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Josué

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Josué

1. El libro de Josué recibe su nombre de este capitán, que en el Pentateuco se nos presenta como ayudante de Moisés (Ex 24,13) y su lugarteniente en las empresas guerreras (Ex 17,9). por eso luego le sucede, con la misión de llevar a cabo la conquista de la tierra prometida (Núm 27,12-23), del lado de acá del Jordán.
Canán estaba dividido en infinidad de reinos, independientes unos de otros y muy de ordinario enemigos y en guerra. Así nos los presentan las cartas de Tell-el-Amarna en los siglos XV-XIV, cuando el Egipto ejercía en Canán poderosa influencia (Intr. Ls. hists.); y esta situación no habia mudado cuando Josué los acometió.
La conquista de las primeras ciudades cananeas (Jericó y Hai) les hizo comprender la necesidad de unirse para resistir al invasor. Los gabaonitas no quisieron entrar en esta coalición defensiva y fueron atacados por los demás. Esta, fué la ocasión de la primera victoria de Josué en Gabaón, en la que la coalición de los reyes del Mediodía quedó deshecha y entregado cada príncipe a sus propias fuerzas (10, 8-43). Otra batalla, junto a las aguas del Merón, acabó con la coalición de los del Norte, y con esto se allanó el camino para la ocupación de la tierra (11, 1-15).

2. Josué la dividió toda en diez partes, excluidas las tribus que habían sido heredadas en la Transjordania. Cada tribu hubo de ocupar su porción por sus propios esfuerzos. No fueron iguales los hechos por las diversas tribus para conseguirlo, ni iguales tampoco las dificultades que todas hallaron (17, 16; 18, 3). Por esto, la división de Israel quedó al cabo de algún tiempo tan irregular.

3. Dios había prometido a Josué que estaría con él y que autorizaría ante el pueblo su persona con grandes prodigios. No puede dudarse que el Señor cumpliría su palabra. Tres son los hechos prodigiosos que se consignan en el libro: El paso del Jordán, la toma de Jericó y la victoria de Gabaón. En los tres el texto, sea por su deficiente conservación, sea por su oscuridad, no nos ofrece elementos suficientes para hacernos una idea exacta de los milagros. Aun los intérpretes católicos, que no rehuyen el milagro, dan de ellos explicaciones muy diversas.

3. La conquista de Canán, desde el punto de vista bíblico, está plenamente justificada por los juicios de Dios a favor de Israel (Ex 23,27; 33,2; Dt 9,4 ). Desde el punto de vista humano, la conquista no se diferencia de las realizadas por tantos pueblos que, careciendo de patria, buscan un territorio donde hacérsela apoyándose en su propia fuerza.

4. Ignoramos cuándo el libro haya sido escrito y por quién; lo que si podemos comprobar es que su autor dispuso de documentos anteriores a la conquista de Jerusalén por David (Jos 15,63) y de Guezer por el Faraón, suegro de Salomón (Jos 16,10; I Rey 9,17).


SUMARIO


PRIMERA PARTE


CONQUISTA DE LA TIERRA PROMETIDA
(1 - 12)

La orden de partida

1 1Después de la muerte de Moisés, siervo de Yavé, habló Yavé a Josué, hijo de Nun, ministro de Moisés, diciendo: 2«Moisés, mi siervo, ha muerto. Alzate ya, pues, y pasa ese Jordán, tú y tu pueblo, a la tierra que Yo doy a los hijos de Israel. 3Cuantos lugares pise la planta de vuestros pies, os los doy, como prometí a Moisés. 4Desde el desierto, desde ese Líbano, hasta el río grande, el Eufrates, toda la tierra de los geteos, y hasta el mar grande, a occidente, será vuestro territorio. 5Nadie podrá resistir ante ti, por todos los días de tu vida; Yo seré contigo, como fui con Moisés; no te dejaré ni te abandonaré. 6Esfuérzate y ten ánimo, porque tú has de introducir a este pueblo a posesionarse de la tierra que a sus padres juré darles. 7Esfuérzate, pues, y ten gran valor para cumplir cuidadosamente cuanto Moisés, mi siervo, te ha prescrito. No te apartes ni a la derecha, ni a la izquierda, para que triunfes en todas tus empresas. 8 Que ese libro de la ley no se aparte nunca de tu boca, tenlo presente día y noche, para procurar hacer cuanto en él está escrito, y así prosperarás en todos tus caminos y tendrás buen suceso. 9¿No te mando yo? Esfuérzate, pues, y ten valor; nada te asuste, nada temas, porque Yavé, tu Dios, irá contigo a dondequiera que tú vayas».

10Dió, pues, Josué a los oficiales del pueblo esta orden: «Recorred el campamento y dad esta orden al pueblo: 11Preparaos y proveeos, porque dentro de tres días pasaréis ese Jordán, para ir a ocupar la tierra que Yavé, vuestro Dios, os da en posesión».
12A los rubenitas y gaditas y a la media tribu de Manasés, les dijo: 13«Acordaos de lo que os mandó Moisés, siervo de Yavé, diciéndoos: Yavé, vuestro Dios, os ha concedido el reposo, dándoos esta tierra. Vuestras mujeres, vuestros niños y vuestros ganados, quedarán en la tierra que Moisés os dió; y vosotros, armados, iréis delante de vuestros hermanos, todos vuestros hombres fuertes y valientes, y los auxiliaréis, 15hasta que Yavé haya dado a vuestros hermanos el reposo, como a vosotros, tomando también ellos posesión de la tierra que Yavé, vuestro Dios, les da. Después volveréis a la tierra que os pertenece y que Moisés, siervo de Yavé, os dió, al lado de allá del Jordán, a oriente».
16Ellos respondieron a Josué diciendo: «Cuanto nos mandas lo haremos, y a donde quiera que nos envíes, iremos. 17Como en todo obedecimos a Moisés, así te obedecerémos a ti. Que quiera Yavé estar contigo, como con Moisés estuvo. 18Quien rebelándose contra tus órdenes te desobedezca, morirá. Esfuérzate y ten valor».


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  • 4 Sobre el «río grande», el Eufrates, véase la nota a Gén 15,18.(Volver a Lectura).

  • 11 En 5,12 se nos dice que desde que pasaron el Jordán comieron los frutos de la región de Jericó y cesó de caer el maná. No debe olvidarse que el suelo de la Transjordania es fértil y que los israelitas se habían apoderado de los dos reinos amorreos (Núm 21,21ss) y habían obtenido un gran botín de su guerra contra los madianitas (Núm 31,11), aparte de que poseían gran cantidad de ganado, por lo que habían solicitado la tierra de la Transjordania (Núm 32,1ss).(Volver a Lectura).




Espías a Jericó. Rahab.

2 1Josué, hijo de Nun, mandó en secreto dos espías desde Setim, diciéndoles: «Id a explorar la tierra». Puestos en camino, llegaron a Jericó, a casa de una cortesana de nombre Rahab y pararon allí. 2Al rey de Jericó le dieron noticia, diciendo: «Hombres de entre los hijos de Israel han llegado aquí durante la noche, para explorar la tierra». 3El rey mandó decir a Rahab: «Saca a esos hombres que han venido a ti y han entrado en tu casa, porque han venido para explorar la tierra». 4Cogió ella a los dos hombres y los escondió en el terrado, y dijo: «Cierto que han venido hombres a mí, pero yo no sabía de dónde eran, 5y cuando esta tarde se iban a cerrar las puertas han salido y no sé a dónde han ido; daos prisa a perseguirlos y de seguro los encontraréis». 6Pero ella los había subido al terrado y los había escondido debajo de tascos de lino, que para ello dispuso en el terrado. 7Aquellos hombres fueron en su persecución por el camino que va a los vados del Jordán, y una vez que salieron, se cerraron las puertas.
8Antes de que los espías se acostasen, subió Rahab al terrado y les dijo: 9«Yo sé que Yavé os ha entregado esta tierra; el terror de vuestro nombre se ha apoderado de nosotros, 10pues hemos sabido cómo Yavé, a vuestra salida de Egipto, secó las aguas del Mar Rojo, y cómo habéis tratado a los dos reyes de los amorreos del lado de allá del Jordán, Seón y Og, que disteis al anatema. 11Al saberlo, nuestro corazón ha desmayado, y todos se han acobardado ante vosotros; porque Yavé, vuestro Dios, es Dios arriba en los cielos y abajo sobre la tierra.

12Ahora, pues, os pido que me juréis por Yavé que, como yo he tenido misericordia de vosotros, la tendréis vosotros también de la casa de mi padre 13y dejaréis la vida a mi padre, a mi madre, a mis hermanos y a todos los suyos, y que nos libraréis de la muerte». 14Los hombres la dijeron: «Te juramos por nuestra vida que, si no nos denuncias, cuando Yavé nos entregue esta tierra tendremos contigo misericordia y fidelidad».
15Ella los bajó con una cuerda por la ventana, pues su casa estaba adosada a la muralla. Antes les dijo: 16«Idos al monte, no sea que los que os persiguen den con vosotros; estad allí escondidos durante tres días, hasta que aquéllos estén de vuelta, y luego id vuestro camino». 17Los hombres le dijeron: «Mira cómo habrás de hacer, para que cumplamos el juramento que te hemos hecho: 18Cuando entremos en esta tierra, ata este cordón de hilo de púrpura a la ventana por la cual nos has descolgado, y reúne contigo en tu casa a tu padre, a tu madre, a tus hermanos y a toda la casa de tu padre. 19Si alguno sale fuera de la puerta de tu casa, su sangre será sobre su cabeza y nosotros seremos inocentes; pero si alguien pone la mano sobre ninguno de los que contigo estén en tu casa, su sangre sea sobre nuestra cabeza. 20Si nos denuncias, seremos libres del juramento que nos has pedido». 21Ella respondió: «Sea como decís». Luego los despidió.
22Los espías se fueron al monte y se estuvieron escondidos allí tres días. Los que los perseguían los estuvieron buscando por el camino, sin hallarlos. 23Los dos espías, bajando del monte, repasaron el Jordán, se fueron a Josué, hijo de Nun, y le contaron todo lo sucedido, 24diciendo: «Cierto es que Yavé ha entregado en nuestras manos toda esa tierra, pues los habitantes de ella están acobardados de nosotros».


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  • 1 Probablemente la razón de ir los espías a la casa de Rahab fué que entonces, por lo general, las cortesanas eran las mesoneras. La epístola a los Hebreos (11,31) pondera la fe de Rahab en los destinos de Israel, y que por eso fué incorporada a este pueblo y mereció figurar en la genealogía del Salvador (Mt 1,5).(Volver a Lectura).

  • 22 Ese monte es el llamado de la Cuarentena, donde la tradición pone el ayuno de Jesús (Mt 4,1).(Volver a Lectura).




Paso del Jordán

3 1Josué, levantándose bien de mañana, partió de Setim, él y todos los hijos de Israel; y llegados al Jordán, hicieron allí alto, antes de pasar. 2Al cabo de tres días, los oficiales recorrieron el campamento 3y dieron al pueblo esta orden: «Cuando veáis el arca de la alianza de Yavé, vuestro Dios, llevada por los sacerdotes, hijos de Leví, partiréis de este lugar donde estáis acampados y os pondréis en marcha tras ella, 4pero dejando entre vosotros y ella una distancia de unos mil codos, sin acercaros a ella, para que podáis ver el camino que habéis de seguir, pues no habéis pasado nunca por él».
5Y Josué dijo al pueblo: «Santificaos, porque mañana Yavé hará prodigios en medio de vosotros». 6Después habló Josué a los sacerdotes, diciendo: «Llevad el arca de la alianza, e id delante del pueblo». Ellos llevaron el arca de la alianza, adelantándose al pueblo.
7Yavé dijo a Josué: «Hoy voy a comenzar a engrandecerte a los ojos de todo Israel, para que sepan que Yo estoy contigo, como estuve con Moisés. 8Tú da esta orden a los sacerdotes que llevan el arca de la alianza: Cuando lleguéis al borde de las aguas del Jordán, os paráis en el Jordán».

9Josué dijo a los hijos de Israel: «Acercaos, y oíd las palabras de Yavé, vuestro Dios». 10Y dijo Josué: «En esto vais a conocer que el Dios vivo está en medio de vosotros, y que no dejará de arrojar delante de vosotros a los cananeos, los geteos, los fereceos, los guergueseos, los amorreos y los jebuseos. 11El arca de la alianza del dueño de toda la tierra va a entrar delante de vosotros en el Jordán. 12Tomad doce hombres de entre las tribus de Israel, uno por cada tribu; 13y cuando los sacerdotes que llevan el arca de la alianza del dueño de toda la tierra pongan la planta de sus pies en las aguas del Jordán, las aguas del Jordán se partirán, y las que bajan de arriba se pararán en montón».
14Cuando hubo salido el pueblo de sus tiendas para pasar el Jordán, precedido por los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza, 15en el momento en que los que llevaban el arca llegaron al Jordán, -y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca se mojaron en la orilla de las aguas —pues el Jordán se desborda por todas sus orillas durante el tiempo de la siega—, 16las aguas que bajaban de arriba se pararon, se amontonaron a mucha distancia, cerca de la ciudad de Adam, que está junto a Sartán; y las que bajaban hacia el mar del Araba, el mar de sal, quedaron enteramente partidas de las otras, y el pueblo pasó frente a Jericó. 17Los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza de Yavé se estuvieron en seco a pie firme, mientras todo Israel pasaba en seco, hasta que todo el pueblo hubo acabado de pasar el Jordán.


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  • 1 El valle del Jordán, en que Israel estaba acampado, es ancho y está flanqueado a una y otra parte de montes. Setim o Abel-Sitim estaba situado en la falda de los montes orientales, a varios kilómetros del Jordán. De aquí parten para acercarse al río que corre por medio del valle: el Gor (Núm 33,40).(Volver a Lectura).

  • 15 Nos hallamos en la primavera, y con el deshielo del monte Hermón el río iba crecido. Los sacerdotes levitas, portadores del arca, llegan al río, y en cuanto tocan sus pies las aguas, éstas se dividen, acumulándose a la derecha hasta muy lejos, quedando por la izquierda el cauce del río en seco, como había acontecido en el paso del mar Rojo.(Volver a Lectura).




Monumento conmemorativo del paso del Jordán

4 1Cuando toda la gente hubo acabado de pasar el Jordán, Yavé dijo a Josué: 2«Tomad de entre el pueblo doce hombres, uno por cada tribu, 3y dadles esta orden: De ahí, del lecho del Jordán, donde los sacerdotes han estado a pie firme, coged doce piedras, traedlas y depositadlas en el lugar donde acampéis esta noche». 4Josué llamó doce hombres, que eligió entre los hijos de Israel, uno por tribu, 5y les dijo: «Id al medio del Jordán, ante el arca de Yavé, vuestro Dios, y echaos al hombro una piedra cada uno, según el número de las tribus de los hijos de Israel, para que sea señal en medio de vosotros. 6Cuando un día os pregunten vuestros hijos: ¿Qué significan para vosotros estas piedras?, 7les responderéis: Las aguas del Jordán se partieron ante el arca de la alianza de Yavé; cuando ella pasó el Jordán, las aguas del río se dividieron; y esas piedras serán para siempre jamás un memorial para los hijos de Israel». 8Los hijos de Israel cumplieron la orden de Josué. Cogieron del medio del Jordán doce piedras, como se lo mandó Yavé a Josué, según el número de las tribus de los hijos de Israel, y llevándolas consigo al lugar donde pasaron la noche, las depositaron allí. 9Josué alzó doce piedras en el lecho del Jordán, en el lugar donde habían estado a pie firme los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza, y allí han estado hasta hoy.
10Los sacerdotes que llevaban el arca se estuvieron a pie quieto en medio del Jordán, hasta que se hizo todo cuanto Yavé había mandado a Josué decir al pueblo, conforme a todo cuanto Moisés había ordenado a Josué, y el pueblo se apresuró a pasar.

11Cuando el pueblo hubo acabado de pasar, el arca de Yavé y los sacerdotes se pusieron al frente del pueblo. 12Los hijos de Rubén, los de Gad y la media tribu de Manasés, armados, iban en vanguardia delante de los hijos de Israel, como se lo había mandado Moisés. 13Unos cuarenta mil hombres de ellos, armados en guerra, pasaron ante Yavé a los llanos de Jericó. 14Aquel día engrandeció Yavé a Josué, a los ojos de todo Israel, y éstos le respetaron, como habían respetado a Moisés, todos los días de su vida.
15Yavé habló a Josué, diciendo: 16«Manda a los sacerdotes que llevan el arca del testimonio, que salgan del Jordán»; 17y Josué dió a los sacerdotes esta orden: «Salid del Jordán»; 18y en cuanto los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza de Yavé salieron del medio del Jordán y asentaron la planta de su pie en la tierra seca, las aguas del río volvieron a su lugar y se desbordaron, como antes estaban, por todas las orillas.
20El pueblo salió del Jordán el día diez del mes primero, y acampó en Gálgala, al límite oriental de Jericó. 20Josué alzó en Gálgala las doce piedras que habían cogido del Jordán, 21y dijo a los hijos de Israel: «Cuando un día os pregunten vuestros hijos: ¿Qué significan esas piedras?, 22instruid a vuestros hijos, diciendo: Israel pasó este Jordán a pie enjuto; 23porque Yavé, vuestro Dios, secó delante de vosotros las aguas del Jordán, como lo había hecho Yavé, vuestro Dios, con las aguas del Mar Rojo, que secó delante de nosotros, hasta que hubimos pasado, 24para que todos los pueblos de la tierra sepan que es poderosa la mano de Yavé y vosotros conservéis siempre el temor de Yavé, vuestro Dios.


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  • 20 El nombre de Gálgala significa rueda, rueda de piedras llamada cromlec, de donde procede la denominación de ésta y de otras varias localidades que la Escritura menciona.(Volver a Lectura).




5 1Cuando todos los reyes de los amorreos, a occidente del Jordán, y todos los reyes de los cananeos de cerca del mar supieron que Yavé había secado las aguas del Jordán hasta que ellos pasaron, desmayó su corazón y perdieron todo su valor ante los hijos de Israel.

Circuncisión

2Entonces dijo Yavé a Josué: «Hazte con cuchillos de piedra y vuelve a circuncidar a los hijos de Israel». 3Hízose Josué con cuchillos de piedra y circuncidó a los hijos de Israel en el monte Aralot. 4He aquí por qué los circuncidó Josué: Todos los salidos de Egipto, los varones, todos los hombres de guerra, habían muerto en el desierto, durante el camino, después de la salida de Egipto. 5El pueblo que salió estaba circuncidado; pero los nacidos en el desierto durante el camino después de la salida de Egipto, no habían sido circuncidados; 6pues los hijos de Israel anduvieron durante cuarenta años por el desierto, hasta que perecieron todos los hombres de guerra salidos de Egipto, por no haber escuchado la voz de Yavé. Yavé les había jurado que no les dejaría ver la tierra que con juramento había prometido a sus padres darles, la tierra que mana leche y miel. 7Los hijos de aquéllos les sucedieron en su lugar; y éstos son los que circuncidó Josué, porque estaban sin circuncidar, pues no habían sido circuncidados durante el camino. 8Cuando todos se circuncidaron, quedáronse en el campamento hasta curarse;

9y Yavé dijo a Josué: «Hoy he quitado de sobre vosotros el oprobio de Egipto. Y aquel lugar fué llamado Gálgala, hasta hoy.

La Pascua

10Los hijos de Israel acamparon en Gálgala; y allí, el día catorce del mes, celebraron la Pascua, a la tarde, en los llanos de Jericó. 11Comieron de los frutos de la tierra desde el día después de la Pascua, panes ácimos y trigo tostado ya aquel mismo día; 12y al día siguiente de comer de los frutos de la tierra no tuvieron ya el maná, y comieron ya aquel año de los frutos de la tierra de Canán.

Aparición a Josué

13Estando Josué cerca de Jericó, alzó los ojos, y vió que estaba un hombre delante de él en pie, con la espada desnuda en la mano; y Josué se fue hacia él y le dijo: «¿Eres de los nuestros o de los enemigos?» Y él le respondió: 14«No, soy un príncipe del ejército de Yavé, que vengo ahora». Entonces Josué se prosternó rostro a tierra, y adorando, dijo: «¿Qué es lo que manda mi señor a su siervo?» 15El príncipe del ejército de Yavé dijo a Josué: «Descalza tus pies, pues el lugar que pisas es santo». Hízolo así Josué.


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  • 3 La circuncisión se practica con cuchillos de piedra. Esto nos lleva a la época neolítica a lo menos, en que todos los instrumentos cortantes eran de piedra, por desconocerse aún los metale. Como cosa sagraa se conservó este uso en el rito religioso.(Volver a Lectura).

  • 9 No deja de ser sorprendente que cuando con tanta instancia se dió a Abraham (Gen. 17. 14) el mandato de circuncidar a toda su casa, pasaron los israelitas tanto tiempo sin circuncidar a sus hijos; por eso el autor sagrado se siente obligado a dar la explicación de este hecho.(Volver a Lectura).

  • 10 La crecida del Jordán y esta solemnidad de la Pascua señalan la época del año en que tuvo lugar la entrada en Canán, que fue el principio de la privamera, lo mismo que la salida de Egipto (Ex 12,6.48).(Volver a Lectura).

  • 14 Este «príncipe del ejército de Yavé». Su actitud parece amenazadora, pues se presenta con la espada desenvainada. El relato está incompleto, y por él no podemos saber la causa de su aparición. Tal vez sea para urgir la circuncisión (Véase Ex 4,24ss; Núm 22,23; Jue 2,1; 2 Sam 24,16; I Par 21,16). (Volver a Lectura).




Toma de Jericó

6 1Tenía Jericó cerradas las puertas y bien echados sus cerrojos por miedos a los hijos de israel, y nadie salía ni entraba en ella.
2Yavé dijo a Josué: «Mira, he puesto en tus manos a Jericó, a su rey y a todos sus hombres de guerra. 3Marchad vosotros, todos los hombres de guerra, en torno a la ciudad, dando una vuelta en derredor suyo. Así haréis por seis días. 4Siete sacerdotes llevarán delante del arca siete trompetas resonantes. Al séptimo día daréis siete vueltas en derredor de la ciudad, yendo los sacerdotes tocando sus trompetas. 5Cuando ellos toquen repetidamente el cuerno potente, y oigáis el sonar de las trompetas, todo el pueblo se pondrá a gritar fuertemente, y las murallas de la ciudad se derrumbarán. Entonces subirá el pueblo, cada uno enfrente de sí».
6Josué, hijo de Nun, llamó a los sacerdotes y les dijo: «Llevad el arca de la alianza, y que siete sacerdotes vayan con siete trompetas resonantes delante del arca de Yavé». 7 Dijo también al pueblo: «Marchad y dad también una vuelta a la ciudad, yendo los armados delante del arca de Yavé».
8Así que Josué hubo hablado al pueblo, los siete sacerdotes con las siete trompetas resonantes iban tocando las trompetas delante de Yavé. 9Los hombres de guerra iban delante de los sacerdotes que tocaban las trompetas, y la retaguardia detrás del arca. Durante la marcha se tocaban las trompetas. 10Josué había dado al pueblo esta orden: No gritéis, ni hagáis oír vuestra voz, ni salga de vuestra boca una palabra, hasta el día en que yo os diga: Gritad. Entonces gritaréis». 11El arca de Yavé dió una vuelta en derredor de la ciudad, una vuelta sola, y se volvieron al campamento, donde pasaron la noche.
12Al día siguiente se levantó Josué y los sacerdotes llevaron el arca de Yavé. 13Los siete sacerdotes que llevaban las siete trompetas resonantes delante del arca de Yavé se pusieron en marcha tocando las trompetas. Los hombres de guerra iban delante de ellos, y detrás la retaguardia seguía al arca de Yavé; y durante la marcha iban tocando las trompetas.

14Dieron el segundo día la vuelta en derredor de la ciudad y se volvieron al campamento; esto mismo hicieron por seis días. 15Al día séptimo se levantaron con el alba, y dieron del mismo modo siete vueltas en derredor de la ciudad; aquel día dieron siete vueltas. 16A la séptima, mientras los sacerdotes tocaban las trompetas, Josué dijo al pueblo: «Gritad, porque Yavé os entrega la ciudad. 17La ciudad será dada a Yavé en anatema, con todo cuanto en ella hay. Sólo Rahab, la cortesana, vivirá, ella y cuantos con ella estén en su casa, por haber escondido a los exploradores que habíamos mandado. 18Guardaos bien de lo dado al anatema, no sea que tomando algo de lo que así habéis consagrado, hagáis, anatema el campamento de Israel y traigáis sobre él la confusión. 19Toda la plata, todo el oro y todos los objetos de bronce y de hierro, serán consagrados a Yavé y entrarán en su tesoro».
20Los sacerdotes tocaban las trompetas; y cuando el pueblo, oído el sonido de las trompetas, se puso a gritar clamorosamente, las murallas de la ciudad se derrumbaron; y cada uno subió a la ciudad frente de sí. 21Apoderándose de la ciudad, dieron al anatema todo cuanto en ella había, hombres y mujeres, niños y viejos, y los bueyes, ovejas y asnos, al filo de la espada. 22Pero Josué dijo a los exploradores: «Entrad en la casa de Rahab, la cortesana, y sacad a esa mujer con todos los suyos, como se lo habéis jurado». 23Los jóvenes, los espías, entraron y sacaron a los de la familia y los pusieron en lugar seguro, fuera del campamento de Israel.
24Los hijos de Israel quemaron la ciudad con todo cuanto en ella había, salvo la plata y el oro y todos los objetos de bronce y de hierro, que pusieron en el tesoro de la casa de Yavé. 25Josué dejó la vida a Rahab, la cortesana, y a la casa de su padre; y ella habitó en medio de Israel, hasta hoy, por haber ocultado a los enviados por Josué a explorar a Jericó.
26Entonces juró Josué, diciendo: «Maldito de Yavé quien se ponga a reedificar esta ciudad de Jericó. Al precio de la vida de su primogénito ponga los cimientos, al precio de la de su hijo menor ponga las puertas».
27 Yavé fue con Josué, y su fama se extendió por toda la tierra.


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  • 1 El emplazamiento y la forma de la primitiva ciudad cananea son hoy suficientemente conocidos, por las excavaciones que allí se han hecho desde el año 1907. El relato de la caída de la ciudad presenta notables diferencias en los textos hebreo y griego. En cuanto a lo milagroso del derrumbamiento de las murallas, no hay diferencia.(Volver a Lectura).

  • 3 La orden divina en el griego es simplemente militar: disponer el asedio de la ciudad hasta que llegue el momento del ataque.(Volver a Lectura).

  • 4 Estas trompetas no son las de plata, de que se trata en Núm 10,2, sino cornetas de cuerno, de uso militar.(Volver a Lectura).

  • 20 Las excavaciones realizadas en la ciudad de Jericó demuestran que la ciudad fue destruida por una catástrofe por la fecha en que los israelitas entraron en Canán. (Volver a Lectura).

  • 26 a conminación de Josué viene a significar que, si se reedificara Jericó, habría de ser esto considerado, no como reedificación, sino más bien como fundación, la que, por tanto, habia de ir acompañada de las ceremonias con que acompañaban las cananeos, la fundación de una ciudad, es decir, el sacrificio de niños. Que se cumplió la conminación siglos después (I Re 16,34). (Volver a Lectura).




Pecado de Acán

7 1Los hijos de Israel cometieron una prevaricación en lo del anatema. Acán, hijo de Jarmi, hijo de Zabdi, hijo de Zaré, de la tribu de Judá, se apropió objetos de los dados al anatema, y la cólera de Yavé se encendió contra los hijos de Israel.

Desastre en Hai

2Josué mandó desde Jericó hombres hacia Hai, que está cerca de Bet Aven, al oriente de Betel, y les dijo: «Id a explorar la tierra». Llegaron y reconocieron Hai. 3 De vuelta a Josué, le dijeron: «No se necesita que el pueblo todo se ponga en marcha contra esa ciudad. Dos o tres mil hombres que suban bastarán para tomar Hai, pues sus habitantes son pocos en número; no es preciso que todo el pueblo se fatigue». 4Pusiéronse, pues, en marcha unos tres mil hombres, que emprendieron la fuga ante los hombres de Hai. 5Las gentes de Hai les mataron unos treinta y seis hombres y los persiguieron desde las puertas hasta Sebarim, batiéndolos en la bajada. El corazón del pueblo desmayó y perdió todo valor.

El castigo de Acán

6Josué rasgó sus vestiduras, y se postró rostro en tierra ante el arca de Yavé, hasta por la tarde, él y los ancianos de Israel, y echaron polvo sobre sus cabezas. 7Josué dijo: «¡Oh Señor, Yavé, ¿por qué has hecho pasar el Jordán a este pueblo, para entregarnos en manos de los amorreos, que nos destruyan? ¿Por qué no hemos sabido quedarnos al otro lado del Jordán? 8Por favor, Yavé, ¿qué voy a poder decir yo, después de haber vuelto Israel las espaldas ante los enemigos? 9 Lo sabrán los cananeos y todos los habitantes de esta tierra, y nos envolverán y harán desaparecer de la tierra nuestro nombre. ¿Y qué harás tú por la gloria de tu nombre?»
10Yavé dijo a Josué: «Levántate; ¿por qué te echas sobre tu rostro? 11Israel ha pecado y ha llegado a traspasar mi alianza, la que yo le he mandado guardar, hasta tomar cosas de las dadas al anatema, robarlas, mentir y guardarlas entre sus enseres.

12Por eso los hijos de Israel no han podido resistir ante sus enemigos y les dieron las espaldas, porque son anatema. Ya no estaré yo en adelante en medio de ellos, si no quitáis de en medio de vosotros el anatema. 13Levántate, santifica al pueblo, y diles: Santificaos para mañana, porque así dice Yavé, Dios de Israel: Hay en medio de ti, oh Israel, un anatema; y no podrás resistir ante el enemigo mientras no hayas quitado el anatema de en medio de vosotros. 14Os acercaréis mañana por tribus; y la tribu que Yavé señale, se acercará por familias; y la familia que señale Yavé, se acercará por casas; y la casa señalada por Yavé, se acercará por cabezas. 15El que fuere cogido en el anatema, será consumido por el fuego, él y todo lo suyo, por haber traspasado la alianza de Yavé y haber cometido en Israel una maldad». 16Al siguiente día, de mañana, Josué hizo que se acercara Israel por tribus, y fué señalada la tribu de Judá. 17Hizo acercarse a las familias de Judá, y fué señalada la familia de Zaré. Hizo acercarse a la familia de Zaré, por casas, y fué señalada la casa de Zabdi. 18Hizo acercarse a la casa de Zabdi, por cabezas, y fué señalado Acán, hijo de Jarmi, hijo de Zabdi, hijo de Zaré, de la tribu de Judá. 19Josué dijo a Acán: «Hijo mío, anda, da gloria a Yavé, Dios de Israel, y ríndele honor. Confiésame lo que has hecho, no me lo ocultes». 20Acán respondió a Josué, diciendo: «Es cierto, soy yo el que ha pecado contra Yavé, Dios de Israel. He aquí lo que he hecho: 21Vi entre los despojos un hermoso manto de Senaar, doscientos siclos de plata y una barra de oro de cincuenta siclos de peso; y codicioso los cogí, y los enterré en medio de mi tienda, poniendo debajo el dinero». 22Josué mandó entonces comisionados que fueron corriendo a la tienda y vieron los objetos enterrados en la tienda de Acán, y debajo el dinero. 23Tomáronlos de en medio de la tienda y se los llevaron a Josué y a todos los hijos de Israel, y los depositaron ante Yavé.
24Josué, y todo Israel con él, cogieron a Acán, hijo de Zaré, el dinero, el manto y la barra de oro; a los hijos y las hijas de Acán, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su tienda y todo cuanto le pertenecía; y subieron al valle de Acor: 25Josué dijo: «¿Por qué nos has puesto en perturbación? Pertúrbete a ti hoy Yavé». Y todo Israel le lapidó. Después de lapidado, fué quemado en el fuego, 26y echado sobre Acán un gran montón de piedras, que todavía hoy subsiste. Por eso se llamó a aquel lugar valle de Acor, hasta el día de hoy.


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  • 15 Es quizá uno de los puntos en que más se muestra la intervención de los copistas, tendiendo a agravar el castigo del sacrilegio con glosas que lo hacen extensivo a la familia y a la hacienda del sacrilego. El texto de los LXX, que está más libre de estas intervenciones, reduce el castigo a la lapidación del culpable, conforme al precepto de la ley. (Deu 24,16).(Volver a Lectura).




Toma de Hai

8 1Yavé dijo a Josué: «No temas ni te acobardes. Toma contigo a todos los hombres de guerra, levántate, y sube contra Hai. Mira, pongo en tus manos al rey de Hai, a su pueblo, su ciudad y su territorio.
2Trata a Hai como trataste a Jericó: pero el botín y el ganado, tomadlo para vosotros. Pon una emboscada detrás de la ciudad». 3Josué se dispuso a subir con todos los hombres de guerra contra Hai. Escogió treinta mil, todos ellos hombres valerosos, y los hizo partir de noche, dándoles esta orden: 4«Estad sobre aviso; poneos en emboscada detrás de la ciudad, sin alejaros mucho, y estad todos prontos. 5Yo, con la gente que llevo conmigo, nos acercaremos a la ciudad, y cuando salgan a nuestro encuentro como la primera vez, huiremos ante ellos. 6Ellos saldrán en persecución nuestra; y cuando los hayamos atraído lejos de la ciudad, porque se dirán: Huyen delante de nosotros, como la primera vez; 7entonces, saliendo vosotros de la emboscada, os apoderáis de la ciudad. Yavé, vuestro Dios, la entregará en vuestras manos. 8Cuando la hayáis tomado, la incendiaréis. Haced según lo que ha dicho Yavé. Ved; ésas son mis órdenes». 9Josué los hizo partir; y ellos fueron a ponerse en emboscada entre Betel y Hai, al occidente de Hai. Josué pasó la noche en medio del pueblo.
10Levantóse Josué bien de mañana; y después de revistar al pueblo, avanzó a la cabeza de él, él y los ancianos de Israel, contra Hai. 11 Todos los hombres de guerra que estaban con él subieron y se acercaron; llegados frente a Hai, se detuvieron al norte de la ciudad, teniendo el valle entre ellos y Hai. 12Tomó Josué unos cinco mil hombres, y los puso en emboscada a occidente. 13Luego que todo el pueblo hubo tomado posiciones al norte de la ciudad, y la emboscada al occidente de ella, avanzó Josué durante la noche al medio del valle.
14Cuando el rey de Hai vió esto, las gentes de la ciudad se levantaron de prisa, bien de mañana, para combatir a los hijos de Israel, sin saber que detrás de la ciudad había una emboscada contra ella. 15Josué y todo Israel, fingiéndose derrotados por ellos, huyeron por el camino del desierto; 16se reunió toda la gente que había en la ciudad, para perseguirlos con gran griterío, y persiguieron a Josué, que los alejó así de la ciudad. 17No hubo ni uno de Hai y de Betel que no saliera tras de Israel y le persiguiera, dejando abierta la ciudad.
18Yavé dijo a Josué: «Tiende hacia Hai la lanza que llevas en la mano, porque voy a poner en tu poder la ciudad». Josué tendió hacia la ciudad la lanza que tenía en la mano; 19y las gentes de la emboscada se levantaron prestamente del lugar donde estaban, y corriendo, entraron en la ciudad, se apoderaron de ella, y le pusieron fuego.

20Cuando los de Hai miraron atrás y vieron el humo que de la ciudad subía al cielo, ya no pudieron ponerse en salvo por ningún lado; pues el pueblo que huía camino del desierto se volvió contra los que le perseguían. 21Josué y todo Israel, viendo que la ciudad había sido tomada por los emboscados, y cómo subía el humo de la ciudad, se volvieron y derrotaron a los de Hai; 22los otros salieron de la ciudad a su encuentro; los de Hai se vieron envueltos por los de Israel, de un lado por unos, del otro por otros; y los de Israel los batieron, sin dejar ni un superviviente ni un fugitivo: 23cogieron vivo al rey de Hai y se lo llevaron a Josué.
24Cuando Israel hubo acabado de exterminar en el campo a todos los habitantes de Hai, camino del desierto, por donde los había perseguido, y todos hasta el último hubieron sido pasados a filo de espada, todo Israel se volvió a la ciudad y la pasaron a filo de espada.
25El número de muertos aquel día fué de doce mil, hombres y mujeres, todas las gentes de Hai. 26Josué no retiró la mano que tenía tendida con la lanza, hasta que no hubo dado al anatema a todos los habitantes de Hai. 27Los de Israel sólo reservaron para ellos el ganado y el botín de esta ciudad, como Yavé se lo había mandado a Josué. 28Josué quemó a Hai, convirtiéndola en un montón de ruinas, que todavía hoy subsiste. 29Hizo colgar de un árbol al rey de Hai y le dejó allí hasta la tarde; a la puesta del sol dió orden de coger el cadáver y arrojarlo a la puerta de la ciudad, echando sobre él un gran montón de piedras, que todavía subsiste hoy.

Confirmación de la alianza

30Entonces Josué edificó un altar a Yavé sobre el monte Ebal, 31según la orden que Moisés, siervo de Dios, había dado a los hijos de Israel, como está escrito en el libro de la ley de Moisés; un altar de piedras en bruto, a las cuales no había tocado el hierro. Ofrecieron en él holocaustos a Yavé y sacrificios eucarísticos. 32Allí, sobre las piedras, escribió Josué una repetición de la ley que Moisés había escrito delante de los hijos de Israel. 33Todo Israel, sus ancianos, sus oficiales y sus jueces, estaban a los dos lados del arca, ante los sacerdotes hijos de Leví, que llevaban el arca de la alianza de Yavé; y los peregrinos e indígenas, lo mismo que los hijos de Israel, una mitad del lado del monte Garizim, otra mitad del lado del monte Ebal, según la orden que Moisés, siervo de Dios, había dado antes, para comenzar a bendecir al pueblo de Israel. 34Leyó después Josué todas las palabras de la ley, la bendición y la maldición, conforme a todo lo que está escrito en el libro de la ley. 35Ni una palabra de cuanto había prescrito Moisés se omitió en la lectura que hizo Josué, en presencia de toda la asamblea de los hijos de Israel, de mujeres y niños, y de los extranjeros que iban en medio de ellos.


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  • 1 Hai se halla en la meseta, cerca de Bétel (Gen 13,3). Los israelitas han debido subir desde el valle del Jordán, casi 400 metros bajo el nivel del mar, hasta unos 800 por encima de él.(Volver a Lectura).




Estratagema de los gabaonitas

9 1Cuando supieron estos sucesos todos los reyes del lado acá del Jordán, los de la montaña y los del llano y los de las costas del mar grande, frente al Líbano, los geteos, los amorreos, los cananeos, los fereceos, los jeveos y los jebuseos, se unieron todos para combatir a Josué y a Israel, de común acuerdo.
3Los habitantes de Gabaón, al saber cómo había tratado Josué a Jericó y a Hai, 4recurrieron a la astucia y se pusieron en camino, llevando provisiones para el viaje. Tomaron sacos viejos sobre sus asnos, cueros viejos de vino, rotos y remendados; 5zapatos viejos y recosidos para sus pies, y se pusieron vestidos viejos; todo el pan que traían para el camino estaba duro y hecho migas.
6Llegaron a Josué, al campamento de Gálgala; y le dijeron a él y a los de Israel: «Venimos de muy lejanas tierras, para hacer alianza con vosotros; hagámosla, pues». 7Y los de Israel respondieron a aquellos jeveos: «Quizá vosotros habitáis en medio nuestro; ¿cómo vamos a poder hacer alianza con vosotros?» 8Ellos respondieron a Josué: «Somos siervos tuyos». Y Josué les dijo: «¿Quiénes sois y de dónde venís?» 9Respondieron ellos: «Tus siervos vienen de muy lejanas tierras, por la fama de Yavé, tu Dios, pues hemos oído hablar de cuanto hizo en Egipto 10y de lo que ha hecho a los reyes de los amorreos de la otra parte del Jordán, Seón, rey de Hesebón, y Og, rey de Basán, que habitaba en Astarot. 11 Por eso nuestros ancianos y todos los habitantes de nuestra tierra nos han dicho: «Tomad con vosotros provisiones para el camino, e id a su encuentro y decidles: Somos siervos vuestros, haced alianza con nosotros. 12Aquí tienes nuestro pan; estaba caliente cuando lo cogimos en nuestras casas para el camino, el día en que partimos para venir a vosotros; y ahora, como véis, está seco y en migajas; 13estos odres de vino eran nuevos cuando los llenamos: y ya los veis, rotos; nuestros vestidos y nuestros zapatos se han hecho viejos por lo largo del camino».

14Los de Israel tomaron de sus provisiones, y sin consultar a Yavé, 15Josué les otorgó la paz y concertó con ellos que les dejaría la vida, y también los príncipes de la asamblea les juraron.
16Tres días después de concertada la alianza, supieron que eran vecinos suyos y que habitaban en medio de ellos. 17Los hijos de Israel partieron y llegaron a sus ciudades al tercer día. Eran sus ciudades Gabaón, Catira, Beriot, y Cariatiarim. 18No los destruyeron, por el juramento que los príncipes de la asamblea les habían hecho por el nombre de Yavé, Dios de Israel; pero toda la asamblea murmuraba contra los príncipes. Los príncipes todos dijeron a la asamblea: «Nosotros les hemos jurado por el nombre de Yavé, Dios de Israel; no podemos, pues, tocarlos; 20pero he aquí cómo los trataremos: les dejaremos la vida, por no traer sobre nosotros la cólera de Yavé, por el juramento que les hemos hecho: 21y añadieron los príncipes: «Que vivan, pues, pero que sirvan de leñadores y aguadores para toda la congregación»; y se hizo como los príncipes dijeron.
22Josué hizo llamar a los gabaonitas, y les habló así: «¿Por qué habéis engañado, diciendo: estamos muy alejados de vosotros, cuando habitáis en medio de nosotros? 23Ahora, pues, malditos sois, y no dejaréis nunca de ser esclavos, para cortar la leña y sacar el agua para la casa de mi Dios».
24Ellos respondieron a Josué, diciendo: «Es que supimos la orden que Yavé, tu Dios, había dado a Moisés, su siervo, de que toda la tierra se os entregara, y de que todos sus habitantes fueran exterminados delante de vosotros. Al aproximaros, tuvimos gran miedo por nuestras vidas, y por eso hemos hecho esto. 25Estamos en tus manos, trátanos como te parezca bueno y justo tratarnos». 26 Josué hizo de ellos lo que había dicho, y los libró de la mano de los hijos de Israel, para que no los matasen. 27Josué los destinó desde entonces a cortar la leña y a sacar el agua para la asamblea y para el altar de Yavé, en el lugar que Yavé eligiese, lo que hacen todavía hoy.


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  • 3 Gabaón y las otras ciudades gabaonitas(9,17) se hallan al norte de Jerusalén y no lejos de las dos ciudades de Hai y Betel. La conducta de sus habitantes, que, viendo perdida la causa de Canán, buscan someterse a los israelitas, pone más de relieve el pánico producido por la invasión hebrea.(Volver a Lectura).

  • 16 Descubierto el engaño, Josué les perdona la vida, pero los somete a servidumbre para acarrear agua y leña para el santuario. En 2 Sam 21,1-14 aparece cómo los gabaonitas vivían aún bajo la salvaguardia del juramento que aquí les habían prestado Josué y los otros príncipes de respetar sus vidas.(Volver a Lectura).




Coalición de los reyes del Mediodía y batalla de Gabaón

10 1Al saber Adonisedec, rey de Jerusalén, que Josué se había apoderado de Hai y que la había dado al anatema--como había hecho con Jericó y su rey, asi hizo con Hai y su rey—-

foto de rey vencido
Un rey vencido bajo los pies de un monarca asirio (British Mus.).

y que los habitantes de Gabaón habían hecho paces con los de Israel y moraban entre ellos, 2temieron mucho, porque Gabaón era una gran ciudad, como una de las ciudades reales, más grande todavía que Hai, y sus hombres eran valientes. 3Adonisedec, rey de Jerusalén, mandó a decir a Oham, rey de Hebrón, a Faram, rey de Jerimot, a Jafia, rey de Laquis, y a Dabir, rey de Eglón: 4«Subid a mí y prestadme vuestra ayuda, para combatir a Gabaón, que ha hecho paces con Josué y con los hijos de Israel». 5Cinco reyes de los amorreos, el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jerimot, el rey de Laquis y el rey de Eglón, se juntaron y subieron con todos sus ejércitos, y acamparon cerca de Gabaón, asediándola. 6Los de Gabaón mandaron a decir a Josué, al campamento de Gálgala: «No rechaces acudir a tus siervos; sube prestamente a nosotros y socórrenos, porque se han coligado contra nosotros todos los reyes de los amorreos que habitan en la montaña». 7Josué subió de Gálgala, él y todos los hombres de guerra con él, todos los valientes guerreros. 8Yavé había dicho a Josué: «No los temas, porque te los entregaré en tus manos y ninguno de ellos podrá resistir ante ti». 9Josué se echó sobre ellos de improviso; había hecho la marcha desde Gálgala, andando toda la noche. 10Yavé arrojó en medio de ellos la turbación ante Israel, e Israel les dió una gran derrota cerca de Gabaón; y persiguiéndolos por el camino que va a Betorón, los batió hasta Azeca y Maceda. 11Cuando iban huyendo delante de los hijos de Israel en la bajada de Betorón, Yavé hizo caer sobre ellos grandes piedras hasta Azeca, y murieron muchos, siendo mas los muertos por las piedras de granizo que los muertos por la espada de los hijos de Israel. 12Aquel día, el día en que Yavé entregó a los amorreos en las manos de los hijos de Israel, habló Josué a Yavé; y a la vista de Israel, dijo:
«Sol, detente sobre Gabaón;
Y tú, luna, sobre el valle de Ayalón;
13Y el sol se detuvo, y se paró la luna, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos».
¿No está esto escrito en el libro de Jaser?. El sol se detuvo en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse, casi un día entero. 14No hubo, ni antes, ni después, día como aquel en que obedeció Yavé a la voz de un hombre, porque Yavé combatía por los hijos de Israel.

15Josué, con todos los hijos de Israel, se tornó al campamento, a Gálgala.
16Los cinco reyes huyeron y se refugiaron en la caverna de Maceda. 17Se lo comunicaron a Josué, diciendo: «Han sido hallados los cinco reyes, escondidos en la caverna de Maceda». 18Josué dijo: «Rodad grandes piedras a la boca de la caverna, y poned a unos cuantos hombres que la guarden, 19pero vosotros no os paréis: perseguid al enemigo y picadle la retaguardia; no los dejéis entrar en sus ciudades, porque Yavé, vuestro Dios, los ha entregado en vuestras manos».
20Cuando Josué y los hijos de Israel los hubieron enteramente derrotado y batido, hasta exterminarlos, y se refugiaron en las ciudades fuertes los que pudieron escapar, 21se vino todo el pueblo tranquilamente al campamento, a Josué en Maceda, sin que hubiera quien moviese la lengua contra los hijos de Israel.
22Josué dijo: «Abrid la boca de la caverna, sacad a los cinco reyes, y traédmelos». 23Lo hicieron así, llevando a los cinco reyes, que sacaron de la caverna: el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jerimot, el rey de Laquis y el rey de Eglón. 24Una vez delante de Josué, llamó éste a todos los hombres de Israel y dijo a los jefes de los hombres de guerra que le habían acompañado: «Acercaos y poned vuestro pie sobre sus cuellos». Ellos se acercaron y pusieron su pie sobre sus cuellos, 25y Josué dijo: «No temáis y no os acobardéis, sed firmes y valientes, pues así tratará Yavé a todos vuestros enemigos, contra los cuales combatís». 26Después Josué hizo darles muerte y los mandó colgar de cinco árboles, y allí estuvieron colgados hasta la tarde. 27Al ponerse del sol los hizo bajar de los árboles y echarlos en la caverna donde se habían escondido, y pusieron a la boca de la caverna grandes piedras, que todavía se ven hoy allí.

Conquista de los territorios del Mediodía

28Aquel mismo día se apoderó Josué de Maceda y la destruyó con todos los vivientes que en ella había y su rey, pasándola a filo de espada. Dió al anatema la ciudad y a todos los vivientes que en ella había, sin dejar uno solo, y trató a su rey como había tratado al de Jericó. 29Pasó Josué con todo Israel de Maceda a Lebna y la atacó. 30Yavé la entregó también a las manos de Israel, con su rey, y la pasó a filo de espada a ella y a cuantos en ella había, sin dejar escapar uno, y a su rey le trató como había tratado al de Jericó.
31Pasó luego Josué, y con él todo Israel, de Lebna a Laquis y la atacó, acampando ante ella. 32Yavé entregó a Laquis en las manos de Israel, que la tomó al segundo día, y la pasó a filo de espada con todos los vivientes que en ella había, como había hecho en Lebna. 33Entonces Oram, rey de Gazer, subió para socorrer a Laquis; pero Josué le derrotó a él y a su pueblo, sin dejar escapar a nadie.
34Josué, y con él todo Israel, pasó de Laquis a Eglón; pusieron su campo junto a la ciudad y la atacaron. 35Aquel mismo día la tomaron y pasaron a filo de espada a todos los vivientes que había en ella, y la dieron al anatema, como habían hecho con Laquis.
38Josué, con todo Israel, subió de Eglón a Hebrón y atacaron la ciudad; 37tomada, la pasaron a filo de espada a ella y a su rey, a todas las ciudades de ella dependientes, y a todos los vivientes que con ellos se hallaban, sin dejar a nadie, como lo había hecho Josué en Eglón, y la dió al anatema con todos los vivientes que en ella había.
38Josué, y todo Israel con él, se volvió contra Dabir y la atacó. 39Tomada, con su rey y todas las ciudades de ella dependientes, las pasaron a filo de espada, y dieron al anatema a todos los vivientes que allí había, sin dejar escapar a nadie. Josué trató a Dabir y a su rey como habla tratado a Hebrón, y como había tratado a Lebna y a su rey.
40Josué batió toda la tierra, la montaña, el mediodía, los llanos y las pendientes, con todos sus reyes, sin dejar escapar a nadie y dando al anatema a todo viviente, como lo había mandado Yavé, Dios de Israel. 41Batiólos Josué, desde Cadesbarne hasta Gaza, y todo el territorio de Gosen hasta Gabaón. 42Cogió Josué a todos sus reyes y toda su tierra en una sola expedición, porque Yavé, Dios de Israel, combatió por Israel. 43Después Josué, y todo Israel con él, tornó al campamento, a Gálgala.


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  • 1 Por primera vez aparece en el texto sagrado la ciudad de Jerusalén, que en las cartas de El-Amarna se llama Urusalimu, ciudad de paz, y que tal vez se llamó antes Salim, conformelo sugiere Gén 14,18 y Sal 76,3. Su rey Adonisedec, sintiéndose amenazado por los hebreos y iendo la defección de los gabaonitas, convocó a los otros reyes del mediodía para forzar a Gabaón a seguir la causa común.(Volver a Lectura).

  • 8 Para convencer a los israelitas, y aun a sus enemigos, de que Yavé protege a los primeros, Dios multiplica los elementos de destrucción de sus enemigos. primero, el pánico, que los pone en huida; luego, la espantosa granizada; y por si esto fuera poco, el día se prolonga para que los invasores puedan completar su obra. Verdaderamente que aquel día fue un día grande para Josué y su ejército, y se comprende que haya sido cantado por los antiguos poetas de Israel como Débora cantó la victoria sobre Sisara (Jue 5,1; cf. Eclo 46,4ss).(Volver a Lectura).

  • 13 Otros traducen «in libro justorum», o en singular, el libro del justo. Nos parece mejor transcribirlo como nombre propio personal. No vuelve a mencionarse tal libro en la Escritura más que en II Sam 1,18, y quizá, más que un libro, fué una colección de cantos bélicos. Desde luego, las dos citas prueban que se trata de una composición poética. Por lo breve de la cita, es mucho más difícil todavía determinar el sentido de las palabras citadas.(Volver a Lectura).

  • 24 Acciones semejantes a ésta se ven represantadas en los monumentos asirios, como expresióon de la victoria sobre los enemigos. El intento de Josué aquí es infundir valor a su gente.(Volver a Lectura).

  • 27 Conforme a la prescripción de la Ley (Dt 21,22ss; cf.8,29).(Volver a Lectura).

  • 28 Esta victoria puso en poder de Josué toda la región meridional de Canán. El acabar el relato con la vuelta a Gálgala significa que no la ocuparon totalmente, contentándose con una algara de vencedores por la tierra, que más tarde ocuparon, no sin nuevas luchas.(Volver a Lectura).




Coalición de los reyes del Norte. Su derrota y conquista de los territorios

11 1Al tener noticia de estos sucesos Jabín, rey de Jasor, mandó una embajada a Jobab, rey de Madón, al rey de Seberón, al rey de Acsaf, 2y a los reyes que estaban al norte de la montaña y en el Araba, al sur de Queneret, en la llanura, y en las alturas de Dor, al occidente, 3y a los cananeos de oriente y de occidente, a los amorreos, a los geteos, a los fereceos, a los jebuseos de la montaña, y a los jeveos del pie del Hermón, en el territorio de Masfa.
4Salieron con ellos todos sus ejércitos, gente innumerable, como las arenas que hay a orillas del mar, con una gran muchedumbre de caballos y carros. 5Reuniéronse todos y vinieron a acampar concentrados junto a las aguas de Merom, para combatir a Israel. 6Yavé dijo a Josué: «No los temas, porque mañana, a esta misma hora, Yo te los daré traspasados delante de Israel; desjarretarás sus caballos y quemarás sus carros». 7Josué y todos sus hombres de guerra se echaron sobre ellos de improviso, cerca de las aguas de Merom, y se precipitaron contra ellos. 8Yavé los dió enteramente en manos de Israel, que los batió y los persiguió hasta Sidón, la grande, hasta las aguas de Masrefot y hasta el valle de Masfa, a oriente. Los batió, sin dejar escapar uno solo. 9Josué los trató como Yavé se lo había dicho; desjarretó sus caballos y dió al fuego sus carros. 10Entonces se volvió Josué y tomó y pasó a su rey al filo de la espada. Jasor era antes la capital de todos estos reinos. 11Pasaron a filo de espada a todos los vivientes que en ella se hallaban, dándolos todo al anatema; nada quedó de cuanto vivía, y Jasor fué dada a las llamas. 12Josué tomó todas las ciudades de estos reyes, y cogió a todos sus reyes y los pasó a filo de espada, dándolos al anatema, como se lo había mandado Moisés, siervo de Yavé.

13Israel no quemó ninguna de las ciudades de la montaña, fuera de Jasor, que incendió Josué. 14Todo el botín de estas ciudades, sus ganados, los cogieron los hijos de Israel para ellos; pero pasaron a filo de espada a todos los hombres, hasta exterminarlos, sin dejar uno. 15Lo que había mandado Yavé a Moisés, su siervo, lo ejecutó Josué, sin quitar palabra de cuanto Yavé había mandado a Moisés. 16Así se apoderó Josué de todo este territorio de la montaña, de todo el mediodía, de todo el distrito de Gosen, de la tierra baja, de la montaña de Israel y de sus llanos, 17desde la montaña desnuda que se alza hacia Seir, hasta Baal Gad en el valle del Líbano, al pie del monte Hermón. Cogió a todos sus reyes y les dió muerte. 18La guerra que hizo Josué contra todos estos reyes duró largo tiempo; 19no hubo ciudad que hiciese paces con los hijos de Israel, fuera de los jeveos que habitaban en Gabaón; todas las tomaron por la fuerza de las armas; 20porque era designio de Yavé que estos pueblos endureciesen su corazón, en hacer la guerra a Israel, para que Israel los diese al anatema, sin tener para ellos misericordia y los destruyera, como Yavé se lo había mandado a Moisés.
21En este tiempo se puso Josué en marcha y exterminó a los enaquim de la montaña de Hebrón, de Dabir y de Anab, de toda la montaña de Judá y de toda la montaña de Israel.
22No quedó un enaquim en todo el territorio de los hijos de Israel; sólo quedaron en Gaza, en Gat y en Azoto.
23Se apoderó Josué de todo el territorio, conforme a todo lo que Yavé había dicho a Moisés, y se lo dió en heredad a Israel por partes, según sus tribus, y la tierra descansó de la guerra.


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  • 1 Como el Adonisedec de Jerusalén figura luego en Jue 1,8ss, así esta Jabín de Jasor aparece en Jue 4,2. Puesto que nuestro texto dice que Josué mató a todos los reyes, hay que pensar que se trata de otros personajes del mismo nombre.(Volver a Lectura).

  • 16 Con esta segunda batalla, Josué aniquiló a la coalición de los restantes reyes de Canán. Esta no era adueñarse realmente de la tierra y ocuparla; pero era destruir el obstáculo mayor para la ocupación. El pueblo no tendría que luchar sino con las ciudades aisladas.(Volver a Lectura).




Los reyes vencidos

12 1He aquí los reyes de la tierra que batió Israel, apoderándose de sus territorios, al otro lado del Jordán, a oriente, desde el torrente del Arnón, hasta el monte Hermón, y todo el Arabá, a oriente: 2Seón, rey de los amorreos, residente en Hesebón; su dominio se extendía desde Aroer, a orillas del torrente del Arnón, y desde el medio de este valle, sobre la mitad de Galad, hasta el torrente de Jaboc, en la frontera de los hijos de Ammón; 3sobre el Arabá hasta el mar de Queneret, a oriente, y sobre el mar del Arabá, el mar de sal, a oriente, hacia Betjerimot, y del lado del mediodía, al pie de las pendientes del Pasga. 4El territorio de Og, rey de Basán, de los restos de los refaim, residente en Astarot y en Edrai. 5Su dominio se extendía sobre la montaña de Hermón, sobre Saleja, sobre todo Basán, hasta la frontera de Gesur y de Macat y hasta la mitad de Galad, territorio de Seón, rey de Hesebón. 6Moisés, siervo de Dios, y los hijos de Israel los batieron; y Moisés, siervo de Yavé, dió sus territorios en heredad a los rubenitas y gaditas y a media tribu de Manasés.

7Reyes de la tierra que batió Josué y los hijos de Israel, de este lado del Jordán, a occidente, desde Baal Gad, en el valle del Líbano, hasta la montaña desnuda que se alza hacia Seir, cuyos territorios dió Josué en heredad a las tribus de Israel, según sus familias, 8en la montaña, en la tierra baja, en las pendientes, en el desierto, en el Negueb; de los geteos, de los amorreos, de los cananeos, de los fereceos, de los jeveos y de los jebuseos; 9el rey de Jericó, el rey de Hai, cerca de Betel, 10el rey de Jerusalén; el rey de Hebrón; 11el rey de Jerimot; el rey de Laquis; 12el rey de Eglón; el rey de Gazer; 13el rey de Dabir; el rey de Gueder; 14el rey de Jorma; el rey de Arad; 15 el rey de Lebna; el rey de Odulam; 16el rey de Maceda; el rey de Betel; 17el rey de Tafuaj; el rey de Ofer; 18el rey de Afeg; el rey de Lasaron; 19el rey de Madón; el rey de Asor; 20el rey de Semerón; el rey de Acsaf; 21el rey de Tanac; el rey de Mageddo; 22el rey de Cades: el rey de Jacneam, en el Carmelo: 23el rey de Dor, en las alturas de Dor; el rey de Goím, en Galgal; 24el rey de Tersa. En todo treinta y un reyes.


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  • 1 El autor recapitula aquí lo que ya queda dicho en el Pentateuco sobre los dos reyes de la Transjornadia, reyes poderosos en comparación de los cananeos, y como tales nos los presenta la tradición (cf. I Re 4,19; Neh 8,22; Sal 134,10s; 135,1s).(Volver a Lectura).

  • 7 La extensión de la tierra de Canán, comprendida Filistina, que aquí no figura, mide 15000 kilómetros cuadrados. Dividida en partes iguales, no llega a 500 kilómetros lo que toca a cada uno de estos reyes, que reinaban sobre una ciudad y su término. Las excavaciones modernas nos demuestran que tales ciudades eran de reducida extensión. Jericó tendría unos 500 metros de largo por la mitad de ancho; sus muros eran de tierra apisonada, asegurada con vigas colocadas a lo largo, y las casas eran de la misma materia, y formaban calles tan estrechas, que un camello cargado no podría pasar por ellas. Estos datos son muy de tener en cuenta para apreciar el lenguaje oriental de los autores sagrados. Por lo demás, los medios humanos de que hubieran podido valerse para su conquista eran bastante inferiores.(Volver a Lectura).




SEGUNDA PARTE


DISTRIBUCIÓN DE LA TIERRA
(13 - 22)

13 1Josué era ya viejo, entrado en años, y Yavé le dijo: «Eres ya viejo, de edad avanzada, y queda todavía mucha tierra por conquistar. 2Mira lo que queda: todos los distritos de los filisteos y todo el territorio de Gesur; 3desde el Sija, que corre al oriente de Egipto, hasta la frontera de Acarón, hacia el norte, que se reputa como de los cananeos; los cinco príncipes de los filisteos, el de Gaza, el de Azot, el de Ascalón, el de Get y el de Acarón; los jeveos al mediodía; 4toda la tierra de los cananeos, y Mara que es de los sidonios, hasta Afec, hasta la frontera de los amorreos; 5la tierra de los gelitas y todo el Líbano a oriente, desde Baal Gad, al pie del monte Hermón, hasta la entrada de Hamot; 6todos los habitantes de la montaña, desde el Líbano hasta las aguas de Misrefot; todos los sidonios. Yo los arrojaré delante de los hijos de Israel. Pero distribuye por suertes esta tierra en heredad a los hijos de Israel, como Yo lo he mandado.
7Ahora, pues, distribuye esta tierra entre las nueve tribus y la media de Manasés». 8Con la otra mitad, los rubenitas y gaditas recibieron ya su heredad, que les dió Moisés al otro lado del Jordán, a oriente, como se la distribuyó Moisés, siervo de Yavé: 9desde Aroer, a orillas del torrente del Arnón, y desde la ciudad que está en medio del valle, toda la llanura de Madaba, hasta Dibón; 10todas las ciudades de Seón, rey de los amorreos, que reinaba en Hesebón, hasta la frontera de los hijos de Ammón; 11Galad, el territorio de Gesur y de Macat, toda la montaña de Hermón y todo el Basán, hasta Saleja; 12todo el reino de Og, en Basán, que reinaba en Astarot, y en Edrai, y eran los últimos restos de los refaim. Moisés batió a estos reyes y los desposeyó; 13pero los hijos de Israel no desposeyeron a los gesuritas y a los macatitas, y Gesur y Macat habitan en medio de ellos hasta hoy. 14La tribu de Leví fué la sola a que Moisés no dió heredad, porque las combustiones de Yavé, Dios de Israel, son su heredad, como él se lo dijo.

Rubén

15Moisés había dado a los hijos de la tribu de Rubén una parte según sus familias. 16Tuvieron por territorio, a partir de Aroer, a orillas del torrente del Arnón y de la ciudad situada en medio del valle, toda la llanura cerca de Madaba. 17Hesebón y todas las ciudades del llano, Dibón, Bamot Baal, Bet Baal, Maón, 18Jasha, Quedamot, Mefat, 19Cariataim, Sabama, Sarat Asar, en el monte del valle;

20Bet Fogor, las pendientes del Pasga, Bet Jesimot, 21todas las ciudades del llano y todo el reino de Seón, rey de los amorreos, que reinaba en Hesebón; Moisés le derrotó a él y a los príncipes de Madián, Evi, Requem, Sur, Jur y Rebe, tributarios de Seón, que habitaban la tierra. 22El adivino Balam, hijo de Beor, fué también del número de los que los hijos de Israel pasaron a filo de espada. 23Así el territorio de los hijos de Rubén llegaba hasta el Jordán y sus riberas. Esta fué la heredad, las ciudades y sus pueblos, de los hijos de Rubén y sus familias.


Gad

24Moisés dió a la tribu de Gad, a los hijos de Gad, una parte según sus familias. 25Su territorio comprendía: Jaser, todas las ciudades de Galad, la mitad de la tierra de los hijos de Ammón hasta Aroer, que está enfrente de Raba, 26desde Hesebón hasta Rabot, Masfe y Betonim, y desde Majanaim hasta la frontera de Debir; 27y en el valle Bet Aram, Bet Nemra, Sucot y Safán, partes del reino de Seón, rey de Hesebón, el Jordán y sus riberas hasta el cabo del mar de Queneret, del otro lado del Jordán, a oriente.
28Esta fué la heredad, ciudades con sus pueblos, de los hijos de Gad, según sus familias.


Media tribu de Manasés

29Moisés dió a media tribu de Manasés, a los hijos de Manasés, una parte según sus familias. 30Vieron por territorio, a partir de Majanaim, todo Basán, todo el reino de Og, rey de Basán, y todos los burgos de Jair en Basán, sesenta ciudades; 31la mitad de Galad, Astarot y Edrai, ciudades del reino de Og en Basán, fueron dadas a Maquir, hijo de Manasés, a la mitad de los hijos de Maquir, según sus familias. 32Estas son las partes que distribuyó Moisés, cuando estaba en los llanos de Moab, del otro lado del Jordán, frente a Jericó, a oriente. 33Pero Moisés no dió parte a la tribu de Leví: Yavé, Dios de Israel, es su parte, como Él se lo ha dicho.


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  • 1 Josué era ya entrado en años y no podía pensar en conquistar él las tierras que quedaban.(Volver a Lectura).

  • 13 A pesar de lo dicho en el v. 7s, el autor, para completar el cuadro de la posesión de cada tribu, empieza nuevamente por las de la Transjordania.(Volver a Lectura).




Hebrón, para Caleb

14 1He aquí lo que los hijos de Israel recibieron en heredad en la tierra de Canán; lo que les distribuyeron Eleazar, sacerdote, Josué, hijo de Nun, y los jefes de familia de las tribus de los hijos de Israel.

Territorio de las doce Tribus de Israel
Territorio para cada una de las doce tribus de Israel.

2Fue la suerte la que asignó su heredad, como Yavé se lo había mandado a Moisés, a las nueve tribus y a la media tribu de Manasés. 3Pues Moisés había ya dado su heredad a dos tribus y a media de la de Manasés, al otro lado del Jordán. No dió nada de la heredad a los levitas en medio de ellos. 4Los hijos de José formaban dos tribus, Manasés y Efraím, y no se dió a los levitas parte en el territorio, fuera de las ciudades de su habitación y los campos de pastos para sus ganados y rebaños. 5Los hijos de Israel cumplieron lo que Yavé había mandado a Moisés y distribuyeron la tierra.
6Algunos de los hijos de Judá se acercaron a Josué, en Gálgala; y Caleb, hijo de Jefoné, el quineceo, le dijo: «Ya sabes lo que a Moisés, siervo de Dios, dijo Yavé respecto de mí y de ti. 7Cuarenta años tenía yo, cuando Moisés, siervo de Yavé, me mandó de Cadesbarne para explorar la tierra, y yo le hice relación, según la sinceridad de mi corazón. 8Mientras que mis hermanos, los que conmigo habían subido, descorazonaron al pueblo, yo seguí enteramente a Yavé, mi Dios. 9Aquel día hizo Moisés este juramento; la tierra que han pisado tus pies será tu heredad y la de tus hijos perpetuamente, porque tú has seguido enteramente a Yavé. 10Ahora, pues, Yavé me ha conservado la vida, como lo prometió, durante los cuarenta y cinco años transcurridos desde que Yavé dirigió a Moisés esta palabra, mientras caminaba Israel por el desierto, y tengo ahora ochenta y cinco años; 11pero ya ves que estoy robusto hoy, como lo estaba al tiempo en que Moisés me mandó; mi fuerza es ahora la misma de entonces para luchar, para salir y para entrar. 12Dame, pues, este monte, de que habló Yavé aquel día, pues allí están los enaquim, y tienen ciudades grandes y fuertes; quizá quiera Yavé estar conmigo y logre arrojarlos, según la palabra de Yavé». 13Josué bendijo a Caleb, hijo de Jefoné, y le dió Hebrón en heredad. 14Por eso Hebrón pertenece en heredad a Caleb, hijo de Jefoné, el quineceo, hasta el día de hoy, porque siguió enteramente a Yavé, Dios de Israel.
15Hebrón se llamó antes Quiriat-Arbé. Arbé fué el hombre más grande entre los enaquim.
La tierra descansó de la guerra.


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  • 1 Esta distribución debe entenderse en el sentido de señalamiento de las regiones que cada tribu debía conquistar por su propio esfuerzo después del esfuerzo común con que habían quebrantado la potencia unida de los cananeos.(Volver a Lectura).

  • 6 Caleb nos es conocido desde Núm 13,7, donde figura como representante de Judá entre los exploradores. En premio de su lealtad pide ahora la región de Hebrón, pues, no obstante la valentía de quienes la defienden, aún se siente con fuerzas para ganarla. En 15,13-19 y Jue 1,12ss se cuenta cómo redondeó sus conquistas.(Volver a Lectura).




Judá

15 1La parte que en suerte tocó a la tribu de los hijos de Judá, según sus familias, se extendía desde la frontera de Edóm, en el desierto de Sin, a mediodía, hasta el confín meridional. 2Su frontera meridional partía desde la extremidad del mar de sal, de la parte de este mar que se vuelve hacia el sur, 3y se prolongaba al mediodía de la subida de Acrabim; pasaba a Sin, y subía al mediodía de Cadesbarne; pasaba a Esron, subía hacia Adar, y se volvía a Carcaá; 4pasaba luego a Asmón y continuaba hasta el torrente de Egipto, para morir en el mar. Esta será la frontera meridional. 5La frontera oriental fué el mar de sal, hasta la desembocadura del Jordán. La frontera septentrional partía de la parte del mar de sal donde desemboca en el Jordán, 6subía hacia Bet Aglá, pasaba al norte de Bet Arabá, subía hasta la peña de Boén, hijo de Rubén; 7seguía subiendo a Deberá, a partir del valle, a Ajor, y volvía hacia el norte del lado de Gálgala, que está frente al monte de Adomim, al sur del torrente; pasaba a En Semes y llegaba a En Rogel; 8de allí subía por el valle de Ben Hinón, viniendo del mediodía hasta tocar el límite de Jebús, que es Jerusalén; y subía luego por la cima del monte que está frente al valle de Hinón, a occidente, y al extremo del valle de Refaím, al norte. 9Desde la cima del monte se inclinaba hacia los manantiales de agua de Neftoá, seguía hacia las ciudades de la montaña de Efrón, y se volvía en dirección a Bala, que es Quiriat-Jearim. 10De Bala se volvía la frontera a occidente, hacia el monte Seir; pasaba por la vertiente septentrional del monte Jarim, que es Quesalón; bajaba a Betsames y pasaba por Timna; 11continuaba al norte por la vertiente de Acarón y se dirigía hacia Secrona; pasaba por el monte de Bala y llegaba a Jabnel, para morir en el mar. 12La frontera occidental era el mar grande; éste era el límite. Estas fueron las fronteras de los hijos de Judá, según sus familias.
13Se había dado a Caleb, hijo de Jefoné, una parte en medio de los hijos de Israel, como Yavé se lo había mandado a Josué; Quiriat-Arbé, del padre de Enac, que es Hebrón. 14Caleb arrojó de allí a los tres hijos de Enac; Sesai, Ajuman y Tolmar, descendientes de Enac. 15De allí subió contra los habitantes de Dabir, que se llamaba antes Quiriat Sefer. 16Caleb dijo: «Al que bata y tome Quiriat Sefer, le daré por mujer mi hija Acsa». 17La tomó Otoniel, hijo de Quenaz, hermano de Caleb y éste le dió su hija Acsa por mujer. 17Cuando iba ella a la casa de Otoniel, incitóla éste a que pidiera a su padre un campo; inclinóse ella sobre su asno, y Caleb le dijo: «¿Qué tienes?»

19Ella le respondió: «Hazme un don; pues que me has heredado en tierra de secano, dame también tierra de regadío». El le dió el Gulot (fuentes) superior y el inferior.
20Esta fué la heredad de la tribu de los hijos de Judá, según sus familias. 21Las ciudades situadas al extremo de los hijos de Judá, hacia la frontera de Edom, en el Negueb, son: Cabsel, Edel, Jagur, 22Quina, Dimona, Adada, 23Cades, Asor y Jetnan; 24Zif, Telem, Balot, 25Asor el nuevo y Cariot, Esrom, que es Asor; 26Amán, Sama, Molada, 27Asergada, Asemon, Bet Felet, 28Asarsual, Berseba y Baciotia; 29Bala, Jim, Esem, 30Eltolad, Quesil, Jorma, 31Siceleg, Madmana, Sansana, 32Lebaot, Seljim, Ain y Remón; en todo, veintinueve ciudades con sus pueblos.
33En el Sefela (Llanura): Estaol, Sarea, Asena, 34Zanoe, Ain Ganim, Tafuaj, Enaím, 35Jerimot, Adulam, Socó, Azeca, 36Saraím, Aditaím, Guedera y Guederotaím; catorce ciudades con sus pueblos.
37Senán, Adasa, Migdal-Gad, 38Deleam, Masefa, Jactel, 39Laquis, Bascat, Eglón, 40Cabón, Lejma, Cetlis, 41Guiderot, Bet Dagón, Nahama y Maceda; dieciséis ciudades con sus pueblos. 42Lebana, Eter, Asán, 43Jefta, Esna, Nesib, 44Queila, Ajzob, Maresa; nueve ciudades con sus pueblos. 45Acarón, con las ciudades de ella dependientes y sus pueblos.
46A partir de Acarón, del lado de occidente, todas las ciudades cercanas a Azoto, con sus pueblos; 47Azoto, las ciudades dependientes de ella y sus pueblos; Gaza, las ciudades de su dependencia y sus pueblos, hasta el torrente de Egipto y el mar grande, que es la frontera.
48 En la montaña, Samir, Jeter, Socot, 49Dana, Quiriat Sena, que es Dabir; 50Anab, Istemo, Anim, 51Gosem, Jalón y Guilo; once ciudades con sus pueblos. 52Arab, Duma, Esán, 53Janum, Bet Tafuaj, Afeca, 54Junta, Quiriat Arbé, que es Hebrón y Sior; nueve ciudades con sus pueblos. 55Maón, Carmel, Zif, Juta, 56Jezrael, Jocdam, Zanoe, 57Acain, Gueba, Tamna; diez ciudades con sus pueblos. 58Jaljul, Besur, Guedor, 58Marat, Bet Anot y Eltecón; seis ciudades con sus pueblos.
60Quiriat Baal, que es Quiriat Jearim y Harabá; dos ciudades con sus pueblos. 60En el desierto, Bet Araba, Medin, Secaca, 62Nebsan, Ir Armelaj y Engaddí; seis ciudades con sus pueblos.
63Los hijos de Judá no pudieron expulsar a los jebuseos; habitan en Jerusalén con los hijos de Judá, hasta hoy.


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  • 63 Jerusalén estaba entre los límites de Judá y de Benjamín; por eso se atribuye unas veces a Judá, como aquí, y otras a Benjamín, como en Jue 1,21.(Volver a Lectura).




José

16 1La parte que tocó en suerte a los hijos de José comenzaba en el lado de oriente, en el Jordán de Jericó, en las aguas de Jericó; es el desierto, que por la montaña sube de Jericó a Betel; 2la frontera seguía de Betel a Luz y pasaba a lo largo del territorio de los Arqueos, a Astorot; 3bajaba a occidente hacia la frontera de los jefletitas hasta la de Betoron de abajo y hasta Gazer, para morir en el mar. 4Esta es la heredad que recibieron los hijos de José, Manasés y Efraím.

Efraím

5He aquí la frontera de los hijos de Efraím, según sus familias.

El límite de su heredad era, a oriente, Atarot Adar hasta Betoron de arriba; 6se dirigía al lado de occidente hacia Macnetat, al norte; volvía luego a oriente hacia Tanat Selo y pasaba por delante de ella, al oriente, hasta Janoe; 7de Janoe bajaba a Atorot y Narata, tocaba en Jericó, y llegaba hasta el Jordán; 8de Tafuaj iba a occidente al torrente de Cana, para morir en el mar. Esta era la heredad de los hijos de Efraím, según sus familias. 9Los hijos de Efraím tuvieron también ciudades separadas en medio de la heredad de los hijos de Manasés. 10No expulsaron a los cananeos que habitaban en Gazer, los cananeos han habitado hasta hoy en medio de Efraím, pero sometidos a tributo.


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Manasés

17 1La tribu de Manasés tuvo este territorio, pues era el primogénito de José. Maquir, primogénito de Manasés, y padre de Galad, había recibido Galad y Basán, pues era hombre de guerra. 2También fué atribuida una parte a los otros hijos de Manasés, según sus familias; a los hijos de Abiezer, a los hijos de Elec, a los hijos de Esriel, a los hijos de Siquem, a los hijos de Jefer y a los hijos de Semida; éstos eran los hijos varones de Manasés, hijo de José, según sus familias. 3Salfad, hijo de Jefer, hijo de Galad, hijo de Maquir, hijo de Manasés, no tuvo hijos, sino hijas, cuyos nombres son: Majla, Noa, Jegla, Melca y Tersa; 4presentáronse a Eleazar, sacerdote, delante de Josué, hijo de Nun, y delante de los príncipes, y dijeron: "Yavé mandó a Moisés que nos diera heredad en medio de nuestros hermanos». Se les dió, pues, según el mandato de Yavé, heredad en medio de los hijos de su padre. 5Tocaron a Manasés diez suertes, además del territorio de Galad y de Basán, que está al otro lado del Jordán, 6 pues las hijas de Manasés tuvieron su heredad entre los hijos; la tierra de Galad fué para los otros hijos de Manasés. 7La frontera de Manasés partía de Aser hacia Magnefat, que está frente a Siquem, e iba después a derecha hacia los habitantes de Tafuaj; 8el territorio de Tafuaj tocó a Manasés; pero Tafuaj, en la frontera de Manasés, fué para los hijos de Efraím; 9bajaba la frontera del torrente de Cana, hasta el medio del torrente. Las ciudades de este territorio que tocaron a Efraím estaban en medio de las ciudades de Manasés.

La frontera de Manasés pasaba al norte del torrente y terminaba en el mar; 10el territorio al mediodía era de Efraím y el del norte de Manasés, y su término era el mar; hacia el norte tocaban con Aser, hacia oriente con Isacar. 11Manasés tuvo en los territorios de Isacar y de Aser: Betsán y las ciudades que de ella dependen; Jeblam y las ciudades de su dependencia; los habitantes de Dor y las ciudades de su dependencia; los habitantes de Tenac y las ciudades de su dependencia, y los habitantes de Mageddo y las ciudades de su dependencia: éste es el distrito de las tres colinas.
12Los hijos de Manasés no pudieron expulsar a los habitantes de estas ciudades; 13sometieron a los cananeos a tributo, pero no los expulsaron.
14Los hijos de José hablaron a Josué, diciendo: «¿Cómo nos has dado en heredad una sola suerte y una sola parte, a nosotros que somos un pueblo numeroso, al que Yavé ha bendecido hasta ahora?» 15Josué les dijo: «Puesto que eres un pueblo numeroso, sube al monte y rotura una parte en la tierra de los fereceos y los refaím, ya que la montaña de Efraím te viene demasiado estrecha». 18Los hijos de José dijeron: «La montaña no nos basta, y todos los cananeos que habitan en el valle disponen de carros de hierro, lo mismo que los de Betsán y las ciudades de su dependencia, y los que habitan el valle de Jezrael». 17Josué respondió a la casa de José, a Efraím y Manasés: «Eres un pueblo numeroso, tu fuerza es mucha: no puedes tener una sola suerte, 18pero la montaña será tuya; tú roturarás el bosque y sus términos te pertenecerán: expulsarás a los cananeos por carros de hierro que tengan y por fuertes que sean».


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  • 9 Este hecho de que Efraím posea ciudades en el territorio de Manasés nos muestra cómo se llevó a cabo la toma de posesión de la tierra. Y de ahí las irregularidades en los límites y la imposibilidad de señalarlos con alguna precisión (cf. 17.9).(Volver a Lectura).

  • 12 Estos cananeos se hicieron fuertes, y, gracias a su valor y a sus carros de guerra o a la flojedad de Manasés, quedaron ocupando lo mejor de la tierra, para servir de piedra de escándalo a los hijos de Israel (Jue 1,27s).(Volver a Lectura).




El tabernáculo en Silo

18 1Se reunió en Silo toda la asamblea de los hijos de Israel y alzaron allí el tabernáculo de la reunión. El territorio estaba sometido. 2 Quedaban siete tribus, de entre los hijos de Israel, que todavía no habían recibido su heredad. 3Josué dijo a los hijos de Israel: «¿Hasta cuándo vais a ser negligentes en apoderaros de la tierra que Yavé, Dios de vuestros padres, os ha dado? 4Elegid tres hombres por cada tribu, y yo los enviaré para que vayan a recorrer la tierra y hagan de ella una descripción, con vistas a la distribución que hay que hacer, y me la traigan. 5La dividiréis en siete partes; Judá quedará dentro de sus fronteras, al mediodía, y la casa de José dentro de las suyas, al norte. 6 Describid, pues, la tierra en siete partes, traedme la descripción, y yo haré el sorteo de ellas para vosotros, aquí ante Yavé, nuestro Dios; 7pues para los levitas no ha de haber parte en medio de vosotros, por ser el sacerdocio de Yavé su heredad; Gad, Rubén y media tribu de Manasés han recibido ya su heredad al otro lado del Jordán, a oriente, la que les dió Moisés, siervo de Yavé».
8Levantáronse los hombres y se pusieron en camino; y al partirse para hacer la descripción de la tierra, les dió Josué sus órdenes, diciendo: «Id, recorred la tierra, describidla y volved a mí, y yo os haré el sorteo aquí, ante Yavé, en Silo». 9Partieron, pues, recorrieron la tierra, la describieron en un libro según sus ciudades, dividiéndola en siete partes, y volvieron a Josué, al campo de Silo. 10Josué les hizo el sorteo en Silo, en presencia de Yavé, y distribuyó allí la tierra entre los hijos de Israel, según sus familias.

Benjamín

11La parte de la tribu de Benjamín fué sacada a suerte según sus familias, y el territorio que les tocó en suerte tenía sus fronteras entre los hijos de Judá y los hijos de José. 12Del lado del norte partía su frontera del Jordán, subía al norte sobre la vertiente de Jericó, se elevaba por la montaña a occidente, y terminaba en el desierto de Bet Aven; 13de allí iba a Luz, al mediodía, que es Bétel; luego bajaba a Atarot Adar, por la montaña que hay al mediodía de Betorón de abajo.
14Del lado de occidente, se prolongaba la frontera volviendo hacia el mediodía, desde la montaña situada frente a Betorón, al sur, y terminaba en Cariat Baal, que es Cariat Jearim, ciudad de los hijos de Judá; esto por el lado de occidente. 15Por el lado del mediodía, partía del extremo de Cariat Jearim hasta la fuente de aguas de Neftoa; 16bajaba al extremo de la montaña que está frente al valle de Ben Hinón, y al norte del valle de Refaím, y bajaba luego por el valle de Hinón hacia el límite meridional de los jebuseos, hasta la fuente de Rogel; 17volvíase al norte y pasaba luego por En Semes, seguía por Guelitot, que está frente a la subida de Adomim, y bajaba a la peña de Boen, hijo de Rubén; 18pasaba por la vertiente septentrional, frente al Arabá, bajaba del Arabá, 19y seguía por la vertiente septentrional de Bet Agla, para morir en el extremo norte del mar de sal, hacia la desembocadura del Jordán, al mediodía. 20Esta era la frontera meridional.
El Jordán era el límite de la frontera oriental. Esta fué la heredad de los hijos de Benjamín con todas sus fronteras, según sus familias.
21Las ciudades de la tribu de Benjamín, según sus familias, eran: Jericó, Bet Agla, Emec Casis, 22Bet Araba, Semaraím, Bétel, 23Avim, Cafara, Ofra, 24Quefar Emona, Ofru y Gueba; doce ciudades con sus pueblos. 25Gabaón, Rama Berot, 26 Mesfe, Cafara, Amosas, 27Requem, Jarfel, Tarela, 28Sela, Elef, Jebus, que es Jerusalén, Gabat y Cariat; catorce ciudades con sus pueblos. Esta fué la heredad de los hijos de Benjamín, según sus familias.


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  • 1 La historia no nos dice cuando y cómo fue instalado el tabernáculo en Silo, que vino a ser el centro religioso de israel. A falta de unidad política, ésta unidad religiosa de las tribus era de gran importancia.(Volver a Lectura).

  • 3 Estas palabras de Josué nos indican más claramente con qué lentitud se realizó la conquista efectiva de Canán por las tribus. No hemos de imaginarnos a estos comisionados como geógrafos que midel la tierra para repartirla luego, sino como expertos que examinan el territorio no ocupado y aprecian las condiciones del terreno y las facilidades de la ocupación por las tribus que quedaban sin haberse posesionado de la suya.(Volver a Lectura).

  • 10 Concluido el estudio y señalados los lotes, se sortean ante el Señor, que por la suerte da a cada tribu su parte (Prov 16,33; Sal 77,55; Ez 48,29).(Volver a Lectura).




Simeón

19 1La suerte atribuyó la segunda parte a Simeón, a la tribu de los hijos de Simeón, según sus familias; tuvieron su heredad en medio de la heredad de los hijos de Judá. 2Su heredad fué: Berseba, Seba, Molada, 3Aser Sual, Bala, Asem, 4Eltolad, Betul, Jorma, 5Siclaj, Bet Marcobot, Jasarusa, 6Bet Lebaot, y Sarujen; trece ciudades con sus pueblos; 7 Aín, Remón, Afar y Asar, cuatro ciudades con sus pueblos, 8así como todos los burgos de los alrededores de estas ciudades, hasta Baalat Beer, que es la Ramat del sur. Esta fué la heredad de la tribu de los hijos de Simeón, según sus familias. 9La heredad de los hijos de Simeón se tomó de la parte de los hijos de Judá, por ser la heredad de los hijos de Judá demasiado grande para ellos, y fué en medio de su territorio donde los hijos de Simeón recibieron su heredad.

Zabulón

10La tercera parte tocó en suerte a los hijos de Zabulón, según sus familias; la frontera de su heredad se extendía hasta Sarid; 11subía al occidente hacia Marala y tocaba en Dabeset, y luego al torrente, ante Jocnam. 12De Sarid se volvía a oriente, al sol levante, hasta los confines de Queselet Tabor; se prolongaba hacia Daberat y subía a Jafia; 13de allí pasaba a oriente, a Guita Jefer y Tacasín, y se dirigía a Remón, que confina con Noa; 14volvía del lado norte hacia Anatón, y terminaba en el valle de Jeftael; 15Catat, Nalal, Semerón, Jedala y Betlejem; doce ciudades con sus pueblos. 16Esta fué la heredad de los hijos de Zabulón, según sus familias; las ciudades y los pueblos.

Isacar

17 La cuarta parte tocó en suerte a Isacar, a los hijos de Isacar, según sus familias. 18Su territorio era: Jezrael, Quesulot, Sumen, 19Jafaraím, Sión, Anajerat, 20Rabot, Quesyon, Abes, 21Ramet, En Ganim, en Jadda y Bet Pases. 22La frontera tocaba en el Tabor, en Sejesima y en Betsemes, y se extendía hasta el Jordán, dieciséis ciudades con sus pueblos. 23Esta fué la heredad de la tribu de los hijos de Isacar, según sus familias; las ciudades y los pueblos.

Aser

24 La quinta parte tocó en suerte a la tribu de los hijos de Aser, según sus familias. 25 Su territorio fué Jelcat, Jali, Beten, Acsaf, 26Elmelec, Amad y Mesal; la frontera tocaba a occidente al Carmelo y a Sijor Lebanat; 27 después se tornaba a oriente hacia Bet Dagón, tocaba a la de Zabulón y al valle de Jeftael, al norte de Bet Emec, y de Nejiel, y se prolongaba hacia Cabul, a la izquierda, 28y hacia Hebrón, Rejob, Jamón y Caná, hasta Sidón, la grande; 29se dirigía luego hacia Rama, hasta la ciudad fuerte de Tiro, y hacia Josa, para morir en el mar, cerca del distrito de Acziba; 30además Ama, Afec, y Rejob; veintidós ciudades con sus pueblos. 31Esta fué la heredad de la tribu de los hijos de Aser, según sus familias: sus ciudades y sus pueblos.

Neftalí

32La sexta parte tocó en suerte a los hijos de Neftalí, según sus familias. 33Su frontera iba desde Jelef, a partir del encinar que hay en Senanim, hacia Adami; Negueb y Jabnel hasta Lecum, y terminaba en el Jordán; 34volvía hacia occidente, a Azonot Tabor, y de allí seguía a Jucoca; tocaba a la de Zabulón, al mediodía, a la de Aser, a occidente, y a la de Judá, cerca del Jordán, a oriente. 35Las ciudades fuertes eran: Asedim, Ser, Jamat, Recat, Queneret, Edema, 36Arama, Jasor, 37Cades, Edraí, En Jasor, 38Jeron, Migdael, Joren, Bet Anat y BetSemes; diecinueve ciudades y sus pueblos. 39Esta fué la heredad de la tribu de los hijos de Neftalí, según sus familias; sus ciudades y sus pueblos.

Dan

40La séptima parte tocó en suerte a la tribu de los hijos de Dan, según sus familias. 41El territorio de su heredad comprendía Saraa, Estaol, Ir Semos, 42Selebin, Ayalón, Jetela, 43Elon, Temna, Acrón, 44Elteque, Guibetón, Balat, 45Jud, Bene Barac, Gat Remon, 46Mejarcón y Racón, con el territorio frente a Joppe. 47El territorio de los hijos de Dan se extendió más allá de sus límites, pues los hijos de Dan subieron a combatir contra Lesem, se apoderaron de ella y la pasaron a filo de espada; posesionáronse de ella, se establecieron allí, y la llamaron Dan, del nombre de su padre. 48Esta fué la heredad de la tribu de los hijos de Dan, según sus familias; sus ciudades y sus pueblos.
49Terminada la distribución de la tierra, según sus límites, los hijos de Israel dieron a Josué, hijo de Nun, una heredad en medio de ellos. 50Por mandato de Yavé, le dieron la ciudad que él pidió, Tamnat Sara, en la montaña de Efraím. Josué reedificó la ciudad y habitó allí. 51Estas fueron las heredades que Eleazar, sacerdote, Josué, hijo de Nun, y los jefes de familias de las tribus de los hijos de Israel, distribuyeron por suerte en Silo, en presencia de Yavé, a la entrada del tabernáculo de la reunión, terminando la distribución de la tierra.


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  • 1 La tribu de Simón nunca tuvo gran importancia; y esto de que no haya logrado conquistar un territorio fuera de los términos de otra tribu lo dice bien claro. En la bendición de Moisés (Dt 33) no figura esta tribu, y en Jue 1,3 va a la conquista en la buena compañía de Judá.(Volver a Lectura).

  • 29 Los límites de Aser por el norte eran los de las ciudades fenicias aquí mencionadas.(Volver a Lectura).

  • 40 También la tribu de Dan, situada igualmente en medio de Judá, quedó mal en este reparto, pues los cananeos los estrecharon y los forzaron a emigrar al norte (cf. Jue 18).(Volver a Lectura).

  • 49 Por fin, el caudillo recibe su parte en Tmanat-Sara, en la montaña de Efraím. y con esto se concluyó el reparte y quedó cumplida la misión de Josué y la promesa de Dios a Abraham (Gén 13,14ss).(Volver a Lectura).




Las ciudades refugio

20 1Yavé habló a Josué diciendo: 2«Habla a los hijos de Israel, y di: Designad, como os lo mandó Moisés, las ciudades de asilo, 3donde pueda refugiarse el homicida que haya matado a alguno sin querer, sin saberlo, y le sirvan de refugio contra el vengador de la sangre. 4El homicida huirá a una de estas ciudades, se detendrá a la puerta de la ciudad, y expondrá su caso a los ancianos de ella; éstos le recibirán entre ellos en la ciudad, y le darán habitación donde more con ellos. 5Si el vengador de la sangre le persigue, no le entregarán en sus manos, porque sin querer mató a su prójimo, a quien de antes no odiaba. 6El homicida quedará en la ciudad, hasta que comparezca ante la asamblea para ser juzgado, y hasta la muerte del sumo sacerdote que entonces lo sea.

Luego se volverá y entrará en su ciudad y en su casa, en la ciudad de donde huyó».
7Consagraron, pues, a Cades en Galilea, en la montaña de Neftalí; a Siquém, en la montaña de Efraím, y a Cariat Arbe, que es Hebrón, en la montaña de Judá. 8Del otro lado del Jordán, a oriente de Jericó, designaron Bosor, en el desierto, en la llanura, ciudad de la tribu de Rubén; Ramot, en Calad, de la tribu de Gad; y Golán, en Basán, de la tribu de Manasés. 9Estas fueron las ciudades señaladas a todos los hijos de Israel y a los peregrinos que habitan en medio de ellos, para que cualquiera que matase a alguno impensadamente pudiera refugiarse en ellas, y no muriera a manos del vengador de la sangre antes de comparecer ante la asamblea.


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  • 1 Como la ejecución del castigo, en los delitos de sangre, la atribuye la ley al más próximo pariente de la víctima, el vengador de la sangre (Núm 35), para impedir en los casos de homicidio involuntario que prevaleciera la pasión sobre la justicia, se constituyen las ciudades de refugio, en las cuales el tribunal competente juzgará el caso.(Volver a Lectura).




Las ciudades levíticas

21 1Los jefes de familia de los levitas se acercaron a Eleazar, sacerdote, a Josué, hijo de Nun, y a los jefes de familia de las tribus de los hijos de Israel, 2y les hablaron en Silo, en tierra de Canán, diciendo: «Yavé mandó a Moisés que nos diese ciudades donde habitar, con sus campos para nuestros ganados». 3Los hijos de Israel dieron a los levitas, de sus heredades, según el mandato de Yavé, éstas ciudades, con sus campos. 4Salió la suerte para la familia de los caatitas; y los hijos del sacerdote Arón, de entre los levitas, obtuvieron por suerte trece ciudades de la tribu de Judá, de la de Simeón y de la de Benjamín; 6Los otros hijos de Caat obtuvieron por suerte diez ciudades de las familias de la tribu de Efraím, de la tribu de Dan y de la media tribu de Manasés. 6Los hijos de Gersón obtuvieron por suerte trece ciudades, de las familias de la tribu de Isacar, de la tribu de Aser, de la tribu de Neftalí y de la media tribu de Manasés, en Basan. 7Los hijos de Merari, según sus familias, obtuvieron doce ciudades de la tribu de Rubén, de la tribu de Gad y de la tribu de Zabulón. 8Los hijos de Israel dieron por suerte a los hijos de Leví esas ciudades y sus contornos, como Yavé se lo había mandado a Moisés.
9Dieron de la tribu de los hijos de Judá y de la tribu de los hijos de Simeón éstas ciudades; 10pues la suerte de los hijos de Arón, de la familia de Caat, de los hijos de Leví, fué la primera. 11Diéronles, pues, en la montaña de Judá la ciudad de Arbe, padre de Enac, que es Hebrón, con sus contornos; 12pero los campos de esta ciudad y las ciudades de ella dependientes se las dieron a Caleb, hijo de Jefoné, en heredad. 13Dieron a los hijos del sacerdote Arón la ciudad de refugio para los homicidas, Hebrón y su contorno; así como Lebna y su contorno; 14Jeter y su contorno; Estemo y su contorno; 15Jelón y su contorno; Dabir y su contorno; Asin, 16Juta, Betsames con sus contornos; nueve ciudades de estas dos tribus.
17De la tribu de Benjamín, Gabaón y su contorno; Gueba y su contorno, 18 Anatot y Almón y sus contornos; cuatro ciudades.
19En todo, las ciudades de los sacerdotes, hijos de Arón, trece ciudades y sus contornos; 20pero a las familias de los hijos de Caat hijos de Leví, a los otros hijos de Caat, les señaló la suerte ciudades de la tribu de Efraím.

21Se les dió la ciudad de refugio para los homicidas, Siquem y su contorno, en la montaña de Efraím, y Gazer, 22Quisaím y Betorón, con sus contornos; cuatro ciudades. 23De la tribu de Dan, Elteco, Guibeton, 24Ayalon y Gat Remon, con sus contornos; cuatro ciudades. 25De la media tribu de Manasés, Tanac y Jibleam con sus contornos; dos ciudades. 26 En todo, diez ciudades con sus contornos para las familias de los otros hijos de Caat. 27Se dió a los hijos de Gersón, de entre las familias de los hijos de Leví, de la media tribu de Manasés, la ciudad de refugio para los homicidas, Golán, en Basán, y su contorno; como también Belestera y su contorno; dos ciudades. 28De la tribu de Isacar, Quisyon, Daberet, 29Jaramut y En Ganim y sus contornos; cuatro ciudades. 30De la tribu de Aser, Masal, Abdón, 31Jelcat y Rejob, con sus contornos; cuatro ciudades. 32De la tribu de Neftalí, la ciudad de refugio para los homicidas, Cades, en Galilea, con su contorno, como también Jamot, Dor y Cartan, con sus contornos; tres ciudades. 33En todo, las ciudades de los gersonitas, según sus familias, trece ciudades y sus contornos.
34A las familias de los hijos de Merarí, al resto de los hijos de Leví, en la tribu de Zabulón, Jocneam, Carta, 35Damna y Nalol, con sus contornos; cuatro ciudades; 36de la tribu de Rubén, Besor, Jasa, 37Quedemot y Mefat, con sus contornos; cuatro ciudades; 38y de la tribu de Gad, la ciudad de refugio para los homicidas, Ramot en Galad, y su contorno; así como Majanaím, 39Jesebón y Jazer, con su contorno; cuatro ciudades. 40En todo, las ciudades señaladas por la suerte a los hijos de Merari, según sus familias, al resto de las familias de los hijos de Leví, doce ciudades.
41Todas las ciudades de los hijos de Leví, en medio de las posesiones de los hijos de Israel: cuarenta y ocho ciudades y sus contornos. 42Cada una de éstas ciudades tenía en torno suyo un campo, y así para todas las ciudades.
43Yavé dió a Israel toda la tierra que a sus padres había jurado darles, y se posesionaron de ella y se establecieron allí. 44Yavé les concedió el descanso en torno suyo, como se lo había jurado a sus padres; ninguno de sus enemigos pudo resistirles, y Yavé los entregó a todos en sus manos. 44Las buenas palabras que Yavé había dicho a la casa de Israel, todas se cumplieron.


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  • 1 Según se repite muchas en el Pentateuco, la tribu de Leví no tendrá parte en la distribución de la tierra; su heredad será Yavé, es decir, la porción que se les atribuye de los sacrificios y las ofrendas hechas a Yavé. Mas necesitaban dónde habitar, y para esto se le atribuyen 48 ciudades con sus términos, tomadas de las otras tribus y distribuidas por suerte entre las varias familias de Leví.(Volver a Lectura).

  • 39 Con estos versículos 39-41 se da por concluida la obra de Josué y cumplido cuanto Yavé le había dicho en 1-2ss.(Volver a Lectura).




Vuelta de las tribus orientales a su territorio

22 1Entonces llamó Josué a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés, y les dijo: 2«Habéis guardado todo lo que os mandó Moisés, siervo de Yavé; habéis obedecido a mi voz en todo cuanto os he mandado. 3No habéis abandonado a vuestros hermanos durante este largo espacio de tiempo, hasta hoy, y habéis observado fielmente el mandato de Yavé, vuestro Dios. 4Ahora, pues, que Yavé, vuestro Dios, ha concedido a vuestros hermanos el descanso, como se lo había prometido, volveos, y tornad a vuestras tiendas en la tierra que os pertenece, que Moisés, siervo de Yavé, os dió al otro lado del Jordán. 5Pero tened gran cuidado de poner por obra los mandamientos y las leyes que Moisés, siervo de Dios, os ha prescrito, amando a Yavé, vuestro Dios, marchando por todos sus caminos, apegándoos a él y sirviéndole con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma». 6Josué los bendijo y los despidió, y ellos se fueron a sus tiendas.
7Moisés había dado a una mitad de la tribu de Manasés un territorio en Basán, y Josué dió a la otra mitad un territorio en medio de sus hermanos del lado de acá del Jordán, a occidente. Al mandarlos a sus tiendas, Josué los bendijo, 8diciéndoles: «Volvéis a vuestras tiendas con grandes riquezas, rebaños muy numerosos y mucha plata, oro, bronce y hierro y vestidos; partid con vuestros hermanos los despojos de vuestros enemigos».
9Los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés, dejando en Silo a los hijos de Israel, en la tierra de Canán, se volvieron, para ir a la tierra de Galad, que era la propiedad que habían recibido, como Yavé se lo mandó a Moisés. 10Cuando llegaron a las regiones del Jordán que pertenecen a la tierra de Canán, los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés edificaron allí un altar en la ribera del Jordán, un altar muy grande. 11Los hijos de Israel lo supieron, cuando se les dijo: «Mirad que los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés han edificado un altar delante de la tierra de Canán, en los distritos del Jordán, del lado de los hijos de Israel». 12Cuando los hijos de Israel lo supieron, se reunió en Silo toda la asamblea de los hijos de Israel, para subir contra ellos y hacerles la guerra.
13Los hijos de Israel mandaron a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, en tierra de Galad, a Finés, hijo del sacerdote Eleazar, 14y con él a diez príncipes, un príncipe de casa por cada una de las tribus de Israel, todos jefes de casa patriarcal en medio de los millares de Israel. 15Llegados a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, en tierra de Galad, les hablaron diciendo: 16«Así habla toda la asamblea de Yavé: ¿Qué infidelidad es la que habéis cometido contra el Dios de Israel, apartándoos así de Yavé y edificándoos un altar, volviéndoos contra Yavé? 17¿No nos basta la maldad de Fogor, de que no nos hemos purificado todavía hasta hoy, a pesar de la plaga que afligió a la asamblea de Yavé, 18para que os apartéis hoy vosotros de Yavé? Si hoy os volvéis vosotros contra Yavé, mañana se volverá la ira de Yavé contra toda la asamblea de Israel.

19Si miráis como malo el territorio que es vuestra propiedad, pasad a la tierra que es propiedad de Yavé, donde Yavé ha establecido su morada, y estableceos en medio de nosotros, pero no os volváis contra Yavé y contra nosotros, edificándoos un altar distinto del altar de Yavé, nuestro Dios. 20Acán, hijo de Zaré, cometió una infidelidad cuanto a dadas al anatema, y la cólera de Yavé vino sobre toda la asamblea de Israel, y no fue él solo el que pereció por su crimen».
21 Los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés respondieron así a los jefes de los millares de Israel: 22«El Todopoderoso Dios, Yavé, sabe; el Todopoderoso Dios, Yavé, sabe, y sabrá toda la asamblea de los hijos de Israel: Si ha sido por rebelión y por infidelidad contra Yavé, que no nos salve. 23Si hemos edificado un altar para apartarnos de Yavé, para ofrecer allí holocaustos y oblaciones y hacer sacrificios eucarísticos, que Yavé nos pida cuenta de ello. 24Más bien hemos obrado por temor de que llegara algún día en que vuestros hijos nos dijeran: «¿Qué hay de común entre vosotros y Yavé, el Dios de Israel? 25Yavé ha puesto el Jordán como frontera entre vosotros y nosotros, hijos de Rubén y de Gad; no tenéis parte alguna con Yavé». De ese modo vuestros hijos serían causa de que nuestros hijos no temieran ya a Yavé. 26Y nos dijimos: Pongámonos a edificar un altar, no para ofrecer holocaustos y sacrificios, 27sino para que sea testimonio entre nosotros y vosotros, y nuestros descendientes después de nosotros, de que servimos a Yavé en su presencia, con nuestros holocaustos, nuestros sacrificios y nuestras víctimas pacíficas, para que vuestros hijos no digan un día a los nuestros: No tenéis parte con Yavé. 28Nos dijimos: Si algún día llegaran a decirnos eso a nosotros o a nuestros descendientes, les responderíamos: Mirad la forma del altar que nuestros padres edificaron, no con el fin de que sirviera para holocaustos y sacrificios, sino para ser testimonio entre nosotros y vosotros. 29Lejos de nosotros querer rebelarnos contra Yavé y apartarnos hoy de Él, alzando un altar para holocaustos, oblaciones y sacrificios, distinto del altar de Yavé, nuestro Dios, que está ante su tabernáculo». 30El sacerdote Finés y los príncipes de la asamblea, jefes de los millares de los hijos de Israel, que le acompañaban, al oír las palabras de los hijos de Rubén, de los hijos de Gad y de la media tribu de Manasés, se dieron por satisfechos; 31y Finés, hijo del sacerdote Eleazar, dijo a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a la media tribu de los de Manasés: «Reconocemos ahora que está Yavé en medio de nosotros, puesto que no habéis cometido contra Yavé esa infidelidad, librando así de la mano de Yavé a los hijos de Israel».
32Finés, hijo del sacerdote Eleazar, y los príncipes dejaron a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, y se volvieron de la tierra de Galad, a la tierra de Canán, a los hijos de Israel, a los cuales hicieron relación. 33La cosa agradó a los hijos de Israel; bendijeron a Dios y no hablaron más de subir armados contra ellos, para devastar la tierra que habitaban los hijos de Rubén y los hijos de Gad. 34Los hijos de Rubén y los hijos de Gad llamaron al altar Ed (testigo), porque es testimonio para nosotros de que Yavé es Dios.


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  • 3 Josué da testimonio a los de la Transjordania de haber sido fieles a la palabra dada a Moisés al recibir ellos su parte más allá del Jordán (Núm 32,25ss).(Volver a Lectura).

  • 10 Está bien claro el fin con que los habitantes de la Transjordania alzaron este altar. Es para que sirva de monumento que recuerde siempre la comunidad nacional y religiosa con los que habitan en Canán. Al mismo tiempo aparece que la Transjordania no forma propiamente parte de la tierra prometida y santificada por la presencia de Dios y que el límite de ésta es el natural de Palestina, el Jordán.(Volver a Lectura).




TERCERA PARTE


EPÍLOGO
(23 - 24)

Exhortación de José al pueblo

23 1Había pasado largo tiempo desde que Yavé diera a los hijos de Israel el descanso, librándolos en derredor de todos sus enemigos; y Josué era ya viejo, de edad avanzada. 2Convocó entonces Josué a todo Israel, a sus ancianos, sus jefes, sus jueces y sus oficiales, y les dijo: «Yo soy ya viejo, de edad avanzada. 3Vosotros habéis visto todo cuanto Yavé, vuestro Dios, ha hecho con todas las naciones que teníais ante vosotros; porque es Yavé, vuestro Dios, el que por vosotros ha combatido. Ved: Yo os he distribuido por suerte en heredad para vuestras tribus esas naciones que han quedado, y todas aquellas que yo exterminé, desde el Jordán hasta el mar grande, a occidente. 5Yavé, vuestro Dios, las rechazará y las expulsará ante vosotros, y os dará en posesión su territorio, como Yavé, vuestro Dios, os lo ha dicho. 6Esforzaos, pues, en guardar y poner por obra todo lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, sin apartaros ni a la derecha ni a la izquierda. 7No os mezcléis con esas naciones que han quedado en medio de vosotros, no invoquéis el nombre de sus dioses ni juréis por ellos ni les sirváis ni os prosternéis ante ellos, 8sino adheríos a Yavé, vuestro Dios, como hasta ahora lo habéis hecho. 9Yavé ha arrojado de delante de vosotros naciones grandes y poderosas, y ninguna ha podido resistiros hasta hoy.


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Despedida de Josué

24 1Josué reunió en Siquém a todas las tribus de Israel y convocó a los ancianos, a los jefes, a los jueces y a los oficiales. Todos se presentaron ante Dios, 2y Josué dijo a todo el pueblo: «He aquí lo que dice Yavé, Dios de Israel: Vuestros padres, Tarej, padre de Abraham y de Najor, habitaron al principio al otro lado del río, y servían a otros dioses. 3Yo tomé a Abraham del lado allá del río, y le conduje a través de toda la tierra de Canán, y multipliqué su posteridad dándole Isaác. 4A Isaác le di Jacob y Esaú, y Yo di a Esaú en posesión la montaña de Seir, y Jacob y sus hijos bajaron a Egipto. 5Después envié a Moisés y Arón, y herí a Egipto con mi mano, como en medio de él lo hice, y os saqué de allí. 6Saqué de Egipto a vuestros padres, y llegasteis al mar. Los egipcios persiguieron a vuestros padres con carros y caballos hasta el Mar Rojo. 7Clamaron ellos a Yavé, y Yavé puso tinieblas entre vosotros y los egipcios y redujo sobre éstos las aguas del mar, que los cubrió. Vuestros ojos han visto lo que Yo hice en Egipto y habéis estado largo tiempo en el desierto. 8Yo os traje a la tierra de los amorreos, que habitaban del otro lado del Jordán, y ellos combatieron contra vosotros. Yo os los entregué en vuestras manos y os posesionasteis de su tierra, y Yo los destruí delante de vosotros. 9Balac, hijo de Sefor, rey de Moab, se alzó para luchar contra Israel, e hizo llamar a Balam, hijo de Beor, para que os maldijera. 10Pero Yo no quise dar oídos a Balam, y él os bendijo y Yo os libré de las manos de Balac. 11Pasasteis el Jordán y llegasteis a Jericó. Las gentes de Jericó combatieron contra vosotros, los amorreos, los fereceos, los cananeos, los geteos, los guergueseos, los jeveos y los jebuseos, y Yo os los puse en vuestras manos. 12Mandé delante de vosotros tábanos, que los echaron de delante de vosotros, a los dos reyes de los amorreos. No ha sido vuestro arco ni vuestra espada. 13Yo os he dado una tierra que no habíais cultivado, ciudades que no habéis edificado, y en ellas habitáis, y coméis el fruto de viñas y olivares que no habéis plantado.
14Temed a Yavé y servidle con integridad y en verdad; quitad los dioses a quienes sirvieron vuestros padres al otro lado del río y en Egipto, y servid a Yavé. 15Y si no os parece bien servirle, elegid hoy a quién queréis servir, sean los dioses a quienes sirvieron vuestros padres al lado allá del río y en Egipto, sean los dioses de los amorreos, cuya tierra habéis ocupado. En cuanto a mí y a mi casa toca, nosotros serviremos a Yavé».

16El pueblo respondió, diciendo: «Lejos de nosotros querer apartarnos de Yavé, para servir a otros dioses, 17 porque Yavé es nuestro Dios, el que a nosotros y a nuestros padres nos sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre; el que ha hecho a nuestros ojos tan grandes prodigios; el que nos ha guardado durante todo el largo camino que hemos recorrido, y entre todos los pueblos por en medio de los cuales hemos pasado. 18Yavé ha arrojado delante de nosotros a todos los pueblos, a los amorreos, que habitaban en esta tierra. También nosotros serviremos a Yavé, nuestro Dios».
20Josué dijo al pueblo: «Vosotros no podéis servir a Yavé, que es un Dios santo, un Dios celoso; Él no perdonará vuestras transgresiones y vuestros pecados; 20si os apartáis de Yavé, y servís a dioses extraños, Él se volverá, y después de haberos hecho el bien, os hará el mal y os consumirá».
21El pueblo respondió: «No, no, queremos servir a Yavé». 22Y Josué dijo al pueblo: «Testigos sois hoy contra vosotros mismos, de que habéis elegido a Yavé, para servirle»; y ellos respondieron: «Testigos». 23«Quitad, pues, los dioses ajenos que hay entre vosotros, y volved vuestros corazones a Yavé, Dios de Israel». 24Y el pueblo dijo a Josué: «Serviremos a Yavé, nuestro Dios, y obedeceremos su voz».
25Josué concluyó aquel día una alianza con el pueblo y le dió en Siquém leyes y mandatos: 26y escribió estas palabras en el libro de la ley de Dios, y tomando una gran piedra, la alzó allí, debajo de la encina que hay en el lugar consagrado a Yavé. 27Dijo a todo el pueblo: «Esta piedra servirá de testimonio contra vosotros, pues ella ha oído todas las palabras que Yavé os ha dicho, y será testimonio contra vosotros, para que no neguéis a vuestro Dios». 28Y Josué mandó al pueblo que se fuese cada uno a su heredad.

Muerte de Josué

29 Después de esto, Josué, hijo de Nun, siervo de Yavé, murió a la edad de ciento diez años. Fué sepultado en la tierra de su posesión, en Tamnat Saré, en la montaña de Efraím, al norte del monte Gas. 31Israel sirvió a Yavé durante toda la vida de Josué y durante toda la vida de los ancianos que le sobrevivieron y conocían cuanto había hecho Yavé en favor de Israel.
32Los huesos de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto, fueron enterrados en Siquém, en el trozo de tierra que Jacob había comprado por cien quesitas a los hijos de Jamor, padre de Siquém, y fueron propiedad de los hijos de José.
33Eleazar, hijo de Arón, murió, y fué sepultado en Gueba, ciudad de Finés, su hijo, a quien le había sido dada, en la montaña de Efraím.


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  • 1 Otra despedida de Josué después de la del c. 23. Ésta tiene lugar en Siquem, ciudad venerada por la memoria de los patriarcas (Gén. 12,6; 35,4; 37,12).(Volver a Lectura).

  • 2 Es muy de notar esta confesión de la idolatría de Taré y su familia, sirviendo a los dioses de Caldea (v. 14s; Jdt 4,7ss).(Volver a Lectura).