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Éxodo

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Éxodo

1. Contenido y estructura

Este libro, que es, desde el punto de vista histórico, una mera continuación de los hechos patriarcales del Génesis, trata de demostrar que el Dios de los patriarcas cumplió sus promesas de protección sobre su descendencia, condenada a trabajos forzados en el país de los faraones. A Abraham se le había prometido que su descendencia había de constituir un gran pueblo1; en los relatos del Exodo se narran justamente los orígenes de Israel como comunidad nacional organizada en torno al Dios de las promesas. El libro se divide en cuatro partes:

Desde el punto de vista literario existe una unidad sustancial del conjunto narrativo y legislativo, que está formado a base de los documentos yahvista, elohísta y sacerdotal. La tradición yahvista es la preponderante en el Exodo, y le da armazón al relato; no obstante, la contribución de las otras fuentes es muy relevante. Los primitivos núcleos histórico-legislativos--según las versiones de las tres tradiciones-- sufrieron adiciones y retoques suplementarios a través de los tiempos antes de integrarse en el libro actual del Exodo.


2. El caudillo liberador

En la narración del Exodo, como en los tres siguientes libros, se destaca la figura excepcional de Moisés, como profeta, libertador y organizador del pueblo salvado de la esclavitud faraónica. Preparado misteriosamente por Dios, recibió la orden de salvar a su pueblo contra su voluntad. Su intervención personal ante el faraón hizo que los hebreos pudieran adentrarse por las estepas del Sinaí. Sus intervenciones taumatúrgicas salvan las difíciles situaciones creadas, primero en Egipto y después en la vida dura campamental de la estepa. Sólo teniendo en cuenta la especial providencia que Dios tuvo de su pueblo y la personalidad de Moisés puede entenderse el nacimiento de Israel como colectividad nacional en un ambiente hostil fuera del ámbito de los pueblos sedentarios. Los orígenes de la teocracia hebrea--alianza del Sinaí-- llevan el sello de la intervención sobrenatual de lo divino, y por ello logró consolidarse a base de una nueva conciencia religiosa y nacional que no existía antes en las anárquicas tribus descendientes de Jacob.


3. Historicidad de los relatos del Exodo

Debemos tener en cuenta que estas narraciones bíblicas son fundamentalmente una historia religiosa de carácter popular redactada cuando los hechos habían sido elevados a la categoría de épica nacional, lo que implica una cierta «idealización» de los mismos. Ante todo, el autor sagrado quiere destacar la intervención providencial de Dios en la liberación y formación del pueblo elegido, y por eso no pocas veces prescinde de lo que en filosofía se llaman causas segundas, considerando al propio Dios como guía inmediato de su pueblo en su peregrinación por el desierto. Sin duda alguna que la liberación de Egipto y la prolongada estancia de los israelitas en los secarrales de la estepa no se pueden explicar sin algunas intervenciones milagrosas de la Providencia; pero esto no quiere decir que los prodigios se produzcan en serie, como una lectura superficial del texto parece sugerir.

Los documentos extrabíblicos confirman la verosimilitud de los relatos del Exodo, y las plagas de Egipto encuentran su marco apropiado en las márgenes del Nilo. El mismo itinerario del Sinaí es perfectamente verosímil, ya que Moisés conocía aquellos parajes por haber vivido muchos años como pastor antes de convertirse en el caudillo de su pueblo.


4. La presencia sencilla de Yahvé

En los relatos frecuentemente se alude a una nube misteriosa que guiaba al pueblo por la estepa inhóspita2. Dios se apareció envuelto en una nube en la cima del Sinaí3, y después descendió sobre la tienda de Moisés y sobre el tabernáculo para tomar posesión de él4. Es la imagen sensible de la presencia divina, que después acompañara a su pueblo en las jornadas hacia Cades5. En algunos textos, en lugar de la nube misteriosa--modo plástico de expresar el autor sagrado la especial providencia que Dios tenía sobre su pueblo--, es el ángel de Yahvé el que conduce a su nación por el desierto6. En Dt 4,7 se pondera la dicha incomparable de Israel, que tiene la suerte de estar tan cerca de su Dios. La presencia en el tabernáculo era una prenda de protección para el pueblo que, perdido por las estepas del Sinaí, caminaba hacia la tierra de las promesas de los tiempos patriarcales7. El tabernáculo era como la tienda del generalísimo de Israel, que moraba en medio de las tribus dispuestas a afrontar el peligro. El templo de Salomón será una versión más regia del primitivo tabernáculo del desierto, pero su símbolo es el mismo8. La realización plena de esta presencia divina se da en los albores del Nuevo Testamento, cuando el Verbo divino, tomando nuestra carne «estableció su tienda entre nosotros»9.


5. La legislación mosaica

El conjunto de leyes que llenan los capítulos 20-23 forma el llamado código de la alianza, porque sigue al pacto suscrito entre Dios e Israel coo nación, con derechos y deberes recíprocos. Esta legislación abarca los aspectos más diversos de la vida, desde el penal al litúrgico. En general tiene cierta superioridad sobre otras legislaciones antiguas orientales en su aspecto moral; pero sobre todo su novedad está en la proclamación del Dios único, justo y santo, que aborrece toda iniquidad y premia y castiga según la calidad moral de las acciones de los hombres. No obstante, el nivel moral de esta legislación está muy lejos del ideal evangélico. Moisés, al planear, inspirado por Dios, la legislación de su pueblo, no podía hacer tabla rasa del código tradicional consuetudinario que regía la vida de las tribus. con gran sentido práctico procuró amoldar las costumbres atávicas al nuevo ideal religioso monoteísta. La comparación de la legislación mosaica con otros códigos orientales--el de Hammurabi, el asirio y el de los hititas--muestra ciertas coincidencias tangenciales. Desde luego no se puede hablar de dependencia literaria de ellos, sino más bien de un fondo común consuetudinario antiguo, en el que han bebido los diversos legisladores para adaptarlo a las exigencias políticas de su época.


6. Mensaje religioso del Exodo

Justamente en este libro encontramos el hechos central de la historia del A. T.: la alianza del Sinaí, en torno a la cual girará toda la vida religiosa de Israel durante siglos hasta los tiempos mesiánicos. El Dios del Sinaí es celoso de su culto y no admite competidores10, y es tan espiritual y trascendente que se prohíbe su representación sensible11. el mismo nombre misterioso de Yahvé refleja esta atmósfera de misterio y trascendencia en que mora la divinidad12. Es un Dios personal y providente, que actúa en la historia y salva a su pueblo de la opresión faraónica. pero su omnipotencia no es una fuerza ciega, sino que está regulada por los atributos de la justicia y de la misericordia. por ello impone una serie de preceptos morales y religiosos--el Decálogo-- que regulan las relaciones de los hombres entre sí y de éstos con Dios13. A pesar de ser el Dios del universo, que está sobre el poder del faraón, está especialmente vinculado con unas promesas y un pacto solemne con Israel, que se convierte así en su «primogénito»14 y heredad particular como «reino sacerdotal»15.


SUMARIO

PRIMERA PARTE

LA LUCHA POR LA LIBERTAD

(1,1 - 12,36)

Dura servidumbre de Israel en Egipto

1 1Estos son los nombres de los hijos de Israel que vinieron a Egipto, con Jacob, cada uno con su casa: 2Rubén, Simeón, Leví y Judá; 3Isacar, Zabulón y Benjamín; 4Dan y Neftalí; Gad y Aser. 5Setenta eran todas las almas salidas del muslo de Jacob; José estaba entonces en Egipto. 6Murió José y murieron sus hermanos y toda aquella generación. 7Los hijos de Israel crecieron y se multiplicaron, llegando a ser muchos en número y muy poderosos, y llenaban aquella tierra. 8 Alzóse en Egipto un rey nuevo, que no sabía de José, 9y dijo a su pueblo: «He aquí que el pueblo de los hijos de Israel es más numeroso y fuerte que nosotros. 10Tenemos que obrar astutamente con él, para impedir que siga creciendo y que, si sobreviene una guerra, se una contra nosotros a nuestros enemigos y logre salir de esta tierra». 11Pusieron, pues, sobre ellos capataces que los oprimiesen con onerosos trabajos en la edificación de Pitom y Rameses, ciudades almacenes del faraón. 12Pero cuanto más se los oprimía, tanto más crecían y se multiplicaban, y llegaron a temer mucho a los hijos de Israel. 13Sometieron los egipcios a los hijos de Israel a cruel servidumbre, 14haciéndoles amarga la vida con rudos trabajos de mortero, de ladrillos y con todas las faenas del campo, obligándolos con dureza a ejecutar cuanto les imponían.

15Ordenó el rey de Egipto a las parteras de los hebreos, de las cuales una se llamaba Sifrá y la otra Fuá, diciéndoles: 16«Cuando asistáis al parto a las hebreas, observad el sexo: si es niño, lo matáis; si niña, que viva». 17 Pero las parteras eran temerosas de Dios y no hacían lo que les había mandado el rey de Egipto, sino que dejaban con vida a los niños. 18El rey de Egipto las mandó llamar y les dijo: «¿Por qué habéis hecho eso de dejar con vida a los niños?». 19Y dijeron las parteras al faraón: «Es que no son las hebreas como las mujeres egipcias. Son más robustas, y antes que llegue la partera ya han parido». 20Favoreció Dios a las parteras, y el pueblo seguía creciendo y multiplicándose. 21Por haber temido a Dios las parteras, les otorgó formar hogar. 22Mandó, pues, el faraón a todo su pueblo que fueran arrojados al río cuantos niños nacieran a los hebreos, preservando sólo a las niñas.

Comentarios del Capítulo 1

    Comentarios

  • 8 Cuando Abraham y Jacob fueron a Egipto, habían logrado dominar en el Delta, favorecidos por la anarquía reinante, los hicsos, pueblo asiático. Estos recibieron con agrado a hombres de su misma raza. los hicsos se mantuvieron en el Delta durante varios siglos, hasta que el espíritu nacional egipcio organizó al sur, en Tebas, bajo la dinastía XVIII, un nuevo reino, que, luchando con perseverancia, logró en la XIX arrojar a los extranjeros del suelo patrio. La historia de todo este período es obscura, pero los hechos principales son claros (cf. Act 7,18).(Volver a Lectura).

  • 17 La expresión es hebrea; pero, sin duda,, no quiere decir el texto que las parteras conocieran a Yahvé, sino que, llevadas de un sentimiento de piedad y de justicia, no cumplían el mandato del rey (cf. Act 7,20s).(Volver a Lectura).



Nacimiento de Moisés

2 1Habiendo tomado un hombre de la casa de Leví mujer de su linaje, 2concibió ésta y parió un hijo, y viéndole muy hermoso, le tuvo oculto durante tres meses. 3 No pudiendo tenerle ya escondido más tiempo, tomó una cestita de papiro, la calafateó con betún y pez y, poniendo en ella al niño, la dejó entre las plantas de papiro de la ribera del río. 4La hermana del niño estaba a poca distancia, para ver qué pasaba. 5Bajó la hija del faraón a bañarse en el río, y sus doncellas se pusieron a pasear por la ribera. Vio la cestilla entre las plantas de papiro, y mandó a una de sus doncellas que la trajera. 6Al abrirla, vio al niño que lloraba, y compadecida de él, se dijo: «Es un hijo de los hebreos». 7La hermana del niño dijo entonces a la hija del faraón: «¿Quieres que vaya a buscarte entre las mujeres de los hebreos una nodriza para que críe al niño?» 8«Ve», le dijo la hija del faraón, y la joven fue a llamar a la madre del niño. 9La hija del faraón le dijo: «Toma este niño, críamelo, y yo te daré tu merced». La mujer tomó al niño y le crió. 10Cuando fue grandecito se lo llevó a la hija del faraón y fue para ella como un hijo. Diole el nombre de Moisés, pues se dijo: «De las aguas le saqué». 11Cuando ya fue grande, Moisés salía a ver a sus hermanos, siendo testigo de la opresión en que estaban; y un día vio cómo un egipcio maltrataba a uno de sus hermanos, a un hebreo; 12miró a uno y otro lado, y no viendo a nadie, mató al egipcio y le enterró en la arena. 13Salió también al día siguiente, y vio a dos hebreos riñendo, y dijo al agresor: «¿Por qué maltratas a tu prójimo?» 14 Este le respondió: «¿Y quién te ha puesto a ti como jefe y juez entre nosotros? ¿Es que quieres matarme como mataste ayer al egipcio?» Moisés se atemorizó y se dijo: «La cosa se sabe».

Huida de Moisés a Madián

15 El faraón supo lo que había pasado, y buscaba a Moisés para darle muerte; pero éste huyó del faraón y se refugió en la tierra de Madián. 16Estando sentado junto a un pozo, siete hijas que tenía el sacerdote de Madián vinieron a sacar agua y llenar los canales para abrevar el ganado de su padre. 17Llegaron unos pastores y las echaron de allí, pero Moisés se levantó, salió en defensa de las jóvenes, y sacando agua abrevó su ganado. 18De vuelta ellas a la casa de Ragüel, su padre, les preguntó éste: «¿Cómo venís hoy tan pronto?» 19Ellas respondieron: «Es que un egipcio nos ha librado de la mano de los pastores, y aun él mismo se puso a sacar agua y abrevó nuestro ganado». 20Dijo él a sus hijas: «Y ¿dónde está? ¿Por qué habéis dejado allí a ese hombre? Id a llamarle, para que coma algo». 21Moisés accedió a quedarse en casa de aquel hombre, que le dio por mujer a su hija Séfora. 22Séfora le parió un hijo, a quien llamó él Gersom, pues dijo: «Peregrino soy en tierra extranjera». 23pasado mucho tiempo, murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel seguían gimiendo bajo dura servidumbre, y clamaron. Sus gritos, arrancados por la servidumbre, subieron hasta Dios. 24Dios oyó sus gemidos, y se acordó de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob. 25Miró Dios a los hijos de Israel y atendió.

Comentarios del Capítulo 2

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  • 3 La literatura asiria nos ofrece la leyenda de Sargón el Antiguo, rey de Agadé, que también fue puesto en las aguas de un río y, salvado, vino a ser un gran rey.(Volver a Lectura).

  • 14 El texto sagrado pone de relieve los sentimientos de Moisés hacia su pueblo, como si pretendiese darles la esperanza de alcanzar la salud por medio de él. Este pensamiento hace resaltar San Esteban en Act 7,26s. Cuanto a la legitimidad de su acción, el texto no nos ofrece detalles suficientes para juzgar de ella. En una lucha entre un egipcio y un hebreo, Moisés podrá ponerse de parte de su hermano, que, sin duda, sería el agraviado.(Volver a Lectura).

  • 15 Parece que Moisés, siendo hijo adoptivo de una princesa, no tendría tanto que temer de su hazaña; pero desde su adopción eran pasados cuarenta años y las cosas podrían haber cambiado mucho en la corte. Además, la Providencia le llevaba por caminos ocultos a la realización de sus altos destinos.(Volver a Lectura).



La visión de la zarza que ardía sin consumirse

3 1Apacentaba Moisés el ganado de Jetró, su suegro, sacerdote de Madián. LLevóle un día más allá del desierto; y llegado al monte de Dios, Horeb, 2se le apareció el ángel de Yavé en llama de fuego de en medio de una zarza. Veía Moisés que la zarza ardía y no se consumía, 3y se dijo «voy a ver qué gran visión es ésta y por qué no se consume la zarza».

Papiro egipcio (Vigouroux, Dict. de la Bible).

4Vio Yavé que se acercaba para mirar, y le llamó de en medio de la zarza: «¡Moisés! ¡Moisés!» El respondió «Hemme aquí». 5 Yavé le dijo «No te acerques. Quita las sandalias de tus pies, que el lugar en que estás es tierra santa»; 6 y añadió «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob». Moisés se cubrió el rostro, pues temía mirar a Dios. 7Yavé le dijo: «He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto y he oído los clamores a causa de sus capataces, pues conozco sus angustias. 8 Y he bajado para librarle de las manos de los egipcios y subirle de esa tierra a una tierra fértil y espaciosa, una tierra que mana leche y miel, la tierra que habitan cananeos, jeteos, amorreos, fereceos, jeveos y jebuseos. 9El clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí, y he visto la opresión que sobre ellos hacen pesar los egipcios. 10Ve, pues; yo te envío al faraón para que saques a mi pueblo, a los hijos de Israel, de Egipto».

11Moisés dijo a Dios: «¿y quién soy yo para ir al faraón y sacar de Egipto a los hijos de Israel?» 12Dios le dijo: «Yo estaré contigo, y ésta será la señal de que soy yo quien te envía. Cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, daréis culto a Dios sobre este monte». 13Moisés dijo a Dios: «Pero si voy a los hijos de Israel y les digo: El Dios de vuestros padres me envía a vosotros, y me preguntan cuál es su nombre, ¿qué voy a responderles?» 14 Y Dios dijo a Moisés: «YO SOY EL QUE SOY. Así responderás a los hijos de Israel: YO SOY me manda a vosotros». 15Y prosiguió: «Esto dirás a los hijos de Israel: Yavé, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me manda a vosotros. Este es para siempre mi nombre; éste mi memorial, de generación en generación. 16Ve, reúne a los ancianos de Israel, y diles: Yavé, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me ha aparecido y me ha encomendado que os diga: Os he visitado y he visto lo que os hace Egipto, 17y he dicho: Yo os sacaré de la opresión de los egipcios, y os subiré a la tierra de los cananeos, de los jeteos, de los amorreos, de los fereceos, de los jeveos y de los jebuseos, a una tierra que mana leche y miel. 18Ellos te escucharán, y tú, con los ancianos de Israel, irás al rey de Egipto y le diréis: Yavé, el Dios de los hebreos, ha salido a nuestro encuentro. Deja, pues, que vayamos camino de tres días por el desierto, para sacrificar a Yavé, nuestro Dios. 19Bien sé yo que el rey de Egipto no os permitirá ir sino en mano poderosa. 20Pero yo tenderé la mía, y castigaré a Egipto con toda suerte de prodigios, que obraré en medio de ellos; y después os dejará salir. 21Yo haré que halle el pueblo gracia a los ojos de los egipcios; y cuando salgáis, no saldréis con las manos vacías, 22sino que cada mujer pedirá a su vecina y a la que vive en su casa objetos de plata, objetos de oro y vestidos, que pondréis vosotros a vuestros hijos y a vuestras hijas, y os llevaréis los despojos de Egipto».

Comentarios del Capítulo 3

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  • 5 La presencia de Dios en aquel sitio comunicaba a éste algo de su santidad. Por esto el lugar no debía ser hollado con pies calzados, contaminados de los caminos (Jos 5,16; Act 7,33).(Volver a Lectura).

  • 6 Esto significa que, siendo el Dios de los padres, es también el Dios del pueblo, el Dios suyo. Jesucristo se basa en esta denominación divina para convencer a los saduceos de que los patriarcas viven y esperan vivir más plenamente en cuerpo y alma en la resurrección (Mt 22,32).(Volver a Lectura).

  • 8 La expresión «que mana leche y miel» significa la fertilidad de Canán. Isaac promete a Jacob la abundancia del trigo y el vino (Gén 27,27) y Jacob a Judá la abundancia de la leche y del vino (Gén 49,11ss). Es una expresión aún hoy corriente entre los árabes.(Volver a Lectura).

  • 14 El nombre misterioso de Yahweh con que se designaba a Dios en el A.T. ha recibido diversas explicaciones, ninguna de ellas totalmente satisfactoria. Literalmente significa el que es. Algunos autores lo interpretan en sentido metafísico: el Ser Subsistente, el que tiene ser por sí mismo; pero esto es demasiado abstracto para la mentalidad poco filosófica del pueblo hebreo. Por eso, no pocos autores suponen que en el expresión el que es va implicada la idea de auxilio y protección a Moisés y a Israel, y, en ese caso, la declaración de Dios sería paralela a la del v. 12: «Yo seré contigo». El nombre de Yavé («el que es») sería prenda de la futura protección divina al pueblo elegido. Recientemente se ha propuesto ver en la respuesta de Dios («Yo soy el que soy») una declaración evasiva a la interrogación de Moisés: «¿Tú quién eres?» La respuesta divina quedaba envuelta así en el misterio. Dios no se declara bajo conceptos humanos concretos para que los israelitas no sensibilicen su naturaleza. En el Decálogo les prohibirá representarle bajo imágenes talladas o esculpidas, para evitar todo peligro de idolatría. Aquí Dios rehúsa declarar su naturaleza y definirse, quedando así su nombre en el misterio, rodeado de la máxima veneración en la tradición judía.(Volver a Lectura).



Señales dadas a Moisés

4 1Moisés respondió: «No van a creerme, no van a escucharme; me dirán que no se me ha aparecido Yavé». 2Yavé le dijo: «¿Qué es lo que tienes en la mano?» El respondió: «Un cayado». 3«Tíralo a tierra», le dijo Yavé. El lo tiró, y el cayado se convirtió en serpiente, y Moisés echó a correr, huyendo de ella. 4Yavé dijo a Moisés: «Extiende la mano y cógela por la cola». Moisés extendió la mano y la cogió, y la serpiente volvió a ser cayado en su mano. 5«Para que crean que se te ha aparecido Yavé, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob». 6Díjole además Yavé: «Mete tu mano en el seno». Metióla él, y cuando la sacó estaba cubierta de lepra como la nieve. 7Yavé le dijo: «Vuelve a meterla». El volvió a meterla, y cuando después la sacó estaba la mano como toda su carne. 8«Si no te creen a la primera señal, te creerán a la segunda; 9y si ni aun a esta segunda creyeran, tomas agua del río y la derramas en el suelo, y el agua que tomes se volverá en el suelo sangre». 10Moisés dijo a Yavé: «Pero, Señor, yo no soy hombre de palabra fácil, y esto no es ya de ayer ni de anteayer, y más aún que estás hablando a tu siervo, pues soy torpe de boca y se me traba la lengua». 11Yavé le respondió: «¿Y quién ha dado al hombre la boca, y quién hace al sordo y al mudo, al que ve y al ciego? ¿No soy por ventura yo, Yavé? 12Ve, pues; yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que has de decir». 13Moisés replicó: «jAh, Señor!, manda tu mensaje, te lo pido, por mano del que debas enviar». 14Encendióse entonces en cólera Yavé contra Moisés, y le dijo: «¿No tienes a tu hermano Arón, el levita? El es de fácil palabra. El te saldrá al encuentro, y al verte se alegrará su corazón. 15Háblale a él, y pon en su boca las palabras, y yo estaré en tu boca y en la suya, y os mostraré lo que habéis de hacer. 16El hablará por ti al pueblo y te servirá de boca, y tú serás Dios para él. 17El cayado que tienes en la mano, llévalo, y con él harás las señales».

Vuelta de Moisés a Egipto

18Fuese moisés, y de vuelta a casa de su suegro, le dijo: «Hazme el favor de dejarme partir, a ver a mis hermanos de Egipto, si viven todavía». Jetró dijo a Moisés: «Vete en paz». 19En tierra de Madián dijo Yavé a Moisés: «Ve, retorna a Egipto, pues han muerto ya los que buscaban tu vida los que buscaban tu vida». 20Tomó, pues, Moisés a su mujer y a su hijo, y, montándolos sobre un asno, volvió a Egipto, llevando en sus manos el cayado de Dios. 21 Yavé le dijo: «Partido para volver a Egipto, ten cuenta de hacer delante del faraón los prodigios que yo he puesto en tu mano. Yo endureceré su corazón, y no dejará salir al pueblo; 22pero tú le dirás: Así habla Yavé: Israel es mi hijo, mi primogénito. 23 Yo te mando que dejes a mi hijo ir a servirme, y si te niegas a dejarle ir, yo mataré a tu hijo a tu primogénito. 24Por el camino, en un lugar donde pasaba la noche, salióle Yavé al encuentro, y quería matarle;

Egipcio azotado (Tebas).

25pero Séfora, tomando un cuchillo de piedra, circuncidó a su hijo, y tocó sus pies, diciendo: «Ciertamente esposo de sangre eres para mí», 26 y le dejó Yavé, al decir ella esposo de sangre, por la circuncisión.* 27Yavé dijo a Arón: «Ve al desierto, al encuentro de Moisés». Partió Arón, y encontrándose con su hermano en el monte de Dios, le besó. 28Moisés dio a Conocer a Arón todo lo que Yavé le había dicho al encomendarle la misión y los prodigios que le había mandado hacer. 28Prosiguieron Moisés y Arón su camino; y llegados, reunieron a los ancianos de Israel. 30Arón refirió todo lo que Dios había dicho a Moisés, y éste hizo los prodigios a los ojos del pueblo. 31El pueblo creyó, y al ver que Yavé había visitado a los hijos de Israel y había atendido su aflicción, postrándose, le adoraron.

Comentarios del Capítulo 4

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  • 21 En la lucha tenaz entablada entre Moisés y el faraón, defendiendo éste los intereses políticos de su pueblo contra la orden dada a Moisés por un Dios que él desconocía, muéstrase el cada vez más recalcitrante, más endurecido de corazón; y este endurecimiento previsto y provisto por Dios para hacer muestra de su poder y de su especial providencia para con Israel, es lo que expresa la Escritura con la frase «endureció Dios el corazón del faraón» y otras semejantes.(Volver a Lectura).

  • 23Israel, como pueblo, es hijo de Dios, y como sugiere el final del verso, el hijo primogénito de Yavé. Estas palabras resultarán más claras a la luz de 19,5, donde se dice que todos los pueblos son de Dios, dueño de toda la tierra; pero entre ellos escogió a Israel por primogénito, para que desempeñe el ministerio santo del sacerdocio, propio de los primogénitos en la organización patriarcal. .(Volver a Lectura).

  • 26 Abraham había recibido el precepto de la circuncisión, que era ya conocida y practicada en Egipto y entre los árabes. Pero no era una misma, entre los que la practicaban, la fecha de su ejecución. Moisés, siguiendo tal vez la costumbre madianita, no había circuncidado a su hijo a los ocho días; lo dejó para más tarde. La circuncisión del hijo era un obstáculo a la misión de Moisés, y eso significa el encuentro con Yavé. Séfora se da cuenta de ello, y al instante, con un cuchillo de sílex (cf. Jos 5,2), circuncida a su hijo. Lo que sigue es obscuro. No tanto en el griego, que dice «Se detuvo la sangre de la circuncisión de mi hijo».(Volver a Lectura).



Moisés y Arón, delante del faraón

5 1Después se fueron Moisés y Arón, y dijeron al faraón: «Así habla Yavé, Dios de Israel: Deja ir a mi pueblo para que celebre una fiesta en mi honor en el desierto». 2Pero el faraón respondió: «¿Y quién es Yavé para que yo le obedezca, dejando ir a Israel? No conozco a Yavé, y no dejaré ir a Israel». 3 Ellos dijeron: «El Dios de los hebreos ha salido a nuestro encuentro. Deja, pues, que vayamos al desierto, tres jornadas de camino, y ofrezcamos sacrificios a Yavé, nuestro Dios, para que no venga sobre nosotros peste ni espada». 4Pero el rey de Egipto les dijo: «¿Por qué vosotros, Moisés y Arón, distraéis al pueblo de sus trabajos? Idos al trabajo que os hayan impuesto». 5Y dijo el faraón: «Ahora que es numerosa la plebe, ¿vais a relevarlos de sus trabajos?»


La servidumbre de Israel se agrava cada vez más

6Aquel mismo día dio el faraón a los capataces del pueblo y a los escribas la orden 7de no facilitar, como hasta entonces, al pueblo la paja para hacer los ladrillos, sino que fueran ellos a recogerla. 8«Pero exigidles la misma cantidad de ladrillos que antes, sin quitar ni uno, 9pues huelgan, y por eso gritan: «Tenemos que ir a sacrificar a nuestro Dios». Cargadlos de trabajo, que estén ocupados y no den oídos a embustes». 10Fueron, pues, los capataces y los escribas, y dijeron al pueblo: «Oíd lo que dice el faraón: No os daré en adelante la paja; 11id vosotros a recogerla donde podáis, pero no se os disminuirá en nada la tarea impuesta». 12El pueblo se dispersó por toda la tierra de Egipto en busca paja. 13Los capataces los apremiaban: «Acabad la tarea impuesta para cada día, como cuando se os daba la Paja».

14Fueron castigados los escribas de los hijos de Israel que habían puesto sobre ellos los exactores del faraón, diciéndoles: «¿Por qué ni anteayer, ni ayer, ni hoy habéis completado la tarea de ladrillos como antes?» 15Fueron los escribas de los hijos de Israel a quejarse al faraón, diciendo: «¿Cómo haces así con tus siervos? 16A tus siervos no se les da la paja y se nos dice: Haced los mismos ladrillos; y azotan a tus siervos, como si la culpa fuera de tu pueblo». 17El faraón respondió: «Es que holgáis, holgáis, y por eso decís: «Queremos ir a sacrificar a Yavé». 18Id, pues, a trabajar; no se os dará la paja, y habéis de hacer la misma cantidad de ladrillos». 19Los escribas de los hijos de Israel viéronse angustiados por decirseles que no se les disminuiría en nada la cantidad de ladrillos y que habían de hacer cada día la misma tarea. 20Encontráronse con Moisés y Arón, que estaban esperando a que saliesen de la casa del faraón, 21y les dijeron: «Que vea Yavé y juzgue, pues vosotros habéis sido causa de que el faraón no pueda vernos, y habéis puesto la espada en sus manos para que nos mate».

Bastones egipcios antiguos. (VIGOUROUX, Bible Polyglotte).


Promesa de liberación

22Entonces Moisés se volvió a Yavé, diciendo: «Señor, ¿por qué castigas a este pueblo? ¿Para qué me has enviado? 23Desde que fui al faraón para hablarle en tu nombre, maltrata al pueblo, y tú no haces nada por librarle».


6 1Yavé dijo a Moisés: «Pronto verás lo que yo voy a hacer al faraón. Con mano fuerte los dejará ir, con mano fuerte los echará él mismo de su tierra». 2Dios habló a Moisés y le dijo: «Yo soy Yavé. 3 Yo me mostré a Abraham, a Isaac y a Jacob como El Shaddai, pero no les manifesté mi nombre de Yavé. 4No solo hice con ellos mi alianza de darles la tierra de Canán, la tierra de sus peregrinaciones, donde habitaron como extranjeros, 5sino que ahora he escuchado los gemidos de los hijos de Israel, que tienen los egipcios en servidumbre, y me he acordado de mi alianza. 6Di, por tanto, a los hijos de Israel: «YO soy Yavé, yo os libertaré de los trabajos forzados de los egipcios, os libraré de su servidumbre y os salvaré a brazo tendido y por grandes juicios. 7 Yo os haré mi pueblo, y seré vuestro Dios, y sabréis que yo soy Yavé, vuestro Dios, que os librará de la servidumbre egipcia, * 8y os introducirá en la tierra que juré dar a Abraham, a Isaac y a Jacob, y os la daré en posesión. Yo, Yavé». 9Así habló Moisés a los hijos de Israel, pero ellos no le escucharon, por lo angustioso de su dura servidumbre. 10Habló Yavé a Moisés, y le dijo: «Ve a hablar al faraón, rey de Egipto, para que deje salir a los hijos de Israel fuera de su tierra». 12Moisés le respondió: «Los hijos de Israel no me escuchan, ¿cómo va a escucharme el faraón a mí, que soy incircunciso de labios?» 13Yavé habló a Moisés y a Arón, y les dio órdenes para los hijos de Israel y para el faraón, rey de Egipto, con el fin de sacar de Egipto a los hijos de Israel.

Genealogía de Moisés y Arón

14Estas son las cabezas de sus linajes: Hijos de Rubén, primogénito de Israel: Janoc, Falu, Jesrón y Carmí; éstos son los linajes de Rubén. 15Hijos de Simeón: Jamuel, Jasmin, Ahod, Jaguen, Sojar y Saúl, hijo de la Cananea; éstos son los linajes de Simeón. 16He aquí los nombres de los hijos de Leví, con sus linajes: Gersón, Caat y Merari. Vivió leví ciento treinta y siete años. 17Hijos de Gersón: Lobni y Semei, con sus generaciones. 18Hijos de Caat: Amram, Hishar, Hebrón y Oziel. Vivió Caat ciento treinta y tres años. 19Hijos de Merari: Majli y Musi. Estos son los linajes de los levitas, según sus familias.

20Amram tomó por mujer a Jocabed, que le parió a Arón y a Moisés. Vivió Amram ciento treinta y siete años. 21hijos de Jishar: Coré, Nefeg y Zicri. 22Hijos de Oziel: Misael, Elisafán y Petri. 23Arón tomó por mujer a Elisabet, hija de Aminadab, hermana de Najsón, la cual parió a Nadab, Abiu, Eleazar e Itamar. 24Hijos de Coré: Aser, Elcana y Abiasat. Estas son las familias de los coreítas. 25Eleazar, hijo de Arón, tomó por mujer a una hija de Futiel, que parió a Fines. Tales son los jefes de los linajes de los levitas, según sus familias. 26Estos son el Arón y el Moisés a quienes dijo Yavé: «Sacad de Egipto a los hijos de Israel, según sus escuadras». 27Ellos son los que hablaron al faraón, rey de Egipto, para sacar de Egipto a los hijos de Israel, Moisés y Arón.


Moisés y los magos de Egipto

28Cuando habló Yavé a Moisés en tierra de Egipto, 29dijo a Moisés: «Yo soy Yavé, di al faraón, rey de Egipto, cuanto yo te diga». 30Y Moisés dijo a Yavé: «Yo soy incircunciso de labios, ¿cómo va a escucharme el faraón?»

Comentarios del Capítulo 6

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  • 3 En este pasaje vernos una muestra del progreso de la revelación en orden a la naturaleza de Dios. A los patriarcas se les reveló Dios como EI-Shaddai; sólo a Moisés se le mostró primero como Yavé. No quiere esto decir que este nombre fuera desconocido antes, pues la madre de Moisés se llamaba Jocabed, «Yavé es su gloria» (Ex 6,20; Núm 26,59); pero era desconocida antes su significación, que se nos da a conocer ahora por la revelación hecha a Moisés (Ex 34,6s).(Volver a Lectura).

  • 7 Dos cosas encierra este versículo: las relaciones entre Yavé y su pueblo y el conocimiento experimental que el pueblo debe tener de la protección de su Dios. En estos dos juicios gira la historia de Israel. Por eso estas ideas se hallan repetidas en los profetas hasta el Apocalipsis de San Juan (21,3).(Volver a Lectura).



7 1Dijo Yavé a Moisés: «Mira, te he puesto como Dios para el faraón, y Arón, tu hermano, será tu profeta. 2Tú dirás todo lo que te ordene, y Arón, tu hermano, se lo dirá al faraón, para que deje salir de su tierra a los hijos de Israel. 3 Yo endureceré el corazón del faraón, y multiplicaré mis señales y mis prodigios en la tierra de Egipto. 4El faraón no os escuchará, y yo pondré mi mano sobre Egipto, y sacaré de la tierra de Egipto a mis ejércitos, a mi pueblo, a los hijos de Israel, por grandes juicios. 5Y los egipcios sabrán que yo soy Yavé cuando tienda yo mi mano sobre Egipto y saque de en medio de ellos a los hijos de Israel». 6Moisés y Arón hicieron lo que Yavé les mandaba; tal cual se lo mandó, así lo hicieron.

7Tenía Moisés ochenta años, y Arón ochenta y tres, cuando hablaron al faraón. 8Yavé dijo a Moisés y a Arón: 9«Cuando el faraón os diga: Haced un prodigio, le dices a Arón: Toma tu cayado y échalo delante del faraón, y se convertirá en serpiente». 10Moisés y Arón fueron al faraón e hicieron lo que Yavé les había mandado. Arón arrojó su cayado delante del faraón y de sus cortesanos, y el cayado se convirtió en serpiente. 11Hizo llamar también el faraón a sus sabios y encantadores. Y los magos de Egipto realizaron también por sus sortilegios el mismo prodigio. 12 Y echaron cada uno su báculo, que se convirtieron en serpientes. Pero el báculo de Arón devoró a los báculos de ellos. 13 El corazón del faraón se endureció, y no escuchó a Moisés y Arón, como se lo había dicho Yavé.


Primera plaga

14Yavé dijo a Moisés: «El corazón del faraón se ha endurecido y rehúsa dejar salir al pueblo. 15Ve a verle mañana por la mañana. Saldrá para ir a las aguas; tú te estás esperándole a la orilla del río, llevando en tu mano el cayado que se convirtió en serpiente, 16y le dices: «Yavé, Dios de los hebreos, me manda a decirte: Deja ir a mi pueblo para que me dé culto en el desierto. Hasta ahora no me has escuchado.

17Pues he aquí lo que dice Yavé: Para que sepas que yo soy Yavé, voy a golpear con el cayado que tengo en la mano en las aguas del río, y se convertirán en sangre. 18Los peces que hay en el río morirán, el río se infectará, y los egipcios repugnarán beber el agua del río».

Yavé dijo a Moisés: «Di a Arón: Toma el cayado y tiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus canales, sobre sus estanques y sobre todos sus depósitos de aguas. Todas se convertirán en sangre, y habrá sangre en todo Egipto, lo mismo en las vasijas de madera que en las vasijas de piedra». 20Moisés y Arón hicieron lo que Yavé les había mandado, y Arón, levantando el cayado, golpeó las aguas del río a la vista del faraón y de todos sus servidores, y toda el agua del río se volvió sangre. 21 Los peces que había en el río murieron, el río se inficionó, los egipcios no podían beber agua, y hubo en vez de ella sangre en toda la tierra de Egipto. 22Pero los magos de Egipto hicieron otro tanto con sus encantamientos, y el corazón del faraón se endureció, y no escuchó a Moisés y Arón, como había dicho Yavé. 23El faraón se volvió, y entró en su palacio sin hacer caso. 24Los egipcios cavaron en las orillas del río para buscar agua potable, pues no podían beber la del río.


Segunda plaga

25Pasaron siete días desde que Yavé había herido el río; 26y Yavé dijo a Moisés: «Ve a ver al faraón, y dile: Deja salir a mi pueblo para que me sacrifique. 27Si rehúsas dejarle ir, voy a castigar con ranas a toda tu tierra. 28En el río bullirán ranas, subirán y penetrarán en tu casa, en tu dormitorio y en tu lecho, en las casas de todos tus servidores y de todo tu pueblo, en los hornos y en las artesas; 29 subirán las ranas contra ti, contra tus servidores y contra todo tu pueblo».

Comentarios del Capítulo 7

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  • 3 El endurecimiento del faraón se refiere a su tenacidad en defender los intereses del reino reteniendo a los cautivos. Según una forma de decir frecuentemente en la Escritura, esto se atribuye a Dios como si ninguna parte tuviera en ello la libertad. Es para poner más de relieve el propósito dinino de buscar ocasión para mostrar su poder en favor del pueblo y de que éste aprendiera cuánto debía al Señor.(Volver a Lectura).

  • 12 Esto de hacer los sabios y encantadores egipcios cosas semejantes a las hechas milagrosamente por Moisés parece deba tomarse como efectos de prestidigitación, en que los egipcios ya de antiguo y aun ahora son famosos.(Volver a Lectura).

  • 21 La primera plaga tiene alguna semejanza con el Nilo rojo, que es el enrojecimiento de sus aguas al empezar la crecida a causa de ciertos infusorios que lleva en sus aguas. Más aquí todo indica que se trata de algo insólito y extraordinario.(Volver a Lectura).

  • 29 En el río, cuya corriente apenas es perceptible; en los canales y aguas estancadas de Egipto abundan las ranas, que aquí se convierten en una verdadera plaga, providencialmente causada.(Volver a Lectura).



8 1Yavé dijo a Moisés: «Dile a Arón: Extiende tu mano con el cayado sobre los ríos, sobre los canales y sobre los estanques, y haz subir ranas sobre la tierra de Egipto». 2Arón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron las ranas, y cubrieron Egipto, y subieron las ranas, y cubrieron la tierra de Egipto. 3Pero los magos hicieron otro tanto con sus encantamientos, haciendo subir ranas sobre la tierra de Egipto.

4El faraón llamó a Moisés y Arón y les dijo: «Pedid a Yavé que aleje de mí y de mi pueblo las ranas, y dejaré ir al pueblo a sacrificar a Yavé». 5Moisés dijo al faraón: «Dime cuándo he de rogar por ti, por tus servidores y por todo tu pueblo, para que aleje Yavé las ranas de ti y de tus casas y no queden más que en el río». 6«Mañana», respondió él. Moisés le dijo: «Así será; y para que sepas que no hay como Yavé, nuestro Dios, 7las ranas se alejarán de ti y de tus casas, de tus servidores y de tu pueblo, y no quedarán más que en el río». 8Salieron Moisés y Arón de la casa del faraón, y Moisés rogó a Yavé sobre lo que de las ranas había prometido al faraón. 9Hizo Yavé como le pedía Moisés, y murieron las ranas en las casas, en los atrios y en los campos. 10Reuniéronlas en montones, y se infestó la tierra. 11Pero el faraón, viendo que se le daba respiro, endureció su corazón y no escuchó a Moisés y Arón, como Yavé había dicho.


Tercera plaga

12Yavé dijo a Moisés: «Dile a a Arón: Extiende tu cayado y golpea el polvo de la tierra, que se convertirá en mosquitos en toda la tierra de Egipto». 13Arón extendió su mano con el cayado y golpeó el polvo de la tierra y, vinieron mosquitos sobre los hombres y animales. Todo el polvo de la tierra se convirtió en mosquitos en toda la tierra de Egipto.

14Los magos quisieron hacer otro tanto con sus encantamientos, pero no pudieron. Había mosquitos sobre hombres y animales, 15 y los magos dijeron al faraón: «El dedo de Dios está aquí». Pero el corazón del faraón se endureció, y como había dicho Yavé, no escuchó.


Cuarta plaga

Yavé dijo a Moisés: «Levántate temprano y preséntate al faraón, al tiempo que sale él para ir a las aguas, y dile: Así habla Yavé: Deja ir a mi pueblo a que me sacrifique. 17 Si no dejas ir a mi pueblo, voy a mandar tábanos contra ti, y contra tus servidores, y contra tu pueblo, contra vuestras casas, y se llenarán de ellos las casas de los egipcios y la tierra que éstos habitan; 18pero distinguiré en ese día al país de Gosen, donde habita mi pueblo, y allí no habrá tábanos, para que sepas que soy Yavé en medio de la tierra. 19haré distinción entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será esta señal». 20Hízolo así Yavé, y vino una muchedumbre de tábanos sobre la casa del faraón y las de sus servidores y sobre toda la tierra de Egipto, y se corrompió la tierra por los tábanos. 21Llamó el faraón a Moisés y Arón, y les dijo: «Id y sacrificad a vuestro Dios en esta tierra». 23Pero Moisés respondió: «No puede ser así, pues para los egipcios es abominación el sacrificio que nosotros ofrecemos, y si a su vista lo ofreciéramos, nos apedrearían. 23Tenemos que ir por el desierto tres días de camino para sacrificar a Yavé, nuestro Dios, como él nos diga». 24El faraón contestó: «Yo os dejaré que vayáis a sacrificar a Yavé, vuestro Dios, en el desierto; pero no os vayáis más lejos y rogad por mí». 25Moisés respondió: «Al salir de tu casa rogaré por tí a Yavé, y mañana se alejarán los tábanos del faraón, de sus servidores y de su pueblo; pero que el faraón no nos engañe más, y permita al pueblo ir a sacrificar a Yavé». 26Salió Moisés de casa del faraón, y rogó a Yavé. 27Yavé hizo lo que le pedía Moisés, y los tábanos se alejaron del faraón, de sus servidores y del pueblo, sin quedar ni uno. 28Pero el faraón endureció su corazón también esta vez, y no dejó salir al pueblo.

Comentarios del Capítulo 8

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  • 15 Los mosquitos son otra peste de Egipto por la misma razón de antes, pues es bien sabido que éstos se crían en las aguas estancadas. Aquí el texto dice que proceden del polvo, o quizá del fango, por especial intervención divina. Los magos reconocen el poder de Yavé.(Volver a Lectura).

  • 17 También los tábanos o moscas abundan en Egipto y constituyen una no leve molestia. El texto nos lo presenta como una verdaera plaga de carácter milagroso.(Volver a Lectura).



Quinta plaga

9 1Yavé dijo a Moisés: «Ve al faraón y dile: Así habla Yavé, Dios de los hebreos: Deja ir a mi pueblo a que me sacrifique. 2Si rehúsas dejarlos ir y todavía los retienes, 3 caerá la mano de Yavé sobre los ganados que están en tus campos, sobre los caballos, sobre los asnos, sobre los camellos, sobre los bueyes y sobre las ovejas una peste muy mortífera. 4Yavé hará distinción entre los ganados de Israel y los ganados de los egipcios, y nada perecerá de lo perteneciente a los hijos de Israel». 5Yavé fijó el momento, diciendo: «Mañana hará esto Yavé en esta tierra». 6Hízolo así Yavé al día siguiente. Pereció todo el ganado de los egipcios, y no murió un solo animal de los ganados de los hijos de Israel. 7El faraón se informó, y ni un animal de los ganados de los hijos de Israel había muerto. Pero el corazón del faraón se endureció, y no dejó ir al pueblo.


Sexta plaga

8Yavé dijo a Moisés y Arón: «Tomad un puñado de ceniza del horno y que la tire Moisés hacia el cielo, a la vista del faraón, 9 para que se convierta en un polvo fino sobre toda la tierra de Egipto y produzca en toda la tierra de Egipto a hombres y animales pústulas eruptivas y tumores». 10Tomaron la ceniza del horno, y se presentaron al faraón. Moisés la tiró hacia el cielo, y se produjeron en hombres y animales pústulas y tumores en los hombres y en los ganados. 11Los magos no pudieron continuar en presencia de Moisés, porque les salieron tumores como a todos los egipcios. 12Y Yavé endureció el corazón del faraón, que no escuchó a Moisés y Arón, como Yavé se lo había dicho a Moisés.

Séptima plaga

13Dijo Yavé a Moisés: «Levántate temprano, preséntate al faraón y dile: Así habla Yavé, el Dios de los hebreos: Deja ir a mi pueblo a que me sacrifique, 14porque esta vez voy a desencadenar todas mis plagas contra ti, contra tus servidores y contra tu pueblo, para que sepas que no hay como yo en toda la tierra. 15Si yo hubiera tendido mi mano y te hubiera herido con la peste, tú y tu pueblo habríais desaparecido de la tierra; 16pero te he dejado con vida para que por ti brille mi poder y mi nombre sea celebrado en toda la tierra. 17Te opones todavía como un muro entre mí y mi pueblo para no dejarle ir; 18pues sabe que mañana a esta hora haré llover una granizada tan fuerte como no la hubo jamás en Egipto desde el día en que se fundó hasta hoy. 19Retira, pues, tus ganados y cuanto tienes en el campo; cuantos hombres y animales haya en el campo, y si no se retiran serán heridos por el granizo y morirán». 20Aquellos de los servidores del faraón que temieron la palabra de Yavé mandaron retirar a su casa siervos y ganados; 21pero los que no atendieron la palabra de Yavé, dejaron a sus siervos y a sus ganados en el campo. 22Yavé dijo a Moisés: «Tiende tu mano hacia el cielo, para que caiga el granizo en toda la tierra de Egipto sobre hombres y animales y sobre todas las verduras del campo». 23 Moisés tendió su cayado hacia el cielo, y Yavé mandó truenos y granizo, y el fuego se precipitó sobre la tierra. 24Yavé llovió granizo sobre la tierra de Egipto, y mezclado con el granizo cayó fuego; y tan fuerte era el granizo, que no lo hubo semejante en toda la tierra de Egipto desde que comenzó a ser pueblo. 25El granizo hirió en toda la tierra de Egipto cuanto había en los campos, hombres y animales. Machacó también todas las hierbas del campo y destrozó todos los árboles del campo. 26Sólo en la tierra de Gosen, donde habitaban los hijos de Israel, no cayó granizo. 27El faraón mandó llamar a Moisés y Arón, y les dijo: «Esta vez he pecado. Yavé es justo, y yo y mi pueblo impíos. 28Rogad a Yavé para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y os dejaré ir, y no quedaréis más aquí». 29Moisés dijo: «Cuando haya salido de la ciudad alzaré mis manos a Yavé, y cesarán los truenos, y dejará de granizar para que sepas que de Yavé es la tierra, 30aunque sé que ni tú ni tus servidores teméis todavía a Yavé, Dios». 31El lino y la cebada habían sido destrozados, pues la cebada estaba todavía en espiga y el lino en flor, 32pero el trigo y la escanda, no, por ser tardíos. 33Moisés dejó al faraón y salió de la ciudad; alzó sus manos a Yavé, y cesaron los truenos y el granizo, y dejó de llover sobre la tierra. 34Viendo el faraón que había cesado la lluvia, el granizo y los truenos, acrecentó su pecado, 35y endureció su corazón hasta el extremo, y no dejó salir a los hijos de Israel, como le había mandado Yavé por boca de Moisés.

Comentarios del Capítulo 9

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  • 3 En el Delta, donde abundaba mucho el ganado, no podía faltar la epizootia. Un testigo dice de una ocurrida en 1903: «Pasando de Mezerib a Hosn Ogelum se veía a lo largo del camino la llanura llena de bueyes y vacas atacados por el terrible azote y abandonados por los habitantes, sin que nadie se cuidase de enterrarlos» (MALLON, S.I., Les Hébreux en Egypte p.145).(Volver a Lectura).

  • 9 En la época de la inundación, mes de junio, son frecuentes los tumores causados por el excesivo calor. Causan mucha comezón, pero no son peligrosos. Estos «tumores del Nilo» no pueden ser tenidos de ordinario por una plaga como la que describe el autor sagrado.(Volver a Lectura).

  • 23 El granizo cae frecuentemente en Egipto, y a veces con tal fuerza que puede ser un azote. El de Moisés, no sólo por la manera de producirse sino también por su violencia y la compañía de los rayos, es una verdadera plaga, del mismo carácter que las anteriores.(Volver a Lectura).



Octava plaga

10 1Yavé dijo a Moisés: «Ve al faraón, porque yo he endurecido su corazón y el de sus servidores, para obrar en medio de todas estas señales, 2para que cuentes a tus hijos y a los hijos de tus hijos cuán grandes cosas hice yo entre los egipcios, y qué prodigios obré en medio de ellos, y sepáis que yo soy Yavé». 3Moisés y Arón fueron al faraón y le dijeron: «Así habla Yavé, el Dios de los hebreos: ¿Hasta cuándo no querrás someterte a mí? Deja ir a mi pueblo para que me sacrifique. 4 Si te resistes y no quieres dejarle, mañana traeré sobre tu territorio la langosta, 5que cubrirá toda la tierra, sin que se vea nada de ella, y devorará todo el resto salvado del granizo, royendo todos los árboles que crecen en vuestros campos. 6Y llenarán tus casas y las casas de tus servidores y de todos los egipcios. Tanta como no la vieron ni tus padres ni tus abuelos desde que comenzaron a ser sobre la tierra y hasta hoy». Moisés se retiró y salió de la casa del faraón.

7Dijeron al faraón sus servidores: «¿Hasta cuándo éste va a ser para nosotros una calamidad? Deja a esa gente que vaya a dar culto a Yavé, su Dios. ¿Todavía no ves que va a perecer Egipto?» 8E hicieron venir a Moisés y Arón ante el faraón, que les dijo: «Id y sacrificad a Yavé, vuestro Dios. ¿Quiénes sois los que habéis de ir?» 9Dijo Moisés: «Hemos de ir todos con nuestros niños y nuestros ancianos, con nuestros hijos y nuestras hijas, con nuestras ovejas y nuestros bueyes, porque es la fiesta de Yavé». 10El faraón les contestó: «Así sea Yavé con vosotros, como os dejaré yo ir a vosotros y vuestros hijos. Y tened cuidado pues se ve que obráis con malicia. 11No, no; id los hombres solos, y sacrificad a Yavé, pues eso fue lo que pedísteis». Y en seguida fueron arrojados de la presencia del faraón.

12Pero Yavé dijo a Moisés: «Tiende tu mano sobre la tierra de Egipto, para que venga sobre ella la langosta; que suba sobre la tierra de egipto y la devore todo lo que dejó el granizo». 13Moisés tendió su cayado sobre la tierra de Egipto, y Yavé hizo soplar sobre la tierra el viento solano durante todo el día y toda la noche. A la mañana, el viento solano había traído la langosta. 14Subieron por toda la tierra de Egipto, y se posaron sobre todo el territorio de Egipto, en tan gran cantidad como ni la hubo ni la habrá nunca.

15Cubrieron toda la superficie de la tierra, que se obscureció. Devoraron todas las hierbas de la tierra, todos cuantos frutos de los árboles, todo cuanto había dejado el granizo; y no quedó nada de verde, ni en los árboles, ni de las hierbas de los campos, en toda la tierra de Egipto. 16El faraón llamó en seguida a Moisés y Arón, y dijo: «He pecado contra Yavé, vuestro Dios, que aleje de mí esta muerte». 18Salió Moisés de la presencia del faraón, y rogó a Yavé, 19y éste hizo dar vuelta al viento, que sopló muy fuertemente del poniente, y arrastrando la langosta, la precipitó en el mar Rojo. No quedó ni una en todo el territorio de Egipto. 20Pero Yavé endureció el corazón del faraón y éste no dejó salir a los hijos de Israel.

Novena plaga

21 Dijo Yavé a Moisés: «Alza tu mano al cielo, y haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tan densas, que se palpen». 22Alzó Moisés al cielo su mano, y hubo densísimas tinieblas en todo Egipto durante tres días. 23Durante ellos no se veían unos a otros, y nadie se movía del sitio donde estaba; pero los hijos de Israel tenían luz en la región que habitaban.

24El faraón llamó a Moisés y Arón, y dijo: «Id, sacrificad a Yavé, pero que queden aquí vuestras ovejas y vuestros bueyes; a una los niños podéis llevároslos con vosotros». 25Moisés respondió: «Tienes que poner en nuestras manos de qué hacer sacrificios pacíficos y holocaustos a Yavé, nuestro Dios. 26Nuestros ganados han de venir también con nosotros; no ha de quedar ni una uña; porque de ellos hemos de tomar lo que ofrezcamos a Yavé, nuestro Dios, y ni nosotros siquiera lo sabemos, hasta que lleguemos allá, las víctimas que a Yavé habremos de ofrecer». 27Yavé endureció el corazón del faraón, y el faraón no quiso dejarlos ir. 28Dijo a Moisés: «Sal de aquí y guárdate de volver a aparecer en mi presencia, porque el día que aparezcas delante de mí, morirás». 29«Tú lo has dicho--respondió Moisés--, no volveré a ver tu rostro».

Comentarios del Capítulo 10

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  • 4 La langosta, sin ser frecuente en Egipto, es allí muy conocida. Procede bien del este, bien del oeste, y causa los estragos que todo el mundo sabe. La de Moisés acaba con lo que dejó el granizo y es también extraordinaria.(Volver a Lectura).

  • 21 En Egipto y Siria se da con alguna frecuencia una obscuridad o especie de tiniebla producidas por el viento jamsim, el cual, soplando con fuerza del desierto, levanta gran cantidad de arena que, a manera de niebla, causa obscuridad por varios días. La de Moisés no puede identificarse con ellas. Es muy digno de notar el comentario que la Sabiduría hace de esta plaga (17,1ss).(Volver a Lectura).



Anuncio de la décima y última plaga

11 1 Yavé dijo a Moisés: «Sólo una plaga más voy a hacer venir sobre el faraón y sobre Egipto, y después de ella, no sólo os dejará ir, sino que os echará de aquí. 2 Di, pues, al pueblo que cada hombre pida a su vecino y cada mujer a su vecina objetos de plata y oro». 3Yavé hizo que hallase gracia el pueblo a los ojos de los egipcios, y aun el mismo Moisés era muy estimado y respetado por los servidores del faraón y por el pueblo.

4Moisés dijo: «He aquí lo que dice Yavé: En medio de la noche pasaré por la tierra de Egipto, 5y morirá todo primogénito de la tierra de Egipto, desde el primogénito del faraón, que se sienta sobre su trono, hasta el primogénito de la esclava, que está detrás de la muela, y todos los primogénitos del ganado.

6Entonces se alzará en toda la tierra de Egipto gran griterío, como ni lo hubo ni lo habrá. 7Pero entre los hijos de Israel, en hombres y en animales, ni siquiera ladrará un perro, para que sepáis la diferencia que hace Yavé entre Egipto e Israel. 8Todos cuantos servidores tuyos están aquí, irán entonces a decirme, prosternándose ante mí: Sal tú y todo el pueblo que te obedece. Después de eso yo saldré». Y muy encolerizado se retiró de la presencia del faraón.

9Yavé había dicho a Moisés: «El faraón no os escuchará, para que se multipliquen mis prodigios en la tierra de Egipto». Moisés y Arón habían obrado todos estos prodigios ante el faraón, pero Yavé endureció el corazón del faraón, y no quería dejar salir de su tierra a los hijos de Israel.

Comentarios del Capítulo 11

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  • 1 En este capítulo parece alterado el orden de los versículos, pues luego de la despedida definitiva de 10,29, vuelve a hablar al faraón en 11,8. El orden lógico parece que debe ser: 11,4-8.1-3.9-10.(Volver a Lectura).

  • 2 Este hecho prueba que los hebreos no vivían entonces separados de los egipcios, sino mezclados con ellos, cosa que se debe tomar en consideración al calcular su número.(Volver a Lectura).



Institución de la Pascua y de los Ácimos

12 1 Yavé dijo a Moisés y Arón en tierra de Egipto: «Este mes será para nosotros el comienzo del año, el mes primero del año. 3Hablad a toda la asamblea de Israel y decidles: El día diez de este mes tome cada uno según las casas paternas una res menor por cada casa. 4Si la casa fuere menor de lo necesario para comer la res, tome a su vecino, al de la casa cercana, según el número de personas, computándolo para la res según lo que cada cual puede comer. 5La res será sin defecto, macho, primal, cordero o cabrito. 6Lo reservarás hasta el día catorce de este mes y toda la asamblea de Israel lo inmolará entre dos luces. 7Tomarán de su sangre y untarán los postes y el dintel de la casa donde se coma. 8Comerán la carne esa misma noche, la comerán asada al fuego, con panes ácimos y lechugas silvestres. 9No comerán nada de él crudo, ni cocido al agua; todo asado al fuego, cabeza, patas y entrañas. 10No dejaréis nada para el día siguiente; si algo quedare, lo quemaréis. 11Habéis de comerlo así: ceñidos los lomos, calzados los pies, y el báculo en la mano, y comiendo de prisa, es la Pascua de Yavé. 12Esa noche pasaré yo por la tierra de Egipto y mataré a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde los hombres hasta los animales, y castigaré a todos los dioses de Egipto. Yo, Yavé. 13La sangre servirá de señal en las casas donde estéis; yo veré la sangre, y pasaré de largo, y no habrá para vosotros plaga mortal, cuando yo hiera la tierra de Egipto. 14 Este día será para vosotros memorable y lo celebraréis solemnemente en honor de Yavé de generación en generación; será una fiesta a perpetuidad.

15Por siete días comeréis panes ácimos; desde el primer día no habrá ya levadura en vuestras casas, y quien del primero al séptimo día comiere pan con levadura será borrado de Israel. 16El día primero tendréis asamblea santa, y lo mismo el día séptimo. No haréis en ellos obra alguna, fuera de lo tocante a aderezar lo que cada cual haya de comer, 17y guardaréis los ácimos, porque en ese día mismo saqué yo vuestros ejércitos de la tierra de Egipto. Guardaréis ese día, de generación en generación, como institución perpetua. 18El primer mes, desde el día catorce del mes, comeréis pan sin levadura hasta el día veintiuno. 19Por siete días no habrá levadura en vuestras casas, y quien coma pan fermentado será borrado de la congregación de Israel, sea extranjero o indígena. 20No comeréis pan fermentado; en todas vuestras moradas se comerán panes ácimos».

21Convocó Moisés a todos los ancianos de Israel, y les dijo: «Tomad del rebaño para vuestras familias, e inmolad la Pascua. 22Tomando un manojo de hisopo, lo mojáis en la sangre del cordero, untáis con ella el dintel y los dos postes, y que nadie salga fuera de la puerta de su casa hasta mañana, 23pues pasará Yavé por Egipto, para castigarle, y viendo la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará de largo por vuestras puertas, y no permitirá al exterminador entrar en vuestras casas para herir. 24Guardaréis este rito, como rito perpetuo para vosotros y para vuestros hijos; 25y cuando hayáis entrado en la tierra que Yavé os dará, según su promesa, guardaréis este rito. 26Cuando os pregunten vuestros hijos: «¿Qué significa para vosotros este rito?», 27les responderéis: «Es el sacrificio de la Pascua de Yavé, que pasó de largo, por las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a Egipto, salvando nuestras casas». El pueblo se prosternó y adoró. 28Los hijos de Israel fueron e hicieron lo que Yavé había mandado a Moisés y Arón.


Muerte de todos los primogénitos de Egipto

29 En medio de la noche mató Yavé a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde el primogénito del faraón, que se sienta sobre su trono, hasta el primogénito del preso en la cárcel, y a todos los primogénitos de los animales. 30El faraón se levantó de noche, él, todos sus servidores y todos los egipcios, y resonó en Egipto un gran clamor, pues no había casa donde no hubiera un muerto. 31Aquella noche llamó el faraón a Moisés y Arón, y les dijo: «Id, salid de en medio de nosotros, vosotros y los hijos de Israel, e id a sacrificar a Yavé, como habéis dicho. 32Llevad vuestras ovejas y vuestros bueyes, como habéis pedido; idos y dejadme».


La salida del pueblo

33Los egipcios apremiaban al pueblo, dándoles prisa para que salieran de su tierra, pues decían: «Vamos a morir todos». 34Tomó, pues, el pueblo la masa antes de que fermentara, y envolviendo en sus mantos las artesas que la contenían, se las echaron al hombro. 35Los hijos de Israel habían hecho lo que les dijera Moisés, y habían pedido a los egipcios objetos de plata y oro y vestidos. 36Yavé hizo que hallaran gracia a los ojos de los egipcios, que accedieron a su petición, y se llevaron aquéllos los despojos de Egipto.

Comentarios del Capítulo 12

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  • 1 El comienzo y el fin del año varía mucho según las diversas regiones y épocas. En la Escritura comienza con la primavera, el mes de Nisán, o con el otoño, el mes del Tisri.(Volver a Lectura).

  • 14 La fiesta de la Pascua es más antigua que el éxodo, pues era la fiesta de las primicias del rebaño y del comienzo de la siega; pero se añade ahora a estas razones la conmemorativa del gran suceso nacional, y este aspecto vino a absorber los demás, a medida que el pueblo judío fue dejando la agricultura y el pastoreo para darse al comercio y a la artesanía.(Volver a Lectura).

  • 14 La fiesta de la Pascua es más antigua que el éxodo, pues era la fiesta de las primicias del rebaño y del comienzo de la siega; pero se añade ahora a estas razones la conmemorativa del gran suceso nacional, y este aspecto vino a absorber los demás, a medida que el pueblo judío fue dejando la agricultura y el pastoreo para darse al comercio y a la artesanía.(Volver a Lectura).

  • 29 Los primogénitos se pueden mirar como primer fruto de la unión conyugal, y como tales, son sagrados, debidos a Yavé; también como los hijos más amados, y por esto los escoge Dios como objeto de la postrera plaga que descarga sobre Egipto.(Volver a Lectura).



SEGUNDA PARTE

CAMINO DEL SINAÍ

(12,37 - 18,27)

12 37Partieron los hijos de Israel de Rameses para Sucot en número de unos seiscientos mil infantes, sin contar los niños. 38Subía, además, con ellos una gran muchedumbre de toda suerte de gentes, y muchas ovejas y bueyes y muy gran número de animales. 39Cocieron bajo la ceniza la masa que habían sacado de Egipto, e hicieron panes ácimos, pues la masa no había podido fermentar, por la mucha prisa que para salir les daban; y ni para comer pudieron preparar nada.

40La estancia de los hijos de Israel en Egipto duró cuatrocientos treinta años. 41Y fue al cabo de cuatrocientos treinta años, en ese mismo día, cuando salieron los ejércitos de Yavé de la tierra de Egipto. 42Esta noche en que Yavé veló para sacarlos de la tierra de Egipto debe ser noche de vigilia en honor de Yavé para todos los hijos de Israel por todas las generaciones.

Ley de la Pascua

43Dijo Yavé a Moisés y Arón: «Esta es la ley de la Pascua. No la comerá ningún extranjero. 44Al siervo comprado a precio de plata le circuncidarás y la comerá; 45pero el adventicio y el mercenario no la comerán. 46Se comerá toda en cada casa, y no sacaréis fuera de ella nada de sus carnes, ni quebrantaréis ninguno de sus huesos. 47Toda la asamblea de Israel comerá la Pascua. 48 Si alguno de los extranjeros que habite contigo quisiera comer la Pascua de Yavé, deberá circuncidarse todo varón en su casa, y entonces podrá comerla, como si fuera indígena, pero ningún incircunciso podrá comerla. 49La misma ley será para el indígena y para el extranjero que habita con vosotros».

50Todos los hijos de Israel hicieron lo que Yavé había mandado a Moisés y Arón. 51Aquel mismo día sacó Yavé de la tierra de Egipto a los hijos de Israel por escuadras.

Comentarios del Capítulo 12

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  • 48 Este texto nos muestra abierta la puerta del pueblo de Dios a los extranjeros, con la participación en su culto y en sus promesas. Mediante la circuncisión quedaban adoptados y hechos del mismo nombre y de la misma sangre, según la expresión de los nómadas de la región de Moab. Esto debe tenerse en cuenta cuando se trata de la descendencia natural abrahámica o israelita de la nación hebrea, pues tampoco podemos olvidar que en torno a Abraham había en Palestina trescientos hombres capaces de tomar la armas y ejecutar una hazaña como la que se cuenta en Gén 14.(Volver a Lectura).



Ley sobre los primogénitos

13 1Habló Yavé a Moisés y le dijo: 2«Conságrame todo primogénito; las primicias del seno materno, entre los hijos de Israel, tanto de los hombres cuanto de los animales, mías son».

3Moisés dijo al pueblo: «Acordaos siempre del día en que salisteis de Egipto, de la casa de la servidumbre, pues ha sido la poderosa mano de Yavé la que os ha sacado. No se comerá pan fermentado. 4 Salís hoy en el mes de Abib. 5Cuando te introduzca Yavé en la tierra de los cananeos, de los jeteos, de los amorreos, de los jeveos y de los jebuseos, que a tus padres juró darte, tierra que mana leche y miel, guardarás ese rito en este mismo mes. 6Durante siete días comerás pan ácimo, y el día séptimo será fiesta de Yavé. 7Se comerá pan ácimo durante siete días, y no se verá pan fermentado ni levadura en todo tu territorio. 8Este día lo explicarás a tus hijos diciendo: «Es por lo que Yavé hizo por mí al salir de Egipto». 9Esto será para ti como una señal en tu mano, como un recuerdo a tus ojos, para que tengas en tu boca la Ley de Yavé, porque con su poderosa mano te ha sacado Yavé de Egipto. 10Observarás esto al tiempo fijado, de año en año.

Carros de guerra egipcios. (Karnak.)


11Cuando te haya introducido Yavé en la tierra de los cananeos, como lo juró a tus padres, y te la haya dado, 12consagrarás a Yavé todo cuanto abre la vulva; y de todo primer parto de los animales que tengas, el macho lo consagrarás a Yavé; 13el del asno lo redimirás por un cordero, y si no lo redimes, lo desnucarás. También redimirás a todo primogénito humano de entre tus hijos. 14Y cuando tu hijo te pregunte mañana: ¿Qué significa esto?, le dirás: Con su poderosa mano nos sacó Yavé de Egipto, de la casa de la servidumbre. 15 Como el faraón se obstinaba en no dejarnos salir, Yavé mató a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde los primogénitos de los hombres hasta los primogénitos de los animales; por eso yo sacrifico a Yavé todo primogénito de los animales y redimo todo primogénito de mis hijos. 16Esto será como señal en tu mano y como banda entre tus ojos, porque fue con su poderosa mano como nos sacó Yavé de Egipto.

Paso de Israel por en medio del mar Rojo

17Cuando el faraón dejó salir al pueblo, no le condujo Dios por el camino de la tierra de los filisteos, aunque más corto, pues se dijo: «No se arrepienta el pueblo si se ve atacado y se vuelva a Egipto». 18Hízole Yavé rodear por el camino del desierto, hacia el mar Rojo. Los hijos de Israel subían en buen orden desde Egipto. 19Moisés había recogido los huesos de José, pues había hecho jurar José a los hijos de Israel que cuando Yavé los visitara se llevarían consigo sus huesos de allí.

20Partieron de Sucot y acamparon en Etam, al extremo del desierto.

21Iba Yavé delante de ellos, de día, en columna de nube, para guiarlos en su camino, y de noche, en columna de fuego, para alumbrarlos y que pudiesen así marchar lo mismo de día que de noche. 22La columna de nube no se apartaba del pueblo de día, ni de noche la de fuego.

Comentarios del Capítulo 13

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  • 4 El mes de Abib es el que en 12,1 se llama el primero del año; era el mes de las espigas, de la siega, según el primitivo calendario hebreo.(Volver a Lectura).

  • 15 Los primogénitos, como todos los primeros frutos, son, según la Ley, sagrados y debidos a Dios. A esta razón se añade en este versículo una razón histórica: la de recordar la muerte de los primogénitos de Egipto, como en la Pascua se recuerda la liberación del pueblo.(Volver a Lectura).



14 1 Yavé dijo a Moisés: 2«Habla a los hijos de Israel; que cambien de rumbo y vayan a acampar en Piajirot, entre Migdal y el mar, frente a Baalsefón; allí acamparéis, cerca del mar. 3El faraón se dirá, respecto a los hijos de Israel: «Andan errantes por la tierra; el desierto les cierra el paso». 4Yo endureceré el corazón del faraón y él os perseguirá, pero yo haré brillar mi gloria en el faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Yavé». Hicieron así los hijos de Israel.

5Anunciaron al rey de Egipto que había huido el pueblo, y el corazón del faraón y el de sus servidores se trocaron en orden al pueblo, y dijeron: «¿Qué es lo que hemos hecho, dejando salir a Israel y privándonos de sus servicios?» 6El faraón hizo preparar su carro y tomó consigo a su pueblo. 7Tomó seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto y jefes para el mando de todos. 8Yavé endureció el corazón del faraón, rey de Egipto, y el faraón persiguió a los hijos de Israel, pero éstos habían salido con muy alta mano.

9Los egipcios llegaron en su persecución al lugar donde acampaban, cerca del mar. Todos los caballos de los carros del faraón, sus caballeros y su ejército los alcanzaron en Piajirot, frente a Baalsefón. 10El faraón se acercaba; los hijos de Israel, alzando los ojos, vieron a los egipcios marchar contra ellos, y llenos de terror clamaron a Yavé, 11y dijeron a Moisés: «¿Es que no había sepulcros en Egipto, que nos has traído al desierto a morir? ¿Qué es lo que nos has hecho con sacarnos de Egipto? 12¿No te decíamos nosotros en Egipto: Deja que sirvamos a los egipcios, que mejor nos es servir a los egipcios, que morir en el desierto?» 13Moisés respondió al pueblo: «No temáis; estad tranquilos, y veréis la victoria que en este día os dará Yavé, pues los egipcios que hoy veis no volveréis a verlos jamás. 14Yavé combatirá por vosotros; vosotros estaos tranquilos».

15Yavé dijo a Moisés: «¿A qué esos gritos? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha. 16 Tú alza tu cayado y tiende el brazo sobre el mar, y divídelo para que los hijos de Israel pasen por en medio, en seco. 17Yo endureceré el corazón de los egipcios, para que entren también detrás de ellos, y haré brillar mi gloria sobre el faraón y sobre todo su ejército, sus carros y sus caballeros, 18y los egipcios sabrán que yo soy Yavé, cuando el faraón, sus carros y sus caballeros hagan resplandecer mi gloria». 19El ángel de Dios, que marchaba delante de las huestes de Israel, se puso detrás de ellas; la columna de nube que iba delante de ellos se puso detrás, 20entre el campo de los egipcios y el de Israel, y se hizo tenebrosa y sombría toda la noche, y las dos huestes no se acercaron una a otra durante toda la noche. 21Moisés tendió su mano sobre el mar e hizo soplar Yavé sobre el mar toda la noche un fortísimo viento solano, que le secó, y se dividieron las aguas.

22Los hijos de Israel entraron en medio del mar, a pie enjuto, formando para ellos las aguas una muralla a derecha e izquierda. 23Los egipcios se pusieron a perseguirlos, y todos los caballos del faraón, sus carros y sus caballeros entraron en el mar en seguimiento suyo. 24A la vigilia matutina miró Yavé desde la nube de fuego y humo a la hueste egipcia y la perturbó. 25Hizo que las ruedas de los carros se enredasen unas con otras de modo que sólo muy penosamente avanzaban. Los egipcios dijeron entonces: «huyamos ante Israel, que Yavé combate por él contra los egipcios». 26Pero Yavé dijo a Moisés: «Tiende tu mano sobre el mar, y las aguas se reunirán sobre los egipcios, sus carros y sus caballeros». 27Moisés tendió su mano sobre el mar, y al despuntar el día el mar recobró su estado ordinario, y los egipcios en fuga dieron en él, y arrojó Yavé a los egipcios en medio del mar. 28Las aguas, al reunirse, cubrieron carros, caballeros y todo el ejército del faraón, que habían entrado en el mar en seguimiento de Israel, y no escapó uno solo. 29Pero los hijos de Israel pasaron a pie enjuto por en medio del mar, formando para ello las aguas una muralla a derecha e izquierda. 30Aquel día libró Yavé a Israel de los egipcios, cuyos cadáveres vio Israel en las playas del mar. 31Israel vio la mano potente que mostró Yavé para con Egipto, y el pueblo temió a Yavé, y creyó en Yavé y en Moisés, su siervo.

Comentarios del Capítulo 14

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  • 1 Siguiendo el camino de las caravanas, el mismo que sus padres habían seguido, paralelo a la costa, llegarían en pocos días a Canán; pero Dios les ordena hacer rumbo hacia el sur para internarse en la península del Sinaí. Esto fue lo que movió al faraón a salir en su persecución creyendo que acabaría con ellos.(Volver a Lectura).

  • 16 A pesar de las dificultades exegéticas del relato del paso de los israelitas por el mar Rojo, que por ser incompleto no nos permite formarnos idea del todo cabal de los hechos, una cosa queda indiscutible, y es el carácter providencial, extraordinario y milagroso de los mismos. Estos acontecimientos han quedado grabados en el espíritu de los israelitas. A través de la historia, los legisladores, los profetas, los salmistas y los sabios tienen presentes los portentos de la salidoa de Egipto y especialmente el paso del mar Rojo, y unas veces cantan las alabanzas del Dios libertador y otras recuerdan a pueblo sus favores para moverles a agradecimiento y al cumplimiento de su Ley.(Volver a Lectura).



Canto triunfal de Moisés

15 1 Entonces cantaron Moisés y los hijos de Israel a Yavé este canto, diciendo:
«Cantaré a Yavé, que se ha mostrado sobre modo glorioso;
El arrojó al mar al caballo y al caballero.
2Yavé es mi fortaleza y el objeto de mi canto;
El fue mi salvador.
El es mi Dios, yo le alabaré;
Es el Dios de mi padre, yo le exaltaré. 3Yavé es un fuerte guerrero;
Yavé es su nombre.
4Precipitó en el mar los carros del faraón y su ejército;
La flor de sus capitanes se la tragó el mar Rojo.
5Cubriéronlos los abismos;
Y cayeron al fondo, como una piedra.
6Tu diestra, ¡oh Yavé!, engrandecida por la fortaleza;
Tu diestra, ¡oh Yavé!, destrozó al enemigo.
7En la plenitud de tu poderío derribaste a tus adversarios;
Diste rienda suelta a tu furor, y los devoró como paja.
8Al soplo de tu ira amontonáronse las aguas,
Se pararon como un dique,
Cuajáronse los abismos en lo profundo del mar.
9Díjose el enemigo: «los perseguiré, los alcanzaré;
Me repartiré sus despojos, hartaré mi alma.
Desenvainaré mi espada
Y los despojará mi mano».
10Enviaste tu soplo, y los cubrió el mar;
Se hundieron como plomo en las poderosas aguas.
11¿Quién como tú, ¡oh Yavé!, entre los dioses?
¿Quién como tú, magnífico en santidad,
Terrible en maravillosas hazañas, obrador de prodigios?
12Tendiste tu diestra
Y se los tragó la tierra.
13En tu misericordia, tú acaudillas al pueblo que redimiste;
Y por tu poderío lo condujiste a tu santa morada.
14Supiéronlo los pueblos y temblaron;
El terror se apoderó de los filisteos.

15Los príncipes de Edom se estremecieron;
Se apoderó la angustia de los fuertes de Moab.
Todos los habitantes de Canán perdieron su valor.
16Cayeron sobre ellos el espanto y la angustia
Por la fuerza de tu brazo.
Se quedaron inmóviles como una piedra
Hasta que tu pueblo, ¡oh Yavé!, pasó;
Hasta que pasó el pueblo que redimiste.
17Le introdujiste y le plantaste en el monte de tu heredad, ¡oh Yavé!;
En el santuario, ¡oh Señor!, que fundaron tus manos.
18Yavé reinará por siempre jamás.
19Entraron en el mar los caballos del faraón, sus carros y sus caballeros, y volvió Yavé sobre ellos las aguas del mar. Mas los hijos de Israel pasaron por en medio del mar a pie enjuto».
20María, la profetisa, hermana de Arón, tomó en sus manos un tímpano, y todas las mujeres seguían en pos de ella con tímpanos y danzando; 21y María les respondía:
«Cantad a Yavé, que ha hecho resplandecer su gloria
Precipitando en el mar al caballo y al caballero».


Las aguas de Mara

22Al mando de Moisés, los hijos de Israel se partieron del mar Rojo. Avanzaron hacia el desierto de Sur y marcharon por él tres días, sin hallar agua. 23 Llegaron a Mara, pero no podían beber el agua de Mara, por ser amarga; por eso se dio a este lugar el nombre de Mara. 24El pueblo murmuraba contra Moisés, diciendo: «¿Qué vamos a beber?» 25Moisés clamó a Yavé, que le indicó un madero que él echó en el agua, y ésta se endulzó. Allí dio al pueblo leyes y estatutos y le puso a prueba. 26Les dijo: «Si escuchas a Yavé, tu Dios; si obras lo que es recto a sus ojos; si das oído a sus mandatos y guardas todas sus leyes, no traeré sobre ti ninguna de las plagas con que he afligido a Egipto, porque yo soy Yavé, tu sanador».
27Llegaron a Elim, donde había doce fuentes y setenta palmeras, y acamparon allí junto a las aguas.

Comentarios del Capítulo 15

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  • 1 Aunque algunos exegetas observan que la composición de este cántico parece posterior a la época de Moisés, ello no obsta para que, con el autor sagrado, lo atribuyamos al mismo, al menos en cuanto a su contenido substancial. Como más tarde Débora (Jue 5), Ana (I Sam 2) u otros en el Antiguo Testamento, y en el Nuevo la Virgen María (Lc 1,47ss), Zacarías (Lc 1,68ss) y Simeón (Lc 2,19ss), en momentos de elevación espiritual entonan cánticos de agradecimiento al Señor, así también aquí Moisés improvisa este cántico sublime que, a través de los siglos, renovará el agradecimiento de Israel por su liberación.(Volver a Lectura).

  • 23 Las dos estaciones de Mara y Elim son las primeras que se hallan en la ribera oriental del mar Rojo. Mara será Ayn Musa, fuentes de Moisés, cerca de Suez, o Ayn Hamara, más distante de Suez; y Elim Garandel, muy abundante en aguas.(Volver a Lectura).



Las codornices y el maná

16 1Partieron de Elim, y toda la congregación de los hijos de Israel llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y el Sinaí, el día quince del segundo mes después de su salida de Egipto. 2Toda la asamblea de los hijos de Israel se dio a murmurar contra Moisés y Arón en el desierto. 3Los hijos de Israel decían: «¡Quién nos diera que muriéramos a manos de Yavé en Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne y nos hartábamos de pan! Nos habéis traído al desierto para matar de hambre a toda esta muchedumbre».

4Yavé dijo a Moisés: «Voy a haceros llover comida de lo alto de los cielos. El pueblo saldrá a recoger cada día la porción necesaria para ponerle yo a prueba, viendo si marcha o no según mi ley. 5El día sexto preparen para llevar el doble de lo que recogen cada día».

6Moisés y Arón dijeron a todos los hijos de Israel: «Esta tarde sabréis que es Yavé quien os ha sacado de Egipto, 7y a la mañana veréis la gloria de Yavé, pues ha oído vuestras murmuraciones que van contra Yavé; porque nosotros, ¿qué somos, para que murmuréis contra nosotros?» 8Moisés dijo: «Esta tarde os dará a comer Yavé carnes y mañana pan a saciedad, pues ha oído vuestras murmuraciones contra él; pues nosotros, ¿qué? No van contra nosotros vuestras murmuraciones, sino contra Yavé».

9Moisés dijo a Arón: «Di a toda la congregación de Israel que se acerque a Yavé, pues ha oído Yavé sus murmuraciones». 10Mientras hablaba Arón a toda la asamblea de los hijos de Israel, volviéronse éstos de cara al desierto y apareció la gloria de Yavé en la nube. 11Yavé dijo a Moisés: 12«He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Diles: Entre dos luces comeréis carne y mañana os hartaréis de pan, y sabréis que yo soy Yavé, vuestro Dios». 13 Y sucedió que a la tarde subieron codornices que cubrieron el campamento, y a la mañana había en torno al campamento una capa de rocío. 14 Cuando el rocío se evaporó, vieron sobre la superficie del desierto una cosa menuda, como granos, parecida a la escarcha. 15Los hijos de Israel, al verla, se preguntaron unos a otros: «¿Manhu?» («¿Qué es esto?»), pues no sabían lo que era. 16Moisés les dijo: «Ese es el pan que os da Yavé para alimento. Mirad que Yavé ha mandado que cada uno de vosotros recoja la cantidad que necesita para alimentarse, un ómer por cabeza, según el número de personas; cada uno recogerá para cuantos tenga en su tienda».

«Tamarix mannifera». (Biblia de Montserrat).


17Los hijos de Israel hicieron así y recogieron unos más y otros menos. 18Pero al medir luego con el ómer, hallaron que el que había recogido demás no tenía nada de más, y el que había recogido de menos no tenía nada de menos, sino que tenía cada uno lo que para su alimento necesitaba.
19Moisés dijo: «Que nadie deje nada para mañana». 20No obedecieron a Moisés, y muchos dejaron algo para el día siguiente; pero se llenó de gusanos y se pudrió. Irritóse Moisés contra ellos. 21Todas las mañanas recogían el maná, cada cual según su consumo, y cuando el sol dejaba sentir sus ardores, se derretía.
22El día sexto recogieron doble cantidad de alimentos, dos ómer por cabeza. Los principales del pueblo vinieron a decírselo a Moisés, 23que les contestó: «Eso es lo que ha mandado Yavé. Mañana es sábado, día de descanso consagrado a Yavé. Coced lo que hayáis de cocer y hervid lo que hayáis de hervir, y lo que sobre guardadlo para mañana». 24Guardáronlo para el día siguiente, según lo había ordenado Moisés, y no se pudrió ni se agusanó.

25Moisés dijo: «Comed eso hoy, que es sábado en honor de Yavé, y hoy no lo hallaréis en el campo. 26Recogeréis seis días; el séptimo, el sábado, no lo habrá». 27Al séptimo día salieron algunos del pueblo a recoger, pero no hallaron nada. 28Y Yavé dijo a Moisés: «¿Hasta cuándo rehusaréis guardar mis mandatos y mis leyes? 29Mirad que Yavé os ha dado el sábado, y por eso el día sexto os da pan para dos días. Que se quede cada uno en su puesto, y no salgas de él el día séptimo». 30El pueblo descansó el día séptimo. 31Los israelitas dieron a este alimento el nombre de maná.

«Coriandrum sativum». (Biblia de Montserrat).


Era parecido a la semilla del cilantro, blanco, y tenía un sabor como de torta de harina de trigo amasada con miel. 32Moisés dijo: «Yavé ha ordenado que se llene un ómer de maná para conservarlo y que puedan ver vuestros descendientes el pan con que yo os he alimentado en el desierto cuando os saqué de la tierra de Egipto». 33Dijo, pues, Moisés a Arón: «Toma un vaso, pon en él un ómer de maná lleno y deposítalo ante Yavé, que se conserve para vuestros descendientes». 34Arón lo depositó ante el Testimonio, para que se conservase, como se lo había mandado Yavé a Moisés.

35Comieron los hijos de Israel el maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a la tierra habitada. Lo comieron hasta llegar a los confines de la tierra de Canán. 36El ómer es la décima parte del efá.

Comentarios del Capítulo 16

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  • 13 El viaje del desierto nos lo describe la Escritura lleno de milagros, con que Yavé se quiere dar a conocer a su pueblo. Salidos de Egipto con toda su hacienda y ganados, sienten deseos de comer carne, y Dios les manda grandes bandadas de codornices. Parece que en sus viajes de emigración, estas aves, que no son de alto vuelo, atraviesan con frecuencia la península del Sinaí y, obligadas por el cansancio, se posan, y los beduinos las cogen con facilidad. Se puede admitir que Dios, dueño de todo, haya orientado tales bandadas de aves emigrantes para satisfacer los deseos de su pueblo.(Volver a Lectura).

  • 14 Otro nuevo prodigio es el maná. En la península del Sinaí abunda un árbol llamado tarfa, y en botánica tamarix mannifera, que en los meses de mayo y junio da una substancia resinosa comestible de gusto a miel, de que los árabes se aprovechan. El v.31 da pie para comparar con este producto el maná de los israelitas. Mas el conjunto de la narración nos muestra la particular intervención divina proveyéndolos milagrosamente del sustento durante largo espacio de tiempo y en regiones muy variadas. A este maná se le llama en el salmo 77,25 «pan de ángeles», y en la Sabiduría (16,20) se dice que se ajusta a los gustos de cada uno de los hijos de Dios. Esto conviene muy bien al pan que según la tradicón litúrgica está figurado por el maná: «el Pan verdadero bajado del cielo y que da la vida al mundo», el Pan eucarístico (Jn 6,31,58).(Volver a Lectura).



Brota agua de la roca de Horeb

17 1Partióse la congregación de los hijos de Israel del desierto de Sin, según las etapas que Yavé les ordenaba, y acamparon en Rafidim, donde no halló el pueblo agua que beber. 2Entonces el pueblo se querelló contra Moisés, diciendo: «Danos agua que beber». Moisés les respondió: «¿Por qué os querelláis contra mí? ¿Por qué tentáis a Yavé?»

Ómer doble. Jerusalén.


3Pero el pueblo, sediento, murmuraba contra Moisés y decía: «¿Por qué nos hiciste salir de Egipto, para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?» 4Moisés clamó a Yavé diciendo: «¿Qué voy a hacer yo con este pueblo? Poco más y me apedrean». 5Yavé dijo a Moises: «Vete delante del pueblo y lleva contigo a ancianos de Israel; lleva en tu mano el cayado con que heriste el río, y ve, 6que yo estaré allí delante de ti, en la roca de Horeb. Hiere la roca, y saldrá de ella agua para que beba el pueblo». Hízolo así Moisés en presencia de los ancianos de Israel 7 y dio a este lugar el nombre de Masá y Meribá, por la querella de los hijos de Israel y porque habían tentado a Yavé, diciendo: «¿Está Yavé en medio de nosotros o no?»

Victoria contra Amalec

8Amalec vino a Rafidim a atacar a los hijos de Israel, 9y Moisés dijo a Josué: «Elige hombres y ataca mañana a Amalec. Yo estaré sobre el vértice de la colina con el cayado de Dios en la mano». 10Josué hizo lo que le había mandado Moisés, y atacó a Amalec. Arón y Jur subieron con Moisés al vértice de la colina. 11Mientras Moisés tenía alzada la mano llevaba Israel la ventaja, y cuando la bajaba, prevalecía Amalec. 12Como las manos de Moisés estaban pesadas, tomaron una piedra y la pusieron debajo de él para que se sentara, y Arón y Jur sostenían sus manos, uno de un lado y otro de otro; y así sus manos se mantuvieron firmes hasta la puesta del sol, 13y Josué exterminó a Amalec y a su pueblo al filo de la espada.
14Yavé dijo a Moisés: «Pon eso por escrito para recuerdo, y di a Josué que yo borraré a Amalec de debajo del cielo». 15Moisés alzó un altar y le dio el nombre de Yavé Nesi, 16 diciendo: «Pues que alzó la mano contra el trono de Yavé, estará Yavé en guerra contra Amalec de generación en generación».

Comentarios del Capítulo 17

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  • 7 En el desierto, las fuentes o depósitos de agua son un tesoro que los habitantes conocen muy bien por la falta que les hace. Israel atraviesa una región que carece de aguas; la de los odres se había acabado y claman a su caudillo pidiendo agua. Moisés acude a Yavé, que le da la solución del conflicto con un milagro más.
    Israel ha dejado ya el camino de la costa y se interna en el desierto; pero pudiendo seguir varios caminos, no podemos señalar con certeza el que seguiría. La mención de Horeb en el v.6 debe de ser una correción textual, pues parece que aún estamos lejos de Horeb. Sobre esta roca, que significaba a Cristo, cf. I Cor 10,1 .(Volver a Lectura).

  • 16 Amalec era una tribu árabe que vivía en la región desértica que se extiende entre el Negueb, al sur de Palestina, y el mar Rojo y Egipto. Como nómadas, están siempre prontos a lanzarse sobre la presa donde quiera que se les ofrezca. Viendo a Israel cargado con el botín de Egipto, se lanzan sobre él para despojarle. Cuando se halle Israel instalado en la tierra prometida harán lo mismo, saqueando los campos y las ciudades (Jue 6,5ss; Sam 30,1ss). Esta es la razón fundamental de la enemistad entre Israel y Amalec. La gente honrada y pacífica nunca puede tener paz con los ladrones. La ejecución de la amenaza del v.14 fue encomendada a Saúl (I Sam 15,10ss). El nombre de Yavé Nesi significa: «Yavé es mi enseña».(Volver a Lectura).



Viene Jetró con la mujer y los hijos de Moisés

18 1Jetró, sacerdote de Madián, suegro de Moisés, supo lo que había hecho Dios en favor de Moisés y de Israel, su pueblo, que había sacado Yavé de Egipto. 2Tomó Jetró, suegro de Moisés, a Séfora, mujer de Moisés, a quien éste había hecho volverse, 3y a los dos hijos de Séfora, de los cuales uno se llamaba Gersón, porque moisés había dicho: «Soy un peregrino en tierra extranjera», 4y el otro Eliezer, porque había dicho: «El Dios de mi padre me ha socorrido y me ha librado de la espada del faraón». 5Jetró, suegro de Moises, con los hijos y la mujer de Moisés, vino a éste al desierto, donde estaba acampado, al monte de Dios. 6Mandó a decir a Moisés: «Yo, tu suegro Jetró, voy a ti con tu mujer, y con ella sus dos hijos». 7Moisés salió al encuentro de su suegro, y prosternándose le besó. Después de preguntarse uno a otro por la salud, entraron en la tienda de Moisés. 8Moisés contó a su suegro todo cuanto había hecho Yavé al faraón y a los egipcios en favor de Israel, y todas las contrariedades que en el camino habían tenido, y cómo Yavé le había librado de ellas. 9Jetró se felicitó de todo el bien que Yavé había hecho a Israel librándole de la mano de los egipcios: 10«Bendito sea Yavé--dijo--, que os ha librado de la mano de los egipcios y de la del faraón. 11Ahora sé bien que Yavé es más grande que todos los dioses, pues se ha mostrado grande, haciendo recaer sobre los egipcios su maldad». 12 Jetró, suegro de Moisés, ofreció a Dios un holocausto y sacrificios pacíficos, y vinieron Arón y todos los ancianos de Israel y comieron con él ante Dios.

Consejo de Jetró a Moisés

13Al día siguiente sentóse Moisés para juzgar al pueblo, y el pueblo estuvo delante de él desde la mañana hasta la tarde. 14El suegro de Moisés, viendo lo que el pueblo hacía, dijo: «¿Cómo haces eso con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo a juzgar y todo el mundo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde?» 15Moisés respondió a su suegro: «Es que el pueblo viene a mí para consultar a Dios. 16Cuando tienen alguna querella, vienen a mí, y yo juzgo entre ellos, haciéndoles saber los mandatos de Dios y sus leyes». 17El suegro de Moisés dijo a éste: «Lo que haces no está bien. Te consumes neciamente y consumes al pueblo que tiene que estar delante de ti. 18 Ese trabajo es superior a tus fuerzas, y no puedes llevarlo tú solo. 19Óyeme, voy a darte un consejo, y que Dios sea contigo. Sé tú el representante del pueblo ante Dios y lleva ante él los asuntos. 20Enséñales los preceptos y la ley y dales a conocer el camino que han de seguir y lo que deben hacer. 21Pero escoge de entre todo el pueblo a hombres capaces y temerosos de Dios, íntegros, enemigos de la avaricia, y constitúyelos sobre el pueblo como jefes de millar, de centena, de cincuentena y de decena. 22Que juzguen ellos al pueblo en todo tiempo y te lleven a ti los asuntos de mayor importancia, decidiendo ellos mismos en los menores. Aligera tu carga, y que te ayuden ellos a soportarla. 23Si esto haces y Yavé te comunica sus mandatos, podrás sostenerte, y el pueblo podrá atender en paz a lo suyo». 24Siguió Moisés el consejo de su suegro, e hizo lo que le había dicho. 25Eligió entre todo el pueblo a hombres capaces, que puso sobre el pueblo como jefes de millar, de centena, de cincuentena y de decena. 26Ellos juzgaban al pueblo en todo tiempo y llevaban a Moisés los asuntos graves, resolviendo por sí todos los pequeños. 27Despidió Moisés a su suegro, que se volvió a su tierra.

Comentarios del Capítulo 18

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  • 12 En Ex 2,16 se nos dice que Jetró era sacerdote de Madián. No se dice que fuese sacerdote del Dios Altísimo, como Melquisedec (Gén 14,18), pero eesto no sería obstáculo a que reconociese también a Yavé como Dios muy poderoso y le ofreciese sacrificios pacíficos, a los cuales seguiría el banquete, ocasión de general regocijo (I Re 8,14ss).(Volver a Lectura).

  • 18 Moisés, como caudillo del pueblo, era su juez autorizado; pero se comprende que le sería muy gravoso ocuparse de todas las pequeñeces que a cada instante se suscitarían entre unos y otros. El consejo del anciano suegro merecía ser atendido, y lo fue de buen grado por Moisés, aunque la jerarquía esta, más que judicial, parece militar para regir a Israel como el gran ejército de Dios, según Ex 12,41; Dt 1,10ss.(Volver a Lectura).



TERCERA PARTE

EN EL SINAÍ

(19 - 40)

Aparición de Dios al pueblo en el Sinaí

19 1En el tercer mes después de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en aquel día llegaron al desierto del Sinaí. 2Partieron de Rafidim, y llegados al desierto del Sinaí acamparon en el desierto. Israel acampó frente a la montaña. 3 Subió Moisés a Dios, y Yavé le mandó desde lo alto de la montaña, diciendo: Habla así a la casa de Jacob, di esto a los hijos de Israel: 4Vosotros habéis visto lo que yo he hecho a Egipto y cómo os he llevado sobre alas de águila y os he traído a mí. 5 Ahora, si oís mi voz y guardáis mi alianza, vosotros seréis mi propiedad entre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. 6 Pero vosotros seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa. Tales son las palabras que has de decir a los hijos de Israel».

7Moisés vino, y llamó a los ancianos de Israel, y les expuso todas estas palabras, como Yavé se lo había mandado. 8El pueblo todo entero respondió: «Nosotros haremos todo cuanto ha dicho Yavé». Moisés fue a transmitir a Yavé las palabras del pueblo, 9y Yavé dijo a Moisés: «Yo vendré a ti en densa nube, para que vea el pueblo que yo hablo contigo y tengan siempre fe en ti». Una vez que Moisés hubo transmitido a Yavé las palabras del pueblo, 10Yavé le dijo: «Ve al pueblo y santifícalos hoy y mañana. Que laven sus vestidos 11y estén prestos para el día tercero, porque al tercer día bajará Yavé a la vista de todo el pueblo, sobre la montaña del Sinaí. 12Tú marcarás al pueblo un límite en torno, diciendo: Guardaos de subir vosotros a la montaña y de tocar el límite, porque quien tocare la montaña, morirá. 13Nadie pondrá la mano sobre él, sino que será lapidado o asaeteado. Hombre o bestia, no ha de quedar con vida. Cuando las voces, la trompeta y la nube hayan desaparecido de la montaña, podrán subir a ella».

14Bajó de la montaña Moisés a donde estaba el pueblo, y le santificó, y ellos lavaron sus vestidos. 15Después dijo al pueblo: «Aprestaos durante tres días y nadie toque mujer». 16Al tercer día por la mañana hubo truenos y relámpagos, y una densa nube sobre la montaña, y un muy fuerte sonido de trompetas, y el pueblo temblaba en el campamento.
17Moisés hizo salir de él al pueblo para ir al encuentro de Dios, y se quedaron al pie de la montaña. 18Todo el Sinaí humeaba, pues había descendido Yavé en medio de fuego, y subía el humo, como el humo de un horno, y todo el pueblo temblaba. 19El sonido de la trompeta se hacía cada vez más fuerte. Moisés hablaba, y Yavé le respondía mediante el trueno. 20Descendió Yavé sobre la montaña del Sinaí, sobre la cumbre de la montaña, y llamó a Moisés a la cumbre y Moisés subió a ella. 21Yavé dijo a Moisés: «Baja y prohíbe terminantemente al pueblo que traspase el término marcado para acercarse a Yavé y ver, no vayan a perecer muchos de ellos. 22Que aun los sacerdotes, que son los que se acercan a Yavé, se santifiquen, no los hiera Yavé». 23Moisés dijo a Yavé: «El pueblo no podrá subir a la montaña del Sinaí, pues lo has prohibido terminantemente, diciendo que señalara un límite en torno a la montaña y la santificara». 24 Yavé le respondió: «Ve, baja y sube luego con Arón; pero que los sacerdotes y el pueblo no traspasen los términos para acercarse a Yavé, no los hiera».
25Moisés bajó y se lo dijo al pueblo.

Comentarios del Capítulo 19

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  • 3 En mes y medio llegó Israel al Sinaí, la montaña santa en que Dios muestra su especial presencia. Los poetas de Israel conservaron después esta concepción, como se ve por Dt 33,2; Jue 5,5; Sal 68,18.(Volver a Lectura).

  • 5 Las relaciones entre Yavé e Israel no son las naturales de otros pueblos con sus dioses, los cuales no suelen ser otra cosa que la misma naturaleza física divinizada. Estas relaciones son libres de parte de Dios y de orden moral. Yavé, dueño de toda la tierra, y, por tanto, de todos los pueblos, escoge libremente a Israel por pueblo peculiar suyo, por su reino de sacerdotes, por su nación santa, mediante la cual revela su santidad al mundo, y en esta revelación va implicado el mesianismo.(Volver a Lectura).

  • 6 Este concepto del sacerdocio y de la santidad del pueblo está estrechamente ligado con el de ser Israel el pueblo primogénito de Dios (4,22). Según el derecho primitivo, el sacerdocio estaba vinculado a la primogenitura, y, por tanto, Israel, el primogénito de los pueblos, es el pueblo sacerdote, que, por consiguiente, ha de ser santo, esto es, consagrado al culto divino.(Volver a Lectura).

  • 24 En toda esta teofanía, a pesar de algunas incorreciones del texto, se destacan bien estas ideas: que Dios quiere mostrar su majestad ante el pueblo por medio de una tormenta, de una imagen sensible, pero que Israel no pueda reproducir (Dt 4,15s). Para presenciar esa teofanía se exige del pueblo el estado de santidad correspondiente, la limpieza del vestido y del cuerpo y la abstención de todo de vida conyugal. Expresión imperfecta de las exigencias de la santidad divina, tan espiritual, pero acomodada a la rudeza del pueblo, imbuido de las concepciones antiguas. Es una forma de la condescendencia divina con el hombre (cf. la encíclica Divino afflante Spiritu p.XXIII). Será obra de Moisés y de los profetas ir poco a poco elevando al pueblo a la concepción espiritualista de la santidad divnia y de la afabilidad que se nos revela en el Nuevo Testamento. Muy a propósito viene el texto de Baruc: «Además se dejó ver en la tierra y conversó con los hombres», palabras que el profeta dice de las teofanías del Sinaí, pero que tienen mayor realidad en la «Teofanía de la Encarnación».(Volver a Lectura).



El Decálogo

20 1 Y habló Dios todo esto, diciendo: « 2 Yo soy Yavé, tu Dios, que te ha sacado de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre. 3 No tendrás otro Dios que a mí. 4 No te harás esculturas ni imagen alguna de lo que hay en lo alto de los cielos, ni de lo que hay abajo sobre la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. 5 No te postrarás ante ellas, y no las servirás, porque yo soy Yavé, tu Dios, un Dios celoso que castiga en los hijos las iniquidades de los padres hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian, 6y hago misericordia hasta mil generaciones de los que me aman y guardan mis mandamientos. 7 No tomarás en falso el nombre de Yavé, tu Dios, porque no dejará Yavé sin castigo al que tome en falso su nombre.
8Acuérdate del día del sábado para santificarlo. 9Seis días trabajarás y harás tus obras, 10pero el séptimo día es día de descanso, consagrado a Yavé, tu Dios, y no harás en él trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el extranjero que esté dentro de tus puertas, 11 pues en seis días hizo Yavé los cielos y la tierra, el mar y cuanto en ellos se contiene, y el séptimo descansó; por eso bendijo Yavé el día del sábado y lo santificó.
12Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas largos años en la tierra que Yavé, tu Dios, te da.
13 No matarás.
14 No adulterarás.
15 No robarás.
16No testificarás contra tu prójimo falso testimonio.
17 No desearás la casa de tu prójimo, ni la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada cuanto le pertenece».

18 Todo el pueblo oía los truenos y el sonido de la trompeta y veía las llamas y la montaña humeante; y atemorizados, llenos de pavor, se estaban lejos. 19Dijerón a Moisés: «Háblanos tú, y te escucharemos; pero que no nos hable Dios, no muramos». 20Respondió Moisés: «No temáis, que para probaros ha venido Dios, para que tengáis siempre ante vuestros ojos su temor y no pequéis». 21El pueblo se estuvo a distancia, pero Moisés se acercó a la nube donde estaba Dios.


Preceptos sobre el culto divino

22 Yavé dijo a Moisés: «Habla así a los hijos de Israel: Vosotros mismos habéis visto cómo os he hablado desde el cielo. 23No os hagáis conmigo dioses de plata ni os hagáis dioses de oro. 24Me alzarás un altar de tierra, sobre el cual me ofrecerás tus holocaustos, tus hostias pacíficas, tus ovejas y tus bueyes. En todos los lugares donde yo haga memorable mi nombre vendré a ti y te bendeciré. 25Si me alzas altar de piedras, no lo harás de piedras labradas, porque al levantar tu cincel sobre la piedra la profanas. 26No subirás por gradas a mi altar, para que no se descubra tu desnudez».

Comentarios del Capítulo 20

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  • 1 Según el v.19, confirmado por Dt 5,5, el pueblo presenció la gran teofanía, mas las plabras de Dios promulgando su Ley le fueron comunicadas por Moisés. El espectáculo debió de ser grandioso. Agrupado el pueblo en la vasta llanura de er-Rahah, que rodean ingentes peñascales graníticos, contemplaban ante sí el macizo de Ras-Safsafeh, que se alza centenares de metros, cubierto por la tempestuosa nube. Con los ojos de la fe contemplaban a su Dios, que les intimaba su voluntad.(Volver a Lectura).

  • 2 Contiene este versículo la presentación de Yavé y sus derechos a imponer su voluntad al pueblo, a quien acaba de rescatar del cautiverio egipcio.(Volver a Lectura).

  • 3 Se impone con todo rigor el culto de Yavé, con exclusión de todo otro dios. Este ha sido siempre el escándalo de los paganos, que no entendieron el sentido del monoteísmo judío y cristiano. Ni es de extrañar, cuando tanto costó a Dios y a sus profetas hacer arraigar esta idea en la mente de Israel.(Volver a Lectura).

  • 4 Los gentiles empezaron por expresar en formas plásticas el concepto de sus dioses. Para que Israel venga a concebir a Yavé como Dios inmaterial, se le prohíbe toda imagen. Algunos pueblos antiquísimos parecen haber tenido esta misma práctica; mas lo común fue el uso y la veneración de las imágenes, de donde nació la idolatría o culto de los ídolos.(Volver a Lectura).

  • 5 La justicia de Dios se halla expresada con una figura tomada de la rigurosa justicia de los nómadas en los casos de sangre; pero por encima de tan severa justicia está la misericordia con los que le temen. en la manifestación de estos dos atributos, justicia y misericordia, se compendia toda la revelación de Dios al hombre (Ex 34,6ss).(Volver a Lectura).

  • 7 El juramento, tomar a Dios por testigo, es un acto de religión y es en la vida social antigua de grandísima importancia, a causa, sobre todo, de la fe que tenían de que Dios no dejaría impune a quien profanase el juramento.(Volver a Lectura).

  • 11 Lo de la semana es una institución enteramente desconocida fuera de Israel. El autor sagrado comenzó por presentarnos a Dios como modelo de la obra de la creación, y ahora trae aquí esto como argumento. el sábado se santifica no haciendo en él obra alguna, y esto los antiguos lo entendían con un rigor material muy grande (cf. Is 56,2; Jer 17,2; Mt 12,2; Mc 2,27).(Volver a Lectura).

  • 13 Desde la triste historia de Caín (Gen 4,11) nos viene el texto sagrado inculcando el respeto a la vida del hombre, creado a imagen de Dios.(Volver a Lectura).

  • 14 Más que la simple fornicación mira aquí el texto al adulterio, por ser la ruina de la paz conyugal. No hay que olvidar el aspecto social de la ley mosaica.(Volver a Lectura).

  • 15 Los bienes, frutos del trabajo humano, son algo que toca a la personalidad humana e indispensable para el sostenimiento de la vida.(Volver a Lectura).

  • 17 Este decálogo, que contiene los fundamentos de la ley mosaica, no tiene paralelo alguno en las religiones gentílicas ni en la filosofía antigua. Fuera del que aquí es el quinto, todos sus preceptos tienen forma negativa de prohibición. Tampoco se le ha de considerar como idéntico al decálogo cristiano. Es a él lo que la Ley es al Evangelio. Sus preceptos pueden dividirse en tres grupos. El primero, que contiene los cuatro primeros preceptos, se refiere a Dios, excluyendo toda idolatría, las imágenes de Dios en el culto, el perjurio, pues el juramento llama e invoca a Dios por testigo, y el trabajo en el sábado, que es la profanación del día por El santificado. El quinto precepto prescribe la honra a los padres y es el único a que expresamente se une una promesa. El tercer grupo se refiere a los bienes del prójimo, condenando el homicidio, el adulterio, el robo, la calumnia y la codicia de los bienes del prójimo, incluyendo en éstos a la mujer.(Volver a Lectura).

  • 18 Semejantes formas de teofanía son frecuentes en la Biblia y apropiadas al ánimo del pueblo para inculcarle la idea de la majestad de Dios. La petición del pueblo y la respuesta de Moisés son una justificación de la conducta que segurirá dios en adelante para comunicar su voluntad por medio de su profeta en forma más secreta, sin el aparato de la teofanía (Heb 12,18ss).(Volver a Lectura).

  • 22 El conjunto de leyes comprendido entre el 20,22 y 23,33 se llama comúnmente «Código de la Alianza».(Volver a Lectura).



Leyes respecto de la vida y la libertad

21 1He aquí las leyes que les darás: 2Si adquieres un siervo hebreo, te servirá por seis años; al séptimo saldrá libre, sin pagar nada. 3Si entró solo, solo saldrá; si teniendo mujer, saldrá con él su mujer. 4Pero si el amo le dio mujer, y ella le dio a él hijos o hijas, la mujer y los hijos serán del amo, y él saldrá solo. 5Si el siervo dijere: Yo quiero a mi amo, a mi mujer y a mis hijos, no quiero salir libre, 6 entonces el amo le llevará ante Dios, y acercándose a la puerta de la casa o a la jamba de ella, le perforará la oreja con un punzón, y el siervo lo será suyo de por vida.

7 Si vendiere un hombre a su hija por sierva, no saldrá ésta como los otros siervos. 8Si desplaciere a su amo y no la tomare por esposa, permitirá éste que sea redimida; pero no podrá venderla a extraños después de haberla despreciado. 9Si la destinaba a su hijo, la tratará como se trata a las hijas; 10y si tomare otra para sí, no disminuirá a la primera su vestido y sus derechos conyugales, 11y si de estas tres cosas no la proveyere, podrá ella salirse sin pagar nada, sin rescate.

12El que hiera mortalmente a otro será castigado con la muerte; 13 pero si no pretendía herirle, y sólo porque Dios se lo puso ante la mano le hirió, yo le señalaré un lugar donde podrá refugiarse. 14Si de propósito mata un hombre a su prójimo traidoramente, de mi altar mismo le arrancarás para darle muerte. 15El que hiera a su padre o a su madre será muerto. 17El que maldijere a su padre o a su madre será muerto.
18Si riñen dos hombres, y uno hiere al otro con piedra o con el puño, sin causarle la muerte, pero de modo que éste tuviese que hacer cama: 19si el herido se levanta y puede salir fuera apoyado en su bastón, el que le hirió será quito pagándole lo no trabajado y lo gastado en la cura.

20Si uno diere de palos a su siervo o a su sierva, de modo que muriese entre sus manos, el amo será reo; 21 pero si sobreviviere un día o dos, no, pues hacienda suya era. 22Si en riña de hombres golpeare uno a una mujer encinta haciéndola parir y el niño naciere sin más daño, será multado en la cantidad que el marido de la mujer pida y decidan los jueces; 23 pero si resultare algún daño, entonces dará vida por vida, 24ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, 25quemadura por quemadura, herida por herida, cardenal por cardenal.
26Si uno diere a su siervo o a su sierva un golpe en un ojo, y se lo echara a perder, habrá de ponerle en libertad en compensación del ojo. 27Y si le hiciera caer al siervo o a la sierva un diente, le dará libertad en compensación de su diente.
28Si un buey acornea a un hombre o a una mujer, y se sigue la muerte, el buey será lapidado, no se comerá su carne, y el dueño será quito. 29Pero si ya de antes el buey acorneaba y requerido el dueño no lo tuvo encerrado, el buey será lapidado, si mata a un hombre o a una mujer, pero el dueño será también reo de muerte. 30Si en vez de la muerte le pidieran al dueño un precio como rescate de la vida, pagará lo que se le imponga. 31Si el buey hiere a un niño o a una niña, se aplicará esta misma ley; 32 pero si el herido fuese un siervo o una sierva, pagará el dueño del buey treinta siclos de plata al dueño del esclavo o de la esclava, y el buey será lapidado.
33Si uno abre una cisterna o cava una y no la cubre y cayere en ella buey o un asno, 34pagará el dueño de la cisterna en dinero el precio al dueño de la bestia, pero lo muerto será para él.
35Si el buey de uno acornea a un buey de otro, y éste muere, se venderá el buey vivo, partiéndose el precio, y se repartirán igualmente el buey muerto. 36Pero si se sabe que el buey acorneaba ya de tiempo atrás, y su dueño no lo tuvo encerrado, dará éste buey por buey, y el buey muerto será para él.

Leyes relativas a la propiedad

37Si uno roba un buey o una oveja, y la mata o la vende, restituirá cinco bueyes por buey y cuatro ovejas por oveja.

Comentarios del Capítulo 21

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  • 6 En el código hammurabiano se emplea también la expresión «llevar ante dios» para significar sencillamente el juramento.(Volver a Lectura).

  • 7 La venta de que aquí se trata parece ser de la concubina o mujer de segunda categoría. La Ley admite la poligamia. El matrimonio se hacía por la comprea de la mujer, como todavía hoy se practica entre los beduinos de la región de Moab.(Volver a Lectura).

  • 13 No es siempre fácil determinar la culpabilidad en el homicidio, ni el ánimo excitado de los parientes de la víctima es capaz de juzgar esto; por eso, con buen acuerdo se provee de un refugio al presunto homicida. Este refugio era el altar (I Re 2,28) o las ciudades de refugio. Hoy los árabes buscan la protección de un jeque poderoso que defienda al reo mientras se esclarece y resuelve la cuestión de la culpabilidad (Núm 35,11; Dt 4,41-43; 19,2).(Volver a Lectura).

  • 21 La vida de un siervo extranjero no vale igual que la del hombre libre. Todavía estamos lejos del Evangelio, que proclama por San Pablo la igualdad de todos en Cristo (Gál 3,28).(Volver a Lectura).

  • 23 Entre los beduinos rige todavía este principio; no entendido materialmente, sino en equivalencia pecuniaria. Jesucristo lo corrigió como principio moral, no precisamente como sanción penal (Mt 5,38).(Volver a Lectura).

  • 32 Treinta siclos es el valor legal de un esclavo (Zac 11,12; Mt 26,15).(Volver a Lectura).



22 1Si el ladrón fuere sorprendido perforando un muro y fuese herido y muriese, no será delito de sangre; 2pero si hubiera ya salido el sol, responderá de la sangre; deberá restituir; y si no tiene con qué, será vendido por lo que robó. 3Si lo que robó, buey, asno u oveja, se encuentra todavía vivo en sus manos, restituirá el doble. 4Si uno daña un campo o una viña dejando pastar su ganado en el campo o en la viña de otro, restituirá por lo mejor de su campo o lo mejor de su viña.
5Si propagándose un fuego por los espinos quema mieses recogidas o en pie, o un campo, el que incendió el fuego pagará el daño. 6Si uno da a otro en depósito dinero o utensilios, y fueron éstos robados de la casa del otro, el ladrón, si es hallado, restituirá el doble. 7Si no aparece el ladrón, el dueño de la casa se presentará ante Dios, jurando no haber puesto su mano sobre lo ajeno. 8Toda acusación de fraude, sea de buey, de asno, de oveja, de vestido o de cualquier cosa desaparecida, de que se diga: «Esto es», será llevado por ambas partes ante Dios; aquel a quien Dios condenare, restituirá el doble a su prójimo.
9Si uno entrega en depósito a su prójimo asno, buey, oveja o cualquier otra bestia, y lo depositado muere o se estropea, o es robado sin que nadie lo haya visto, 10se interpondrá entre ambas partes el juramento de Yavé de no haber puesto el depositario mano sobre la propiedad de su prójimo; el dueño aceptará (el juramento) y (el depositario) no será obligado a restituir; 11pero si fue robado de junto a sí, restituirá al dueño. 12Si la bestia fuere despedazada, preséntese lo destrozado, y no tendrá que restituir.

13Si uno pide a otro prestada una bestia, y ésta se estropea o muere no estando presente el dueño, el prestatario será obligado a restituir, 14pero si estaba presente el dueño, no tendrá que restituir el prestatario. Si el préstamo fue por precio, reciba el dueño lo estipulado.
15Si uno seduce a una virgen no desposada y tiene con ella comercio carnal, pagará su dote y la tomará por mujer. 16Si el padre rehúsa dársela, el seductor pagará la dote que se acostumbra dar por las vírgenes.
17 No dejarás con vida a la hechicera.
18El reo de bestialidad será muerto.
19El que ofrezca sacrificio a los dioses --fuera de Yavé-- será exterminado.
20 No maltratarás al extranjero, ni le oprimirás, pues extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto.
21No dañarás a la viuda ni al huérfano. 22 Si esto haces, ellos clamarán a mí, y yo oiré sus clamores; 23se encenderá mi cólera y os destruiré por la espada, y vuestras mujeres serán viudas, y vuestros hijos, huérfanos.
24Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita en medio de vosotros, no te portarás con él como acreedor y no le exigirás usura.
25 Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de la puesta de sol, 26porque con eso se cubre él, con eso viste su carne, y ¿con qué va a dormir? Clamará a mí, y yo le oiré, porque soy misericordioso.
27No blasfemarás contra Dios, ni maldecirás a los príncipes de tu pueblo.
28No diferirás la ofrenda de tu cosecha y de tu vino nuevo; me darás el primogénito de tus hijos. 29Así harás con el primogénito de tus vacas y tus ovejas; quedará siete días con su madre, y al octavo me lo darás.
30 Sed para mí santos. No comeréis la carne despedazada en el campo; se la echaréis a los perros.

Comentarios del Capítulo 22

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  • 17 La Ley persigue con rigor todas estas supersticiones, que iban mezcladas con prácticas idolátricas (Lev 19,26.31; 29,6.27; Dt 18,9ss; Sam 28,3.9).(Volver a Lectura).

  • 20 El extranjero no es enemigo. La Ley recuerda al israelita que él lo fue, para que piense lo que debe ser para ellos (23,9; Lev 19,3; Dt 10,18s; 24,17s).(Volver a Lectura).

  • 22 Es impresionante el lenguaje de la Ley sobre los desvalidos, y más lo es todavía el de los profetas (cf. Dt 24,17; 27,19; Sal 94,6; Is 1,17.23; Jer 5,28; Ez 22,7; Sant 1,27).(Volver a Lectura).

  • 25 La Escritura reprueba la usura, que no sirve sino para arruinar más al prestatario. Nehemías (5,1s) nos refiere un episodio interesante acerca de lo que era la usura en la antigüedad y de por qué la Escritura la prohíbe, y manda, en cambio, la misericordia hacia los hermanos hebreos. La ocasión de practicarla con extraños, que autoriza Dt 23,19s, sería muy rara, y se trataría de comerciantes fenicios (Lev 25,35; Dt 23,19; Sal 15,5; Prov 28,8; Ez 18,8; 22,12).(Volver a Lectura).

  • 30 La santidad, aquí y en algunas otras prescripciones, es la que pudiéramos llamar litúrgica. Los profetas insisten más en la moral.(Volver a Lectura).



23 1No esparzas rumores falsos. No te unas con los impíos para testificar en falso. 2No te dejes arrastrar al mal por la muchedumbre.
En las causas no respondas porque así responden otros, falseando la justicia, 3ni al pobre favorecerás en su litigio.
4 Si encuentras el buey o el asno de tu enemigo perdidos, llévaselos. 5Si encuentras el asno de tu enemigo caído bajo la carga, no pases de largo; ayúdale a levantarlo.
6No tuerzas el derecho del pobre en sus causas. 7Aléjate de toda mentira, y no hagas morir al inocente y al justo, porque yo no absolveré al culpable de ello. 8No recibas regalos, que ciegan a los prudentes y tuercen la justicia.
9No hagáis daño al extranjero, ya sabéis lo que es un extranjero, pues extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto.

Diversas leyes ceremoniales

10Sembrarás tu tierra seis años y recogerás sus cosechas; 11 al séptimo la dejarás descansar, que coman los pobres de tu pueblo, y lo que quede lo coman las bestias del campo. Eso harás también con las viñas y los olivares. 12 Seis días trabajarás, y descansarás al séptimo, para que descansen también tu buey y tu asno y se recobre el hijo de tu esclava y el extranjero.
13Guardad cuanto os he mandado. No te acuerdes del nombre de dioses extranos, ni se oiga de sus labios.
14 Tres veces cada año celebraréis fiesta solemne en mi honor. 15Guarda la fiesta de los ácimos, comiendo ácimo siete días, como os he mandado, en el mes de Abib, pues en ese mes saliste de Egipto. No te presentarás ante mí con las manos vacías. 16También la solemnidad de la recolección, de las primicias de tu trabajo, de cuanto hayas sembrado en tus campos. También la solemnidad del fin del año y de la recolección, cuando hubieres recogido del campo todos sus frutos. 17Tres veces al año comparecerá todo varón ante el Señor Yavé.

18No ofrercerás con pan fermentado la sangre de mi sacrificio, y la grasa de mi fiesta no quedará hasta el día siguiente.
19 Llevarás a la casa de Yavé, tu Dios, las primicias de los frutos de tu suelo.
No cocerás el cabrito en la leche de su madre.
20 Yo mandaré a un ángel ante tí, para que te defienda en el camino y te haga llegar al lugar que te he dispuesto. 21Acátale y escucha su voz, no le resistas, porque no perdonará vuestras rebeliones y porque lleva mi nombre; 22 pero si escuchas su voz y haces cuanto yo diga, seré enemigo de tus enemigos y oprimiré a tus opresores, 23pues mi ángel marchará delante de ti y te conducirá a la tierra de los amorreos, de los jeteos, de los fereceos, de los cananeos, de los jeveos y de los jebuseos, que yo exterminaré. 24No adores a sus dioses ni les sirvas; no imites sus costumbres, derriba y destruye sus cipos. 25Servirás a Yavé, tu Dios, y El bendecirá tu pan y tu agua, y alejará de en medio de vosotros las enfermedades, 26y no habrá en vuestra tierra mujer que aborte ni estéril, y colmaré el número de tus días. 27Mi terror te precederá y perturbaré a todos los pueblos a que llegues, y todos tus enemigos volverán ante ti las espaldas, 28y mandaré ante ti tábanos, que pondrán en fuga a jeveos, cananeos y jeteos delante de ti. 29No los arrojaré en un solo año, no quede la tierra desierta y se multipliquen contra ti las fieras. 30Poco a poco los haré desaparecer ante ti hasta que crezcas y poseas la tierra. 31Te doy por confines desde el mar Rojo hasta el mar de Palestina y desde el desierto hasta el río. Pondré en tus manos a los habitantes de esa tierra y los arrojarás de ante ti. 32No habitarán en tu tierra, no sea que te hagan pecar contra mí, sirviendo a sus dioses, ya que sería para ti una ocasión de tropiezo.

Comentarios del Capítulo 23

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  • 4 He aquí otra medida ordenada a fomentar el amor y a preparar los corazones para el perdón de las injurias, que impone el Evangelio (Mt 5,43ss).(Volver a Lectura).

  • 11 También las tierras y los árboles gozan desl descanso sabático en beneficio de los pobres. En Lev 25,4; Dt 15,1ss; 1 Mac 6,49.53 se hace mención de la observancia de este precepto con las consecuencias naturales de la escasez.(Volver a Lectura).

  • 12 Este texto pone bien de relieve los sentimientos de humanidad, que luego se desarrollan mejor en Dt 5,12ss.(Volver a Lectura).

  • 14 Estas fiestas tienen un doble carácter; son fiestas agrícolas, y en este aspecto, si no todas algunas se halla entre los pueblos gentiles. Para Israel, el principal aspecto es el histórico. La Pascua, conmemoración de la salida de Egipto; la fiesta de los Tabernáculos, memoria de la estancia en el desierto, la de Pentecostés, si no lo fue desde el principio, quedó después como conmemoración de la promulgación de la Ley.(Volver a Lectura).

  • 19 Según los textos de Ras-Shamra, la leche de la cabra en que se ha cocido el cabrito hace fértil la tierra en que se derrama.(Volver a Lectura).

  • 20 Dios guía a su pueblo por medio de un ángle, pero no dice en qué forma ejercerá su ministerio (cf. Introducción al Exodo, n.6).(Volver a Lectura).

  • 22 A las leyes siguen las sanciones generales que traerá la observancia o la inobservancia de ellas, ya que son expresiones de la voluntad de Dios (Lev 26; Dt 28).(Volver a Lectura).



Alianza entre Dios e Israel

24 1Y dijo a Moisés: «Sube a Yavé tú, Arón, Nadab y Abiú, con setenta de los ancianos de Israel, y adoraréis desde lejos. 2 Sólo Moisés se acercará a Yavé, pero ellos no se acercarán, ni subirá con ellos el pueblo». 3 Vino, pues, Moisés y transmitió al pueblo todas las palabras de Yavé y sus leyes, y el pueblo a una voz respondió: «Todo cuanto ha dicho Yavé lo cumpliremos». 4Escribió Moisés todas las palabras de Yavé. Levantóse de mañana, y alzó al pie de la montaña un altar y doce piedras, por las doce tribus de Israel; 5y encargó a algunos jóvenes, hijos de Israel, que ofrecieran a Yavé holocaustos e inmolaran toros, víctimas pacíficas a Yavé. 6Tomó Moisés la mitad de la sangre, poniéndola en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. 7Tomando después el libro de la alianza, se lo leyó al pueblo, que respondió: «Todo cuanto dice Yavé lo cumpliremos y obedeceremos». 8Tomó él la sangre y aspergió al pueblo, diciendo: «esta es la sangre de la alianza que hace con vosotros Yavé sobre todos estos preceptos». 9 Subió Moisés con Arón, Nadab y Abiú y setenta ancianos de Israel, 10y vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había como un pavimento de baldosas de zafiro, brillantes como el mismo cielo. 11No extendió su mano contra los elegidos de Israel; le vieron, y comieron y bebieron.

Sube Moisés solo a la cumbre del Sinaí

12 Dijo Yavé a Moisés: «Sube a mí hacia el monte y estate allí. Te daré unas tablas de piedra, la ley y los mandamientos que he escrito para su instrucción».

Arca de la alianza, según Nácar.


13Y se levantó Moisés con Josué, su ministro, y subieron a la montaña de Dios. 14Y dijo a los ancianos: «Esperadnos aquí hasta que volvamos. Quedan con vosotros Arón y Jur; si alguna cosa grave hay, llevadla a ellos».
15 Subió Moisés a la montaña, y la nube la cubrió. 16La gloria de Yavé estaba sobre el monte Sinaí y la nube lo cubrió durante seis días. Al séptimo llamó Yavé a Moisés de en medio de la nube. 17La gloria de Yavé parecía a los hijos de Israel como un fuego devorador sobre la cumbre de la montaña. 18Moisés penetró dentro de la nube, y subió a la montaña, quedando allí cuarenta días y cuarenta noches.

Comentarios del Capítulo 24

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  • 2 No cabe duda que el texto ha sufrido aquí una alteración. el c.23 se prosiue en 24,3 hasta el v.8; mientras que debe preceder 24,1-2 al v.9 y dar comienzo a otra sección.(Volver a Lectura).

  • 3 Moisés recibió de Dios las leyes y, bajado del monte, da cuenta de ellas al pueblo, que las acepta. Luego le dispone a la ceremonia de la alianza, el acto más solemne de la historia de Israel, pues por ella quedó estrechamente ligado a Yavé. El altar representa a Yavé, las piedras a las doce tribus, la sangre derramada sobre el altar, sobre el pueblo por aspersión y seguramente sobre las piedras, une con un vínculo sagrado a las partes contratantes; las condiciones del pacto son el Código de la Alianza. Más de una vez Israel renovó este pacto en señal de penitencia (2 Re 23,1ss; Neh 10,1). Los profetas le invocan contra las transgresiones de Israel (Os 2,8; 6,7; Ez 2,3; Mal 2,10). Jeremías lo da por anulado a causa de las transgresiones del pueblo; mas para ser sustituido por otro nuevo (Jer 31,33ss). Es el pacto de que nos habla Jesucristo al ofrecer el cáliz de su sangre a los discípulos (Mt 26,28).(Volver a Lectura).

  • 9 Aquí cambia un tanto el escenario. Según 24,1, Moisés no sube solo al monte; le acompaña su hermano Arón, Nadab y Abiú, y hasta setenta ancianos de Israel, que nos traen a la memoria los escogidos por Moisés para que le ayuden a llevar la carga del gobierno del pueblo (Núm 11,16ss), distintos de los citados en 18,24.(Volver a Lectura).

  • 12 Aquí parece que tenemos la continuación de 3-8, donde se narra el pacto de Dios con Israel.(Volver a Lectura).

  • 15 Dejados en la falda de la montaña lo acompañantes, Moisés sube arriba, donde permanece por espacio de cuarenta días con sus noches, y recibió de Yavé los planos maravillosos de la organización del culto divino con las instrucciones necesarias para su ejecución (cf. Introducción al Exodo N.8).(Volver a Lectura).



Mandato de construir el tabernáculo

25 1Yavé habló a Moisés, diciendo: 2«Di a los hijos de Israel que me traigan ofrendas; vosotros recibiréis para mí, de cualquiera que de buen corazón las ofrezca. 3He aquí las ofrendas que recibiréis de ellos: oro, plata y bronce; 4púrpura violeta y púrpura escarlata, carmesí; lino fino y pelo de cabra; 5pieles de carnero teñidas de rojo y pieles de tejón, madera de acacia; 6aceite para las lámparas, aromas para el óleo de unción y para el incienso aromático; 7piedras de ónice y otras piedras de engaste para el efod y el pectoral. 8Hazme un santuario, y habitaré en medio de ellos.
9Os ajustaréis a cuanto voy a mostrarte como modelo de santuario y de todos sus utensilios».


El arca, el propiciatorio, los querubines

10Harás un arca de madera de acacia, dos codos y medio de largo, codo y medio de ancho y codo y medio de alto.
11La cubrirás de oro puro, por dentro y por fuera, y en torno de ella pondrás una moldura de oro. 12Fundirás para ella cuatro anillos de oro, que pondrás en los cuatro ángulos, dos de un lado, dos del otro. 13Harás unas barras de madera de acacia, y las cubrirás de oro, 14y las pasarás por los anillos de los lados del arca para que pueda llevarse. 15Las barras quedarán siempre en los anillos y no se sacarán.
16En el arca pondrás el testimonio que yo te daré.
17Harás un propiciatorio de oro puro, de dos codos y medio de largo

Mesa de los panes, según Nácar.


y un codo y medio de ancho. 18Harás dos querubines de oro, de oro batido, a los dos extremos del porpiciatorio, 19uno al uno, otro al otro lado de él. Los dos querubines estarán a los dos extremos. 20Estarán cubriendo cada uno con sus dos alas desde arriba el propiciatorio, de cara el uno al otro, mirando al propiciatorio. 21Pondrás el propiciatorio sobre el arca, encerrando en ella el testimonio que yo te daré. 22 Allí me revelaré a ti, y de sobre el propiciatorio, de en medio de los dos querubines, te comunicaré yo todo cuanto para los hijos de Israel te mandaré.

La mesa

23 Harás de madera de acacia una mesa de dos codos de largo, un codo de ancho y codo y medio de alto: 24la revestirás de oro puro, y harás en ella una moldura de oro todo en derredor. 25Harás también un reborde de un codo de alto en torno, enguirnaldado de oro. 26Le harás también cuatro anillos de oro y los pondrás en los cuatro ángulos, cada uno a su pie 27y por debajo de la moldura de oro, para meter por ellos las barras para llevar la mesa. 28Las barras para llevar la mesa las harás también de madera de acacia, que cubrirás de oro. 29Harás también sus platos, sus navetas, sus copas, sus tazas para las libaciones, 30y tendrás sobre esa mesa perpetuamente ante mí los panes de la proposición.


El candelabro de oro

31Harás un candelabro de oro puro, todo lo harás de oro puro, de oro batido, con su base, su tallo, sus cálices, sus globos y sus lirios saliendo de él. 32Seis brazos saldrán de sus lados, tres del uno y tres del otro. 33Tres cálices, a modo de flores de almendro, tendrá el primer brazo, con sus globos y lirios; tres cálices, a modo de flores de almendro , con sus globos y lirios, el segundo; y lo mismo todos los seis brazos que salen del tallo. 34El tallo llevará cuatro cálices, a modo de flores de almendro, con sus globos y lirios; 35de cada dos brazos saldrá una flor, una sobre los dos inferiores y otra sobre los dos siguientes, y otra sobre los dos superiores. 36Todo hará un solo cuerpo, y todo de oro puro, batido. 37Harás para él siete lámparas, que pondrás sobre el candelabro, para que luzcan de frente. 38Las despabiladeras y la cazoleta donde se apaguen los pabilos cortados serán de oro puro. 39Un talento de oro puro se empleará para hacer el candelabro con todos sus utensilios. 40Mira, y hazlo conforme al modelo que en la montaña se te ha mostrado.

Comentarios del Capítulo 25

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  • 9 Fue, pues construido el tabernáculo y sus utensilios con los despojos de Egipto (12,34). Minas de cobre para el bronce las había en la península del Sinaí, muy conocidas y explotadas por los egipcios.(Volver a Lectura).

  • 22 Estas palabras expresan un hecho fundamentalísimo en la religión mosaica, la habitación de Dios en medio de su pueblo, hecha sensible en el tabernáculo y después en el templo, que la gloria de Dios llena, al inaugurarse. Esta es la principal gloria de Israel ante las naciones: ser el pueblo de Dios y ser Dios el Dios de este pueblo (Dt 4,7).(Volver a Lectura).

  • 23 Las imágenes de la mesa y del candelabro aparecen en el arco de Tito, en roma, entre los trofeos cogidos en Jerusalén por el vencedor. pero, sin duda, no son las que se ordenan fabricar a Moisés, sino otroas de la misma forma.(Volver a Lectura).



La morada o habitáculo

26 1La morada la harás de diez cortinas; de hilo torzal de lino fino, teñido de púrpura violeta, púrpura escarlata y carmesí, entretejido y representando querubines en tejido plumario. 2Cada cortina tendrá veintiocho codos de largo y cuatro codos de ancho; todas las cortinas tendrán las mismas dimensiones. 3Las unirás de cinco de cinco, 4y pondrás lazos de púrpura violeta en el borde de la cortina que

Candelabro de oro, según Nácar.


termina el primer conjunto, y lo mismo en el extremo del segundo. 5Cincuenta lazos en el borde del primero y cincuenta en el borde del segundo, correspondiéndose los lazos los unos a los otros. Pondrás cincuenta anillas en uno de los conjuntos de cortinas y cincuenta en el otro, contrapuestas entre sí. 6Harás cincuenta garfios de oro, y unirás con ellos una cortina a la otra, para que hagan una sola morada. 7Harás también once tapices de pelo de cabra para el tabernáculo, que cubrirá la morada. 8Cada tapiz tendrá treinta codos de largo y cuatro de ancho.

9Los unirás en dos grupos, uno de cinco y el otro de seis, de modo que el sexto tapiz del segundo se doble sobre el frente del tabernáculo. 10Harás cincuenta anillos de bronce, para el borde de uno de los conjuntos, para que pueda unirse al otro, y cincuenta para el borde del otro, para que pueda unirse al primero. 11Harás también cincuenta garfios de bronce, para unir anillos con anillos, de modo que todo haga un solo tabernáculo. 12Lo sobrante de los tapices de la tienda, esto es, la mitad del tapiz sobrante, penderá sobre la parte posterior de la morada; 13un codo de un lado, un codo del otro, que es lo que sobra de lo largo del tabernáculo, se extenderá sobre los lados de la morada, a uno y a otro, para cubrirlos.
14Harás también para el tabernáculo una cubierta de pieles de carnero, teñidas de escarlata, y otra sobre ésta, de pieles de tejón. 15Harás también para la morada tablones de madera de acacia, que pondrás de pie, 16y tendrán cada uno diez codos de largo y codo y medio de ancho. 17En cada uno habrá dos espigas paralelas entre sí. 18De estos tablones, veinte estarán en el lado del austro, hacia el mediodía. 19Harás cuarenta basas de plata para debajo de los veinte tablones, dos basas para debajo de cada tablón, para las dos espigas. 20En el otro lado de la morada que mira al aquilón harás otros veinte tablones 21y cuarenta basas de plata, dos basas para debajo de cada tablón. 22Al lado que mira al occidente pondrás seis tablones, 23y otros dos en cada uno de los ángulos posteriores de la morada, 24unidos ambos de abajo arriba, de modo que cada dos vengan a hacer un tablón angular. 25Son, pues, entre todos ocho tablones con sus dieciséis basas de plata. 26Harás también barras traveseras de madera de acacia, cinco para los tablones de un lado, 27cinco para los del otro y cinco para los tablones de la morada del lado que cierra el fondo a occidente. 28La barra travesera de en medio, que pasará por el medio de los tablones, se extenderá a todo lo largo de cada pared desde el uno al otro extremo. 29Los tablones los recubrirás de oro y harás de oro los anillos en que han de entrar las barras traveseras, y éstas las recubrirás también de oro. 30Toda la morada la harás conforme al modelo que en la montaña te ha sido mostrado.


El velo de separación en la morada

31Haz también un velo de lino torzal, de púrpura violeta, púrpura escarlata y carmesí, entretejido en tejido plumario, figurando querubines. 32Le colgarás de cuatro columnas de madera de acacia recubiertas de oro, provistas de corchetes de oro, y sus cuatro basas de plata. 33Colgarás el velo de los corchetes, y allí, detrás del velo, pondrás el arca del testimonio. El velo servirá para separar el lugar santo del lugar santísimo. 35La mesa la pondrás delante del velo, y frente a la mesa, el candelabro. Este, del lado meridional de la morada; la mesa, del lado del norte.


La cortina para la entrada del habitáculo

36Harás también para la entrada del habitáculo un velo de lino torzal, púrpura violeta, púrpura escarlata y carmesí, entretejido en tejido plumario. 37Para este velo harás cinco columnas de madera de acacia, recubiertas de oro y con corchetes de oro, y fundirás para ellas cinco basas de bronce.


El altar de los holocaustos

27 1Harás un altar de madera de acacia de cinco codos de largo y cinco de ancho, cuadrado, y tres codos de alto. 2A cada uno de sus cuatro ángulos pondrás un cuerno, que saldrá

Atrio con el altar de los holocaustos, según Nácar.


del altar, y lo revestirás de bronce. 3Harás para el altar un vaso para recoger las cenizas, paleta, aspersorios, tenazas e incensario; todos estos utensilios serán de bronce. 4Harás para él una rejilla de bronce en forma de malla, y a los cuatro ángulos de la rejilla pondrás cuatro anillos de bronce. 5La colocarás debajo de la corona del altar, a la mitad de la altura de éste. 6Harás para el altar barras de madera de acacia, y las recubrirás de bronce. 7Pasarán por sus anillas y estarán a ambos lados del altar cuando haya de transportarse. 8Lo harás hueco, en tableros, como en la montaña te ha sido mostrado.

El atrio

9Harás para la morada un atrio. Del lado del mediodía tendrá el atrio cortinas de lino torzal en una extensión de cien codos a lo largo del lado, 10y veinte columnas con sus basas de bronce. Los corchetes de las columnas y sus anillos serán de plata. 11Lo mismo en el lado del norte, tendrá cortinas en un largo de cien codos, y veinte columnas con sus veinte basas de bronce. Los corchetes de las columnas y sus anillos serán de plata. 12Del lado de oriente tendrá también cincuenta codos, 14y en él habrá cortinas, a lo largo de quince codos desde un extremo 15y quince desde el otro, con tres columnas y tres basas en una parte y tres columnas y tres basas en la otra.

16Para la entrada del atrio habrá un velo de veinte codos, de lino torzal en púrpura violeta, púrpura escarlata y carmesí, entretejido en tejido plumario, que colgará de cuatro columnas con sus cuatro basas. 17Todas las columnas que cierran el atrio tendrán corchetes de plata y basas de bronce. 18Será el atrio de cien codos de largo, cincuenta de ancho de ambos lados y cinco de alto, de lino torzal y basas de bronce.
19Todos los utensilios para el servicio de la morada, todos sus clavos y todos los clavos del atrio serán de bronce. 20Manda a los hijos de Israel que traigan aceite de olivas molidas para alimentar continuamente el candelabro. 21En el tabernáculo de la reunión, del lado de acá del velo tendido delante del testimonio, Arón y sus hijos lo prepararán, para que arda de la noche a la mañana en presencia de Yavé. Es ley perpetua para los hijos de Israel de generación en generación.


Las vestiduras sacerdotales

28 1Y tú haz que se acerque Arón, tu hermano, con sus hijos, de en medio de los hijos de Israel, para que sean mis sacerdotes: Arón y Nadab, Abiú, Eleazar e itamar, hijos de Arón.
2Harás a Arón, tu hermano, vestiduras sagradas, para gloria y ornamento. 3Te servirás para ellos de los hombres diestros que ha llenado el espíritu de sabiduría, y ellos harán las vestiduras de Arón, para consagrarle, y que ejerza mi sacerdocio. 4He aquí lo que han de hacer: un pectoral, un efod, una sobretúnica, una túnica a cuadros, una tiara y un ceñidor. 5Se emplearán para ellas oro y telas tejidas en jacinto, púrpura y carmesí, y lino fino.


El efod

6El efod lo harán de oro e hilo torzal de lino, púrpura violeta, púrpura escarlata y carmesí, artísticamente entretejidos. 7Tendrá dos hombreras para unirse la una con la otra banda, dos por extremo, y así se unirán. 8El cinturón que llevará para ceñírselo será del mismo tejido que él, de lino torzal, oro, púrpura violeta, púrpura escarlata y carmesí. 9Toma dos piedras de ónice y graba en ellas los nombres de los hijos de Israel, 10seis de ellos en una y seis en la otra, por el orden de su generación. 11Las tallarás como se tallan las piedras preciosas, y grabarás

Pectoral egipcio. (Museo del Louvre).


los nombres de los hijos de Israel, como se graban los sellos, y las engarzarás en oro, 12y las pondrás en las hombreras del efod, una en cada una, para memoria de los hijos de Israel; y así llevará Arón sus nombres sobre los hombros ante Yavé, para memoria. 13Harás también engarces de oro 14y dos cadenillas de oro puro, a modo de cordón, y las fijarás en los engarces.

El pectoral

15Harás un pectoral del juicio artísticamente trabajado, del mismo tejido del efod, de hilo torzal de lino, oro, púrpura violeta, púrpura escarlata y carmesí. 16Será cuadrado y doble, de un palmo de largo y uno de ancho. 17Lo guarnecerás de pedrería en cuatro filas. En la primera fila pondrás una sardónica, un topacio y una esmeralda; 18en la segunda, un rubí, un zafiro y un diamante; 19en la tercera, un ópalo, un ágata y una amatista; 20y en la cuarta, un crisólito, un ónice y un jaspe. 21Todas estas piedras irán engarzadas en oro, doce en número, según el número de los hijos de Israel; como se graban los sellos, así se grabará en cada una el nombre de una de las doce tribus. 22Harás para el pectoral cadenillas de oro puro, retorcidas a modo de cordón, 23y dos anillos de oro, que pondrás a dos de los extremos del pectoral; 24pasarán los dos cordones de oro por los dos anillos fijados en los extremos del pectoral; 25y fijarás dos extremidades de los cordones a los engarces del pectoral y las otras dos extremidades las unes a los engarces de la parte anterior de las dos piedras de los hombros del efod. 26Harás otros dos anillos de oro, que pondrás a los dos extremos inferiores del pectoral, en el borde interior que se aplica al efod, 27y dos anillos de oro, que pondrás en la parte superior de las hombreras del efod, por delante, cerca de la unión, y por encima del cinturón del efod. 28Se unirá el pectoral por sus anillos a los anillos del efod con una cinta de jacinto, para que quede el pectoral por encima del cinturón del efod, sin poder separarse de él. 29Así, cuando entre Arón en el santuario, llevará sobre su corazón los nombres de los hijos de Israel en el pectoral del juicio, en memoria perpetua ante Yavé. 30 Pondrás también en el pectoral del juicio los urim y tummim, para que estén sobre el corazón de Arón cuando se presente ante Yavé, y lleve así constantemente sobre su corazón ante Yavé el juicio de los hijos de Israel.


La sobretúnica

31La tela de la sobretúnica del efod la harás toda enteriza de jacinto. 32Tendrá en medio una abertura para la cabeza, y esta abertura tendrá todo en torno un refuerzo tejido como el que llevan las orlas de los vestidos para que no se rompan. 33En la parte inferior pondrás granadas de jacinto, de púrpura y de carmesí, alternando con campanillas de oro, todo en derredor; 34una campanilla de oro y una granada sobre la orla de la vestidura, todo en torno. 35Arón se revestirá de ella para su ministerio, para que se haga oír el sonido de las campanillas cuando entre y salga del santuario de Yavé, y no muera.


La diadema

36Harás una lámina de oro puro, y grabarás en ella como se graban los sellos: «Santidad a Yavé». 37La sujetarás con una cinta de jacinto a la tiara por delante. 38Estará sobre la frente de Arón, y Arón llevará las faltas cometidas en todo lo santo que consagren los hijos de Israel en toda suerte de santas ofrendas; estará constantemente sobre la frente de Arón ante Yavé, para que hallen gracia ante él.


La túnica, la tiara y los calzones

39La túnica la harás de lino y una tiara también de lino y un cinturón de varios colores.
40Para los hijos de Arón harás túnicas, cinturones y tiaras, para gloria y ornamento. 41 De estas vestiduras revestirás a Arón, tu hermano, y a sus hijos. Los ungirás, les llenarás las manos y los santificarás, para que me sirvan de sacerdotes. 42Hazles calzones de lino para cubrir su desnudez, que lleguen desde la cintura hasta los muslos. 43Los llevarán Arón y sus hijos cuando entren en el tabernáculo de la reunión y cuando se acerquen al altar para servir en el santuario; así no incurrirán en falta y no morirán. Es ley perpetua ésta para Arón y para sus descendientes después de él.

Comentarios del Capítulo 28

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  • 30 Los urim y los tummim eran el medio de que se servía el sumo sacerdote para consultar a Dios. Como vemos muchas veces, sobre todo en los libros de Samuel, se hacía la consulta proponiendo una alternativa: ¿Haré esto o aquello?, y según salieran de la bolsa urim o tummim se recibía la respuesta (1 Sam 14,40ss; 2 Sam 30,8; 2,1).(Volver a Lectura).

  • 41 «Llenar las manos» significa consagrar, porque al hacerlo les ponía en ellas los dones que debían ofrecer.(Volver a Lectura).



La consagración de los sacerdotes

29 1He aquí lo que has de hacer para consagrar los sacerdotes a mi servicio. Tomarás de entre el ganado un novillo y dos carneros, todos sin mácula; 2panes ácimos, tortas ácimas, amasadas con aceite, y frisuelos ácimos untados en aceite, todo ello hecho de flor de harina de trigo; 3y lo pondrás todo en un cestillo, y lo presentarás así al tiempo de la presentación del novillo y de los dos carneros. 4Haz a Arón y a sus hijos avanzar a la entrada del tabernáculo de la reunión y lávalos con agua. 5Después, tomando las vestiduras, viste a Arón la túnica, la sobretúnica, el efod y el pectoral, y cíñele el efod con el cinturón. 6Pon sobre su cabeza la tiara, y en la tiara la lámina de la santidad. 7Toma el óleo de unciones, derrámalo sobre su cabeza y le unges. 8Haz que se acerquen sus hijos, y les revistes las túnicas, 9los ciñes con los cinturones y les pones las tiaras. A ellos les corresponderá el sacerdocio por ley perpetua. Tú consagrarás a Arón y a sus hijos. 10Trae luego el novillo ante el tabernáculo de la reunión, y Arón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del novillo. 11Degüella el novillo ante Yavé, a la entrada del tabernáculo de la reunión; 12toma la sangre del novillo, y con tu dedo unta de ella los cuernos del altar, y la derramas al pie del altar. 13Toma todo el sebo que cubre las entrañas, la redecilla del hígado y los dos riñones con el sebo que los envuelve, y lo quemas todo en el altar. 14La carne del novillo, la piel y los excrementos los quemarás fuera del campamento. Este es el sacrificio por el pecado.
15Tomarás luego uno de los carneros, y Arón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza de aquél; 16degüella el carnero y riega con su sangre el altar todo en derredor. 17Descuartiza el carnero, y lavando las entrañas y las piernas, las pones sobre los otros trozos y la cabeza, 18y lo quemarás todo sobre el altar. Es el holocausto a Yavé de suave olor; el sacrificio a Yavé por el fuego.
19Toma luego el otro carnero, y Arón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza. 20Degüella el carnero, y tomando su sangre, unta de ella el lóbulo de la oreja derecha de Arón y el lóbulo de la oreja derecha de sus hijos, el pulgar de sus manos derechas y el pulgar de sus pies derechos, y regarás de sangre el altar todo en derredor. 21Toma la sangre que habrá sobre el altar y el óleo de unción, y asperge y unge a Arón y sus vestiduras, y a sus hijos y sus vestiduras, y así será cosagrado él y sus vestiduras, sus hijos y sus vestiduras. 22Toma el sebo del carnero, la cola, el sebo que cubre sus entrañas, la redecilla del hígado, los dos riñones con el sebo que los envuelve y la pierna derecha, pues este carnero es carnero de consagración.

23También el cestillo de ácimos puesto ante Yavé; toma un pan, una torta y un frisuelo, 24y pon todo esto en las palmas de las manos de Arón y de sus hijos, y haz que las agiten como ofrenda agitada ante Yavé. 25Luego los tomarás de sus manos y los quemarás en el altar; encima del holocausto, en suave olor ante Yavé, para ofrecérselo. 26Tomarás el medio pecho del carnero de inauguración que sería de Arón, y lo agitarás como ofrenda agitada ante Yavé; ésa será tu parte. 27Santificarás el otro medio pecho de agitación y la pierna de elevación, que han sido agitados y elevados del carnero de inauguración, lo que cede en favor de Arón y de sus hijos, y ésa será la parte de Arón y de sus hijos. 28Esa será la parte de Arón y sus hijos por ley perpetua que guardarán los hijos de Israel, pues es ofrenda de elevación, y en los sacrificios eucarísticos de los hijos de Israel, la ofrenda de elevación es de Yavé.
29Las vestiduras sagradas que usará Arón serán después de él las de sus hijos; con ellas serán ungidos y con ellas serán consagrados. 30Siete días las llevará el que de sus hijos sea sacerdote en lugar suyo y entre en el tabernáculo de la reunión para ministrar el santuario.
31Tomarás la carne del carnero de inauguración y la harás cocer en lugar santo. 32Arón y sus hijos comerán a la entrada del tabernáculo de la reunión la carne del carnero y los ácimos del cestillo. 33Comerán lo que ha servido para su expiación, para llenarles las manos y consagrarlos. No comerá de ello ningún extraño porque son cosas santas. 34Si algo queda de las carnes de la consagración o de los panes para el día siguiente, lo quemarás y no se comerá, porque es cosa santa.
35Cumplirás respecto de Arón y de sus hijos todo cuanto te he mandado. 36Durante siete días los consagrarás, y cada día ofrecerás el novillo en sacrificio por el pecado sobre el altar, para expiación, y le ungirás y le santificarás. 37Durante siete días expiarás el altar y lo santificarás, y el altar será santísimo y cuanto a él toque será santo.


El holocausto perpetuo

38He aquí lo que sobre el altar ofrecerás: dos corderos primales cada día perpetuamente, 39uno por la mañana, el otro entre dos luces; 40con el primero ofrecerás un décimo de harina de flor, amasado con un cuarto de hin de aceite de oliva machacada y una libación de un cuarto de hin de vino.
41El segundo cordero lo ofrecerás entre dos luces, con una ofrenda y una libación iguales a las de la mañana, en olor de suavidad; 42es sacrificio por el fuego a Yavé, holocausto perpetuo en vuestras generaciones, a la entrada del tabernáculo de la reunión, ante Yavé, allí donde yo me haré presente para hablarte. 43Allí me haré yo presente a los hijos de Israel y será consagrado por mi gloria. 44Yo consagraré el tabernáculo de la reunión y el altar, y consagraré a Arón y a sus hijos para que sean sacerdotes a mi servicio. 45Habitaré en medio de los hijos de Israel y seré su Dios, 46y conocerán que yo, Yavé, soy su Dios, que los he sacado de la tierra de Egipto para habitar entre ellos, yo, Yavé, su Dios.

Comentarios del Capítulo 29

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  • 45 Véase la declaración de esta promesa en Dt 4,7. Este capítulo nos describe muy al detalle todo el ceremonial de la consagración de los sacerdotes con la oblación del primer sacrificio. Más sencillamente, los apóstoles imponían las manos y oraban (Act 6,6; 13,3; I Tim 4,14; 5,22; 2 Tim 1,6).
    Esta presencia de Yavé en medio de su pueblo, de que tanto habla la Ley, es de la mayor importancia en la religión mosaica, y recibe en los profetas y los Salmos una explicación mesiánica, que luego completan los apóstoles con la exposición de los más altos misterios de la revelación evangélica (Ex 25,8; Lev 26,12; I Re 8,27ss; Jer 7,3.7; Ez 43,7.9; Zac 2,11; 8,3; Rom 8,9; 2 Cor3,16; 2 Tim 1,14; Ap 21,3; Jn 1,14).(Volver a Lectura).



El altar de los perfumes

30 1Harás también un altar para quemar en él incienso. Lo harás de madera de acacia, 2de un codo de largo, un codo de ancho, cuadrado, y de dos codos de alto. Sus cuernos harán un cuerpo con él. 3Lo revestirás de oro puro por arriba, por los lados todo en torno y los cuernos, y harás

Altar de los perfumes, según Nácar.


todo en derredor una moldura de oro.
4Harás para él dos anillos de oro para cada dos de sus lados y los pondrás debajo de la moldura a ambos lados, para las barras con que pueda transportarse. 5Las barras serán de madera de acacia y las revestirás de oro. 6Colocarás el altar delante del velo que oculta el arca del testimonio y el propiciatorio que está sobre el testimonio, allí donde yo he de encontrarme contigo. 7Arón quemará en él el incienso; lo quemarás todas las mañanas, al preparar las lámparas, 8y entre dos luces, cuando las ponga en el candelabro. Así se quemará el incienso ante Yavé perpetuamente entre vuestros descendientes. 9No ofreceréis sobre el altar ningún perfume profano, ni holocausto, ni ofrendas, ni derramaréis sobre él ninguna libación.


Medio siclo de la época macabea. (VIGOUROUX Bible Polyglotte).


10Arón hará la expiación sobre los cuernos del altar, una vez por año, con la sangre de la víctima expiatoria; y la expiación la hará una vez por año, de generación en generación. Este altar es santísimo en honor a Yavé.

El rescate de la vida

11Yavé habló a Moisés diciendo: 12 «Cuando enumeres a los hijos de Israel para hacer el censo,

Utensilios en bronce de un templo egipcio. (Museo de Berlín).


cada uno ofrecerá a Yavé un rescate por su vida, para que no sean heridos de plaga alguna al ser empadronados». 13Lo que dará cada uno de los que han de componer el censo será medio siclo del peso del siclo del santuario, que es de veinte gueras: medio siclo será el don a Yavé. 14Todo hombre comprendido en el censo de veinte años para arriba hará ese don a Yavé; 15ni el rico dará más ni el pobre menos del medio siclo para pagar el don a Yavé como rescate de vuestras vidas. 16Tú recibirás de los hijos de Israel este rescate y lo aplicarás al servicio del tabernáculo de la reunión; será para los hijos de Israel memoria ante Yavé en rescate de sus vidas.


La pila de bronce

17Yavé habló a Moisés, diciendo: 18«Haz un pilón de bronce con su base de bronce para las abluciones. Lo pondrás entre el tabernáculo de la reunión y el altar y pondrás agua en él, 19de la que tomarán Arón y sus hijos para lavarse las manos y los pies. 20Con este agua se lavarán, para que no mueran, cuando entren en el tabernáculo de la reunión, cuando se acerquen al altar para el ministerio, para quemar un sacrificio a Yavé. 21Se lavarán pies y manos, y así no morirán. Esta será ley perpetua para ellos, para Arón y su descendencia de generación en generación».


El óleo de unción y el timiama

22Yavé habló a Moisés, diciendo: 23«Toma aromas: quinientos siclos de mirra de primera; la mitad, es decir, doscientos cincuenta siclos, de cinamomo aromático, y doscientos cincuenta siclos de caña aromática; 24quinientos siclos de casia, según el peso del siclo del santuario, y un hin de aceite de oliva. 25Con esto harás un aceite para la unción sagrada y un perfume compuesto con arreglo al arte de la perfumería, que será el óleo para la unción sagrada. 26Con él ungirás el tabernáculo de la reunión, el arca del testimonio, 27la mesa, con todos sus utensilios; el altar del incienso, 28el altar de los holocaustos, con sus utensilios, y el pilón con su base. 29Así los consagrarán, y serán santísimos; cuanto los tocare será santo. 30Con él ungirás a Arón y a sus hijos y los consagrarás para mi servicio como sacerdotes. 31Hablarás así a los hijos de Israel; ése será el óleo de la unción sagrada para mí de generación en generación. 32No se derramará sobre cuerpo de hombre alguno ni haréis parecido a él de la misma composición; será cosa sagrada, y como cosa sagrada lo miraréis. 33Cualquiera que haga otro semejante o de él diere a un profano, será borrado de en medio de mi pueblo».


34Yavé dijo a Moisés: «Toma aromas: estacte, uña aromática, gálbano e incienso purísimo. Aromas e incienso entrarán por cantidades iguales, 35y harás con ellos el timiama, compuesto según el arte de la perfumería, salado, puro, santo. 36Lo pulverizarás y lo pondrás delante del testimonio en el tabernáculo de la reunión, donde he de encontrarme yo contigo. Será para vosotros cosa santísima el perfume que hagas, 37y nadie hará para sí otro de la misma composición; lo mirarás como cosa sagrada, perteneciente a Yavé. 38Cualquiera que haga otro semejante para aspirar su aroma será borrado de en medio de mi pueblo».

Comentarios del Capítulo 30

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  • 12 Era creencia común entre los antiguos que no podían contarse las personas sin exponerlas a la muerte. El texto parece acomodarse a esta preocupación (cf. 2 Sam 24,15).(Volver a Lectura).



Los artífices dedicados a la obra

31 1Yavé habló a Moisés, diciendo: 2«Sabrás que yo llamo por su nombre a Besalel, hijo de Uri, hijo de Jur, de la tribu de Judá. 3Le he llenado del espíritu de Dios, de sabiduría, de entendimiento y de saber para toda clase de obras, para toda suerte de manufacturas, 4para proyectar, para labrar el oro, la plata y el bronce; 5para tallar piedras y engastarlas, para tallar la madera y ejecutar trabajos de toda suerte. 6Le asocio Odolías, hijo de Ajisamec, de la tribu de Dan. He puesto la sabiduría en el corazón de todos los hombres hábiles para que ejecuten todo lo que te he mandado hacer: 7el tabernáculo de la reunión, el arca del testimonio, el propiciatorio de encima y todos los muebles del tabernáculo; 8la mesa con sus utensilios; el candelabro de oro con sus utensilios; el altar de los perfumes; 9el altar de los holocaustos con sus utensilios; la pila con su base; 10las vestiduras sagradas para Arón y sus hijos, para ejercer los ministerios sacerdotales; 11el óleo de unción y el timiama aromático para el santuario. Cuanto yo te he mandado hacer, ellos lo harán».

Renovación de la ley del sábado

12Yavé habló a Moisés diciendo: 13«Habla a los hijos de Israel y diles: No dejéis de guardar mis sábados, porque el sábado es entre mí y vosotros una señal para vuestras generaciones, para que sepáis que soy yo, Yavé, el que os santifico. 14Guardaréis el sábado, porque es cosa santa para vosotros. El que lo profane será castigado con la muerte; el que en él trabaje será borrado de en medio de su pueblo. 15Se trabajará seis días, pero el día séptimo será día de descanso completo, dedicado a Yavé. El que trabaje en sábado será castigado con la muerte. 16Los hijos de Israel guardarán el sábado y lo celebrarán por sus generaciones, ellos y sus descendientes, como alianza perpetua; 17será entre mí y ellos una señal perpetua, pues en seis días hizo Yavé los cielos y la tierra, y el séptimo día cesó en su obra y descansó».
18Cuando hubo acabado Yavé de hablar a Moisés en la montaña del Sinaí, le dio las dos tablas del testimonio, tablas de piedra, escritas por el dedo de Dios.

Comentarios del Capítulo 31

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  • 18 Con el texto parece indicar la diferencia entre los diez mandamientos fundamentales de la Ley, promulgados por Dios tan solemnemente en el Sinaí, y las otras leyes promulgadas por Moisés con menos solemnidad.(Volver a Lectura).



El becerro de oro

32 1El pueblo, viendo que Moisés tardaba en bajar de la montaña, se reunió en torno de Arón y le dijo: «Anda, haznos un dios que vaya delante de nosotros. Porque ese Moisés, ese hombre que nos ha sacado de Egipto, no sabemos qué ha sido de él». 2 Arón les dijo: «Arrancad los arillos de oro que tengan en las orejas vuestras mujeres, vuestros hijos y vuestras hijas, y traédmelos».


Júpiter Doliqueno, asimilado a Hadad Ramman, el Júpiter Tonante de los semitas.


3Todos se quitaron los arillos de oro que llevaban en las orejas y se los trajeron a Arón. 4El los recibió de sus manos, hizo un molde y en él un becerro fundido, y ellos dijeron: «Israel, ahí tienes a tu Dios, el que te ha sacado de la tierra de Egipto». 5 Al ver esto Arón, alzó un altar ante la imagen y clamó: «Mañana habrá fiesta en honor de Yavé». 6 Al día siguiente, levantándose de mañana, ofrecieron holocaustos y sacrificios eucarísticos, y el pueblo se sentó luego a comer y beber y se levantaron para danzar.


7Yavé dijo entonces a moisés: «Ve, baja, que tu pueblo, el que tú has sacado de la tierra de Egipto, ha prevaricado. 8Bien pronto se han desviado del camino que les prescribí. Se han hecho un becerro fundido y se han prosternado ante él, diciendo: Israel, ahí tienes a tu Dios, el que te ha sacado de la tierra de Egipto». 9Yavé dijo a Moisés: «Ya veo que este pueblo es un pueblo de cerviz dura. 10 Déjame, pues, que se desfogue contra ellos mi cólera y los consuma. Yo te haré a ti una gran nación». 11Moisés imploró a Yavé, su Dios, y le dijo: «¿Por qué, ¡oh Yavé!, vas a desfogar tu cólera contra tu pueblo, que sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y brazo fuerte? 12¿Por qué habrán de poder decir los egipcios: Para mal suyo los sacó de la tierra de Egipto, para hacerlos perecer en las montañas y para exterminarlos de sobre la tierra? Apaga tu cólera y perdona la iniquidad de tu pueblo. 13Acuérdate de Abraham, Isaac y Jacob, tus siervos, a los cuales, jurando por tu nombre, dijiste: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda la tierra de que os he hablado se la daré a nuestros descendientes en eterna posesión». 14Y se arrepintió Yavé del mal que había dicho haría a su pueblo.

15Volvióse Moisés y bajó de la montaña, llevando en sus manos las dos tablas del testimonio, que estaban escritas de ambos lados, por una y otra cara. 16Eran obra de Dios, lo mismo que la escritura grabada sobre las tablas.


17Josué oyó el ruido que el pueblo hacía lanzando gritos, y dijo a Moisés: «En el campamento resuena ruido de batalla». 18Moisés respondió: «No son gritos de victoria ni gritos de derrota; voces de algazara son las que oigo». 19Cuando estuvo cerca del campamento, vio el becerro y las danzas; y encendido de cólera, tiró las tablas y las rompió al pie de la montaña. 20Tomó el becerro que habían hecho y lo quemó, desmenuzándolo hasta reducirlo a ceniza, que mezcló con agua, haciéndosela beber a los hijos de Israel.
21Moisés dijo a Arón: «¿Qué te ha hecho este pueblo para que tú hayas echado sobre él tan gran pecado?» 22Arón respondió: «Que no se encienda la cólera de mi señor. Tú mismo sabes cuán inclinado al mal es este pueblo. 23Me dijeron: Haznos un dios que marche delante de nosotros por que ese Moisés, ese hombre que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué ha sido de él. 24Yo les dije: Que los que tienen oro se despojen de él. Me lo dieron, lo eché al fuego, y de él salió ese becerro».
25Moisés, viendo que el pueblo estaba sin freno, pues se lo había quitado Arón, haciéndole objeto de burla para sus adversarios, 26se puso a la entrada del campamento y gritó: «¡A mí los de Yavé!» Y todos los hijos de Leví se reunieron en torno de él. 27El les dijo: «Así habla Yavé, Dios de Israel: Cíñase cada uno su espada sobre su muslo, pasad y repasad el campamento de la una a la otra puerta y mate cada uno a su hermano, a su amigo, a su deudo». 28Hicieron los hijos de Leví lo que mandaba Moisés, y perecieron aquél día unos tres mil del pueblo. 29 Moisés les dijo: «Hoy os habéis consagrado a Yavé, haciéndole cada uno oblación del hijo y del hermano; por ello recibiréis hoy bendición».


Intercesión de Moisés por el pueblo

30 Al día siguiente dijo Moisés al pueblo: «Habéis cometido un gran pecado. Yo ahora voy a subir a Yavé, a ver si os alcanzo el perdón». 31Volvióse Moisés a Yavé y le dijo: «¡Oh, este pueblo ha cometido un gran pecado! Se han hecho un dios de oro. 32Pero perdónales su pecado, o bórrame de tu libro, del que tú tienes escrito». 33Yavé dijo a Moisés: «Al que ha pecado contra mí es al que borraré de mi libro. 34Ve ahora y conduce al pueblo adonde yo te he dicho. Mi ángel marchará delante de ti, pero cuando llegue el día de mi visitación, yo los castigaré por su pecado». 35Y castigó Yavé al pueblo por el becerro de oro que les había hecho Arón.

Comentarios del Capítulo 32

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  • 2 El texto sagrado en todo este relato muestra no poca ironía, como es muy frrecuente en la biblia cuando de los ídolos se trata. Arón toma las joyas, las funde en un molde y sale un dios; luego Moisés lo redujo a polvo, lo echó en agua y se lo dio a beber al pueblo. Tal era el dios que Israel había adorado.(Volver a Lectura).

  • 5 Era aquella una fiesta en honor del mismo Yavé. Esto nos da la clave para interpretar el episodio. el pueblo sin Moisés y sin una imagen sensible de su Dios se siente desamparado. Arón les da una imagen de Yavé, y con ella ya sienten a Dios cerca de sí. Los semitas veneraban a Adad Ramman, el dios de las taormentas, que reprresentaban por el toro. Parece que aquí a su dios le asimilaron a Adad, bajo la influencia de la teofanía pasada, contra el segundo precepto del Decálogo.(Volver a Lectura).

  • 6 Los sacrificios eucarísticos o pacíficos llevaban consigo el banquete de comunión con las carnes de las víctimas sacrificadas. Las danzas tenían un carácter religioso y ritual, como están en uso todavía hoy en algunos pueblos de España. Este verso se lee a la letra en Dt 9,13.(Volver a Lectura).

  • 10 Dios se siente cohibido por la oración de Moisés y le pide licencia para obrar con plena libertad.(Volver a Lectura).

  • 29 La tribu de Leví, con este acto de celo por la causa del culto de Yavé y este acto de justicia (Ex 20,4; Lev 26,1; Dt 4,15; 27,15), se ha merecido la dignidad del sacerdocio como Finés el pontificado (Núm 25,11ss).(Volver a Lectura).

  • 30 Moisés no sólo es el caudillo de Israel: es su intercesor ante Dios en todas las prevaricacionees del pueblo. Como después San Pablo (Rom 9,3), ofrece su vida por alcanzar la gracia para Israel. La respuesta de Dios no es clara. Si por una parte parece acceder a la súplica de su profeta, por otra parece reservar su justicia para más adelante.(Volver a Lectura).



Orden de partida

33 1 Habló Yavé a Moisés y le dijo: «Anda, subid ya de aquí, tú y el pueblo que has sacado de Egipto, e id hacia la tierra que con juramento prometí yo a Abraham, a Isaac y Jacob, diciendo: A tu descendencia se la daré. 2Yo mandaré delante de ti un ángel que arrojará al cananeo, al amorreo, al jeteo, al fereceo, al jeveo y al jebuseo. 3Sube a la tierra que mana leche y miel, pero ya no subiré en medio de ti, porque eres un pueblo de dura cerviz, no sea que te destruya en el camino». 4Al oír estas duras palabras, el pueblo se acongojó y ya nadie se vistió sus galas. 5 Entonces dijo Yavé a Moisés: «Di a los hijos de Israel: Sois un pueblo de dura cerviz; si un solo instante subiera con vosotros, os aniquilaría. Depón, pues, tus galas, y ya sabré yo lo que he de hacer». 6Los hijos de Israel se despojaron de sus galas a partir del monte Horeb.

7Moisés tomaba la tienda y la ponía fuera del campamento, a alguna distancia; le dio el nombre de tienda de reunión, y todo el que buscaba a Yavé iba a la tienda de reunión, que estaba fuera del campamento. 8Cuando Moisés se dirigía a la tienda, se levantaba el pueblo todo, estándose todos a la puerta de sus tiendas, y seguían con sus ojos a Moisés, hasta que éste entraba en la tienda.

9Una vez que entraba en ella Moisés, bajaba la columna de nube, y se paraba a la entrada de la tienda, y Yavé hablaba con Moisés. 10Todo el pueblo, al ver la columna de nube parada ante la entrada de la tienda, se alzaba, y se prosternaba a la entrada de sus tiendas.

11 Yavé hablaba a Moisés cara a cara, como habla un hombre a su amigo. Luego volvía Moisés al campamento, pero su ministro, el joven Josué, hijo de Num, no se apartaba de la tienda.
12Moisés dijo a Yavé: «Tú me dices: Haz subir a este pueblo, pero no me das a saber a quién mandarás conmigo, a pesar de que me has dicho: Te conozco por tu nombre y has hallado gracia a mis ojos. 13Si, pues, en verdad he hallado gracia a tus ojos, dame a conocer el camino, para que yo, conociéndolo, vea que he hallado gracia a tus ojos. Considera que este pueblo es tu pueblo». 14Yavé le respondió: «Iré yo mismo contigo y te daré descanso». 15Moisés añadió: «Si no vienes tú delante, no nos saques de este lugar, 16pues ¿en qué vamos a conocer yo y tu pueblo que hemos hallado gracia a tus ojos sino en que marches con nosotros, y nos gloriemos yo y tu pueblo entre todos los pueblos que habitan sobre la tierra?» 17Dijo Yavé a Moisés: «También a eso que me pides accedo, pues has hallado gracia a mis ojos, y te conozco por tu nombre». 18Moisés le dijo: «Muéstrame tu gloria», 19 y Yavé respondió: «Yo haré pasar ante ti toda mi bondad y pronunciaré ante ti mi nombre, Yavé, pues yo hago gracia a quien hago gracia y tengo misericordia de quien tengo misericordia; 20pero mi faz no podrás verla, porque no puede hombre verla y vivir». 21 Y añadió Yavé: «He aquí un lugar cerca de mí; tú te pondrás sobre la roca. 22Cuando pase mi gloria, yo te pondré en la hendidura de la roca y te cubriré con mi mano mientras paso; 23luego retiraré mi mano, y me verás las espaldas, pero mi faz no la verás».

Comentarios del Capítulo 33

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  • 1 El tono del texto es irónico. Dios, conforme a 32,34, manda a Moisés que saque a su pueblo: el de él. Un ángel los acompañará. Yavé no quiere ir, porque se vería obligado a aniquilarlo. La repetición de lo de no vestirse de galas parece suponer alguna incorrección del texto. La supresión de ellas desde Horeb parece una señal de penitencia o duelo por el pecado del becerro de oro.(Volver a Lectura).

  • 5 Las postreras palabras del v.5 hacen presagiar el castigo impuesto en Núm 14,24-38.(Volver a Lectura).

  • 11 No es esta tienda la de Moisés, es más bien una tienda sagrada, como un templo móvil, en la cual Dios se comunicaba con su profeta. Moisés la pone al cuidado de su ayudante Josué. Los v.8-11 no miran sólo a este caso, sino a lo que de ordinario hacía Dios con su profeta.(Volver a Lectura).

  • 19 Las palabras del v. 19 «pues yo hago gracia» etc., están llenas de misterio. Quieren decir que Dios no hace gracia alguna sino por el amor de sí mismo, por su ingénita bondad y misericordia. San Pablo trae este texto para explicarnos el misterio de nuestra predestinación, que no tiene razón en los méritos del hombre, sino en la bondad de Dios (Rom 8,15). Esta idea la repiten en otra forma los profetas cuando, anunciando la vuelta de Israel del destierro y su restauración en la patria, insisten en que no por los méritos del pueblo, sino por el nombre de Yavé, por su misericordia, hará el Señor esta grande obra (Is 37,32; 48,9; Jer 14,7; Ez 20,14.22; 36,21ss). Los LXX leen, en vez de «toda mi bondad», «mi gloria», conforme a los v. 18 y 21.(Volver a Lectura).

  • 21 Discurso muy humano para expresar cosa tan divina acerca de Yavé como el dejarse ver de Moisés sin permitirle ver la cara. Santo Tomás pone a Moisés a la cabeza de los profetas por las altas revelaciones que recibió sobre la naturaleza de Dios, y es en estos capítulos donde esto se deja ver mejor (Suma Teológica 2-2 q.174 a.4).(Volver a Lectura).



Moisés, de nuevo en la cima del Sinaí

34 1Yavé dijo a Moisés: «Haz dos tablas de piedra como las primeras y escribiré en ellas lo que tenían las primeras que rompiste, 2y está pronto para mañana subir temprano al monte Sinaí y presentarte a mí en la cumbre de la montaña. 3Que no suba nadie contigo, ni parezca nadie en ninguna parte de la montaña, ni oveja ni buey paste junto a la montaña». 4Moisés talló dos piedras como las dos primeras, y, levantándose muy temprano, subió a la montaña del Sinaí, como se lo había mandado Yavé, llevando en sus manos las dos tablas de piedra.
5Yavé descendió en la nube, y poniéndose (Moisés) allí junto a El, invocó el nombre de Yavé, 6 y mientras pasaba Yavé delante de él, exclamó: «¡Yavé, Yavé!, Dios misericordioso y clemente, tardo a la ira, rico en misericordia y fiel, 7que mantiene su gracia por mil generaciones y perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, pero no los deja impunes, y castiga la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación». 8Moisés se echó en seguida a tierra, y prosternándose, 9dijo: «Señor, si he hallado gracia a tus ojos, dígnate, Señor, marchar en medio de nosotros, porque este pueblo es de dura cerviz; perdona nuestras iniquidades y nuestros pecados y tómanos por heredad tuya».


Telar egipcio. (Sepulcro de Beni-Hassan)


10 Yavé respondió: «Mira, voy a pactar alianza. Yo haré ante todo tu pueblo prodigios cuales no se han hecho jamás en ninguna tierra ni en ninguna nación, para que el pueblo que te rodea vea la obra de Yavé, porque he de hacer cosas terribles. 11Atiende bien a lo que te mando hoy: Yo arrojaré de ante ti al amorreo, al cananeo, al jeteo, al fereceo, al jeveo y al jebuseo. 12Guárdate de pactar con los habitantes de la tierra contra la cual vas, pues sería para vosotros la ruina. 13 Derribad sus altares, romped sus cipos y destrozad sus aseras. 14No adores otro Dios que a mí, porque Yavé se llama celoso, es un Dios celoso. 15No pactes con los habitantes de esa tierra, no sea que al prostituirse ellos ante sus dioses, ofreciéndoles sacrificios, te inviten, y comas de sus sacrificios, 16y tomes a sus hijas para tus hijos, y sus hijas, al prostituirse ante sus dioses, arrastren a tus hijos a prostituirse también ellos ante sus dioses.
18Guardarás la fiesta de los ácimos, durante siete días comerás pan ácimo, como te lo he mandado, en el tiempo señalado, en el mes Abib, pues en este mes saliste de Egipto.
19Todo primogénito es mío. Y todo primogénito macho de los bueyes y de las ovejas, mío es. 20El primogénito del asno lo redimirás con una oveja, y si no redimes a precio, le desnucarás. Redimirás al primogénito de tus hijos, y no te presentarás ante mí con las manos vacías.
21Seis días trabajarás; el séptimo descansarás; no ararás en él ni recolectarás.
22Celebrarás la fiesta de las semanas, la de las primicias de la recolección del trigo y la solemnidad de la recolección al fin del año.
23Tres veces al año se prosternarán ante el Señor, Yavé, Dios de Israel, todos los varones; 24pues Yo arrojaré de ante ti a las gentes y dilataré tus fronteras, y nadie insidiará tu tierra mientras subas para presentarte ante Yavé, tu Dios, tres veces al año.
25No asociarás a pan fermentado la sangre de la víctima, y el sacrificio de la fiesta de la Pascua no la guardarás durante la noche hasta el siguiente día.
26Llevarás a la casa de Yavé, tu Dios, las primicias de los frutos de tu suelo.
No cocerás un cabrito en la leche de su madre».

27Yavé dijo a Moisés: «Escribe estas palabras, según las cuales hago alianza contigo y con Israel».
28Estuvo Moisés allí cuarenta días y cuarenta noches, sin comer y sin beber, y escribió Yavé en las tablas los diez Mandamientos de la Ley. 29 Cuando bajó Moisés de la montaña del Sinaí traía en sus manos las dos tablas del testimonio, y no sabía que su faz se había hecho radiante desde que había estado hablando con Yavé.



Fundición egipcia. (Tebas)


30Arón y todos los hijos de Israel, al ver cómo resplandecía la faz de Moisés, tuvieron miedo de acercarse a él. 31Llamólos Moisés, y Arón y los jefes de la asamblea volvieron y se acercaron, y él les habló. 32Acercáronse luego todos los hijos de Israel, y él les comunicó todo lo que le había mandado Yavé en la montaña del Sinaí. 33Cuando Moisés hubo acabado de hablar, se puso un velo sobre el rostro. 34Al entrar Moisés ante Yavé para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía; después salía para decir a los hijos de Israel lo que se le había mandado. 35Los hijos de Israel veían la radiante faz de Moisés, y Moisés volvía después a cubrir su rostro con el velo hasta que entraba de nuevo a hablar con Yavé.

Comentarios del Capítulo 34

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  • 6 En cumplimiento de lo dicho en 33,19ss, Yavé pasa por delante de Moisés, y al pasar pronuncia su nombre y lo explica por estos atributos: la bondad, la clemencia y misericordia eterna de Dios, y la justicia en castigar los pecados. Yavé, pues, revela su nombre en su providencia, que viene a ser el ejercicio de estos dos atributos suyos: Quoniam in aeternum misericordiae eius (Porque su misericordia es para siempre). No cabe la menor duda de que este pasaje es la declaración de 3,14, y que, por consiguiente, el nombre divino de Yavé, en su sentido histórico literal, significa la presencia de Dios en medio de su pueblo y su asistencia continua para ejercer la justicia si el pueblo obra mal, y la misericordia, si se mantiene fiel a Dios (cf. Núm 14,17ss). Si Santo Tomás dice que en las palabras de San Pablo: Quod inquirentibus se remunerator sit (Que es galardonador de los que preguntan), se halla encerrada toda la obra de la divina Providencia en orden a la salvación de los hombres, no menos podemos decir del nombre de Yavé interpretado en la forma en que aquí lo hace Dios mismo.(Volver a Lectura).

  • 10 Esta alianza no es otra que la del capítulo 24, cuyas condiciones se repiten en forma más breve, aunque insistiendo más en la destrucción de los cultos cananeos y en evitar las alianzas con ellos.(Volver a Lectura).

  • 13 Grupos de troncos de árboles, con el arranque de algunas ramas, que simbolizan un bosque, símbolo a su vez de astarté, diosa de la fecundidad (cf. del grabado de I Re 13).(Volver a Lectura).

  • 29 La significación de este fenómeno es manifiesta. Moisés había permanecido cuarenta días en la montaña envuelto en la gloria de Dios, hablando con él. Era muy natural que se le pegase algo de esa gloria. El pueblo no puede mirarle, porque no tiene los ojos sanos para ver la gloria del Señor. Aun atenuada en Moisés, necesita velarse. Según San Pablo, Israel, enfermo por sus sentimientos carnales, no es capaz de entender los misterios del reino de Dios o de Cristo al desnudo. Sólo puede soportarlos envueltos en las formas materiales de la ley mosaica (2 Cor 3,13).(Volver a Lectura).



Ofrenda para la construcción del tabernáculo

35 1 Convocó Moisés la asamblea de todo Israel y les dijo: «He aquí lo que Yavé ha mandado hacer: 2seis días trabajaréis, pero el séptimo será para vosotros santo, día de descanso, consagrado a Yavé. El que en ese día haga un trabajo cualquiera, será castigado con la muerte. 3El sábado no encenderéis la lumbre en ninguna de vuestras moradas». 4Moisés habló a toda la asamblea de los hijos de Israel, y les dijo: «He aquí lo que ha mandado Yavé: 5Tomad de vuestros bienes para hacer ofrenda a Yavé. Ofrezcan todos voluntariamente una ofrenda de oro, plata, bronce, 6jacinto, púrpura, carmesí, lino, pelo de cabra, 7pieles de carnero teñidas de jacinto, madera de acacia, 8aceite para el candelabro, aromas para el óleo de unción y para el timiama, 9piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y el pectoral. 10Cuantos de vosotros seáis hábiles, vengan para ejecutar todo lo que Yavé ha mandado: 11el habitáculo, con su tabernáculo, su cubierta, sus anillos, sus tablones, sus travesaños, sus columnas y sus basas; 12el arca y sus barras; el propiciatorio y el velo de separación; 13la mesa, con sus barras y los panes de la proposición; 14el candelabro, con sus utensilios, sus lámparas y el aceite para el candelabro; 15el altar del timiama y sus barras; el óleo de unción y el timiama aromático; la cortina de la puerta de entrada al habitáculo; 16el altar de los holocaustos, su rejilla de bronce, sus barras y todos sus utensilios; la pila y su base; 17las cortinas del atrio, sus columnas, sus basas y la cortina para la puerta del atrio; 18los clavos del habitáculo y del atrio y sus cuerdas; 19las vestiduras sagradas para el servicio del santuario, las vestiduras sagradas para el sacerdote Arón, y las vestiduras de sus hijos para los ministerios sacerdotales».

20Una vez que la asamblea de Israel salió de la presencia de Moisés, vinieron todos los de corazón generoso 21y todos aquellos a quienes impulsaba su ánimo a ofrecer dones a Yavé para la obra del tabernáculo del testimonio y todo cuanto para el culto y las vestiduras sagradas era necesario. 22Vinieron hombres y mujeres, y todos los de ánimo dispuesto ofrecieron pendientes, arillos, anillos, cadenas, brazaletes y toda suerte de objetos de oro, presentando cada uno la ofrenda de oro que dedicaba a Yavé. 23Cuantos tenían jacinto, púrpura, carmesí, lino, pelo de cabra y pieles de carnero teñidas de rojo y pieles de tejón, las trajeron. 24Los que tenían plata o bronce se lo trajeron a Yavé. Lo mismo hicieron los que tenían madera de acacia para los objetos destinados al culto. 25Todas las mujeres que tenían habilidad para ello hilaron con sus manos lino, y trajeron su labor, el jacinto, la púrpura, el carmesí y el lino. 26 Todas las mujeres bien dispuestas y que tenían habilidad para ello hilaron pelo de cabra. 27Los principales del pueblo trajeron piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y el pectoral; 28aromas y aceite para el candelabro, para el óleo de unción y para el timiama. 29Todos los hijos de Israel, hombres y mujeres, de corazón bien dispuesto para contribuir a la obra que Yavé había mandado hacer a Moisés, trajeron a Yavé ofrendas voluntarias.


Los artistas

30Moisés dijo a los hijos de Israel: «Sabed que Yavé ha elegido a Besalel, hijo de Uri, hijo de Jur, de la tribu de Judá. 31El le ha llenado del espíritu de Dios, de sabiduría, de entendimiento y de saber para toda suerte de obras, 32para proyectar, para trabajar el oro, la plata y el bronce 33para grabar piedras y engastarlas, para tallar la madera y hacer toda clase de obras de arte. 34El ha puesto en su corazón el don de enseñanza, así como en el de Oliab, hijo de Ajisamec, de la tribu de Dan. 35Los ha llenado de inteligencia para ejecutar toda obra de escultura de arte, para tejer en diversos dibujos el jacinto, la púrpura, el carmesí y el lino; para ejecutar toda suerte de trabajos y para proyectar combinaciones».

Comentarios del Capítulo 35

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  • 1 El autor sagrado muestra empeño en poner de relieve la devoción del pueblo por el tabernáculo. Igual que en I Par 29,6ss, se pondera su concurso para edificar el templo.(Volver a Lectura).



36 1Besalel, Oliab y todos los hombres hábiles, en cuyo corazón había puesto Yavé inteligencia y se sentían impulsados en su corazón para trabajar en esta obra, hicieron lo destinado al servicio del santuario como Dios se lo había mandado a Moisés. 2Llamó Moisés a Besalel y Oliab y a todos los hombres hábiles a quienes había dado Yavé entendimiento y corazón dispuesto a ponerse a la obra para realizarla, 3y ellos tomaron de Moisés los dones que los hijos de Israel habían traído para ejecutar las obras destinadas al servicio del santuario, y cada mañana seguía el pueblo trayendo a Moisés sus voluntarias ofrendas. 4Pero un día los que hacían las obras para el santuario dejaron el trabajo 5y Moisés hizo publicar en el campamento que ninguno, hombre ni mujer, trajera ya más dones para el santuario, y se impidió al pueblo traer más. 7Lo reunido bastaba y sobraba para todo lo que había de hacerse.


Construcción del tabernáculo

8Los hombres hábiles, de los que trabajaban en la obra, hicieron el habitáculo de diez cortinas de hilo torzal, de lino, jacinto, púrpura y carmesí, con querubines, en un artístico tejido. 9El largo de cada cortina era de veintiocho codos, y el ancho, de cuatro, todas de las mismas medidas. 10Uniéronse cinco de estas cortinas en un conjunto y cinco en otro. 11Se pusieron los lazos de jacinto al borde de la cortina que terminaba el primer conjunto, y lo mismo se hizo al borde de la última cortina del segundo. 12Cincuenta lazos para la primera cortina y otros cincuenta para el borde de la última del segundo conjunto; correspondiéndose los lazos unos con otros. 13Se hicieron cincuenta garfios de oro, con los que se unían unas a otras las cortinas, de modo que el habitáculo hiciera un solo todo. 14Se hicieron los tapices de pelo de cabra, para servir de tabernáculo sobre el habitáculo; 15cada uno de treinta codos de largo y cuatro de ancho; todos de la misma medida.


Taller de carpintería egipcio. (Biblia de Montserrat).


16Se unieron estos tapices, cinco en una parte y seis en otra. 17Se pusieron cincuenta lazos en el borde de la cortina que terminaba una parte y cincuenta en el borde de la que terminaba la otra, 18y cincuenta garfios de bronce para unir las cortinas, de modo que formasen un todo. 19Se hizo para el tabernáculo una cubierta de pieles de tejón teñidas de rojo, y encima otra de pieles de carnero teñidas de jacinto.
20Hiciéronse los tablones para el habitáculo; eran de madera de acacia, para ponerse de pie: 21cada uno de diez codos de largo y codo y medio de ancho. 22cada tablón tenía dos espigas, cerca una de otra, y así se hicieron todos los tablones del habitáculo. 23Se hicieron veinte tablones para el habitáculo para el costado del medio día, a la derecha. 24Se pusieron las cuarenta basas de plata debajo de los veinte tablones, dos para cada una, para sus dos espigas. 25Para el segundo costado, el del norte, se hicieron otros veinte tablones 26con sus cuarenta basas de plata, dos para debajo de cada uno. 27Se hicieron seis tablones para el fondo del habitáculo, al lado de occidente, 28y dos para los ángulos del habitáculo en el fondo: 29eran dobles desde la basa hasta arriba, junto al primer anillo; así se hicieron estos tablones para los dos ángulos. 30Había, pues, ocho tablones con dieciséis basas, dos bajo cada tablón. 31Se hicieron cinco travesaños de madera de acacia para los tablones de un costado del habitáculo, 32cinco para los del otro costado y cinco para los del fondo del lado de occidente. 33El travesaño de en medio se extendía a todo lo largo de los tablones del uno al otro extremo. 34Se revistieron de oro los tablones, y se hicieron de oro los anillos por donde pasaban las barras traveseras, y se revistieron éstas de oro. 35Se hizo el velo de jacinto, púrpura, carmesí e hilo de lino torzal, con querubines trazados en un artístico tejido. 36Se hicieron para él cuatro columnas de madera de acacia revestidas de oro, con garfios de oro, y se fundieron para ellas cuatro basas de plata.
37Se hizo para la entrada del tabernáculo un velo de jacinto, púrpura, carmesí e hilo torzal, en tejido de vario dibujo. 38Se hicieron para este velo cinco columnas con sus garfios, revistiendo de oro los capiteles y los anillos, siendo de bronce las cinco basas.


El arca y la mesa de los panes

37 1Besalel hizo el arca de madera de acacia, de dos codos y medio de largo y uno y medio de ancho y uno y medio de alto. 2La revistió de oro puro por dentro y por fuera e hizo en ella una moldura todo en derredor. 3Fundió para ella cuatro anillos de oro, poniéndolos a sus pies, dos a un lado y dos al otro. 4Hizo las barras de acacia, y las revistió de oro 5y pasó las barras por los anillos de los lados para poder llevarla. 6Hizo el propiciatorio de oro puro, de dos codos y medio de largo y codo y medio de ancho; 7y los dos querubines de oro, de oro batido, haciendo un cuerpo con los dos extremos del propiciatorio; 8y los dos querubines salían del propiciatorio mismo en sus dos extremos; 9tenían las alas desplegadas hacia lo alto y cubrían con ellas el propiciatorio, de cara el uno al otro y con el rostro vuelto hacia el propiciatorio. 10Hizo la mesa de madera de acacia, de dos codos y medio de largo, un codo de ancho y codo y medio de alto. 11La revistió de oro puro e hizo la moldura todo en derredor. 12Hizo el reborde de oro, de un codo de alto, y en él una moldura de oro, todo en derredor. 13Fundió para la mesa cuatro anillos de oro y los puso a los cuatro pies de ella. 14Los anillos estaban cerca del reborde y servían para recibir las barras con que transportarla. 15Hizo las barras de acacia y las revistió de oro; servían para llevar la mesa. 16Hizo todos los utensilios de la mesa, sus platos, sus cazoletas, sus copas y sus tazas para las libaciones, todo de oro puro.

El candelabro y el altar de oro

17Hizo de oro puro el candelabro, con su pie y su tallo de oro batido; sus cálices, sus globos y sus lirios hacían un cuerpo con él. 18De su tallo salían seis brazos, tres de un lado y tres de otro. 19Tenía en el primer brazo tres cálices de flor de almendro figurando un botón que se abre, y otros tres de la misma forma en el segundo brazo, y lo mismo en todos los seis brazos que salían del candelabro. 20En el tallo del candelabro había otros cuatro cálices de flor de almendro figurando un botón que se abre, 21el primero en el arranque de los dos primeros brazos, el segundo en el de los dos siguientes, y otro en el arranque de los dos últimos. 22Los brazos y sus cálices hacían todo un cuerpo con el candelabro, y todo él era una sola masa de oro puro. 23Hizo siete lámparas con sus despabiladeras y su plato, de oro puro todo. 24Se empleó para hacer el candelabro y sus utensilios un talento de oro puro. 25Hizo el altar del timiama, de madera de acacia, de un codo de largo, un codo de ancho, cuadrado, y dos codos de alto;

Talento hebreo. (VIGOUROUX, Bible Poliglotte).


sus cuerpos hacían con él un solo cuerpo; 26le revistió de oro puro por encima, por los lados, todo en derredor y los cuernos, y le adornó con una moldura de oro puro todo en derredor. 27Por debajo de la moldura colocó los anillos de oro a los dos ángulos, dos en cada lado, para recibir las barras que servían para transportarlo. 28Hizo las barras de madera de acacia y las revistió de oro. 29Hizo también el óleo de unción y el timiama según las reglas del arte de la perfumería.


El altar de los holocaustos y el atrio

38 1Hizo el altar de los holocaustos de madera de acacia, de cinco codos de largo, cinco de ancho, cuadrado, y tres codos de alto. 2A los cuatro ángulos hizo los cuernos, formando con él un solo cuerpo, y lo revistió de bronce. 3Hizo todos sus utensilios, los vasos para la ceniza, las palas, las bandejas, los tenedores y los braseros. Todos estos utensilios eran de bronce. 4Hizo para el altar una rejilla de bronce, a modo de malla, y la colocó debajo de la cornisa del altar, hacia la mitad de él, por debajo. 5Fundió cuatro anillos para las cuatro puntas de la rejilla de bronce, para recibir las barras. 6Hizo las barras de madera de acacia y las revistió de bronce, 7y pasó las barras por los anillos a los dos lados del altar, para transportarlo.

Espejo egipcio. (VIGOUROUX, Dict. de la Bible).


Lo hizo hueco, en tableros. 8Hizo el pilón de bronce, con su base de bronce, con los espejos de las mujeres que velaban a la entrada del tabernáculo de la reunión.
9Hizo el atrio. Las cortinas del atrio para el lado del mediodía, a la derecha, eran de lino torzal y de cien codos de largo. 10Había veinte columnas con sus veinte basas de bronce. Los garfios de las columnas y sus anillos eran de plata. 11Del lado del norte había cien codos de cortina con veinte columnas y sus veinte basas de bronce. Los garfios de las columnas y sus anillos eran de plata. 12Del lado de occidente había cincuenta codos de cortina y diez columnas con sus diez basas. Los corchetes de las columnas y sus garfios eran de plata. 13En el lado de delante, al oriente, había cincuenta codos; 14quince codos de cortina de una parte y tres columnas con sus basas 15y quince codos de cortina de la otra, con tres columnas y tres basas; una parte a un lado de la entrada del atrio, la otra al otro lado. 16Todas las cortinas que cerraban el atrio eran de hilo torzal de lino; 17las basas de las columnas, de bronce; los garfios y los anillos, de plata, y los capiteles estaban revestidos de plata. 18La cortina de la entrada del atrio estaba tejida en vario dibujo, en hilo torzal, jacinto, púrpura y carmesí; era de veinte codos de largo y cinco de alto en lo ancho, según la medida de las otras cortinas del atrio. 19Sus cuatro columnas y sus cuatro basas, de bronce; los garfios y los anillos, de plata, y los capiteles, revestidos de plata. 20Todos los clavos para el habitáculo y el recinto del atrio eran de bronce.


Sumas

He aquí el cómputo de lo empleado para el habitáculo; el habitáculo del testimonio, hecho por los levitas, de orden de Moisés y bajo la dirección de Itamar, hijo del sacerdote Arón. 22Besalel, hijo de Uri, hijo de Jur, de la tribu de Judá, hizo cuanto Yavé había mandado a Moisés, 23teniendo por ayudante a Oliab, hijo de Ajisamec, de la tribu de Dan, hábil escultor, dibujante, para tejido en varios dibujos en jacinto, púrpura y carmesí, de lino torzal. 24El total del oro empleado en la obra del santuario, producto de las ofrendas, veintinueve talentos con setecientos treinta siclos, al peso del siclo del santuario. 26 Era un beca por cabeza, medio siclo, según el siclo del santuario, para cada hombre comprendido en el censo, de veinte años para arriba, o sea de seiscientos tres mil quinientos cincuenta. 27Los cien talentos de plata se emplearon para fundir las basas del santuario, las del velo; cien basas, un talento por basa. 28Con los mil setecientos setenta y cinco siclos se hicieron los garfios para las columnas, y se revistieron los capiteles. 29El bronce ofrendado subió a setenta talentos y los mil cuatrocientos siclos. 30De él se hicieron las basas de la entrada del tabernáculo de la reunión, el altar de bronce con su rejilla, y todos sus utensilios, 31las basas del recinto del atrio y las de la puerta y todas las otras piezas de bronce del habitáculo y del recinto del atrio.

Comentarios del Capítulo 38

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  • 26 El número de los 603.500 corresponde al censo de los Números 1,44ss.(Volver a Lectura).



Los vestidos sacerdotales

39 1Con el jacinto, la púrpura y el carmesí se hicieron también las vestiduras sagradas para el ministerio del santuario; las vestiduras sagradas de Arón, como lo habia mandado Yavé: 2el efod, de oro, hilo torzal de lino, jacinto, púrpura y carmesí, en obra plumaria. 3Laminó el oro, y cortó las láminas en hilos para entretejerlos con el jacinto, la púrpura y el carmesí, en obra plumaria; 4las dos hombreras que unían una a otra las dos bandas por dos extremos: 5el cinturón del efod que éste lleva unido y es del mismo tejido, oro, jacinto, púrpura y carmesí. 6Talló dos piedras de ónice, encerradas en dos cápsulas de oro, para el engaste, y con los nombres de los hijos de Israel, grabados según el arte de los grabadores de sellos, 7y las puso a las hombreras del efod, para memoria de los hijos de Israel, como a Moisés se lo mandó Yavé. 8Se hizo el pectoral, artísticamente trabajado, del mismo tejido del efod, oro, jacinto, púrpura y carmesí, en hilo torzal de lino. 9Era cuadrado y doble, de un palmo de largo y uno de ancho doble. 10Se le guarneció de cuatro filas de piedras; en la primera fila, una sardónice, un topacio y una esmeralda; 11en la segunda, un rubí, un zafiro y un diamante; 12en la tercera, un ópalo, un ágata y una amatista; 13y en la cuarta, un crisólito, una ónice y un jaspe. 14Las piedras estaban engastadas en cápsulas de oro y correspondían a los nombres de los hijos de Israel, las doce según sus nombres grabados en ellos como se graban los sellos, un nombre en cada una. 15Se hicieron para el pectoral cadenillas de oro torcidas en forma de cordones; 16dos cápsulas de oro y dos anillos de oro, y se pusieron los anillos a los extremos superiores del pectoral. 17Se pasaron los dos cordones de oro por los dos anillos de los extremos del pectoral a las dos cápsulas colocadas delante de las hombreras del efod. 18Se fijaron estos dos cordones a las dos cápsulas puestas en las hombreras del efod. 19Se hicieron otros dos anillos de oro, que se pusieron a los extremos inferiores del pectoral, a la parte baja del efod por defuera; 20se hicieron otros dos anillos de oro, que se pusieron en las dos hombreras del efod, abajo, en la parte delantera, cerca de la juntura, por encima del cinturón del efod, 21y fijaron el pectoral, uniéndole por sus anillos a los anillos del efod con una cinta de jacinto, para que se sostuviese el pectoral sobre la cintura del efod, sin separarse de él, como Yavé se lo había mandado a Moisés.

22Se hizo la sobretúnica del efod, toda de una pieza, tejida en jacinto. 23Tenía en medio una abertura semejante a la de una cota y con un reborde todo en torno para que no se rasgase. 24Se pusieron en la orla inferior granadas de jacinto, de púrpura y carmesí, en hilo de lino torzal, 25y se hicieron las campanillas de oro puro, poniéndolas entre las granadas, en el borde inferior de la vestidura, todo en derredor, 26una campanilla y una granada, una campanilla y una granada, en el borde de la vestidura todo en derredor, para el ministerio, como se lo había mandado Yavé a Moisés.
27Se hicieron las túnicas de lino tejidas para Arón y sus hijos; 28las tiaras de lino para el ministerio; los calzones de lino torzal de lino; 29el cinturón de torzal de lino, jacinto, púrpura y carmesí en tejido plumario, como se lo había mandado Yavé a Moisés.
30Hicieron de oro puro la lámina, diadema sagrada, y grabaron en ella como se graban los sellos, «Santidad a Yavé», 31y se la ató con una cinta de jacinto a la tiara, arriba, como se lo había mandado Yavé a Moisés.
32Así se acabó toda la obra del habitáculo y del tabernáculo de la reunión, y los hijos de Israel hicieron todo lo que Yavé había mandado a Moisés, así lo hicieron.


Presentación de toda la obra a Moisés

33Presentaron a Moisés el habitáculo, el tabernáculo y todos los objetos que hacían parte de ellos, los garfios, las tablas, los travesaños, las columnas y las basas, 34la cubierta de pieles de carnero teñidas de rojo, la cubierta de pieles de tejón y el velo de separación; 35el arca del testimonio con sus barras y el propiciatorio; 36la mesa con todos sus utensilios y los panes de la proposición; 37el candelabro de oro puro con sus lámparas, las lámparas que habían de ponerse en él; todos sus utensilios y el aceite para las lámparas; 38el altar de oro, el óleo de unción y el timiama; el velo para la entrada del tabernáculo; 39el altar de bronce, y la rejilla de bronce, sus barras y todos sus utensilios; el pilón con su base, 40las cortinas del atrio, sus columnas, sus basas; la cortina de la entrada del atrio, sus cuerdas y sus clavos y todos los utensilios para el servicio del habitáculo, para el tabernáculo de la reunión; 41las vestiduras sagradas para el servicio del santuario, las del sacerdote Arón y las de sus hijos para las funciones sacerdotales. 42Los hijos de Israel habían hecho todas sus obras conforme a lo que Yavé había mandado a Moisés. 43Moisés lo examinó todo, viendo lo que habían hecho, y todo lo habían hecho como Yavé se lo había mandado, y Moisés los bendijo.


Alza Moisés el tabernáculo

40 1Yavé habló a Moisés, diciendo: 2«El día primero de mes prepararás el habitáculo y el tabernáculo de la reunión, 3y pondrás en él el arca del testimonio y la cubrirás con el velo; 4llevarás la mesa y dispondrás lo que en ella se ha de proponer, llevarás el candelabro, y colocarás en él las lámparas; 5 pondrás el altar de oro para el timiama delante del arca del testimonio, y tenderás la cortina a la entrada del tabernáculo de la reunión. 6Pondrás el altar de los holocaustos delante de la entrada del tabernáculo de la reunión. 7Pondrás el pilón entre el tabernáculo de la reunión y el altar, y echarás agua en él; 8alzarás el atrio en torno, y pondrás la cortina a la entrada del atrio. 9Tomarás óleo de unción, ungirás el habitáculo y cuanto en él se contiene; lo consagrarás con todos sus utensilios y será santo; 10ungirás el altar de los holocaustos y todos sus utensilios; consagrarás el altar y será santísimo; 11ungirás el pilón con su base, y lo consagrarás. 12Harás avanzar a Arón y a sus hijos cerca de la entrada del tabernáculo, y los lavarás con el agua; 13y luego revestirás a Arón de sus vestiduras sagradas, y le ungirás, y le consagrarás, y será sacerdote a mi servicio; 14harás acercar a sus hijos, y después de revestirlos de sus túnicas, 15los ungirás como ungiste al padre, y serán sacerdotes a mi servicio. Esta unción los ungirá sacerdotes perpetuamente entre sus descendientes».
16Moisés hizo todo lo que le ordenó Yavé; como se lo ordenó, así lo hizo.
17 El día primero del año segundo fue alzado el tabernáculo; 18Moisés lo alzó, puso los tablones, las barras, los travesaños, y alzó las columnas; 19extendió el tabernáculo sobre el habitáculo, y puso por encima la cubierta del tabernáculo como se lo había mandado Yavé a Moisés. 20Tomó el testimonio y lo puso dentro del arca, y puso las barras del arca, y encima de ella el propiciatorio. 21Llevó el arca al habitáculo, y habiendo colocado el velo de separación, ocultó el arca del testimonio, como Yavé se lo había mandado a Moisés.
22Puso la mesa en el tabernáculo de la reunión al lado norte del habitáculo, por fuera del velo, 23y dispuso en ella los panes, como Yavé se lo había mandado a Moisés.

24Puso el candelabro en el tabernáculo de la reunión, frente por frente de la mesa, al lado meridional del habitáculo, 25y colocó en él las lámparas, como Yavé se lo había mandado a Moisés. 26Puso el altar de oro en el tabernáculo de la reunión, delante del velo, 27y quemó sobre él el timiama, como Yavé se lo había mandado a Moisés. 28Puso la cortina a la entrada del habitáculo. 29Colocó el altar de los holocaustos a la entrada del habitáculo, y ofreció el holocausto y la oblación, como Yavé se lo había mandado a Moisés. 30Puso el pilón entre el tabernáculo de la reunión y el altar, y echó agua en él para las abluciones; 31Moisés, Arón y sus hijos se lavaron en ella manos y pies. 32Siempre que entraban en el tabernáculo de la reunión para acercarse al altar se lavaban, como Yavé se lo había mandado a Moisés. 33Alzó el atrio en torno del habitáculo y del altar, y puso la cortina a la entrada del atrio. Así acabó Moisés la obra.


La gloria de Dios llena el tabernáculo

34 Entonces la nube cubrió el tabernáculo de la reunión, y la gloria de Yavé llenó el habitáculo. 35 Moisés no pudo ya entrar en el tabernáculo de la reunión, porque estaba encima la nube, y la gloria de Yavé llenaba el habitáculo.
36Todo el tiempo que los hijos de Israel hicieron sus marchas, se ponían en movimiento cuando se alzaba la nube sobre el tabernáculo, 37y si la nube no se alzaba, no marchaban hasta el día en que se alzaba. 38Pues la nube de Yavé se posaba durante el día sobre el tabernáculo, y durante la noche la nube se hacía ígnea a la vista de todos los hijos de Israel, todo el tiempo que duraron sus marchas.

Comentarios del Capítulo 40

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  • 5 Véase Heb 9,4, que se ajusta a este versículo.(Volver a Lectura).

  • 17 Todo quedó cumplido el día I del segundo año de la salida de Egipto, o sea nueve meses después de la llegada al Sinaí.(Volver a Lectura).

  • 34 El texto habla del tabernáculo, que era la tienda, óhel, y el habitáculo, en hebreo miscan, era el armazón interior de madera cubierta de oro.(Volver a Lectura).

  • 35 La gloria de Dios en forma de nube llena el tabernáculo como llenará luego el templo. Es como la toma de posesión de éstos por Diosy una forma sensible de su habitación en medio del pueblo. Así Israel, a quien se le prohíbe toda representación sensible de la divinidad, tiene algo sensible en que apoyar su fe.(Volver a Lectura).