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Rut

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Rut

Este libro, en las colecciones antiguas, suele ir unido con el de los Jueces, por pertenecer a la misma época.

Es el libro de Rut un verdadero idilio, en que se pintan las costumbres familiares de la época. Como tantas veces hemos visto descender a Egipto a los moradores de Canán apretados por la sequía y el hambre, así vemos aquí una familia betlemita, en caso semejante, buscar asilo en la región de Moab. Y no debía de encontrarse mal en aquella tierra, cuando deja pasar los años sin acordarse de volver a Belén. Allí se muere el jefe de la familia, allí se casan y se mueren también sus dos jóvenes hijos.

Al cabo de diez años, la madre, Noemí, resuelve tornar a su tierra, y con ella vuelve también, inducida de piedad hacia su suegra, una de sus nueras, Rut la moabita, la cual, en virtud de la ley del levirato, estaba destinada a dar vida a una familia ya fenecida. Aunque no parece que sea esto lo que preocupa al autor, sino el darnos a conocer la ascendencia del rey David.

Del autor de este precioso librito nada sabemos, ni aun de la época en que fue escrito.




SUMARIO


Rut

1 1Al tiempo en que gobernaban los jueces hubo hambre en la tierra; y salió de Belén de Judá un hombre con su mujer y dos hijos para habitar como extranjero en los campos de Moab. 2Llamábase el hombre Elimelec, la mujer Noemí, y los dos hijos, Majalón el uno y Quelyón el otro; efrateos, de Belén de Judá. Llegaron a los campos de Moab y se estuvieron allí. 3Murió Elimelec, marido de Noemí, y se quedó la mujer con los dos hijos, 4que habían tomado mujeres moabitas, una de nombre Orfa, y la otra Rut. Permanecieron allí por unos diez años 5y murieron ambos, Majalón y Quelyón, quedándose la mujer sin hijos y sin marido.

Piedad filial de Rut

6Levantóse la mujer con sus dos nueras para dejar los campos de Moab, pues había oído decir en los campos de Moab que había mirado Yavé a su pueblo, dándole pan. 7Salió con las dos nueras del lugar donde estaba y emprendió el camino para volver a la tierra de Judá. 8Y dijo Noemí a sus dos nueras: «Andad, volveos cada una a la casa de vuestra madre, y que os haga Yavé gracia, como la habéis hecho vosotras con los muertos y conmigo. 9Que os dé Yavé hallar paz cada una en la casa de su marido». Y las besó. Alzando la voz pusiéronse a llorar, 10y le decían: «No, nos iremos contigo a tu pueblo».

11Noemí les dijo: «Volveos, hijas mías; ¿para qué habéis de venir conmigo? ¿Tengo por ventura todavía en mi seno hijos, que puedan ser maridos vuestros? 12Volveos, hijas mías, andad. Soy ya demasiado vieja para volver a casarme. Y aunque me quedara todavía esperanza, y esta misma noche estuviera casada y tuviera hijos, ¿ibais a esperar vosotras hasta que fueran grandes? 13¿Ibais por eso a dejar de volveros a casar? No, hijas mías, mi pena es más grande que la vuestra, porque pesa sobre mí la mano de Yavé». 14Y alzando la voz, se pusieron otra vez a llorar. Después Orfa besó a su suegra, pero Rut se abrazó a ella. 15Noemí le dijo: «Mira, tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a su Dios; vuélvete tú como ella». 16Rut le respondió: «No insistas en que te deje y me vaya lejos de ti; donde vayas tú, iré yo; donde mores tú, moraré yo; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios; 17donde mueras tú, allí moriré y seré sepultada yo. Que Yavé me castigue con dureza si algo, fuera de la muerte, me separa de ti». 18Viendo que Rut estaba decidida a seguirla, cesó Noemí en sus instancias. 19Juntas hicieron el camino hasta llegar a Belén; y cuando entraron, toda la ciudad se conmovió al verlas, y las mujeres se decían: «¿Es ésta Noemí?» 20Y ella les contestaba: «No me llaméis más Noemí; llamadme Mará, porque el Omnipotente me ha llenado de amargura. 21Salí con las manos llenas, y Yavé me ha hecho volver con las manos vacías. ¿Por qué, pues, habríais de llamarme más Noemí, una vez que Yavé da testimonio contra mí y me ha afligido el Omnipotente?»
22Así se volvió Noemí con Rut, la moabita, su nuera, y vino de los campos de Moab, llegando de los campos de Moab a Belén cuando comenzaba la siega, de las cebadas.


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  • 1 Esta introducción muestra, de una parte, las condiciones climatológicas de Canán, donde no era rara la sequía, que traía como consecuencia el hambre y la emigración (Gén 12,10; 26,1ss; 42,51); de otra parte, la familiaridad de los hebreos con los otros pueblos, aun con aquellos con quienes la Ley se mostraba más dura (Dt 23,3).(Volver a Lectura).

  • 8 Noemí no entraba en el número de las suegras de mala fama, sino en el de aquellas de quienes dijo Jesús: «He venido a separar al hombre de su padre..., a la nuera de su suegra» (Mt 10,35).(Volver a Lectura).

  • 15 Cada pueblo tenía sus dioses. Así habla aquí Noemí y después Rut, en conformidad con la concepción antigua, a la que alude Jeremías cuando reprende la apostasía de Judá: «Id hasta las islas de los quititas y ved si jamás sucedió cosa como ésta: ¿Hubo jamás pueblo alguno que cambiase su dios, con no ser dioses ésos? Pues mi pueblo ha cambiado su gloria por lo que de nada vale» (2,10s). Orfa, volviéndose a su pueblo, se vuelve a los dioses de Moab, y Rut, incorporándose a israel, se une al pueblo de Yavé y entra en la ascendencia del Mesías.(Volver a Lectura).




Casamiento de Rut con Boz, y genealogía de David

2 1Tenía Noemí un pariente, por parte de su marido Elimelec, hombre poderoso, de nombre Boz. 2Dijo Rut a Noemí: «Si quieres, iré a espigar al campo donde me acojan benévolamente»; y Noemí le dijo: «Ve, hija mía». 3Fué, pues, Rut, y se puso a espigar en un campo detrás de los segadores. Dióse precisamente el caso de que el campo era de Boz, el pariente de Noemí; 4y he aquí que vino éste de Belén, para visitar a los segadores, a quienes dijo: «Yavé sea con vosotros», contestándole ellos: «Yavé te bendiga». 5Y preguntó Boz al criado suyo que estaba al frente de los segadores: «¿De quién es esa joven?»; 6y él le contestó: «Es una joven moabita, que se ha venido con Noemí, de los campos de Moab. 7Me dijo: Déjame espigar detrás de los segadores. Desde la mañana hasta ahora está aquí, y bien poco que ha descansado en la cabaña». 8Dijo Boz a Rut: «¿Oyes, hija mía? No vayas a otros campos a espigar ni te apartes de aquí. 9Únete a mis criadas y vete con ellas al campo donde se siegue. Ya diré a mis criados que nadie te toque; y si tienes sed, te vas al hato y bebes de lo que beban los criados». 10Postróse Rut, rostro a tierra, y dijo: «¿De dónde a mí, haber hallado gracia a tus ojos y serte conocida yo, una mujer extraña?» 11El le contestó: «Sé lo que has hecho por tu suegra, después de muerto su marido, y que has dejado a tus parientes y la tierra en que naciste, para venir con ella a un pueblo para ti desconocido.
12Que Yavé te pague lo que has hecho y recibas plena recompensa de Yavé, Dios de Israel, a quien te has confiado y bajo cuyas alas te has refugiado».

13Ella le dijo: «Que halle yo gracia a tus ojos, mi señor, que me has consolado y has hablado al corazón de tu sierva, aunque no soy yo ni como una de tus siervas. 14A la hora de comer, dijo Boz a Rut: «Acércate acá, come, y moja tu pan en el vinagre». Ella se sentó al lado de los segadores, y él le dió una porción de trigo tostado, de que comió ella hasta saciarse, y le sobró; y guardando lo que le había sobrado, 15se levantó para seguir espigando; Boz mandó a sus criados, diciéndoles: «Dejadla espigar también entre los haces, sin reñirla, 16y sacad vosotros mismos algunas espigas de las gavillas y tiradlas, para que ella las recoja, sin decirle nada». 17Estuvo espigando Rut en el campo hasta por la tarde; y después de batir lo que había espigado, había como un efá de cebada. 18Cogiólo y se volvió a la ciudad, y mostró a su suegra lo que había espigado. Sacó también lo que había guardado, lo que después de comer le sobrara, y se lo dió. 19Su suegra le dijo: «¿Dónde has espigado hoy y dónde has trabajado? Bendito sea el que se ha interesado por ti». Rut dió a conocer a su suegra donde había trabajado, diciendo: «El nombre del hombre en cuyo campo he trabajado es Boz»; 20y dijo Noemí a su nuera: «Bendito él de Yavé, que la gracia que hizo a los vivos se la ha hecho también a los muertos»; y añadió Noemí: «Es pariente cercano nuestro ese hombre, es de los que tienen sobre nosotros el derecho del levirato»; 21Rut añadió: «También me ha dicho: «Sigue con mis gentes, hasta que se sieguen todas mis cosechas». 22Y Noemí dijo a Rut, su nuera: «Mejor es, hija mía, que vayas con sus criados, no te vayan a tratar mal en otro campo». 23Siguió, pues, Rut espigando con los criados de Boz, hasta el fin de la siega de las cebadas y de los trigos, y habitando con su suegra.


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  • 1 La ley del Deuteronomio es tan humana o, por mejor decir, tan divina con los pobres, que manda que los segadores no se vuelvan a recoger las espigas que quedaren atrás, sino que las dejen para los pobres espigadores (24,19ss).(Volver a Lectura).




3 1Dijo Noemí, la suegra de Rut, a ésta: «Hija mía, voy a procurarte una posición, para que seas feliz. 2Boz, con cuyos criados has estado, es pariente nuestro, y esta noche va a hacer en su era la limpia de la cebada. 3Lávate, úngete, vístete y baja a la era. Procura que no te vea hasta que no haya acabado de comer y beber; 4y cuando vaya a acostarse, mira bien dónde se acuesta; y entra después, y levantando la cubierta de sus pies, te acuestas a ellos. El mismo te dirá qué es lo que has de hacer». 5Ella la respondió: «Haré cuanto tú me mandes».
6Bajó, pues, a la era, e hizo todo cuanto la había mandado su suegra. 7Boz comió y bebió y se alegró su corazón. Fué a acostarse al extremo de la hacina, y Rut se acercó calladamente, descubrió sus pies y se acostó. 8A medianoche, tuvo el hombre un sobresalto; e incorporándose, vió que a sus pies estaba acostada una mujer, 9y preguntó: «¿Quién eres tú?» Ella respondió: «Soy Rut, tu sierva; extiende tu manto sobre tu sierva, pues tienes sobre ella el derecho del levirato». 10El dijo: «Bendita de Yavé seas, hija mía; tu proceder ha sido a lo último mejor todavía que al principio, pues no has buscado ningún joven, pobre o rico.

11No temas, hija mía, yo haré por ti cuanto me digas, pues sabe muy bien todo el pueblo que habito dentro de las puertas de mi ciudad, que eres una mujer virtuosa. 12Yo tengo en verdad el derecho del levirato, pero hay otro que es pariente más próximo que yo. 13Pasa ahí la noche, y mañana, si él quiere hacer uso de su derecho, que lo haga, y si no quiere hacerlo, yo lo haré, vive Yavé. Acuéstate hasta la mañana». 14 Quedóse ella acostada a sus pies hasta la mañana, levantándose antes de que los hombres puedan reconocerse unos a otros. El mandó: «Que no se sepa que esta mujer ha venido a la era». 15Y añadió: «Coge el manto que te cubre y sostenlo». Sostúvolo ella, y le echó él seis medidas de cebada, que le cargó, y ella entró en la ciudad. 16Cuando llegó Rut a casa de su suegra, le preguntó ésta: «¿Qué has hecho, hija mía?» Ella le contó lo que el hombre había hecho por ella, 17y añadió: «Me ha dado, además, estas seis medidas de cebada, diciéndome: «No vuelvas a casa de tu suegra con las manos vacías. 18Noemí le dijo: «Estate tranquila, hija mía, hasta ver cómo acaba la cosa, pues ese hombre no descansará hasta terminar hoy mismo este asunto».


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  • 1 La buena Noemí se muestra preocupada por la suerte de su nuera y de su propia descendencia, que con triste corazón veía desaparecer. Y así, en cuanto oyó hablar de Boz, se acordó de su parentesco y de la ley del levirato, que le imponía la obligación de procurar descendencia al pariente fallecido sin hijos (Dt 25,5ss).(Volver a Lectura).




4 1Boz subió a la puerta de la ciudad y se sentó allí. Vió pasar al pariente mencionado y le dijo: «Detente y siéntate aquí, fulano». Detúvose el hombre y se sentó. 2Llamó Boz a diez de los ancianos de la ciudad y dijo: «Sentaos aquí». Una vez sentados, 3dijo al pariente próximo: «Noemí, que ha vuelto de la tierra de Moab, vende la porción de campo que fué de nuestro hermano Elimelec. 4He querido darte cuenta de ello, para decirte: Cómprala si quieres, en presencia de los ancianos de la ciudad que están aquí sentados. Si quieres usar de tu derecho de levirato, usa; y si no quieres, manifiéstamelo, para que yo lo sepa, pues no hay nadie que antes que tú tenga ese derecho; después de ti vengo yo». El respondió: «La compraré». 5Boz le dijo: «Al comprar a Noemí el campo, tendrás que recibir a Rut, la moabita, por mujer, como mujer del difunto, para hacer vivir el nombre del difunto en su heredad». 6 El otro respondió: «Así no puedo comprarlo, por temor de perjudicar a mis herederos. Cómpralo tú, pues yo no puedo hacerlo». 7Había en Israel la costumbre, en caso de compra o de cambio, para convalidar el contrato, de quitarse el uno un zapato y dárselo al otro. Esto servía de prueba en Israel. 8El pariente próximo había dicho a Boz: «Cómpralo tú por tu cuenta». Y se quitó el zapato.

9Boz dijo a los ancianos y a todos los presentes: «Testigos sois hoy de que yo compro a Noemí cuanto perteneció a Elimelec, a Quelyón y a Majalón, 10y que tomo al mismo tiempo por mujer a Rut, la moabita, mujer de Majalón, para que no se borre de entre sus hermanos y de la puerta de la ciudad el nombre del difunto. Testigos sois de ello». 11Respondió todo el pueblo que estaba en la puerta, y los ancianos: «Somos testigos. Haga Yavé que la mujer que entra en tu casa sea como Lia y Raquel, que edificaron la casa de Israel. Que por ella seas poderoso en Efrata y tengas renombre en Belén. 12Que sea tu casa como la casa de Fares, el que Tamar dió a Judá, por la descendencia que de esa joven te dé Yavé».
13Tomó Boz a Rut y la recibió por mujer; y entró a ella y Yavé la concedió concebir y parir un hijo. 14Las mujeres decían a Noemí: «Bendito Yavé, que no ha consentido que te faltase hoy un redentor. Que su nombre sea celebrado en Israel. 15Que sea el consuelo de tu alma y el sostén de tu vejez; pues te lo ha dado tu nuera, que tanto te quiere, y es para ti mejor que siete hijos». 16Noemí tomó al niño, se lo puso al seno y fué su madrina. 17Las vecinas le dieron nombre, al decir: «A Noemí le ha nacido un hijo», y le llamaron Obed. Este fué padre de Isaí, padre de David. 18He aquí la posteridad de Fares: Fares engendró a Esrom; 19Esrom engendró a Aram; Aram engendró a Aminadab; 20Aminadab engendró a Nasón; Nasón engendró a Salmón; 21Salmón engendró a Boz; Boz engendró a Obed; 22Obed engendró a lsaí; e Isaí engendró a David.


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  • 1 La puerta de la ciudad es siempre el sitio de reunión de los vecinos, en que se comentan y tratan los negocios del pueblo (Dt 2,15; Job 29,7; Sal 9,15; 68,1).(Volver a Lectura).

  • 3 A fin de que los campos no salgan de la familia, la ley concede la preferencia a los parientes (cf. Núm 36,3s.8s.).(Volver a Lectura).

  • 7 Este pariente se resigna a sufrir la arenta de aquella ceremonia, con que renunciaba al derecho y deber del levirato (Dt 25,7ss).(Volver a Lectura).

  • 17 El niño nacido, aunque en realidad nada tenía que ver con Noemí, legalmente era su nieto, hijo del primer marido de Rut (Dt 25,6).(Volver a Lectura).

  • 18 Todos estos nombres entran en la genealogía del Salvador, que nos han dejado los evanglistas San Mateo (1,5) y San Lucas (3,31).(Volver a Lectura).