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Números

1. Contenido y estructura

El nombre de este libro alude al censo de los israelitas realizado en el Sinaí antes de emprender la marcha hacia Cades. Su argumento es contar las vicisitudes de Israel desde el Sinaí hasta las riberas del Jordán. La narración es una miscelánea de leyes y hechos, sin que sea fácil hacer una división conceptual por su contenido, aunque sí podemos hacerla a base de tres zonas geográficas:

La duración de estas tres etapas es muy desigual: diecinueve días la primera, treinta y ocho años la segunda y cinco meses la tercera.

En la primera parte se acaba la organización del pueblo y del tabernáculo según el plan iniciado en el Exodo. Al censo de las doce tribus, que nos da una cifra de 603.550 hombres de guerra, sigue el de los levitas, destinados al servicio del santuario, 22.000 varones, contados desde un mes para arriba. El pueblo es presentado en este libro como un ejército ordenado que se mueve con sus enseñas y jefes. La segunda sección comprende las incidencias de la fatigosa marcha hacia Cades, al sur de Bersabé, en el Negueb. Los israelitas habían tomado esta dirección con ánimo de penetrar por el sur de Canán, pero la cobardía les hizo desistir, y Dios los castigó a permanecer toda una generación en las estepas de Cades, donde no faltaban algunos pequeños oasis. Después de treinta y ocho años de estancia en esta región, se dirigieron hacia Edom; pero, al negárseles el paso, tuvieron que bajar hasta el golfo de Elán (Akaba) y subir después por la frontera oriental de Edom y de Moab hasta internarse frente al Jordán en las cercanías de Jericó. En la última parte se narran las victorias sobre los amorreos y se enuncian los vaticinios de Balaam, la distribución de la Jordania septentrional entre Rubén, Gad y parte de Manasés.

En cada sección hay un fragmento legislativo que interrumpe el hilo de la narración histórica. En general, son leyes que apenas tienen relación con el contexto histórico y pueden considerarse como suplementos a otras dadas anteriormente1


2. Composición del libro

Aunque el libro tiene cierta unidador el marco geográfico general--el desierto--en el que se encuadran los hechos y las leyes, sin embargo, no podemos hablar de unidad literaria. No hay ligazón entre los hechos y las partes legislativas, y no pocas veces los mismos hechos aparecen sin contornos cronológicos precisos, siendo difícil señalar la prioridad entre ellos. Existen relatos duplicados2 sobre el mismo hecho; igualmente, las secciones aparecen algunas veces duplicadas3. Esto prueba que en el libro hay diversos estratos «documentales», y los críticos sorprenden en él tradiciones yahvistas, elohístas y sacerdotales. Incluso hay algunos fragmentos de estilo deuteronomístico4. Supuesta esta compleja composición literaria, podemos suponer que hay en el libro tradiciones que llegan a los tiempos de Moisés, mientras que otras tienen una redacción más reciente. El núcleo primitivo histórico-legislativo ha ido creciendo, recibiendo su última forma redaccional en los tiempos posteriores al exilio.


3. Historicidad de los relatos

Prescindiendo de las idealizaciones y exageraciones del documento sacerdotal sobre el número de israelitas--603.550 varones capaces de tomar las armas, más 22.000 levitas al servicio del santuario--, sobre su organización--acampando por tribus geométricamente distribuidas con sus jefes y enseñas en torno al tabernáculo de Yavé, Generalísimo del ejército--, podemos decir que las circunstancias de los hechos revelan la vida del desierto y la geografía de la estepa. Según Núm 33,1-2, Moisés puso por escrito el itinerario seguido por los israelitas, señalando el lugar donde acamparon en cada jornada; esto nos da una pista para entender cómo han podido conservarse estos remotos recuerdos de la vida del desierto. Las incidencias del desierto, las impaciencias del pueblo, su nostalgia de los manjares característicos de Egipto5, encajan bien en esta época de la estancia de los israelitas en las estepas inhóspitas de la península sinaítica. La lucha de Moisés contra las ingratitudes e inconstancia del pueblo es perfectamente verosímil en su cargo de jefe responsable de la marcha por el desierto, prometiéndoles una tierra feraz que no acababan de alcanzar. La prolongación de la estancia en el desierto fue una gran prueba para la fe de Moisés y para su fortaleza excepcional como guía del pueblo. Moisés, como dice Flavio Josefo, lo era todo: «un rey, un legislador, un sacerdote y un profeta»6, y este carácter personalísimo del gran caudillo libertador y organizador queda patente en los pintorescos relatos del libro de los Números7. Con su fuerte personalidad logró dominar a unas tribus recalcitrantes compuestas por gentes de «dura cerviz» y de sentimientos rastreros 8.


A pesar de la historicidad sustancial de los relatos, no debemos perder de vista el modo convencional con que se nos presentan determinados hechos. El autor sacerdotal, en lugar de presentarnos a unas gentes desanimadas y reacias a la disciplina, como se traduce a través de no pocos incidentes del yahvista, nos presenta a Israel como un ejército perfectamente en orden, moviéndose por tribus con sus enseñas y jefes y acampando en torno al tabernáculo del Generalísimo, Yavé. Formando escolta de honor al tabernáculo están las familias levíticas, y después las doce tribus repartiéndose por igual en los cuatro ángulos. Cuando se levanta el campo, el orden es riguroso, yendo el tabernáculo, llevado a hombros por los levitas, en medio, precedido de seis tribus y seguido de las otras seis. En todo este relato no se habla de un pueblo que emigra con su hacienda, sino de un ejército aguerrido y disciplinado que se mueve, al parecer, sin impedimenta, confiado a la especial providencia divina. Esta «sacralización» de la historia en función de unas ideas teológicas es característico del sacerdotal, que redacta tranquilamente sus notas en Jerusalén a la sombra del templo de Yavé, con la finalidad de sembrar estupefacción religiosa en sus lectores. Las «fioretti» de los santos de la Edad Media, redactadas con el fin exclusivo de edificar al pueblo ignorante, nos dan la pauta para entender el género literario de no pocas narraciones bíblicas en las que el midrash priva sobre la realidad histórica.

En el episodio de Balam bendiciendo a las tribus de Israel en contra de su voluntad nos muestra el hagiógrafo su intención de presentar a un pagano pregonando las grandezas del pueblo escogido, como en el libro de Daniel lo son Nabucodonosor y Darío, Asuero en el libro de Ester y Ajior en el de Judit. No debemos perder de vista estos módulos literarios que presiden la redacción de las historias religiosas bíblicas para perfilar el fondo histórico y el ropaje literario convencional.


4. Doctrina religiosa

En primer lugar, la idea del Dios único que guía a Israel a través de las duras jornadas de la estepa, venciendo a los pueblos que se oponen al paso de Israel, se destaca en todas las páginas del libro. También la preocupación de la pureza legal es constante a través del libro, como lo prueban las prescripciones sobre la limpieza del campamento y la distribución de las tribus en torno al tabernáculo, donde mora la santidad de Yavé. Se destacan los privilegios de la clase sacerdotal (castigo de Coré, Datán y Abirón) y se mencionan las distintas clases de sacrificios, incluyendo el cotidiano o perpetuo, que no aparece en la legislación levítica9. Se admiten oblaciones de harina y aceite en los sacrificios10. En general, la legislación se adapta al ambiente, recogiendo costumbres ancestrales tribales, dándoles un nuevo sentido religioso, como es normal en la «condescendencia» de Dios con su pueblo para llevarle poco a poco, a través de ritos externos, algunos comunes con las religiones paganas, a una forma superior religiosa.


SUMARIO

PRIMERA PARTE

EN EL SINAÍ HASTA LA PARTIDA

(1,1 - 10,10)

Censo de las tribus

1 1El día primero del segundo mes del segundo año después de la salida de Egipto, habló Yavé a Moisés en el desierto del Sinaí, en el tabernáculo de la reunión, diciendo: 2«Haz un censo general de toda la asamblea de los hijos de Israel, por familias y por linajes, describiendo por cabezas los nombres de todos los varones 3de veinte años para arriba, de todos los aptos para el servicio de las armas en Israel. Tú y Arón haréis el censo, según sus escuadras. 4Tendréis con vosotros para asistiros un hombre por cada tribu, jefe de linaje.
5He aquí los nombres de los que os han de asistir:
De Rubén, Elisur, hijo de Sedeur. 6De Simeón, Selamiel, hijo de Surisadai. 7De Judá, Nasón, hijo de Aminadab. 8De Isacar, Natanael, hijo de Suar. 9De Zabulón, Eliab, hijo de Jelón. 10De los hijos de José: De Efraím, Elisama, hijo de Amiud. De Manasés, Gamaliel, hijo de Pedasur. 11De Benjamín, Abidán, hijo de Guedoni. 12De Dan, Ajiezer, hijo de Amisadai. 13De Aser, Fequiel, hijo de Ocrán. 14De Gad, Eliasab, hijo de Reuel. 15De Neftalí, Ajira, hijo de Enán.
16Estos serán los nombrados de la asamblea, príncipes de sus tribus, jefes de los millares de Israel».

16Moisés y Arón tomaron a estos varones designados por sus nombres, 18y convocaron la asamblea toda para el día primero del segundo mes, y se hizo el censo por familias y linajes, registrándose por cabezas los nombres desde los veinte años para arriba. 19Como se lo había mandado Yavé a Moisés, así se hizo el censo en el desierto del Sinaí.

20Hijos de Rubén, primogénito de Israel, sus descendientes por familias y linajes, contando por cabezas los nombres de todos los varones de veinte años para arriba, todos los hombres aptos para el servicio de las armas, 21fueron contados de la tribu de Rubén cuarenta y seis mil quinientos.

22Hijos de Simeón, sus descendientes por familias y linajes, contando los nombres de todos los hombres de veinte años para arriba aptos para el servicio de las armas, 23fueron contados de la tribu de Simón cincuenta y nueve mil trescientos.

24Hijos de Gad, sus descendientes por familias y linajes, contando los nombres de todos los de veinte años para arriba aptos para el servicio de las armas, 25fueron contados de la tribu de Gad cuarenta y cinco mil seiscientos cincuenta.

26Hijos de Juda, sus descendientes por familias y linajes, contando los nombres de todos los de veinte años para arriba aptos para el servicio de las armas, 27fueron contados de la tribu de Judá setenta y cuatro mil seiscientos.

28Hijos de Isacar, sus descendientes por familias y linajes, contando los nombres de todos los varones de veinte años para arriba aptos para el servicio de las armas, 29fueron contados de la tribu de Isacar cincuenta y cuatro mil cuatrocientos.

30Hijos de Zabulón, sus descendientes por familias y linajes, contando los nombres de todos los varones de veinte años para arriba aptos para el servicio de las armas, 31fueron contados de la tribu de Zabulón cincuenta y siete mil cuatrocientos.

32Hijos de José, de los hijos de Efraím, por sus familias y linajes, contando los nombres de todos los varones de veinte años para arriba aptos para el servicio de las armas, 33fueron contados de la tribu de Efraím cuarenta mil quinientos.

34Hijos de Manasés, por sus familias y linajes, contando los nombres de todos los varones de veinte años para arriba aptos para el servicio de las armas, 35se contaron de la tribu de Manasés treinta y dos mil doscientos.

36Hijos de Benjamín, por sus familias y linajes, contando todos los varones de veinte para arriba aptos para el servicio de las armas, 37se contaron de la tribu de Benjamín treinta y cinco mil cuatrocientos.

38Hijos de Dan, por familias y linajes, contando todos los varones de veinte años para arriba aptos para el servicio de las armas, 39se contaron de la tribu de Dan sesenta y dos mil setecientos.

40Hijos de Aser, por sus familias y linajes, contando todos los varones de veinte años para arriba aptos para el servicio de las armas, 41se contaron de la tribu de Aser cuarenta y un mil quinientos.

42Hijos de Neftalí, por sus familias y linajes, contando todos los varones de veinte años para arriba aptos para el servicio de las armas, 43se contaron de la tribu de Neftalí cincuenta y tres mil cuatrocientos.

44Estos fueron todos los contados de los hijos de Israel, por sus linajes, los que contaron Moisés y Arón con los doce príncipes de Israel, uno por cada tribu; 45siendo todos los contados de los hijos de Israel, según sus linajes, de veinte años para arriba aptos para hacer la guerra en Israel, 46seiscientos tres mil quinientos cincuenta.

47Los levitas no fueron contados entre éstos según la tribu 48porque había hablado Yavé a Moisés, diciendo: 49«Sólo dejarás de contar la tribu de Leví; no los contarás entre los hijos de Israel, 50sino que pondrás a los levitas en el tabernáculo del testimonio, sobre todos sus utensilios y sobre todo cuanto les pertenece. Ellos llevarán el tabernáculo y todos sus utensilios, y servirán en él y sentarán sus tiendas en derredor del tabernáculo. 51Y cuando el tabernáculo hubiere de trasladarse, los levitas lo desarmarán; y cuando hubiere de pararse, ellos lo armarán, y el extraño que se acercare, morirá. 52Los hijos de Israel sentarán sus tiendas cada uno en su cuartel bajo la propia enseña, por orden de escuadras; 53pero los levitas sentarán las suyas alrededor del tabernáculo del testimonio para que la congregación de los hijos de Israel no incurra en ira; los levitas tendrán la guarda del tabernáculo del testimonio». 54Hicieron los hijos de Israel todo cuanto mandó Yavé a Moisés; así lo hicieron.


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  • 1 Sobre este censo, véase lo dicho en la Introducción al Exodo y Números.(Volver a Lectura).

  • 2 Esta organización familiar es la que todavía subsiste entre los nómadas del desierto, al oriente del Jordán, y conforme a ella se hace el recuento de la población.(Volver a Lectura).

  • 3 El servicio militar era en Israel universal, sin excepción, obligatorio e ilimitado, desde los veinte años para arriba.(Volver a Lectura).



Orden del campamento

2 1Habló Yavé a Moisés, diciendo: 2«Que acampen los hijos de Israel cada uno junto a su enseña, bajo las enseñas de sus linajes, frente al tabernáculo de reunión y en torno de él.

3Delante, al oriente, acampará Judá, con su enseña y sus escuadras. De los Aminadab; 4su cuerpo de ejército, según el censo, es de setenta y cuatro mil seiscientos hombres. 5A sus lados acampará la tribu de Isacar; el jefe de los hijos de Isacar es Natanael, hijo de Suar, 6y su cuerpo de ejército es, según el censo, de cincuenta y cuatro mil cuatrocientos hombres. 7Después, la tribu de Zabulón; el jefe de los hijos de Zabulón es Eliab, hijo de Jelón, 8y su cuerpo de ejército es, según el censo, de cincuenta y siete mil cuatrocientos hombres. 9El total para el campamento de Judá es, según el censo, de ciento ochenta y seis mil cuatrocientos hombres, por sus escuadras. Serán los primeros que se pongan en marcha.

10Al mediodía, la enseña del campo de Rubén, con sus escuadras. El jefe de los hijos de Rubén es Elisur, hijo de Sedeur, 11y su cuerpo de ejército, según el censo, es de cuarenta y seis mil quinientos hombres. 12A sus lados acampará la tribu de Simeón; el jefe de los hijos de Simeón es Salamiel, hijo de Surisadai, 13y su cuerpo de ejército es, según el censo, de cincuenta y nueve mil trescientos hombres. 14Después, la tribu de Gad; el jefe de los hijos de Gad es Eliasaf, hijo de Reuel, 15y su cuerpo de ejército es, según el censo, de cuarenta y cinco mil seiscientos cincuenta hombres. 16El total del campo de Rubén es, según el censo, de ciento cincuenta y un mil cuatrocientos cincuenta hombres. Se pondrán en marcha los segundos.

17Después avanzará el tabernáculo de reunión, yendo el campo de los levitas en medio de los otros. Seguirán en la marcha el orden de su campamento, cada uno según su puesto y su enseña.

18A occidente, la enseña de Efraím. El jefe de los hijos de Efraím es Elisama, hijo de Amiud, 19y su cuerpo de ejército es, según el censo, de cuarenta mil quinientos hombres. 20A sus lados acampará la tribu de Manasés, el jefe de la tribu de Manasés es Gamaliel, hijo de Pedasur, 21y su cuerpo de ejército es, según el censo, de treinta y dos mil doscientos hombres. 22La tribu de Benjamín; el jefe de los hijos de Benjamín es Abidán, hijo de Guedoni, 23y su cuerpo de ejército es, según el censo, de treinta y cinco mil cuatrocientos hombres. 24El total del campo de Efraím es, según el censo, de ciento ocho mil cien hombres, se pondrán en marcha los terceros.

25Al norte, la enseña del campo de Dan, con sus tropas. El jefe de los hijos de Dan es Ajiezer, hijo de Amisadai, 26y su cuerpo de ejército es, según el censo, de sesenta y dos mil setecientos hombres. 27A sus lados acampará la tribu de Aser; el jefe de los hijos de Aser es Feguiel, hijo de Ocrán, 28y su cuerpo de ejército es, según el censo, de cuarenta y un mil quinientos hombres. 29La tribu de Neftalí; el jefe de los hijos de Neftalí es Ajira, hijo de Enán, 30y su cuerpo de ejército es, según el censo, de cincuenta y tres mil cuatrocientos hombres. 31El total del campo de Dan es, según el censo, de ciento cincuenta y siete mil seiscientos hombres. Se pondrán en marcha los últimos, según sus enseñas. 32Estos fueron los hijos de Israel inscritos en el censo, según sus linajes. El total de todos los hombres inscritos, repartidos en varios campos, según sus cuerpos de ejército, fue de seiscientos tres mil quinientos cincuenta hombres. 33Los levitas no fueron comprendidos en el censo con los hijos de Israel, según la orden que Yavé había dado a Moisés. 34Los hijos de Israel hicieron todo lo que a Moisés había mandado Yavé. Así acampaban, según sus enseñas, y así se ponían en marcha cada uno, según su familia y linaje.


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  • 2 La organización del pueblo es militar, bajo la dirección de Dios, que es el jefe supremo, y tiene su tienda en medio del campamento y dirige los movimientos por medio de la nube (9,15ss). Los levitas, que acampaban inmediatamente en torno del santuario, son la guardia de honor y de servicios.(Volver a Lectura).



Número y oficio de los levitas

3 1He aquí la descendencia de Arón al tiempo en que Yavé habló a Moisés en la montaña del Sinaí.

2He aquí los nombres de los hijos de Arón: Nadab, el primogénito; Abiú, Eleazar e Itamar. 3Estos son los nombres de los hijos de Arón, sacerdotes ungidos y consagrados para ejercer el sacerdocio. 4Nadab y Abiú murieron al llevar ante Yavé un fuego extraño en el desierto del Sinaí, y no dejaron hijos. Eleazar e Itamar ejercieron el sacerdocio con Arón, su padre.

5Yavé habló a Moisés, diciendo: 6«Llama a la tribu de Leví, que se acerque a Arón, el sacerdote, y se ponga a su servicio. 7Ellos se encargarán de todo cuanto sea necesario para él y para toda la asamblea ante el tabernáculo de reunión, haciendo así el servicio del tabernáculo. 8Tendrán a su cargo todos los utensilios del tabernáculo de reunión y cuanto necesiten los hijos de Israel en el servicio del tabernáculo. 9Darás los levitas a Arón y a sus hijos, se los darás con donación perfecta de parte de los hijos de Israel. 10A Arón y a sus hijos les encomendarás las funciones de su sacerdocio; el extraño que se acercare al santuario será castigado con la muerte».

11Yavé habló a Moisés, diciendo: 12«Yo he tomado de en medio de Israel a los levitas en lugar de todo primogénito, que abre la vulva de su madre, entre los hijos de Israel, y los levitas serán míos, 13porque mío es todo primogénito; el día en que yo maté a todos los primogénitos en la tierra de Egipto, me consagré a mí todos los primogénitos de Israel, tanto de hombres como de animales; son míos. Yo, Yavé».

14Y habló Yavé a Moisés en el desierto del Sinaí, diciendo: 15«Enumera a los hijos de Leví según sus linajes y familias. 16Haz el censo de los varones de un mes para arriba». Y Moisés hizo el censo, según la orden de Yavé, como éste se lo había mandado. 17Estos fueron los hijos de Leví, por sus nombres: Gersón, Caat y Merarí. 18Nombres de los hijos de Gersón, por sus familias: Libni y Semei. 19Hijos de Caat, por sus familias: Amram, Jesuar, Hebrón y Oziel. 20Hijos de Merarí, por sus familias: Mojli y Musi. Estas son las familias de Leví, según sus linajes. 21De Gersón proceden las familias de Libni y la de Semei; éstos son los linajes de Gersón.

22Los enumerados de ellos en el censo de todos los varones de un mes para arriba fueron siete mil quinientos. 23Los linajes de Gersón sentarán sus tiendas a espaldas del tabernáculo, a occidente. 24El jefe del linaje de los gersonitas es Eliasaf, hijo de Lael. 25Cuanto al tabernáculo de la reunión, los hijos de Gersón tenían a su cargo la tienda, y sus cubiertas, el velo de la entrada en la tienda, la cortina de la entrada del atrio 26y las de éste en torno del tabernáculo y del altar y las cuerdas para todo su servicio.

27De Caat proceden los linajes de los amramitas, los jezharitas, los hebronitas y los uzielitas; éstos son los linajes de Caat. 28El censo de todos los varones de un mes para arriba dio ocho mil seiscientos, adscritos al servicio del santuario. 29Los linajes de los hijos de Caat acampaban al mediodía del tabernáculo. 30El jefe de los linajes de las familias de Caat era Elisafán, hijo de Oziel. 31Estaban a su cargo el arca, la mesa, el candelabro, los altares y los utensilios sagrados de su servicio y el velo con todo lo que pertenecía a su servicio. 32El jefe supremo de los levitas era Eleazar, hijo del sacerdote Arón, a quien correspondía la superintendencia de todos los adscritos al servicio del santuario.

33De Merarí proceden los linajes de los mojlitas y los musitas. Estos son los linajes de Merarí. 34Los enumerados de ellos, conformes al censo de todos los varones de un mes para arriba, fueron seis mil doscientos. 35El jefe de los linajes de Merarí era Suriel, hijo de Abijail; acampaban al lado norte del tabernáculo. 36Al cargo de los hijos de Merarí estaban los tablones del habitáculo con sus barras, 37sus columnas y sus basas y todo su servicio, y las columnas del atrio con sus basas, sus clavos y sus cuerdas.

38Delante del tabernáculo de reunión, a levante, acampaban Moisés, Arón y sus hijos, que velaban al cuidado del santuario por los hijos de Israel; todo extraño que se acercaba era castigado con la muerte. 39Los levitas que Moisés y Arón enumeraron de orden de Yavé fueron, contando de todos los linajes varones de un mes para arriba, veintidós mil.


Rescate de los primogénitos de Israel

40Yavé dijo a Moisés: «Haz el censo de todos los primogénitos de entre los hijos de Israel de un mes para arriba, contándolos por sus nombres. 41Tomarás para mi servicio a los levitas, en lugar de todos los primogénitos de los hijos de Israel, y ganado de los levitas, en lugar de los primogénitos del ganado de los hijos de Israel. Yo, Yavé».

42Moisés hizo el censo de todos los primogénitos de los hijos de Israel, según la orden que Yavé le había dado.

43Todos los primogénitos varones, contados por sus nombres, de un mes para arriba, fueron veintidós mil doscientos setenta y tres.

44Yavé habló a Moisés, diciendo: 45«toma a los levitas en lugar de los primogénitos de los hijos de Israel y el ganado de los levitas en lugar de los primogénitos de sus ganados. Los levitas son míos. Yo, Yavé».

46Para el rescate de los doscientos setenta y tres primogénitos de los hijos de Israel que sobrepasan el número de los levitas, 47toma cinco siclos por cabeza, según el siclo del santuario, que es de veinte gueras. 48Ese dinero se lo entregarás a Arón y a sus hijos, como rescate de los que sobrepasan el número de los levitas». 49Moisés tomó el dinero de los primogénitos de los hijos de Israel que sobrepasaban el número de los levitas, 50mil trescientos sesenta y cinco siclos, según el siclo del santuario. 51Moisés entregó a Arón y a sus hijos el dinero del rescate, según la orden de Yavé, según lo que Yavé había dicho a Moisés.


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  • 13 La Ley repite muchas veces, y en varias formas, que las primicias son debidas a Dios. De aquí el carácter sagrado de los primogénitos, sea del hombre, sea de los animales. A esta razón, declarada ya en Ex 13,2.11ss, se añade esta otra histórica, la muerte de los primogénitos egipcios y la salud de los hebreos, idea también indicada en Ex 13,15ss.(Volver a Lectura).

  • 46 Los primogénitos que excedan del número de los levitas deben ser rescatados con dinero, por cuanto carecen de sustituto que los reemplace en el servicio de Dios. Así, las doce tribus toman a su cargo el servicio militar y forman el ejército de Yavé, mientras que los levitas son destinados a los oficios sagrados.(Volver a Lectura).



Obligaciones de los levitas

4 1Yavé habló a Moisés, diciendo: 2«Haz el censo de los hijos de Caat de entre los hijos de Leví, según sus familias y linajes, 3desde los treinta años para arriba hasta los cincuenta, todos los que han de prestar servicio o cumplir alguna función en el tabernáculo de la reunión. 4Estos serán los servicios de los hijos de Caat en el tabernáculo de la reunión; consistirán en lo tocante a las cosas santísimas. 5Cuando hubiere de levantarse el campamento, vendrán Arón y sus hijos a bajar el velo y cubrirán con él el arca del testimonio; 6pondrán encima una cubierta de pieles de tejón curtidas y tenderán por encima de toda ella un paño de jacinto, y colocarán las barras del arca. 7Tenderán sobre la mesa de los panes de la proposición una tela de jacinto y pondrán encima de ella los platos, los cálices, las cazoletas y los vasos de las libaciones; el pan perpetuo irá sobre ella; 8tenderán encima una tela carmesí, con que la envolverán, y una cubierta de pieles de tejón, y pondrán las barras de la mesa. 9Tomarán una tela de jacinto, con la que cubrirán el candelabro con sus lámparas, sus despabiladeras, sus platos para los pabilos cortados y todos los utensilios para el aceite que se emplea en su servicio 10y con todos sus utensilios; los cubrirán de pieles de tejón y lo pondrán sobre unas angarillas. 11Tenderán un paño de jacinto sobre el altar de oro, y después de cubrirlo con pieles de tejón le pondrán las barras. 12Tomarán todos los utensilios para el servicio del santuario, y metiéndolos en una tela de jacinto, los cubrirán con pieles de tejón y los colocarán sobre unas angarillas. 13Quitarán del altar las cenizas y tenderán sobre él un paño de púrpura escarlata; 14pondrán encima de él todos los utensilios de su servicio, los braseros, los tenedores, las paletas y las bandejas, todos los utensilios del altar, y lo cubrirán con pieles de tejón y le pondrán las barras.

15Cuando Arón y sus hijos hayan acabado de cubrir el santuario y sus utensilios todos y se levante el campamento, vendrán los hijos de Caat para llevarlos, pero sin tocar las cosas santas, no sea que mueran. He aquí lo que del tabernáculo de la reunión transportarán los hijos de Caat. 16Eleazar, hijo de Arón, el sacerdote, tendrá bajo su vigilancia el aceite del candelabro, el timiama, la oblación perpetua y el óleo de unción, así como todo el tabernáculo y cuanto él contiene, el santuario con todos sus utensilios».

17Yavé habló a Moisés y Arón, diciendo: 18«Tened cuidado de que los hijos del linaje de Caat no sean extirpados de en medio de los levitas, 19y haced de modo que tengan segura la vida y no mueran si se acercan a las cosas santísimas; sean Arón y sus hijos los que entren para encargar a cada uno su servicio y su cargo; 20pero ellos que no entren para ver un solo instante las cosas santas, no sea que mueran».

21Yavé habló a Moisés y Arón, diciendo: 22«Haz también el censo de los hijos de Gersón según sus familias y linaje, 23haciendo el censo de los de treinta años para arriba hasta los cincuenta, de todos los que han de prestar sus servicios y cumplir alguna función en el tabernáculo de la reunión. 24He aquí los servicios de los linajes de Gersón, lo que habrán de hacer y lo que habrán de llevar. 25Llevarán las cortinas del habitáculo y tienda de la reunión; su cubierta y la cubierta de pieles de tejón con que se cubren, 26las cortinas del atrio y la de la puerta de entrada del atrio, todo lo que rodea la tienda y el altar, sus cuerdas y todos los utensilios de su servicio, y harán cuanto con ellos se ha de hacer. 27A las órdenes de Arón y sus hijos estará el servicio de los gersonitas en todo cuanto éstos han de hacer y llevar; vosotros asignaréis a cada uno determinadamente lo que hayan de transportar. 28Este es el servicio de los linajes de Gersón en el tabernáculo de la reunión, y su vigilancia estará a cargo de Itamar, hijo del sacerdote Arón.

29Haz el censo de los hijos de Merarí según sus familias y linajes, 30contándolos desde los treinta años para arriba hasta los cincuenta, todos los adscritos al servicio y para cumplir sus funciones en el tabernáculo de la reunión. 31He aquí lo que habrán de transportar, según sus servicios en el tabernáculo de la reunión: los tablones del habitáculo, sus traveseras, sus columnas y sus basas, 32y las columnas del atrio en derredor, con sus basas, sus estacas y sus cuerdas y todos los utensilios de sus basas, y les indicaréis determinadamente los utensilios que han de transportar. 33Este es el oficio del linaje de los hijos de Merarí, conforme a su servicio en el tabernáculo de la reunión, bajo la vigilancia de Itamar, hijo del sacerdote Arón».


Censo de los levitas

34Moisés y Arón y los príncipes de la asamblea hicieron el censo de los hijos de Caat y por linajes y familias, 35de cuantos eran de treinta años para arriba hasta los cincuenta; 36y los enumerados según sus familias y sus linajes fueron dos mil setecientos cincuenta; 37éstos fueron los enumerados del linaje de los caatitas, todos los que hacían el servicio en el tabernáculo de la reunión, que Moisés y Arón enumeraron de orden de Yavé dada a Moisés.

38Hízose el censo de los hijos de Gersón, por familias y linajes, 39desde los treinta años para arriba hasta los cincuenta, de cuantos hacían servicio en el tabernáculo de la reunión, 40y fueron enumerados por familias y linajes dos mil seiscientos treinta. 41Estos son los enumerados de los linajes de Gersón, todos los que hacían servicio en el tabernáculo de la reunión, que Moisés y Arón enumeraron de orden de Yavé. 42Hízose el censo de las familias de los hijos de Merarí, por familias y linajes, 43desde los treinta años para arriba hasta los cincuenta, de cuantos prestaban servicio en el tabernáculo de la reunión, 44y fueron enumerados por familias tres mil doscientos. 45Estos son los enumerados de las familias de Merarí, que Moisés y Arón enumeraron según la orden de Yavé dada a Moisés. 46Todos los que fueron enumerados en el censo que Moisés y Arón y los príncipes de Israel hicieron de los levitas, por familias y linajes, 47desde los treinta años para arriba hasta los cincuenta, 48todos los que prestaban servicio de ministerio o de transporte en el tabernáculo de la reunión, vinieron a ser ocho mil quinientos ochenta. 49Según la orden dada por Yavé a Moisés, fueron designados cada uno para su propio ministerio y su propio cargo, y los designados fueron aquellos que Yavé había mandado.


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Leyes varias

5 1 Habló Yavé a Moisés, diciendo: 2«Manda a los hijos de Israel que hagan salir del campamento a todo leproso, a todo el que padece flujo y a todo inmundo por cadáver. 3Hombres o mujeres, todos los haréis salir del campamento para que no contaminen el campamento en que habitan». Así lo hicieron los hijos de Israel, haciéndolos salir del campamento; 4como lo ordenó Moisés, así lo hicieron los hijos de Israel.

5Habló Yavé a Moisés, diciendo: 6«Di a los hijos de Israel: Si uno, hombre o mujer, comete uno de esos pecados que perjudican al prójimo, prevaricando contra Yavé y haciéndose culpable, 7confesará su pecado y restituirá enteramente el daño, añadiendo un quinto; restituirá a aquel a quien perjudicó, 8y si no hubiere ya nadie a quien pertenezca la restitución, la hará a Yavé, y será entregada al sacerdote, además del carnero expiatorio con que se hará la expiación del culpable. 9Toda ofrenda de cosas consagradas por los hijos de Israel que éstos presentan al sacerdote, de éste es. 10Cuanto cada uno consagre, de él es; lo que se presenta al sacerdote, de éste es».


Ley sobre los celos

11Habló Yavé a Moisés, diciendo: 12«Habla a los hijos de Israel y diles: Si la mujer de uno fornicare y le fuese infiel, 13durmiendo con otro en concúbito de semen, sin que haya podido verlo el marido ni haya testigos, por no haber sido hallada en el lecho, 14y se apoderase del marido el espíritu de los celos y tuviese celos de ella, háyase ella manchado en realidad o no se haya manchado, 15la llevará al sacerdote, y ofrecerá por ella una oblación de la décima parte de un efá de harina de cebada, sin derramar aceite sobre ella ni poner encima incienso, porque es minjá de celos, minjá de memoria para traer el pecado a la memoria.

16El sacerdote hará que se acerque y se esté ante Yavé; 17tomará del agua santa en una vasija de barro, y cogiendo un poco de la tierra del suelo del tabernáculo, la echará en el agua. 18Luego, el sacerdote, haciendo estar a la mujer ante Yavé, le descubrirá la cabeza y le pondrá en las manos la minjá de memoria, la minjá de los celos, teniendo él en la mano el agua amarga de la maldición, 19y la conjurará, diciendo: «Si no ha dormido contigo ninguno y si no te has descarriado, contaminándote y siendo infiel a tu marido, indemne seas del agua amarga de la maldición; 20pero si te descarriaste y fornicaste infiel a tu marido, contaminándote y durmiendo con otro 21(aquí el sacerdote la conjurará con el juramente de execración, diciendo): Hágate Yavé maldición y execración en medio de tu pueblo y séquense tus muslos e hínchese tu vientre, 22entre esta agua de maldición en tus entrañas para hacer que tu vientre se hinche y se pudran tus muslos». La mujer contestará: Amén, amén. 23El sacerdote escribirá estas maldiciones en una hoja, y la diluirá en el agua amarga, 24y hará beber a la mujer el agua amarga de la maldición. 25Luego tomará de la mano de la mujer la minjá de los celos y la agitará ante Yavé, y la llevará al altar; 26y tomando un puñado de la ofrenda de memoria, lo quemará en el altar, haciendo después beber el agua a la mujer. 27Darále a beber el agua; y si se hubiere contaminado, siendo infiel a su marido, el agua de maldición entrará en ella con su amargura, se le hinchará el vientre, se le secarán los muslos, y será maldición en medio de su pueblo. 28Si, por el contrario, no se contaminó y es pura, quedará ilesa y será fecunda.

29Esta es la ley de los celos, para cuando una mujer haya sido infiel a su marido y se haya contaminado, 30o que el espíritu de los celos se haya apoderado de su marido y tenga celos de ella; presentará a su mujer ante Yavé, y el sacerdote hará con ella cuanto en esta ley se prescribe. 31Así el marido quedará libre de culpa, y la mujer llevará sobre sí su pecado».


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  • 1 La ley contenida en los v. 1-4 es una consecuencia de Lev 13,46 y 15,31, en que se declara impuros a los que padecen los accidentes aquí señalados. El campo de Israel, presidido por Yavé, debe conservarse santo y puro.(Volver a Lectura).

  • 5 Nueva ley complementaria de Lev 5,20ss.(Volver a Lectura).

  • 18 Este rito tiene mucho parecido con las antiguas ordalías aplicables a cosos semejantes, en que se buscaba el juicio divino. En el código hammurabiano también se acude al Eufrates, que traga los culpables, mientras rechaza los inocentes. Sin negar, ni mucho menos, el carácter sobrenatural que este rito pudiera tener, todo este ceremonial parece que había de influir grandemente en la mujer culpable para moverla a declararse tal.(Volver a Lectura).



Ley del nazareato

6 1Habló Yavé a Moisés, diciendo: 2«Habla a los hijos de Israel y diles: Si uno, hombre o mujer, hiciere voto de consagración, consagrándose a Yavé, 3se abstendrá de vino y de toda bebida embriagante; no beberá vinagre de vino ni bebida embriagante; no comerá uvas, ni frescas ni secas; 4durante todo el tiempo de su nazareato no comerá fruto alguno de la vid, desde la piel hasta los granos de la uva. 5Durante todo el tiempo de su voto de nazareo no pasará la navaja por su cabeza; hasta que se cumpla el tiempo por el que se consagró a Yavé, será santo y dejará libremente crecer su cabellera. 6Durante todo el tiempo de su consagración a Yavé no se acercará a cadáver alguno; 7no se contaminará ni por su padre, ni por su madre, ni por su hermano, ni por su hermana, si muriesen; porque lleva sobre su cabeza la consagración a su Dios. 8Todo el tiempo de su nazareato está consagrado a Yavé. 9Si ante él muriere alguno repentinamente, manchándose así su cabeza consagrada, se raerá la cabeza en el día de su purificación; se la raerá el séptimo día, 10y al octavo presentará al sacerdote dos tórtolas o dos pichones a la entrada del tabernáculo de la reunión. 11El sacerdote ofrecerá uno en sacrificio por el pecado y el otro en holocausto, haciendo por él la expiación de su pecado por el muerto. 12 Este día el nazareo consagrará otra vez su cabeza, la consagrará de nuevo a Yavé por el tiempo de su nazareato, y ofrecerá un cordero primal en sacrificio de expiación; el tiempo precedente no le será contado, por haberse contaminado su nazareato.

13Esta es la ley del nazareo: el día en que se cumpla el tiempo de su nazareo se presentará a la entrada del tabernáculo de la reunión para hacer su ofrenda a Yavé: 14un cordero primal, sin defecto, para el holocausto; una oveja, sin defecto, para el sacrificio por el pecado; un carnero, sin defecto, para el sacrificio pacífico, 15y un cestillo de panes ácimos de tortas de flor de harina amasada con aceite para la ofrenda y la libación. 16El sacerdote los presentará a Yavé, y ofrecerá su sacrificio por el pecado y su holocausto. 17Después presentará a Yavé el carnero de su sacrificio pacífico con el cestillo de panes ácimos, y hará la oblación y la libación.

18El nazareo raerá a la entrada del tabernáculo de la reunión su cabeza consagrada, y tomando los cabellos de su cabeza consagrada, los echará al fuego que arde bajo el sacrificio. 19Luego el sacerdote tomará la pierna ya cocida del carnero, un pan ácimo del cestillo y una torta ácima, y se los pondrá en las manos al nazareo, después que se haya raído la cabeza consagrada; 20y el sacerdote lo agitará ante Yavé. Es la cosa santa del sacerdote, además del pecho mecido y de la pierna reservada. Después ya podrá el nazareo beber vino.

21Esta es la ley del nazareo que hace voto y de su ofrenda a Yavé por su nazareato, fuera de aquello que sus posibilidades le consientan añadir. Hará de conformidad con su voto, según la ley del nazareato».


La bendición litúrgica

22Yavé habló a Moisés, diciendo: 23«Habla a Arón y a sus hijos, diciendo: De este modo habréis de bendecir a los hijos de Israel; diréis:

24Que Yavé te bendiga y te guarde.

25Que haga resplandecer su faz sobre ti y te otorgue su gracia.

26Que vuelva a ti su rostro y te dé la paz.


27Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré».


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  • 1 Esta consagración personal, singularísima, da al consagrado una especial santidad, que le exige abstenerse de todo contacto de cosa impura, aun del cadáver de los mismos padres, y la obligación de abstenerse de todo fruto de la vid, cualquiera que sea. Al terminar, tiene que despojarse de todo el pelo de su cuerpo, que por considerarse santificado había de ser quemado en el altar, pues al volver a su estado ordinario debía despojarse de todo lo santo o consagrado de que podía despojarse su persona.
    Sansón fue nazareo toda su vida (Jue 13,4), lo mismo que el Bautista (Lc 1,15). Por lo Hechos de los Apóstoles vemos que algunos fieles practicaban esta forma de piedad aun después de su bautismo (18,18; 21,23; 24,17).(Volver a Lectura).

  • 23 Esta fórmula de bendecir al pueblo es de lo más espiritual, ya que en ella no se hace ninguna mención de bienes materiales, sino sólo de la gracia de Dios. En Lc 1,10 se dice cómo el pueblo esperaba al sacerdote, al salir de ofrecer el incienso, sin duda para recibir esta bendición.(Volver a Lectura).



Las ofrendas de los jefes de tribu

7 1El día en que acabó Moisés de erigir el tabernáculo y de ungirlo y consagrarlo con todos sus utensilios, el altar con todos sus utensilios, ungiéndolos y consagrándolos, 2los príncipes de Israel, jefes de sus linajes, presentaron sus ofrendas; eran los príncipes que habían presidido el censo. 3Llevaron sus ofrendas ante Yavé: seis carros cubiertos y doce bueyes, un carro por cada dos, y un buey por cada uno de los príncipes, y los presentaron ante el tabernáculo.

4Yavé habló a Moisés, diciendo: 5«Recibe de ellos eso, y que se destine al servicio del tabernáculo de la reunión; se los darás a los hijos de Leví, a cada uno según las necesidades de su servicio».

6Moisés, tomando los carros y los bueyes, se los entregó a los levitas; 7dio dos carros y cuatro bueyes a los hijos de Gersón, según sus funciones; 8cuatro carros y ocho bueyes a los hijos de Merarí, conforme a su servicio, bajo la vigilancia de Itamar, hijo de Arón, sacerdote; 9pero no dio ninguno a los hijos de Caat, porque el servicio suyo de las cosas santas habían de hacerlo llevándolas sobre sus hombros. 10Los príncipes hicieron su ofrenda para la dedicación del altar cuando fue ungido, presentando ofrenda ante el altar. 11Yavé dijo a Moisés: «Que presenten los príncipes su ofrenda uno a uno para la dedicación del altar». 12Aquel día, el primero, presentó su ofrenda Nasón, hijo de Aminadab, de la tribu de Judá, 13ofreciendo un plato de plata de ciento treinta siclos de peso y un jarro de plata de setenta siclos, según el peso del siclo del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para las ofrendas; 14una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 15un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 16un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio; 17y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Nasón, hijo de Aminadab.

18El segundo día hizo su ofrenda Natanael, hijo de Suar, príncipe de Isacar. 19Ofreció un plato de plata de ciento treinta siclos; un jarro de plata de setenta siclos, al peso del siclo del santuario, llenos ambos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 20una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 21un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 22un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio; 23y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Natanael, hijo de Suar.

24El tercer día, el príncipe de los hijos de Zabulón, Eliab, hijo de Jelón, 25ofreció: un plato de plata de ciento treinta siclos; un jarro de plata de setenta siclos, al peso del siclo del santuario, llenos ambos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 26una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 27un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 28un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio; 29y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Eliab, hijo de Jelón.

30El cuarto día, el príncipe de los hijos de Rubén, Elisur, hijo de Sedeur, 31ofreció: un plato de plata de ciento treinta siclos; un jarro de plata de setenta siclos, al peso del siclo del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 32una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 33un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 34un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio; 35y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Elisur, hijo de Sedeur.

36El quinto día, el príncipe de los hijos de Simeón, Salamiel, hijo de Surisadai, 37ofreció: un plato de plata de ciento treinta siclos; un jarro de plata de setenta siclos, al peso del siclo del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 38una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 39un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 40un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio; 41y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Salamiel, hijo de Surisadai.

42El sexto día, el príncipe de los hijos de Gad, Eliasaf, hijo de Reuel, 43ofreció: un plato de plata de ciento treinta siclos; un jarro de plata de setenta siclos, al peso del siclo del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 44una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 45un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 46un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio; 47y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Eliasaf, hijo de Reuel.

48El séptimo día, el príncipe de los hijos de Efraím, Elisama, hijo de Amiud, 49ofreció: un plato de plata de ciento treinta siclos; un jarro de plata de setenta siclos, al peso del siclo del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 50una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 51un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 52un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio; 53y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Elisama, hijo de Amiud.

54El octavo día, el príncipe de los hijos de Manasés, Gamaliel, hijo de Pedasur, 55ofreció: un plato de plata de ciento treinta siclos; un jarro de plata de setenta siclos, al peso del siclo del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 56una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 57un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 58un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio; 59y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Gamaliel, hijo de Pedasur.

60El noveno día, el príncipe de los hijos de Benjamín, Abidán, hijo de Guedoni, 61ofreció: un plato de plata de ciento treinta siclos; un jarro de plata de setenta siclos, al peso del siclo del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 62una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 63un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 64un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio; 65y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Abidán, hijo de Guedoni.

66El décimo día, el príncipe de los hijos de Dan, Ajiezer, hijo de Amisadán, 67ofreció: un plato de plata de ciento treinta siclos; un jarro de plata de setenta siclos, al peso del siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 68una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 69un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 70un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio; 71y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Ajiezer, hijo de Amisadán.

72El undécimo día, el príncipe de los hijos de Aser, Paquiel, hijo de Ocrán, 73ofreció: un plato de plata de ciento treinta siclos; un jarro de plata de setenta siclos, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 74una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 75un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 76un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio; 77y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Paquiel, hijo de Ocrán.

78El duodécimo día, el príncipe de los hijos de Neftalí, Ajira, hijo de Enán, 79ofreció: un plato de plata de ciento treinta siclos; un jarro de plata de setenta siclos, al peso del siclo del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 80una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 81un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 82un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio; 83y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Ajira, hijo de Enán.

84Estos fueron los dones de los príncipes de Israel para la dedicación del altar el día en que se ungió: doce platos de plata, doce jarros de plata, doce tazas de oro; 85cada plato, de ciento treinta siclos de peso; cada jarro, de setenta siclos; total de la plata de estos utensilios, dos mil cuatrocientos siclos, al peso del siclo del santuario; 86doce tazas de oro llenas de perfume, de diez siclos cada una, al peso del siclo del santuario; total del oro de las tazas, ciento veinte siclos. 87Total de los animales para el holocausto: doce novillos, doce carneros y doce corderos primales, con sus ofrendas, y doce machos cabríos para el sacrificio expiatorio. 88Total de los animales para el sacrificio pacífico: veinticuatro bueyes, sesenta carneros, sesenta machos cabríos y sesenta corderos primales. Estos fueron los dones ofrecidos para la dedicación del altar cuando se ungió.

89Cuando Moisés entraba en el tabernáculo de la reunión para hablar con Yavé, oía la voz que le hablaba desde encima del propiciatorio puesto sobre el arca del testimonio, entre los dos querubines; así le hablaba Yavé.


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  • 1 La fecha aquí indicada corresponde a Ex 40,2.17. La ofrernda hecha después de verificado el censo del pueblo trae a la memoria lo que se dice en Ex 30,12. Ex 38,25 sugiere la idea de que el censo fue hecho antes, y entonces se hizo el cómputo de los primogénitos y el rescate de los excedentes.(Volver a Lectura).

  • 89 El arca con el testimonio (las tablas de la Ley) es el símbolo material de la presencia de Dios en medio de Israel, y por eso habla Dios desde ella a su profeta. Salta a la vista el sentido típico eucarístico de la misma.
    Este versículo parece estar fuera de su lugar propio. Al fin del Exodo parece que estaría bien.(Volver a Lectura).



El candelabro

8 1Yavé habló a Moisés, diciendo: 2«Habla a Arón y dile: Cuando pongas las lámparas en el candelabro, ponlas de modo que las siete alumbren hacia adelante». 3Así lo hizo Arón, y puso las lámparas en la parte anterior del candelabro, como Yavé se lo había mandado a Moisés. 4El candelabro era de oro batido; su pie, sus flores, todo de oro batido; lo había hecho Moisés conforme al modelo que le había mostrado Yavé.


Consagración de los levitas

5Habló Yavé a Moisés, diciendo: 6«Toma a los levitas de en medio de los hijos de Israel y purifícalos. 7He aquí lo que harás para purificarlos: Haz sobre ellos una aspersión con agua expiatoria; que pasen la navaja por todo su cuerpo, laven sus vestidos y se purifiquen. 8Que tomen un novillo, con su ofrenda de flor de harina amasada con aceite; y toma tú otro para el sacrificio por el pecado. 9Haz que se acerquen los levitas al tabernáculo y convoca a toda la asamblea de los hijos de Israel. 10Una vez que hayas hecho a los levitas acercarse ante Yavé, los hijos de Israel pondrán sus manos sobre ellos, 11y Arón ofrecerá los levitas en ofrenda mecida ante Yavé de parte de los hijos de Israel, para que sirvan a Yavé. 12Los levitas pondrán sus manos sobre la cabeza de los novillos, y tú los ofrecerás, uno en sacrificio por el pecado, el otro en holocausto a Yavé, para hacer la expiación de los levitas. 13Harás que los levitas estén en pie ante Arón y sus hijos, y los ofrecerás en ofrenda mecida a Yavé.

14Así los separarás de en medio de los hijos de Israel, y los levitas serán míos, 15y vendrán luego a servir en el tabernáculo de la reunión. Así los purificarás, y los ofrecerás en ofrenda mecida, 16porque son donados a mí enteramente de en medio de los hijos de Israel, y yo los he tomado para mí en lugar de todos los primogénitos que abren la vulva de su madre, de los primogénitos de entre los hijos de Israel; 17pues todo primogénito de los hijos de Israel es mío, lo mismo los de los hombres que los de los animales; el día en que herí a todos los primogénitos de la tierra de Egipto me los consagré, 18y he tomado a los levitas en lugar de todos los primogénitos de los hijos de Israel, 19y se los he dado enteramente a Arón y a sus hijos de en medio de los hijos de Israel, para que hagan el servicio de los hijos de Israel en el tabernáculo de la reunión, y para que hagan la expiación de los hijos de Israel, para que los hijos de Israel no sean castigados con plaga acercándose al santuario».


20Moisés, Arón y toda la asamblea de los hijos de Israel hicieron con los levitas cuanto Yavé había mandado a Moisés; eso hicieron con ellos los hijos de Israel. 21Los levitas se purificaron, lavaron sus vestidos; Arón los ofreció en ofrenda mecida ante Yavé; hizo la expiación para purificarlos, 22y luego vinieron los levitas a prestar sus servicios en el tabernáculo de la reunión a las órdenes de Arón y sus hijos. Como Yavé se lo había mandado a Moisés respecto de los levitas, así se hizo con ellos.

23Yavé habló a Moisés, diciendo: 24«Esto es lo que toca a los levitas: desde los veinticinco años arriba, los levitas estarán al servicio del tabernáculo de la reunión para cumplir en él sus funciones. 25A los cincuenta cesarán en sus funciones y no servirán más; 26ayudarán a sus hermanos en el tabernáculo de la reunión, en la guardia de él, pero no prestarán más servicio. Así has de hacer con los levitas, en cuanto a sus funciones».


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  • 1 Estos cuatro versículos son el complemento o repetición de Ex 37,17s.(Volver a Lectura).

  • 5 Los levitas, que habrán de vivir en contacto más íntimo con las cosas santas, necesitan también una especial consagración que los capacite para tocar los objetos santificados que tienen a su cuidado.(Volver a Lectura).

  • 24 En 4,3-47 se cuenta a los levitas desde los treinta años. Lo mismo se lee en 1 Par 23,3. Quizá obedezca esta diferencia a un cambio introducido posteriormente en la Ley.(Volver a Lectura).



La Pascua en el Sinaí

9 1Yavé habló a Moisés en el desierto del Sinaí, el primer mes del año segundo después de la salida de la tierra de Egipto. Dijo: 2«Que celebren los hijos de Israel la Pascua a su tiempo. 3El día catorce de este mes, entre dos luces, la celebraréis conforme a todas las leyes y a todos los ritos que a ella se refieren».

4Moisés habló a los hijos de Israel para que celebraran la Pascua; 5y la celebraron el día catorce del primer mes, entre dos luces, en el desierto del Sinaí. Conforme a todo cuanto había mandado Yavé a Moisés, así hicieron los hijos de Israel.

6Había algunos hombres que estaban impuros por un cadáver, y no pudieron celebrar la Pascua en ese día. Presentándose aquel mismo día ante Moisés y Arón, les dijeron: 7«Estamos impuros por un cadáver; ¿por qué habremos de vernos privados de presentar nuestra ofrenda a Yavé, a su tiempo, con los demás hijos de Israel?» 8Y Moisés les respondió: «Esperad que sepa yo lo que cuanto a vosotros dispone Yavé».

9Yavé habló a Moisés, diciendo: 10«Habla a los hijos de Israel y diles: Si alguno de vosotros o de vuestros descendientes está impuro por un cadáver, o está en viaje lejos, celebrará la Pascua de Yavé. 11En el segundo mes, el día catorce de él, entre dos luces, la celebrará. La comerán con pan ácimo y lechugas amargas; 12no dejarán de ella nada para el día siguiente, ni quebrantarán ninguno de sus huesos; la celebrarán conforme a todos sus ritos. 13Si alguno, estando limpio y no estando de viaje, dejare de celebrarla, éste será borrado de su pueblo por no haber ofrecido a su tiempo su ofrenda a Yavé, y llevará sobre sí su culpa. 14Si el extranjero que habita entre vosotros celebra la Pascua, guardará todas las leyes y ritos que a ella se refieren. La ley será la misma para vosotros; la misma para el extranjero que para el natural».

La nube

15El día en que fue alzado el tabernáculo, la nube cubrió el tabernáculo, y desde la tarde hasta la mañana hubo sobre el tabernáculo como un fuego. 16Así sucedía constantemente: de día lo cubría la nube, y de noche la nube parecía de fuego. 17Cuando la nube se alzaba del tabernáculo, partían los hijos de Israel; y en el lugar en que se paraba la nube, allí acampaban los hijos de Israel. 18A la orden de Yavé partían los hijos de Israel, y a la orden de Yavé sentaban su campo; cuanto tiempo estaba la nube sobre el tabernáculo, estábanse quietos. 19Cuando la nube se detenía muchos días sobre el tabernáculo, aguardaban los hijos de Israel la orden de Yavé y no se movían; 20y cuando la nube estaba pocos días sobre el tabernáculo, a la orden de Yavé posaban y a la orden de Yavé partían. 21Cuando la nube se detenía desde la tarde a la mañana, y a la mañana se levantaba, partían; y si se levantaba a la noche, entonces partían. 22Fuesen dos días, un mes o un año, mientras la nube se detenía sobre el tabernáculo, estándose sobre él, los hijos de Israel seguían acampados y no se movían; cuando ella se alzaba, se movían ellos. 23A la orden de Yavé acampaban y a la orden de Yavé partían, guardando el mandato de Yavé, como Yavé se lo había dicho a Moisés.


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  • 1 Es la segunda Pascua que celebra Israel y el primer aniversario de su salida de Egipto.
    Como la Pascua exigía una perfecta pureza legal y la adquisicicón de ésta exigía a veces varios días, aparte de otros accidentes que pudieran ocurrir, se concede esta gracia de celebrarla el segundo mes (2 Par30,2ss).(Volver a Lectura).

  • 15 Dios mora en el tabernáculo y es el conductor del gran ejército de Israel. Siendo la nube el signo sensible de su presencia, de ella se sirve para dar las órdenes de partida y estado del campo. Sobre el sentido real de este pasaje, cf. Introducción al Exodo, n6.(Volver a Lectura).



Las trompetas de plata

10 1Yavé habló a Moisés, diciendo: 2«Hazte dos trompetas de plata batida a martillo, que te sirvan para convocar la congregación y para hacer mover el campamento. 3Cuando se toquen las dos, acudirá a ti toda la asamblea a la puerta del tabernáculo de la reunión; 4cuando se toque una sola, se congregarán a ti los príncipes jefes de los millares de Israel. 5A un toque estrepitoso, moverán su campamento los acampados al oriente. 6A un segundo toque de la misma clase, moverán su campamento los acampados al mediodía; estos toques son para ponerse en movimiento.

7También para reunir la congregación las tocaréis, pero no con ese toque. 8Los hijos de Arón, los sacerdotes, serán los que toquen las trompetas, y éstas serán para vosotros de uso obligatorio por siempre en vuestras generaciones. 9Cuando en vuestra tierra saliereis a la guerra contra el enemigo que os atacare, tocaréis alarma con trompetas, y servirán de recuerdo ante Yavé, vuestro Dios, para que os salve de vuestros enemigos. 10También en vuestros días de alegría, en vuestras solemnidades y en fiestas del comienzo de mes tocaréis las trompetas; y vuestros holocaustos y vuestros sacrificios pacíficos serán para vosotros un recuerdo cerca de vuestro Dios. Yo, Yavé, vuestro Dios».


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  • 6 La versión griega de los LXX completa la orden de partida. A un tercer toque moverán su cuerpo los que acampan al occidente. A un cuarto toque moverán su cuerpo los que acampan al norte. Estos toques son para ponerse en movimiento.(Volver a Lectura).

  • 9 Sobre el uso de las trompetas en la guerra, cf. 2 Par 13,2; 15,1.(Volver a Lectura).




SEGUNDA PARTE

EN CADESBARNE

(10,11 - 21,35)

11En el año segundo, el segundo mes, a veinte del mes, se alzó la nube de sobre el tabernáculo del testimonio, 12y los hijos de Israel marcharon por etapas, del desierto del Sinaí al desierto de Farán, donde la nube se paró, 13moviéndose por primera vez a la orden de Yavé por Moisés. 14La primera en moverse fue la enseña del campo de los hijos de Judá, con sus escuadras. Jefe de las escuadras de la tribu de los hijos de Isacar, Natanael, hijo de Suar; 16y jefe de las escuadras de la tribu de los hijos de Zabulón, Eliab, hijo de Jelón. 17Desmontado que fue el tabernáculo pusiéronse luego en marcha los hijos de Gersón y los hijos de Merarí llevando el tabernáculo.

18Luego se puso en marcha la enseña del campo de Rubén, por sus escuadras. 19El jefe de sus escuadras era Elisur, hijo de Sedeur; el jefe de las escuadras de la tribu de los hijos de Simeón, Selamiel, hijo de Surisadai; 20y el jefe de las escuadras de la tribu de los hijos de Gad, Eliasaf, hijo de Reuel. 21Comenzaron luego a marchar los hijos de Caat, llevando el santuario; y en tanto que ellos llegaban, se disponía el tabernáculo. 22Después se puso en marcha la enseña del campo de los hijos de Efraím por sus escuadras; jefe de sus escuadras era Elisama, hijo de Amiud; 23jefe de las escuadras de la tribu de Manasés, Gamaliel, hijo de Pedasur; 24jefe de las escuadras de la tribu de los hijos de Benajmín, Abigadán, hijo de Guedoni.

25Después se puso en marcha la enseña de los hijos de Dan, por sus escuadras, a retaguardia de los otros campos; jefe de las escuadras de los hijos de Dan era Ajiecer, hijo de Amisadai; 26jefe de las escuadras de la tribu de los hijos de Aser, Fequiel, hijo de Ocrán; 27jefe de las escuadras de la tribu de los hijos de Neftalí, Ajira, hijo de Enán. 28Los hijos de Israel se pusieron en marcha con sus escuadras por este orden.

29Moisés dijo entonces a Jobab, hijo de Ragüel, madianita, su suegro: «Nosotros nos vamos para el lugar que Yavé nos ha dicho: Yo os lo daré; ven con nosotros y te favoreceremos; porque Yavé ha prometido favorecer a Israel». 30El respondió: «No, me iré a mi tierra y a mi parentela». 31Moisés insistió: «No nos dejes, pues tú conoces bien los lugares donde conviene acampar y podrás servirnos de guía; 32si vienes, nosotros te daremos parte de lo que nos dé Yavé».

33Así se marcharon del monte de Yavé, e hicieron tres días de camino, y el arca de la alianza de Yavé iba con ellos tres días de camino, buscando dónde acampar. 34La nube de Yavé los acompañaba de día, desde que levantaron el campamento. 35Cuando movían el arca, decía Moisés:
«Levántate, Yavé; dispérsense tus enemigos
Y huyan ante ti los que te aborrecen».
36Y cuando el arca se posaba, decía:
«Pósate, ¡oh Yavé!, entre las miradas de Israel».


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  • 11 Conforme a la disposición que ocupaban en el campo, comienza la marcha en perfecto orden militar, conducidos por Yavé. Sin señalarnos las etapas, llegan al desierto de Farán, donde la nube se detiene.(Volver a Lectura).

  • 31 A pesar de lo dicho en 9,15, de que el campamento se movía a la señal de la nube, este lugar nos indica que no quería Dios se prescindiese del orden natural.(Volver a Lectura).



Descontento del pueblo

11 1Aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Yavé, y al oírlo Yavé ardió en ira, y encendió contra ellos un fuego que abrasó una de las alas del campamento. 2Clamó entonces el pueblo a Moisés, y Moisés oró a Yavé, y el fuego se apagó. 3Y llamaron a aquel lugar Tabera, porque allí se había encendido contra ellos el fuego de Yavé.

4El vulgo adventicio que en medio de ellos habitaba tenía tantas ganas de comer carne, que aun los hijos de Israel se pusieron a llorar y decir: «¡Quién nos diera carne que comer! ¡Cómo nos acordamos de tanto pescado como de balde comíamos en Egipto, de los cohombros, de los melones, de los puerros, de las cebollas, de los ajos! 6Ahora está al seco nuestro apetito, y no vemos sino el maná».

7El maná era parecido a la semilla del cilantro y tenía un color como de bedelio. 8Esparcíase el pueblo para recogerlo, y lo molían en molinos o lo majaban en morteros, y cociéndolo en una caldera, hacían de él tortas, que tenían un sabor como de pasta amasada con aceite. 9Cuando de noche caía el rocío sobre el campo, caía también el maná.

10Oyó Moisés las lamentaciones del pueblo, que por familias se reunía a las puertas de sus tiendas, encendiendo el ardor de la ira de Yavé; y desagradó a Moisés, 11que dijo a Yavé: «¿Por qué tan maltratas a tu siervo? ¿Por qué no ha hallado gracia a tus ojos y has echado sobre mí la carga de todo este pueblo? 12¿Lo he concebido yo ni lo he parido, para que me digas: Llévalo en tu regazo, como lleva la nodriza al niño a quien da de mamar, a la tierra que juraste dar a sus padres? 13¿Dónde tengo yo carne para alimentar a todo este pueblo? ¿Por qué llora a mí clamando: Danos carne que comer? 14Yo no puedo soportar solo a este pueblo. Me pesa demasiado. 15Si así has de hacer conmigo, dame la muerte, te lo ruego; y si es que he hallado gracia a tus ojos, que no me vea ya más así afligido».

Los setenta ancianos

16Entonces dijo Yavé a Moisés: «Elígeme a setenta varones de los hijos de Israel, de los que tú sabes que son ancianos del pueblo y de sus principales, y tráelos a la puerta del tabernáculo; que esperen allí contigo. 17Yo descenderé y contigo hablaré allí, y tomaré del espíritu que hay en ti y lo pondré sobre ellos para que te ayuden a llevar la carga del pueblo y no la lleves tú solo. 18Y di al pueblo: Santificaos para mañana, y comeréis carne, ya que habéis llorado a Yavé diciendo: ¡Quién nos diera carne de comer! ¡Mejor ciertamente estábamos en Egipto! Ya os dará Yavé carne que comer. 19No comeréis un día, ni dos, ni cinco, ni diez, ni veinte; 20la comeréis todo un mes, hasta que se os salga por la boca y os produzca náuseas, por haber menospreciado a Yavé, que está en medio de vosotros, y haber llorado diciendo: ¿Por qué hemos salido de Egipto?». 21Moisés le dijo: «Seiscientos mil infantes cuenta el pueblo en medio del cual estoy, y me dices: Yo les daré carne, y la comerán todo un mes. 22¿Bastará para ello degollar todas las ovejas y todos los bueyes? ¿Se juntarán todos los peces del mar para darle abasto?» 23Yavé replicó a Moisés: «¿Acaso se ha acortado el brazo de Yavé? Ya verás si es o no es como te he dicho».

24Salió Moisés y transmitió al pueblo lo que había dicho Yavé; y eligió los setenta varones de entre los ancianos de Israel y los puso en derredor del tabernáculo. 25Descendió Yavé en la nube y habló a Moisés: tomando del espíritu que residía en él, lo puso sobre los setenta ancianos; y cuando sobre ellos se posó el espíritu, pusiéronse a profetizar, y no cesaban. 26Habíanse quedado en el campamento dos de ellos, uno llamado Eldad y otro llamado Medad; y también sobre ellos se posó el espíritu; eran de los nombrados, pero no se presentaron ante el tabernáculo. 27Corrió un mozo a avisar a Moisés, diciendo: «Eldad y Medad están profetizando en el campamento». 28Josué, hijo de Nun, ministro de Moisés desde su juventud, dijo: «Mi señor Moisés, impídeselo». 29Y Moisés le respondió: «¿Tienes celos por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo de Yavé profetizara y pusiere Yavé sobre ellos su espíritu!» 30Volvióse Moisés al campamento, y con él los ancianos de Israel. 31Vino un viento de Yavé, trayendo desde el mar codornices, que dejó sobre el campamento, hasta la altura de dos codos sobre la tierra. 32El pueblo estuvo todo el día, toda la noche y todo el día siguiente recogiendo codornices; el que menos, recogió diez jómer, y las pusieron a secar en los alrededores del campamento. 33Aún tenían la carne entre sus dientes, antes de que hubiesen podido acabar de comerla, y encendióse contra el pueblo el furor de Yavé, y Yavé hirió al pueblo con una plaga; 34siendo llamado aquel lugar Quibrot-hat-tava, porque allí quedó sepultado el pueblo glotón. 35De Quibrot-hat-tava partieron para Jaserot y acamparon allí.


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  • 4 El vulgo adventicio que acompaña a los hijos de Israel, y de que se hace mención en varios lugares, estaría compuesto de diversas procedencias, sujetos a servidumbre, como los hebreos. Aprovechó la propia ocasión que se le presentaba de escapar. Su presencia entre los israelitas podría servir de explicación a no pocos de los episodios del paso por el desierto.(Volver a Lectura).

  • 7 Ya en Ex 16,31, al aparecer por primera vez el maná, se nos dan los mismos detalles.(Volver a Lectura).

  • 16 Véase la nota a Ex 24,9. Distintos a estos setenta varones escogidos para ayudar a Moisés con su consejo a llevar el peso del pueblo deben de ser los oficiales de diez, cincuenta, ciento y mil, que forman una verdadera jerarquía militar, con atribuciones judiciales en los asuntos de menor importancia (Ex 18,25s).(Volver a Lectura).

  • 29 Este deseo de Moisés de ver a todo el pueblo lleno del espíritu profético es lo que el profeta Joel anuncia que se realizará en los días del Mesías (2,28; Act 2,16).(Volver a Lectura).

  • 31 Véase Ex 16,13ss.(Volver a Lectura).



Castigo de María, la hermana de Moisés

12 1María y Arón murmuraban de Moisés por la mujer cusita que éste había tomado, pues, en efecto, había tomado Moisés por mujer una cusita. 2Decían: «¿Acaso sólo con Moisés habla Yavé? ¿No nos ha hablado también a nosotros?» Oyó esto Yavé.

3Era Moisés hombre mansísimo, más que cuantos hubiese sobre la haz de la tierra. 4Y dijo luego a Moisés, a Arón y a María: «Id los tres al tabernáculo de la reunión». 5Una vez allí, descendió Yavé en la columna de nube, y poniéndose a la entrada del tabernáculo, llamó a Arón y a María. Salieron ambos, 6y él les dijo: «Oíd mis palabras: Si uno de vosotros profetizara, yo me revelaría en él en visión y le hablaría en sueños. 7No así a mi siervo Moisés, que es en toda mi casa el hombre de confianza.

8Cara a cara hablo con él, y a las claras, no por figuras; y él contempla el semblante de Yavé. ¿Cómo, pues, os habéis atrevido a difamar a mi siervo Moisés?» 9Y encendido en furor contra ellos, fuese Yavé. 10Apenas se había retirado del tabernáculo la nube, apareció María cubierta de lepra, como la nieve; y mirando Arón a María, la vio cubierta de lepra: 11Dijo entonces Arón a Moisés: «¡Oh mi señor, no eches sobre nosotros el peso de nuestro pecado! Neciamente hemos obrado, hemos pecado. 12Que no quede como el abortivo, que sale del vientre de su madre ya medio consumido»13Clamó entonces Moisés a Yavé, diciendo: «Ruégote, ¡oh Dios!, que la sanes». Respondió Yavé: «Si su padre la hubiera escupido en el rostro, ¿no quedaría por siete días llena de vergüenza? Que sea echada fuera del campamento por siete días, y después volverá». 15Fue, pues, María echada fuera del campamento, y el pueblo no se movió hasta que no hubo tornado.


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  • 1 Esta mujer etíope, o cusita, es la madianita Séfora, que nos es conocida, lo mismo que su familia, desde el comienzo del Exodo (2,15ss). La tierra de Cusán aparece ligada a la de Madián en Hab 3,7, ambas en Arabia.(Volver a Lectura).

  • 6 Dios sale a la defensa de su siervo, y al hacerlo nos indica el modo ordinario de comunicarse con sus profetas y el más familiar que usaba con Moisés, con quien hablaba cara a cara, como un amigo a otro (Eclo 45,4ss). San Pablo se sirve de este pasaje para ponderar la dignidad de Moisés, a quien, sin embargo, aventaja Jesús (Heb 3,2s).(Volver a Lectura).



Los exploradores

13 1 (16)Partióse después el pueblo de Jaserot y acampó en el desierto de Farán. 2 (1)Yavé habló a Moisés, diciendo: «Manda a algunos hombres a explorar la tierra de Canán que voy a daros; 3 (2)manda a uno por cada tribu, y que sean todos de los principales de entre ellos». 4 (3)Mandólos Moisés desde el desierto de Farán, según el mandato de Yavé, todos de los jefes de los hijos de Israel. 5 (4)Sus nombres son: de la tribu de Rubén, Samua, hijo de Zecur; 6 (5)de la tribu de Simeón, Safat, hijo de Jurit; 7 (6)de la tribu de Judá, Caleb, hijo de Jefoné; 8 (7)de la tribu de Isacar, Jigal, hijo de José; 9 (8)de la tribu de Efraím, Osea, hijo de Nun; 10 (9)de la tribu de Benjamín, Falti, hijo de Rafu; 11 (10)de la tribu de Zabulón, Gadiel, hijo de Sodí; 12 (11)de la tribu de José, de Manasés, Gadi, hijo de Susi; 13 (12)de la tribu de Dan, Amiel, hijo de Guemalí; 14 (13)de la tribu de Aser, Setur, hijo de Micael; 15 (14)de la tribu de Neftalí, Najbí, hijo de Vapsí; 16 (15)de la tribu de Gad, Güel, hijo de Maqui. 17 (16)Estos son los nombres de los mandados por Moisés para explorar la tierra.

A Osea, hijo de Nun, le dio Moisés el nombre de Josué. 18 (17)Mandólos, pues, Moisés a explorar la tierra de Canán, diciéndoles: «Subid de aquí al Negueb; después subid a la montaña 19 (18)y observad la tierra cómo es, qué gente la habita, si fuerte o floja, si poca o mucha; 20 (19)qué tal es la tierra habitada, si buena o mala; cuáles son sus ciudades, si abiertas o amuralladas; 21 (20)cuál su terreno, si fértil o pobre, si con árboles o sin ellos. Animaos y traed algunos frutos de esa tierra».

Era esto el tiempo de las primeras uvas. 22 (21)Subieron ellos y reconocieron la tierra desde el desierto de Sin hasta Rejob, camino de Emat. 23 (22)Subieron al Negueb y llegaron a Hebrón, donde estaban Ajiman, Sesaí y Tolmai, hijos de Enac. Hebrón fue fundada siete años antes que Tanis en Egipto. 24 (23)Llegaron hasta el valle de Escol, cortaron un sarmiento con racimos de uvas, que trajeron dos en un palo, y granadas e higos. 25 (24)Llamaron a aquel lugar Najal-Escol (Valle del Racimo), por el sarmiento de vid que allí habían cortado los hijos de Israel. 26 (25)Volvieron de explorar la tierra al cabo de cuarenta días; 27 (26)y llegados, se presentaron a Moisés y Arón y a toda la asamblea de los hijos de Israel en el desierto de Farán, en Cades; 28 (27)e hicieron relación a ellos y a toda la asamblea, mostrando los frutos de la tierra, y contaron así: «Hemos llegado a la tierra adonde nos mandasteis; en verdad mana leche y miel; ved sus frutos. 29 (28)Pero la gente que la habita es fuerte, y sus ciudades son muy grandes y están amuralladas; hemos visto también allí a los hijos de Enac. 30 (29)Los amalecitas habitan la región del Negueb; los jeteos, jebuseos y amorreos, la parte montuosa; los cananeos, las costas del mar y a lo largo del Jordán». 31 (30)Caleb, imponiendo silencio al pueblo que murmuraba contra Moisés, clamó: «¡Subamos, subamos luego!¡La conquistaremos, seremos más fuertes que ellos!» 32 (31)Pero los que habían subido con él dijeron: «No debemos subir contra aquella gente; es más fuerte que nosotros». 33 (32)Y desacreditaban entre los hijos de Israel la tierra que habían explorado, diciendo: «Es una tierra que devora a sus habitantes, y todos cuanto de ella hemos visto eran de gran talla. 34 (33)Hasta gigantes hemos visto allí; ante los cuales nos pareció a nosotros que éramos como langostas; así les parecíamos nosotros a ellos».


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  • 1 Ya en 10,12 se nos dice que, partidos del Sinaí, llegaron al desierto de Farán, al sur de la Palestina, y, por lo que sigue, bastante al norte del desierto y cerca de las fornteras de Canán.(Volver a Lectura).

  • 17 Este relato de los exploradores ofrece algunas dificultades. El punto de partida parece ser unas veces el desierto de Farán; otras, el desierto de Sin; el término del viaje, en unos Hebrón, de donde traen los racimos y los otros frutos; en otros llegan hasta el norte de la Palestina, «la entrada del camino de Emat», y recorren todo el país, señalando los moradores de cada región, hasta la raza gigante de Enac. La realidad histórica pudiera ser que los exploradores no fueron mandados una sola vez ni por un solo camino, y siéndolo varias, fueron por diversos caminos (véase la Introducción a los libros históricos, n.5).(Volver a Lectura).

  • 24 Está al norte de Hebrón y se dan allí las mejores uvas de mesa de la Palestina.(Volver a Lectura).



Sedición

14 Entonces toda la muchedumbre rompió a gritar, y el pueblo se pasó toda la noche llorando; 2y todos los hijos de Israel murmuraban contra Moisés y Arón, y todos decían: «¡Ah, si hubiéramos muerto en la tierra de Egipto, o muriéramos siquiera en este desierto! 3¿Por qué quiere llevarnos Yavé a esa tierra a perecer por la espada, y que sean nuestras mujeres y nuestros hijos presa de otros? ¿No sería mejor que nos volviéramos a Egipto?» 4Y unos a otros se decían: «Elijamos un jefe y volvámonos a Egipto».

5Entonces Moisés y Arón cayeron sobre sus rostros ante toda la asamblea de los hijos de Israel. 6Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefoné, que eran de los que habían explorado la tierra, rasgaron sus vestiduras; 7y hablaron a toda la asamblea de los hijos de Israel, diciendo: «La tierra por la que hemos pasado en reconocimiento es sobremanera buena. 8Si agradamos a Yavé, El nos hará entrar en esa tierra y nos la dará. Es una tierra que mana leche y miel. 9No os rebeléis contra Yavé, y no tengáis miedo de la gente de esa tierra, que nos los comeremos como pan. Ellos se han quedado sin amparo, y Yavé está con nosotros». 10Toda la asamblea de Israel quería lapidarlos, pero la gloria de Yavé se mostró en el tabernáculo de la reunión a todos los hijos de Israel, 11y Yavé dijo a Moisés: «¿Hasta cuándo ha de ultrajarme este pueblo? ¿Hasta cuándo no ha de creerme, después de todos los prodigios que en medio de ellos he hecho? 12Voy a herirle de mortandad y a hacer de ti una gran nación, más grande y más fuerte que ellos». 13Pero Moisés respondió a Yavé: «Y lo sabrán los egipcios, de cuyo poder sacaste a este pueblo, 14y se lo dirán a los habitantes de esa tierra. Todos ellos saben que tú, ¡Oh Yavé!, habitas en medio de este pueblo, que te dejas ver la cara, que se posa sobre ellos tu nube, que vas delante de ellos, de día en columna de nube y de noche en columna de fuego. 15Si, pues, destruyes este pueblo, como si fuera un solo hombre, los pueblos a los que ha llegado tu fama dirán: 16Por no haber podido llevar a ese pueblo a la tierra que le había prometido, los ha destruido Yavé en el desierto. 17Haz, pues, mi Señor, que resplandezca tu fortaleza, como tú mismo dijiste. 18Yavé, tardo a la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebeldía, aunque no la deja impune, y visita la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y la cuarta generación. 19Perdona, pues, la iniquidad de este pueblo según tu gran misericordia, como desde Egipto hasta aquí le has perdonado». 20Díjole entonces Yavé: «Los perdono, según me lo pides; 21mas por mi vida y por mi gloria, que hinche la tierra toda, 22que todos aquellos que han visto mi gloria y todos los prodigios que yo he obrado en Egipto y en el desierto, y todavía me han tentado diez y diez veces, desoyéndome, 23no verán la tierra que a sus padres juré dar. No, ninguno de los que así me han ultrajado la verá. 24Solo a mi siervo Caleb, que con espíritu del todo diferente me siguió enteramente, le haré yo entrar en esa tierra donde ha estado ya, y su descendencia la tendrá en posesión. 25Mañana mismo volveos y partid al desierto, camino del mar Rojo».

Castigo

26Yavé habló a Moisés y Arón, diciendo: 27«¿Hasta cuándo voy a estar oyendo lo que contra mí murmura esta turba depravada, las quejas contra mí de los hijos de Israel? 28Diles, pues: Por mi vida, palabra de Yavé, que lo que a mis oídos habéis susurrado, eso haré yo con vosotros; 29en este desierto yacerán vuestros cadáveres. De todos vosotros, los que en vuestro censo fuisteis contados de veinte años arriba, que habéis murmurado contra mí, 30ninguno entrará en la tierra que con juramento os prometí por habitación. Sólo Caleb, hijo de Jefoné, y Josué, hijo de Nun. 31Pero a vuestros hijos, los que dijisteis que serían presa ajena, a ésos los introduciré yo; y ellos disfrutarán la tierra que vosotros habéis desdeñado. 32Cuanto a vosotros, en este desierto yacerán vuestros cadáveres. 33Vuestros hijos errarán por el desierto cuarenta años, llevando sobre sí vuestras rebeldías, hasta que vuestros cuerpos se consuman en el desierto. 34Tantos como fueron los días de la exploración de la tierra, cuarenta, tantos serán los años que llevaréis sobre vosotros vuestras rebeldías: cuarenta años, año por día; y experimantaréis así mi aversión por vosotros. 35Yo, Yavé, yo lo he dicho. Eso haré con esta perversa muchedumbre que se ha confabulado contra mí. En este desierto se consumirán; en él morirán».

36Todos aquellos a quienes mandó Moisés a explorar la tierra y de vuelta concitaron a la muchedumbre a murmurar contra él, desacreditando la tierra; 37todos cuantos habían hablado mal de ella, murieron de mala muerte ante Yavé. 38Solo Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefoné, quedaron con vida de todos aquellos hombres que fueron a explorar la tierra.


Derrota

39Moisés refirió todo esto a los hijos de Israel, y el pueblo quedó desolado. 40Subieron por la mañana a la cumbre de un monte, diciendo: «Vamos a subir a la tierra de que nos habló Yavé, aunque hemos pecado». 41Díjoles entonces Moisés: «¿Por qué queréis contravenir a la orden de Yavé? Eso no puede saliros bien. 42No subáis, porque no va Yavé en medio de vosotros y seréis derrotados por el enemigo. 43Los amalecitas y los cananeos están del lado de allá, frente a vosotros, y caeréis bajo su espada; porque habiendo vuelto vosotros las espaldas a Yavé, El no estará con vosotros». 44Ellos temerariamente se obstinaron en subir a la cumbre del monte, pero el arca de la alianza de Yavé y Moisés no se movieron de en medio del campamento. 45Bajaron el amalecita y el cananeo, que habitaban en aquellos montes, y los derrotaron, poniéndolos en fuga y persiguiéndolos hasta Jorma.


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  • 12 Dios, cansado del pueblo, quiere destruirle para sustituirle por otro que tuviera por patriarca a Moisés; a lo que el caudillo, siempre humilde, generoso y amante de su pueblo, se resiste, abogando muy bien por la causa de Israel (Ex 32,12; Dt 9,26; 32,37; Sal 106,23).(Volver a Lectura).

  • 24 Según el v.6, no sólo Caleb, sino también Josué, se mantuvo fiel a su misión. Igual después de los v.30-38.(Volver a Lectura).

  • 39 La sentencia de Dios excita en el pueblo el dolor por lo hecho, y, sin duda, con el deseo de que Yavé se vuelva atrás de su juicio, se prepara a acometer la conquista, pero sufren una derrota. No era extraño, pues Yavé no estaba con ellos ni los acompañaba el arca de la alianza (Dt 1,41; 1 Sam 4,3).(Volver a Lectura).



Algunas leyes relativas a los sacrificios

15 1Yavé habló a Moisés, diciendo: 2«Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra de vuestra habitación, que yo voy a daros, 3y hagáis a Yavé ofrenda de combustión, holocausto o sacrificio para cumplir un voto, o de vuestra libre voluntad o en una de vuestras solemnidades, presentando a Yavé suave olor en bueyes u ovejas, 4quien haga la ofrenda a Yavé le presentará una ofrenda de flor de harina, un décimo de efá amasada con un cuarto de hin de aceite, que añadirá al holocausto o al sacrificio pacífico, 5y un cuarto de hin de vino para la livación, por cada cordero. 6Si es por carnero, añadirá por cada uno la ofrenda de dos décimas de efá de flor de harina amasada con un tercio de hin de aceite; 7y presentará un tercio de hin de vino para la libación, perfume grato a Yavé. 8Si fuere de buey el holocausto, ya en cumplimiento de voto, ya de sacrificio pacífico a Yavé, 9presentará a más de él a Yavé, como ofrenda, tres décimas de efá de flor de harina amasada con medio hin de aceite, 10y medio de vino para la libación, combustión de olor agradable a Yavé. 11Así hará por cada buey, cordero o cabrito. 12Cualquiera que sea el número de las víctimas que ofrezcáis, eso haréis por cada una. 13Así lo harán todos los naturales al ofrecer víctimas de combustión en olor grato a Yavé. 14Y si en vuestras generaciones un extranjero que habite en medio de vosotros o esté entre vosotros ofreciere ofrenda de combustión, de suave olor a Yavé, lo hará como lo hagáis vosotros. 15Una misma ley regirá ante Yavé para vosotros, los de la congregación, y para el extranjero que con vosotros mora. 16Una misma ley, un mismo derecho tendréis vosotros y el extranjero que habita entre vosotros».

17Habló Yavé a Moisés, diciendo: 18«Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hubiereis entrado en la tierra a la cual os llevo, 19cuando comáis el pan de esa tierra, ofreceréis de él ofrenda a Yavé. 20Como primicia de vuestra masa ofreceréis un pan, del mismo modo que ofrecéis las primicias de vuestra era. 21De las primicias de vuestras masas ofreceréis ofrenda a Yavé en vuestras generaciones.
22Si por inadvertencia faltareis, no poniendo por obra todos estos mandamientos que Yavé os ha dado por Moisés, 23todo lo que Yavé os ha mandado por Moisés desde el día en que para vosotros lo dispuso para todas vuestras generaciones en adelante, 24entonces la inadvertencia cometida por la congregación será expiada por la ofrenda de ella toda, de un novillo en holocausto de suave olor a Yavé, con la oblación y la libación de rito, y un macho cabrío por el pecado. 25El sacerdote haga la expiación por toda la congregación de los hijos de Israel, y les será perdonado, porque fue por ignorancia y ha presentado a Yavé su ofrenda de combustión y la víctima expiatoria por su inadvertencia ante Yavé. 26Y le será perdonado a toda la congregación de los hijos de Israel y al extranjero que en medio de ellos habita, porque del pueblo todo fue la inadvertencia. 27Si el que por inadvertencia pecó fuese uno solo, ofrecerá un cabrito primal por el pecado, 28y el sacerdote hará la expiación ante Yavé por el que pecó por inadvertencia para expiarle, y le será perdonado. 29Para el indígena de los hijos de Israel y para el extranjero que habita en medio de vosotros tendréis la misma ley cuanto al pecado cometido por inadvertencia. 30Pero cualquiera que sea, indígena o extranjero, el que con altiva mano obrare, ultranjando a Yavé, 31ése será enteramente borrado de en medio de su pueblo; por haber menospreciado la palabra de Yavé y haber traspasado su mandato, será exterminado y llevará sobre sí su iniquidad».

Castigo de un violador del sábado

32Sucedió, cuando estaban los hijos de Israel en el desierto, que encontraron a un hombre recogiendo leña en sábado; 33y los que le encontraron le denunciaron a Moisés y a Arón y a toda la asamblea; 34y le encarcelaron, porque no había sido todavía declarado lo que había de hacerse con él. 35Yavé dijo a Moisés: «Sin remisión, muera ese hombre. Que lo lapide el pueblo todo fuera del campamento». 36Y lo sacaron toda la asamblea fuera del campamento y lo lapidaron, muriendo, como se lo había mandado Yavé a Moisés.


Las filacterias

37Yavé habló a Moisés, diciendo: 38«Habla a los hijos de Israel y diles que de generación en generación se hagan flecos en los bordes de sus mantos y aten los flecos de cada borde con un cordón de color de jacinto, 39a fin de que les sirva, cuando lo vean, para acordarse de todos los mandamientos de Yavé; para que los pongan por obra, sin irse detrás de los deseos de su corazón y de sus ojos, a los que se prostituyen; 40porque así, acordándoos de mis preceptos y poniéndolos por obra seréis santos a vuestro Dios. 41Yo, Yavé, vuestro Dios, que os ha sacado de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios. Yo, Yavé, vuestro Dios».


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  • 1 Al sacrificio debía añadirse la ofrenda, minjá, como ya se dijo en Lev 2 (Introducción al Lev., n.4).(Volver a Lectura).

  • 16 Por la circuncisión, el extranjero se incorpora a Israel. Esto, como también el ser admitido el extranjero a ofrecer sacrificios (Núm 14,15), rompe el cerco de religión nacional y hace a la religión de Israel universal en potencia (cf. I Re 2,4ss).(Volver a Lectura).

  • 26 Esto de que aun el pecado cometido con inadvertencia impurifique, pone de relieve el altísimo concepto que de la santidad divina quería Dios que tuviera su pueblo.(Volver a Lectura).

  • 37 La violación del sábado, día consagrado a Dios, era un sacrilegio; y el sacrilegio, no sólo en la religión de Israel, sino en las religones gentilicias, era generlamente castigado con la muerte.(Volver a Lectura).

  • 38 Sobre los flecos, como recordatorio de la Ley, véase Dt 22,12; Mt 23,5.(Volver a Lectura).



La sedición de Coré y su castigo

16 1Coré, hijo de Isar, hijo de Caat, hijo de Leví; Datán y Abirón, hijos de Eliab, y On, hijo de Felet, de los descendientes de Rubén, 2se alzaron y se pusieron enfrente de Moisés, arrastrando tras sí a doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel, todos de los principales de la asamblea, de los del consejo, hombres distinguidos. 3Se conjuraron contra Moisés y Arón y dijeron a éstos: «Básteos ser uno de tantos, pues santos son todos los de la asamblea, y en medio de todos está Yavé. ¿Con qué derecho os levantáis vosotros sobre la asamblea de Yavé?» 4Apenas oyó esto Moisés, se echó rostro a tierra. 5Después habló a Coré y a toda su facción, diciendo: «Mañana dará Yavé a conocer quién es el suyo y quién es el santo que quiere cerca de sí; y el elegido, El a sí lo acercará. 6Haced esto: Tomaos incensarios, Coré y toda su facción; 7poned mañana fuego en ellos, y sobre el fuego, el incienso ante Yavé; aquel a quien elija Yavé, ése será el santo. Esto os bastará, hijos de Leví». 8Y volviéndose después a Coré, añadió: 9«Oídme, hijos de Leví: ¿Os parece todavía poco el haberos Yavé, Dios de Israel, segregado de la congregación de Israel, acercándoos a sí para que le sirváis en el tabernáculo de Yavé y estéis delante de la comunidad como ministros suyos? 10Porque El os ha allegado de ese modo a ti y a todos tus hermanos, hijos de Leví, ¿ambicionáis también ahora el sacerdocio? 11Tú y tus partidarios habéis conspirado contra Yavé. ¿Qué es Arón para que contra él vayan vuestras murmuraciones?» 12Moisés mandó llamar a Datán y Abirón, hijos de Eliab; pero ellos respondieron: «No queremos ir; 13¿todavía te parece poco habernos sacado de una tierra que mana leche y miel, para traernos a morir a un desierto, que también quieres seguir tiranizándonos? 14No es a una tierra que mana leche y miel adonde nos has traído; ni un trozo de tierra nos has dado en posesión, ni una viña. ¿Crees que están ciegos todos estos hombres? No, no vamos». 15Moisés, muy enojado, dijo a Yavé: «No atiendas a su oblación. Ni un asno siquiera he tomado yo de ellos; a nadie he perjudicado». 16Y luego dijo a Coré: «Tú y tus partidarios presentaos mañana ante Yavé; tú y ellos y Arón. 17Tomad cada uno un incensario y poned en él el incienso, y llegaos a Yavé cada uno con su incensario, doscientos cincuenta incensarios; tú también y Arón, con su incensario cada uno». 18Tomaron, pues, cada uno su incensario, pusieron en ellos el fuego y echaron sobre él incienso, y se presentaron a la entrada del tabernáculo del testimonio con Moisés y Arón. 19Coré había llevado tras sí a toda la asamblea de la entrada del tabernáculo de la reunión, y la gloria de Yavé se mostró a toda la asamblea. 20Yavé dijo a Moisés y Arón: 21«Apartaos de esa turba, que voy a destruirla en seguida». 22Ellos, postrándose rostro a rostro, dijeron: «¡Oh Dios, Dios del espíritu de toda carne! ¿No es uno el que ha pecado? ¿Por qué airarte contra toda la congregación?» 23Yavé habló entonces a Moisés, diciendo: 24«Habla a la congregación y di: Apartaos de en derredor del tabernáculo y de las tiendas de Coré, Datán y Abirón». 25Levantóse Moisés y se fue a donde estaban Datán y Abirón, yendo tras él los ancianos, 26y habló a la congregación, diciendo: «Apartaos luego de las tiendas de estos impíos; no toquéis nada suyo, para que no perezcáis por vuestros pecados». 27Apartóse la muchedumbre de en derredor de las tiendas de Coré, Datán y Abirón. Datán y Abirón salieron a la puerta de sus tiendas y se quedarón allí en pie con sus mujeres, sus hijos y sus pequeños. 28Dijo entonces Moisés: «Ahora vais a saber que es Yavé quien me ha enviado para hacer cuanto he hecho y que no lo hice de mi propio impulso. 29Si éstos mueren de muerte natural, como mueren los hombres, no ha sido Yavé el que me ha enviado; 30pero si, haciendo Yavé algo insólito, abre la tierra su boca y se los traga con todo cuanto es suyo y bajan vivos al seol, conoceréis que estos hombres han irritado a Yavé». 31Apenas acabó de decir estas palabras, rompióse el suele debajo de ellos, 32abrió la tierra su boca y se los tragó a ellos, sus casas y todos los partidarios de Coré con todo lo suyo. 33Vivos se precipitaron en el abismo y los cubrió la tierra, siendo exterminados de en medio de la asamblea. 34Todo Israel que allí en torno se hallaba, al oír sus gritos, huyó por miedo de que los tragase también a ellos la tierra. 35También los doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso fueron abrasados por un fuego de Yavé.

Turíbulos egipcios. (Biblia de Montserrat).


Otro tumulto

36 (171)Después Yavé habló a Moisés, diciendo: «Manda a Eleazar, hijo de Arón, sacerdote, que saque del incendio los incensarios, apartando el fuego, porque están santificados. 38(3)Los incensarios de esos que contra sus vidas pecaron, hazlos laminar, y reviste con las láminas el altar, pues se ofreció con ellos a Yavé, quedando santificados, y servirán de recuerdo para los hijos de Israel». 39(4)Tomó Eleazar los incensarios de bronce con que habían ofrecido los abrasados, y los mandó laminar para revestir el altar, 40(5)para memoria de los hijos de Israel, para que ningún extraño a la estirpe de Arón se acerque a ofrecer el timiama ante Yavé, para no incurrir en la muerte de Coré y de sus secuaces, como lo había mandado Yavé a Moisés.

41(6)Al día siguiente la muchedumbre de los hijos de Israel murmuraba contra Moisés y Arón, diciendo: «Vosotros habéis exterminado al pueblo de Yavé». 42(7)Y mientras la asamblea se reunía contra Moisés y Arón, éstos se dirigieron al tabernáculo de la reunión; y he aquí que le cubrió la nube y apareció la gloria de Yavé. 43(8)Moisés y Arón se acercaron al tabernáculo de la reunión, 44(9)y Yavé habló a Moisés, diciendo: 45(10)«Quitaos de en medio de esa turba, que voy luego a destruirla». Ellos se postraron rostro a tierra, 46y Moisés dijo a Arón: (11)«Toma el incensario, pon en él fuego del altar e incienso, y corre a esa muchedumbre y expíala, porque se ha encendido la ira de Yavé y ha comenzado ya la mortandad». 47(12)Tomó Arón el incensario, como se lo mandara Moisés, y corrió a la asamblea; ya había comenzado la plaga a hacer estragos en el pueblo; pero él tomó el incienso e hizo expiación por el pueblo, 48(13)y se quedó entre los muertos y los vivos hasta que cesó la mortandad. 49(14)Habían perecido en aquella mortandad catorce mil setecientos, sin contar los que murieron por lo de Coré. 50(15)Después, cuando hubo cesado la mortandad, se volvió Arón a la entrada del tabernáculo de la reunión, donde estaba Moisés.


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  • 1 En esta sedición intervienen dos facciones, que se unen en la rebelión. La de Coré, levita, y sus seguidores, levitas, que aspiran al sacerdocio, y la facción de Datán y Abirón, rubenitas, que aspiran a la supremacía religiosa y política.
    En Núm 27,3 se habla de Coré y sus secuaces, y en Dt 11,6 y Sal 106,17, de Datán y Abirón.(Volver a Lectura).

  • 39 Los incensarios empleados por los rebeldes y que quedaron entre sus cadáveres estaban profanados y no podían ser empleados en el culto divino; por otra parte, estaban consagrados a Yavé y no era lícito, en modo alguno, dedicarlos a usos profranos. Por eso Moisés ordena que, laminados, se empleen en revestir el altar.(Volver a Lectura).



La vara de Arón

17 1(16) Habló Yavé a Moisés, diciéndole: 2(17)«Habla a los hijos de Israel y haz que te entreguen una vara cada uno de los príncipes de casa patriarcal, una por cada una de las doce casas patriarcales, y escribe en cada una el nombre de una de ellas. 3(18)El nombre de Arón lo escribirás en la vara de Leví, pues cada vara ha de llevar el nombre del cabeza de cada casa patriarcal. 4(19)Ponlas todas en el tabernáculo, delante del testimonio, desde el cual yo hablo. 5(20)Florecerá la vara de aquel a quien elija yo, a ver si hago cesar de una vez las quejas y murmuraciones de los hijos de Israel contra vosotros». 6(21)Habló Moisés a los hijos de Israel y todos sus jefes le entregaron las varas, una por cada casa patriarcal, doce varas; a ellas se unió la vara de Arón, 7(22)y Moisés las puso todas ante Yavé en el tabernáculo de la reunión. 8(23)Al día siguiente vino Moisés al tabernáculo; y la vara de Arón, la de la casa de Leví, había echado brotes, yemas, flores y almendras. 9(24)Sacó Moisés las varas a los hijos de Israel, y tomó cada uno su vara.

10(25)Yavé dijo a Moisés: «Vuelve la vara de Arón al testimonio, y guárdese en él, para que sirva de memoria a los hijos rebeldes, y que cesen así sus quejas contra mí y no mueran». 11(26)Hízolo así Moisés; como Yavé se lo había mandado, así lo hizo.

12(27)Los hijos de Israel hablaron a Moisés, diciendo: «Está visto, muertos somos, perdidos, perdidos todos; 13(28)cuantos pretenden acercarse al tabernáculo de Yavé perecen. ¿En verdad habremos de perecer todos?»


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  • 1 En este episodio de las varas sirvió para confirmar la divina elección de Arón para el sacerdocio. Los autores de los evangelios apócrifos se inspiraron en él para inventar otro semejante, que serviría para elegir esposo a la Virgen María. Tal es el origen de la vara florida de San José.(Volver a Lectura).



Deberes y derechos de los sacerdotes y levitas

18 1 Dijo Yavé a Arón: «Tú y tus hijos, y la casa de tu padre contigo, llevaréis sobre vosotros la iniquidad del santuario; tú y tus hijos contigo llevaréis la iniquidad, la de vuestro sacerdocio. 2Cuanto a ti, la tribu de tu padre, admítelos contigo al servicio del santuario como adjuntos, para que te sirvan cuando tú y tus hijos estéis en el tabernáculo de la reunión. 3Estarán a tu servicio y al de todo el tabernáculo; pero no han de acercarse ni a los utensilios del santuario ni al altar, para no morir ellos y vosotros. 4Los tendrás como adjuntos, y tendrán a su cuidado el tabernáculo de la reunión, para hacer todo el servicio. Ningún extraño se acercará a vosotros. 5Tendréis el cuidado del santuario y del altar, para que no se desfogue ya más la ira contra los hijos de Israel. 6Yo he tomado de entre los hijos de Israel a los levitas, vuestros hermanos, y os los he dado a vosotros, don de Yavé, para hacer el servicio del tabernáculo de la reunión. 7Pero tú y tus hijos ejerceréis vuestro sacerdocio en cuanto concierne al altar y del velo adentro; sois vosotros los que habéis de hacer este servicio. Yo os he dado en puro don vuestro sacerdocio, y el extraño que pretenda acercarse, morirá».

8Dijo también Yavé a Arón: «Te encomiendo también la guarda de mis ofrendas, y os doy todas las cosas santas de los hijos de Israel, por razón de la unción, a ti y a tus hijos por ley perpetua. 9He aquí lo que de las combustiones de las coas santísimas te corresponderá. Todas sus ofrendas, toda oblación, todo sacrificio por el pecado y todo sacrificio expiatorio que me ofrezcan, todas estas cosas, como cosas santísimas, serán para ti y para tus hijos». 10Las comeréis en lugar santísimo, las comerán todos los varones y serán cosas santas para vosotros. 11También será tuyo esto otro; lo que de sus dones se reserva, de toda ofrenda mecida de los hijos de Israel; os lo doy a ti y a tus hijos, y a tus hijas contigo, por estatuto perpetuo; todo el que sea puro de tu casa lo comerá. 12Todo lo mejor del aceite, del mosto y del trigo, 13las primicias de su tierra, que han de traer a Yavé, tuyas son; todos los que de tu casa estén limpios comerán de ellos. 14Todo cuanto en Israel sea consagrado al anatema te pertenecerá. 15Todo primogénito de toda carne, así de los hombres como de los animales que han de ofrecer a Yavé, será tuyo.

16Harás rescatar los primogénitos de los hombres y los primogénitos de los animales impuros. Harás que sean rescatados cuando tengan un mes, y según tu estimación, en cinco siclos de plata, al siclo del santuario, que es de veinte gueras; 17pero no aceptarás rescate por el primogénito de una vaca, de una oveja ni de una cabra; serán cosas santas; derramarás su sangre en torno del altar, quemarás su sebo en sacrificio de combustión, de olor grato a Yavé, 18y su carne será para ti como lo es el pecho que se mece y la pierna derecha. 19Todo cuanto de las cosas santas se reserva, la que se reserven los hijos de Israel para Yavé, te lo doy a ti, a tus hijos y a tus hijas contigo, en estatuto perpetuo; es pacto de sal perpetuo, ante Yavé contigo y con toda tu descendencia». 20Dijo también Yavé a Arón: «Tú no tendrás tu parte de la heredad en su tierra, y no habrá parte para ti en medio de ellos; soy yo tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel. 21Y doy como heredad a los hijos de Leví todos los diezmos, por el servicio que prestan, por el servicio del tabernáculo de la reunión. 22Los hijos de Israel no han de acercarse ya más al tabernáculo de la reunión, no lleven sobre sí su pecado y mueran. 23Serán los levitas los que harán el servicio del tabernáculo de la reunión, y ellos los que sobre sí llevarán su iniquidad. Por ley perpetua entre vuestros descendientes, no tendrán heredad en medio de los hijos de Israel, 24pues yo les doy por heredad las décimas que los hijos de Israel han de entregar a Yavé; por eso les digo: No tendréis heredad en medio de Israel».

25Habló Yavé a Moisés, diciendo: 26«Habla a los levitas y diles: Cuando recibáis de los hijos de Israel las décimas de sus bienes, que yo os doy por heredad vuestra, presentaréis a Yavé en ofrenda una décima de la décima, 27y esta ofrenda os será contada como si fuese el trigo de la era o el mosto del lagar. 28Así ofreceréis también vosotros a Yavé una ofrenda de todas las décimas que recibáis de los hijos de Israel, y esta ofrenda reservada a Yavé se la daréis al sacerdote Arón. 29De todos los dones que recibáis, reservaréis la ofrenda a Yavé, de todo lo mejor, la porción santa que de ellos habéis de consagrarle. 30Les dirás: Una vez reservado lo mejor, la décima será para los levitas, como fruto de la tierra o fruto del lagar; 31la comeréis en cualquier lugar, vosotros y vuestras familias, porque es vuestro salario por el servicio que prestáis en el tabernáculo de la reunión. 32Una vez ofrecido lo mejor en ofrenda, no incurrís ya en culpa ni profanáis las cosas santas de los hijos de Israel, y no moriréis».


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  • 9 Señala aquí los emolumentos que por su servicio y a título de sustentación concede Dios a los sacerdotes, ya que Dios no les asigna parte en la posesión de la tierra, para que así, viviendo del altar, vivan también para el altar (Lev 2,3,10; 6,10.18.22; 7,1.6.21.22).(Volver a Lectura).

  • 25 A los levitas se les conceden los diezmos de todas las otras tribus, de los cuales deben dar la décima parte a los sacerdotes. Siendo doce las otras tribus, parece que salían mejoradas; pero esto eera en teoría, pues en realidad, a juzgar por el Deuteronomio y por la historio de los jueces, los levitas llevaban una vida bien mísera. Señal de que o no estaba en vigor la ley de los diezmos o el pueblo la cumplía mal(Dt 12,12.18s; 16,11.14; Jue 17,7.9; 19.1.8).(Volver a Lectura).



El agua lustral

19 1 Habló Yavé a Moisés y Arón, diciéndoles: 2«He aquí la ordenación de la ley que prescribe Yavé: Di a los hijos de Israel que te traigan una vaca roja perfecta, sin defecto, y que no haya todavía llevado el yugo sobre sí; 3se la entregaréis a Eleazar, sacerdote, y él la sacará fuera del campamento, la hará degollar en su presencia, 4y tomando de su sangre con el dedo, aspergerá con ella hacia el frente del tabernáculo de la reunión siete veces. 5Hará quemar la vaca en su presencia, quemando la piel, la carne y la sangre y los excrementos. 6Tomará luego el sacerdote madera de cedro, hisopo y púrpura, y lo echará en medio del fuego en que arde la vaca. 7El sacerdote lavará luego sus vestidos y su cuerpo con agua, y entrará después en el campamento; será inmundo el sacerdote hasta la tarde. 8Lo mismo el que la quemó, lavará con agua sus vestiduras y su cuerpo, y será inmundo hasta la tarde. 9Un hombre limpio recogerá las cenizas; las recogerá y las llevará fuera del campamento a un lugar limpio, y las guardará la asamblea de los hijos de Israel para el agua expiatoria. Es agua de expiación.

10El que recogió las cenizas de la vaca lavará sus vestidos y será inmundo hasta la tarde. Será ésta para los hijos de Israel, y para el extranjero que habita entre ellos, ley perpetua. 11El que tocare un muerto, cualquier cadáver humano, se hace impuro por siete días, 12y se purificará con esta agua al tercer día y al séptimo será puro; no quedará limpio hasta el séptimo.

13Quien tocare un muerto, el cadáver de un hombre, y no se purificare, contamina el tabernáculo de Yavé, y será borrado de Israel, porque no se purificó con el agua lustral; será inmundo, quedando sobre él su inmundicia. 14Esta es la ley: Cuando muriere alguno en una tienda, todo el que entre en la tienda y cuanto en ella hay será inmundo por siete días; 15toda vasija que no tenga tapadera será inmunda; 16y cualquiera que en campo abierto tocare un muerto de espada o un muerto cualquiera, o huesos humanos, o un sepulcro, será inmundo por siete días. 17Para quien esté inmundo, tomarán de la ceniza de la vaca quemada en sacrificio expiatorio, y echarán sobre ella un vaso de agua viva; 18uno que esté limpio tomará hisopo, y mojándolo en el agua aspergerá la tienda y todos los muebles y todas las personas que en ella hubiere, o al que hubiera tocado huesos humanos, o al matado, o al muerto, o un sepulcro. 19El limpio aspergerá al inmundo el tercero y el séptimo día; y purificado el impuro el séptimo día, lavará sus vestidos y a la tarde será puro. 20El inmundo que no se purifique será borrado de la congregación, por haber contaminado el santuario de Yavé; no habiendo sido rociado con el agua lustral, es inmundo. 21Será ley perpetua; y el que haga aspersión al otro con el agua lustral, lavará sus vestidos, y quien tocare el agua lustral será inmundo hasta la tarde. 22Todo el que tocare el inmundo será inmundo, y quien algo de ello tocare, será inmundo hasta la tarde».


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Las aguas de Meriba

20 1Llegaron los hijos de Israel, toda la congregación, al desierto de Sin, el primer mes, y acampó el pueblo en Cades. Allí murió María y allí fue sepultada. 2No había allí agua para la muchedumbre, y ésta se amotinó contra Moisés y Arón. 3El pueblo se quejaba contra Moisés, y decía: «¡Ojalá hubiéramos perecido cuando perecieron nuestros hermanos ante Yavé! 4¿Por qué has traído al pueblo de Yavé a este desierto a morir, nosotros y nuestros ganados? 5¿Por qué nos sacaste de la tierra de Egipto, para traernos a un lugar tan horrible como éste, que ni puede sembrarse, ni tiene viñas, ni higueras, ni ganados, y donde ni agua siquiera hay para beber?» 6Moisés y Arón se apartaron de la muchedumbre, a la entrada del tabernáculo de la reunión, y postráronse rostro a tierra. Apareció la gloria de Yavé, 7y Yavé habló a Moisés, diciendo: 8«Toma el cayado y reúne a la muchedumbre, tú y Arón, tu hermano, y en su presencia hablad a la roca, y ésta dará sus aguas; de la roca sacarás agua para dar de beber a la muchedumbre y a sus ganados». 9Moisés tomó de delante de Yavé el cayado, como se lo había él mandado; 10juntando Moisés y Arón a la muchedumbre delante de la roca, les dijo: «¡Oid rebeldes! ¿Podremos nosotros hacer brotar agua de esta roca?» 11Alzó Moisés su brazo e hirió con el cayado la roca por dos veces, y brotaron de ella aguas en abundancia, y bebió la muchedumbre y sus ganados. 12Yavé dijo entonces a Moisés y Arón: «Porque no habéis creído en mí, santificándome a los ojos de los hijos de Israel, no introduciréis vosotros a este pueblo en la tierra que yo les he dado». 13Estas son las aguas de Meriba (Querella), donde los hijos de Israel se querellaron contra Yavé, que les dio una prueba de su santidad.


Edom se niega a dar paso libre a Israel

14Mandó Moisés embajadores desde Cades al rey de Edom, para que le dijesen: «Israel, tu hermano, te dice: Tú sabes todas las peripecias que nos han ocurrido: 15cómo nuestros padres bajaron a Egipto, y hemos estado en Egipto largo tiempo, y cómo nos maltrataron los egipcios a nosotros y a nuestros padres; 16cómo clamamos a Yavé, y oyó éste nuestra voz, y mandó a su ángel, que nos sacó de Egipto; y que estamos aquí en Cades, ciudad situada al extremo de tu territorio. 17Te rogamos, pues, que nos des paso libre por tu territorio. No atravesaremos tus sembrados ni tus viñas, ni beberemos el agua de tus pozos; iremos por el camino real, sin apartarnos, ni a derecha ni a izquierda, hasta que salgamos de tu territorio».

18Edom respondió: «No pasarás, o me opondré con las armas contra ti». 19Dijéronle entonces los hijos de Israel: «Iremos por el camino trillado, y si de tus aguas bebo, yo y mis ganados, te daremos el precio de ellas; es cosa de nada; sólo con mis pies tocaré tu tierra». 20Pero Edom respondió: «No pasarás». Y salió Edom contra él con mucha gente fuertemente armada. 21No dio Edom paso por su territorio, e Israel se alejó de él.


Muerte de Arón

22Alzando de Cades el campamento, llegó Israel con toda la muchedumbre al monte Or. 23Yavé habló a Moisés y Arón en el monte Or, que está en los confines de la tierra de Edom, diciendo: «Arón va a reunirse con su pueblo, pues no ha de entrar en la tierra que yo he dado a los hijos de Israel, porque fuisteis rebeldes a mi mandato en las aguas de Meriba. 25Toma a Arón y a su hijo Eleazar, y sube con ellos al monte Or; y allí 26que se despoje Arón de sus vestiduras y revista de ellas a Eleazar, su hijo, porque allí se reunirá Arón con los suyos; allí morirá». 27Hizo Moisés lo que mandaba Yavé, y a la vista de toda la muchedumbre subieron al monte Or. 28Moisés hizo que se desnudara Arón de sus vestiduras y revistió de ellas a Eleazar, su hijo, 29y allí murió Arón en la cumbre del monte; 30(29)y viendo la muchedumbre que Arón había muerto, hicieron duelo por él todas las familias de Israel por treinta días.


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  • 1 El desierto de Sin; otras veces se dice desierto de Farán. Cades se halla en los límites entre el desierto y la tierra habitada de la Palestina; todavía subsiste y con el mismo nombre. La estancia del pueblo allí fue muy larga.(Volver a Lectura).

  • 6 La Vulgata añade: «Clamaron al Señor y dijeron: Señor, Dios, escucha el clamor de este pueblo y ábrele tus tesoros, la fuente de agua viva, para que, saciados, cesen de murmurar».(Volver a Lectura).

  • 12 No parece clara en el texto la culpa de Moisés y Arón. Tal vez su falta de fe, en vista de las prevaricaciones repetidas del pueblo. Esto los habría movido a herir dos veces la roca con la vara.(Volver a Lectura).

  • 20 Edom moraba en los montes de Seir, que limitan por el este el desierto de Farán y lo separan de la Arabia septentrional.(Volver a Lectura).

  • 27 Hoy se designa el monte del Profeta Harum, al norte de la cadena de los montes de Seir, cerca de Petra.(Volver a Lectura).

  • 29 Una manera de honrar a los muertos, de celebrar sus honras fúnebres, era el duelo, el llanto, las lamentaciones, que aquí, por la dignidad de la persona, duran un mes entero. El Eclesiástico dedica a Arón un gran elogio (45,7-27).(Volver a Lectura).



Victoria contra el rey de Arad

21 1El cananeo, el rey de Arad, que habitaba en el Negueb, al oír que venía Israel por el camino de Atarim, los atacó y tomó prisioneros. 2Hizo entonces Israel voto a Yavé, diciendo: «Si entregas a este pueblo en mis manos, yo destruiré sus ciudades». 3Oyó Yavé la voz de Israel, y le entregó el cananeo, a quien dio al anatema, destruyéndolos a ellos y a sus ciudades, por lo cual fue llamado aquel lugar Jorma.


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  • 3 En todas las naciones encontramos alguna ciudad, que por especiales razones, sus enemigos condenaron a la total destrucción. Este es el anatema, en hebreo jorma, a que los hebreos condenaron la ciudad de Arad, de que anticipadamente se habla ya en 14,15 (Dt 1,44; Jos 19,4; Jue 1,17).(Volver a Lectura).





TERCERA PARTE

EN LOS LLANOS DE MOAB

(21,4 - 36,13)

La serpiente de bronce

4Partiéronse del monte Or en dirección al mar Rojo, rodeando la tierra de Edom; y el pueblo, impaciente, 5murmuraba por el camino contra Dios y contra Moisés, diciendo: «¿Por qué nos habéis sacado de Egipto a morir en este desierto? No hay pan ni agua, y estamos ya cansados de un tan ligero manjar como éste. 6Mandó entonces Yavé contra el pueblo serpientes

Serpientes de bronce halladas en Guezer. (VINCENT, Canaan).

venenosas que los mordían y murió mucha gente de Israel. 7El pueblo fue entonces a Moisés y le dijo: «Hemos pecado, murmurando contra Yavé y contra ti; pide a Yavé que aleje de nosotros las serpientes». Moisés intercedió por el pueblo, 8y Yavé dijo a Moisés: «Hazte una serpiente de bronce y ponla sobre un asta; y cuantos mordidos la miren, sanarán». 9Hizo, pues, Moisés, una serpiente de bronce, y la puso sobre un asta; y cuando alguno era mordido por una serpiente, miraba a la serpiente de bronce y se curaba.


Victoria contra los amorreos

10Partiéronse los hijos de Israel y acamparon en Obot, 11y partidos de Obot, acamparon junto a Iye-Abarim (Fuentes de los Transeúntes), en el desierto que hay frente a Moab, al oriente. 12Partidos de allí, acamparon junto al torrente Zared; 13y partidos de allí, acamparon a la otra orilla del Arnón, en el desierto, que proviene del confín de los amorreos, pues el Arnón es confín de Moab, entre Moab y los amorreos. 14Por eso se decía en el libro Guerras de Yavé:

«Contra Vaheb de Sufra,
15contra el torrente del Arnón,
la cuesta que baja hasta el campo de Ar
y se extiende hasta los confines de Moab».

16De allí vinieron a Beer (Pozo). Este es el pozo a que se refería Yavé cuando dijo a Moisés: «Reúne al pueblo y yo le daré agua». 17Entonces cantó Israel este canto:

«¡Sube, pozo! ¡Cantadle!
18Pozo cavado por los príncipes,
alumbrado por los nobles del pueblo
con sus cetros, con sus bastones».

De Beer fueron a Matana, 19de Matana a Najaliel, de Najaliel a Bamot, 20de Bamot al valle que hay en los llanos de Moab, a la cima de Fasga, que domina el desierto. 21Israel mandó embajadores a Seón, rey de los amorreos, que le dijeran: 22«Déjanos pasar por tu territorio; no iremos ni por los campos ni por las viñas, ni beberemos el agua de tus pozos; iremos por el camino real, hasta salir de tus fronteras». 23Seón se negó a dejar pasar a Israel por su territorio; y reuniendo a toda su gente, salió al encuentro de Israel en el desierto y le dio la batalla en Jahsa. 24Israel le derrotó al filo de la espada, y se apoderó de su tierra, desde el Arnón hasta el Jaboc, hasta los hijos de Ammón, pues Jahsa era frontera de los amonitas. 25Conquistó Israel todas estas ciudades, y habitó en las ciudades de los amorreos, en Hesebón y en todas las ciudades que de ella dependen, 26pues Hesebón era la residencia de Seón, rey de los amorreos, que había hecho antes la guerra al rey de Moab y se había apoderado de toda su tierra hasta el Arnón. 27Por eso cantaban los troveros:

«Venid a Hesebón, edificad y fortificad la ciudad de Seón;
28Fuego ha salido de Hesebón,
llama de la ciudad de Seón,
Que deboró las ciudades de Moab
y consumió las alturas del Arnón.
29¡Ay de ti, Moab! Has perecido,
pueblo de Camos.
Fueron dados a la fuga sus hijos y
sus hijas por cautivas del rey de los amorreos.
30Su prole ha perecido desde Hesebón
hasta Dibón; sus mujeres, hasta Nofah;
llega la devastación hasta Madaba».

31Así habitó Israel en la tierra de los amorreos.

32Mandó Moisés a reconocer a Jazer, y se apoderaron de las ciudades que de ella dependían, expulsando de ellas a los amorreos que allí habitaban; 33y volviéndose, subieron camino de Basán, saliéndoles al encuentro Og, rey de Basán, con todo su pueblo, para dar la batalla en Edrai. 34Yavé dijo a Moisés: «No le temas, que a tus manos te lo entrego a él, a su pueblo y toda su tierra, y harás con él lo que hiciste de Seón, rey de los amorreos, que habitaba en Hesebón». 35Y le derrotaron a él y a toda su gente, hasta no dejar ni uno, y se apoderaron de su tierra.


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  • 9 Una nueva sublevación atrajo un nuevo castigo. Los ministros de él fueron serpientes venenosas, que con sus picaduras producían una fiebre ardiente seguida de la muerte. Para remedio, mandó Dios hacer una serpiente de bronce semejante a las que causaban el azote, con cuya vista sanaban los atacados. Jesucristo en San Juan menciona esta serpiente, con la que compara su exaltación en la cruz (3,14s). Esto ha sugerido a los Santos Padres el sentido típico del Crucificado, que salva a los que creen en él.
    La serpiente de bronce de Moisés se conservó y fue objeto de veneración supersticiosa en el templo, por lo cual la destruyó luego Ezequías (2 Re 18,4).(Volver a Lectura).

  • 10 De Farán sigue Israel en dirección sur hasta Asiongaber, bordeando por el oeste los montes de Seir; luego pasan al este de ellos y siguen dirección norte, pero sin tocar la tierra de Moab y Ammón, que dejan a la izquierda, hasta llegar a la tierra de los amorreos, Seón y Og, a quienes piden permiso para pasar hasta bajar al valle del Jordán, enfrente de Jericó. La negativa dio ocasión a la conquista de sus tierras, en que se instalaron las tribus de Rubén, Gad y parte de la de Manasés.(Volver a Lectura).

  • 14 Estos versos están tomados del libro de las «Guerras de Yavé», colección de cantos heroicos, varias veces citada. Igual se debe decir de los versos citados en 27-31. Aunque el texto no indica la fuente.(Volver a Lectura).



Balam

22 1Partieron los hijos de Israel y acamparon en los llanos de Moab, al otro lado del Jordán, frente a Jericó. 2 Balac, hijo de Sefor, supo cuanto había hecho Israel a los amorreos; 3y Moab temió grandemente al aparecer aquel pueblo tan numeroso, y se amedrentó ante los hijos de Israel. 4Moab dijo a los ancianos de Madián: «Esta multitud va a devorar nuestros confines, como devora un buey la hierba del campo». Era entonces rey de Moab Balac, hijo de Sefor. 5Mandó, pues, mensajeros a Balam, hijo de Beor, a Petur, que está junto al río, en tierra de los hijos de Ammón, para que le llamasen, diciéndole: «Mira, ha salido de Egipto un pueblo que cubre la superficie de la tierra, y está ya cerca de mí. 6Ven, pues, y maldíceme a este pueblo, pues es más fuerte que yo, a ver si así podemos hacer que le derrotemos, pues sé que es bendito aquel a quien tú bendices, y maldito aquel a quien maldices tú». 7Fueron, pues, ancianos de Moab y ancianos de Madián, llevando en sus manos el precio del conjuro; y llegados a Balam, le transmitieron las palabras de Balac. 8El les dijo: «Pasad aquí esta noche y yo os responderé según lo que me diga Yavé». Quedáronse los príncipes de Moab con Balam; 9Dios vino en la noche a Balam y le dijo: «¿Quiénes son esos que están contigo?» 10Balam respondió a Dios: «Balac, hijo de Sefor, rey de Moab, los ha mandado a mí para decirme: 11Un pueblo salido de Egipto está ya aquí y cubre toda la superficie de la tierra; ven, pues, luego a maldecírmele, a ver si puedo derrotarle y rechazarle». 12Pero Dios dijo a Balam: «No vayas con ellos; no maldigas a ese pueblo, porque bendito es». 13Balam, levantándose de mañana, dijo a los príncipes de Balac: «Idos a vuestra tierra, porque Yavé se niega a dejarme ir con vosotros». 15Pero Balac mandó de nuevo a otros príncipes, más en número y más respetables que los primeros, 16que, llegados a Balam, le dijeron: «He aquí lo que te dice Balac, hijo de Sefor: No te niegues a venir a verme, 17que yo te colmaré de bienes, y haré todo lo que tú me digas; ven, te ruego, a maldecírmelo». 18Balam respondió a los siervos de Balac: «Aunque me diese Balac su casa llena de plata y de oro, no podría yo traspasar las órdenes de Yavé, mi Dios, ni en poco ni en mucho; 19pero podéis quedaros aquí también esta noche, para saber lo que vuelve a decirme Yavé». 20Durante la noche vino Dios a Balam, y le dijo: «Ya que ésos han venido otra vez a llamarte, levántate y vete con ellos, pero no hagas más que lo que yo te digo». 21Levantóse Balam de mañana, aparejó su asna y se fue con los príncipes de Moab. 22Pero Dios estaba indignado de que fuese, y el ángel de Yavé se puso delante de él en el camino, para cerrarle el paso. Iba Balam montado en su asna y llevaba consigo a dos de sus criados.

23El asna, al ver el ángel de Yavé parado en el camino con la espada desenvainada en la mano, se salió del camino y echó por el campo, y Balam se puso a fustigarla para retraerla al camino. 24Entonces el ángel se puso en una estrechura entre las viñas, entre pared de un lado y pared de otro; 25y al verle el asna, echóse contra una de las paredes, cogiendo entre ella y la pared la pierna de Balam. Este se puso de nuevo a fustigarla. 26El ángel de Yavé volvió a ponerse en una angostura, de donde ni a derecha ni a izquierda podía desviarse; 27y al verle el asna, se echó debajo de Balam, quien enfurecido la fustigó más. 28Abrió entonces Yavé la boca del asna, que dijo a Balam: «¿Qué te he hecho yo para que por tres veces me hayas fustigado?» 29Y Balam respondió: «¿Por qué te burlas de mí? Si tuviera a mano una espada, ahora mismo te mataría». 30Y el asna dijo a Balam: «¿No soy tu asna? Tú me has montado desde que yo soy tuya hasta hoy. ¿Te he hecho yo nunca cosa semejante?» Y él respondió «No». 31Entonces abrió Yavé los ojos a Balam, y éste vio al ángel de Yavé, que estaba en el camino con la espada desenvainada en la mano. Balam se postró, echándose sobre el rostro, 32y el ángel de Yavé le dijo: «¿Por qué por tres veces has fustigado a tu asna? Es que he salido yo para cerrarte el camino, porque es malo ante mí el que llevas. 33El asna me ha visto y ha querido apartarse luego de delante de mí las tres veces; si ella no me hubiera esquivado, te hubiera matado a ti, dejándola a ella viva». 34Entonces Balam dijo al ángel de Yavé: «He pecado; no sabía que tú me cerrabas el camino; si te parece mal, ahora mismo me volveré». 35El ángel de Yavé respondió a Balam: «Ve con esos hombres, pero di solamente lo que te diga yo». Siguió, pues, Balam con los príncipes de Balac. 36Este, en sabiendo que venía Balam, le salió al encuentro hasta Ir Moab, que está en la frontera del Arnón, en lo último de la frontera. 37Balac dijo a Balam: «He mandado a llamarte. ¿Por qué no viniste? ¿No estoy acaso yo en situación de tratarte con la debida honra?» 38Balam respondió a Balac: «Aquí me tienes ya, pero ¿podré yo decir lo que quisieres? La palabra que Dios ponga en mi boca, ésa será la que te diga». 39Siguió Balam a Balac y llegaron a Quiriat Jusot. 40Balac inmoló bueyes y ovejas, y de ellas mandó a Balam y a los príncipes que le acompañaban.


Balam bendice a Israel

41A la mañana siguiente tomó Balac a Balam y le hizo subir a Bamot Baal, desde donde se veía un ala del pueblo.


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  • 2 Es Balac, rey de Moab, a quien los israelitas habían perdonado, el que aparece como jefe de esta maniobra contra Israel; pero con Balac aparecen Madián (v.47) y Ammón (Dt 23,3). ¿Qué lazo los puede unir, cuando israel no va contra ellos? Pudo ser el temor de su fuerza cuando los vieron instalados en a Transjordania.(Volver a Lectura).

  • 5 Balam no es un profeta, es un adivino, un hombre en quien el pueblo supone poderes extraordinarios para pronunciar conjuros muy eficaces. Su origen es oscuro. Algunos pasajes le hacen venir de Petor, en asirio Pitru (22,5; Dt 23,4), cerca de Carquemis, a orillas del Eufrates, a muchos centenares de kilómetros de Moab; otros pasajes le muestran en tan íntima relación con amonitas y madianitas (22,5; Vulg 31,8; Jos 13,22), que todo parece indicar que pertenezca a uno de estos pueblos.(Volver a Lectura).

  • 8 este adivino, que no profeta, no se atreve a responder sin tener orden de Yavé. ¿Era adorador de Yavé este arameo o madianita? Lo más natural es suponer que, siendo pagano, no negaba la divinidad de Yavé y el gran poder con que protegía a Israel, y así no quiere ponerse enfrente de El, sino obrar con su consentimiento. Como es natural, Yavé responde que no vaya.(Volver a Lectura).

  • 15 Esta segunda misión supone que no se hallaba a tan larga distancia el adivino como la que sería si viviera cerca del Eufrates. La respuesta de Balam es la misma de antes. La de Dios, a lo que ya se deja traslucir, es el propósito de volver contra Balac sus planes de maldecir a Israel, convirtiendo las maldicioens en bendiciones.(Volver a Lectura).

  • 22 Balam camina con la intención de satisfacer los deseos del rey moabita. Para impedir sus malvados planes se presenta el ángel, que el adivino no ve, pero que es visto por la pollina. Aquí está la primera parte del prodigio: que la pollina vea al ángel y procure evitar su encuentro; la segunda es que el animal habla como una persona; y la tercera, que Balam dialogue con su cabalgadura. La intención del autor sagrado es satírica: mostrar la torpeza de este adivino, que no ve lo que ve su bestia. Después de esto el ángel se deja ver de Balam y le intima la voluntad de Dios.(Volver a Lectura).

  • 41 Bamot Baal es, sin duda, un santuario de Baal, pero no es el santuario lo que buscan, sino la altura en que está para mejor dominar el campo de Israel y pronunciar desde allí los conjuros.(Volver a Lectura).




23 1 Balam dijo a Balac: «Álzame aquí siete altares y tenme prontos siete novillos y siete carneros». 2Balac hizo lo que Balam le había dicho, e inmolaron un novillo y un carnero en cada uno de los altares. 3Después dijo Balam a Balac: «Tú quédate ahí junto a tu holocausto, mientras me alejo yo, a ver si me sale Yavé al encuentro; y lo que me dé a conocer, eso te diré». Y se alejó hacia un monte desnudo. 4Salió Dios al encuentro de Balam, y éste le dijo: «He dispuesto siete altares y he ofrecido en cada uno de ellos un novillo y un carnero». 5Y Yavé puso en boca de Balam su palabra y añadió después: «Tórnate a Balac y dile esto». 6Vuelto a él, lo vio parado ante su holocausto, junto con los príncipes de Moab; 7y comenzando su parábola, dijo:
«De Aram me ha traído Balac.
El rey de Moab, de los montes de Oriente:
Ven y maldíceme Jacob,
Ven y exécrame a Israel.
8¿Cómo voy a maldecir yo al que Dios no maldice?
¿Cómo voy a execrar yo al que Yavé no execra?
9Desde la cima de las rocas lo veo,
Desde lo alto de los collados lo contemplo.
Es un pueblo que tiene aparte su morada.
Y que no se cuenta entre las gentes.
10¿Quién es capaz de contar el polvo de Jacob?
¿Quién es capaz de enumerar las miríadas de Israel?
Muera yo la muerte de los justos
Y sea mi fin semejante al suyo».

11Balac dijo a Balam: «¿Qué es lo que conmigo has hecho? Te he llamado para maldecir a mis enemigos, y no has hecho otra cosa que bendecirlos».
12El respondió: «¿No he de tener yo el cuidado de proferir lo que en mis labios pone Yavé?» 13Balac le dijo: «Ven conmigo a otro sitio, desde donde puedas contemplarlo, y maldícemelo desde allí».

14 Llevólo al campo de Sofim (de los centinelas), en la cumbre del monte Fasga; y después de alzar siete altares e inmolar en cada uno un novillo y un carnero, 15dijo Balam a Balac: «Estate ahí junto a tu holocausto, mientras voy yo allá». 16Salió Yavé al encuentro de Balam y puso en su boca la palabra y le dijo: «Vuelve a Balac y dile esto». 17Volvióse él y vio que estaba Balac junto a su holocausto, y con él los príncipes de Moab; y Balac le preguntó: «¿qué es lo que ha dicho Yavé?»
18Y tomando Balam su parábola, dijo:
«Levántate, Balac, y oye:
Dame oídos, hijo de Sefor:
19No es Dios un hombre, para que mienta.
Ni hijo de hombre, para arrepentirse.
¿Lo ha dicho El y no lo hará?
¿Lo ha prometido y no lo mantendrá?
20De Bendecir he recibido yo orden; Bendición ha dado El, yo no puedo revocarla.
21No se ve iniquidad en Jacob,
No hay en Israel perversidad.
Yavé, su Dios, está con él.
Rey aclamado es en medio de él;
22El Dios que de Egipto le ha sacado
Es para él la fuerza del unicornio.
23No hay en Jacob hechicería,
Ni hay adivinación en Israel.
A su tiempo se le dirá a Jacob
Y a Israel lo que Dios va a cumplirle.
24He aquí un pueblo que se alza como leona.
Y que se yergue como león.
No se acostará sin haber devorado su presa.
Sin haber bebido la sangre de sus víctimas».

25Y Balac dijo a Balam: «No le maldigas, pero al menos no le bendigas».
26Balam, respondiendo, dijo a Balac: «¿No te dije ya que yo no puedo hacer sino cuanto me diga Yavé?» 27Entonces dijo Balac a Balam: «Ven, que te lleve a otro sitio, a ver si quiere Dios de una vez que desde allí le maldigas».
28Y llevó a Balam a la cima del Fogor, que mira al desierto. 29Balam dijo a Balac: «Álzame los siete altares aquí y disponme los siete novillos y los siete carneros». 30Hízolo así Balac, como Balam le decía, y ofreció un novillo y un carnero en cada uno de los altares.


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  • 1 Balam orece sus sacrificios a Yavé, para ponerse en comunicación con El y obtener la gracia de la revelación, que antes se le había prometido. En esto ejerce verdadera función de profeta de Yavé.(Volver a Lectura).

  • 14 El rey le lleva a otra parte para ver si logra allí lo que no alcanzó en el primer sitio. Balam insiste en el mismo tema: no puede maldecir a Israel porque la voluntad de Dios no es ésta, sino la contraria. La razón es que en Israel no hay pecado que irrite la cólera del Señor contra su pueblo (Jue 5,18; Jdt 5,20s).(Volver a Lectura).





Vaticinio de Balam

24 1 Había visto Balam que Yavé se complacía en bendecir a Israel, y por eso no fue ya como las otras veces en busca del presagio, sino que se volvió de cara al desierto, 2y alzando los ojos vio a Israel acampado, tribu por tribu. Vino sobre él el espíritu de Yavé, 3y tomando la palabra, dijo:
«Oráculo de Balam, hijo de Beor;
Oráculo del hombre de los ojos cerrados,
4Oráculo de quien oye palabras de Dios,
Del que conoce los consejos del Altísimo,
De quien se ve le abrieron los ojos.
5¡Qué bellas son tus tiendas, oh Jacob!
¡Qué bellos tus tabernáculos, Israel!
6Se extienden como un extenso valle;
Como un jardín a lo largo de un río;
Como áloe plantado por Yavé;
Como cedro que está junto a las aguas.
7Desbórdanse de sus cubos las aguas;
Su posteridad goza de aguas abundantes.
Yérguese sobre Agag, su rey,
Exaltaráse su reino.
8El Dios que de Egipto le ha sacado,
Es para el como la fuerza del unicornio.
Devora a las naciones enemigas,
Tritura sus huesos;
Las traspasa con sus saetas.
9Se agacha, se posa como un león,
Como una leona. ¿Quién le concitará?
El que te bendiga será bendecido;
El que te maldiga, maldito será».
10Encendido en ira Balac contra Balam y palmoteando, le dijo: «Te he llamado para maldecir a mis enemigos, y tú los has colmado de bendiciones, ya por tres veces. Está muy bien: 11Ahora huye pronto a tu tierra; yo pensaba honrarte grandemente, pero Yavé te ha privado de conseguirlo». 12Respondióle Balam: «¿No dije yo a tus mensajeros: 13Aunque me diera Balac su casa llena de plata y oro, no podré yo contravenir la orden de Dios, haciendo por mí mismo cosa alguna, ni buena ni mala, contra sus órdenes, y solamente lo que Yavé me diga, eso le diré? 14Ahora, pues, que voy a irme a mi pueblo, ven que te diga lo que este pueblo ha de hacer al tuyo al fin de los tiempos».

15Y volviendo a tomar la palabra, dijo:
«Oráculo de Balam, hijo de Beor;
Oráculo del hombre de los ojos cerrados,
16Oráculo del que oye palabras de Dios,
Del que conoce los consejos del Altísimo,
Del que ve visiones del Omnipotente,
De quien, al caer, se le abrieron los ojos.
17 La veo, pero no ahora;
La contemplo, pero no de cerca.
Alzase de Jacob una estrella,
Surge de Israel un cetro,
Que aplasta los costados de Moab
Y el cráneo de todos los hijos de Set.
18Edón es su posesión;
Seir, presa de sus enemigos;
Israel acrecienta su poder.
19De Jacob sale el dominador
Que devasta de las ciudades las reliquias».
20Y mirando a Amalec, prosiguió:
«La primera de las naciones es Amalec,
Pero su fin será eterna ruina».
21Luego, mirando a los quenitas, prosiguió su discurso:
«Por fuerte que sea tu morada,
Aunque pongas en las rocas tu nido,
22El quenita será devastado,
Hasta que Asur le lleve cautivo».
23Y volviendo a tomar la palabra, prosiguió:
«¿Quién vivirá cuando Dios lo ponga por obra?
24 Vendrán naves de Quitim,
Que oprimirán a Asur y oprimirán a Eber;
También éste será dado a la ruina».
25Partióse después Balam y se volvió a su tierra, y también Balac se fue por su camino.


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  • 1 Balam habla esta vez sin consultar a Dios, y su entusiasme sube de punto ponderando la belleza del campo israelita, anunciando su exaltación y la victoria sobre Amalec (1 Sam 15,8ss) y sobre los reinos vecinos. El v. 9 recuerda la bendición de Judá por Jacob (Gén 49,9) y la de Dios a Abraham (Gén 12,3).(Volver a Lectura).

  • 17 En la estrella y el cetro está indudablemente simbolizado el futuro Mesías; siendo, por tanto, este vaticinio de Balam estrictamente mesiánico.(Volver a Lectura).

  • 21 Luego se vuelve a los quineos, pueblo mencionado entre los moradores de Canán en Gén 15,19, al sur de Judá (1 Sam 27,10; 30,29), y emparentado con los madianitas a juzgar por Jue 1,16; 4,11.(Volver a Lectura).

  • 24 Termina anunciando la ruina de Asiria y de Eber, padre de los hebreos, de cuyos otros hijos se habla en Gén 10,25ss. Debe de referirse a pueblos vecinos de Asiria, contra los cuales vendrán los enemigos del Occidente (cf. Is 15-16; 25,10; Jer 48-49; Lam 4,21; Ez 25,35).
    La idea que de estos oráculos resalta es la grandeza futura de Israel y su dominación sobre los pueblos circunvecinos. Tal idea, aunque no tenga el relieve que en otros oráculos proféticos, encierra, sin embargo, un sentido mesiánico. Balam fue en esta circunstancia verdadero profeta de Yavé para pronosticar la futura gloria de Israel.(Volver a Lectura).





Corrupción idolátrica en Baal Fogor

25 1 Estaba Israel estacionado en Setim, y el pueblo se prostituyó por el trato con las hijas de Moab. 2Invitábanle éstas a los sacrificios de sus dioses, y el pueblo comía y se prosternaba ante ellos. 3Israel se fue tras Baal Fogor, y la ira de Yavé se encendió contra Israel. 4Dijo Yavé a Moisés: «Reúne a todos los príncipes del pueblo, y cuelga a éstos del patíbulo ante Yavé, cara al sol, para que se aparte de Israel la cólera encendida de Yavé». 5Dijo, pues, Moisés a los jueces de Israel: «Matad a cualquiera de los vuestros que haya servido a Baal Fogor».
6En esto llegó uno de los hijos de Israel, e introdujo en medio de sus hermanos a una madianita, a los ojos mismos de Moisés y en presencia de toda la comunidad de los hijos de Israel, mientras éstos lloraban a la entrada del tabernáculo de la reunión. 7Viéndolo Finés, hijo de Eleazar, hijo de Arón, sacerdote, se alzó de en medio de la asamblea; y tomando una lanza, 8se fue tras el hijo de Israel, hasta la parte posterior de su tienda, y los alanceó a los dos, al hombre y a la mujer, en sus vientres, y cesó el azote entre los hijos de Israel. 9En aquella plaga murieron veinticuatro mil.

10Habló Yavé a Moisés, diciéndole: 11«Finés, hijo de Eleazar, hijo de Arón, sacerdote, ha apartado mi furor de los hijos de Israel por el celo con que ha celado mi honor; por eso no he consumido yo en el furor de mi celo a los hijos de Israel. 11Por tanto, le dirás que yo hago con él una alianza de paz, alianza de un sacerdocio eterno, 13para él y para su descendencia, por haber sido celador de su Dios y haber hecho la expiación por los hijos de Israel». 14El israelita que fue muerto juntamente con la madianita se llamaba Zamri, hijo de Salú, y era jefe de una de las familias de la tribu de Simeón. 15La madianita se llamaba Cozbi, hija de Sur, jefe de tribu de una de las casas patriarcales de Madián.
16Yavé habló a Moisés, diciéndole: 17«Tratad a los madianitas como enemigos y destruidlos; 18porque como enemigos os han tratado ellos, (18) seduciéndoos con sus malas artes, por medio de Fogor, por medio de Cozbi, hija del príncipe de Madián, su hermana, que murió cuando la plaga por lo de Fogor».


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  • 1 Dos episodios parece que se hallan agrupados en este capítulo. Es el primero la prevaricación con los dioses de Moab en Baal Fogor, siendo incitadoras a ello las hijas de Moab.
    El segundo es una prevaricación semejante, a la cual los incitaron las hijas de Madián, de las que era la principal Cozbi, princesa madianita, a quien atravesó Finés junto con Zamri. Esta hazaña mereció a Finés el pacto del sacerdocio (31,16; Jos 22,17; Sal 105,28s; Os 9,10).(Volver a Lectura).





Nuevo censo

26 1Después de esta plaga habló Yavé a Moisés y a Eleazar, hijo de Arón, sacerdote, diciéndoles: 2«Haced el censo de los hijos de Israel por sus casas patriarcales y sus linajes, de veinte años arriba, de los hábiles para el servicio de las armas». 3Moisés y Eleazar, sacerdote, hablaron a los del pueblo en los llanos de Moab, cerca del Jordán, frente a Jericó, diciendo: 4«Hágase el censo de los veinte años para arriba, como Yavé se lo mandó a Moisés».
Los hijos de Israel salidos de la tierra de Egipto: 5Rubén, primogénito de Israel. Hijos de Rubén: de Enoc, la familia de los enoquitas; de Falú, la familia de los faluitas; 6de Esrón, la familia de los esronitas; de Carmí, la familia de los carmitas. 7Estas son las familias de los rubenitas, y fueron contados cuarenta y tres mil setecientos treinta.
8Hijos de Falú, Eliab; 9hijos de Eliab: Namuel, Datán y Abirón; el Datán y el Abirón, miembros del consejo, que se rebelaron contra Moisés y Arón con la facción de Coré, rebelándose contra Yavé, 10cuando abrió la tierra sus fauces y se los tragó con Coré, muriendo los de la facción y devorando el fuego a doscientos cincuenta hombres, para servir de escarmiento al pueblo. 11Pero los hijos de Coré no perecieron.
12Hijos de Simeón, por sus familias: de Namuel, la familia de los namuelitas; de Jamín, la familia de los jaminitas; de Jaquín, la familia de los jaquinitas; 13de Zare, la familia de los zareítas; de Saúl, la familia de los saulitas. 14Estas son las familias de los simeonitas. Fueron contados veintidós mil doscientos.
15Hijos de Gad, por sus familias: de Safón, la familia de los safonitas; de Jagui, la familia de los jaguitas; de Suni, la familia de los sunitas; 16de Ozni, la familia de los oznitas; de Eri, la familia de los eritas; 17de Arod, la familia de los aroditas; de Areli, la familia de los arelitas. 18Estas son las familias de los hijos de Gad. Fueron contados cuarenta mil quinientos.
19Hijos de Judá: Er y Onán, que murieron en la tierra de Canán. 20Hijos de Judá, por sus familias: de Sela, la familia de los selitas; 21de Fares, la familia de los faresitas; de Zare, la familia de los zareítas. Hijos de Fares: de Esrón, la familia de los esronitas; de Jamul, la familia de los jamulitas. 22Estas son las familias de Judá. Fueron contados setenta y seis mil quinientos.
23Hijos de Isacar por sus familias: de Tola, la familia de los tolitas; de Fua, la familia de los fuitas; 24de Jasub, la familia de los jasubitas; de Semran, la familia de los semranitas. 25Estas son las familias de Isacar. se contaron setenta y cuatro mil trescientos.
26Hijos de Zabulón, por sus familias: de Sared, la familia de los sareditas; de Edón, la familia de los edonitas; de Jailel, la familia de los jailelitas. 27Estas son las familias de Zabulón. Se contaron setenta mil quinientos.
28Hijos de José, por sus familias, Manasés y Efraím: 29Hijos de Manasés: de Maquir, la familia de los maquiritas. Maquir engendró a Galad; de Galad, la familia de los galaditas. 30Estos son los hijos de Galad: de Jeser, la familia de los jeseritas; de Jelec, la familia de los jelequitas; 31de Asriel, la familia de los asrielitas; de Siquem, la familia de los siquemitas; 32de Semida, la familia de los semiditas; de Jefer, la familia de los jeferitas. 33Salfad, hijo de Jefer, no tuvo hijos varones, sino solamente hijas, y los nombres de las hijas de Salfad son: Maila, Noa, Jagla, Merca y Tersa. 34Esas son las familias de Manasés. Se contaron cincuenta y dos mil setecientos.

35Hijos de Efraím, por sus familias: de Sutalaj, la familia de los sutalajitas; de Bequer, la familia de los bequeritas; de Taján, la familia de los tajanitas. 36Hijos de Sutalaj: de Erón, la familia de los eronitas. 37Estas son las familias de Efraím. Se contaron treinta y dos mil quinientos. Estos son los hijos de José, por sus familias.
38Hijos de Benjamín, por sus familias: de Bela, la familia de los belaítas; de Asbel, la familia de los asbelitas; de Ajiram, la familia de los ajiramitas; 39de Sufam, la familia de los sufamitas; de Jufam, la familia de los jufamitas. 40Hijos de Bela fueron Arde y Noamán: de Arde, la familia de los arditas; de Noamán, la familia de los noamitas. 41Estos son los hijos de Benjamín, por sus familias. Se contaron cuarenta y cinco mil seiscientos.
42Hijos de Dan, por sus familias: de Sujam, la familia de los sujamitas. Estas son las familias de Dan, por sus familias. 43Se contaron de la familia de Sujam sesenta y cuatro mil cuatrocientos.
44Hijos de Aser, por sus familias: de Jemna, la familia de los jemnaítas; de Jesuí, la familia de los jesuitas; de Bríe, la familia de los brieítas. 45Hijos de Bríe: de Jeber, la familia de los jeberitas; de Malquiel, la familia de los malquielitas. 46La hija de Aser se llamaba Saraj. 47Estas son las familias de los hijos de Aser. Se contaron cincuenta y cuatro mil cuatrocientos.
48Hijos de Neftalí, por sus familias: de Jaisel, la familia de los jaiselitas; de Guni, la familia de los gunitas; 49de Jeser, la familia de los jeseritas; de Selem, la familia de los selemitas. 50Estas son las familias de Neftalí, por sus familias. Se contaron cuarenta y cinco mil cuatrocientos.
51Los hijos de Israel incluidos en el censo fueron seiscientos un mil setecientos treinta hombres.
52Habló Yavé a Moisés, diciéndole: 53«A éstos repartirás la tierra en heredad, según el número de sus hombres. 54A los más numerosos les darás una parte mayor; a los menos numerosos, una parte más pequeña. A cada uno le será atribuida la heredad según el censo. 55La distribución de tierra se hará, sin embargo, por suertes. Recibirá cada uno la tierra según los nombres de las familias patriarcales. 56Por suertes se distribuirá la tierra entre el mayor y el menor».
57Este es el censo de los levitas por sus familias; de Gersón, la familia de los gersonitas; de Caat, la familia de los caatitas; de Merarí, la familia de los meraritas. 58Estas son las familias de Leví: la familia de los libnitas, la familia de los hebronitas, la familia de los majlitas, la familia de los musitas, la familia de los coreítas. Caat engendró a Amram, 59y la mujer de Amram se llamaba Joquebed, hija de Leví, que le nació a Leví en Egipto, 60y le parió a Amram, Arón y Moisés, y María, hermana de éstos. De Arón nacieron Nadab y Abiú, Eleazar e Itamar. 61Nadab y Abiú murieron cuando ofrecían ante Yavé el fuego profano.
62Hecho el censo de todos los varones de un mes arriba, se contaron veintitrés mil. No se contaron entre los hijos de Israel, porque no había de asignárseles heredad alguna en medio de los hijos de Israel.
63Este es el censo que hicieron Moisés y Eleazar, sacerdote, en los llanos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó. 64Entre éstos no había ninguno de los enumerados en el censo que había hecho en el desierto del Sinaí, 65pues les había dicho Yavé que morirían en el desierto; no quedó ni uno, excepto Caleb, hijo de Jefoné, y Josué, hijo de Nun.


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  • 2 El resultado de este nuevo censo, que comprende la generación siguiente a la que salió de Egipto, muestra cómo el pueblo, a pesar de tantas muertes como produjeron los varios castigos que sufrió, continuaba siendo tan numeroso como antes, pues los muertos pertenecían a la generación anterior.(Volver a Lectura).

  • 62 De esta conclusión parece colegirse que el fin del nuevo censo es comprobar cuántos eran los que habían muerto, sentenciados por Dios a morir en el desierto y no ver la tierra prometida.(Volver a Lectura).





Ley de las herencias

27 1Acercándose las hijas de Salfad, hijo de Jefer, hijo de Galad, hijo de Maquir, hijo de Manasés, de las familias de Manasés, hijo de José, que se llamaban Majla, Noa, Jagla, Melca y Tersa; 2y presentándose a Moisés ante Eleazar, sacerdote, y ante todos los príncipes de la asamblea, a la entrada del tabernáculo de la reunión, dijeron: 3«Nuestro padre ha muerto en el desierto, y no era de la tropa de los que se confabularon contra Yavé, de la tropa de Coré; pero ha muerto por su pecado y no ha dejado hijos. 4¿Por qué va a ser el nombre de nuestro padre borrado de en medio de su familia por no haber dejado hijos? Danos una heredad entre los hermanos de nuestro padre».
5Moisés llevó la cosa ante Yavé, 6y Yavé dijo a Moisés: 7«Las hijas de Salfad tienen razón. Dales en heredad una propiedad entre los hermanos de su padre, y que pase a ellas la heredad de su padre. 8Habla a los hijos de Israel y diles: Si uno muere sin dejar hijos, haréis pasar su heredad a su hija; 9y si no hay tampoco hija, pasará a sus hermanos la heredad. 10Si no hay hermanos, daréis la heredad a los hermanos de su padre; 11y si no hay hermanos de su padre, pasaréis la heredad al más próximo pariente de la familia; de ésta será. Esta será para los hijos de Israel regla de derecho, como se lo ha ordenado Yavé a Moisés».

Elección de Josué

12Dijo Yavé a Moisés: «Sube a ese monte de Abarim, para ver la tierra que voy a dar a los hijos de Israel; 13la verás, pero también tú te reunirás con tu pueblo, como Arón, tu hermano, se ha reunido, 14por haber sido rebeldes a mi mandato en el desierto de Sin, al rebelarse la muchedumbre, en vez de santificar ante ellos mi nombre, con ocasión de las aguas de Meriba, en Cades, en el desierto de Sin».
15Moisés habló a Yavé, diciendo: 16«Que Yavé, el Dios de los espíritus de toda carne, constituya sobre la asamblea un hombre, 17que los conduzca y acaudille, para que la muchedumbre de Yavé no sea como rebaño de ovejas sin pastor». 18Yavé dijo a Moisés: «Toma a Josué, hijo de Nun, hombre sobre quien reside el espíritu, y pon tu mano sobre él. 19Ponle ante Eleazar, sacerdote, y ante toda la asamblea, y le instalarás ante tus ojos. 20Transmítele una parte de tu autoridad, para que la asamblea de los hijos de Israel le obedezca. 21Que se presente al sacerdote Eleazar, que consultará por él el juicio de los urim ante Yavé; y según ese juicio, saldrán y entrarán los hijos de Israel y toda la asamblea con él».
22Hizo Moisés lo que le ordenó Yavé; y tomando a Josué, le llevó ante Eleazar y ante toda la asamblea; 23y poniendo sobre él sus manos, le instituyó, como se lo había dicho Yavé a Moisés.


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  • 11 Como en los pueblos antiguos, y aun en el Oriente moderno, las hijas ocupan ante el derecho un lugar inferior al de los hijos, y por esto la Ley no les concedía derecho a la herencia paterna. Se hace una excepción en este caso, mirando a dos principios: a conservar en el pueblo la memoria del padre que muere dejando sólo hijas y a conservar a las familias el patrimonio, impidiendo la acumulación de los bienes raíces en manos de pocos.(Volver a Lectura).

  • 21 Josué sucede a Moisés, pero sólo en una parte de la autoridad de éste, enteramente extraordinaria. Dios sigue siendo el jefe supremo de Israel; pero su lugarteniente, Josué, tiene ya que recurrir al sacerdote para conocer por los urim y tummin la voluntad de Dios. Ya no le habla cara a cara, como Moisés.(Volver a Lectura).





Fiestas y sacrificios

28 1Yavé habló a Moisés, diciendo: 2«Habla a los hijos de Israel y diles: Cuidad de presentarme a sus tiempos mis ofrendas, mis alimentos, sacrificios de combustión, de olor suave para mí. 3Diles: He aquí el sacrificio de combustión que ofreceréis a Yavé. Cada día dos corderos primales, sin defecto, como holocausto perpetuo. 4Ofrecerás uno de los corderos a la mañana y el otro entre dos luces, 5y por oblación un décimo de efá de flor de harina amasada con un cuarto de hin de aceite de olivas molidas. 6Es el holocausto perpetuo que se ofrecía en el monte Sinaí, de olor suave, sacrificio de combustión a Yavé. 7La libación será de un cuarto de hin por cada cordero, y la libación de vino para Yavé la harás en lugar santo. 8El segundo cordero lo ofrecerás entre dos luces, con una ofrenda y una libación como para el de la mañana: es sacrificio de combustión de suave olor a Yavé.
9El día del sábado, dos corderos primales sin defecto, y como oblación, dos décimas de flor de harina amasada con aceite, y su libación. 10Este es el holocausto del sábado, para cada sábado, a más del holocausto perpetuo y su libación.
11Al comienzo de vuestros meses ofreceréis como holocausto a Yavé dos novillos, un carnero y siete corderos primales, sin defecto; 12y como oblación por cada novillo, tres décimas de flor de harina amasada con aceite; por el carnero, dos décimas de flor de harina amasada con aceite; 13y por cada uno de los corderos, una décima de la tropa de los que se confabularon contra Yavé, de la tropa de Coré; pero de flor de harina amasada con aceite. Es holocausto de agradable olor, sacrificio de combustión a Yavé.

14Las libaciones serán de un medio de hin de vino, para un novillo; de un tercio de hin para un carnero, y de un cuarto de hin, para un cordero. Este es el holocausto del comienzo de mes, para cada uno de los meses del año. 15Se ofrecerá a Yavé un macho cabrío en sacrificio por el pecado, a más del holocausto perpetuo y su oblación.
16El mes primero, a los catorce días del mes, será la Pascua de Yavé. 17El día quince de ese mes será día de fiesta. Se comerá durante siete días pan ácimo. 18El primero habrá asamblea santa y no haréis ningún trabajo servil. 19Ofreceréis en sacrificio de combustión un holocausto a Yavé, de dos novillos, un carnero y siete corderos primales, sin defecto; 20y como oblación, flor de harina amasada con aceite, tres décimas por novillo, dos por carnero 21y una por cada uno de los siete corderos.
22Ofreceréis también un macho cabrío en sacrificio por el pecado, para expiaros; 23y lo ofreceréis a más del holocausto de la mañana, el holocausto perpetuo. 24Ofreceréis estos sacrificios cada día durante siete días; es el alimento consumido por el fuego, de olor agradable a Yavé; y los ofreceréis sin perjuicio del holocausto perpetuo y de su libación. 25El séptimo día tendréis asamblea santa y no haréis en él trabajo servil alguno.
26Además, el día de las primicias en que presentaréis a Yavé una oblación de lo nuevo; y en vuestra fiesta de las Semanas tendréis asamblea santa y no haréis trabajo servil alguno. 27Ofreceréis, como holocausto de olor suave a Yavé, dos novillos, un carnero y siete corderos primales; 28y como oblación, flor de harina amasada con aceite, tres décimas por cada novillo, dos por el carnero 29y una por cada uno de los siete corderos. 30Ofreceréis un macho cabrío para expiaros. 31Esto sin perjuicio del holocausto perpetuo y de la oblación, eligiendo las víctimas sin defecto y añadiendo las libaciones ordinarias.


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  • 1 La Ley habla muchas veces de los días festivos en Israel; en los dos capítulos 28-29 se vuelve a la materia para señalar los sacrificios y ofrendas que debían ofrecerse en cada uno de ellos. Son dos capítulos de carácter netamente litúrgico.(Volver a Lectura).

  • 3 Este era el sacrificio perpetuo (Ex 29,38-42), del que con tanta ponderación nos habla Daniel (88,12s; 11,31 y 1 Mac 4,53), al cual parece ligada la salud del pueblo.(Volver a Lectura).

  • 11 El calendario hebreo era lunar, y el mes empezaba con la luna nueva (10,10; Sal 89,4).(Volver a Lectura).





Las fiestas de otoño

29 1El séptimo mes, el día primero del mes, tendréis asamblea santa y no haréis en él trabajo servil alguno. Será para vosotros el día del sonar de las trompetas. 2Ofreceréis, como holocausto de suave olor a Yavé, un novillo, un carnero y siete corderos primales, sin defecto; 3y como oblación, flor de harina amasada con aceite, tres décimas por el novillo, dos por el carnero 4y una por cada uno de los siete corderos. 5Ofreceréis un macho cabrío en sacrificio por el pecado, para expiaros. 6Lo ofreceréis a más del holocausto del mes y su oblación, y del holocausto perpetuo y su oblación, y de sus libaciones, según lo prescrito. Son sacrificios de combustión, de olor grato a Yavé.
7El día diez de ese mismo mes tendréis asamblea santa, y afligiréis vuestras almas, y no haréis en él trabajo alguno. 8Ofreceréis en holocausto de olor grato a Yavé un novillo, un carnero y siete corderos primales, sin defecto; 9y como oblación, flor de harina amasada con aceite, tres décimas por el novillo, dos por el carnero 10y una por cada uno de los siete corderos. 11Ofreceréis un macho cabrío en sacrificio por el pecado, a más del sacrificio expiatorio, en holocausto perpetuo y de sus oblaciones y libaciones.
El día quince del séptimo mes tendréis asamblea santa y no haréis en él trabajo servil alguno; y celebraréis la fiesta en honor de Yavé durante siete días, 13ofreciendo en holocausto, sacrificio de combustión de olor grato a Yavé, trece novillos, dos carneros y catorce corderos primales, sin defecto; 14y como oblación, flor de harina amasada con aceite, tres décimas por cada uno de los trece novillos, dos por cada uno de los carneros 15y una por cada uno de los catorce corderos. 16Ofreceréis un macho cabrío en sacrificio por el pecado, a más del holocausto perpetuo y de su oblación y sus libaciones.
17El segundo día ofreceréis doce novillos, dos carneros y catorce corderos primales, sin defecto; 18con la oblación y las libaciones por los novillos, los carneros y los corderos, según su número y según el rito, 19y un macho cabrío por el pecado, a más del holocausto perpetuo, su oblación y sus libaciones.

20El día tercero ofreceréis once novillos, dos carneros y catorce corderos primales, sin defecto; 21con sus oblaciones y libaciones por los novillos, los carneros y los corderos, según su número y conforme al rito, 22y un macho cabrío para el sacrificio por el pecado, a más del holocausto perpetuo, su oblación y sus libaciones.
23El cuarto día ofreceréis diez novillos, dos carneros y catorce corderos primales, sin defecto, 24con sus oblaciones y libaciones por los novillos, los carneros y los corderos, según su número y conforme al rito. 25Ofreceréis un macho cabrío en sacrificio por el pecado, a más del holocausto perpetuo, de su oblación y de su libación.
26El quinto día ofreceréis nueve novillos, dos carneros y catorce corderos primales, sin defecto, 27con sus oblaciones y libaciones por los novillos, los carneros y los corderos, según su número y conforme al rito. 28Ofreceréis un macho cabrío en sacrificio por el pecado, a más del holocausto y de su oblación y libación.
29El sexto día ofreceréis ocho novillos, dos carneros y catorce corderos primales, sin defecto, 30con sus oblaciones y libaciones, por los novillos, los corderos y los carneros, según su número y conforme al rito. 31Ofreceréis un macho cabrío en sacrificio por el pecado, a más del holocausto perpetuo y de su oblación y su libación.
32El séptimo día ofreceréis siete novillos, dos carneros y catorce corderos primales, sin defecto, 33con sus oblaciones y libaciones por los novillos, los carneros y los corderos, según su número y conforme al rito. 34Ofreceréis un macho cabrío en sacrificio por el pecado, a más del holocausto perpetuo, de su oblación y de su libación.
35El día octavo tendréis asamblea solemne y no haréis en él trabajo servil alguno. 36Ofreceréis en holocausto, sacrificio de combustión de olor grato a Yavé, un toro, un carnero y siete corderos primales, sin defecto, 37con sus oblaciones y sus libaciones por el toro, el carnero y los corderos, según el número y conforme al rito. 38Ofreceréis un macho cabrío en sacrificio por el pecado, a más del holocausto perpetuo y de su oblación y su libación. 39Estos son los sacrificios que en vuestras fiestas ofreceréis a Yavé, independientemente de vuestros votos y de vuestras ofrendas voluntarias, holocaustos, oblaciones y sacrificios pacíficos».


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  • 1 Este era el día de Año Nuevo, principio del año civil (Lev 23,24).(Volver a Lectura).

  • 7 El ro de tisri, o del mes séptimo, se celebraba la fiesta de la expiación nacional (Lev 16,29; 23,27ss).(Volver a Lectura).





Ley de los votos

30 1Moisés habló a los jefes de las tribus de Israel, diciendo: 2«He aquí lo que manda Yavé: 3Si uno hace un voto a Yavé, o un juramento por el cual se obliga a sí mismo, no faltará a su palabra; cuanto salió de su boca, hágalo.
4Si una mujer núbil en la casa de su padre hace un voto a Yavé y se obliga a alguna privación, 5y su padre, al conocer el voto o la obligación contraída, nada dice, todo voto que haya hecho y toda obligación que haya contraído serán válidos; 6pero si al tener conocimiento de ello el padre lo desaprueba, todos los votos que haya hecho y todas las obligaciones que haya contraído serán nulos, y Yavé la perdonará, por haberlo desaprobado su padre.
7Si cuando se casa está ligada por algún voto o por palabra salida de sus labios; 8si al saberlo su marido se calla el día que lo ha sabido, sus votos son válidos, y asimismo las obligaciones que haya contraído tendrán valor.

9Pero si al saberlo su marido lo desaprueba, anula el voto que hizo y la palabra que salió de sus labios, con la cual se obligó, y Yavé la perdonará.
10El voto de una viuda o de una repudiada y la obligación que contrajere son válidos.
11Si, ya en la casa de su marido, una mujer hace un voto o se obliga a algo con juramento, 12y su marido al saberlo nada dice y no lo desaprueba, todos sus votos serán válidos, así como las obligaciones que contraiga. 13Pero si su marido al saberlo lo anula, todo cuanto salió de sus labios, votos y obligaciones, quedan sin valor; los anuló su marido, y Yavé los perdonará. 14Todo voto y todo juramento por el cual se obligan a mortificar su persona, puede el marido ratificarlo o anularlo. 15Pero si el marido un día y otro guarda silencio, ratifica todos los votos que ella haya hecho y todas las obligaciones que haya contraído, los ratifica por haber callado al tener conocimiento de ello. 16Si en lo sucesivo los anula, llevará sobre sí la iniquidad de su mujer». 17Esta es la ley que Yavé dio a Moisés para entre marido y mujer y para entre padre e hija mientras ésta es núbil en la casa de su padre.


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  • 1 Esta materia ha sido ya tratada en Lev 27 bajo distintos aspectos. Allí se trataba de la forma de cumplir los votos que uno hubiero hecho; aquí, más bien de la emisión del voto y de su anulación por las personas a quienes la Ley reconoce potestad para hacerlo, que son el padre respecto de la hija y el marido respecto de la mujer.(Volver a Lectura).





Guerra contra los madianitas

31 1Yavé habló a Moisés, diciendo: 2«Venga a los hijos de Israel de los madianitas y después te reunirás con tu pueblo».
3Moisés habló al pueblo, diciendo: «Armad de entre vosotros hombres para la guerra, que marchen contra Madián para ejecutar en ellos la vengaza de Yavé: 4mil hombres por cada una de las tribus de Israel».
5Hízose, pues, entre las tribus de Israel la leva de mil hombres por tribu, doce mil hombres armados en guerra. 6Moisés los mandó al combate, mil hombres por tribu, y con ellos mandó a la lucha a Finés, el hijo de Eleazar, el sacerdote, que llevaba consigo los objetos sagrados y las trompetas resonantes. 7Avanzaron contra Madián, conforme a la orden que Yavé había dado a Moisés, y mataron a todos los varones. 8A más de los que habían caído, mataron a los reyes de Madián: Eví, Requem, Sur, Jur y Reba, cinco reyes de Madián; y mataron también al filo de la espada a Balam, hijo de Beor; 9tomaron todas sus mujeres y sus niños, sus ganados y toda su posesión; 10y quemaron todas sus ciudades y aldeas y tiendas; 11y agarrando la presa, cuanto habían tomado en hombres y animales, 12llevaron a Moisés y Eleazar, sacerdote, y a toda la muchedumbre de Israel, los prisioneros, los despojos y el botín, al campamento en los llanos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó. 13Moisés, el sacerdote Eleazar y todos los príncipes de la asamblea salieron a su encuentro fuera del campamento; 14y airado Moisés contra los jefes de las centenas que venían del combate, 15les dijo: «¿Por qué habéis dejado la vida a las mujeres? 16Fueron ellas las que por consejo de Balam arrastraron a los hijos de Israel a ser infieles a Yavé en lo de Fogor. 17Matad de los niños a todo varón, y de las mujeres a cuantas han conocido lecho de varón; 18las que no han conocido lecho de varón, reserváoslas; 19y vosotros acampad fuera del campamento durante siete días; quien hubiere matado a un hombre o tocado a un muerto, purifíquese al tercero y al séptimo días, vosotros y vuestros prisioneros. 20Purificad también todos los vestidos, todo objeto de cuero o hecho de pelo de cabra y todo utensilio de madera».
21Eleazar, el sacerdote, dijo a los hombres de guerra que habían ido al combate: «He aquí lo que manda la ley de Yavé dada a Moisés: 32el oro, la plata, el bronce, el hierro, el estaño y el plomo, 23todo lo que puede resistir el fuego, pasadlo por el fuego, y será puro; lo que no resista el fuego, lo haréis pasar por el agua; 24lavaréis vuestros vestidos el día séptimo y seréis puros, y ya podréis luego entrar en el campamento».

Distribución del botín

25Dijo Yavé a Moisés: 26«Tú y Eleazar, sacerdote, y todos los cabezas de familia de la comunidad, haced el cómputo de todo lo cogido, tanto en hombres como en animales, 27y distribuid el botín entre los combatientes que han ido a la guerra y el resto de la comunidad. 28De lo de los combatientes que han ido a la guerra tomarás como tributo a Yavé uno por cada quinientos, tanto en hombres como en bueyes, asnos y ovejas; 29lo tomarás de su mitad, y lo entregarás a Eleazar, sacerdote, como tributo a Yavé. 30De la mitad de los hijos de Israel tomarás el uno por cincuenta, tanto en hombres como en bueyes, asnos, ovejas y animales de toda clase, y se lo darás a los levitas que velan al servicio del tabernáculo de Yavé». 31Moisés y Eleazar, sacerdote, hicieron lo que Yavé había mandado a Moisés; 32y resultó que del botín tomado por las tropas combatientes quedaban seiscientas setenta y cinco mil ovejas, 33setenta y dos mil cabezas de ganado bovino 34y sesenta y un mil asnos; 35y de mujeres que no habían compartido lecho de varón, treinta y dos mil almas. 36La mitad correspondiente a los que habían ido a la guerra fue: de ovejas, trescientas treinta y siete mil quinientas, 37y el tributo a Yavé, de trescientas setenta y cinco; 38de bueyes, treinta y seis mil, y el tributo a Yavé, setenta y dos; 39de asnos, treinta mil quinientos, y el tributo a Yavé, de sesenta y cinco; 40de personas, dieciséis mil, y el tributo reservado a Yavé, como éste se lo había mandado a Moisés.
42La mitad correspondiente a los hijos de Israel, que Moisés había separado de la de los combatientes, 43la mitad que tocaba a la comunidad, fue de treinta y siete mil quinientas ovejas, 44treinta y seis mil bueyes, 45treinta mil quinientos asnos 46y dieciséis mil personas. 47De esta mitad correspondiente a los hijos de Israel, tomó Moisés el uno por cincuenta en hombres y animales, y se lo dio a los levitas que velan al servicio del tabernáculo de Yavé, como éste se lo había mandado a Moisés. 48Entonces los jefes de la expedición, cabos de los millares y cabos de las centenas, se presentaron a Moisés 49y le dijeron: «Tus siervos han hecho la lista de los hombres de guerra que han estado a nuestras órdenes, y no falta ni uno. 50Traemos, pues, como ofrenda a Yavé, los objetos de oro que cada uno ha cogido: brazaletes, cadenas, anillos, pendientes y collares, para hacer la expiación por nosotros ante Yavé». 51Moisés y Eleazar, sacerdote, recibieron de ellos el oro, todos objetos artísticamente trabajados. 52Todo el oro que presentaron a Yavé, de parte de los cabos de millares y de los cabos de las centenas, fue de dieciséis mil setecientos cincuenta siclos. 53Los hombres de tropa tuvieron todos su botín para cada uno. 54Moisés y Eleazar, sacerdote, tomando el oro de los cabos de millares y de los cabos de centenas, lo llevaron al tabernáculo de la reunión, como memoria de los hijos de Israel ante Yavé.


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  • 1 En 25,16, Dios manda a Israel considerar a Madián como enemigo y destruirlo por la seducción de Baal Fogor; aquí tenemos la ejecución de aquel mandato. como quien ejecuta una sentancia divina, el ejército va acompañado del sacerdote y de las trompetas sagradas. Esta compaña servirá para inculcar en el corazón de los hebreos la gravedad del delito de prevaricación contra Yavé. El derecho de guerra es duro, como lo era en general en la antigüedad. Lo que dice de la matanza no se debe tomar muy a la letra, pues veremos en el libro de los Jueces que los madianitas invaden la tierra de Israel y la dominan muchos años, hasta que Gedeón los arroja al otro lado del Jordán.(Volver a Lectura).

  • 21 Aquí tenemos una aplicación de la ley de santidad. Los guerreros, no obstante ser la guerra santa, deben purificarse del contacto de los muertos, y lo mismo el botín.(Volver a Lectura).

  • 26 Participa Yavé en la distribución del botín como jefe supremo del pueblo, que es quien les da la victoria, y esta parte suya es la que da El a los sacerdotes y levitas.(Volver a Lectura).





División de Transjordania

32 1Eran muy numerosos los rebaños de los hijos de Rubén y los de los hijos de Gad; extraordinariamente numerosos; 2y viendo que la tierra de Jazer y la del Galad sería una tierra muy a propósito para apacentarlos, vinieron a Moisés y a Eleazar y a los príncipes de la asamblea, y les dijeron: 3«Atarot, Dibón, Jazer, Nemra, Hesebón, Eléale, Sabán, Nebó y Meón, 4esa tierra que Yavé ha herido ante la congregación de Israel es tierra muy a propósito para los ganados, y vuestros siervos los tienen. 5Si, pues--dijeron--, tus siervos han hallado gracia a tus ojos, dése a tus siervos en heredad esta tierra y no nos hagas pasar el Jordán». 6Moisés respondió a los hijos de Gad y a los hijos de Rubén: «¿Van a ir a la guerra vuestros hermanos y vais a quedaros vosotros aquí? 7¿Por qué queréis desanimar a los hijos de Israel para que no pasen a la tierra que les da Yavé? 8Así hicieron ya vuestros padres, cuando yo los mandé desde Cadesbarne a explorar la tierra. 9Subieron hasta el valle de Escol, vieron la tierra y acobardaron a los hijos de Israel para que no se atreviesen a ir a la tierra que les da Yavé; 10y la cólera de Yavé se encendió aquel día, y juró, diciendo: 11Estos que han subido de Egipto, de los veinte años para arriba, no verán la tierra que con juramento prometí yo a Abraham, Isaac y Jacob, porque no han seguido fielmente mis caminos, 12fuera de Caleb, hijo de Jefoné, el quenecita, y Josué, hijo de Nun, que fielmente han seguido los caminos de Yavé. 13Encendióse contra Israel la cólera de Yavé, y le ha hecho ir y venir por el desierto durante cuarenta años hasta extinguirse toda la generación que había obrado mal ante Yavé. 14Y ahora vosotros sucedéis a vuestros padres, prole de pecadores, para encender más todavía la cólera de Yavé contra Israel. 15Porque si os negáis a seguirle, El seguirá dejando a Israel en el desierto, y seréis la causa de la ruina de todo el pueblo».
16Ellos, acercándose a Moisés, le dijeron: «Nosotros edificaremos aquí apriscos para nuestros ganados y ciudades para nuestros niños; 17pero, armados, iremos sin demora delante de los hijos de Israel, hasta que los hayamos introducido en el lugar que ellos han de ocupar; nuestros hijos quedarán en ciudades fortificadas a causa de los habitantes de esta tierra; 18pero nosotros no volveremos a nuestras casas hasta que los hijos de Israel hayan tomado cada uno posesión de su heredad, 19pues no queremos tener heredad para nosotros al otro lado del Jordán, ni más allá, porque tendríamos ya nuestra heredad de este lado del Jordán, al oriente».

20Moisés les dijo: «Si eso hacéis, si, armados para combatir ante Yavé, 21todos vuestros hombres de guerra pasan el Jordán ante Yavé, hasta que hayan arrojado de ante sí a sus enemigos, 22y no os volvéis a vuestras casas hasta que la tierra quede sometida a Yavé, entonces inculpables seréis ante Yavé y ante Israel y esta tierra será vuestra posesión ante Yavé. 23Pero si no hacéis lo que prometéis, pecaréis ante Yavé, y estad ciertos de que vuestro pecado os alcanzará. 24Edificad, pues, ciudades para vuestros hijos y apriscos para vuestros ganados, y cumplid la palabra que ha salido de vuestra boca».
25Los hijos de Gad y los hijos de Rubén dijeron a Moisés: «Tus siervos harán cuanto mi señor les mande; 26nuestros hijos y nuestras mujeres, nuestros rebaños y nuestros ganados quedarán en las ciudades de Galad; 27y tus siervos, todos nuestros hombres, armados para el combate, iremos a la guerra ante Yavé, como mi señor lo ha dicho». 28Entonces dio Moisés órdenes acerca de ellos a Eleazar, sacerdote; a Josué, hijo de Nun, y a los jefes de familia de las tribus de Israel, 29diciendo: «Si los hijos de Gad y los hijos de Rubén pasan con vosotros el Jordán con todos sus hombres armados, para combatir ante Yavé, una vez conquistada la tierra les daréis por heredad la tierra conquistada de Galad; 30pero si no pasan con vosotros armados, se establecerán en medio de vosotros en la tierra de Canán». 31Los hijos de Gad y los hijos de Rubén respondieron: «Haremos lo que Yavé ha dicho a sus siervos. 32Pasaremos armados ante Yavé a la tierra de Canán, y la posesión de nuestra heredad quedará del lado allá del Jordán».
33Moisés dio a los hijos de Gad, a los de Rubén y a la media tribu de Manasés, hijo de José, el reino de Seón, rey de los amorreos, y el reino de Og, rey de Basán; la tierra con sus ciudades y el territorio en torno de las ciudades. 34Los hijos de Gad edificaron Didón, Atarot, Aroer, 35Atarit-Sofá, Jazer, Jegboa, 36Betnimra y Betarán, ciudades fuertes, e hicieron apriscos para sus ganados. 37Los hijos de Rubén edificaron Hesebón, Eleale, Quiriat-Jearim, 38Nebo y Balmeón, cuyos nombres fueron mudados, y Sebama, y dieron nuevos nombres a las ciudades que edificaban.
39Los hijos de Maquir, hijo de Manasés, marcharon contra Galad, y, conquistándola, arrojaron a los amorreos que allí estaban. 40Moisés dio Galad a Maquir, hijo de Manasés, que se estableció allí. 41Jair, hijo de Manasés, marchó también y se apoderó de sus burgos, que llamó Javot Jair (Burgos de Jair). 42También marchó Nobaj y se apoderó de Canat y de las ciudades de ella dependientes, llamándola de su nombre, Nobaj.


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  • 1 La tierra de Canán, prometida por Dios a los patriarcas, tenía por límite oriental el río grande de Palestina, el Jordán; pero como la derrota de los dos reyes amorreos, Seón y Og, había hecho a los hebreos dueños de una buena porción de la Transjordania, tierra rica, sobre todo en pastos, as tribus de Rubén, Gad y Manasés la piden para sí, alegando su riqueza en ganados.(Volver a Lectura).

  • 39 La conquista no era tan completa que no les quedara a las tres tribus su tarea para llegar a la plena posesión de la tierra.(Volver a Lectura).





Las etapas del camino desde Egipto al Jordán

33 1He aquí las estaciones de los hijos de Israel cuando salieron según sus escuadras de la tierra de Egipto, conducidos por Moisés y Arón. 2Moisés describió su salida según sus estaciones a voluntad de Yavé, y son éstas las estaciones de su salida: 3Partieron de Rameses el primer mes, el día quince del primer mes. Al día siguiente a la Pascua, los hijos de Israel salieron con mano alzada, a la vista de todos los egipcios. 4Los egipcios estaban sepultando a sus primogénitos, que había herido Yavé entre ellos, haciendo así justicia contra sus dioses. 5Partieron, pues, los hijos de Israel de Rameses y acamparon en Sucot. 6Partidos de Sucot, acamparon en Etam, que está en el extremo del desierto. 7Partidos de Etam, volvieron hacia Piajirot, que está frente a Balsefón, y acamparon frente a Migdol. 8Partidos de Piajirot, pasaron por el medio del mar hacia el desierto, e hicieron tres días de camino en el desierto de Etam, y acamparon en Mara. 9Partidos de Mara, llegaron a Elim, donde había doce fuentes y setenta palmeras, y acamparon allí. 10Partidos de Elim, acamparon junto al mar Rojo. 11Partidos del mar Rojo, acamparon en el desierto de Sin. 12Partidos del desierto de Sin, acamparon en Dafca. 13Partidos de Dafca, acamparon en Alus. 14Partidos de Alus, acamparon en Rafidim, donde no había agua para que bebiera el pueblo. 15Partidos de Rafidim, acamparon en el desierto del Sinaí. 16Partidos del desierto del Sinaí, acamparon en Quibrot-hat-tava. 17Partidos de Quibrot-hat-tava, acamparon en Jaserot. 18Partidos de Jaserot, acamparon en Retma. 19Partidos de Retma, acamparon en Remón Pares. 20Partidos de Remón Pares, acamparon en Lebna. 21Partidos de Lebna, acamparon en Resa. 22Partidos de Resa, acamparon en Quelata. 23Partidos de Quelata, acamparon en el monte Sefer. 24Partidos del monte Sefer, acamparon en Jarada. 25Partidos de Jarada, acamparon en Maquelot. 26Partidos de Maquelot, acamparon en Tajat. 27Partidos de Tajat, acamparon en Taraj. 28Partidos de Taraj, acamparon en Mitca. 29Partidos de Mitca, acamparon en Jasmona. 30Partidos de Jasmona, acamparon en Moserot. 31Partidos de Moserot, acamparon en Bene Jacán. 32Partidos de Bene Jacán, acamparon en Jor Aggadgad.

33Partidos de Jor Aggadgad, acamparon en Jotbata. 34Partidos de Jotbata, acamparon en Ebrona. 35Partidos de Ebrona, acamparon en Asiongaber. 36Partidos de Asiongaber, acamparon en el desierto de Sin, que es Cades. 37Partidos de Cades, acamparon en el monte Or, al extremo de la tierra de Edom. 38Arón, sacerdote, subió al monte Or por orden de Yavé, y murió allí el año cuadrigésimo después de la salida de la tierra de Egipto, el quinto mes, el primero del mes. 39Tenía Arón ciento veintitrés años cuando murió en la cima del monte Or. 40Fue entonces cuando el cananeo, rey de Arad, que habitaba el Negueb, en la tierra de Canán, tuvo conocimiento de la llegada de los hijos de Israel. 41Partidos del monte Or, acamparon en Salmona. 42Partidos de Salmona, acamparon en Punón. 43Partidos de Punón, acamparon en Obot. 44Partidos de Obot, acamparon en Iye-Jabarín, en los confines de Moab. 45Partidos de Iye-Jabarín, acamparon en Dibon Gad. 46Partidos de Dibon Gad, acamparon en Elmon Deblataim. 47Partidos de Elmon Deblataim, acamparon en los montes de Abarim, frente a Nebo. 48Partidos de los montes de Abarim, acamparon en los llanos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó; 49acamparon a lo largo del Jordán, desde Bet Jesimot hasta Abelsittim, en los llanos de Moab.


Distribución de la tierra prometida

50En los llanos de Moab habló Yavé a Moisés, diciendo: 51«Di a los hijos de Israel: Cuando hubiereis pasado el Jordán para la tierra de Canán, 52arrojad de delante de vosotros a todos los habitantes de la tierra, 53y destruid todas sus esculturas y todas sus imágenes fundidas, y devastad todos sus excelsos. 54Tomad posesión de la tierra y habitadla, pues para que la poseáis os la doy. Distribuidla por suertes entre las familias. A las más numerosas les daréis mayor heredad, y una más pequeña heredad, a las menos numerosas. La que en suerte le tocare a cada una, ésa será su heredad, y la recibiréis en posesión según vuestras tribus patriarcales. 55Si no arrojáis de delante de vosotros a los habitantes de la tierra, los que de ellos dejéis en medio de vosotros serán como espinas en vuestros ojos y aguijón en vuestros flancos, y os hostilizarán en vuestra tierra que vais a habitar, 56y yo mismo trataré a vosotros como había resuelto tratarlos a ellos».


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  • 1 El autor sagrado nos da aquí la serie de etapas que hizo Israel en su viaje desde Egipto hasta el sitio en que está. Son cuarenta, como los años de la peregrinación, número, sin duda, simbólico. De éstas, sólo 18 nos son conocidas. La crítica introduce aquí una corrección textual muy justificada, que resuelve no pocas dificultades; los v.36b-41a deben trasponerse después del 30a. No nos es posible hoy identificar todos los nombres de estos lugares, pero sí podemos seguir el itinerario general de Israel. Parten de Rameses, que es Pelusio, en dirección sur; hacia Suez, por los Lagos Amargos, pasan al este y siguen la costa del mar Rojo, y, pasado el valle de Garandel, llegan a la playa de Dafca. Desde allí, por el valle de Magara y el de Feirán, se internan hacia el centro del macizo granítico del Sinaí. De aquí parten para Cades, pero el camino seguido es dudoso. Unos quieren que por el este, buscando el golfo de Acaba, y lego por el Arabá hasta Cades; otros prefieren el camino del norte, por intrincados valles, hasta salir al desierto de Tih y llegar a Cades. Esta fue la estación más larga de los hebreos. De ella se dirigen primero hacia el este, al monte de Arón; giran al sur, y por el Arabá llegan a Asiongaber; rodean los montes de Seir, y vuelven luego hacia el norte para venir a pasar en la orilla oriental del Jordán, frente a Jericó.(Volver a Lectura).





Las fronteras de la tierra de promisión

34 1Yavé habló a Moisés, diciendo: 2«Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra de Canán, he aquí el territorio que será vuestra parte: la tierra de Canán según sus fronteras. 3Del lado meridional, irá por el desierto de Sin a lo largo de Edom. Vuestra frontera meridional arrancará del extremo del mar de la Sal, a oriente; 4se inclinará al sur por la subida de Acrabim, pasará por Sin, llegando hasta el mediodía de Cadesbarne, y continuará por Jasar Adar, pasando por Asemón. 5Y desde Asemón irá hasta el torrente de Egipto, para morir en el mar. 6Por frontera occidental tendréis el mar Grande, que por este lado os servirá de confín. 7El confín septentrional será éste: a partir del mar Grande, le trazaréis por el monte Or; 8del monte Or le llevaréis hasta la entrada de Jamat, llegando a Sedadá, 9y continuará por Zefrón, para terminar en Jasar Enán; éste será vuestro confín septentrional. 10La frontera oriental la llevaréis desde Jasar Enán a Sefama; 11bajará de Sefama a Rebla, al este de Ain, descendiendo de aquí al oriente hasta el mar de Queneret, 12y llegando hasta el Jordán, segurá a lo largo de éste, para morir en el mar de la Sal. Esta será vuestra tierra y las fronteras que la rodearán».

13Moisés dio esta orden a los hijos de Israel: «Esta es la tierra que por suerte habéis de distribuir y que Yavé ha ordenado dar a las nueve y media tribus; 14porque la tribu de los hijos de Rubén y la de los hijos de Gad han recibido ya su heredad según sus familias, y la media tribu de Manasés ha recibido también la suya. 15Estas tribus y la media tienen ya su heredad al lado de allá del Jordán, frente a Jericó, al oriente».
16Habló Yavé a Moisés, diciendo: 17«He aquí los nombres de los que han de hacer la distribución de la tierra entre vosotros: Eleazar, sacerdote, y Josué, hijo de Nun. 18Tomaréis también un príncipe de cada tribu para distribuiros la tierra. 19He aquí los nombres de éstos: por la tribu de Judá, Caleb, hijo de Jefoné; 20por la tribu de los hijos de Simeón, Samuel, hijo de Amiud; 21por la tribu de Benjamín, Eliad, hijo de Caselón; 22por la tribu de los hijos de Dan, el príncipe Boqui, hijo de Jogli; 23por los hijos de José: por la tribu de los hijos de Manasés, el príncipe Janiel, hijo de Efod; 24por la tribu de los hijos de Efraím, el príncipe Camuel, hijo de Seftán; 25por la tribu de los hijos de Zabulón, el príncipe Elifasán, hijo de Parmac; 26por la tribu de los hijos de Isacar, el príncipe Paltier, hijo de Ozán; 27por la tribu de los hijos de Aser, el príncipe Ajiud, hijo de Salomi; 28por la tribu de los hijos de Neftalí, el príncipe Pedael, hijo de Amiud. 29Estos son aquellos a quienes manda Yavé distribuir la tierra de Canán entre los hijos de Israel».


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Las ciudades levíticas

35 1Habló Yavé a Moisés en los llanos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó, diciendo: 2«Manda a los hijos de Israel que de la heredad de su posesión cedan a los levitas ciudades en las que puedan habitar. Dales también lugares de pastos en los contornos de esas ciudades. 3Que tengan ciudades en que habitar y pastos para sus animales, para sus ganados y para todas sus bestias. 4Los lugares de pasto en torno de las ciudades que daréis a los levitas serán: a partir de los muros de la ciudad, para afuera, de mil codos en torno; 5y la extensión de fuera de la ciudad, dos mil codos a la parte de oriente, dos mil codos a la parte del mediodía, dos mil codos a la parte de occidente y dos mil codos a la parte del norte, quedando en medio de la ciudad. Estos serán los lugares de pastos de sus ciudades. 6De las ciudades mismas que daréis a los levitas, seis serán las ciudades de refugio, donde pueda refugiarse el homicida; y las otras, cuarenta y dos en número; 7en total, cuarenta y ocho ciudades con sus lugares de pasto. En cuanto a las ciudades que de los hijos de Israel habéis de dar a los levitas, 8tomaréis más de los que tengan más y menos de los que tengan menos. Cada uno cederá para los levitas sus ciudades en proporción de la heredad que haya recibido».

Ciudades de refugio

9Yavé habló a Moisés, diciendo: 10«Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis pasado el Jordán, en la tierra de Canán, 11elegiréis ciudades que sean para vosotros ciudades de refugio, donde pueda refugiarse el homicida que hubiere muerto a alguno sin querer. 12Estas ciudades os servirán de asilo contra el vengador de la sangre, para que no sea muerto el homicida antes de comparecer en juicio ante la asamblea. 13Las ciudades a esto destinadas serán seis, que serán para vosotros ciudades de refugio.

14Destinaréis tres del lado de allá del Jordán y tres en la tierra de Canán para ciudades de refugio, 15para los hijos de Israel, para el extranjero y para el que habita en medio de vosotros, para quien haya matado a alguno sin querer pueda refugiarse en ellas. 16Si le hirió con instrumento de hierro y se sigue la muerte, es homicida, y el matador será muerto; 17lo mismo si le hirió con piedra en mano, capaz de causar la muerte, y ésta se sigue; es homicida y será castigado con la muerte; 18lo mismo si le hirió manejando un instrumento de madera capaz de producir la muerte, y ésta se sigue; es homicida y será muerto. 19El vengador de la sangre matará por sí mismo al homicida; cuando le encuentre, le matará. 20Si por odio le derribó o le arrojó de propósito encima alguna cosa y se sigue la muerte, 21o si por odio le golpeó con las manos y se sigue la muerte, el que hirió será castigado con la muerte; es homicida. El vengador de la sangre le matará cuando le encuentre. 22Mas si, al contrario, por azar, sin odio, le derriba o le arroja encima alguna cosa sin querer, 23o sin verle le tira encima una piedra que puede causar la muerte, y la muerte se sigue, sin que fuera su enemigo ni buscase su mal, 24juzgará la asamblea entre el que hirió y entre el vengador de la sangre, según las leyes. 25La asamblea librará al homicida del vengador de la sangre, le volverá a la ciudad de asilo donde se refugió, y allí morará hasta la muerte del sumo sacerdote ungido con el óleo sagrado. 26Si el homicida sale del territorio de la ciudad de asilo en que se refugió 27y el vengador de la sangre lo encuentra fuera del territorio de su ciudad de refugio y lo mata, no será responsable de su muerte, 28porque el homicida debe morar en su ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote, y muerto ya el sumo sacerdote, podrá retornar a la tierra donde está su posesión. 29Estas disposiciones serán normas de derecho, y para todas vuestras generaciones, dondequiera que moréis. 30En todo caso de homicidio, a deposición de testigos se quitará la vida al homicida; un testigo solo no basta para deponer contra uno y condenarle a la muerte. 31No aceptaréis rescate por la vida del homicida que deba ser condenado a muerte: ha de ser muerto. 32Tampoco aceptaréis rescate para dejar salir al refugiado de su ciudad de asilo y habitar en su tierra antes de la muerte del sumo sacerdote. 33No dejéis que se contamine la tierra en que habitéis; porque la sangre contamina la tierra y no puede la tierra purificarse de la sangre en ella vertida sino con la sangre de quien la derramó. 34No profanéis la tierra que habitéis, donde habito yo también, porque yo soy Yavé, que habito en medio de los hijos de Israel».


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  • 1 Dos puntos abarca este capítulo. Primeramente prescribe la asignación de 48 ciudades con sus términos para os levitas, que, según lo dicho muchas veces, no tendrán heredad entre sus hermanos. Estas ciudades se tomarán de las otras tribus, en proporción a la extensión de cada una.(Volver a Lectura).





Ley de herencia de las mujeres

36 1Presentándose ante Moisés y ante los príncipes jefes de las casas de los hijos de Israel los jefes de las casas de los hijos de Galad, hijo de Maquir, hijo de Manasés, de entre las familias de José, 2y hablaron, diciendo: «Yavé ha mandado a mi señor dar por suertes la tierra de heredad a los hijos de Israel; mi señor ha recibido también orden de dar la heredad de Salfad, nuestro hermano, a sus hijas. 3Si ellas se casan con uno de otra tribu de los hijos de Israel, su heredad substraerá a la heredad de nuestros padres, yendo a aumentar la heredad de la tribu a que ellos pertenezcan, y disminuirá lo que nos haya tocado en suerte. 4Y aun cuando llegase el jubileo para los hijos de Israel, la heredad quedaría añadida a la de la tribu a que pertenezcan y sustraída de la de la tribu de nuestros padres».

5Moisés, por mandato de Yavé, dio esta orden a los hijos de Israel: «La tribu de los hijos de José dice bien. He aquí lo que respecto de las hijas de Salfad 6manda Yavé: Podrán casarse con quien quieran, siempre que sea dentro de una de las familias de la tribu de sus padres. 7La heredad de los hijos de Israel no pasará de tribu a tribu, porque los hijos de Israel han de quedar ligados cada uno a la heredad de la tribu de sus padres. 8Toda hija que posea una heredad en alguna de las tribus de los hijos de Israel tomará por marido un hombre de una de las familias de la tribu de su padre, para que los hijos de Israel conserven cada uno la heredad de sus padres. 9Ninguna heredad pasará de una tribu a otra tribu, sino que cada una de las tribus de Israel estará ligada a su heredad».
10Como se lo ordenó Yavé a Moisés, así lo hicieron las hijas de Salfad, 11Majla, Tersa, Jegla, Melca y Noa, hijas de Salfad: se casaron con hijos de sus tíos. 12Se casaron en las familias de los hijos de Manasés, hijo de José, y su heredad quedó en la tribu de la familia de su padre.
13Estas son las órdenes y las leyes que dio Yavé por Moisés a los hijos de Israel en los llanos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó.


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  • 1 Este capítulo es el complemento de 27,1-11. Y la razón de él es clara. Mira el legislador a conservar los términos de las tribus: por esto las mujeres herederas del patrimonio paterno no podrán casarse fuera de su propia tribu.(Volver a Lectura).