ocultas por medio de la adivinación en formas variadísimas, las cuales todas tenían contacto con el culto de los ídolos. Para evitar este peligro, Yavé proveyó a su pueblo de profetas, a quienes podían consultar en sus necesidades (cf. I Sam 9,6ss; 2 Re 1,3ss). El Señor les encomendó todavía una misión más alta: la de ser los maestros y directores espirituales de los reyes y el pueblo. De esto nos habla este párrafo, de la ley del profetismo. Aunque la forma en que está redactada la ley, que habla de un profeta en singular, parece sugerir un profeta particular, que sería el Mesías, o un precursor suyo (Mc 6,15; Jn 1,25; Act 3,22; 7,37); pero el conjunto del texto muestra claro que se trata de los profetas, que Dios prresenta como guías de Israel. El oráculo sacerdotal del urim y el tumminm, de que se habla atrás (Ex 28,30; Lev 8,8), no los menciona.(Volver a Lectura).

  • 22 Como es evidente de todo el contexto, se refiere aquí el legislador no a un profeta particular y determinado, sino a una verdadera institución, como eran la de la judicatura, la del sacerdocio y la de la realeza. Comprende a todos los profetas que en el transcurso del tiempo mandará Dios a su pueblo; pero no se excluye, antes por modo especialísimo se incluye, al profeta por antonomasia, el Mesías. Uno de los fines de esta institución es apartar al pueblo de acudir a hechiceros y adivinos, como acostumbraban los cananeos y en general los gentiles.(Volver a Lectura).




Ciudades de refugio

19 1Cuando Yavé, tu Dios, haya exterminado las naciones cuya tierra te da, y las hayas desposeído y habites en sus ciudades y en sus casas, 2 te separarás tres ciudades de en medio de la tierra que Yavé, tu Dios, te da en posesión; 3 allanarás los caminos y dividirás en tres regiones el territorio que Yavé, tu Dios, te da en heredad, para que todo homicida pueda refugiarse en esas ciudades. 4 He aquí el caso en que el homicida que allí se refugie tendrá salva la vida: Si mató a su prójimo sin querer, sin que antes fuera enemigo suyo, ni ayer ni anteayer. 5 Así, si uno va a cortar leña en el bosque con otro, y mientras maneja con fuerza el hacha para derribar el árbol, salta del mango el hierro y da a su prójimo y le mata, ése huirá a una de las ciudades y tendrá salva la vida. 6 Si no, el vengador de la sangre perseguiría en su furor al homicida, y si el camino era demasiado largo, le alcanzaría y le heriría de muerte; y sin embargo, ese hombre no merecía la muerte, pues que ni de ayer ni de anteayer tenía odio. 7 Por eso te doy este mandato: Separa tres ciudades; 8 y si Yavé, tu Dios, ensancha tus fronteras, como a tus padres se lo ha jurado, y te da toda la tierra que a tus padres juró darte, 9 siempre que guardes y pongas por obra todos los mandamientos que yo te prescribo hoy, amando a Yavé, tu Dios, y siguiendo todos sus caminos, añadirás a esas tres, otras tres ciudades, 10 para que no sea derramada sangre inocente en medio de la tierra que Yavé, tu Dios, te da por heredad, y no caiga sangre sobre ti. 11 Pero si uno que odiaba a su prójimo le acechare, se echare sobre él y le hiere mortalmente y huye a una de esas ciudades, 12 los ancianos de la ciudad le mandarán prender y le entregarán en manos del vengador de la sangre, para que muera. 13 No tendréis piedad de él, quitarás de Israel sangre inocente y prosperarás.

14 No moverás los términos de tu prójimo de donde los pusieron los antepasados en la heredad de tu propiedad, en la tierra que Yavé, tu Dios, va a darte en posesión.


La prueba testifical

15Un solo testigo no vale contra uno en cualquier delito o en cualquier pecado, cualquiera que sea el pecado. En la palabra de dos o tres testigos se apoyará siempre la sentencia. 16 Si surgiere contra uno un testigo malo, acusándole de un delito, 17 los dos interesados en la causa se presentarán ante Yavé, ante el sacerdote 18 y los jueces en funciones en ese tiempo, quienes, si después de una escrupulosa investigación, averiguasen que el testigo, mintiendo, había dado falso testimonio contra su hermano, 19 le castigarán haciéndole a él lo que él pretendía se hiciese con su hermano; así quitarás el mal de en medio de Israel. 20 Los otros, al saberlo, temerán y no cometerán esa mala acción en medio de ti; 21 no tendrá tu ojo piedad: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.


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  • 1 En Núm 35,9ss se establece con muchos detalles esta ley de las ciudades de refugio, que, por lo que toca a la Transjordania, ya las había señalado Moisés (4,41ss). Debe notarse que la ley no favorecía sino al matador involuntario; para el cuplable no había asilo.(Volver a Lectura).

  • 15 Estas disposiciones de procedimiento judicial pueden considerarse complemento de lo expuesto en 17,6ss y en Núm 35,30. En el precepto noveno del Decálogo se prohíbe el falso testimonio;aquí se señala para el falso testigo la pena del talión (cf Prov 19,5.9).(Volver a Lectura).




La guerra

20 1Cuando hagas la guerra a tus enemigos, al ver los caballos y los carros de un pueblo más poderoso que tú, no los temerás; porque Yavé, tu Dios, que te sacó de Egipto, está contigo. 2Cuando se vaya a dar la batalla, avanzará el sacerdote y hablará al pueblo, 3y le dirá: ¡Oye, Israel! Hoy vais a dar la batalla a vuestros enemigos; que no desfallezca vuestro corazón; no temáis, no os asustéis ni os aterréis ante ellos; 4porque Yavé, vuestro Dios, marcha con vosotros, para combatir con vosotros contra vuestros enemigos, y Él os salvará. 5Luego hablarán al pueblo los escribas, diciendo: ¿Quién ha construido una casa nueva y no la ha estrenado? Que se vaya y vuelva a su casa, no muera en la batalla y sea otro el que la estrene. 6¿Quién ha plantado una viña y no la ha vendimiado todavía? Que se vaya y vuelva a su casa, no sea que muera en la batalla y la vendimie otro. 7¿Quién se ha desposado con una mujer y todavía no la ha tomado? Que se vaya y vuelva a su casa, no sea que muera en la batalla y la tome otro. 8Los escribas seguirán hablando al pueblo y le dirán: ¿Quién tiene miedo y siente desfallecer su corazón? Que se vaya y vuelva a su casa, para que no desfallezca como el suyo el corazón de sus hermanos.

9Cuando los escribas hayan acabado de hablar al pueblo, los jefes de las tropas pasarán lista del pueblo por cabezas. 10Cuando te acercares a una ciudad para atacarla, le brindarás la paz. 11Si la acepta y te abre, la gente de ella será hecha tributaria y te servirá. 12Si en vez de hacer paces contigo quiere la guerra, la sitiarás; 13y cuando Yavé, tu Dios, la pusiere en tus manos, pasarás a todos los varones al filo de la espada; 14pero las mujeres, los niños y los ganados y cuanto haya en la ciudad, todo su botín, lo tomarás para ti y podrás comer los despojos de tus enemigos, que Yavé, tu Dios, te da. 15Así harás con todas las ciudades situadas lejos de ti, que no sean de las ciudades de estas gentes. 16Pero en las ciudades de las gentes que Yavé, tu Dios, te da por heredad, no dejarás con vida a nada de cuanto respira; 17darás al anatema esos pueblos, a los jéteos, amorreos, cananeos, fereceos, jeveos y jebuseos, como Yavé, tu Dios, te lo ha mandado, 18para que no aprendáis a imitar las abominaciones a que esas gentes se entregan para con sus dioses, y no pequéis contra Yavé, vuestro Dios.
19Si para apoderarte de una ciudad enemiga tienes que hacer un largo asedio, no destruyas la arboleda, metiendo en ella el hacha; come sus frutos y no los tales, que no es un hombre el árbol del campo, para que pueda reforzar la defensa contra ti. 20 Los árboles que veas que no son de fruto podrás destruirlos y derribarlos, para hacer ingenios con que combatir a la ciudad en guerra contigo, hasta que caiga.


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  • 1 El ejército de Israel no se componía sino de infantería; la caballería, o mejor, la carrería de los cananeos, tenía que indundirles grande temor (cf. Jos 17,16; Jue 1,19; 4,3).(Volver a Lectura).

  • 8 Aunque la ley del servicio militar era univeral, pónense aquí estas excepciones, para el momento mismo en que se va a dar la batalla, y parecen tender todas a retirar de en medio de las tropas a los que pudieran ser causa de desmoralización y cobardía.(Volver a Lectura).

  • 15 Esta era entonces la ley común de la guerra; como el servicio de las armas en todos aquellos pueblos era universal, todos los varones en edad de empuñarlas eran combatientes.(Volver a Lectura).

  • 19 En los monumentos asirios se ve que los guerreros de nínive no se atenían a esta ley; destruían por destruir, por dañar al enemigo, sin mirar a que luego podía ser su vasallo. Tampoco se guardaban a veces en Israel (2 Re 3,19.25).(Volver a Lectura).




Expiación de homicidio cometido por mano desconocida

21 1Si en la tierra que Yavé, tu Dios, te da en posesión fuere encontrado un hombre muerto en el campo, sin que se sepa quién lo mató, 2tus ancianos y los jueces irán a medir las distancias del lugar donde esté el cadáver, hasta las ciudades del contorno. 3Los ancianos de la ciudad más cercana al lugar del cadáver tomarán una becerra que no haya trabajado, que no haya llevado sobre sí el yugo, 4y la llevarán a un valle oculto, que nunca haya sido arado ni sembrado; y allí, en el valle, la degollarán. 5Entonces vendrán los sacerdotes, hijos de Leví, porque a ellos los eligió Yavé, tu Dios, para que le sirvan, y para bendecir el nombre de Yavé, y por su palabra ha de decidirse toda contestación y toda percusión. 6Vendrán todos los ancianos de la ciudad que esté más cerca del muerto, y lavarán sus manos sobre la becerra degollada en el valle, 7y responderán diciendo: «No han derramado nuestras manos esta sangre, ni lo han visto nuestros ojos; 8expía a tu pueblo Israel a quien redimiste, ¡Oh Yavé!, y no imputes la sangre inocente a tu pueblo Israel». Y la sangre les será perdonada. 9Así quitarás de en medio de ti la sangre inocente, y harás lo que es recto a los ojos de Yavé.


Las mujeres apresadas en la guerra

10Cuando hagas la guerra a los pueblos enemigos, y Yavé, tu Dios, te los dé en tus manos y hagas cautivos; 11si entre ellos vieres a una mujer hermosa y la deseas, la tomarás por mujer; 12la entrarás en tu casa, y ella se raerá la cabeza y se cortará las uñas, 13y quitándose los vestidos de su cautividad quedará en tu casa; llorará a su padre y a su madre por tiempo de un mes; después entrarás a ella y serás su marido y ella será tu mujer. 14Si después te desagradare, le darás la libertad y no la venderás por dinero ni la maltratarás, pues tú la humillaste.

Derechos del primogénito

15Cuando un hombre tenga dos mujeres, la una amada, la otra aborrecida, si la amada y la aborrecida le dieran hijos y el primogénito fuere de la aborrecida, 16el día en que distribuya sus bienes entre sus hijos no podrá dar a los hijos de la amada el derecho de la primogenitura con preferencia al de la aborrecida, si éste es el primogénito; 17mas habrá de reconocer por primogénito al hijo de la aborrecida, dándole de sus bienes dos tantos, porque es el primogénito de su robustez, y suyo es el derecho de la primogenitura.


El hijo rebelde

18Cuando uno tenga un hijo indócil y rebelde, que no obedece la voz de su padre ni la de su madre, y aun castigándole no los obedece, 19lo cogerán su padre y su madre y lo llevarán a los ancianos de su ciudad; y a la puerta de ella, 20dirán a los ancianos de la ciudad: «Este hijo nuestro es indócil y rebelde y no obedece nuestra voz; es un desenfrenado y un borracho»; 21y le lapidarán todos los hombres de la ciudad. Así quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel, al saberlo, temerá.


El cadáver del ajusticiado

22Cuando uno que cometió un delito digno de la muerte, sea muerto colgado de un madero, 23su cadáver no quedará en él la noche, no dejarás de enterrarle el día mismo, porque el ahorcado es maldición de Dios, y no has de manchar la tierra que Yavé, tu Dios, te da en heredad.


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  • 9 Tan grave delito se considera el homicidio, que, cuando no puede ser descubierto el autor, cuantos por estar cerca del lugar en que se cometió pudieran creerse complicados, manda la ley que se purguen de la responsabilidad, mediante el juramento dado por sus representantes.(Volver a Lectura).

  • 13 Esta cautiva de guerra pasa de su nación a una nación nueva, cosa en cierto modo equivalente a la muerte, para su nación, y por eso ha de despojarse de cuanto recuerda su nación propia.(Volver a Lectura).

  • 15 La Ley tolera la poligamia, común en los pueblos semitas, por la dureza del pueblo (Mt 19,8); pero en este lugar se trata de coartar la arbitrariedad del marido contra los derechos del primogénito, que se miraba como de ley natural (2 Sam 3,4; I Re 1,5.17ss). nunca la poligamia queda bien parada en las páginas de la Escritura.(Volver a Lectura).

  • 18 La constitución patriarcal de Israel antiguo exigía conservar fuerte la autoridad paterna, y por esto aquí la Ley se muestra dura con los hijos rebeldes; aunque ya se deja entender que con tan buenos abogados como eran el amor del padre y el de la madre, la aplicación de la Ley rarísima vez tendría lugar (Prov 19,18; 30,17).(Volver a Lectura).

  • 22 Un cadáver, ya por sí, es un foco de impureza. Lo es mucho más el del ajusticiado, por razón de su crimen (cf. Jn 19,31). Por eso los judíos piden a Pilato retirar de la cruz los cadáveres de los ajusticiados.(Volver a Lectura).




Las cosas perdidas

(Ex 23,4-9)

22 1Si encuentras perdidos el buey o la oveja de tu hermano, no te retires, llévaselos a tu hermano. 2Si tu hermano habita lejos de ti y no le conoces, recoge, al animal en tu casa y tenlo contigo hasta que tu hermano venga a buscarlo, y devuélveselo. 3Lo mismo harás con su asno, con su manto y con todo cuanto perdido encontrares. 4Si ves el asno de tu hermano o su buey caído en el camino, no te desentiendas, ayúdale a levantarlos.


Prohibición de ciertos usos

5No llevará la mujer vestidos de hombre, ni el hombre vestidos de mujer, porque el que tal hace es abominación a Yavé, tu Dios.
6Si en tu camino encuentras un nido de pájaros, en un árbol o en tierra, con pollos o con huevos y la madre sobre ellos, no cojas la madre con los pollos; 7deja libre a la madre, y no cojas más que los pollos, para que seas dichoso y vivas largos años.
8Cuando construyas una casa nueva, pondrás un pretil en derredor de tu terrado; no eches sangre sobre tu casa, si alguien se cayera de él.


Mezcolanzas prohibidas

(Lev. 19, 19)

9No siembres en tu viña simientes de dos clases, porque todo sería declarado cosa santa, lo sembrado y el producto de la viña.
10No ares con buey y asno uncidos juntos.

11No lleves vestido tejido de lana y de lino juntamente.
12Te harás borlas en las cuatro puntas del vestido con que te cubras.

Delitos de los cónyuges y sus penas

13Si un hombre, después de haber tomado mujer y haber entrado a ella, la aborreciere 14y la imputare falsamente delitos y la difamase, diciendo: «He tomado a ésta por mujer, y cuando a ella entré no la hallé virgen»; 15el padre y la madre de ella tomarán las pruebas de su virginidad y las presentarán a los ancianos de la ciudad en las puertas. 16El padre de la joven dirá: «Yo he dado por mujer mi hija a este hombre, y él, habiéndola aborrecido, le imputa cosas deshonrosas, 17diciendo: no la he hallado virgen. Ahí están las pruebas de la virginidad de mi hija», y desplegarán la sábana ante los ancianos de la ciudad. 18Estos cogerán al hombre y le castigarán; 19le impondrán una multa de cien siclos de plata, que entregarán al padre de la joven, por haber esparcido la difamación de una virgen de Israel; tendrá que tomarla por mujer, y nunca en la vida podrá repudiarla. 20Pero si la acusación fuera verdad habiéndose hallado no ser virgen la joven, 21la llevará a la entrada de la casa de su padre, y las gentes de la ciudad la lapidarán hasta matarla, por haber cometido una infamia en Israel, prostituyéndose en la casa paterna; así quitarás el mal de en medio de ti. 22Si un hombre fuere cogido yaciendo con una mujer casada, serán muertos los dos, el hombre que yació con la mujer, y la mujer. Así quitarás el mal de en medio de Israel. 23 Si una joven virgen se desposa a un hombre y encontrándola en tanto otro en la ciudad, yace con ella, 24los llevaréis a los dos a las puertas de la ciudad y los lapidaréis hasta matarlos; a la joven, por no haber gritado en la ciudad; al hombre, por haber deshonrado a la mujer de su prójimo. 25Pero si fué en el campo donde el hombre encontró a la joven desposada, y haciéndola violencia yació con ella, será sólo el hombre el que muera. 26 A ella nada le harás; no hay en ella reato de muerte, porque es como si un hombre se arroja sobre otro y le mata, el caso es igual. 27Cogida en el campo, la joven gritó, pero no había nadie que la socorriese. 28Si un hombre encuentra a una joven virgen, no desposada, la coge y yace con ella y fueren sorprendidos, 29el hombre que yació con ella dará al padre de la joven cincuenta siclos de plata, y ella será su mujer, por haberla él deshonrado, y no podrá repudiarla en su vida.
30 Nadie tomará mujer de su padre, ni levantará la cubierta del lecho paterno.


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  • 5 Esta disposición es una protesta contra los ritos religiosos de Siria y Fenicia.(Volver a Lectura).

  • 9 Estas disposiciones, que vendrían mejor después del v.5, deben de estar inspiradas en el mismo principio de protesta contra los ritos o supersticiones cananeos (Lev 19,19; Is 17,10; 2 Cor 6,14).(Volver a Lectura).

  • 13 La legislación antigua sobre delitos contra la honestidad era muy severa, y lo es aún hoy la nómada del desierto arábido. Estas ofensas contra el honor no se lavan sino con la sangre de los culpables.(Volver a Lectura).




Inclusión y exclusión de la comunidad de Israel

23 1No será admitido en la asamblea de Yavé aquel cuyos órganos genitales hayan sido aplastados o amputados.
2El fruto de una unión ilícita no será admitido en la samblea de Yavé; ni aun a la décima generación entrará. 3Amonitas y moabitas no serán admitidos, ni aun a la décima generación; no entrarán jamás, 4porque no vinieron a vuestro encuentro con el pan y el agua al camino, cuando salisteis de Egipto, y porque trajeron contra ti a Balam, hijo de Beor, de Petur, de Aram Naharaim, para que te maldijera; 5aunque Yavé, tu Dios, no quiso oír a Balam y mudó su maldición en bendición, porque Yavé, tu Dios, te ama. 6No buscarás su amistad ni cuidarás de su bienestar, jamás en los días de tu vida. 7No detestes al edomita, porque es hermano tuyo; no detestes al egipcio, porque peregrino fuiste en su tierra: 8sus hijos, a la tercera generación, podrán ser admitidos en la asamblea de Yavé.


Limpieza de los campamentos

9Cuando salgas en guerra contra tus enemigos, guárdate de toda cosa mala. 10Si hubiere alguno impuro por accidente nocturno, sálgase fuera del campamento 11y no entre hasta que, al caer de la tarde, se bañe en agua. A la puesta del sol podrá entrar en el campamento. 12Tendrás fuera del campamento un lugar donde agacharte, para hacer tus necesidades, 13llevando a más de las armas un palo, con el que harás un hoyo para agacharte; y después de haberte agachado taparás tus excrementos;

14porque Yavé, tu Dios, anda en medio de tu campamento para protegerte y entregar en tu poder a tus enemigos, y tu campamento debe ser santo, para que Yavé no vea en ti nada de indecente y no aparte de ti sus ojos.

Humanidad

15No entregarás a su amo un esclavo huido, que se haya refugiado en tu casa. 16Tenle contigo en medio de tu tierra, en el lugar que él elija, en una de tus ciudades, donde bien le viniere, sin causarle molestias. 17Que no haya prostituta de entre las hijas de Israel, ni prostituto de entre los hijos de Israel. 18No lleves a la casa de Yavé ni la merced de una ramera ni el precio de un perro, para cumplir un voto, que lo uno y lo otro es abominación para Yavé, tu Dios.
19No exijas de tus hermanos interés alguno, ni por dinero ni por víveres, ni por nada de lo que con usura se presta. 20Puedes exigírselo al extranjero, pero no a tu hermano, para que Yavé, tu Dios, te bendiga en todas tus empresas, en la tierra en que vas a entrar para poseerla.
21Cuando hicieres un voto a Yavé, tu Dios, no retardes el cumplirlo; pues Yavé, tu Dios, de cierto te pedirá cuenta de ello y cargarías con un pecado. 23Si no haces voto, no cometes pecado; 23pero la palabra salida de tus labios, la mantendrás y la cumplirás conforme al voto libremente hecho a Yavé, tu Dios, que tu boca pronunció.
24Si entras en la viña de tu prójimo, podrás comer uvas hasta saciar tu apetito, pero no guardarlas en recipiente alguno tuyo. 25Si entras en la mies de tu prójimo, podrás coger unas espigas con la mano, pero no meter la hoz en la mies de tu prójimo.


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  • 1 Como en las naciones civilizadas existe una legislación sobre la nacionalización de extranjeros, así hay también entre las tribus nómadas leyes sobre la incorporación de los extraños a la tribu. La presente disposición excluye a muchos por diversas razones y regula la admisión de otros (Núm 22-24). De los motivos alegados, acaso debe decirse lo que en Ex 17,18 dijimos de la guerra perpetua contra Amalec. Son motivos inspirados en la religión de estos pueblos y en especial peligro que éste era para Israel.(Volver a Lectura).

  • 15 En contraposición con el derecho de otros pueblos, entre ellos los romanos, se manda respetar la libertad de quien huyendo de su amo la recobró.(Volver a Lectura).

  • 17 Esta prostitución es la prostitución sagrada, con que los cananeos pretendían honrar a las divinidades de la fecundidad y merecer sus favores.(Volver a Lectura).

  • 18 El decoro del santuario y de la santidad de Dios rechazan estas ofrendas, admitidas en muchos santuarios semitas manchados por los vicios carnales. El perro es el prostituto, llamado con un nombre eufemístico: hieródulo (I Re 14,24; 15,12; 22,47; Os 4,14).(Volver a Lectura).

  • 19 Sobre el préstamo a interés, véase 15,3; Ex 22,24; Lev 25,36s.(Volver a Lectura).




Repudio

24 1Si un hombre toma una mujer, y es su marido, y esta luego no le agrada, porque ha notado en ella algo de torpe, le escribirá el libelo de repudio, y poniéndoselo en la mano, la mandará a su casa. 2Una vez que de la casa de él salió, podrá ella ser mujer de otro hombre.
3Si también el segundo marido la aborrece, y le escribe el libelo de repudio, y poniéndoselo en la mano, la manda a su casa, o si el segundo marido que la tomó por mujer muere, 4no podrá el primer marido volver a tomarla por mujer, después de haberse ella marchado, porque esto es una abominación para Yavé, y no has de llevar el pecado a la tierra que Yavé, tu Dios, te da en heredad.
5 Cuando un nombre sea recién casado, no irá a la guerra ni se le ocupará en cosa alguna: quede libre en su casa durante un año, para contentar a la mujer que tomó.

Equidad, humanidad y moderación

6No tomarás en prenda las dos piedras de una muela, ni la piedra de encima de ella, porque es tomar la vida en prenda.
7Si se descubriere que alguno secuestró a su hermano de entre los hijos de Israel para hacerle esclavo, o que le vendió, el ladrón será condenado a muerte. Quitarás el mal de en medio de ti.
8Ten cuidado con la plaga de la lepra, guardando escrupulosamente y cumpliendo cuanto te digan los sacerdotes levitas; todo cuanto yo les he prescrito, lo pondréis escrupulosamente por obra. 9Acuérdate de lo que con María hizo Yavé, tu Dios, durante el camino, a la salida de Egipto.

10Si prestas algo a tu prójimo, no entrarás en su casa para tomar la prenda; 11esperarás fuera de ella a que el deudor te saque fuera la prenda.
12Si éste es pobre, no te acostarás sobre la prenda, 13se la devolverás al ponerse el sol, para que él se acueste sobre su vestido y te bendiga, y esto será para ti justicia ante Yavé, tu Dios.
14No oprimas al mercenario pobre e indigente, sea uno de tus hermanos, sea uno de los peregrinos que moran en tu tierra, en tus ciudades. 15Dale cada dia su salario, sin dejar pasar sobre esta deuda la puesta del sol, porque es pobre y lo necesita. De otro modo clamaría a Yavé contra ti y tú cargarías con un pecado.
16No morirán los padres por la culpa de los hijos, ni los hijos por la culpa de los padres; cada uno sea condenado a muerte por pecado suyo.
17No hagas injusticia al peregrino ni al huérfano, ni tomes en prenda las ropas de la viuda. 18Acuérdate de que esclavo fuiste en Egipto, y de que Yavé, tu Dios, te libró; por eso te mando hacer así.
19Cuando en tu campo siegues tu mies, si olvidas alguna gavilla, no vuelvas a buscarla; déjala para el peregrino, el huérfano y la viuda, para que te bendiga Yavé, tu Dios, en todo trabajo de tus manos.
20Cuando sacudas tus olivos, no hagas tras de ti rebusco en sus ramas; déjalos para el peregrino, el huérfano y la viuda. 21Cuando vendimies tu viña, no hagas en ella rebusco; déjalo para el peregrino, el huérfano y la viuda. 22Acuérdate de que esclavo fuiste en Egipto, y por eso te mando hacer así.


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  • 1 La Ley tiende a impedir la separación de los cónyuges; por eso prescribe que se entregue a la mujer el repudio por escrito, no sólo para que tenga ésta una prueba de su libertad, sino para dar lugar a que intervenga el escriba que pueda procurar la reconciliación.
    Sobre esta materia la Ley se mostraba muy indulgente, sin llegar a la relajación de muchos pueblos antiguos. El Señor nos da la razón: la dureza de corazón de los hebreos. Esto no autoriza para pensar que, si en cosa tan grave se muestra el legislador tan condescendiente, mucho más en otras indiferentes y de menor importancia (Mt 5,32; 19,3; 2 Cor 7,10s).(Volver a Lectura).

  • 6 En lo que resta de este capítulo son de notar las prescripciones que tienden a fomentar el amor al prójimo y hasta al extranjero (Ex 21,16; Lev 25,39ss).(Volver a Lectura).

  • 16 Esta ley, enteramente justa, se opone a la entonces muy general, de hacer pagar a justos por pecadores, y que aun hoy es ley de los que se dejan dominar por la pasión y la barbarie.(Volver a Lectura).




25 1Si cuando entre algunos hubiere pleito, y llegado el juicio, absolviendo los jueces al justo y condenando al reo, 2fuere el delincuente condenado a la pena de azotes, el juez le hará echarse en tierra y le hará azotar conforme a su delito, llevando cuenta de los azotes, 3pero no le hará dar más de cuarenta, no sea que pasando mucho de este número, quede tu hermano afrentado ante ti. 4No pongas bozal al buey que trilla.

Ley del levirato

5Cuando dos hermanos habitan uno junto al otro, y uno de los dos muere sin dejar hijos, la mujer del muerto no se casará fuera con un extraño; su cuñado irá a ella y la tomará por mujer, 6y el primogénito que de ella tenga se alzará en el nombre del hermano muerto, para que su nombre no desaparezca de Israel. 7Si el hermano se negase a tomar por mujer a su cuñada, subirá ésta a la puerta, a los ancianos, y les dirá: «Mi cuñado se niega a suscitar en Israel el nombre de su hermano; no quiere cumplir su obligación de cuñado, tomándome por mujer. 8Los ancianos de la ciudad le harán venir y le hablarán. Si persiste en la negativa, y dice: «No me agrada tomarla por mujer»; 9su cuñada se acercará a él en presencia de los ancianos, le quitará del pie un zapato y le escupirá en la cara, diciendo: «Esto se hace con el hombre que no sostiene la casa de su hermano». 10Y su casa será llamada en Israel la casa del descalzado.

Honestidad

11Si mientras riñen dos hombres uno con otro, la mujer del uno, interviniendo para librar a su marido de las manos del que le golpea, cogiere a éste por las partes vergonzosas, 12le cortarás las manos sin piedad.
13No tendrás en tu bolso pesa grande y pesa chica.
14No tendrás en tu casa dos efás, uno grande y otro chico. 15Tendrás pesas cabales y justas, y efás cabales y justos, para que se alarguen tus días sobre la tierra que Yavé, tu Dios, te da. 16Porque es abominación para Yavé, tu Dios, quien eso hace, cometiendo una iniquidad.
17Acuérdate de lo que te hizo Amalec en el camino, a la salida de Egipto; 18cómo sin temor de Dios te asaltó en el camino, y cayó sobre los rezagados que venían detrás de ti, cuando ibas tú cansado y fatigado. 19Cuando Yavé, tu Dios, te dé el reposo, librándote de todos tus enemigos en derredor, en la tierra que El te da en heredad, para que la poseas, extinguirás la memoria de Amalec de debajo del cielo; no lo olvides.


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  • 3 El código de Hammurabi señalaba hasta 60 azotes; la ley romana era más dura. San Pablo nos dice haber recibido tres veces 39 azotes; uno menos de los 40, por escrúpulo de pasar de los 40. Tal era el límite para los ciudadanos romanos.(Volver a Lectura).

  • 5 La Ley del levirato, que desde antiguo estaba en uso en Israel (Gén 38,8ss), se inspiraba en un sentimiento de humanidad hacia el marido que moría sin dejar descendencia, perpetuando su nombre en Israel. Cuánto se estimaba esta ley se nos muestra en Rut 4,1ss. En el fondo no es más que una especie de adopción póstuma.(Volver a Lectura).

  • 17 Sobre la conducta con Amalec, cf. Ex 17,14; I Sam 15,1ss; 30,17s.(Volver a Lectura).




Primicias y décimas

(14,22-29; Núm 18)

26 1Cuando hubieres entrado en la tierra que Yavé, tu Dios, te da por heredad, y tomares posesión de ella y te establecieres, 2tomarás una parte de las primicias de todos los productos de tu suelo, que coseches en la tierra que Yavé, tu Dios, te da, y poniéndola en una cesta, irás al lugar que Yavé, tu Dios, haya elegido para establecer en Él su nombre. 3Te presentarás al sacerdote entonces en funciones, y le dirás: «Yo reconozco hoy ante Yavé, tu Dios que he entrado en la tierra que Yavé juró a nuestros padres darnos». 4El sacerdote recibirá de tu mano la cesta y la pondrá delante del altar de Yavé, tu Dios; 5y tomando de nuevo la palabra, dirás: «Un arameo errante fué mi padre, y bajó al Egipto en corto número para peregrinar allí, y creció hasta hacerse gran muchedumbre, de mucha y robusta gente. 6Afligiéronnos los egipcios y nos persiguieron, imponiéndonos rudísimas cargas, 7y clamamos a Yavé, Dios de nuestros padres, que nos oyó y miró nuestra humillación, nuestro trabajo y nuestra angustia, 8y nos sacó de Egipto con mano poderosa y brazo tendido, en medio de gran pavor, prodigios y portentos, 9y nos introdujo en este lugar, dándonos una tierra que mana leche y miel. 10Por eso ofrezco ahora las primicias de la tierra que Yavé me ha dado».

Y las dejarás ante Yavé, tu Dios; y adorado Yavé, tu Dios, 11te regocijarás con los bienes que Yavé, tu Dios, te ha dado a ti y a tu casa, tú y el levita y el peregrino que mora en medio de ti. 12Cuando hubieres acabado de separar la décima de los frutos de tus campos, el año tercero, año de doble décima, darás de ella al levita, al peregrino, al huérfano y a la viuda, para que coman y se sacien en tu ciudad, 13y dirás ante Yavé, tu Dios: «He tomado de mi casa lo santo, y se lo he dado al levita, al peregrino, al huérfano y a la viuda, conforme a lo que me has mandado; no he traspasado tus mandatos ni los he olvidado; 14no he comido nada de ello impíamente; no he consumido nada inmundamente, no lo he dado a los muertos; he obedecido la voz de Yavé, mi Dios, y en todo he hecho lo que Tú me has mandado; 15mira desde tu santa morada, desde los cielos, y bendice a tu pueblo, Israel, y la tierra que nos has dado, como juraste a nuestros padres, la tierra que mana leche y miel».
16Hoy Yavé, tu Dios, te manda que pongas por obra estos preceptos, y mandatos, que los guardes y practiques con todo tu corazón y toda tu alma. 17Hoy has hecho que Yavé te diga que Él será tu Dios; y has prometido seguir sus caminos, guardar sus leyes, sus mandamientos, sus preceptos, y obedecer su voz. 18Yavé te ha dicho hoy que serás para Él un pueblo singular, como ya te lo había dicho antes, guardando todos sus mandamientos; y dándote el Altísimo, sobre todas las naciones que El ha hecho, la superioridad en gloria, en fama y en esplendor, para que vengas a ser un pueblo santo para Yavé, tu Dios, como Él te lo ha dicho.


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  • 1 La ofrenda de las primicias, como la de los primogénitos, es un reconocimiento de que se reciben de Dios. Santo Tomás lo considera de ley natural; por eso se encuentra muy generalizada entre los pueblos antiguos. Ofrecidas a Dios las primicias, el hombre se cree autorizado para hacer uso de lo demás. Sobre esta misma materia véase 14,22ss; Núm 18,8ss.(Volver a Lectura).

  • 12 Sobre este segundo diezmo de cada tercer año véase 14,28s.(Volver a Lectura).

  • 16 Los v. 16-19 son el epílogo del discurso que precede e índice del alto destino de Israel, en razón de las promesas mesiánicas (Ex 19,5s; Dt 7,6; 14,2).(Volver a Lectura).




TERCER DISCURSO

Solemne promulgación de la Ley

27 1Moisés, con todos los ancianos de Israel, dió al pueblo esta orden: «Guardad todo el mandamiento que yo os prescribo hoy.
2Cuando hayáis pasado el Jordán, a la tierra que Yavé, tu Dios, te da, levantarás grandes piedras, que revocarás de cal, 3y escribirás en ellas todas las palabras de esta ley apenas hayas pasado para llegar a la tierra que Yavé, tu Dios, te da, tierra que mana leche y miel, como Yavé, tu Dios, se lo prometió a tus padres. 4Cuando paséis el Jordán alzaréis esas piedras, como yo te lo mando hoy, sobre el monte Ebal, y las revocarás con cal. 5Alzarás allí un altar a Yavé, un altar de piedras a las que no haya tocado el hierro; 6alzarás con piedras brutas el altar a Yavé, tu Dios, y ofrecerás sobre él holocaustos a Yavé, tu Dios; 7le ofrecerás sacrificios pacíficos, y allí comerás y te regocijarás ante Yavé, tu Dios; 8escribirás sobre esas piedras todas las palabras de esta ley, con caracteres bien claros».
9Moisés y los sacerdotes levitas hablaron a todo Israel, diciendo: Guarda silencio, Israel, y escucha: Hoy eres el pueblo de Yavé, tu Dios. 10Obedece, pues, la voz de Yavé, tu Dios, y pon por obra sus mandamientos y sus leyes, que yo hoy te prescribo.

Maldiciones

11El mismo día dió Moisés al pueblo esta orden: 12Cuando hayáis pasado el Jordán, Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín, se estarán sobre el monte Garizín, para la bendición del pueblo; 13los otros, Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí, sobre el monte Ebal, para la maldición. 14Los levitas alzarán la voz, y en voz alta dirán a todos los hombres de Israel: 15¡Maldito quien haga escultura o imagen fundida, abominación a Yavé, obra de artífice, y la ponga en lugar oculto! Y todo el pueblo responderá: Amén.
16Maldito quien deshonre a su padre y a su madre; y todo el pueblo responderá: Amén.
17Maldito quien reduzca los términos de su prójimo; y todo el pueblo responderá: Amén.
18Maldito quien lleve al ciego fuera de su camino; y todo el pueblo responderá: Amén.
19Maldito quien haga entuerto al peregrino, al huérfano, y a la viuda; y todo el pueblo responderá: Amén.
20Maldito quien yace con la mujer de su padre, para alzar la cubierta del lecho de su padre; y todo el pueblo responderá: Amén.
21Maldito quien tuviere parte con una bestia cualquiera; y todo el pueblo responderá: Amén.
22Maldito quien yace con su hermana, hija de su padre o de su madre; y todo el pueblo responderá: Amén.
23Maldito quien yace con su suegra; y todo el pueblo responderá: Amén.
24Maldito quien ocultamente hiera a su prójimo; y todo el pueblo responderá: Amén.
25Maldito quien reciba dones para herir de muerte una vida, sangre inocente; y todo el pueblo responderá: Amén.
26Maldito quien no mantenga las palabras de esta ley, cumpliéndolas; y todo el pueblo responderá: Amén.


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  • 1 Parecía más natural, puesto que Moisés es el que da las leyes, que los ancianos del v.I y los sacerdotes del v.9 fuesen directamente aludidos por las palabras de Moisés, como aparece luego en el v.II. De esto ya se habló atrás (11,29s). Este mandato lo vemos cumplido en Jos 8,30ss.(Volver a Lectura).

  • 12 Es evidente que el texto está incompleto, pues faltan las bendiciones que debían ser pronunciadas por estas seis tribus.(Volver a Lectura).




Sanciones de la Ley. Bendiciones y maldiciones

28 1Si de verdad escuchas la voz de Yavé, tu Dios, guardando diligentemente todos sus mandamientos, que hoy te prescribo, Yavé, tu Dios, te pondrá en alto sobre todos los pueblos de la tierra, y vendrán sobre ti 2y te alcanzarán todas estas bendiciones, por haber escuchado la voz de Yavé, tu Dios:
3Serás bendito en la ciudad y bendito en el campo.
4Será bendito el fruto de tu vientre y el de tus bestias, las crías de tus vacas y las de tus rebaños.
5Bendita será tu panera y bendita tu artesa.
6Bendito serás en tu entrar y bendito en tu salir.
7Pondrá Yavé a tus enemigos, los que contra ti se alcen, en derrota delante de ti; vendrán contra ti por un camino, y por siete caminos huirán delante de ti.
8Yavé mandará la bendición para que te acompañe en tus graneros y en todo trabajo de tus manos. Te bendecirá en la tierra, que Yavé, tu Dios, te da.
9Yavé te confirmará por pueblo santo suyo, como te lo ha jurado, si guardas los mandamientos de Yavé, tu Dios, y andas por sus caminos;
10y verán todos los pueblos de la tierra que está sobre ti el nombre de Yavé, y te temerán.
11Yavé te colmará de dones y bendecirá el fruto de tus entrañas, el fruto de tus ganados, el fruto de tu suelo, en la tierra que a tus padres juró darte.
12Yavé te abrirá sus tesoros, el cielo, para dar a tu tierra la lluvia a su tiempo, bendiciendo todo el trabajo de tus manos. Prestarás a muchas gentes, y de ninguna tomarás prestado. 13Pondráte Yavé a la cabeza, no a la cola; estarás siempre en alto y nunca debajo, si obedeces los mandamientos de Yavé, tu Dios, que yo te prescribo hoy, y los guardas y los pones por obra, 14sin apartarte ni a la derecha ni a la izquierda de todos los mandamientos que yo te prescribo hoy, no yéndote tras otros dioses para servirles.
15Pero si no obedeces la voz de Yavé, tu Dios, guardando todos sus mandamientos y todas sus leyes que yo te prescribo hoy, he aquí las maldiciones que vendrán sobre ti, y te alcanzarán:
16Maldito serás en la ciudad y maldito en el campo.
17Maldita tu panera y maldita tu artesa.
18Maldito será el fruto de tus entrañas, el fruto de tu suelo y las crías de tus vacas y de tus ovejas.
19Maldito en tu entrar y en tu salir.
20Y Yavé mandará contra ti la maldición, la turbación y la amenaza, en todo cuanto emprendas, hasta que seas destruido y perezcas bien pronto, por la perversidad de tus obras, con que te apartarás de mi.
21Yavé hará que se te pegue la mortandad, hasta consumirte sobre la tierra en que vas a entrar para poseerla.
22Yavé te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación, de ardor, de sequía, de quemadura y de podredumbre, que te perseguirán hasta destruirte. 23Tu cielo, sobre tu cabeza, será de bronce, y el suelo, bajo tus pies, de hierro.
24Yavé mandará sobre tu tierra, en vez de lluvia, polvo y arena, que bajarán del cielo sobre ti, hasta que perezcas.
25Yavé hará que seas derrotado por tus enemigos; marcharás contra ellos por un camino y huirás por siete delante de ellos, y serás vejado en todos los reinos de la tierra.
26Tu cuerpo será pasto de todas las aves del cielo y de todas las bestias de la tierra, sin que haya nadie que las espante.
27Yavé te herirá con las úlceras de Egipto, con almorranas, con sarna, con tiña, de que no curarás. 28Yavé te herirá de locura, de ceguera y de delirio; 29en pleno día andarás palpando, como palpa el ciego en tinieblas. No tendrá éxito ninguno de tus proyectos, y te verás siempre oprimido y despojado, sin que nadie te socorra. 30Tomarás una mujer y otro la gozará; construirás una casa y no la habitarás tú; plantarás una viña y no la vendimiarás tú. 31Tu buey será degollado a tus ojos y no lo comerás tú; tu asno te lo quitarán y no te lo devolverán; tus ovejas las tomarán tus enemigos y nadie te socorrerá; 32tus hijos y tus hijas serán presa de otro pueblo, tus ojos lo verán y los buscarán todo el día, pero tu mano no tendrá fuerza para traértelos.
33El fruto de tu suelo y el producto de tu trabajo se lo comerá un pueblo que no conoces; serás siempre oprimido y aplastado.

34Te volverás loco a la vista de lo que con tus ojos verás.
35Yavé te herirá en tus rodillas y en tus piernas de úlcera maligna, que no curará, y te cubrirá de ellas desde la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza.
36Yavé te hará ir a ti y a tu rey, al que sobre ti pongas, a pueblo que no has conocido ni tú ni tus padres, y allí servirás a otros dioses, a leños y a piedras, 37y serás objeto de pasmo, de fábula y de burla, en todos los pueblos a que Yavé te llevará.
38Echarás en tu campo mucha simiente y cosecharás poco, porque se lo comerá la langosta. 39Plantarás viñas y las labrarás, pero no beberás su vino ni vendimiarás nada, porque se lo comerá el gusano. 40Tendrás en todo tu término olivos, pero no te ungirás con su aceite, porque la aceituna se caerá.
41Engendrarás hijos e hijas, pero no serán para ti, porque serán llevados cautivos.
42Todos tus árboles y todos los frutos de tu suelo los roerá la langosta.
43El extranjero que habita en medio de ti subirá por encima de ti cada vez más alto, y tú bajarás cada vez más bajo; 44te prestará él, pero tú no le prestarás; él vendrá a ser cabeza, y tú cola.
45Vendrán sobre ti todas estas maldiciones y te perseguirán y te alcanzarán, hasta que del todo perezcas, por no haber obedecido la voz de Yavé, tu Dios, guardando las leyes y los mandamientos que Él te prescribía, 46y serán prodigio y portento en ti y en tu descendencia, para siempre.
47Por no haber servido a Yavé alegre y de buen corazón, en abundancia de bienes, 48habrás de servir en hambre, en sed, en desnudez y en la indigencia de todo, a los enemigos que Yavé mandará contra ti; Él pondrá sobre tu cuello un yugo de hierro, hasta que te destruya.
49Yavé hará venir contra ti desde lejos, desde el cabo de la tierra, una nación que vuela como el águila, cuya lengua no conoces, 50gente de feroz aspecto, que no tiene miramientos con el anciano ni perdona al niño, 51que devorará las crías de tus ganados y el fruto de tu suelo, hasta que seas exterminado; no te dejará ni trigo, ni mosto, ni aceite, ni las crías de tus vacas y de tus ovejas, hasta hacerte perecer. 52Pondrá sitio a todas tus ciudades, hasta que caigan en tierra las altas y fuertes murallas en que habrás puesto tu confianza, te asediará en todas tus ciudades, en toda la tierra que Yavé, tu Dios, te habrá dado. 53Comerás el fruto de tus entrañas, la carne de tus hijos y tus hijas, que Yavé, tu Dios, te habrá dado: tanta será la angustia y el hambre a que te reducirá tu enemigo. 54El hombre de entre vosotros más delicado y más hecho al lujo, mirará con malos ojos a su hermano, a la mujer que en su seno reposa, y a los hijos que todavía le queden, 55para no tener que dar ninguno de ellos de la carne de sus hijos, que él se comerá, por no quedarle otra cosa que comer en el cerco y en la angustia a que te reducirá tu enemigo en todas tus ciudades. 56La mujer de en medio de ti más delicada, la más hecha al lujo, demasiado blanda y delicada para probar a poner sobre el suelo la planta de su pie, mirará con malos ojos al marido que en su seno reposa, a su hijo y a su hija, 57a las secundinas que salen de entre sus pies y al hijo que acabará de dar a luz; porque faltos de todo, llegaréis hasta comer todo eso en secreto, tanta será la angustia y el hambre a que te reducirá el enemigo dentro de tus ciudades.
58Si no cuidas de poner por obra todas las palabras de esta ley, escritas en este libro, temiendo este glorioso y terrible nombre, el de Yavé, tu Dios, 59hará Yavé portentosos tus azotes y los azotes de tu descendencia; azotes grandes y continuos, enfermedades graves y obstinadas;
60arrojará sobre ti todas las plagas de Egipto, ante las cuales te aterrorizaste, y se pegarán a ti. 62Vendrán sobre ti toda otra clase de enfermedades y azotes, no escritos en el libro de esta ley. 62Yavé te los echará encima, hasta que seas exterminado; quedaréis pocos, cuando erais como las estrellas del cielo en muchedumbre, por no haber escuchado la voz de Yavé, tu Dios. 63Así como se gozaba Yavé en vosotros haciéndoos beneficios y multiplicándoos, así se gozará sobre vosotros, arruinándoos y destruyéndoos. Así seréis exterminados de la tierra en que vais a entrar para posesionaros de ella, 64y te dispersara Yavé por entre todos los pueblos, del uno al otro cabo de la tierra; y allí servirás a otros dioses, que ni tú ni tus padres conocisteis, leño y piedra. 65Tampoco en medio de estos pueblos tendrás tranquilidad ni hallarás punto donde posar tranquilamente la planta de tus pies; por lo contrario, te dará Yavé un corazón pávido, unos ojos decaídos y un alma angustiada, 66y tendrás día y noche la vida pendiente como de un hilo ante ti; día y noche estarás temeroso y no tendrás seguridad; 67a la mañana dirás: ¡Oh, si fuese de noche! Y a la noche dirás: ¡Oh, si fuese de día!; por el miedo que se apoderará de tu corazón y por lo que tus ojos verán. 68Acabará Yavé por haceros volver en naves a Egipto, por el camino de que te había dicho: no volverás más por él; allí seréis vendidos a vuestros enemigos como esclavos, y no habrá quien os compre.


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  • 1 En muchos pasajes hemos visto las sanciones de la Ley, las bendiciones y las maldiciones (Lev 26); pero en ninguno se halla este tema tan desarrollado como aquí. Será difícil excogitar alguna bendición o algún castigo que no se halle aquí muy agravado. Se comprende que, a la vista de estas amenazas, el piadoso corazón del rey Josías consternado (2 Re 22,11ss). A propósito de los v.53s véase lo que se cuenta en 2 Re 6,28 y Sam 2,20; 4,10.(Volver a Lectura).




CUARTO DISCURSO

Recapitulación

29 1Estas son las palabras de la alianza que mandó Yavé a Moisés hacer con los hijos de Israel en la tierra de Moab, además de la alianza que con ellos hizo en Horeb. 2Convocó Moisés a los hijos de Israel y les dijo: «Habéis visto todo cuanto a vuestros ojos hizo Yavé en la tierra de Egipto al Faraón, a todos sus servidores y a toda su tierra; 3los grandes portentos que tus ojos vieron, los milagros y los prodigios grandes. 4Pero Yavé no os ha dado todavía hasta hoy un corazón que entienda, ojos que vean, y oído que escuche. 5Por cuarenta años os ha conducido a través del desierto; vuestros vestidos no se han envejecido sobre vosotros; tu zapato no se ha envejecido en tu pie; 6no habéis comido pan ni habéis bebido vino ni licor, para que sepáis que soy yo, Yavé, vuestro Dios; 7y al llegar a esta región, Seón, rey de Hesebón, y Og, rey de Basán, salieron contra ti en guerra, pero los derrotamos 8y nos apoderamos de su tierra, dándosela en posesión a los rubenitas y gaditas y a media tribu de la de Manasés. 9Por eso debéis guardar todas las palabras de esta alianza, para asegurar el feliz éxito de cuanto emprendáis».


Amenazas contra los infieles

10Hoy estáis todos ante Yavé; vuestros jefes, vuestros jueces, vuestros ancianos, vuestros oficiales, todos los varones de Israel; 11y vuestros hijos y vuestras mujeres y todos los peregrinos que se hallan dentro de tu campamento, desde tu leñador hasta tu aguador, 12para que hagas con Yavé, tu Dios, tu alianza y tu juramento, de hacerte Él su pueblo y de tenerle tú a Él por tu Dios, como se lo prometió y juró por ti a Abraham, Isaac y Jacob. 13Pero no sólo con vosotros, hago yo esta alianza y este juramento, 14sino con todos los que estáis hoy con nosotros ante Yavé, nuestro Dios, y los que no están hoy aquí con nosotros.

15Sabéis cómo hemos morado en la tierra de Egipto, y cómo hemos pasado por entre los pueblos por que habéis pasado; 16habéis visto sus abominaciones y sus ídolos, leño y piedra, plata y oro, que hay entre ellos. 17No haya, pues, entre vosotros hombre ni mujer, familia ni tribu, que se aparte hoy de Yavé, nuestro Dios, para ir a servir a los dioses de esos pueblos; no haya entre vosotros raíz que produzca veneno ni ajenjo; 18nadie al oír las palabras de este juramento se bendiga en su corazón, diciéndose: paz tendré, aunque persista en el propósito de mi corazón; de modo que se una la sed a la gana de beber. 19Yavé no perdonará a ése, sino que se encenderán contra él la cólera y el celo de Yavé, se echarán sobre él todas las maldiciones escritas en este libro, 20y Yavé borrará su nombre de debajo de los cielos. 21Yavé le elegirá para entregarle a la desventura, de entre todas las tribus de Israel, conforme a las maldiciones de esta alianza, escritas en el libro de esta ley. 22Las generaciones venideras, los hijos que después de vosotros nacerán, y los extranjeros que de lejanas tierras vengan, a la vista de las plagas y de las calamidades con que habrá castigado Yavé a esta tierra—azufre y sal, quemada toda la tierra, sin sembrarse, ni germinar, sin que nazca en ella la hierba, como la catástrofe de Sodoma y Gomorra, de Adama y Seboim, que destruyó Yavé en su furor— , 23dirán todos: ¿Cómo es que así ha dejado Yavé a esta tierra? ¿Qué ira y qué furor tan grande ha sido éste? 24Y les contestarán: Es por haber roto el pacto de Yavé, el Dios de sus padres, que con ellos hizo cuando los sacó de Egipto, 25se fueron a servir a dioses extraños y los sirvieron, dioses que no conocían y a los que nadie los había atribuido, 26y se encendió el furor de Yavé contra esta tierra, y echó sobre ella todas las maldiciones que están escritas en este libro, 27y los arrancó Yavé de esta tierra, con cólera, con furor, con gran indignación, y los arrojó a otras tierras, como están hoy. 28Las cosas ocultas sólo son para Yavé, pero las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos por siempre, para que se cumplan todas las palabras de esta ley.


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Promesas de redención

30 1Cuando te sobrevengan todas estas cosas, y traigas a la memoria la bendición y la maldición que hoy te propongo, y en medio de las gentes a las que te arrojará Yavé, tu Dios, 2te conviertas a Yavé, tu Dios, y obedezcas su voz, conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y toda tu alma, 3también Yavé, tu Dios, reducirá a tus cautivos, tendrá misericordia de ti, y te reunirá de nuevo de en medio de todos los pueblos entre los cuales te dispersó. 4Aunque se hallasen tus hijos dispersos en el último cabo de los cielos, de allí los reunirá Yavé, tu Dios, y de allí irá a tomarlos. 5Yavé, tu Dios, volverá a traerte a la tierra que poseyeron tus padres, y volverás a poseerla, y Él te bendecirá y te multiplicará más que a ellos. 6Circuncidará Yavé, tu Dios, tu corazón y el corazón de tus descendientes, para que ames a Yavé, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, y vivas. 7Por lo contrario, Yavé, tu Dios, arrojará todas estas maldiciones sobre tus enemigos, sobre los que te odiaron y te persiguieron, 8y tú obedecerás la voz de Yavé, tu Dios, que hoy te propongo. 9Te hará abundar Yavé en toda obra de tus manos, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tus ganados, en el fruto de tu tierra, y te bendecirá, porque volverá a complacerse Yavé en hacerte bien, como se complacía en hacérselo a tus padres,

10si obedeciendo a la voz de Yavé, tu Dios, guardas todos sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en esta ley, y te conviertes a Yavé, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma. 11En verdad esta ley que hoy te impongo no es muy difícil para ti ni es cosa que esté lejos de ti. 12No está en los cielos para que puedas decir: ¿Quién puede subir por nosotros a los cielos, para cogerla y dárnosla a conocer, y que así la cumplamos? 13No está al otro lado de los mares, para que puedas decir: ¿Quién pasará por nosotros al otro lado de los mares, para cogerla y dárnosla a conocer y que así la cumplamos? 14La tienes enteramente cerca de ti, la tienes en tu boca, en tu mente, para poder cumplirla. 15Mira: hoy pongo ante ti la vida con el bien, la muerte con el mal. 16Haciendo lo que hoy te mando, amar a Yavé, tu Dios, seguir sus caminos y guardar sus mandamientos, decretos y preceptos, vivirás y te multiplicarás, y Yavé, tu Dios, te bendecirá en la tierra en que vas a entrar para poseerla. 17Pero si se aparta tu corazón, y no escuchas, sino que te dejas arrastrar a la adoración y el servicio de otros dioses, 18hoy te anuncio que irás a tu segura ruina y que no durarás largo tiempo sobre la tierra a cuya conquista vas pasando el Jordán. 19Yo invoco hoy por testigos a los cielos y a la tierra, de que os he propuesto la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge la vida para que vivas, tú y tu descendencia, 20amando a Yavé, tu Dios, obedeciendo su voz y adhiriéndote a Él, porque en eso está tu vida y tu perduración: en habitar la tierra que Yavé juró a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les daría.


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  • 3 Por muchos y graves que sean los castigos con que por sus pecados aflija Dios al pueblo, siempre acaba por prevalecer la misericordia y por cumplirse las divinas promesas en el resto de los salvados. Este concepto, que desarrollan después tanto los profetas, está íntimamente ligado con el plan de la redención por el Mesías.(Volver a Lectura).




Últimas disposiciones. Elección de Josué

31 1Anduvo Moisés esparciendo por todo Israel estas palabras: 2 Yo ya tengo ciento veinte años, no puedo ya entrar ni salir; además me ha dicho Yavé: Tú no pasarás el Jordán. 3Yavé, tu Dios, pasará delante de ti y destruirá delante de ti a todas esas gentes, y tú las heredarás. Josué pasará delante de ti, como te lo ha dicho Yavé, 4y hará Yavé con ellos como hizo con Seón y Og, reyes de los amorreos, y con su tierra, destruyéndolos; 5y os las entregará Yavé, y haréis con ellos conforme a todo cuanto yo os he mandado; 6esforzaos, pues, tened ánimo y no temáis ante ellos, ni les tengáis miedo, que Yavé, tu Dios, va contigo, y no te dejará ni te desamparará.
7Llamó, pues, Moisés a Josué, y le dijo ante todo Israel: «Esfuérzate y ten ánimo, porque tú has de entrar con este pueblo en la tierra que a sus padres juró Yavé darles, y tú los pondrás en posesión de ella; 8y Yavé marchará delante de ti, estará contigo y no te dejará ni te abandonará; por esto no has de temer ni acobardarte».

Lectura periódica de la Ley

9Escrita esta ley, entregósela Moisés a los sacerdotes hijos de Leví, que llevan el arca de la alianza de Yavé, y a todos los ancianos de Israel, 10mandándoles: Al fin de cada septenio, al llegar el año de la remisión, en la fiesta de los tabernáculos, 11cuando vendrá todo Israel a presentarse ante Yavé, tu Dios, en el lugar que Él elija, leerás esta ley ante todo Israel, a sus oídos. 12Reunirás al pueblo, hombres, mujeres y niños, y a todos los peregrinos que se hallen en tus ciudades, para que la oigan y aprendan a temer a Yavé, vuestro Dios, y estén siempre atentos a cumplir todas las palabras de esta ley. 13Especialmente vuestros hijos, que nada saben de ella, habrán de oírla, para aprender a temer a Yavé, vuestro Dios, todo el tiempo que viváis sobre la tierra a la cual os dirigís, pasando el Jordán, para apoderaros de ella.

La futura apostasía de Israel

14Entonces dijo Yavé a Moisés: «Mira que ya se acerca para ti el día de tu muerte: llama, pues, a Josué, y esperad a la entrada del tabernáculo de la reunión, que le dé Yo mis órdenes».

Fueron, pues, Moisés y Josué, y esperaron a la entrada del tabernáculo de la reunión. 15Aparecióse Yavé en el tabernáculo, en la columna de nube, poniéndose la columna de nube a la entrada del tabernáculo; 16y dijo Yavé a Moisés: «He aquí que vas ya a dormirte con tus padres, y este pueblo se levantará y se prostituirá ante dioses ajenos, los de la tierra a donde va, en medio de ellos, y me dejará y romperá mi pacto, el que con él he hecho; y se encenderá entonces mi furor contra él, y yo los abandonaré y esconderé de ellos mi rostro, y los devorarán y vendrán sobre ellos muchos males y aflicciones; y entonces se dirán: ¿No es por no estar ya mi Dios en medio de mí, por lo que sobre mí han venido todos estos males y aflicciones? 18Y Yo entonces ocultaré mi rostro de ellos, por tanto mal como hicieron, yéndose tras otros dioses. 19Escribid, pues, este cántico; enseñádselo a los hijos de Israel, ponédselo en su boca, para que éste cántico me sirva de testimonio contra los hijos de Israel; 20porque cuando Yo los haga entrar en la tierra que con juramento prometí a sus padres, tierra que mana leche y miel; cuando hayan comido y se hayan hartado y engrasado, se volverán a otros dioses y los servirán, y a mí me despreciarán y romperán mi alianza. 21Y cuando venga sobre ellos una muchedumbre de males y aflicciones, éste cántico dará testimonio contra ellos, porque no se dará al olvido en la boca de sus descendientes. Porque yo conozco su índole, y veo lo que hoy hace, aun antes de haberle introducido en la tierra que le juré».
22Escribió, pues, Moisés éste cántico aquel día, y se lo enseñó a los hijos de Israel.
23A Josué, hijo de Nun, le mandó y dijo: «Esfuérzate y ten ánimo, que tú introducirás a los hijos de Israel en la tierra que les he jurado, y Yo seré contigo».
24Y acabado que hubo Moisés de escribir en un libro las palabras de esta ley, hasta terminarla, 25mandó a los levitas que llevaban el arca de la alianza de Yavé, diciendo: 26«Tomad este libro de la ley y ponedlo en el arca de la alianza de Yavé, vuestro Dios, que esté allí como testimonio contra ti; 27porque yo conozco tu rebeldía y tu dura cerviz; aun viviendo yo hoy con vosotros, sois rebeldes a Yavé; ¡cuánto más después que yo muera!
28Congregad a todos los ancianos de vuestras tribus y a vuestros prefectos, que quiero proferir, oyéndolo ellos, estas palabras, invocando como testigos contra ellos a los cielos y a la tierra; 29pues sé bien que después de mi muerte os pervertiréis del todo y os apartaréis del camino que os he mandado, y que en tiempos venideros os alcanzará la desventura, por haber hecho lo que es malo a los ojos de Yavé, irritándole con las obras de vuestras manos».
30Moisés pronunció a oídos de la asamblea de Israel las palabras de este cántico, hasta el fin.


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  • 9 He aquí una disposición interesante: cada siete años, o sea en todo el año sabático, unos ejercicios espirituales, o si se quiere una misión, con la lectura y explicación de la Ley deuteronómica, para inculcar su observancia en el pueblo. En Nehemías 8,1ss tenemos la ejecución de este precepto, y antes ya había dado ejemplo Josías, al descubrirse el Deuteronomio (2 Re 23,2ss).(Volver a Lectura).




Cántico de Moisés

32 1Escuchad, cielos, y hablaré. Oiga la tierra las palabras de mi boca.
2Caiga a gotas como la lluvia mi doctrina.
Destile como el rocío mi discurso, Como la llovizna sobre la yerba, como las gotas de la lluvia sobre la grana;
3Porque voy a celebrar el nombre de Yavé.
¡Magnificad a nuestro Dios!
4¡Oh Dios defensor! Su obra es perfecta;
Todos sus caminos son justísimos; Es fidelísimo y no hay en Él iniquidad;
Es justo, es recto.
5Indignamente se portaron con Él, no hijos suyos, hijastros,
Generación malvada y perversa,
6¿Así pagas a Yavé,
Pueblo loco, necio?
¿No es Él el padre que te crió,
El que por sí mismo te hizo y te formó?
7Trae a la memoria los tiempos pasados;
Atiende a los años de todas y cada una de las generaciones;
Pregunta a tu padre, que él te enseñe;
A tus ancianos, que te digan ellos.
8Cuando distribuyó el Altísimo su heredad entre las gentes,
Destinó tierras a los pueblos,
Al número de los hijos de Israel;
9Pero de cierto Jacob es su pueblo,
la parte propia de Yavé;
La suerte de su heredad es Israel.
10Le halló en tierra de desierto,
En región inculta, hórrida, abrasada;
Y le rodeó, le enseñó,
Y le guardó como a la niña de sus ojos;
11Como el águila, que incita a sus polluelos a volar
Y revolotea sobre ellos,
Y extiende sus alas, y los coge,
Y los lleva sobre sus plumas.
12Sólo Yavé le guiaba;
No estaba con Él ningún dios ajeno.
13Le subió a las alturas de la tierra,
Le nutrió de los frutos de los campos,
Le dió a chupar miel de las rocas
Y aceite de durísimo sílice.
14 La nata de la leche de vacas y de ovejas,
Con la gordura de los corderos,
de los carneros, Criados en Basán;
y la de los machos cabríos, Con la flor de trigo;
Y bebió la sangre de las uvas, la espumosa bebida.
Comió Jacob y se hartó,
15Y engordó el Jesurún, y tiró coces,
Engordaste, te cebaste, te hinchaste,
Y volvió las espaldas a Dios, su Hacedor,
Y despreció al Dios tutelar de su salvación,
16Provocándole con dioses ajenos
Irritáronle con abominaciones;
17Inmolaron a demonios, a no dioses,
A dioses que no habían conocido,
Nuevos, de a poco advenedizos,
A los que no sirvieron sus padres.
te olvidaste, Diste al olvido a Dios, a tu Hacedor. 18Del Dios tutelar que te crió,
19Y Violo Yavé y te rechazó,
Provocado a ira por sus hijos y sus hijas.
20Y dijo: «Esconderé de ellos mi rostro,
Veré cuál será su fin,
Porque es una generación perversa,
Hijos sin fidelidad alguna,
21Ellos me han provocado con no dioses,
Me han irritado con vanidades,
Yo los provocaré a ellos con no pueblo,
Y los irritaré con gente insensata.
22Ya se ha encendido el fuego de mi ira,
Y arderá hasta lo profundo del infierno,
Y devorará la tierra con sus frutos,
Y abrasará los fundamentos de los montes.
Amontonaré sobre ellos males y más males,
Lanzaré contra ellos todas mis saetas,
24Los consumirá el hambre, la ardiente fiebre,
La nauseabunda pestilencia.
Mandaré contra ellos los dientes de las fieras,
Y el veneno de los reptiles que se arrastran por el polvo.

25 A los que fuera estén los matará la espada,
Y dentro, en sus estancias, el espanto,
Lo mismo a mancebos que a doncellas,
Lo mismo al que mama que al encanecido.
26Ya hubiera yo dicho: Voy a exterminarlos del todo,
Voy a borrar de entre los hombres su memoria,
27Si no hubiera sido por la arrogancia de los enemigos,
Porque se envanecerían sus perseguidores,
Y dirían: Ha vencido nuestra mano,
No es Yavé quien ha hecho todo esto.
28Es gente sin consejo,
No tienen conocimiento,
29Si fueran prudentes, comprenderían esto,
Y atenderían a lo que les espera.
30¿Cómo puede uno solo perseguir a mil,
Y dos poner en fuga a diez mil,
31Si no porque su Dios tutelar los haya vendido,
Y Yavé los haya entregado?
Porque no es como nuestro defensor el defensor suyo,
Sean jueces nuestros mismos enemigos.
32De cierto su vid es de la vid de Sodoma,
De los campos de Gomorra sus sarmientos,
Sus uvas son uvas ponzoñosas,
Sus racimos son racimos amarguísimos,
33Veneno de dragones es su vino,
Veneno mortal de áspides.
34Todo lo tengo yo guardado,
Encerrado en mis archivos,
35Para el día de la venganza y la retribución,
Para el tiempo en que resbalarán sus pies,
Y se acercará el día de su perdición.
Y ya lo que les espera se aproxima.
36De cierto hará Yavé justicia a su pueblo,
Y tendrá misericordia de sus siervos,
Cuando verá que desaparece ya toda fuerza,
Y que no hay ya ni esclavo, ni libre.
37Y dirá entonces:
«¿Dónde están ahora sus dioses,
Los dioses en quienes ellos confiaban?
38Los que comían las grasas de sus víctimas,
Y bebían el vino de sus libaciones?
Que se levanten ahora y os socorran,
Que os defiendan ellos.
38Ved, pues, que soy Yo, Yo sólo,
Y que no hay Dios alguno más que Yo.
Yo doy la vida, Yo doy la muerte,
Yo hiero, y yo sano,
Sin que haya nadie que pueda librar a nadie de Mi mano.
40Ciertamente Yo alzo al cielo Mi mano,
Y juro por Mi eterna Vida:
41Cuando yo afile el rayo de mi espada,
Y tome en mis manos el juicio,
Yo retribuiré con mi venganza a mis enemigos,
Y daré su merecido a los que me aborrecen.
42Emborracharé de sangre mis saetas,
Y mi espada se hartará de carne,
De la sangre de los muertos y de los cautivos,
De las cabezas de los jefes del enemigo.
43Regocijaos, pueblos, por su pueblo,
Porque ha sido vengada la sangre de sus siervos,
Le ha vengado de sus enemigos,
Y hará la expiación de la tierra de su pueblo.
44Vino Moisés e hizo oír al pueblo todas las palabras de este canto.
Con él estaba Josué, hijo de Nun. 45Cuando hubo acabado de dirigir al pueblo estas palabras, 46añadió: «Meted en vuestro corazón todas las palabras que hoy os he pronunciado y enseñádselas a vuestros hijos, para que escrupulosamente pongan por obra todas las palabras de esta ley. 47Porque no es cosa indiferente para vosotros; es vuestra vida, y cumpliéndolo prolongaréis vuestros días sobre la tierra que vais a poseer, pasando el Jordán.


El último día de la vida de Moisés

48Aquel mismo día habló Yavé a Moisés, diciendo: 49 «Sube a este monte de los Abarim-—el monte Nebo, en tierra de Moab, frente a Jericó—-y mira desde ahí la tierra de Canán, que voy a dar en posesión a los hijos de Israel; 50y muere en ese monte a que vas a subir, y reúnete con tu pueblo, como murió Aarón, tu hermano, en el monte Or, y se reunió allí a los suyos; 51porque pecasteis contra mí en medio de los hijos de Israel, en las aguas de Meriba, en Cades, en el desierto de Sin, no santificando mi nombre en medio de los hijos de Israel. 52Tú verás ante ti la tierra, pero no entrarás en esa tierra que doy Yo a los hijos de Israel».


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  • 1 Los v. 1-3 son la introducción del cántico, una invitación a escuchar la palabra del profeta, que será como benéfica lluvia sobre la tierra.(Volver a Lectura).

  • 4 La primera estrofa (4-6) canta la bondad de Dios, defensor de Israel, y la ingratitud de esta generación malvada y perversa.(Volver a Lectura).

  • 8 El texto hebreo, así como las versones, leen el estico 4 según el número de los hijos de Israel, lección a todas luces incorrecta. El v. 9 habla de Israel como heredad especial que Yavé se reservó; luego los pueblos deben ser la heredad de los «hijos de Dios», o sea los ángeles, a quienes se encomendó su custodia, como aparece por Dan 10,13-20s.(Volver a Lectura).

  • 15 Pero todas estas bendiciones no fueron suficientes a inspirarle gratitud, antes volvió las espaldas a su Dios y se entregó al culto de los ídolos (15-18). Iesurún es lo mismo que niño mimado, predilecto.(Volver a Lectura).

  • 22 Dios descargó sobre él la pesada mano de su justicia, y los hubiera del todo aniquilado si no fuera por no dar motivo de arrogancia a sus enemigos, que se atribuirían esa gloria (20-27).(Volver a Lectura).

  • 31 Los v. 31-33 interrumpen el discurso de Yavé para dar luegar a unas reflexiones de los israelitas sobre lo dicho por Dios de la nación perseguidora.(Volver a Lectura).




Bendiciones de Moisés

33 1He aquí aquí las bendiciones con que antes de morir bendijo Moisés a los hijos de Israel. 2Dijo: «Yavé, saliendo del Sinaí,
Vino a Seir en favor nuestro.
Resplandeció en la montaña de Farán,
Y llegó a las aguas de Meriba en Cades.
Fuego en su diestra...
...para ellos.
3Ha hecho gracia a su pueblo,
bendijo a todos sus santos,
Que reanudando su marcha a pie, prosiguieron por en medio del desierto.
4Dió Moisés su torá a su heredad de la casa de Jacob.
5Hízose él rey de su Jesurún en la reconciliación de los jefes del pueblo,
de todas las tribus de Israel.
6Viva Rubén, y no se extinga,
aunque sean pocos sus varones.
7Y sobre Judá, dijo:
Oye, ¡Oh Yavé,la voz de Judá,
y tráele a su pueblo.
Por él luchó tu mano, sea su fuerza contra sus enemigos. 8A Leví le dijo:
Tus tummim y urim al varón favorecido, a quien probaste en Masa,
En cuyo favor diste sentencia en
las aguas de Meriba.
9El que dijo a su padre y a su mndre: No os conozco;
y a sus hermanos no consideró,
y desconoció a sus hijos.
Por haber guardado tus palabras,
por haber observado tu pacto.
10Ellos enseñaran tus juicios a Jacob
y tu ley a Israel,
Y pondrán a tus narices el timiama,
y el holocausto en tu altar.
Bendice, ¡Oh Yavé!, a Leví,
y acepta las obras de sus manos.
Hiere el dorso de los que contra él se alcen
y de los que le odien, que no se levanten.
12A Benjamín le dijo:
Amado de Yavé, reposará siempre en seguridad.
Es el Altísimo su protección
y morará en los desfiladeros de sus montes.
13A José le dijo:
Bendita de Yavé sea su tierra,
de lo mejor del cielo, arriba;
abajo, de las aguas del abismo;
14De lo mejor de los frutos que madura el sol,
de los frutos selectos de los meses,
15De lo mejor de los viejos montes,
de lo mejor de los de lo antiguos collados,
16De los dones exquisitos de la tierra;
de su abundancia, gracioso don del que se apareció en la zarza.
Desciendan sobre la cabeza de José,
sobre la frente del príncipe de sus hermanos,

17La primogenitura, el poder, la majestad;
sean sus cuernos, los cuernos del búfalo,
Con que postre a las gentes, a los términos todos de la tierra.
Son las miríadas de Efraím,
son las miríadas de Manasés.
18A Zabulón le dijo:
Gózate, Zabulón, en tus negocios,
y tú, lsacar, en tus tiendas;
19Exterminen a las gentes y por ellas susciten su nombre e inmolen víctimas de justicia,
Por la abundancia de los mares que ellos chupan, por los escondidos tesoros de las costas.
20A Gad le dijo:
Bendito sea el que ensancha a Gad,
como un león se sienta,
y desgarra el brazo con parte de la cabeza.
21Miró primero por sí,
allí en secreto dividiste la tribu,
y se fué a los jefes del pueblo.
22A Dan le dijo:
Dan es un cachorro de león,
que salta de Basán.
23A Neftalí le dijo:
Colmad de favores a Neftalí,
llenadle de las bendiciones de Yavé,
posea el mar y el mediodía.
24A Aser le dijo:
Bendito en hijos Aser,
sea grato a sus hermanos;
en el aceite meterá sus pies.
25De hierro y bronce serán sus cerraduras;
dure mientras vivas tu prosperidad.
26No hay para Jesurún otro Dios,
el que en auxilio suyo marcha sobre los cielos,
y en su majestad sóbre las nubes.
27Su morada son los eternos tabernáculos,
debajo de él lo que desde siglos sembró.
Expulsa delante de ti al enemigo,
y dice: ¡Extermina!
Te adularán los enemigos,
pero tú les pisarás el cuello.
28Habite Israel en seguridad,
more aparte la fuente de Jacob;
En la tierra del trigo y del mosto,
cuyos cielos difunden el rocío.
29Venturoso tú, Israel,
¿Quién semejante a ti, pueblo salvado por Yavé?
Él es tu escudo de defensa,
Él es la espada de tu gloria».


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  • 1 Son paralelas a las de Jacob; su texto nos ha llegado tan deformado, que es de muy difícil interpretación.(Volver a Lectura).

  • 18 Zabulón e Isacar tienen su riqueza en las costas del mar.(Volver a Lectura).

  • 22 Pondera la valentía de Dan, comparable a un león de Basán, tal vez por la conquista de la ciudad de Lais, a la que dio su nombre, Dan (Jue 18,1ss).(Volver a Lectura).

  • 23 Neftalí posee una tierra fértil enriquecida por el mar de Galilea.(Volver a Lectura).

  • 24 De Aser celebra la riqueza de sus olivares, deseándole seguridad y prosperidad perpetua.(Volver a Lectura).

  • 26 Dios es el auxilio del Jesurún, el niño mimado de Yavé, que extermina a sus enemigos.(Volver a Lectura).




Muerte de Moisés

34 1Subió Moisés desde los llanos de Moab al monte Nebo, a la cima del Pasga, que está frente a Jericó; y Yavé le mostró la tierra toda, desde el torrente de Egipto hasta Dan, 2todo Neftalí, la tierra de Efraím con Manasés, toda la tierra de Judá, hasta el mar occidental; 3el Negueb y todo el campo de Jericó, la ciudad de las palmas, hasta Segor; 4y le dijo Yavé: «Ahí tienes la tierra que juré dar a Abraham, Isaac y Jacob, diciendo: A tu descendencia se la daré; te la hago ver con tus ojos, pero no entrarás en ella». Moisés, el siervo de Dios, 5murió allí en la tierra de Moab, conforme a la voluntad de Yavé. 6El le enterró en el valle, en la tierra de Moab, frente a Bet Fogor, y nadie hasta hoy conoce el sepulcro.

7Tenía, cuando murió, ciento veinte años, y ni se habían debilitado sus ojos, ni se había mustiado su vigor. 8Los hijos de Israel lloraron a Moisés en los llanos de Moab, durante treinta días, cumpliéndose los días de llanto por el duelo de Moisés.
9Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, pues había puesto Moisés sus manos sobre él. Los hijos de Israel le obedecieron, como Yavé se lo había mandado a Moisés. 10No ha vuelto a surgir en Israel profeta semejante a Moisés, a quien cara a cara conociese Yavé, 11ni en cuanto a las maravillas y portentos que Yavé le mandó hacer en la tierra de Egipto contra el Faraón y contra todos sus servidores y todo su territorio, 12ni en cuanto a su mano poderosa y a tantos terribles prodigios como hizo a los ojos de todo Israel.


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  • 1 Moisés subió al monte Nebo, sobre el valle del Jordán, donde Israel tenía su campo, y desde aquella altura, con la vista que nunca se había debilitado (v.7), contempla toda la tierra de Canán, desde lo que será luego heredad de Neftalí, al norte, hasta el mediodía.(Volver a Lectura).

  • 5 La triste muerte de Moisés, a la vista de la tierra de Canán, sin poner en ella el pie, y sobre todo su sepultura por el mismo Yavé, es uno de los misterios históricos que nos ha dejado el Antiguo Testamento, parecido a la desaparición de Henoc y al rapto de Elias en el carro de fuego. San Judas (9. sigs.) nos habla de un altercado entre San Miguel y Satanás, por el cuerpo de Moisés, que lejos de explicar el misterio, lo acrecienta.(Volver a Lectura).

  • 10 Santo Tomás (II. II. q. 174. a. 4.) concluye que Moisés fué el más eximio de los profetas, en cuanto al oficio profético en general, aunque en alguna de las cosas que éste comprende haya habido algún otro profeta superior a él, por ejemplo, David, en cuanto al conocimiento de los misterios mesiánicos. Funda su conclusión en cuatro razones: En la superioridad de la visión intelectual de Dios; en la familiaridad del trato con Dios; en ser el primero y universal legislador, y en haber sido obrador de numerosos y portentosos prodigios.(Volver a Lectura).