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Génesis

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GÉNESIS

1. Contenido y estructura

Como el nombre indica, este libro narra los orígenes del mundo, de la humanidad y de los antepasados patriarcales de Israel. El hagiógrafo busca ante todo trazar los designios salvadores de Dios sobre Israel, que procede del gran patriarca Abraham; pero en su panorámica--con vistas a asentar las bases del monoteísmo--entra también el delinear someramente los antecedentes históricos que precedieron a la elección del gran patriarca. Así, pues, para él existe como una prehistoria general que se confunde con los primeros pasos de la humanidad, que empalma con el mismo Dios Creador del universo. En torno a unos personajes semilegendarios, el autor sagrado traza un cañamazo histórico que da razón de las primeras manifestaciones culturales de la humanidad, si bien en su perspectiva el elemento religioso priva sobre todo lo que es mero progreso material. Con la aparición de Abraham, la perspectiva de las narraciones entra dentro del cuadro general de la historia del Oriente, que conocemos por los hallazgos arqueológicos.

El libro se divide en dos partes netas:

  1. Origen del mundo y del hombre, y prehistoria de la humanidad (1,1-11,26).
  2. Historia de los patriarcas a partir de la vocación de Abraham hasta la muerte de Jacob (12,1-50,24).

La primera parte está concebida esquemáticamente a base de yuxtaposiciones más o menos entrelazadas de pequeñas historias o toledoth ("generaciones"):

Las cinco primeras secciones abarcan la humanidad en general, mientras que las otras cinco se refieren a los antepasados y parientes inmediatos de Israel. De estas diez historias, la cuarta, la séptima y la novena son colaterales, mientras que las demás se siguen en línea recta desde el Creador hasta Jacob1.

A la vista de este esquema está claro que el hagiógrafo no intenta presentarnos un relato completo de los orígenes de la humanidad ni del pueblo de Israel, sino destacar los personajes y sucesos más importantes, que, al decir de San Agustín, son como hitos o piedras miliarias que marcan el curso seguido por la historia de las promesas de salvación a través de los siglos. Toda esta historia es oscura, por ser la infancia de la humanidad y del pueblo escogido, y, como el mismo santo Doctor dice, "¿Quién hay que conserve la memoria de las cosas de su infancia?"2. El autor sagrado en su historia sigue un proceso eliminativo, dando de lado a todo lo que pueda distraer la marcha general de la historia ascendente hasta llegar a los patriarcas. Así, dejando a los cainitas, se narra la historia de los setitas3; y después del diluvio se sigue sólo la historia de Sem, sobre quien recae la bendición y las promesas, dando de lado a la descendencia de Jafet y de Cam4. Y dentro de la línea semita, la atención se centra en torno a la familia de Abraham, padre del pueblo elegido5. Después se sigue la línea de Isaac y Jacob, dando sólo indicaciones tangenciales sobre los descendientes de Agar y de Quetura. Así, la narración se va concretando gradualmente en la porción selecta que iba a ser heredera de las promesas divinas. El esquema, pues, es convencional, conforme a las ideas teológicas del autor sacerdotal, que ante todo quiere destacar los designios divinos sobre Israel como pueblo elegido, preparando así la alianza del Sinaí.



2. Composición literaria del libro

Los críticos distinguen tres estratos literarios en la formación del Génesis, conforme a la teoría comúnmente admitida de los tres documentos: yavista, elohísta y sacerdotal, aparte de algunos fragmentos erráticos que no parecen encajar en este encasillado tripartito 6. La aportación del yavista constituye como la trama esencial del conjunto. En sus narraciones abundan los antropomorfismos y plastificaciones imaginativas, salvándose la noción de Dios justo, providente y misericordioso. La tradición elohísta es más fragmentaria, ya que no se preocupa de los orígenes de la humanidad, comenzando con la alianza de Dios con Abraham7. Hay preocupación especial por salvar la trascendencia divina; así, Dios se manifiesta en visiones, en sueños o por medio de ángeles8. El documento sacerdotal constituye el esquema ideológico medular, dividiendo la historia religiosa del mundo en cuatro edades, conforme a las cuatro alianzas de Dios con Adán, con Noé, con Abraham y con Moisés. El estilo es seco y monótono, salvando siempre la trascendencia divina. Suponiendo que los documentos J y E fueron unidos en tiempos anteriores al destierro babilónico, la última redacción del sacerdotal ha de ponerse en los tiempos de Esdras (s. V a. C.). El nuevo documento dio trabazón cronológica--si bien convencional--a las dos narraciones anteriores.


3. Historicidad de los relatos del Génesis

Como antes indicábamos, este libro se divide en dos partes netas, una referente a la prehistoria de la humanidad y otra a la historia patriarcal. Ambas perspectivas son totalmente diferentes, en cuanto que la primera se mueve en un inmenso vacío histórico, en el que se destacan algunos hechos aislados y algunas figuras, pero sin contornos cronológicos definidos; en cambio, en la segunda parte podemos ya estudiar las concomitancias bíblicas con los datos de la arqueología oriental, dentro de una cronología limitada, y pudiendo reconstruir un medio ambiente histórico-jurídico-social en el que quepan las narraciones coloristas y llenas de vida de la historia de los patriarcas, que se mueven como jeques nómadas en tiempos en que el proceso de sedentarización en Canaán estaba en sus comienzos hacia el siglo XVIII a. C. Por consiguiente, al hablar de la verdad histórica de los relatos bíblicos, no podemos aplicarles el mismo módulo para los tiempos prehistóricos que para los protohistóricos de la historia de Israel, en los que una cronología rudimentaria nos ayuda a reconstruir los hechos.

En el documento del secretario de la Pontificia Comisión Bíblica enviado al cardenal Suhard se destaca la especial historicidad de los once primeros capítulos del Génesis: "No se puede ni negar ni afirmar en bloque su historicidad sin aplicarles indebidamente las formas de un género literario dentro del cual no pueden ser clasificados. Mas, admitiendo que estos capítulos no son históricos en el sentido clásico y moderno, todavía es preciso confesar que los datos científicos actuales no permiten dar una solución positiva a todos los problemas que plantean... Será preciso examinar atentamente los procedimientos literarios de los antiguos pueblos orientales, su psicología, su manera de expresarse y hasta su noción de la verdad histórica; en una palabra, será preciso reunir, sin prejuicios, todo el material de las ciencias paleontológica e histórica, epigráfica y literaria. Sólo así se puede esperar ver más clara la naturaleza de ciertos relatos de los primeros capítulos del Génesis. Declarar a priori que estos capítulos no contienen historia en el sentido moderno de la palabra, podía dar a entender que no la contienen en ningún sentido, siendo así que en ellos se relata en lenguaje sencillo y figurado, acomodado a las inteligencias de una humanidad menos desarrollada, las verdades fundamentales que se presuponen a la salvación y, a la vez, la descripción popular de los orígenes del género humano y del pueblo elegido"9.

Teniendo esto en cuenta, debemos percatarnos de que la nación de historicidad al aplicarse a los primeros capítulos del Génesis se ha de tomar en sentido muy amplio con diversidad analógica respecto del moderno concepto de historia, basado en el control crítico de los hechos por la cronología y los diversos testigos. En los primeros capítulos del Génesis, los hechos y los personajes son presentados sin contornos geográficos ni cronológicos, con no pequeño ropaje literario imaginativo, en el que se reflejan concepciones ambientales no pocas veces folklóricas. El mensaje doctrinal es lo que importa retener en estos relatos, que son redactados con una finalidad exclusivamente religiosa.


4. Doctrina religiosa y moral del libro

La primera enseñanza que se desprende de los relatos del Génesis es el monoteísmo estricto, por lo que este libro difiere de todos los escritos extrabíblicos de la antigüedad, penetrados del más craso politeísmo. El Dios del Génesis es el Creador de todas las cosas, las cuales no surgen por emanación, sino en virtud de un decreto de la voluntad divina, expresada en su palabra, y al mismo tiempo es providente, moviéndose siempre por los imperativos de su justicia y misericordia. La fuerza generativa de las plantas y de los animales proviene de una bendición especial divina, y, por tanto, no constituye en sí una divinidad, como declaraban los mitos de Astarté y Tammuz, conocidos de los cananeos. Los mismos astros, lejos de encarnar una fuerza divina, según se admitía en Egipto y Mesopotamia, son simples lámparas puestas por Dios al servicio del hombre.

Otra gran enseñanza del Génesis es la dignidad del hombre, dotado de libertad y representante del Creador ante todos los seres. Precisamente por su libertad se permitió abandonar la órbita moral que le vinculaba a su Dios, desobedeciendo a su mandato. La misericordia divina interviene inmediatamente para sembrar una esperanza de rehabilitación espiritual después de la primera caída. Es la primera promesa mesiánica, que se concretará en la bendición sobre Sem, Abraham y su descendencia. El vaticinio de Jacob vinculará esta promesa a la tribu de Judá, de la que había de nacer el Mesías, vencedor, como síntesis de la descendencia de Eva, sobre el principio del mal, instigador de la primera desobediencia hacia Dios.

La moralidad de los patriarcas ha de entenderse teniendo en cuenta la mentalidad de la época y el estadio fragmentario de la Revelación en aquellos tiempos remotísimos. Pero hemos de destacar en ellos la admirable fe en las promesas divinas, la obediencia ciega a los mandatos de Dios, el sentido de honradez y de comprensión para con el prójimo dentro del módulo moral corriente de los nómadas de la época. El sentido de honor y de lo religioso preside sus vidas, pues se presentan, consciente o inconscientemente, como instrumentos de una especial providencia en la historia. Por eso según expresión del Señor, "están sentados en el banquete del reino de los cielos"10. La Revelación divina se fue manifestando paulatinamente, sin llegar a su plenitud hasta los tiempos evangélicos. Dios, atendiendo a la rudeza humana, siguió la norma de todo buen pedagogo con los niños a él encomendados, enseñándoles primero lo más elemental antes de introducirlos en las doctrinas más elevadas (San Crisóstomo). Así dice el Señor que Moisés condescendió con los israelitas, permitiéndoles el divorcio, "propter duritiam cordis eorum"11. La poligamia de los tiempos patriarcales ha de explicarse a la luz de este principio12.


SUMARIO

PRIMERA PARTE

HISTORIA DEL GÉNERO HUMANO

(1,11)

La creación del universo

1 1Al principio creó Dios los cielos y la tierra. 2La tierra estaba confusa y vacía y las tinieblas cubrían la haz del abismo, pero el espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas. 3Dijo Dios "Haya luz"; y hubo luz. 4Y vio Dios ser buena la luz, y la separó de las tinieblas; 5y a la luz llamó día, y a las tinieblas noche, y hubo tarde y mañana, día primero.

6Y Dijo luego Dios: "Haya firmamento en medio de las aguas, que separe unas de otras"; y así fue. 7E hizo Dios el firmamento, separando aguas de aguas, las que estaban debajo del firmamento de las que estaban sobre el firmamento. Y vio Dios ser bueno. 8Llamó Dios al firmamento cielo, y hubo tarde y mañana, segundo día.

El mundo según la concepción de los orientales (HASTING, Dictión. of the Bible; Biblia de Montserrat).

9Dijo luego: "Júntense en un lugar las aguas de debajo de los cielos, y aparezca lo seco". Así se hizo; 10y se juntaron las aguas de debajo de los cielos en sus lugares y apareció lo seco; y a lo seco llamó Dios tierra, y a la reunión de las aguas, mares. Y vio Dios ser bueno.

11Dijo luego: "Haga brotar la tierra hierba verde, hierba con semilla, y árboles frutales cada uno con su fruto, según su especie, y con su simiente, sobre la tierra". Y así fue. 12Y produjo la tierra hierba verde, hierba con semilla, y árboles de fruto con semilla cada uno. Vio Dios ser bueno; 13y hubo tarde y mañana, día tercero.

14Dijo luego Dios: "Haya en el firmamento de los cielos lumbreras para separar el día de la noche, y servir de señales a estaciones, días y años; 15y luzcan en el firmamento de los cielos, para alumbrar la tierra. Y así fue. 16Hizo Dios los dos grandes luminares, el mayor para presidir al día, y el menor para presidir a la noche, y las estrellas; 17y los puso en el firmamento de los cielos para alumbrar la tierra 18y presidir al día y a la noche, y separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios ser bueno, 19y hubo tarde y mañana, día cuarto.

20Dijo luego Dios: Hiervan de animales las aguas y vuelen sobre la tierra aves bajo el firmamento de los cielos. Y así fue. 21Y creó Dios los grandes monstruos del agua y todos los animales que bullen en ella, según su especie, y todas las aves aladas, según su especie. Y vio Dios ser bueno, 22 y los bendijo, diciendo: "Procread y multiplicaos y henchid las aguas del mar, y multiplíquense sobre la tierra las aves". 23Y hubo tarde y mañana, día quinto.

24Dijo luego Dios: "Brote la tierra seres animados según su especie, ganados, reptiles y bestias de la tierra según su especie. Y así fue. 25Hizo Dios todas las bestias de la tierra según su especie, los ganados según su especie y todos los reptiles de la tierra según su especie. Y vio Dios ser bueno. 26Díjose entonces Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza, para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todas las bestias de la tierra y sobre cuantos animales se mueven sobre ella". 27Y creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, y los creó macho y hembra; 28y los bendijo Dios, diciéndoles: Procread y multiplicaos, y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra. 29Dijo también Dios: "Ahí os doy cuantas hierbas de semilla hay sobre la haz de la tierra toda, y cuantos árboles producen fruto de simiente, para que todos os sirvan de alimento. 30También a todos los animales de la tierra, y a todas las aves del cielo, y a todos los vivientes que sobre la tierra están y se mueven les doy para comida cuanto de verde hierba la tierra produce". 31Y vio Dios ser muy bueno cuanto había hecho, y hubo tarde y mañana, día sexto.


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Comentarios del Capítulo 1

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  • 1 El autor sagrado empieza solemnemente el relato de la creación con una afirmación general que es síntesis de todo lo que después va a describir con más detalle. La expresión cielos y tierra equivale al universo, el orbe terráqueo y el espacio sideral. El autor sagrado no se plantea el problema del origen de ese ser misterioso llamado Elohim--forma plural con significación singular, conforme al módulo de los plurales de intensidad en las lenguas semíticas--al que considera como preexistente a todas las obras de la creación. Bajo este aspecto se sitúa por encima de todas las teogonías de los pueblos de la antigüedad--egipcios, babilónicos y fenicios--que consideraban a as divinidades como provenientes de una materia eterna en estado indiferenciado. La palabra creó no tiene en el hebreo (bará) el sentido específico filosófico de sacar de la nada. La formulación expresa de la idea de la creación aparece por primera vez en boca de la madre de los mártires macabeos: "Ruégote, hijo mío, que mires al cielo y a la tierra, y entiendas que de la nada (lit. "de las cosas que no existen") lo hizo todo Dios" (2 Mac 7,20). Esta altísima filosofía, accesible a una sencilla mujer israelita, era desconocida de los mayores genios de la gentilidad, ya que ni Aristóteles ni Platón lograron llegar a la idea de creación. En el elato del Génesis, esta idea se supone, aunque no se formule expresamente, ya que todas las cosas tienen existencia en virtud de una intervención positiva de un Ser superior, Elohim, que para el hagiógrafo existe antes, fuera y sobre todas las cosas. En realidad, el relato tiene por fin asentar las bases del monoteísmo, que supone la existencia de un Ser divino único, eterno y trascendente a la materia. El inmanentismo--tan corriente en las filosofías de la antigüedad--es inconcebible para un hebreo. La religión de Israel se basa en la concepción de un Ser trascendente y personal que obra a impulsos de su sabiduría y omnipotencia, tanto en el orden cósmico como en el acontecer histórico.(Volver a Lectura).

  • 4 No la luz, que proviene del sol, creado el día cuarto, sino la del crepúsculo, que los antiguos se imaginaban independiente del sol y difundida por todo el orbe, contraponiéndola a las tinieblas, como causa de la distinción del día y de la noche (Job 37,18; SANTO TOMÁS, Suma Teológica 1 q.70 a.2 ad 3).(Volver a Lectura).

  • 6 Los antiguos concebían el firmamento como algo sólido de bronce fundido (Job 37,18). Por esto puede separar las aguas cósmicas y sostener las que están sobre los cielos (Sal 148,4).(Volver a Lectura).

  • 11 El reino vegetal brota de la tierra, de la cual vive. Lo divide en tres clases: la hierba verde, que brota por sí y sirve de pasto a los ganados; las plantas gramíneas, que el hombre cultiva y de que principalmente se alimenta, y los árboles frutales. La división está hecha desde un punto de vista de utilidad inmediata para el hombre. La fecundidad de la tierra, personificada en Astarté y objeto de culto idolátrico en Canán, es atribuida por el autor sagrado a Dios mismo, para combatir aquel error (cf. Dt 4,19).(Volver a Lectura).

  • 14 Según las apariencias, los astros están fijos en el firmamento. Los oficios de los astros están indicados en orden al hombre, y muestran que para su provecho fueron creados por Dios. Así queda excluida la divinidad de los mismos y la razón del culto que se les tributa por los caldeos (cf. Dt 4,19).(Volver a Lectura).

  • 20 Los animales del agua y los del aire tienen entre sí estrecho parentesco por la semejante manera de moverse (Suma Teol. 1 q.71 a.1 ad 2) y porque muchas aves viven también en el agua. Divide los animales de este día en tres grupos: los monstruos del agua: cetáceos, cocodrilos, etc.; los demás animales del agua: peces y reptiles, y, finalmente, los animales alados.(Volver a Lectura).

  • 22 Además de crear los animales, Dios les confiere la fecundidad. Con esta observación elimina el autor sagrado uno de los objetos de culto idolátrico más común entre los pueblos que rodean a Israel (cf. Dt. 28,4.11).(Volver a Lectura).

  • 24 Los animales terrestres nacen en la tierra en que viven. La distribución es también en tres grupos: los ganados, que el hombre utiliza; las fieras, con que tiene que luchar, y los reptiles, que se arrastran por la tierra.(Volver a Lectura).




2 1Así fueron acabados los cielos y la tierra y todo su cortejo. 2Y rematada en el día sexto toda la obra que había hecho, descansó Dios el séptimo día de cuanto hiciera; 3y bendijo al día séptimo y lo santificó, porque en él descansó Dios de cuanto había creado y hecho. 4Este es el origen de los cielos y la tierra cuando fueron creados.


El paraíso

Al tiempo de hacer Yavé Dios la tierra y los cielos, 5no había aún arbusto alguno en el campo, ni germinaba la tierra hierbas, por no haber todavía llovido Yavé Dios sobre la tierra, ni haber todavía hombre que la labrase, 6ni vapor acuoso que subiera de la tierra para regar toda la superficie cultivable. 7Modeló Yavé Dios al hombre de la arcilla y le inspiró en el rostro aliento de vida, y fue así el hombre ser animado. 8Plantó luego Yavé Dios un jardín en Edén, al oriente, y allí puso al hombre a quien formara. 9Hizo Yavé Dios brotar en él de la tierra toda clase de árboles hermosos a la vista y sabrosos al paladar, y en el medio del jardín el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. 10Salía de Edén un río que regaba el jardín y de allí se partía en cuatro brazos. 11El primero se llamaba Pisón, y es el que rodea toda tierra de Evila, donde abunda el oro, 12un oro muy fino, y a más también bedelio y ágata;

13y el segundo se llamaba Guijón, y es el que rodea toda la tierra de Cus; 14el tercero se llama Tigris y corre al oriente de Asiria; el cuarto es el Eufrates. 15Tomó, pues, Yavé Dios al hombre, y le puso en el jardín de Edén para que lo cultivase y guardase, 16y le dio este mandato: "De todos los árboles del paraíso puedes comer, 17pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas, porque el día que de él comieres, ciertamente morirás". 18 Y se dijo Yavé Dios: "No es bueno que el hombre esté solo, voy a hacerle una ayuda proporcionada a él". 19 Y Yavé Dios trajo ante el hombre todos cuantos animales del campo y cuantas aves del cielo formó de la tierra, para que viese cómo los llamaría, y fuese el nombre de todos los vivientes el que él les diera. 20Y dio el hombre nombre a todos los ganados, y a todas las aves del cielo, y a todas las bestias del campo; pero entre todos ellos no había para el hombre ayuda semejante a él.

El rayo, símbolo de la divinidad (British Museum).

21 Hizo, pues, Yavé Dios caer sobre el hombre un profundo sopor; y dormido, tomó una de sus costillas, cerrando en su lugar con carne, 22 y de la costilla que del hombre tomara, formó Yavé Dios a la mujer, y se la presentó al hombre. 23El hombre exclamó:

"Esto sí que es ya hueso de mis huesos y carne de mi carne".

Esta se llamará varona, porque del varón ha sido tomada. 24Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre; Y se adherirá a su mujer; Y vendrán a ser los dos una sola carne.

25Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, sin avergonzarse de ello.

Comentarios del Capítulo 2

    Comentarios

  • 3 La obra de Dios es, en el plan del autor sagrado, el ejemplar de la semana mosaica y del precepto sabático (EX 20,11). En todo el capítulo 1, Dios es llamado Elohim; desde el capítulo 4, Yavé; en los capítulos 2 y 3, Yavé-Elohim, para indicar que es siempre el mismo Dios. (Volver a Lectura).

  • 4 Estas palabras convienen con 1, y no hay duda que se refieren a la obra de los seis días, por más que no aparezca clara la razón de hallarse al fin de la sección, cuando en otros lugares se halla al principio (cf. 5,1;10 etc.). La obra de Dios abarca ocho partes, divididas en dos grupos: las tres primeras de distinción, en que el autor procede de lo más general, la luz, a lo más particular, la tierra y las aguas. El segundo grupo es de ornato, que empieza por las obras más imperfectas, las plantas, hasta la más perfecta, el hombre. La sección siguiente nos ofrece un relato más detallado de la creación del hombre en un cuadro distinto del anterior.

    En este relato ha de distinguirse entre el fondo y la forma literario. El fondo contiene las principales verdades de la religión; la creación del universo, en el tiempo, por la omnipotencia y la sabiduría de Dios; la formación de los astros para servicio del hombre, no para ser por él adorados; el origen divino de toda fecundidad, también por error divinizada en las religiones paganas; la formación del hombre a imagen y semejanza de Dios. La forma literaria es una especie de parábola, en que la obra de Dios, a tenor del precepto sabático, se presenta cual modelo de la obra del hombre. La obra de Dios está descrita no según la naturaleza de las cosas, sino según éstas aparecen a los sentidos y conforme al lenguaje de la época (Introducción general n.13 y 15). (Volver a Lectura).

  • 7 Esta formación del hombre del polvo no ha de tomarse al pie de la letra. Los antiguos creían que el cuerpo homano, por descomponerse en polvo, estaba formado de polvo. El autor sagrado, pues, se acomoda a esta mentalidad ambiental popular para expresar la idea de la intervención divina en la formación del hombre. Según la mitología babilónica, Marduc formó al hombre de la arcilla y la amasó con su sangre. El dios egipcio Jnum era representado como un alfarero en torno modelando el cuerpo de los recién nacidos y presentándoles ante su rostro el signo jeroglífico de la vida. En la Biblia se dice reiteradamente que Dios trata a sus criaturas como el alfarero a sus orzas, modelándolas a su voluntad. Aquí el autor sagrado parece también aludir a esta omnímoda libertad de Dios frente a la criatura. En todo caso, se quiere destacar que el hombre, en cuanto a su cuerpo y alma, proviene de Dios. No obstante, teniendo en cuenta el carácter antropomórfico de las narraciones de este capítulo, debemos considerar el relato como una escenificación dramática literaria para expresar altas ideas teológicas. No hay, pues, aquí base bíblica para negar la teoría evolucionista del origen del cuerpo humano. El autor sagrado no se planteó tal problema, y, por tanto, sus afirmaciones no han de utilizarse ni en favor ni en contra de las teorías evolucionistas.(Volver a Lectura).

  • 9 El árbol de la vida es así llamado porque daba la inmortalidad, como lo declaran Ez 17,12; Prov 3,18; Ap 2,7; 22,2.14. El árbol de la ciencia daba la ciencia práctica de la vida, de la felicidad. Se denomina así por la historia subsiguiente. Los documentos asirios mencionan el árbol de la verdad y el árbol de la vida que están plantados a la entrada del cielo. La redacción del texto da lugar a las cavilaciones de los críticos, por la frase "en medio del jardín", que provendría de 3,3.(Volver a Lectura).

  • 18 El hombre es por naturaleza sociable. Aquí, como en el capítulo 1, el hombre es el rey de la creación.(Volver a Lectura).

  • 19 Sólo habla de los animales que viven en la tierra y en mayor contacto con el hombre. De los demás no se hace mención alguna. La imposición de los nombre arguye en Adán ciencia y dominio sobre los animales, como en 1,28.(Volver a Lectura).

  • 21 No es un sueño profético, sino un letargo, que hace las veces de anestésico, para la operación que Dios quiere practicar en él.(Volver a Lectura).

  • 21-22 También debemos entender este relato como una escenificación literaria para explicar el fenómeno natural de la atracción de los sexos (el eros y la líbido) y el origen divino del matrimonio. El hagiógrafo se acomoda a la mentalidad de su ambiente para expresar sus ideas religiosas. Los primitivos suponían que la atracción de los sexos provenía del hecho de que, en los primeros tiempos, el hombre y la mujer estaban unidos (leyendas androginistas y partenogenésicas); si se atraen los sexos para formar una sola carne, es porque buscan la unión primitiva. Por otra parte, el autor sagrado insiste en el hecho de que la fecundidad de la especie humana se debe a la bendición divina. Como la transmisión de la vida exige la unión de los sexos, de ahí el origen divino del matrimonio: el hombre y la mujer están destinados a constituir una sola carne. La formación de la mujer de la costilla del varón parece expresar la dignidad de la mujer, sustancialmente igual a la de éste, por lo que deben sentir afecto mutuo, pues es una "ayuda semejante a él".(Volver a Lectura).

  • 24 Son palabras del autor sagrado que expresan la institución divina del matrimonio y su indisolubilidad, según nos lo declaró el divino Maestro en Mt 19,4s. Típicamente significan la unión más íntima de Cristo con la Iglesia (Ef 5,31). Esta unidad de los casados que comienza en el amor conyugal alcanza en los frutos del matrimonio su expresión más alta.(Volver a Lectura).



Tentación, caída y primera promesa de redención

3 1Pero la serpiente, la más astuta de cuantas bestias del campo hiciera Yavé Dios, dijo a la mujer: "¿Con que os ha mandado Dios que no comáis de los árboles todos del paraíso?" 2 Y respondió la mujer a la serpiente: "Del fruto de los árboles del paraíso comemos, 3pero del fruto del que está en medio del paraíso nos ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis siquiera, no vayáis a morir". 4y dijo la serpiente a la mujer: "No, no moriréis; 5es que sabe Dios que el día que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal". 6Vio, pues, la mujer que el árbol era bueno para comerse, hermoso a la vista y deseable para alcanzar por él sabiduría, y tomó de su fruto y comió, y dio también de él a su marido, que también con ella comió. 7 Abriéronse los ojos de ambos, y viendo que estaban desnudos, cosieron unas hojas de higuera y se hicieron unos ceñidores.

Instrumentos de las edades de piedray del bronce (Biblia de Montserrat).

8Oyeron a Yavé Dios, que se paseaba por el jardín al fresco del día, y se escondieron de Yavé Dios el hombre y su mujer, en medio de la arboleda del jardín.

9Pero llamó Yavé Dios al hombre diciendo: "¿Dónde estás?"

10Y éste contestó: "Te he oído en el jardín, y temeroso porque estaba desnudo, me escondí". 11¿Y quién, le dijo, te ha hecho saber que estabas desnudo? 12Y dijo el hombre: "La mujer que me diste por compañera me dio de él y comí". 13Dijo, pues, Yavé Dios a la mujer: "¿Por qué has hecho eso?" Y contestó la mujer: "La serpiente me engañó y comí" 14Dijo luego Yavé Dios a la serpiente: Por haber hecho esto, maldita serás entre todos los ganados y entre todas las bestias del campo. Te arrastrarás sobre tu pecho y comerás el polvo todo el tiempo de tu vida. 15Pongo perpetua enemistad entre tí y la mujer y entre tu linaje y el suyo; Este te aplastará la cabeza, y tú le acecharás el calcañal.

16A la mujer le dijo: "Multiplicaré los trabajos de tus preñeces. Parirás con dolor los hijos y buscarás con ardor a tu marido, que te dominará".

17Al hombre le dijo: Por haber escuchado a tu mujer, comiendo del árbol de que te prohibí comer, diciendote no comas de él: Por ti será maldita la tierra; Con trabajo comerás de ella todo el tiempo de tu vida; 18Te dará espinas y abrojos y comerás de las hierbas del campo. 19Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella has sido tomado; Ya que polvo eres, y al polvo volverás.

20El hombre llamó Eva a su mujer, por ser la madre de todos los vivientes. 21Hízoles Yavé Dios al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.

22Díjose Yavé Dios: "He ahí al hombre hecho como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal; que no vaya ahora a tender su mano al árbol de la vida, y comiendo de él, viva para siempre". 23Y le arrojó Yavé Dios del jardín de Edén, a labrar la tierra de que había sido tomado. 24 Expulsó al hombre y puso delante del jardín de Edén un querubín, que blandía flameante espada para guardar el camino del árbol de la vida.

Comentarios del Capítulo 3

    Comentarios

  • 7 Algunos autores, basados en este versículo, piensan que el pecado de los primeros padres consistió en un desorden sexual. Pero nada en el contexto favorece esta interpretación. El uso de los sexos en la vida matrimonial entraba dentro del plan divino para la propagación de la especie. El pecado de los primeros padres fue de índole espiritual, es decir, un pecado de insubordinación y de orgullo. La serpriente les propone prevaricar para situarse como dioses sobre la línea de demarcación, entre el bien y el mal, y la mujer al punto se deja llevar por esta insinuación diabólica. Nada en el relato insinúa un desorden de índole sexual. (Volver a Lectura).

  • 14 La sentencia seguriá el orden inverso que el interrogatorio. La serpiente no es preguntada; su culpa es manifiesta. La sentencia que Dios pronunciará contra ella está calcada en su condición y en sus relaciones con el hombre; pero no hay duda de que, bajo estas imágenes de subido realismo, el autor mira al espíritu diabólico. La maldición expresa el horror que el hombre siente hacia la serpiente, mayor que hacia otros animales más dañinos que ella. Arrastrarse sobre su vientre es natural a la serpiente, pero es señal de su abatimiento, así como es indicio de la realeza del hombre al andar derecho. Creían los antiguos que las serpientes comían el polvo, como se ve por isaías 65,25; Miqueas 7,17; expresión de la suma humillación del vencido (Sal 72,9; Is 49,23).

    La imagen de enemistad está tomada de la natural aversión que el hombre siente hacia el reptil, al que, en cuanto lo ve, lo acecha para matarlo. Esta enemistad es perpetua, como no lo son las enemistades entre los hombres. Cuando perseguimos a una serpiente no nos creemos seguros de ella hasta haberla aplastado la cabeza. Ese es el origen de la imagen. El sentido es que esas perpetuas enemistades acabarán con la victoria del linaje de la mujer, en quien serán bendecidas todas las naciones (Gál 3,19). Esta victoria es la de Jesucristo, y luego la de aquellos que vencen por El y en quienes El vence a Satanás. La Virgen María ocupa el primer lugar entre éstos por su completa victoria sobre el pecado. (Volver a Lectura).

  • 15 Nuestra palabra "linaje" no corresponde exactamente a la palabra hebrea aquí empleada, pues aquélla significa no sólo posteridad, que es lo que significa la palabra hebrea, sino también ascendencia; la hemos preferido, sin embargo, por ser de género masculino y convenir mucho en este lugar para hacer resaltar la contraposición, que, de no distinguir entre los dos géneros, queda obscurecida. Igual hizo San Jerónimo en la vulgata.

    La palabra hebrea que responde a aplastar y acechar es la misma para la acción del linaje de la mujer contra la serpiente y para la de la serpiente contra el linaje de la mujer. En ambos casos debería traducirse del mismo modo. Sin embargo, como la palabra hebrea significa acechar o herir, prefiriendo esta última significación, la matizamos aplastar o acechar, según las circunstancias de la acción en el uno y el otro caso. (Volver a Lectura).

  • 16 La sentencia sobre la mujer responde a las penas que llevan consigo sus oficios de esposa y de madre.(Volver a Lectura).

  • 19 En estas palabras de Dios a la mujer y al hombre resalta la diversa misión del uno y de la otra en la familia. La del hombre es ser jefe de ella y su mantenedor; la de la mujer, cumplir el ansiado oficio de la maternidad.(Volver a Lectura).

  • 20 Eva en hebreo significa vida; aquí, fuente de vida humana.(Volver a Lectura).

  • 22 Ironía que conviene bien con el carácter realista de esta sección y contrasta con la promesa que les hizo la serpiente. habla el Señor consigo mismo, como quien expresa la decisión que acaba de tomar. No olvidemos el estilo altamente poético de esta sección (8,21).(Volver a Lectura).

  • 23 Esta expulsión del jardín en que el hombre había sido colocado inmortal implica la privación definitiva de este don de la inmortalidad y de la felicidad del paraíso terrenal".(Volver a Lectura).

  • 24Los querubines son mencionados en varias partes de la Escritura como sostenedores del trono de Dios y los que tiran de su carro (Sal 18,15; 99,1; Ez 1,4). Aquí son los guardianes del jardín para impedir la vuelta del hombre a su anterior felicidad, como los sedu, lahmu, qaribu, representados en varias formas, que los asirios y egipcios colocaban a la puerta de los palacios reales o de los templos para impedir el acceso a los malos espíritus. La espada es la imagen del rayo, el arma potente de Dios, según Sal 18,15; 3,4.11. Los asirios representaban también a Adad blandiendo una espada de fuego o unos dardos encendidos; el arma sola, emblema del dios, era la representación de su poder. En el texto sagrado son imágenes para decir al hombre que debe abandonar toda esperanza de recobrar la inmortalidad.

    En todo este relato, como en el de la creación, hay que distinguir entre el fondo y la forma literaria. Esta es poética; y si absurdo sería tomar en significación propia las palabras, definir del todo los límites entre la imagen y la realidad sería temerario. La comisión Pontificia Bíblica, en decreto de 30 de Junio de 1908, después de condenar los sistemas que niegan todo valor histórico a estos relatos, señala algunos puntos que en éste han de ser tenidos por históricos: haber sido formada la mujer del cuerpo del primer hombre; la unidad específica del género humano; la felicidad original de los primeros padres en el estado de justicia, integridad e inmortalidad; el precepto dado por Dios al hombre para probar su obediencia; el primer pecado cometido por el hombre, a instigación del diablo en figura de serpiente; la pérdida, por parte del hombre, del privilegio de la justicia original y la promesa de un futuro redentor.(Volver a Lectura).



Caín y Abel

4 1Conoció el hombre a su mujer, que concibió y parió a Caín, diciendo "He alcanzado de Yavé un varón". 2 Volvió a parir, y tuvo a Abel, su hermano. Fue Abel pastor y Caín labrador; 3y al cabo de tiempo hizo Caín ofrenda a Yavé de los frutos de la tierra, 4y se la hizo también Abel de los primogénitos de su ganado, de lo mejor de ellos; y agradóse Yavé de Abel y su ofrenda, 5pero no de caín y la suya. Se enfureció Caín y andaba cabizbajo; 6 y Yavé le dijo: ¿Por qué estás enfurecido y por qué andas cabizbajo? 7¿ No es verdad que, si obraras bien, andarías erguido, mientras que, si no obras bien, estará el pecado a la puerta como fiera acurrucada, acechándote ansiosamente, a la que tú debes dominar? Cesa, que él siente apego a tí, y tú debes dominarle a él. 8Dijo Caín a Abel, su hermano: "Vamos al campo". Y cuando estuvieron en el campo, se alzó Caín contra Abel, su hermano, y le mató.

9Preguntó Yavé a Caín: ¿Dónde está Abel, tu hermano? Contestóle: "No sé. ¿Soy acaso el guarda de mi hermano?" 10 "¿Qué has hecho?--Le dijo El--. La voz de la sangre de tu hermano está clamando a mí desde la tierra. 11Ahora, pues, maldito serás de la tierra, que abrió su boca para recibir de mano tuya la sangre de tu hermano. 12Cuando la labres, no te dará sus frutos, y andarás por ella fugitivo y errante". 13Dijo Caín a Yavé: "Demasiado grande es mi castigo para soportarlo. 14Puesto que me arrojas hoy de la tierra cultivable, oculto a tu rostro habré de andar fugitivo y errante por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará". 15Pero Yavé le dijo: "Si alguien matare a Caín, será siete veces vengado". Puso, pues, Yavé a Caín una señal, para que nadie que le encontrara le hiriera. 16 Caín, alejándose de la presencia de Yavé, habitó la región de Nod, al oriente de Edén.

La descendencia de Caín

17Conoció Caín a su mujer, que concibió y parió a Enoc. Púsose aquél a edificar una ciudad, a la que dio el nombre de Enoc, su hijo. 18A Enoc le nació Irad, e Irad engendró a Mejuyael; Mejuyael a Matusael y Matusael a Lamec. 19Lamec tomó dos mujeres, una de nombre Ada, otra de nombre Sela. 20Ada parió a Jabel, que fue el padre de los que habitan tiendas y pastorean. 21El nombre de su hermano fue Jubal, el padre de cuantos tocan la cítara y la flauta.

22También Sela tuvo un hijo, Tubalcaín, forjador de instrumentos cortantes de bronce y de hierro. Hermana de Tubalcaín fue Noema. 23Dijo, pues, Lamec a sus mujeres: "Ada y Sela, oíd mi voz; Mujeres de Lamec, dad oídos a mis palabras.

Por una herida mataré a un hombre, y a un joven por un cardenal. 24Si Caín sería vengado siete veces, Lamec lo será setenta veces siete".

Set y su descendencia

25Conoció de nuevo Adán a su mujer, que parió un hijo, a quien puso de nombre Set, diciendo: "Hame dado Yavé otro descendiente por Abel, a quien mató Caín". 26También a Set le nació un hijo, al que llamó Enós; éste comenzó a invocar el nombre de Yavé.

Comentarios del Capítulo 4

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  • 2 Caín y Abel representan los dos géneros de vida primitivos conocidos entre los hebreos, que ignorarían la edad paleolítica y los medios de vivir que tenía el hombre.(Volver a Lectura).

  • 3 El culto divino nace del agradecimiento al Creador: cada uno ofrece a Dios lo que recibe de su providencia, en reconocimiento del beneficio.(Volver a Lectura).

  • 4 No dice de qué manera manifestó el Señor su agrado a Abel y a su ofrenda. Según Heb 2,4, el motivofue la fe de Abel, que le movía a ofrecer a Dios lo más escogido de sus bienes. (Volver a Lectura).

  • 7 El texto es difícil de traducir. Según algunos exegetas, se describe la lucha que en la conciencia de Caín se realiza entre el amor fraterno y el odio fratricida, que tiende a consumar el crimen y que al fin triunfa. pero más bien parece referirse al amor que Abel sentía por Caín como hermano, que debía ser para éste un motivo para desistir de su odio, junto con la seguridad de que, como primogénito que era, siempre había de dominar sobre él.(Volver a Lectura).

  • 10 Clama la sangre al Dios vengador de todos los crímenes, y más de éste, que implica una grave ofensa contra la divina imagen (9,5s).(Volver a Lectura).

  • 14 Parece como si Dios habitase en la región de Edén (cf. 1 Sam 26,19; Jon 1,3), y que Caín, sintiendo en su conciencia la voz de Dios, que le arguye, piensa huir de ella, apartándose de aquel lugar. El autor sagrado, además de la situación histórica de Caín, piensa en la de los homicidas, expuestos a caer en las manos del vengador de la sangre (Núm 35,19s; Dt 19,11s; Jos 20,3ss). (Volver a Lectura).

  • 15 El autor sagrado presenta a los descendientes de Caín como los promotores del progreso material: metalurgia, construcción de ciudades, invención de instrumentos musicales... Como en otros casos, por falta de perspectiva histórica, traslada a los albores de la humanidad situaciones ambientales de su época. Así presenta a Caín como el primer constructor de ciudades. La señal sobre su frente quizá aluda a los tatuajes o wasm de los miembros de algunas tribus relacionadas con la invención de la metalurgia según la mentalidad de la época. El autor sagrado, como siempre, busca razones de índole religiosa a usos ancestrales cuyo origen se escapa a la investigación histórica.(Volver a Lectura).

  • 19 Prosigue el autor sagrado indicándonos los orígenes de las principales instituciones humanas. La poligamia tuvo su origen en la descendencia de Caín. nunca en la Escritura sale bien parada la multiplicidad de mujeres.(Volver a Lectura).

  • 22 Túbal es el iniciador de la industria metalúrgica. El texto sagrado nada nos dice de la edad de la piedra, que precedió en muchos siglos a la edad de los metales.(Volver a Lectura).

  • 23 Los versos de Lamec expresan los sentimientos de un ánimo engreído por la invención de las armas y dispuesto a tomar dura venganza de quien le ofenda. Se parece este fiero cántico de Lamec a lo que los árabes llaman "Canto de la espada".

    Aquí termina el relato de la descendencia de Caín, que representa según San Agustín, la ciudad del mundo, a la cual el autor sagrado atribuye la invención de los principales elementos de cultura material y los vicios que ésta suele llevar consigo.(Volver a Lectura).

  • 25 Set, que viene a ocupar el lugar de Abel, como lo dice su nombre, es el heredero del espíritu de su hermano y el principio de otra descendencia muy distinta a la de Caín.(Volver a Lectura).



5 1Este es el libro de la descendencia de Adán. Cuando creó Dios al hombre, le hizo a imagen suya. 2Hízolos macho y hembra, y los bendijo, y les dio, al crearlos, el nombre de Adán. 3Tenía Adán ciento treinta años cuando engendró un hijo a su imagen y semejanza, y lo llamó Set; 4vivió Adán después de engendrar a Set ochocientos años, y engendró hijos e hijas. 5Fueron todos los días de la vida de Adán novecientos treinta años, y murió. 6Era Set de ciento cinco años cuando engendró a Enós; 7vivió después de engendrar a Enós ochocientos siete años, y engendró hijos e hijas. 8Fueron los días todos de su vida novecientos doce años, y murió. 9Era Enós de noventa años cuando engendró a Cainán; 10vivió después de engendrar a Cainán ochocientos quince años, y engendró hijos e hijas. 11Fueron todos los días de la vida de Enós novecientos cinco años, y murió. 12Era Cainán de setenta años cuando engendró a Mahaleel; 13vivió después de engendrar a Mahaleel ochocientos cuarenta años, y engendró hijos e hijas. 14Fueron todos los días de su vida novecientos diez años, y murió. 15Era Mahaleel de sesenta y cinco años cuando engendró a Jared. 16Vivió después de engendrar a Jared ochocientos treinta años, y engendró hijos e hijas. 17Fueron todos los días de su vida ochocientos noventa y cinco años, y murió.

18Era Jared de ciento sesenta y dos años cuando engendró a Enoc; 19vivió después de engendrar a Enoc ochocientos años, y engendró hijos e hijas. 20Fueron todos los días de su vida novecientos sesenta y dos años, y murió. 21Era Enoc de sesenta y cinco años cuando engendró a Matusalén. 22Anduvo Enoc en la presencia de Dios, después de engendrar a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. 22Fueron todos los días de la vida de Enoc trescientos sesenta y cinco años, 24 y anduvo constantemento en la presencia de Dios, y desapareció, pues se lo llevó Dios. 25Era Matusalén de ciento ochenta y siete años cuando engendró a Lamec; 26vivió después de engendrar a Lamec setecientos ochenta y dos años, y engendró hijos e hijas. 27Fueron todos los días de Matusalén novecientos sesenta y nueve años, y murió. 28Era Lamec de ciento ochenta y dos años cuando engendró un hijo, 29 al que puso por nombre Noé, diciendo: "Este nos consolará de nuestros quebrantos y del trabajo de nuestras manos por la tierra que maldijo Yavé". 30Vivió Lamec, después de engendrar a Noé, quinientos noventa y cinco años, y engendró hijos e hijas. 31Fueron todos los días de Lamec setecientos setenta y siete años, y murió. 32Era Noé de quinientos años, y engendró a Sem, Cam y Jafet.

Comentarios del Capítulo 5

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  • 24 La expresión significa una desaparición misteriosa. La Escritura habla varias veces de Enoc y de su desaparición, pero sin levantar el velo del misterio que la envuelve. (Eclo 44,16; 49,16; Heb 11,5).(Volver a Lectura).

  • 32 Los Santos Padres han reparado en la inverosimilitud histórica de la longevidad de los patriarcas antediluvianos. Los años se hallan sistemáticamente exagerados para llegar hasta los albores de la humanidad. el hagiógrafo conoce los nombres de algunos personajes que resultan como piedras miliarias en el gran vacío de la prehistoria. Para dar cabida, el autor sacerdotal atribuye a cada patriarca una longevidad desorbitada. Los autores de la versión alejandrina todavía aumentan cien años en cada patriarca para adaptar la cronología a los datos de la cronología egipcia. En los textos cuneiformes encontramos una serie de diez reyes antediluvianos cuya longevidad se mide por millares de años en cada uno. Las cifras bíblicas son más modestas, pero también inverosímiles. Para explicarlas debemos acudir al género literario hiperbólico y a las tradiciones de la épica popular. el autor de 1 Re 8,63 dice que en la dedicación del templo de Jerusalén por Salomón se inmolaron 22000 y 120000 ovejas, cifra insostenible. en el censo de Núm 1,46 se habla de 603000 varones capaces de empuñar las armas. Todo esto indica que nos hallamos ante exageraciones sistemáticas de cifras recibidas por la tradición, cuya exactitud no se ha de urgir, sino interpretar a la luz de la mentalidad poco exigente en materia histórica de los hechos de la antigüedad. Aquí el hagiógrafo quiere rellenar con personajes de carne y hueso el inmenso vacío que va desde la creación del mundo hasta la elección de Abraham, alargando los anillos de la cadena. San Agustín concibe estos personajes antediluvianos como piedras miliarias, las cuales, más que medir distancias, señalan el camino, o sea la sucesión general de las generaciones por las que se va transmitiendo la promesa de redención a la humanidad.(Volver a Lectura).



El diluvio, decretado por Dios

6 1Cuando comenzaron a multiplicarse los hombres sobre la tierra y tuvieron hijas, 2viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron de entre ellas por mujeres las que bien quisieron. 3Y dijo Yavé: "No permanecerá por siempre mi espíritu en el hombre, porque no es más que carne. Ciento veinte años serán sus días".

4Existían entonces los gigantes en la tierra, y también después, cuando los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres y les engendraron hijos. Estos son los héroes famosos muy de antiguo.

5Viendo Yavé cuánto había crecido la maldad del hombre sobre la tierra y que su corazón no tramaba sino aviesos designios todo el día, 6se arrepintió de haber hecho al hombre en la tierra, doliéndose grandemente en su corazón, 7y dijo: "Voy a exterminar al hombre que creé de sobre la haz de la tierra; y con el hombre, a los ganados, reptiles y hasta las aves del cielo, pues me pesa de haberlos hecho". 8Pero Noé halló gracia a los ojos de Yavé.

Noé dispone el arca

9Esta es la historia de Noé: Noé era varón justo y perfecto entre sus contemporáneos y siempre anduvo con Dios. 10Engendró tres hijos: Sem, Cam y Jafet. 11La tierra estaba toda corrompida ante Dios y llena toda de violencia. 12Viendo, pues, Dios que todo en la tierra era corrupción, pues toda carne había corrompido su camino sobre la tierra, 13dijo Dios a Noé: "El fin de toda carne ha llegado a mi presencia, pues está llena la tierra de violencia a causa de los hombres, y voy a exterminarlos de la tierra. 14Hazte un arca de maderas resinosas, divídela en compartimentos, y la calafateas con pez por dentro y por fuera. 15Hazla así: trescientos codos de largo, cincuenta de ancho y treinta de alto; 16harás en ella un tragaluz, y a un codo sobre éste acabarás el arca por arriba; la puerta la haces a un costado; harás en ella un primero, un segundo y un tercer piso. 17Voy a arrojar sobre la tierra un diluvio de aguas que exterminará toda carne que bajo el cielo tiene hálito de vida. Cuanto hay en la tierra perecerá. 18Pero contigo haré yo mi alianza; y entrarás en el arca tú y tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos contigo. 19De todo viviente y de toda carne meterás en el arca parejas para que vivan contigo; macho y hembra serán. 20De cada especie de aves, de ganados y de reptiles vendrán a ti por parejas para que conserven la vida. 21Recoge alimentos de toda clase, para que a tí y a ellos os sirvan de comida". 22Hizo, pues, Noé en todo como Dios se lo mandó.

Comentarios del Capítulo 6

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  • 1 Estos v. 1-4 parecen una primera introducción histórica del diluvio, aunque literalmente no tengan conexión con la narración del mismo.(Volver a Lectura).

  • 4 La interpretación del lugar es difícil; la opinión más corriente es que se trata de las uniones conyugales de los descendientes de la raza elegida, los hijos de Dios, con las mujeres de la raza de Caín, las hijas de los hombres; uniones que aun a aquéllos llevaron a la más profunda corrupción. De los gigantes se hace después mención en la Escritura (Núm 13,33) y, aunque con nombres distintos, también en otros lugares.(Volver a Lectura).

  • 5 Aquí comienza la introducción literaria, a la vez que histórica, del diluvio. A causa de la corrupción humana, resuelve Dios hacer un juicio contra el hombre y contra las bestias que por él había creado. Solo Noé encuentra gracia delante de Dios, y vendrá a ser el segundo padre de la humanidad.(Volver a Lectura).

  • 15 Había dos codos: el uno ordinario, que valía poco menos de medio metro, y el sagrado, que valía algo más. Las dimensiones aproximadas del arca serían, pues, 150 x 25 x 15 metros.(Volver a Lectura).



Entra Noé en el arca

7 1Después dijo Yavé a Noé: "Entra en el arca tú y toda tu casa, pues sólo tú has sido hallado justo en esta generación. 2De todos los animales puros toma dos setenas, machos y hembras, y de los impuros, una pareja, macho y hembra. 3También de las aves del cielo dos setenas, machos y hembras, para que viva la raza sobre la haz de la tierra toda, 4porque dentro de siete días voy a hacer llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches, y exterminaré de la tierra cuanto hice".

5Hizo Noé cuanto Dios le mandara. 6Era Noé de seiscientos años cuando el diluvio inundó la tierra. 7Y para librarse de las aguas del diluvio entró en el arca con sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos. 8Y de los animales puros e impuros, de las aves y de cuanto se arrastra sobre la tierra, 9entraron con Noé parejas, machos y hembras, según se lo había ordenado Dios a Noé. 10Pasados los siete días, las aguas del diluvio cubrieron la tierra. 11A los seiscientos años de la vida de Noé, el segundo mes, el día diecisiete de él, se rompieron todas las fuentes del abismo, se abrieron las cataratas del cielo, 12y estuvo lloviendo sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches. 13Aquel mismo día entraron en el arca Noé y sus hijos, Sem, Cam y Jafet; su mujer y las mujeres de sus tres hijos, 14y con ellos todos los vivientes según su especie: toda clase de ganados, de reptiles que se arrastran sobre la tierra; toda ave según su especie, y todo pájaro alado. 15Entraron con Noé en el arca, de dos en dos, de toda carne que tiene hálito de vida. 16De toda carne entraron macho y hembra, como se lo había mandado Dios, y tras él cerró Yavé las puertas.

La inundación

17Diluvió durante cuarenta días sobre la tierra, crecieron las aguas y levantaron el arca, que se alzó sobre la tierra. 18Siguieron creciendo, creciendo las aguas sobre la tierra, y el arca flotaba sobre la superficie de las aguas. 19Tanto crecieron las aguas, que cubrieron los altos montes de debajo del cielo. 20Quince codos subieron las aguas por encima de ellos, cubriéndolos. 21Pereció toda carne que se arrastra sobre la tierra: las aves, las bestias, los vivientes todos que pululan sobre la tierra y todos los hombres. 22Todo cuanto tenía hálito de vida en sus narices y todo cuanto había sobre la tierra seca murió. 23Y exterminó a todos los seres que había sobre la superficie de la tierra, desde el hombre a la bestia; y los reptiles y las aves del cielo fueron exterminadas de la tierra, quedando sólo Noé y los que con él estaban en el arca. 24Ciento cincuenta días estuvieron altas las aguas sobre la tierra.

Comentarios del Capítulo 7

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  • 1 Estos v. 1-5 son paralelos a los anteriores, con las mismas órdenes de Dios y la ejecución de ellas por Noé; mas añaden la clasificación de animales en puros y no puros.(Volver a Lectura).

  • 11 Los hebreos, como los caldeos, suponían la tierra asentada sobre las aguas del grande abismo, del cual proceden los manantiales de los ríos y de las fuentes (Sal 24,2; 135,6). "Se abrieron las cataratas del cielo", expresión que supone la concepción del firmamento sólido que sostenía las aguas superiores (1,6s). El significado real de estas expresiones, tomadas de la cosmografía antigua, es la lluvia torrencial enviada por las nubes, que a su vez acrece los manantiales de las fuentes y el caudal de los ríos con sus naturales efectos.(Volver a Lectura).



Cesa el diluvio

8 1Acordóse Dios de Noé y de todos los vivientes, de todas las bestias que con él estaban en el arca; e hizo pasar un viento sobre la tierra, y comenzaron a menguar las aguas. 2Cerráronse las fuentes del abismo y las cataratas del cielo, cesó de llover, 3y las aguas iban menguando poco a poco sobre la haz de la tierra. Comenzaron a bajar al cabo de ciento cincuenta días. 4 El día veintisiete del séptimo mes se asentó el arca sobre los montes de Ararat. 5Siguieron menguando las aguas hasta el mes décimo, y el día primero de este mes aparecieron las cumbres de los montes. 6Pasados cuarenta días más, abrió Noé la ventana que había hecho en el arca, 7y para ver cuánto habían menguado las aguas soltó un cuervo, que volando iba y venía mientras se secaban las aguas sobre la tierra. 8 Siete días después, para ver si se habían secado ya las aguas sobre la haz de la tierra, soltó una paloma, 9que como no hallase dónde posar el pie, se volvió a Noé, al arca, porque las aguas cubrían todavía la superficie de la tierra. Sacó él la mano, y tomándola la metió en el arca. 10Esperó otros siete días, y al cabo de ellos soltó otra vez la paloma, 11que volvió a él a la tarde, trayendo en el pico una ramita verde de olivo. Conoció Noé que habían disminuido las aguas sobre la tierra; 12pero todavía esperó otros siete días, y volvió a soltar a la paloma, que ya no volvió más a él.

13El año seiscientos uno, en el primer mes, el día primero de él, se secaron las aguas sobre la tierra, y abriendo Noé el techo del arca, miró, y vio que estaba seca la superficie de la tierra. 14El día veintisiete del segundo mes estaba ya seca la tierra.

Noé fuera del arca

15Habló, pues, Dios a Noé y le dijo: 16"Sal del arca tú y tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus hijos contigo. 17Saca también contigo a todo viviente y a toda carne: aves, bestias y todos los reptiles que se arrastran sobre la tierra; llenad la tierra, procread y multiplicaos sobre ella".

18Salió, pues, Noé, con sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos, 19y salieron también todas las fieras, ganados, aves y reptiles que se arrastran sobre la tierra, según sus especies. 20Alzó Noé un altar a Yavé, y tomando de todos los animales puros y de todas las aves puras, ofreció sobre el altar un holocausto. 21Y aspiró Yavé el suave olor, y se dijo en su corazón: "No volveré ya más a maldecir a la tierra por el hombre, pues los deseos del corazón humano, desde la adolescencia, tienden al mal; no volveré ya a exterminar todo viviente, como acabo de hacer. 22Mientras dure la tierra habrá sementera y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche".

Comentarios del Capítulo 8

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  • 4 Este país es, sin duda, el que los asirios llaman Urartu, situado al norte de Asiria y en la región del lago Van (cf. Is 37,38; Jer 51,27).(Volver a Lectura).

  • 13 Según 7,11, empezó el diluvio el 17 del segundo mes, durando, por tanto, doce meses lunares y diez días, es decir, un año solar completo, que fue el 601 de la vida de Noé.(Volver a Lectura).

  • 17 En este segundo comienzo de la vida sobre la tierra repite Dios la bendición que había dado al principio (1,28).(Volver a Lectura).

  • 21 La expresión tan realista "aspiró el Señor el olor suave" significa la aceptación del sacrificio de parte de Dios (Lev 1,9.13; 2,9.12). El Señor como entristecido por la catástrofe y teniendo compasión de la flaqueza humana, toma la resolución, principio del pacto que luego hará con Noé, de no volver a maldecir la tierra.(Volver a Lectura).

  • 22 El relato, en su sentido obvio, nos da un diluvio universal con que castiga Dios la universal corrupción de toda carne, y del cual se salva sólo el que en su generación era justo ante Dios. Si en verdad el diluvio fue del todo universal, con universalidad geográfica, zoológica y antropológica, es muy dudoso y discutido. La mención que de él hace varias veces el Antiguo y Nuevo Testamento no parece exigir una estricta y absoluta universalidad.(Volver a Lectura).



Alianza de Dios con Noé

9 1Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, diciéndoles: "Procread y multiplicaos y llenad la tierra; 2que os teman y de vosotros se espanten todas las fieras de la tierra, y todos los ganados, y todas las aves del cielo; todo cuanto sobre la tierra se arrastra y todos los peces del mar, los pongo todos en vuestro poder. 3Cuanto vive y se mueve os servirá de comida; y asimismo os entrego toda verdura. 4Solamente os abstendréis de comer carne con su alma, es decir, su sangre. 5Y ciertamente os demandaré vuestra sangre, que es vuestra vida: de mano de cualquier viviente la reclamaré, como la demandaré de la mano del hombre, extraño o deudo, pidiendo cuentas de la vida humana. 6El que derramare la sangre humana, por mano de hombre será derramada la suya, porque el hombre ha sido hecho a imagen de Dios. 7Vosotros, pues, procread y multiplicaos y henchid la tierra y dominadla". 8Dijo también Dios a Noé y a sus hijos: 9"Ved, yo voy a establecer mi alianza con vosotros y con vuestra descendencia después de vosotros; 10y con todo ser viviente que está con vosotros, aves, ganados y fieras de la tierra, todos los salidos con vosotros del arca. 11Hago con vosotros pacto de no volver a exterminar a todo viviente por las aguas de un diluvio y de que no habrá ya más un diluvio que destruya la tierra". 12Y añadió Dios: "Ved aquí la señal del pacto que establezco entre mí y vosotros, y cuantos vivientes están con vosotros, por generaciones sempiternas: 13pongo mi arco en las nubes, para señal de mi pacto con la tierra, 14 y cuando cubriere yo de nubes la tierra, aparecerá el arco, 15y me acordaré de mi pacto con vosotros, y con todo viviente, y con toda carne, y no volverán las aguas del diluvio a destruir toda carne. 16Estará el arco en las nubes, y yo lo veré, para acordarme de mi pacto eterno entre Dios y toda alma viviente y toda carne que hay sobre la tierra". 17Esta es--Dijo Dios a Noé-- la señal del pacto que establezco entre mí y toda carne que está sobre la tierra.

Los hijos de Noé

18Fueron los hijos de Noé salidos del arca Sem, Cam y Jafet; Cam era padre de Canán. 19Estos tres eran los hijos de Noé y de ellos se pobló toda la tierra. 20 Noé, agricultor, comenzó a labrar la tierra, y plantó una viña. 21Bebió de su vino, y se embriagó, y quedó desnudo en medio de su tienda. 22Vio Cam, el padre de Canán, la desnudez de su padre, y fue a decírselo a sus hermanos, que estaban fuera; 23y tomando Sem y Jafet el manto, se lo pusieron sobre los hombros, y yendo de espaldas, vuelto el rostro, cubrieron, sin verla, la desnudez de su padre. 24Despierto Noé de su embriaguez, supo lo que con él había hecho el más pequeño de sus hijos, 25y dijo:

"Maldito Canán,

Siervo de los siervos de sus hermanos será".

26Y añadió: "Bendito Yavé, Dios de Sem".

Y sea Canán siervo suyo.

27"Dilate Dios a Jafet, y habite éste en las tiendas de Sem y sea Canán su siervo".

28Vivió Noé después del diluvio trescientos cincuenta años, 29siendo todos los días de su vida novecientos cincuenta años, y murió.

Comentarios del Capítulo 9

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  • 4 La Ley insiste mucho en este precepto, porque la sangre, en que está la vida, debe ser ofrecida a Dios como Señor de la misma vida (Lev 17,14; Act 15,20.29).(Volver a Lectura).

  • 5 El Señor se declara aquí vengador de la sangre humana, aun contra las mismas fieras, para infundir mayor respeto a la vida del hombre (4,9ss; Ex 21,28).(Volver a Lectura).

  • 6 Repite Dios a Noé la bendición dada a Adán (Gén 1,28), y repite igualmente el mandato de respetar la vida del hombre, por ser éste imagen y semejanza de Dios.(Volver a Lectura).

  • 17 El propósito doctrinal de este relato del diluvio es manifiestamente mostrarnos a Dios juez vengador de la corrupción moral humana y misericordioso reparador de la humanidad pecadora. La tradición de un diluvio que destruyó todos los hombres, menos algunos, salvados por el favor de Dios, es bastante general en los pueblos antiguos, civilizados y salvajes. De éstos, el relato más interesante es el transmitido por Beroso, sacerdote babilónico de la época de Alejandro, cuyo original cuneiforme, hallado modernamente, remonta a la época de los patriarcas. Salvo su teología politeísta, en lo puramente histórica el relato caldeo es muy semejante al bíblico y no puede dudarse que ambos representan una misma tradición. Los modernos estudios prehistóricos indujeron a suponer que esta tradición se refiere al peíodo glaciar y diluvial, que en la edad paleolítica invadió buena parte de la tierra, destruyendo la población humana y su cultura. A pesar del carácter de universalidad que aparece en el texto, algunos exegetas modernos, apoyados en argumentos bíblicos y científicos, restringen su sentido en el orden geográfico, zoológico y aun en el antropológico; aunque en este último punto muchos otros exegetas sostienen la destrucción total de la humanidad, salvo la familia de Noé.(Volver a Lectura).

  • 20 Parece este episodio una continuación de las invenciones mencionadas en el c. 5. La viña es muy cultivada en Palestina, y su primer origen lo ponen los historiadores precisamente en Armenia. (Volver a Lectura).

  • 27 Compárese con esta bendición la de Isaac a sus hijos (27,27-29.39-40), la de Jacob a los suyos (49,1-27), la de Moisés a las doce tribus (Dt 32). Las bendiciones de Sem y de Jafet son, indudablemente, mesiánicas. La maldición merecida por Cam no recae sobre éste, sino sobre su hijo Canán. Cam en la Biblia es Egipto (Sal 78,51; 105,23-27), por quien los hebreos tenían simpatía, no obstante la historia del éxodo; pero Canán es el pueblo cananeo, condenado en la Ley a la destrucción y en la historia a la servidumbre. Se anuncia aquí lo que ha de suceder en Canán, conquistada por los hebreos, los filisteos y los otros pueblos llamados del Mar, que en el siglo XII invadieron Siria y Palestina, hasta amenazar a Egipto.(Volver a Lectura).



Los pueblos descendientes de Noé

10 1Esta es la descendencia de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, a quienes nacieron hijos después del diluvio. 2Hijos de Jafet fueron Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mosoc y Tiras; 3hijos de Gomer: Asquenaz, Rifat y Togorma; 4Hijos de Javán: Elisa y Tarsis, Quitim y Rodanim.

5De éstos se poblaron las islas de las gentes en sus tierras, según sus lenguas, familias y naciones. 6Hijos de Cam fueron: Cus, Misraím, Put y Canán. 7Hijos de Cus: Seba, Evila, Sabta, Rama y Sabteca. Hijos de Rama: Seba y Dadán. 8Cus engendró a Nemrod, que fue quien comenzó a dominar sobre la tierra, 9pues era un robusto cazador ante Yavé, y de ahí se dijo: "Como Nemrod, robusto cazador ante Yavé". 10Fue el comienzo de su reino Bable, Ereg, Acad y Calne, en tierra de Senaar. 11De esta tierra salió para Asur, que edificó Nínive, Rojobothir, Calaj 12y Resen, entre Nínive y Calaj: ésta fue la ciudad grande. 13Misraím engendró a los Ludim, los Anamim, los Leabim, los Naftujim, 14los Petrusim y los Caslujim y los Caftorim, de los cuales salieron los Pilistim.

15Canán engendró a Sidón, su primogénito, y a Jet, 16al jebuseo, al amorreo, al guergueseo, 17al jeveo, al araqueo, al sineo, 18al arvadeo, al semareo y al jamateo, de los que descendieron después las familias del cananeo. 19Los límites del cananeo eran desde Sidón, viniendo hacia Guerar, hasta Gaza, y viniendo hacia Sodoma, Gomorra, Adama y Seboím hasta Lesa.

20Estos son los hijos de Cam, según sus familias, lenguas, regiones y naciones.

21También le nacieron hijos a Sem, padre de todos los Bene Heber y hermano mayor de Jafet. 22Son hijos de Sem: Elam, Asur, Arfaxad, Lud, Aram y Cainán. 23Hijos de Aram: Uz, Jul, Gueter y Mas. 24Arfaxad engendró a Salaj, y Salaj a Heber. 25A Heber le nacieron dos hijos; el uno se llamó Paleg, porque en su tiempo se dividió la tierra; su hermano se llamó Joctán; 26Joctán engendró a Almodad, Salef, Jasarmavet, Jaraj, 27Adoram, Uzal, Diclá, 28Obad, Abimael, Seba, 29Ofir, Evila y Jobab. Todos éstos son hijos de Joctán, 30y habitaron desde Mesa, según se va a Sefar, el monte oriental.

31Estos son los hijos de Sem, según sus familias, lenguas, regiones y naciones. 32Estas las familias de los hijos de Noé, según sus generaciones y naciones. De éstos se dividieron los pueblos de la tierra después del diluvio.

Comentarios del Capítulo 10

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  • 1 La tabla etnográfica del Génesis está en forma de árbol genealógico; en ella los nombres, más que personas, representan frecuentemente naciones, tribus o ciudades, abarcando el mundo conocido de los hebreos desde el mar Caspio hasta España, límite occidental de las colonias fenicias. Aquí aparece Israel entre los grandes pueblos de la antigüedad y antepuesto a ellos por la elección divina.(Volver a Lectura).

  • 8 Los v.8-12 son un paréntesis de la genealogía de los Cus. implica una dificultad esste parentesco de Cus con el fundador del imperio semita en Mesopotamia (Miq 5,5). Para resolverla propone unos leer Cas, i.e., los coseos o casitas, que habitaban al este de Asiria y luego reinaron en Babilonia: otros prefieron leer Kis, nombre de una de las ciudades más antiguas de Caldea.(Volver a Lectura).

  • 13 Misraím es forma dual que significa el Alto y el Bajo Egipto, al cual se ligan muchos pueblos que han tenido relación con él.(Volver a Lectura).

  • 22 El centro de la habitación de Sem es Caldea, extendiéndose al este y al sur por Arabia y al norte y al oeste hasta el extremo del Asia Menor, donde moran los lidios. Añadimos a la genealogía el nombre de Cainán, por hallarse en los LXX y haberlo incluido San Lucas en la de Cristo (Lc 3,36). La genealogía, aunque incompleta, es el documento etnográfico más importante que nos ha transmitido la antigüedad, pues por él conocemos el lugar que ocupaba el pueblo de las promesas mesiánicas en medio de las naciones.(Volver a Lectura).

  • 32 De este cuadro quedan excluidos todos los pueblos que moraban fuera del ámbito geográfico del autor sagrado, que era el de sus contemporáneos. La divina inspiración no ampliaba los conocimientos geográficos de los autores sagrados, que, por otra parte, no interesaban al fin que se proponían. (Volver a Lectura).



La confusión de las lenguas

11 1Era la tierra toda de una sola lengua y de unas mismas palabras. 2En su marcha desde Oriente hallaron una llanura en la tierra de Senaar, y se establecieron allí. 3Dijéronse unos a otros: "Vamos a hacer ladrillos y a cocerlos al fuego". Y sirvieron de los ladrillos como de piedra, y el betún les sirvió de cemento; 4y dijeron: "Vamos a edificarnos una ciudad y una torre, cuya cúspide toque a los cielos y nos haga famosos, por si tenemos que dividirnos por la haz de la tierra". 5Bajó Yavé a ver la ciudad y la torre que estaban haciendo los hijos de los hombres, 6y se dijo: "He aquí un pueblo uno, pues tienen todos una lengua sola. Se han propuesto esto, y nada les impedirá llevarlo a cabo. 7Bajemos, pues, y confundamos su lengua, de modo que no se entiendan unos a otros". 8Y los dispersó de allí Yavé por toda la haz de la tierra, y así cesaron de edificar la ciudad. 9Por eso se llamó Babel, porque allí confundió Yavé la lengua de la tierra toda, y de allí los dispersó por la haz de toda la tierra.

La torre de Korsabat restaurada.

Genealogía de Abram

10Esta es la descendencia de Sem: era Sem de cien años cuando engendró a Arfaxad, dos años después del diluvio. 11Vivió Sem después de engendrar a Arfaxad quinientos años, y engendró hijos e hijas. 12 Vivió Arfaxad treinta y cinco años, y engendró a Sale; 13vivió después de engendrar a Sale trescientos años, y engendró hijos e hijas. 14Vivió Sale treinta años, y engendró a Heber; 15vivió después de engendrar a Heber cuatrocientos tres años, y engendró hijos e hijas. 16Vivió Heber cuatrocientos tres años, y engendró a Paleq; 17vivió después de engendrar a Paleq cuatrocientos treinta años, y engendró hijos e hijas. 18Vivió Paleq treinta años, y engendró a Reu; 19vivió después de engendrar a Reu doscientos nueve años, y engendró hijos e hijas. 20Vivió Reu treinta y dos años, y engendró a Sarug; 21vivió después de engendrar a Sarug doscientos siete años, y engendró hijos e hijas. 22Vivió Sarug treinta años, y engendró a Najor; 23vivió después de engendrar a Najor doscientos años, y engendró hijos e hijas. 24Vivió Najor veintinueve años, y engendró a Teraj; 25vivió después de engendrar a Teraj ciento diecinueve años, y engendró hijos e hijas. 26 Vivió Teraj setenta años, y engendró a Abram, a Najor y a Aram.


Emigración de Abram a Palestina

27Estas son las generaciones de Teraj: Teraj engendró a Abram, Najor y Aram. Aram engendró a Lot, 28 y murió Aram antes que su padre Teraj en su país natal, en Ur de los caldeos. 29Tomaron Abram y Najor mujer cada uno; el nombre de la de Abram, Sarai, y el de la de Najor, Melca, hija de Aram, el padre de Melca y de Jesca.

30Era Sarai estéril y no tenía hijos. 31 Tomó, pues, Teraj a Abram, su hijo; a Lot, el hijo de Aram, hijo de su hijo, y a Sarai, su nuera, la mujer de su hijo Abram, y los sacó de Ur Casdim para dirigirse a la tierra de Canán, y llegados a Jarán, se quedaron allí. 32 Siendo Teraj de doscientos cinco años, murió en Jarán.

Comentarios del Capítulo 11

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  • 1 Como aquí falta totalmente la cronología, ignoramos a qué tiempo se refiere y cuáles de los hijos de Noé tomaron parte en este episodio.(Volver a Lectura).

  • 4 Era su intento edificar una ciudad que fuera el centro de su vida y de sus relaciones. La torre es semejante a un sikkurat de los que en Babilonia servían de templo, y que por hipérbole se dice que tocaba el cielo (Dt 1,28). Esta torre sería un monumento que perpetuaría la memoria de su nombre.(Volver a Lectura).

  • 6 Están unidos, y la unidad de lengua favorece la unión de los ánimos para emprender cosas grandes. Ahora comienzan, y si la empresa les sale bien, no tendrán límite en sus ambiciones. La unión engendra la fuerza, y de ésta nace el orgullo para desafiar a Dios mismo (Is 19,18; Sof 3,9; Act 2,5-11). En cambio, la diversidad de lenguas es causa de aversión y de división (Dt 28,49; Jer 5,15).(Volver a Lectura).

  • 12 Los LXX intercalan aquí a Cainán, como en 10,24.(Volver a Lectura).

  • 26 Abram es el término de la genealogía patriarcal, que comprende además todo el c. 5 del Génesis. En cuanto al modo de la genealogía, su sentido mesiánico y su valor cronológico, véase la nota a Génesis 5,31 (cf Introducción a los libros históricos n.8). (Volver a Lectura).

  • 28 Ur es una ciudad muy antigua de la Baja Caldea, a la derecha del Eufrates, en la cual era muy venerado el dios Sin, Luna, que era también el dios principal de Jarán. (Volver a Lectura).

  • 31 Jarán, o Harán, es ciudad principal de la Alta Mesopotamia y paso obligado para la Siria y Canán. (Volver a Lectura).

  • 32 El texto samaritano lee 145, lo que cuadra mejor con la cronología posterior. Con este capítulo termina la primera parte del Génesis, que abarca la historia de la humanidad, aunque concretándose más y más cada vez, hasta venir a la familia de Teraj, a quien debemos suponer como un jefe de tribu. No hay por qué buscar aquí un cuadro completo de la historia universal, para lo cual el autor sagrado carecía de datos, que la tradición humana no le suministraba. Con los que tenía y con los que la revelación divina le daba sobre los orígenes del mundo y del hombre, ilustrado con la luz divina, nos teje esta historia del linaje humano bajo la acción sobrenatural de Dios. Mirada desde el punto de vista histórico, no hay duda que es incompleta y ofrece dificultades, pero considerada desde el punto de vista religioso y comparada con las aberraciones mitológicas en las tradiciones primitivas de los otros pueblos, resultan claras sus enseñanzas acerca de los dogmas más fundamentales de la religión y de una superioridad incomparable sobre todos los demás relatos de la historia primitiva de la humanidad. (Volver a Lectura).



SEGUNDA PARTE

HISTORIA DE ABRAM

(12,1-25,18)

12 1Dijo Yavé a Abram: "Salte de tu tierra,
De tu parentela,
De la casa de tu padre,
Para la tierra que yo te indicaré;
2Yo te haré un gran pueblo,
Te bendeciré y engrandeceré tu nombre,
Que será una bendición.
3 Y bendeciré a los que te bendigan.
Y maldeciré a los que te maldigan.
Y serán bendecidas en ti todas las familias de la tierra "
. 4Fuese Abram conforme le había dicho Yavé, llevando consigo a Lot. Al salir de Jarán era Abram de setenta y cinco años. 5Tomó, pues, Abram a Sarai, su mujer y a Lot, su sobrino, y todo lo que habían ganado y el personal de su familia y hacienda y ganados que en Jarán habían adquirido, y salieron en dirección de la tierra de Canán, y llegaron a ella. 6 Penetró en ella Abram hasta el lugar de Siquem, hasta el encinar de Moreh. Entonces estaban los cananeos en la tierra. 7 Y se le apareció Yavé a Abram y le dijo: "A tu descendencia daré yo esta tierra". Alzó allí un altar a Yavé, que se le había aparecido, 8y pasando de allí hacia el monte que está frente a Betel al occidente y a Haí al oriente, y alzó allí un altar a Yavé, invocando su nombre de Yavé.

Bajada de Abram a Egipto

9Levantó Abram sus tiendas para ir al Negueb; 10 pero hubo un hambre en aquella tierra, y bajó a Egipto para peregrinar allí, por haber en aquella tierra gran escasez. 11Cuando estaba ya próximo a entrar a Egipto, dijo a Sarai, su mujer: "Mira que sé que eres mujer hermosa, 12y cuando te vean los egipcios dirán: "Es su mujer", y me matarán a mí, y a ti te dejarán la vida; 13 di, pues, te lo ruego, que eres mi hermana, para que así me traten bien por ti, y por amor de ti salve yo mi vida". 14Cuando, pues, hubo entrado Abram en Egipto, vieron los egipcios que su mujer era muy hermosa; 15y viéndola los jefes del faraón, se la alabaron mucho, y la mujer fue llamada al palacio del faraón. 16A Abram le trataron muy bien por amor de ella, y tuvo ovejas, ganados y asnas y camellos. 17Pero Yavé afligió con grandes plagas al faraón y a su casa por Sarai, la mujer de Abram; 18y llamado el faraón a Abram, le dijo: ¿Por qué no me diste a saber que era tu mujer? 19¿Por qué dijiste: Es mi hermana, dando lugar a que la tomase yo por mujer? Ahora, pues ahí tienes a tu mujer; tómala y vete. 20Y dio el faraón órdenes acerca de él a sus hombres, y le despidieron a él y a su mujer con todo cuanto era suyo.

Comentarios del Capítulo 12

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  • 3 Las palabras de Dios a Abram contienen un mandato y una promesa, uno y otra dados en Ur Casdim (Act 7,2). La promesa repite en términos caso idénticos, tres veces al mismo Abram, y después a Isaac y a Jacob. Promete Dios a Abram darle la tierra de Canán, a él y a su descendencia; esto, si bien aquí está sólo indicado, se halla luego terminantemente en las promesas siguientes (13,14ss): multiplicar su descendencia, hasta hacerla una gran nación, engrandecerle y darle por fuente de bendición; bendecir a los que le bendigan, maldecir a los que le maldigan y ser objeto de bendición para todas las naciones de la tierra. La razón de todas estas bendiciones es el Mesías, que de Abram descenderá.(Volver a Lectura).

  • 6 Siquem había de ser memorable en la historia de sus descendientes. El encinar de Moreh está cercano a Siquem, donde el patriarca fijó su campo, y es mencionado en Dt 11,30. Los cananeos habían llegado al país antes que Abram; la promesa divina implicaba así mayor dificultad.(Volver a Lectura).

  • 7 Estos sitios de apariciones divinas vienen a ser lugares sagrados para el patriarca, como luego lo serán para sus descendientes (Ex 20,24).(Volver a Lectura).

  • 10 Egipto, a causa de su fertilidad y del distinto régimen climatológico, fue siempre el refugio de Palestina en tiempos de carestía, u más para los nómadas, que con mayor facilidad se mueven. (Volver a Lectura).

  • 13 Según Gén 20,12 Abram y Sara eran hermanos de padre, lo que no era en muchos pueblos antiguos impedimento del matrimonio. En Israel mismo, a pesar de la Ley (Lev 18,9.11, Dt 27,22), tal vezno se consideraban tales matrimonios como ilícitos, a juzgar por las palabras de Tamar a su hermano Amnón (2 Sam 13,13).
    La medida no evitaba el peligro de adulterio. Para evitarlo, sin duda que el patriarca ponía su confianza en Dios (SAN AGUSTIN, Contra Faustum XXII, 37).(Volver a Lectura).



13 1 Subió, pues, de Egipto Abram con su mujer, toda su hacienda, y con Lot hacia el Negueb. 2Era Abram muy rico en ganados y en plata y oro, 3y se volvió desde el Negueb hacia Betel, 4hasta el lugar donde estuvo antes acampado entre Betel y Haí, al lugar del altar que allí alzara al principio, e invocó allí el nombre de Yavé.


Separación de Abram y Lot

5También Lot, que acompañaba a Abram, tenía rebaños, ganados y tiendas, 6y el país no les bastaba para habitar juntos por ser mucha su hacienda, y no podían morar juntos. 7 Hubo contiendas entre los pastores del ganado de Abram y los del ganado de Lot. Habitaban entonces aquella tierra cananeos y fereceos. 8Dijo, pues, Abram a Lot "Que no haya contiendas entre los dos, ni entre mis pastores y los tuyos, pues somos hermanos".

9"¿No tienes ante ti toda la región? Sepárate, pues, de mí, te lo ruego; si tú a la izquierda, yo a la derecha; si tú a la derecha, yo a la izquierda". 10Alzando Lot sus ojos, vio toda la hoya del Jordán, enteramente regada--antes de que destruyera Yavé a Sodoma y Gomorra--, que era como el paraíso de Yavé, como Egipto según se va a Segor. 11Eligió, pues, Lot la hoya del Jordán, y se dirigió al oriente, separándose el uno del otro. 12Abram habitó en la tierra de Canán, y Lot moró en las ciudades de la hoya del Jordán, asentando su tienda hasta Sodoma. 13Eran los habitantes de Sodoma malos y pecadores ante Yavé en muy alto grado. 14Dijo Yavé a Abram después que Lot se hubo separado de él "Álza tus ojos, y desde el lugar donde estás mira al norte y al mediodía, al oriente y al occidente. 15Toda esa tierra que ves te la daré yo a ti y a tu descendencia para siempre. 16Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; si hay quien pueda contar el polvo de la tierra, ése será quien pueda contar du descendencia. 17Levántate y camina por la tierra, a lo largo y a lo ancho, pues a ti te la he de dar". 18Levantó, pues, Abram sus tiendas y se fue a habitar al encinar de Mambré, cerca de Hebrón, y alzó allí un altar a Yavé.

Comentarios del Capítulo 13

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  • 1 El Negueb es el mediodía de Canán.(Volver a Lectura).

  • 7 En 12,6 los cananeos venían a significar todos los habitantes de la Palestina; aquí tienen esta significación estos dos nombres, cananeos y fereceos, que se hallan juntos también en 34,40. Estando pobblada la tierra, Abram y Lot no podían moverse con libertad.(Volver a Lectura).



Liberación de Lot

14 1Sucedió que en aquel tiempo Amrafel, rey de Senaar; Arioc, rey de Elasar; Codorlaomor, rey de Elam, y Tadal, rey de Goyim, 2hicieron guerra a Bera, rey de Sodoma; a Birsa, rey de Gomorra; a Senab, rey de Adama; a Semebar, rey de Seboyim, y al rey de Bela, que es Segor. 3Estos se concentraron en el valle de Sidim, que es el mar de la Sal. 4Por doce años habían estado sometidos a Codorlaomor, pero el año trece se rebelaron. 5El catorce vino Codorlaomor y los reyes con él coligados, y derrotaron a los refaím en Astarot Carnaím, y a los zuzim en Ham, a los emim en el llano de Quiriataím, 6y a los jorreos en los montes de Seir hasta El Farán, que está junto al desierto; 7y volviéndose, vinieron a la fuente de Mispat (juicio), que es Cades, y talaron todos los campos de los amalecitas y los de los amorreos que habitaban en Jasasón Tamar. 8Saliéronles al encuentro el rey de Sodoma, el de Gomorra, el de Adama, el de Seboyim y el de Bela, que es Segor, y presentaron batalla en el valle de Sidim 9contra Codorlaomor, rey de Elam; Tadal, rey de Goyim; Amrafel, rey de Senaar, y Arioc, rey de Elasar, cuatro reyes contra cinco. 10 Había en el valle de Sidim muchos pozos de betún. Los reyes de Sodoma y Gomorra se dieron a la fuga, y cayeron allí muchos, y los que se salvaron huyeron al monte. 11Saquearon todas las haciendas de Sodoma y Gomorra y todas sus provisiones, y se retiraron.

12Capturaron a Lot, sobrino de Abram, con su hacienda, y se fueron; él habitaba en Sodoma, 13y fue uno de los fugitivos a decírselo a Abram, el hebreo, que habitaba en el encinar de Mambré, el amorreo, hermano de Escol y de Aner, que habían hecho alianza con Abram; 14 y como supo Abram que había sido hecho cautivo su hermano, reunió los capaces de llevar armas de entre sus domésticos, trescientos dieciocho, y persiguió a los aprehensores hasta Dan, 15 y dividiendo su tropa cayó sobre ellos por la noche, él y sus siervos, y los derrotaron, persiguiéndolos hasta Jobra, que está al norte de Damasco, 16y recobró todo el botín y a Lot, su hermano, con toda su hacienda, y mujeres y pueblo. 17 Después que volvió de derrotar a Codorlaomor y a los reyes que con él estaban, salióle al encuentro el rey de Sodoma en el valle de Save, que es el valle del rey, 18 y Melquisedec, rey de Salem, sacando pan y vino, como era sacerdote del Dios Altísimo, 19 Bendijo a Abram, diciendo: "Bendito Abram del Dios Altísimo, el dueño de cielos y tierra". 20 "Y bendito el Dios Altísimo, que ha puesto a tus enemigos en tus manos".

Y le dio a Abram el diezmo de todo. 21 Dijo el rey de Sodoma a Abram: "Dame las personas, la hacienda tómala para ti"; 22pero Abram dijo al rey de Sodoma: "Alzo mi mano a Yavé, al Dios Altísimo, el dueño de cielos y tierra, 23que desde un hilo hasta una correa de zapato no tomaré yo nada de cuanto es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram; 24salvo lo que han comido los mozos y la parte de los que me han acompañado, Aner, Escol y Mambré. Estos tomarán sus partes".

Comentarios del Capítulo 14

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  • 10 Todavía hoy el mar Muerto arroja betún o asfalto en gran cantidad.(Volver a Lectura).

  • 14 Este detalle nos indica que Abram era jeque de una poderosa tribu.(Volver a Lectura).

  • 15 Esta división de las tropas en tres grupos es aún la táctica de los nómadas. La excesiva confianza que a los vencedores habían dado sus fáciles triunfos y la resolución de Abram y sus aliados dieron a éstos una completa victroia y los hicieron dueños del botín que en su expedición habían acumulado los reyes orientales.(Volver a Lectura).

  • 17 Las palabras que es el valle del rey son sin duda, una glosa. De este valle se hace mención en 2 Sam 8,18 a propósito del monumento sepulcral levantado allí por Absalón.(Volver a Lectura).

  • 18 Este personaje, rey y sacerdote, es el más interesante del capítulo. Salem es Jerusalén, Urusalim en las cartas de El-Amarna (cf. Sal 76,2), donde era rey Adonisedec (Jos 10,2s). Su acto, más que un sacrificio, parece ser un obsequuio a los vencedores, que desde Clemente Alejandrino es mirado como tipo de la Eucaristía (Strom. IV, 25) y hasta del sacrificio de la misa. La razón de tipo no exige que la acción de Melquisedec sea un verdadero sacrificio.(Volver a Lectura).

  • 19 Dios Altísimo, en hebreo El Elyon, que la Escritura retiene como uno de los nombres divinos con que Dios era conocido y venerado. Ambos nombres nos eran conocidos como nombres de divinidades cananeas, pero hoy lo son mejor por los textos de Ras-Shamra.(Volver a Lectura).

  • 20 Melquisedec es rey y sacerdote, y como tal, tipo del Mesías (Sal 1,104). Como sacerdote, bendice a Abram (Núm 6,22-27) .(Volver a Lectura).

  • 21 Era uso de los pueblos antiguos, y fue luego ley en Isarael, consagrar a la divinidad una parte del botín alcanzado en la guerra (Núm 31,28).(Volver a Lectura).



Alianza de Yavé con Abram

15 1Después de estos sucesos habló Yavé a Abram en visión, diciéndole: "No temas, Abram; yo soy tu escudo; tu recompensa será muy grande". 2Contestóle Abram: "Señor, Yavé, ¿Qué vas a darme?" Yo me iré sin hijos, y será heredero de mi casa ese damasceno Eliezer. 3No me has dado descendencia y será mi criado quien me herede". 4Pero enseguida le respondió Yavé: "No te heredará ése; al contrario, uno salido de tus entrañas ése te heredará". 5Y sacándole fuera le dijo: "Mira al cielo, y cuenta, si puedes, las estrellas; así de numerosa será tu descendencia". 6 Y creyó Abram a Yavé, y le fue reputado por justicia. 7Díjole después Yavé: "Yo soy Yavé, que te saqué de Ur Casdim para darte esta tierra en posesión". 8Preguntóle Abram: "Señor Yavé ¿En qué conoceré que he de poseerla?" 9Y le dijo Yavé: "Elígeme una vaca de tres años, una cabra de tres también y un carnero igualmente de tres años, y una tórtola y un palomino". 10Tomó Abram todo eso, y partió los animales por la mitad, pero no las aves, y puso de cada uno una parte frente a la otra.

11Bajaban las aves sobre las carnes muertas, y Abram las espantaba. 12Cuando estaba ya el sol para ponerse, cayó un sopor sobre Abram, y fue presa de gran terror, y le envolvíó densa tiniebla. 13Y dijo a Abram: "Has de saber que tu descendencia será extranjera en una tierra no suya, y estará en servidumbre, y la oprimirán por cuatrocientos años; 14pero yo juzgaré al pueblo que los esclavizará, y saldrán de allí después con mucha hacienda; 15pero tú irás a reunirte en paz con tus padres, y serás sepultado en buena ancianidad. 16 A la cuarta generación volverán acá, pues todavía no se han consumado las iniquidades de los amorreos". 17 Puesto ya el sol, y en densísimas tinieblas, apareció una hornilla humeando y un fuego llameante, que pasó por entre las mitades de las víctimas. 18 En aquel día hizo Yavé pacto con Abram, diciéndole: "A tu descendencia he dado esta tierra desde el río de Egipto hasta el gran río, el Eufrates, 19al quineo, al quineceo, al cadmoneo, 20al jeveo, al fereceo, a los refaím, 21al amorreo, al cananeo, al guergueseo y al jebuseo".

Comentarios del Capítulo 15

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  • 6 La fe de Abram en la divina promesa, contra toda humana esperanza, fue un acto de justicia gratísimo al Señor. San Pablo la considera como expresión de la justificación por la fe. Santiago, como ejemplo de la sinceridad de la fe, que se muestra en Abram, dispuesto a sacrificar a su hijo único por obedecer a Dios (Rom 4,18ss; Sant 2,20).(Volver a Lectura).

  • 16 Efectivamente, así resulta de Ex 6,16-20 y Núm 25,5-9. pero sin duda que aquí la generación es una unidad cronológica equivalente próximamente a un siglo, la máxima longevidad del hombre en los tiempos históricos, igual que el saeculum y el aion. Amorreos, como en otros pasajes cananeos, significa en éste los habitantes todos de Canán antes de Israel.(Volver a Lectura).

  • 17 El paso por entre las partes de las víctimas es la forma ritual de consagrar un pacto entre hombres poniendo a Dios por testigo (Jer 34,18s). Aquí el mismo Dios pasa entre las víctimas, simbolizado por el fuego.(Volver a Lectura).

  • 18 Los límites naturales de la Palestina son: el Líbano y ante-Líbano, al norte; al sur, el desierto; al oeste, el Mediterráneo, y al este, el Jordán. Este último parece ser el río aquí señalado. Si aquí y en otros lugares se dice el río grande, y a veces el Eufrates, esto parece ser una glosa interpretativa fundada en la universalidad del reino mesiánico, según profecías subsiguientes.(Volver a Lectura).





creación del hombre, adán y eva
HYERONYMUS VAN AEKEN BOSCH, -EL BOSCO- (1450-1516). LA CREACIÓN DE ADÁN Y EVA. GÉN 2,22.


Noé después del diluvio
IACOPO BASSANO (1510/1515-1592). NOÉ DESPUÉS DEL DILUVIO. GÉN 8,20-21.


Nacimiento de Ismael

16 1Sarai, la mujer de Abram, no tenía hijos. Pero tenía una esclava egipcia, de nombre Agar, 2 y dijo a Abram: "Mira, Yavé me ha hecho estéril; entra, pues, a mi esclava, a ver si por ella puedo tener hijos". Escuchó Abram a Sarai. 3Tomó, pues, Sarai, la mujer de Abram, a Agar, su esclava egipcia, al cabo de diez años de habitar Abram en la tierra de Canán, y se la dio por mujer a su marido, Abram. 4Entró éste a Agar, que concibió, y viendo que había concebido, miraba con desprecio a su señora. 5Dijo, pues, Sarai a Abram: "Mi afrenta sobre ti cae; yo puse mi esclava en tu seno, y ella, viendo que ha concebido, me desprecia. Juzgue Yavé entre ti y mí". 6 Y Abram dijo a Sarai: "Mira, en tus manos está tu esclava, haz con ella como bien te parezca". Corrigióla Sarai, y ella huyó de su presencia;

7la encontró el ángel de Yavé junto a la fuente que hay en el desierto, camino del Sur, 8y le dijo: "Agar, esclava de Sarai, ¿de dónde vienes y adonde vas?" y le respondió ella: "Voy huyendo de Sarai, mi señora". 9"Vuelve a tu señora"--le dijo el ángel de Yavé--y humíllate bajo su mano; 10y añadió: "Yo multiplicaré tu descendencia, que por lo numerosa no podrá contarse". 11Mira, has concebido y parirás un hijo, y le llamarás Ismael, porque ha escuchado Yavé tu aflicción. 12 Será un onagro de hombre; Su mano contra todos, y las manos de todos contra él. Y habitará frente a todos sus hermanos. 13 Dio Agar a Yavé, que le había hablado el nombre de Atta-El-Roi, pues se dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve? 14 Por eso llamó al pozo Ber-Lajai-Roi. Es el que está entre Cades y Bared. 15Parió Agar a Abram un hijo, y le dio Abram el nombre de Ismael.

Comentarios del Capítulo 16

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  • 2 Ajústase aquí Abram al código de Hammurabi, que parece regular la vida conyugal de Abram e Isaac. Según él, la mujer estéril podía dar a su marido una esclava por mujer, perdiendo así el derecho a repudiarla a ella .(Volver a Lectura).

  • 6 El art. 1.46 de la ley hammurabiana resuelve el conflicto de Saraiy Agar en la misma forma en que lo hace el patriarca.(Volver a Lectura).

  • 12 Véase la descripción del asno salvaje en Job 39,5-8. Comparación muy apropiada para pintar el carácter de Ismael y de sus descendientes, nómadas del desierto, amantes de su libertad, enemigos de toda sujeción y prontos a caer sobre los incautos viajeros.(Volver a Lectura).

  • 13 "Tú eres el Dios de visión". Lo mismo que Jacob en 32,30 y en Ex 24,11 y que los padres de Sansón en Jue 13,22, Agar expresa su admiración de haber visto a Dios sin quedar herida por el rayo de su majestad, según lo que se dice en Ex 23,30:" "No me verá el hombre y vivirá".(Volver a Lectura).

  • 14 "Pozo del Viviente, que me ves".(Volver a Lectura).



Renovación de la alianza. La circuncisión

17 1 Siendo Abram de noventa y nueve años, se le apareció Yavé y le dijo: "Yo soy El-Shaddai; anda en mi presencia y sé perfecto. 2Yo haré contigo mi alianza y te multiplicaré muy grandemente". 3Cayó Abram rostro a tierra, y siguió diciéndole Dios: 4"He aquí mi pacto contigo: serás padre de una muchedumbre de pueblos, 5 y ya no te llamarás Abram sino Abraham, porque yo te haré padre de una muchedumbre de pueblos". 6Te acrecentaré muy mucho, y te daré pueblos, y saldrán de ti reyes; 7yo establezco contigo, y con tu descendencia después de ti por sus generaciones, mi pacto eterno de ser tu Dios y el de tu descendencia después de ti, 8y de darte a ti, y a tu descendencia después de ti, el país donde moras, la tierra de Canán, en eterna posesión, y seré tu Dios. 9Tú, de tu parte, guarda mi pacto, tú y tu descendencia después de ti, por sus generaciones. 10Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y entre la descendencia después de ti: circuncidad todo varón, 11 circuncidad la carne de vuestro prepucio, y ésa será la señal de mi pacto entre mí y vosotros. 12A los ocho días de nacido, todo varón será circuncidado en vuestra descendencia, ya sea el nacido en casa o comprado por plata a algún extranjero, que no es de tu estirpe. 13Todos, tanto los criados en casa como los comprados, se circuncidarán, y llevaréis en vuestra carne la señal de mi pacto por siempre; 14 y el incircunciso que no circuncidara la carne de su prepucio será borrado de su pueblo; rompió mi pacto".

15Dijo también Yavé a Abraham: "Sarai, tu mujer, no se llamará ya Sarai, sino Sara, 16pues la bendeciré, y te daré de ella un hijo, a quien bendeciré y engendrará pueblos, y saldrán de él reyes de pueblos". 17Cayó Abraham sobre su rostro, y se reía, diciéndose en su corazón: "¿Conque a un centenario le va a nacer un hijo, y Sara, ya nonagenaria, va a parir?" 18Y dijo Abraham a Dios: "¡Ójalá que viva en tu presencia Ismael!" 19 Pero le respondió Dios: "De cierto que Sara, tu mujer, te parirá un hijo, a quien llamarás Isaac, con quien estableceré yo mi pacto sempiterno, y con su descendencia después de él. 20También te he escuchado en cuanto a Ismael. Yo le bendeciré y le acrecentaré, y multiplicaré muy grandemente. Doce jefes engendrará, y le haré un gran pueblo; 21Pero mi pacto lo estableceré con Isaac, el que te parirá Sara el año que viene por este tiempo". 22Y como acabó de hablarle, desapareció Dios. 23Tomó, pues, Abraham a Ismael, su hijo, y a todos los siervos, los nacidos en casa y los comprados, todos los varones de su casa, y circuncidó la carne de su prepucio aquel mismo día, como se lo había mandado Yahvé. 24Era Abraham de noventa y nueve años cuando circuncidó la carne de su prepucio, 25e Ismael de trece años cuando fue circuncidado. 26En el mismo día fueron circuncidados Abraham e Ismael, su hijo. 27Y todos los varones de su casa, los nacidos en ella y los extraños comprados, se circuncidaron con él.

Comentarios del Capítulo 17

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  • 1 Yo soy El-Shaddai; son los nombres que Dios tomó en sus relaciones con los patriarcas. "El" significa Dios, y es común a todas las lenguas semíticas; el significado de "Saddai" es incierto; las versiones lo traducen de diversas maneras, pero la más apropiada parece ser la que aquí nos da la Vulgata de los LXX de "Omnipotente", que suele ir asociada a la idea de fidelidad de Dios en cumplir las promesas hechas a los patriarcas (Cf. 28,3; 35,1 etc).(Volver a Lectura).

  • 5 Abram o Abiram vale tanto como mi padre (Dios) es excelso. Abraham, compuesto, según la etimología vulgar, de Ab y hamon, significa padre de la muchedumbre. El nombre impuesto por Dios es un testimonio perenne de la promesa divina (Rom 4,16s).(Volver a Lectura).

  • 11 Aunque la circuncisión era observada en otros pueblos, se da aquí como señal de la alianza entre Dios y su pueblo. por eso el que la omite queda excluido de él. Los profetas hablan de la circuncisión del corazón y de los oídos, significando la obediencia y la docilidad a la divina ley. Este rito es, según la tradición, tipo del bautismo, por el cual somos incorporados a la Iglesia, el pueblo de Dios. (Volver a Lectura).

  • 14 La edad de la circuncisión varía en los diversos pueblos; en Israel se practica cuanto antes, en razón de su mismo significado, para que el niño no quede excluido de la alianza de Dios y de sus promesas.(Volver a Lectura).

  • 19 Es éste el punto sustancial de la alianza, y por eso se repite tanto en la Escritura y cada vez con un sentido más hondo, hasta llegar a significar la unión de los santos con Dios en el cielo (cf. Dt 9,12s; Jer 7,23; 24,6s; 2 Cor 6,16; Ap 21,3,7).(Volver a Lectura).



La aparición en el encinar de Mambré

18 1Apareciose Yavé un día en el encinar de Mambré. Estaba sentado a la puerta de la tienda a la hora del calor, 2y alzando los ojos, vio parados cerca de él a tres varones. En cuanto los vio, salióles al encuentro desde la puerta de la tienda y se postro en tierra, 3diciéndoles: "Señor mío, si he hallado gracia a tus ojos, te ruego que no pases de largo junto a tu siervo; 4haré traer un poco de agua para lavar vuestros pies, y descansaréis debajo del árbol, 5y os traeré un bocado de pan y os confortaréis; después seguiréis, pues no en vano habéis llegado hasta vuestro siervo". Ellos contestaron: "Haz como has dicho". 6 Y se apresuró Abraham a llegarse a la tienda, donde estaba Sara, y le dijo: "Date prisa: amasa tres seas de flor de harina y cuece en el rescoldo unos panes". 7Corrió al ganado, y tomó y se lo dio a un mozo, que se apresuró a prepararlo; 8y tomando leche cuajada y leche recién ordeñada y el ternero ya dispuesto, se lo puso todo delante, y él se quedó junto a ellos debajo del árbol, mientras comían. 9Dijéronle: "¿Dónde está Sara, tu mujer?" "En la tienda está", contestó él. 10Y dijo uno de ellos: "A otro año por este tiempo volveré sin falta, y ya tendrá un hijo Sara, tu mujer". Sara oía desde la puerta de la tienda, que estaba a espaldas del que hablaba. 11Eran ya Abraham y Sara ancianos, muy entrados en años; había cesado ya a Sara la menstruación. 12Riose, pues, Sara, dentro, diciéndo: "¿Cuando estoy ya consumida, voy a remocear, siendo ya también viejo mi Señor?" 13Y dijo Yavé a Abraham: "¿Por qué se ha reído Sara, diciéndose: De veras voy a parir, siendo tan vieja?" 14"¿Hay algo imposible para Yavé? A otro año por este tiempo volveré, y Sara tendrá ya un hijo". 15Temerosa Sara, negó haberse reído, diciendo: "No me he reído"; pero él le dijo: "Si, te has reído". 16 Levantáronse los tres varones, y se dirigieron hacia Sodoma, y Abraham iba con ellos para despedirlos. 17Yavé dijo: "¿He de encubrir yo a Abraham lo que voy a hacer, 18habiendo él de ser, como será, un pueblo grande y fuerte, y habiendo de bendecirle todos los pueblos de la tierra? 19Pues bien sé que mandarás a sus hijos y su casa después de él, que guarden los caminos de Yavé, y hagan justicia y juicio, para que cumpla Yavé a Abraham cuanto le ha dicho".

Intercesión por Sodoma

20Y prosiguió Yavé: "el clamor de Sodoma y Gomorra ha crecido mucho, y su pecado se ha agravado en extremo; 21voy a bajar, a ver si sus obras han llegado a ser como el clamor que ha venido hasta mí, y si no, lo sabré". 22Y partiéndose de allí dos de los varones, se encaminaron a Sodoma. Abraham siguió en pie delante de Yavé.

23Acercósele, pues, y le dijo: "¿Pero vas a exterminar juntamente al justo con el malvado? 24Si hubiera cincuenta justos en la ciudad, ¿los exterminarías acaso, y no perdonarías al lugar por los cincuenta justos? 25Lejos de ti obrar así, matar al justo con el malvado, lejos eso de ti; el juez de la tierra toda, ¿no va a hacer justicia?
26Y le dijo Yavé: "Si hallare en Sodoma cincuenta justos, perdonaría por ellos a todo el lugar". 27Prosiguió Abraham y dijo: "Mira, te ruego, ya que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza: 28Si de los cincuenta justos faltaran cinco, ¿destruirías por los cinco a toda la ciudad?" Y le contestó: "No la destruiría si hallase allí cuarenta y cinco justos". 29Insistió Abraham todavía y dijo: "¿Y si se hallasen allí cuarenta?" Contestóle: "También por los cuarenta lo haría". 30Volvió a insistir Abraham: "No te incomodes, Señor, si hablo todavía. ¿Y si se hallasen allí treinta justos?" Repuso: "Tampoco lo haría si se hallasen treinta". 31Volvió a insistir: "Señor, ya que comencé: ¿Y si se hallasen veinte justos?"Y contestó: "No la destruiría por los veinte". 32y dijo Abraham: "No se incomode mi Señor si aún hablo otra vez: ¿Y si se hallasen allí diez?" Y le contestó: "Por los diez no la destruiría". 33Fuese Yavé después de haber hablado así a Abraham y éste se volvió a su lugar.

Comentarios del Capítulo 18

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  • 6 El banquete es excesivo para tres personas, pero así lo reclama el honor de los huéspedes y el de Abraham. Tal es aún hoy la ley del desierto. Lo que sobra se da a los pobres de la tribu. El sea es medida de capacidad para sólidos. Probablemente equivalía a unos 13 litros. Tanta cantidad de harina para obsequiar a tres huéspedes se explica por el hecho de que entre los nómadas es común que del banquete participe luego toda la casa del anfitrión, cuando no toda la tribu.(Volver a Lectura).

  • 16 Aunque no ha habido una declaración expresa de lo que estos huéspedes representan, se deja bien entender que no son humanos. En el v. 17 se declara ser uno de ellos el Señor, que había hecho sus promesas a Abraham, y esto con tanta naturalidad, que el patriarca no se maravilla. Los otros dos son sus ángeles, como se ve por el relato de Lot.(Volver a Lectura).



Corrupción de Sodoma

19 1Llegaron a Sodoma los dos ángeles ya de tarde, y Lot estaba sentado a la puerta de la ciudad. Al verlos, se levantó Lot y les salió al encuentro, e inclinó su rostro a tierra, 2diciendo: "Mirad, señores; os ruego que vengáis a la casa de vuestro siervo, para pernoctar en ella y lavaros los pies. Cuando os levantéis por la mañana, seguiréis vuestro camino". Y le contestaron: "No, pasaremos la noche en la plaza". 3Instóles mucho, y se fueron con él a su casa, donde les preparó de comer, y coció panes ácimos, y comieron. 4Antes que fueran a acostarse, los hombres de la ciudad, los habitantes de Sodoma, rodearon la casa, mozos y viejos, todos, sin excepción. 5Llamaron a Lot y le dijeron: "¿Dónde están los hombres que han venido a tu casa esta noche? Sácanoslos para que los conozcamos". 6Salió Lot a la puerta, y cerrándola tras si 7les dijo: "Por favor, hermanos míos, no hagáis semejante maldad. 8 Mirad, dos hijas tengo que no han conocido varón; os las sacaré para que hagáis con ellas como bien os parezca; pero a esos hombres no les hagáis nada, pues para eso se han acogido a la sombra de mi techo". 9Ellos le respondieron: "Quítate allá. Quien ha venido como extranjero, ¿va a querer gobernarnos ahora? Te trataremos a ti peor todavía que a ellos". Forcejeaban con Lot violentamente, y estaban ya para romper la puerta, cuando, 10sacando los hombres su mano, metieron a Lot dentro de la casa y cerraron la puerta. 11A los que estaban fuera los hirieron de ceguera, desde el menor hasta el mayor, y no pudieron ya dar con la puerta. 12Dijeron los dos hombres a Lot: "¿Tienes aquí alguno, yerno, hijo o hija? Todo cuanto tengas en esta ciudad, sácalo de aquí, 13porque vamos a destruir este lugar, pues es grande su clamor en la presencia de Yavé, y éste nos ha mandado para destruirla". 14Salió, pues, Lot para hablar a sus yernos, los que habían de tomar por mujeres a sus hijas, y les dijo: "Levantaos y salid de este lugar, porque va a destruir Yavé la ciudad"; y les pareció a sus yernos que se burlaba.


Destrucción de Sodoma y Gomorra

15En cuanto salió la aurora, dieron prisa los ángeles a Lot, diciéndole: "Levántate, toma a tu mujer y a las dos hijas que tienes, no sea que perezcas tú también por las iniquidades de la ciudad". 16Y como se retardase, tomáronlos de la mano los hombres a él, a su mujer y a sus dos hijas, pues quería Yavé salvarle, y sacándolos, los pusieron fuera de la ciudad. 17Una vez fuera le dijeron: "Sálvate. No mires atrás y no te detengas en parte alguna del valle; huye al monte, si no quieres perecer".

18Díjoles Lot: "No, por favor, señor mío; 19vuestro siervo ha hallado gracia a vuestros ojos, pues me habéis hecho el gran beneficio de salvarme la vida, pero yo no podré salvarme en el monte sin riesgo de que me alcance la destrucción y perezca. 20Mirad, ahí cerca está esa ciudad en que podré refugiarme; es bien pequeña; permitid que me salve en ella; ¿no es bien pequeña?; así viviría". 21Y le dijeron: "Mira, te concedo también la gracia de no destruir esta ciudad de que hablas. 22Pero apresúrate a refugiarte en ella, pues no puedo hacer nada mientras en ella no hayas entrado tú". Por eso se dio a aquella ciudad el nombre de Segor. 23Salía el sol sobre la tierra cuando entraba Lot en Segor, 24e hizo Yavé llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de Yavé, desde el cielo. 25Destruyó estas ciudades y toda la hoya, y cuantos hombres había en ellas y hasta las plantas de la tierra. 26 La mujer de Lot miró atrás, y se convirtió en un bloque de sal. 27Levantóse Abraham de mañana, y fue al lugar donde había estado con Yavé, 28y mirando hacia Sodoma y Gomorra y toda la hoya, vio que salía de la tierra una humareda, como humareda de horno. 29Cuando destruyó Yavé las ciudades de la hoya, se acordó de Abraham y salvó a Lot de la destrucción al destruir las ciudades donde habitaba Lot.


La descendencia de Lot

30 Subió Lot desde Segor, y habitó en el monte con sus dos hijas, porque temía habitar en Segor, y moró en una caverna con sus dos hijas. 31Y dijo la mayor a la menor: "Nuestro padre es ya viejo, y no hay aquí hombres que entren a nosotras, como en todas partes se acostumbra. 32Vamos a embriagar a nuestro padre y a acostarnos con él, a ver si tenemos de él descendencia". 33Embriagaron, pues, a su padre aquella misma noche, y se acostó con él la mayor, sin que él la sintiera, ni al acostarse ella ni al levantarse. 34Al día siguiente dijo la mayor a la menor: "Ayer me acosté yo con mi padre; embriaguémosle también esta noche, y te acuestas tú con él, para ver si tenemos descendencia de nuestro padre". 35Embriagaron, pues, también aquella noche a su padre, y se acostó con él la menor, sin que ni al acostarse ella, ni al levantarse, la sintiera. 36Y concibieron de su padre las dos hijas de Lot. 37Parió la mayor un hijo, a quien llamó Moab. Este es el padre de Moab hasta hoy. 38También la menor parió un hijo, a quien llamó Ben Ammi, que es el padre de los Bene-Ammón de hoy.

Comentarios del Capítulo 19

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  • 8 Las palabras de Lot ponen ante todo de relieve el horror que le causa ver hollados de aquel modo las leyes de la hospitalidad. La propuesta que él hace al pueblo no debía horrorizarle menos. San Agustín ve en esto una grande perturbación de ánimo, que no le permite hacerse cargo de lo que dice (Véase también Jue 19,22-24).(Volver a Lectura).

  • 26 Contra la advertencia del v.17, se entretuvo en mirar y le alcanzó la catástrofe, dejándola convertida en un pilar de sal, como los que siempre se han mostrado en la región del mar Muerto, en el monte de la Sal. La mujer de Lot es representada en Sab 10,7 como el tipo de la persona descuidada (cf. Lc 17,32).(Volver a Lectura).

  • 30 Abundan en la región las cuevas, y en ellas creyó Lot encontrar más seguro refugio que en la próxima ciudad de Segor. Está bien manifiesta la intención satírica del autor sagrado al hacerse eco de la tradición sobre el origen de estos pueblos, hacia los cuales quería infundir aversión a causa de sus abominaciones idolátricas y del peligro de contagio para Israel por su proximidad (cf. Núm 25,1ss).(Volver a Lectura).



Abraham, en Guerar. Abimelec

20 1Partióse de allí Abraham para la tierra del Negueb, y habitó entre Cades y Sur, y moró en Guerar. 2 Abraham decía de Sara, su mujer: "Es mi hermana". Abimelec, rey de Guerar, mandó tomar a Sara; 3 pero vino Dios a Abimelec en sueños durante la noche y le dijo: "Mira que vas a morir por la mujer que has tomado, pues tiene marido". 4Abimelec, que no se había acercado a ella, respondió: "Señor, ¿matarías así al inocente? 5¿No me ha dicho él: Es mi hermana?, y ¿no me ha dicho ella: Es mi hermano? con corazón íntegro y pureza de manos hice yo esto". 6Y le dijo Dios en el sueño: "Bien sé yo que lo has hecho con pureza de corazón: por eso te he impedido que pecaras contra mí y no he consentido que la tocaras. 7Ahora, pues, devuelve la mujer al marido, pues él, que es profeta, rogará por ti, y vivirás; pero si no se la devuelves, sabe que ciertamente morirás tú con todos los tuyos". 8Por la mañana llamó Abimelec a sus servidores y les contó todo esto, y fueron presa de gran terror.

9Llamó después a Abraham, y le dijo: "¿Qué es lo que nos has hecho?¿En qué te he faltado yo para que trajeras sobre mí y sobre mi reino tan gran pecado? Lo que has hecho con nosotros no debe hacerse". 10Y dijo Abimelec a Abraham: "¿Qué es lo que has visto para que eso hicieras?". 11Y le respondió Abraham: "Es que me dije: De seguro que no hay temor de Dios en este lugar, y van a matarme por causa de mi mujer. 12Aunque es también en verdad mi hermana, hija de mi padre, pero no de mi madre, y la tomé por mujer; 13y desde que me hizo Dios errar fuera de mi padre, le dije: has de hacerme la merced de decir en todos los lugares adonde lleguemos que eres mi hermana". 14Tomó, pues, Abimelec ovejas y bueyes, siervos y siervas, y se los dio a Abraham, y le devolvió a Sara, su mujer, 15y le dijo: "Tienes la tierra a tu disposición; mora donde bien te parezca". 16 Y a Sara le dijo: "Mira, a tu hermano le he dado mil monedas de plata; sirvanse de velo para los ojos a ti y a cuantos contigo están, y todo así estará en regla". 17Rogó Abraham por Abimelec, y curó Dios a Abimelec, a su mujer y a sus siervos, y engendraron, 18pues había Yavé cerrado enteramente todo útero en la casa de Abimelec por lo de Sara, la mujer de Abraham.

Comentarios del Capítulo 20

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  • 2 Nuevo episodio semejante al de Egipto (12,13ss) y al de Rebeca (26). Según los relatos que preceden, sara sería muy anciana, siendo por eso extraño que el rey de Guerar pusiera en ella los ojos. San Agustín propone a esta dificultad la únisca solución posible: que los episodios de que consta la historia del patriarca no están ordenados cronológicamente.(Volver a Lectura).

  • 3 El sueño era el medio más ordinario de las comunicaciones divinas (Núm 12,6s).(Volver a Lectura).

  • 16 No era una moneda, sino una unidad de peso equivalente a 8,416 gramos. Este pasaje es oscuro, tal vez porque el texto no esté bien conservado. Su sentido parece ser que estos mil siclos son una reparación hecha a Abraham por la injuria, aunque involuntaria; con esto "le lavaba la cara", que diría un árabe; esto es, le restituía el honor.(Volver a Lectura).



Nacimiento de Isaac

21 1Visitó, pues, Yavé a Sara, como le dijera, e hizo con ella lo que le prometió; 2y concibió Sara, y dio a Abraham un hijo en su ancianidad al tiempo que le había dicho Dios. 3Dio Abraham el nombre de Isaac a su hijo, el que le nació de Sara. 4Circuncidó Abraham a Isaac, su hijo, a los ocho días, como se lo había mandado Dios. 5Era Abraham de cien años de edad cuando le nació Isaac, su hijo. 6Y dijo Sara: «Me ha hecho reir Dios, y cuantos lo sepan, reirán conmigo». 7Y añadió: «¿Quién habría de decir a Abraham: Amamantará hijos Sara? Pues yo le he dado hijos en su ancianidad». 8 Creció el niño, y le destetaron, y dio Abraham un gran banquete el día del destete de Isaac. 9Y vio Sara al hijo de Agar, la egipcia, el que había ella parido a Abraham, burlándose; 10y dijo a Abraham: «Echa a esa esclava y a su hijo, pues el hijo de una esclava no ha de heredar con mi hijo, con Isaac». 11Muy duro se le hacía esto a Abraham por causa de su hijo; 12pero le dijo Dios: «No te dé pena por el hijo y la esclava; haz lo que te dice Sara, que es por Isaac por quien será llamada tu descendencia. 13 También al hijo de la esclava le haré un pueblo, por ser descendencia tuya». 14Se levantó, pues, Abraham de mañana; y tomando pan y un odre de agua, se lo dio a Agar, poniéndoselo a la espalda, y con ello al niño, y la despidió. Ella se fue, y anduvo errante por el desierto de Berseba. 15Se acabó el agua del odre, y echó al niño bajo un arbusto, 16y fue a sentarse frente a él a la distancia de un tiro de arco, diciéndose: «No quiero ver morir al niño»; y se sentó enfrente del niño, que lloraba en voz alta. 17Oyó Dios al niño, y el ángel de Dios llamó a Agar desde los cielos, diciendo: «¿Qué tienes, Agar? No temas, que ha escuchado Yavé la voz del niño que aquí está. 18Levántate, toma el niño y tómale de la mano, pues he de hacerle un gran pueblo».

19Y abrió Dios los ojos a Agar, haciéndola ver un pozo, adonde fue y llenó el odre de agua, dando de beber al niño. 20 Fue Dios con el niño, que creció y habitó en el desierto, y de mayor fue arquero. 21 Habitó en el desierto de Farán y su madre tomó para él mujer de la tierra de Egipto.


Alianza de Abraham con Abimelec

22Sucedió por entonces que Abimelec con Picol, jefe del ejército, dijo a Abraham: «Dios está contigo, en todo cuanto haces. 23Júrame, pues ahora por Dios que no has de engañarme ni a mí ni a mis descendientes y que como te favorecí yo a tí, así harás tú conmigo y con la tierra por donde andas». 24Y dijo Abraham: «Te lo juro». 25Pero reconvino Abraham a Abimelec por causa de un pozo de aguas de que se habían apoderado los siervos de Abimelec, 26y contestó Abimelec: «No sé quien haya hecho eso; tú tampoco me habías dicho nada de ello, y nada he sabido hasta ahora». 27tomó, pues, Abraham ovejas y bueyes, y se los dio a Abimelec, e hicieron entre ellos alianza. 28Apartó Abraham siete corderas del rebaño, 29y le preguntó Abimelec: «¿Para qué son esas siete corderas que has apartado?» 30 Abraham le contestó: «Para que las recibas de mi mano y me sirvan de prueba de que yo he abierto este pozo». 31 Por eso se llamó aquel lugar Berseba, pues allí juraron ambos, 32 e hicieron alianza en Berseba. Y se levantaron Abimelec y Picol, jefe de su ejército, y se volvieron al país de los filisteos. 33 Abraham plantó en Berseba un tamarisco e invocó allí el nombre de Yavé, el Dios eterno, 34y moró mucho tiempo Abraham por tierra de los filisteos.

Comentarios del Capítulo 21

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  • 8 La lactancia, según 2 Mac 7,27, duraba tres años; aún más larga fue la de Samuel (1 Sam 1,22ss). Hoy entre los beduinos dura dos o tres años, y el fin de la misma es ocasión de una gran fiesta. (Volver a Lectura).

  • 13 La ley de Hammurabi excluye de la herencia al hijo de la esclava. La expulsión obedece a la necesidad de conservar la paz doméstica, siempre perturbada por la poligamia. En este caso se debe más bien al plan divino de hacer a Isaac el heredero de las promesas mesiánicas (Rom 9,6ss).(Volver a Lectura).

  • 20 El autor sagrado atiende, sobre todo, a mostrarnos cómo Isaac quedó por único heredero de su padre, según las repetidas promesas de Dios, y cómo se cumplieron también las que había hecho a Ismael, dejando en la oscuridad muchas circunstancias sobre la expulsión. Esta no hizo perder a Ismael su afecto para con su padre, como se ve en 25,9.(Volver a Lectura).

  • 21 El desierto de Farán está al sur de Berseba, entre Palestina y Egipto.(Volver a Lectura).

  • 30 El número siete es un número sagrado, y como tal interviene en los juramentos. Abimelec, al recibir de mano de Abraham los siete corderos, confiesa que, efectivamente, el pozo era de Abraham, según el patriarca aseguraba.(Volver a Lectura).

  • 31 Es la primera explicación del nombre de Berseba, pozo del juramento.(Volver a Lectura).

  • 32 Llamada tierra de los filisteos por anticipación, pues estos pueblos pertenecieron a los Pueblos del mar no llegaron a Palestina sino en el siglo XIII.(Volver a Lectura).

  • 33 A la sombra del tamarisco levantó un altar, como en Mambré y en Siquem, con lo cual nos indica el origen del santuario de Berseba (1 Sam 8,2).(Volver a Lectura).



El sacrificio de Isaac

22 1Después de todo esto quiso probar Dios a Abraham, y llamándole, dijo: «Abraham». Y éste contestó: «Heme aquí». 2 Y le dijo Dios: «Anda, toma a tu hijo, a tu unigénito, a quien tanto amas, a Isaac, y ve a la tierra de Moriah, y ofrécemelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te indicaré». 3Se levantó, pues, Abraham de mañana, aparejó su asno, y tomando consigo dos mozos y a Isaac, su hijo, partió la leña para el holocausto, y se puso en camino para el lugar que le había dicho Dios. 4Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio de lejos el lugar. 5Y dijo a sus dos mozos: «Quedaos aquí con el asno; yo y el niño iremos hasta allí, y después de haber adorado, volveremos a vosotros». 6Y tomando Abraham la leña para el holocausto, se la cargó a Isaac, su hijo; tomó él en su mano el fuego y el cuchillo, y siguieron ambos juntos. 7Dijo Isaac a Abraham, su padre: «Padre mío. ¿Qué quieres, hijo mío», le contestó. Y él le dijo: «Aquí llevamos el fuego y la leña, pero la res para el holocausto, ¿dónde está?» 8Y Abraham le contestó: «Dios se proveerá de res para el holocausto, hijo mío»; y siguieron juntos los dos. 9Llegados al lugar que le dijo Dios, alzó allí Abraham el altar y dispuso sobre él la leña, ató a su hijo y le puso sobre el altar, encima de la leña. 10Tomó el cuchillo y tendió luego su brazo para degollar a su hijo. 11Pero le gritó desde los cielos el ángel de Yavé, diciéndole: «Abraham, Abraham». y éste contestó: «Heme aquí». 12 «No extiendas tu brazo sobre el niño--le dijo-- y no le hagas nada, porque ahora he visto que en verdad temes a Dios, pues por mí no has perdonado a tu hijo, a tu unigénito». 13 Alzó Abraham los ojos, y vio tras sí un carnero enredado por los cuernos en la espesura, y tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en vez de su hijo. 14 Llamó Abraham al lugar aquel Yavé-yiré (Yavé ve); por lo que todavía se dice: «En el monte de Yavé se proveerá». 15Llamó el ángel de Yavé a Abraham por segunda vez desde los cielos, 16y le dijo: «Por mí mismo juro, palabra de Yavé, que por haber tú hecho cosa tal, de no perdonar a tu hijo, a tu unigénito, 17 te bendeciré largamente, y multiplicaré grandemente tu descendencia como las estrellas del cielo y como las arenas de las orillas del mar, y se adueñará tu descendencia de las puertas de sus enemigos, 18y en tu posteridad serán benditas todas las naciones de la tierra, por haberme tú obedecido».

Balanza egipcia para pesar los metales (Tebas).


19Volvióse Abraham a los mozos, y levantándose, fueron todos juntos a Berseba, y habitó Abraham en Berseba. 20Después de todo esto recibió Abraham noticia, diciéndole: «También Melca ha dado hijos a Najor, tu hermano; 21Us es el primogénito, buz su hermano, y Quemuel, padre de Aram; 22Quesed, Jazó, Peldas, Jidlaf y Batuel». 23Batuel fue el padre de Rebeca. Estos son los ocho hijos que dio Melca a Najor, hermano de Abraham. 24También su concubina, de nombre Raumo, le parió a Tebai, Gajam, Tajas y Maaca.

Comentarios del Capítulo 22

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  • 2 Insiste en las condiciones del hijo para ponderar la gravedad de la prueba a que el patriarca era sometido. Tierra de Moriah es nombre genérico de alguna región que los LXX traducen por «tierra alta», y el siríaco por «tierra del amorreo», y que luego se quiso identificar como la montaña del templo, de donde debe de provenir la incorreción del texto actual.(Volver a Lectura).

  • 12 Sin duda que Dios lo conocía de antes, pero ahora lo puso de manifiesto a todos los que debían mirar al patriarca como padre espiritual y modelo de fe y obediencia. Santiago hablando de que la fe sin las obras es muerta, nos trae a la memoria el ejemplo de Abraham, que se justificó por las obras sacrificando a su hijo en el altar (2,20s).(Volver a Lectura).

  • 13 La prueba de la fe y obediencia de Abraham es realmente suprema. Se le manda sacrificar a su hijo único, tan pedido, tan deseado y al fin conseguido, en quien hablan de tener realización las promesas mesiánicas. No parece explicarse fácilmente que Abraham recibiera como divino este mandato si no hubieran sido de costumbre entre los cananeos los sacrificios humanos. Isaac, aceptando resignado el sacrificio, es figura de la sumisión de Cristo a la voluntad del Padre.(Volver a Lectura).

  • 14 La extremada concisión y la incertidumbre del texto es causa de la oscuridad de estas palabras. Según el v. 8, al cual parece aludir, debe de ser el sentido: «Yavé verá o Yavé proveerá». (Volver a Lectura).

  • 17 Quen es dueño de las puertas, lo es de la ciudad o fortaleza (24,60; Mt 16,18).(Volver a Lectura).



Muerte de Sara

23 1Vivió Sara ciento veintisiete años. 2Murió en Quiriat Arbe, que es Hebrón, en la tierra de Canán. Vino Abraham a llorar a Sara y hacer duelo por ella, 3y cuando se levantó de junto a su muerta, habló así a los hijos de Jet: 4 «Soy entre vosotros extranjero y huésped. Dadme en propiedad una sepultura donde pueda sepultar a mi difunta, apartándola de mi vista». 5Los hijos de Jet contestaron a Abraham: 6«Óyenos, señor, por favor: Tú eres entre nosotros un príncipe de Dios; sepulta a la difunta en el mejor de nuestros sepulcros; ninguno de nosotros te negará su sepulcro para que en él sepultes a tu difunta». 7Alzóse Abraham, e inclinándose profundamente ante el pueblo de aquella tierra, los hijos de Jet, 8les dijo: «Si de veras queréis que pueda yo apartar a mi difunta de mi vista, sepultándola, escuchadme y rogad por mí a Efrón, el hijo de Seor, 9que por su justo precio me ceda para sepultura en propiedad, en presencia vuestra, su caverna de Macpela, que está al término de su campo».

10Efrón estaba sentado entre los hijos de Jet, y respondió Efrón, el jeteo, a Abraham, en presencia de los hijos de Jet y de cuantos entraban por las puertas de la ciudad: 11«No, señor mío, óyeme: Yo te doy el campo y la caverna que se halla a su extremo; te la doy ante los hijos de mi pueblo; sepulta a tu difunta». 12Abraham volvió a prosternarse ante la gente de aquella tierra, 13y habló así a Efrón, en presencia de todos: «Óyeme, te ruego; yo te daré el precio del campo. Recíbelo tú y sepultaré en él a mi difunta». 14Y respondió Efrón a Abraham diciéndole: 15«Señor mío, óyeme: ¿Qué es para mí ni para ti una tierra de cuatrocientos siclos de plata? Sepulta a tu difunta». 16Oyó Abraham a Efrón y pesóle ante los hijos de Jet la plata que éste había dicho, cuatrocientos siclos de plata corriente en el mercado. 17 Vino, pues, a ser propiedad de Abraham, ante los hijos de Jet y de cuantos entraban por la puerta de la ciudad, 18el campo de Efrón en Macpela, frente a Mambré, con la caverna que hay en él, y todos los árboles del campo y sus contornos. 19después de esto sepultó Abraham a Sara, su mujer, en la caverna del campo de Macpela, frente a Mambré, que es Hebrón, en tierra de Canán. 20El campo, con la caverna que hay en él, vino a ser sepultura de propiedad de Abraham, adquirida de los hijos de Jet.

Comentarios del Capítulo 23

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  • 4 Como extranjero, no poseía bienes raíces ni campo donde sepultar a Sara y conservar la sepultura libre de profanación perpetuamente.(Volver a Lectura).

  • 17 En babilonia se hubiera redactado la correspondiente tableta de arcilla con la firma de numerosos testigos; aquí se acude al testimonio del pueblo (Rut 4,11).(Volver a Lectura).



Casamiento de Isaac

24 1Era Abraham ya viejo, muy entrado en años, y Yavé le había bendecido en todo. 2 Dijo, pues, Abraham al más antiguo de los siervos de su casa, el que administraba cuanto tenía: «Pon, te ruego, tu mano bajo mi muslo. 3 Yo te hago jurar por Yavé, Dios de los cielos y de la tierra, que no tomarás mujer para mi hijo de entre las hijas de los cananeos, en medio de los cuales habito, 4sino que irás a mi tierra, a mi parentela, a buscar mujer para mi hijo Isaac». 5Y le dijo el siervo: «Y si la mujer no quiere venir conmigo a esa tierra, ¿habré de llevar allá a tu hijo, a la tierra de donde saliste?» 6Díjole Abraham: «Guárdate muy bien de llevar allá a mi hijo. 7 Yavé, Dios de los cielos, que me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mi nacimiento, que me ha hablado, y me juró, diciendo: A tu descendencia daré yo esta tierra, enviará a su ángel ante ti y traerás de allí mujer para mi hijo. 8Si la mujer no quisiere venir contigo, quedarás libre de este juramento, pero de ninguna manera volverás allá a mi hijo». 9Puso, pues, el siervo la mano bajo el muslo de Abraham, su señor, y le juró. 10 Tomó el siervo diez de los camellos de su señor, y se puso en camino, llevando consigo de cuanto bueno tenía su señor, y se dirigió a Aram Naharaím, a la ciudad de Najor. 11Hizo que los camellos doblaran su rodillas fuera de la ciudad, junto a un pozo de aguas, ya de tarde, a la hora de salir las que van a tomar agua, 12y dijo: «Yavé, Dios de mi amo Abraham, salme al encuentro hoy, y muéstrate benigno con mi señor Abraham. 13Voy a ponerme junto al pozo de agua mientras las mujeres de la ciudad vienen a buscar agua; 14la joven a quien yo dijere: Inclina tu cántaro, te ruego, para que yo beba; y ella me respondiere: Bebe tú y daré también de beber a tus camellos, sea la que destinas a tu siervo Isaac, y conozca yo así que te muestras propicio a mi señor». 15Y sucedió que antes de que él acabara de hablar, salía con el cántaro al hombro Rebeca, hija de Batuel, hijo de Melca, la mujer de Najor, hermano de Abraham. 16La joven era muy hermosa, y virgen, que no había conocido varón. Bajó al pozo, llenó su cántaro y volvió a subir. 17Corrió a su encuentro el siervo y le dijo: «Dame, por favor, a beber un poco de agua de tu cántaro. 18Bebe, señor mío», le contestó ella; y bajando el cántaro apresuradamente con sus manos, le dio a beber. 19Cuando hubo él bebido, le dijo: «También para tus camellos voy a sacar agua, hasta que hayan bebido lo que quieran». 20Y se apresuró a vaciar el cántaro en el abrevadero, y corrió de nuevo al pozo a sacar más, hasta que hubo sacado para todos los camellos. 21Y el hombre la contemplaba en silencio, por saber si Yavé otorgaba éxito a su viaje o no. 22Cuando hubieron acabado de beber los camellos, tomó el siervo un arillo de oro de medio siclo de peso y dos brazaletes de diez siclos, también de oro, y dándoselos, 23le preguntó: «¿De quién eres hija tú? Dime, por favor, si no habría lugar en casa de tu padre para pasar allí la noche». 24Ella le contestó: «Soy hija de Batuel, el hijo que Melca dio a Najor». 25Y añadió: «Hay en nuestra casa paja y heno en abundancia y lugar para pernoctar». 26Postróse entonces el hombre y adoró a Yavé, 27diciendo: «Bendito sea Yavé, Dios de mi señor Abraham, que no ha dejado de hacer gracia y mostrarse fiel a mi señor y a mí me ha conducido derecho a la casa de los hermanos de mi señor». 28Corrió la joven a contar en casa de su madre lo que había pasado. 29Tenía Rebeca un hermano de nombre Labán, que se apresuró a ir al pozo en busca del hombre. 30Había visto el arillo y los brazaletes en la mano de su hermana y le había oído decir: «Así me ha hablado el hombre». Vino, pues, a él, que seguía con sus camellos junto a la fuente, 31y le dijo: «Ven, bendito de Yavé, ¿por qué te estás ahí fuera?" Ya he preparado yo la casa y lugar para los camellos». 32Fue, pues, el hombre a casa. Labán desaparejó los camellos, dio a éstos paja y heno, y agua al hombre y a los que le acompañaban para lavarse los pies, 33y después le sirvió de comer; pero el hombre dijo: «no comeré mientras no diga lo que tengo que decir». Respondiéndole: «Di».

34Este dijo: «Yo soy siervo de Abraham. 35Yavé ha bendecido largamente a mi señor, y le ha engrandecido, dándole ovejas y bueyes, plata y oro, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Parióle Sara, la mujer de mi señor, un hijo en su ancianidad, y a él le ha dado todos sus bienes. 37Mi señor me ha hecho jurar, diciendo: No tomarás para mi hijo mujer de entre las hijas de los cananeos, de la tierra en que habito; 38sino que irás a la casa de mi padre, a mi parentela, y de allí traerás mujer para mi hijo. 39Yo dije a mi señor: Quizá no quiera venir conmigo la mujer; 40y él me contestó: Yavé, ante quien yo camino, mandará conmigo su ángel y hará que tu camino tenga buen éxito, y tomarás mujer para mi hijo de mi parentela y de la casa de mi padre». 41«Entonces quedarás libre de mi maldición si fueses a mi parentela y no te la dieren; libre quedarás de mi maldición. 42Llegué hoy a la fuente, y dije: Yavé, Dios de mi señor Abraham, te ruego, si de verdad quieres llevar a buen fin mi viaje, 43hagas que mientras yo me quedo junto a la fuente, la joven que salga a buscar agua y a quien diga yo: Dame de beber, te ruego, un poco de agua de tu cántaro, 44y me diga ella: Bebe, y sacaré también para tus camellos, sea la mujer que Yavé ha destinado para el hijo de mi señor. 45No había yo acabado de decir esto en mi corazón, cuando salía Rebeca con su cántaro al hombro, bajó a la fuente y sacó agua. Yo le dije: Dame de beber, te lo ruego. 46Bajó ella enseguida el cántaro de sobre su hombro y dijo: Bebe, y daré también de beber a tus camellos; y bebí yo, y ella dio también de beber a mis camellos. 47Yo le pregunté: ¿De quién eres hija? Ella me respondió: Soy hija de Batuel, el hijo de Najor, que le dio Melca. Entonces puse yo el arillo en su nariz y los brazaletes en sus manos, 48y me incliné postrándome ante Yavé, y bendije a Yavé, Dios de mi señor Abraham, que me había traído por camino derecho para tomar a la hija de su hermano por mujer de su hijo. 49Ahora, si queréis hacer gracia y fidelidad a mi señor, decídmelo; sino, decídmelo también, y me dirigiré a la derecha o a la izquierda». 50 Labán y su casa contestaron, diciendo: «De Yavé viene esto; nosotros no podemos decirte ni bien ni mal. 51Ahí tienes a Rebeca; tómala y vete, y sea la mujer del hijo de tu señor, como lo ha dicho Yavé». 52Cuando el siervo de Abraham hubo oído estas palabras, se postró en tierra ante Yavé; 53y sacando objetos de plata y oro y vestidos, se los dio a Rebeca, e hizo también presentes a su hermano y a su madre. 54Pusiéronse luego a comer y a beber, él y los que con él venían, y pasaron la noche. A la mañana, cuando se levantaron, dijo el siervo: «Dejad que me vaya a mi señor». 55El hermano y la madre de Rebeca dijeron: «Que esté la joven con nosotros todavía algunos días, unos diez, y después partirá». 56El les contestó: «No retraséis mi vuelta, ya que Yavé ha hecho feliz el éxito de mi viaje; dejadme partir, para que vuelva a mi señor». 57 Dijéronle, pues: «Llamemos a la joven y preguntémosle lo que ella quiere». 58Llamaron a Rebeca y le preguntaron: «¿Quieres partir luego con este hombre?» Y ella respondió: «Partiré». 59Dejaron, pues, ir a Rebeca, su hermana, y a su nodriza con el siervo de Abraham y sus hombres, 60y bendecían a Rebeca diciendo:

«Hermana nuestra eres;
Que crezcas en millares de millares
Y se adueñe tu descendencia
De las puertas de sus enemigos».

61Montaron, pues, Rebeca, sus doncellas y su nodriza en los camellos, y se fueron tras el hombre, y éste se partió con Rebeca. 62Volvía un día Isaac del pozo de Lajai Roi, pues habitaba en la tierra del Negueb, 63y había salido para pasearse por el campo al atardecer, y, alzando los ojos, vio venir camellos. 64 También Rebeca alzó sus ojos, y viendo a Isaac, se apeó del camello, 65y preguntó al siervo: «¿Quién es aquel hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?» El siervo le respondió: «Es mi señor». Ella agarró el velo y se cubrió. 66El siervo contó a Isaac cuanto había ocurrido, 67e Isaac condujo a Rebeca a la tienda de Sara, su madre; la tomó por mujer y la amó, consolándose de la muerte de su madre.

Comentarios del Capítulo 24

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  • 2 Semejante forma de juramento sólo aquí y en 47,29 es mencionada. Según la exposición de Teodoreto, equivaldría a jurar por la circuncisión, señal de la alianza con Dios (Inter 74: PG 80, 183). (Volver a Lectura).

  • 3 Sin duda que el autor sagrado mira en este relato a inculcar la aversión que los hebreos debían de tener hacia los cananeos, cuyas uniones tanto reprueba la Ley (Ex 34,16; Dt 7,3).(Volver a Lectura).

  • 7 Volver a la tierra equivaldría a renunciar a las promesas que tan reiteradas veces Dios les había hecho.(Volver a Lectura).

  • 10 Aram Naharaim no es la Mesopotamia, sino la región comprendida entre el curso superior del Eufrates y su afluente el Jabor. En medio de la región se halla precisamente Harán o Jarán, la ciudad de Nacor según 27,43.(Volver a Lectura).

  • 50 El texto masorético lee Laban y Batuel, pero sin duda que esto es una errata por betho, su casa, esto es, su madre y los demás que en este asunto podían dar su consejo.(Volver a Lectura).

  • 57 Se nota en estos asuntos matrimoniales de los patriarcas la inluencia de las costumbres babilónicas contenidas en el código hammurabiano.(Volver a Lectura).

  • 64 En señal de respeto se baja del camello para recibir al que se acercaba. pero como no sabía quién era, síguese que estas palabras deben trasladarse al fin del v. 65.(Volver a Lectura).



Muerte de Abraham

25 1 Volvió Abraham a tomar mujer, de nombre Quetura, 2que le parió a Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Jesboc y Sue. 3Jocsán engendró a Saba y a Dadán. Hijos de Dadán son los Asurim, los Litusim y los Laumin. 4Los hijos de Madián fueron Efa, Efer, Janoc, Abida y Elda. Estos son todos los hijos de Quetura. 5Abraham dio todos sus bienes a Isaac. 6A los hijos de las concubinas les hizo donaciones, pero viviendo él todavía, los separó de su hijo Isaac, hacia oriente, a la tierra de oriente.

Cazador egipcio (Biblia de Montserrat).

7Vivió Abraham ciento setenta y cinco años. 8Expiró y murió Abraham en senectud buena, anciano y lleno de días, y fue a reunirse con su pueblo.

9Isaac e Ismael, sus hijos, le sepultaron en la caverna de Macpela, en el campo de Efrón, hijo de Seor, el jeteo, frente a Mambré. 10Es el campo que compró Abraham a los hijos de Jet. Allí fue sepultado con Sara, su mujer. 11Después de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, y habitó Isaac junto al pozo de Lajai Roi.


Descendencia de Ismael

12 Esta es la descendencia de Ismael, hijo de Abraham y de Agar, la egipcia, esclava de Sara. 13He aquí los nombres de los hijos de Ismael, según sus nombres y sus generaciones. El primogénito de Ismael fue Nebayot; después Quedar, Abdel, Mabasam, 14Masema, Duma, Masa. 15Adad, Tema, Jetur, Nafir y Quedma. 16Estos son los hijos de Ismael, éstos sus nombres, según sus aduares y campamentos; los jefes de sus tribus. 17Vivió Ismael ciento treinta y siete años, y expiró y murió, yendo a reunirse con su pueblo. 18Sus hijos habitaron desde Evilá hasta Sur, que está frente a Egipto, según se va a Asiria, frente a todos sus hermanos.


TERCERA PARTE

HISTORIA DE ISAAC Y SUS DOS HIJOS

(25,19 - 36,43)

Jacob y Esaú

19Esta es la descendencia de Isaac, hijo de Abraham. Abraham engendró a Isaac. 20Era Isaac de cuarenta años cuando tomó por mujer a Rebeca, hija de Batuel el arameo, de Padán y Aram, hermana de Labán, arameo. 21Rogó Isaac a Yavé por su mujer, que era estéril, y fue oído por Yavé, y concibió Rebeca, su mujer. 22Chocábanse en su seno los niños, y dijo: «Para esto, ¿a qué concebir?» y fue a consultar a Yavé, 23 que le dijo:

«Dos pueblos llevas en tu seno».

«Dos pueblos que al salir de tus entrañas se separarán».

«Una nación prevalecerá sobre la otra nación».

«Y el mayor servirá al menor».

24Llegó el tiempo del parto, y salieron de su seno dos gemelos. 25Salió primero uno rojo, todo él peludo, como un manto, y se le llamó Esaú. 26Después salió su hermano, agarrando con la mano el talón de Esaú, y se le llamó Jacob. Era Isaac de sesenta años cuando nacieron. 27 Crecieron los niños, y fue Esaú diestro cazador y hombre agreste, mientras que era Jacob hombre apacible y amante de la tienda. 28Isaac, porque le gustaba la caza, prefería a Esaú, y Rebeca prefería a Jacob. 29Hizo un día Jacob un guiso, y llegando Esaú del campo, muy fatigado, 30dijo a Jacob: «Por favor, dame de comer de ese guiso rojo, que estoy desfallecido». Por esto se se le dio a Esaú el nombre de Edom. 31Contestóle Jacob: «Véndeme ahora mismo tu primogenitura». 32Respondió Esaú: «Estoy que me muero; ¿qué me importa la primogenitura?». 33«Júramelo ahora mismo», le dijo Jacob; y juró Esaú, vendiendo a Jacob su primogenitura. 34Diole entonces Jacob pan y el guiso de lentejas; y una vez que comió y bebió, se levantó Esaú y se fue, sin dársele nada de la primogenitura.

Comentarios del Capítulo 25

    Comentarios

  • 1 Según el plan general del Génesis, antes de comenzar la historia de Isaac, el autor sagrado nos da una idea de los otros hijos, sin duda para instruirnos sobre los orígenes de las tribus árabes, que traían su origen del patriarca de los hebreos. (Volver a Lectura).

  • 12 Más que a los hijos de Ismael, mira el autor sagrado a las tribus descendientes de él y que habitaban a lo largo del desierto desde Siria hasta el mar Rojo (16,12).(Volver a Lectura).

  • 23 Tal suceso es un presagio de la historia y perpetua amistad de los pueblos hermanos.(Volver a Lectura).

  • 27 Con estos rasgos no sólo retrata a los hijos de Isaac, sino también, y acaso más, el carácter de los pueblos, como más tarde lo hace el padre en su bendición (27,27ss).(Volver a Lectura).



Isaac en Guerar. Alianza con Abimelec. Casamiento de Esaú.

26 1Hubo en aquella tierra una hambre, distinta de la primera que hubo en tiempo de Abraham; y fue Isaac a Guerar, a Abimelec, rey de los filisteos, 2pues se le apareció Yavé y le dijo: «No bajes a Egipto; 3sigue habitando en esta tierra, donde yo te diga; peregrina por ella, que yo estaré contigo y te bendeciré, pues a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, cumpliendo el juramento que hice a Abraham, tu padre, 4y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y le daré todas estas tierras, y se gloriarán en tu descendencia todos los pueblos de la tierra, 5por haberme obedecido Abraham y haber guardado mi mandato, mis preceptos, mis ordenaciones y mis leyes"«. 6 Habitó, pues, Isaac en Guerar. 7Preguntábanle los hombres del lugar por su mujer, y él decía: «Es mi hermana». Pues temía decir que era su mujer, no fuera que le mataran los hombres del lugar por Rebeca, que era muy hermosa. 8Como se prolongase su estancia en Guerar, mirando un día Abimelec, rey de los filisteos, por la ventana, vio que estaba Isaac acariciando a Rebeca, su mujer. 9Llamó Abimelec a Isaac y le dijo: «De cierto que es tu mujer. ¿Por qué, pues, dices: Es mi hermana?». Y le contestó Isaac: «Es que me dije: No vaya yo a morir por causa suya». 10Respondióle Abimelec: «¿Cómo nos has hecho eso? Hubiera podido alguno tomar a tu mujer, y hubieras arrojado sobre nosotros un delito». 11Dio, pues, Abimelec una orden a todo el pueblo, diciendo: «El que toque a este hombre o a su mujer, morirá». 12Sembró Isaac en aquella tierra, y recogió aquel año ciento por uno, pues le bendijo Yavé. 13Engrandecióse y fue creciendo, creciendo cada vez más, hasta hacerse muy poderoso. 14Tenía mucha hacienda de ovejas y bueyes y mucha servidumbre, y los filisteos llegaron a envidiarle. 15 Todos los pozos abiertos por los siervos de su padre Abraham los cegaron los filisteos, llenándolos de tierra. 16Dijo Abimelec a Isaac: «Vete de aquí porque has llegado a ser mucho más poderoso que nosotros». 17Fuése Isaac, y acampó en el valle de Guerar, y habitó allí. 18Volvió a abrir los pozos abiertos en tiempo de Abraham, su padre, y cegados por los filisteos después de la muerte de Abraham, dándose los mismos nombres que les había dado su padre. 19Cavaron los siervos de Isaac en el valle, y alumbraron una fuente de aguas vivas; 20pero los pastores de Guerar riñeron con los de Isaac, diciendo: «Esas aguas son nuestras». Y llamó al pozo Eseq, porque había habido riña por él. 21Excavaron sus siervos otro pozo, por el cual hubo también altercado, y lo llamó Sitna. 22Yéndose más lejos, escavó otro pozo, por el cual no hubo ya querellas, y le llamó Rejobot, diciendo: «Ahora ya nos ha dado Yavé holgura y prosperaremos en esta tierra».

23Subió después a Berseba, 24y se le apareció Yavé aquella noche y le dijo: «Yo soy el Dios de Abraham, tu padre; nada temas, que yo estoy contigo: Yo te vendeciré y multiplicaré tu descendencia por Abraham, mi siervo"». 25Alzó allí un altar, e invocó el nombre de Yavé; plantó allí su campamento, y abrieron también allí sus siervos un pozo. 26Vinieron a él, desde Guerar, Abimelec, Ajuzar, amigo suyo, y Picol, jefe de su ejército; 27e Isaac les dijo: «¿Para qué habéis venido a mí vosotros, que me odiáis y me habéis arrojado de entre vosotros?» 28 Ellos dijeron: «Porque hemos visto claramente que está Yavé contigo, y nos hemos dicho: Haya entre nosotros un juramento entre ti y nosotros. Queremos hacer alianza contigo, 29 de no hacernos tú mal, como no te hemos tocado nosotros a ti, haciéndote sólo bien y dejándote partir en paz. Tú eres ahora el bendito de Yavé». 30Isaac les preparó un banquete, y comieron y bebieron. 31A la mañana siguiente se levantaron, y se juraron unos a otros, y los despidió Isaac, yéndose ellos en paz. 32Aquel mismo día vinieron los siervos de Isaac a informarle acerca del pozo que estaban haciendo, y le dijeron: «Hemos hallado agua», 33e Isaac llamó al pozo Seba; por eso se llamó la ciudad Berseba hasta el tiempo de hoy.

34 Era Esaú de cuarenta años, y tomó por mujeres a Judit, hija de Beeri, jeteo, y a Besemar, hija de Elón, jeteo 35que fueron para Isaac y Rebeca una amarga pesadumbre.

Comentarios del Capítulo 26

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  • 6 Por tercera vez vemos repetirse la historia. Dios vela con cuidado sobre los patriarcas. En este caso no nos ofrece el texto la solución que en los de Sara. Cabe, sin embargo, pensar que Isaac dijera de Rebeca que era su hermana, apoyándose en la significación amplia que la palabra «hermano» tiene en las lenguas semíticas. En efecto, Rebeca era prima carnal de Isaac.(Volver a Lectura).

  • 15 Cf. 21,25.(Volver a Lectura).

  • 28 Son sin duda los mismos personajes de antes (21,22ss), que, deseando vivir en paz con la poderosa tribu de los hebreos, ponderan la acogida medianamente cortés que les habían dispensado. (Volver a Lectura).

  • 29 El autor sagrado trata de poner de relieve la prosperidad del patriarca, efecto de las bendiciones divinas, que hasta por los mismos enemigos era confesada.(Volver a Lectura).

  • 34 Es manifiesto el intento del autor sagrado de condenar los matrimonios con los cananeos, anticipándose a la Ley, que con tanta insistencia los condena (Ex 23,32; 34,15).(Volver a Lectura).



Suplanta Jacob a Esaú en la bendición paterna

27 1Cuando envejeció Isaac se debilitaron sus ojos y no veía. Llamó, pues, a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: «Hijo mío». Este contestó: «Heme aquí». 2 "«Mira--le dijo--, yo ya soy viejo y no sé cuál será el día de mi muerte. 3Toma, pues, tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo a cazar, 4y me haces un guiso como sabes que a mí me gusta, y me lo traes para que me lo coma, y después te bendiga antes de morir». 5Oyó Rebeca lo que Isaac decía a Esaú, su hijo. Esaú salió al campo a cazar algo para traerlo; 6y Rebeca dijo a Jacob, su hijo: «Mira, he oído a tu padre hablar a Esaú, tu hermano, y decirte: 7Tráeme caza y prepáramela, para que la coma y te bendiga delante de Yavé antes de mi muerte. 8Ahora, pues, hijo mío, obedéceme y haz lo que yo te mando. 9Anda, vete al rebaño, y tráeme dos cabritos buenos para que yo haga con ellos a tu padre un guiso como a él le gusta, 10y se lo llevas a tu padre, y lo coma y te bendiga antes de su muerte». 11Contestó Jacob a Rebeca, su madre: «Mira que Esaú, mi hermano, es hombre velludo y yo soy lampiño, 12y si me toca mi padre, apareceré ante él como un mentiroso, y traeré sobre mí una maldición en vez de la bendición». 13Díjole su madre: «Sobre mí tu maldición, hijo mío; pero tu obedéceme. Anda y tráemelos». 14Fue, pues, allá él, los tomó y se los trajo a su madre, que hizo el guiso como a su padre le gustaba. 15Tomó Rebeca vestidos de Esaú, su hijo mayor, los mejores que tenía en casa, y se los vistió a Jacob, su hijo menor; 16y con las pieles de los cabritos le cubrió las manos y lo desnudo del cuello; 17Puso el guiso y pan, que había hecho, en manos de Jacob, su hijo, 18y éste se lo llevó a su padre, y le dijo: «Padre mío». «Heme aquí, hijo mío», contestó Isaac. «¿Quién eres, hijo mío?» 19Y le contestó Jacob: «Yo soy Esaú, tu hijo primogénito. He hecho como me dijiste. Levántate, pues, te ruego; siéntate, y come de mi caza, para que me bendigas». 20Y dijo Isaac a su hijo: «¿Cómo tan pronto hallaste, hijo mío?» Y le respondió: «Porque hizo Yavé, tu Dios, que se me pusiera delante». 21Dijo Isaac a Jacob: «Anda, acércate para que yo te palpe, hijo mío, a ver si eres o no mi hijo Esaú». 22Acercóse Jacob a Isaac, su padre, que le palpó y dijo: «La voz es la voz de Jacob, pero las manos son las manos de Esaú»; 23y no le conoció, porque estaban sus manos velludas como las de Esaú, su hermano, y se dispuso a bendecirle. 24Todavía le preguntó: «¿De verdad eres tú mi hijo Esaú?» Y él contestó: «Yo soy». 25Díjole, pues: «Acércame la caza para que yo coma de ella, hijo mío, y te bendiga». Acercósela Jacob y comió, y le trajo también vino, y bebió. 26Díjole después Isaac: «Acércate y bésame, hijo mío». 27Acercóse él y le besó; y en cuanto olió la fragancia de sus vestidos, le bendijo, diciendo:

«Oh, es el olor de mi hijo
como el olor de un campo
Al que ha bendecido Yavé!
28 Déte Dios el rocío del cielo y la grosura de la tierra.
Y abundancia de trigo y mosto.
Y prostérnense ante ti naciones;
Sé señor de tus hermanos
Y póstrense ante ti los hijos de tu madre.
Maldito quien te maldiga.
Y bendito quien te bendiga».

30En cuanto acabó Isaac de bendecir a Jacob, no bien había salido éste de la presencia de Isaac, su padre, Esaú, su hermano, que venía del campo 31y había hecho su guiso y se lo traía a su padre, dijo a éste: «Levántese mi padre y coma de la caza de su hijo, para que me bendiga». 32Díjole Isaac, su padre: «¿Pues quién eres tú?» Contestóle: «Yo soy tu hijo primogénito, Esaú». 33 Pasmóse Isaac grandemente y repuso: «¿Y quién es entonces el que me ha traído la caza y he comido de todo ello antes que tú vinieras, y le he bendecido, y bendito está?». 34Al oír Esaú las palabras de su padre, rompió a gritar y a llorar amargamente, y le dijo: «Bendíceme también a mí, padre mío». 35 Isaac le contestó: «Tu hermano ha venido con engaño y se ha llevado la bendición». 36Díjole Esaú: «¿No es su nombre Jacob? Dos veces me ha suplantado: me quitó la primogenitura y ahora me ha quitado mi bendición». Y añadió: «¿No tienes ya bendición para mí?» 37Respondió Isaac y dijo a Esaú: «Mira, le he hecho señor tuyo, y todos sus hermanos se los he dado por siervos; le he atribuido el trigo y el mosto. A tí, pues, ¿qué voy a hacerte, hijo mío?» 38Y dijo Esaú a su padre: «¿No tienes más que una bendición, padre mío? Bendíceme también a mí, padre mío»; y lloró en voz alta. 39 Respondió Isaac, diciéndole:

«Mira, fuera de la grosura de la tierra será tu morada
Y fuera del rocío que baja de los cielos.
40 Vivirás de tu espada y servirás a tu hermano;
Mas cuando te revuelvas, romperás su yugo de sobre tu cuello».

41Concibió Esaú contra su hermano Jacob un odio profundo, por lo de la bendición que le había dado su padre, y se dijo en su corazón: «Cerca están los días del duelo por mi padre; después mataré a Jacob, mi hermano».

42Supo Rebeca lo que había dicho Esaú, su hijo mayor; y mandó llamar a Jacob, su hijo menor, y le dijo: «Mira, tu hermano Esaú quiere vengarse de ti matándote. 43Anda, pues, obedéceme, hijo mío, y huye a Jarán, a Labán, mi hermano, 44y estáte algún tiempo con él, hasta que la cólera de tu hermano se aparte de ti, 45 se aplaque su ira y se haya olvidado de lo que le has hecho; yo mandaré allí a buscarte. ¿Habría de verme privada de vosotros dos en un solo día?».

46Rebeca dijo a Isaac: «Me pesa la vida a causa de las hijas de Jet; si Jacob toma mujer de entre las hijas de esta tierra, ¿para qué quiero vivir?».

Comentarios del Capítulo 27

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  • 2 Quiere hacer su testamento y transmitir con su bendición la herencia recibida de Abraham, ligada, según el derecho humano, al primogénito, pero libre de esta ley, según los planes de Dios. (Volver a Lectura).

  • 28 Le pide primero la riqueza que nace de los campos, que tantas veces promete Dios a Israel en pago de la observancia de la Ley (Dt 8,7ss). Luego, el señorío sobre los pueblos cananeos, que Dios Había prometido a Abraham y que David logró plenamente. Esto implica la soberanía del Mesías, a la cual se ordenaba en los planes divinos la posesión de Canán. El «seas Señor de tus hermanos» se entiende en sentido estricto de los idumeos, sometidos también por David. (2 Sam 8,13ss), y cuya sujeción se anuncia luego en la bendición de Esaú. Por fin repite lo mismo que había dicho a Abraham haciendo suya la causa del patriarca (12,3). Jacob es, pues, el heredero de las promesas de Abraham.(Volver a Lectura).

  • 33 Claramente indica cuáles eran sus intenciones de antes. Pero el patriarca mira su acción como el instrumento de Dios, que es quien da eficacia y cumple la bendición, y a pesar del engaño asegura que será bendecido. El autor sagrado quiere mostrarnos aquí la mano de Dios, que realiza sus propósitos de predilección sobre Israel (Mal 1,2ss; Rom 9,6ss). (Volver a Lectura).

  • 35 A pesar del engaño se llevó la bendición, y ya no hay remedio. Dios se sirve de las causas segundas, aunque no obren con toda rectitud, para ejecutar sus planes, sin que aquéllas se percaten de ello. El patriarca entrevé el misterio y lo acata. San Pablo nos declara por aquí el misterio de elección a la gracia mesiánica, que no depende de las causas humanas, sino de la voluntad sola de Dios (Rom 9,10ss). (Volver a Lectura).

  • 39 Posesión de Esaú era la tierra de Seir, al este del Arabá y al sur de Moab, era terreno estéril, apetecible, sin embargo, para los hebreos (Dt 2,5; Jos 24,4). Con el tiempo, los idumeos se fueron corriendo hacia el oeste hasta venir a instalarse al sur de Judea en la época del cautiverio babilónico.(Volver a Lectura).

  • 40 Vivirá siempre alerta para defender su territorio (Núm 20,14ss; Jue 11,17). David dio cumplimiento a este vaticinio conquistando la tierra de Edom (2 Sam 8,13; I Re 11,15s).--Cuando te revolvieres, etc. En tiempo de Joram recobraron los idumeos su libertad (2 Re 8,20ss; Ez 35,3). En este relato se pone de manifiesto la lucha entre las preferencias paternas y maternas respecto de los hijos; pero al mismo tiempo, y sobre todo, la providencia de Dios, que, sin atender a la primogenitura de la carne, elige a quien quiere para que en él se realicen las promesas mesiánicas (Mal 1,2s y Rom 9,6ss). (Volver a Lectura).

  • 45 El homicida había de pagar con su vida la que había quitado (Ex 21,12ss), si antes no huye donde el vengador de la sangre no pudiese alcanzarle. En cualquier caso la madre quedaría privada de sus dos hijos, el uno por el homicidio y el otro por el destierro o por a justicia vengadora (cf. 2 Sam 14,6ss). Rebeca debe expiar el pecado del engaño, no obstante haber servido a los planes de Dios. (Volver a Lectura).



Huida de Jacob a Mesopotamia

28 1 Llamó, pues, Isaac a Jacob y le bendijo, y le mandó: «No tomes mujer de entre las hijas de Canán. 2 Anda, y vete a Padán Aram, a casa de Batuel, el padre de tu madre, y toma allí mujer de entre las hijas de Labán, hermano de tu madre; 3 el Dios omnipotente te bendecirá, te hará crecer y multiplicará, y te hará muchedumbre de pueblos, 4 y te dará la bendición de Abraham a ti y a tu descendencia contigo, para que poseas la tierra en que como extranjero habitas, que dio Dios a Abraham». 5Despidió, pues, Isaac a Jacob, que se fue a Padán Aram, a Labán, hijo de Batuel, arameo, hermano de Rebeca, madre de Jacob y Esaú. 6 Viendo Esaú que Isaac había bendecido a Jacob y que al bendecirle le había mandado irse a Padán Aram para tomar mujer de allí, diciéndole: «No tomes mujer de entre las hijas de Canán», 7y que obedeciendo a su padre y a su madre se había ido Jacob a Padán Aram, 8conoció Esaú que disgustaban a Isaac, su padre, las hijas de Canán; 9se fue a Ismael, y sobre las que ya tenía, tomó por mujer a Majalat, hermana de Nebayot, hija de Ismael, hijo de Abraham. 10Salió, pues, Jacob de Berseba para dirigirse a Jarán. 11Llegó a un lugar donde el sol se ponía ya, y tomando una de las piedras que en el lugar había, la puso de cabecera y se acostó.

La visión de la escala

12 Tuvo un sueño en el que veía una escala que, apoyándose sobre la tierra, tocaba con la cabeza en los cielos, y que por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13 Junto a él estaba Yavé, que le dijo: «Yo soy Yavé, el Dios de Abraham, tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra sobre la cual estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. 14Será ésta como el polvo de la tierra, y te ensancharás a occidente y a oriente, a norte y mediodía, y en ti y en tu descendencia serán bendecidas todas las naciones de la tierra. 15Yo estoy contigo, y te bendeciré adondequiera que vayas, y volveré a traerte a esta tierra, y no te abandonaré hasta cumplir lo que te digo».

16 Despertó Jacob de su sueño, y se dijo: «Ciertamente está Yavé en este lugar, y yo no lo sabía»; 17y atemorizado, añadió: «¡Qué terrible es este lugar! No es sino la casa de Dios y la puerta de los cielos». 18Levantóse Jacob bien de mañana, y tomando la piedra que había tenido de cabecera, la alzó, como memoria, y vertió óleo sobre ella. 19Llamó a este lugar Betel, aunque la ciudad se llamó primero Luz. 20 E hizo Jacob voto diciendo: «Si Yavé está conmigo, y me protege en mi viaje, y me da pan que comer y vestidos que vestir, 21y retorno en paz a la casa de mi padre, Yavé será mi Dios; 22esta piedra que he alzado como memoria será para mí casa de Dios, y de todo cuanto a mí me dieres te daré el diezmo».

Comentarios del Capítulo 28

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  • 2 Padán Aram, en los campos de Siria, en la Mesopotamia del Norte (Os 12,13). (Volver a Lectura).

  • 3 En hebreo El-Shaddai, como en 17,1.(Volver a Lectura).

  • 4 Todo este discurso indica cómo el patriarca había entendido que, bajo el fraude de su hijo, se escondía la voluntad de Dios. (Volver a Lectura).

  • 6 Insiste siempre en lo que tanto había de inculcar la Ley (Ex 34,15ss; Dt 7,3s) de no tomar mujer de entre las cananeas. (Volver a Lectura).

  • 12 La escala simboliza la comunicación entre el cielo y la tierra; los ángeles suben y bajan por ella como ministros de Dios en el gobierno del mundo.(Volver a Lectura).

  • 13 El Señor está junto a Jacob, para mejor expresar la providencia que tendrá de él. Y había efectivamente para confirmarle las promesas que su padre le había hecho al bendecirle. (Volver a Lectura).

  • 16 Expresión muy natural y muy conforme con el instinto religioso de mirar a Dios morando en los cielos, como en su propia morada (Sal 113,16), desde donde contempla la tierra, pero también en ciertos lugares de ésta, en que particularmente se revela y se hace sentir de los hombres (1 Re 8, 27ss). La piedra recordará luego el lugar de la visión, que hace el sitio santo. La unción da a la piedra ese carácter sagrado (Lev 8,10; Núm 7,1). (Volver a Lectura).

  • 20 El voto es la respuesta del patriarca a las palabras de Dios. Si Yavé le cumple la palabra de asistirle en su viaje, le tendrá por su único Dios, y en señal de esto le ofrecerá el diezmo de todos sus bienes. Éste es el principio del precepto legal sobre los diezmos (Lev 27,30ss; Núm 18,21ss). (Volver a Lectura).



Jacob en la casa de Labán

29 1Volvió a emprender Jacob la marcha, y llegó a la tierra de los hijos de Oriente. 2Vio en el campo un pozo, junto al cual descansaban tres rebaños, pues era el pozo en que se abrevaban los ganados. 3Reuníanse allí, se quitaba una gran piedra que lo tapaba y se daba de beber al ganado, volviendo a poner en su lugar la piedra que cubría la boca del pozo. 4Jacob preguntó a los pastores: «¿De dónde sois, hermanos?̱ «De Jarán somos», le respondieron ellos. 5«¿Conocéis a Labán, hijo de Najor?» «Le conocemos», contestaron. 6«¿Y está bien?», siguió preguntando Jacob. «Sí, bien está; mira, ahí viene Raquel, su hija, con su rebaño». 7El les dijo: «Todavía es muy de día; no es tiempo de recoger el ganado. ¿Por qué no abreváis los rebaños y los volvéis a que pasten?» 8Ellos le respondieron: «No podemos hacerlo hasta que se reúnan todos los rebaños y se quite la piedra de la boca del pozo; entonces damos de beber al ganado». 9Todavía estaba Jacob hablando con ellos, cuando llegó Raquel con el rebaño de su padre, pues ella era la pastora. 10Y cuando vio Jacob a Raquel, hija de Labán, hermano de su madre, se acercó, removió la piedra de sobre la boca del pozo, y abrevó el rebaño de Labán, hermano de su madre. 11Besó Jacob a Raquel, y alzó la voz llorando. 12Dio a saber a Raquel que era hermano de su padre e hijo de Rebeca, y ella corrió a contárselo a su padre. 13En cuanto oyó Labán lo que de Jacob, hijo de su hermana, le decía, corrió a su encuentro, le abrazó, le besó y le llevó a su casa. Contó Jacob a Labán lo que ocurría, 14y éste le dijo: «Sí, eres hueso mío y carne mía». Y moró Jacob con Labán un mes entero. 15Pasado éste, le dijo Labán: «¿Acaso porque eres hermano mío vas a servirme de balde? Dime cuál va a ser tu salario».

Lía y Raquel

16Tenía Labán dos hijas; una, la mayor, de nombre Lía; otra, la menor, de nombre Raquel. 17Lía era tierna de ojos, pero Raquel era muy esbelta y hermosa. 18 Amaba Jacob a Raquel, y dijo a Labán: «Te serviré siete años por Raquel, tu hija menor». 19Y contestó Labán: «Mejor es que te la dé a ti que dársela a un extraño. Quédate conmigo». 20Y sirvió Jacob por Raquel siete años, que le parecieron sólo unos días, por el amor que le tenía. 21Jacob dijo a Labán: «Dame mi mujer, pues se ha cumplido el tiempo, y entraré a ella». 22Reunió Labán a todos los hombres del lugar, y dio un convite; 23y por la noche, tomando a Lía, su hija, se la llevó a Jacob, que entró a ella. 24Dio Labán a Lía, su hija, su sierva Zelfa, para que fuera sierva de ella. 25Llegada la mañana, vio Jacob que era Lía, y dijo a Labán: «¿Por qué me has hecho esto? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué me has engañado?» 26Labán le respondió: «No es en nuestro lugar costrumbre dar la menor antes que la mayor. 27Acaba esta semana, y te daré también después la otra por el servicio que me prestes de otros siete años». 28Hízolo así Jacob, y cumplida la semana, diole Labán a Raquel, su hija, por mujer, 29y con ella a Bala, su sierva, para sierva de ella. 30Entró también a Raquel Jacob, y la amó más que a Lía, y sirvió por ella otros siete años. 31 Viendo Yavé que Lía era desamada, abrió su matriz, mientras que Raquel era estéril.


Los hijos de Jacob

32 Concibió Lía, y parió un hijo, al que llamó Rubén, diciendo: «Yavé ha mirado mi aflicción, y ahora mi marido me amará». 33Concibió de nuevo y parió un hijo, diciendo: «Yavé ha visto que yo era desamada y me ha dado éste más», y le llamó Simeón. 34Concibió otra vez, y parió un hijo, y dijo: «Ahora mi marido se apegará a mí, pues le he parido tres hijos»; y por eso le llamó Leví. 35Concibió nuevamente, y parió un hijo, diciendo: «Ahora sí que he de alabar a Yavé»; y por eso le llamó Judá. Y cesó de tener hijos.

Comentarios del Capítulo 29

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  • 18 En este capítulo se nota que la forma del matrimonio no era la babilónica, sino la de compra de la novia, que aún hoy rige entre los nómadas y rigió después en Israel. Jacob, que no tenía dinero, paga el precio con su trabajo. con razón decían luego las hijas que su padre las había tratado como extrañas y se había comido su precio (31,15).(Volver a Lectura).

  • 31 En toda esta sección se deben notar varias cosas: la estima en que se tiene la maternidad y el don de la fecundidad; el oprobio que implica la esterilidad; la manera de imponer los nombres que expresan un buen augurio, y el poco aprecio que la Escritura hace de la poligamia, que aparece siempre como incompatible con la paz conyugal.(Volver a Lectura).



30 1Raquel, viendo que no daba hijos a Jacob, estaba celosa de su hermana, y dijo a Jacob: «Dame hijos o me muero». 2Airóse Jacob contra Raquel, y le dijo: «¿Por ventura soy yo Dios, que te ha hecho estéril?» 3 Ella le dijo: «Ahí tienes a mi sierva Bala; entra a ella, que para sobre mis rodillas, y tenga yo prole por ella». 4Diole, pues, su sierva por mujer, y Jacob entró a ella. 5Concibió Bala, y parió a Jacob un hijo, 6y dijo Raquel: «Dios me ha hecho justicia, me ha oído y me ha dado un hijo»; por eso le llamó Dan. 7Concibió otra vez Bala, sierva de Raquel, y parió un segundo hijo a Jacob, 8diciendo Raquel: «Lucha de Dios he luchado con mi hermana, y la he vencido»; por eso le llamó Neftalí.

9Viendo Lía que había dejado de tener hijos, tomó a Zelfa, su esclava, y se la dio por mujer a Jacob. 10Zelfa, esclava de Lía, parió a Jacob un hijo, y Lía dijo: 11«¡Qué buena fortuna!»; y le llamó Gad. 12Parió Zelfa, esclava de Lía, un segundo hijo a Jacob; 13y dijo Lía: «Por dicha mía, pues los hijos me han hecho feliz», y le llamó Aser. 14 Salió Rubén al tiempo de la siega del trigo, y halló en el campo unas mandrágoras, y se las trajo a Lía, su madre, y dijo Raquel a Lía: «Dame, por favor, de las mandrágoras de tu hijo». 15 Lía le contestó: «¿Te parece poco todavía haberme quitado el marido, que quieres también quitarme las mandrágoras de mi hijo?» Y le dijo Raquel: «Mira, que duerma esta noche contigo a cambio de las mandrágoras de tu hijo». 16Vino Jacob del campo por la tarde, y saliéndole Lía al encuentro, le dijo: «Entra a mí, pues te he comprado por unas mandrágoras de mi hijo». Y durmió con ella Jacob aquella noche, 17y oyó Yavé a Lía, que concibió y parió a Jacob el quinto hijo. 18Y dijo Lía: «Dios me ha pagado mi merced por haber mi sierva a mi marido»; y le llamó Isacar. 19Concibió de nuevo Lía, y parió a Jacob un sexto hijo, 20 y dijo: «Dios me ha hecho un buen don; ahora mi marido morará conmigo, pues le he dado seis hijos»; y le llamó Zabulón. 21Después parió una hija a la que llamó Dina.

22Acordóse Dios de Raquel, la oyó y la hizo fecunda. 23Concibió, pues, y parió un hijo, y dijo: «Dios ha quitado mi afrenta»; 24y le llamó José, pues dijo: «Que me añada Yavé otro hijo».

Prosperidad de Jacob en casa de Labán

25Cuando Raquel parió a José, dijo Jacob a Labán: «Déjame irme a mi lugar, a mi tierra. 26Dame mis mujeres, por las que te he servido, y me iré, pues bien sabes tú qué buen servicio te he hecho». 27Respondióle Labán: «Mira, por favor, si he hallado gracia a tus ojos, yo sé por agüero que por causa tuya me ha bendecido Yavé. 28Fíjame tu salario, y yo te lo daré»;. 29Contestóle Jacob: «Tú bien sabes cómo te he servido y lo que conmigo ha venido a ser tu ganado. 30Bien poco era lo que antes tenías, pero se ha aumentado grandemente, y Yavé te ha bendecido a mi paso. Ahora, pues, habré de hacer también yo por mi casa». 31Labán le dijo: «Dime qué es lo que he de darte». «No has de darme nada--le contestó Jacob--, sino hacer lo que voy a decirte, y volveré a apacentar tu ganado y a guardarlo. 32Yo pasaré hoy por entre todos tus rebaños, y separaré toda res manchada o rayada entre los corderos y toda será mi salario. 33Mi probidad responderá así por mí a la mañana, cuando venga a reconocer mi salario; todo cuanto no sea manchado entre las cabras y rayado entre los corderos, será en mí un robo». 34Y respondió Labán: «Bien, sea como dices». 35Pero aquel mismo día separó Labán todos los machos cabríos manchados, todas las cabras manchadas y cuantas tenían algo de blanco, y entre los corderos todos los rayados y manchados, y se los entregó a sus hijos, 36haciéndoselos llevar a tres días de camino de donde estaba Jacob. Jacob siguió apacentando el resto del ganado de Labán. 37Tomó Jacob varas verdes de estoraque, de almendro y de plátano, y haciendo en ellas unos cortes, las descortezaba, dejando lo blanco de las varas al descubierto. 38 Puso después las varas, así descortezadas, en los canales de los abrevaderos adonde venía el ganado a beber; 39y las que se apareaban a la vista de las varas, parían crías rayadas y manchadas. 40Jacob separó el ganado, y puso su grey aparte, sin dejar que se mezclara con la de Labán. 41Era cuando las reses vigorosas entraban en calor cuando ponía Jacob las varas a su vista en los abrevaderos para que se apareasen ante las varas; 42pero ante las débiles no las ponía, y así las crías débiles eran las de Labán y las fuertes las de Jacob. 43Vino a ser Jacob rico en extremo, dueño de numerosos rebaños, de siervos y siervas, de camellos y asnos.

Comentarios del Capítulo 30

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  • 3 Es lo que había hecho Sara. Según la ley hammurabiana, la esposa que hacía esto no podía ser repudiada por causa de esterilidad. Sin embargo ya no tenía razón de ser donde eran varias las mujeres. (Volver a Lectura).

  • 14 Según la opinión antigua, la mandrágora favorecía la fecundidad, y en este sentido hablan las dos hermanas.(Volver a Lectura).

  • 15 Son manifiestos los celos de Lía y Raquel. Es el cumplimiento de la sentencia divina: A tu marido se volverá tu deseo (Gén 3,10). Pero la inobservancia de la otra sentencia: Hízoles varón y hembra (1,27), trae consigo la división de la familia (Mt 19,4s). (Volver a Lectura).

  • 38 La ejecución del contrato retrata bien el carácter avaro de Labán. La industria de Jacob es fácil de entender. Puesto que es en los abrevaderos donde los machos suelen cubrir a las hembras, pone en los canales esas varas parcialmente descortezadas, para que, impresionando a los animales, venga el feto a tener el color variado de las mismas varas. El resultado correspondió a sus propósitos. San Crisóstomo y Teodoreto lo atribuyen a milagro. San Jerónimo, San Agustín y San Isidoro lo tienen por natural y lo confirman con varios ejemplos. Lo que no ofrece duda es que el autor sagrado ve en esto un efecto de la providencia especial de Dios sobre el patriarca, y éste así lo declara luego hablando con sus mujeres y con su suegro (31,9ss.42). (Volver a Lectura).



Vuelta de Jacob a la tierra de Canán

31 1Oyó Jacob a los hijos de Labán decir: «Ha tomado Jacob todo lo de nuestro padre, y con lo nuestro ha hecho toda esa riqueza». 2Y vio que la cara de Labán no era ya para él lo que había sido antes, 3y Yavé le dijo: «Vuélvete a la tierra de tu padre y a tu parentela, que yo estaré contigo». 4Mandó llamar, pues, Jacob a Raquel y a Lía, para que fueran al campo adonde estaba con su ganado, 5y les dijo: «Veo que el semblante de vuestro padre no es para mí ya el que antes era, aunque el Dios de mi padre ha estado conmigo. 6Bien sabéis vosotras que yo he servido a vuestro padre con todas mis fuerzas, 7y que vuestro padre se ha burlado de mí, mudando diez veces mi salario; pero Dios no le ha permitido perjudicarme. 8Cuando él decía: Tu salario serán las reses manchadas, todas las ovejas parían corderos manchados; y si decía: Las reses rayadas serán tu salario, todas las ovejas parían corderos rayados. 9Es, pues, Dios el que ha tomado lo de vuestro padre y me lo ha dado a mí. 10Cuando las ovejas entran en calor vi yo en sueños que los carneros que cubrían a las ovejas eran rayados y manchados, 11y el ángel de Dios me dijo en el sueño: «Jacob»; yo le respondí: «Heme aquí». 12Y él dijo: «Alza tus ojos y mira: todos los carneros que cubren a las ovejas son rayados y manchados, porque yo he visto todo lo que te ha hecho Labán. 13Yo soy el Dios que se te apareció en Betel, donde ungiste tú un monumento y me hiciste el voto. Levántate, pues; sal de esta tierra y torna a la tierra de tu parentela».

14Raquel y Lía respondieron: «¿Tenemos acaso nosotras parte o herencia en la casa de nuestro padre? 15 ¿No nos ha tratado como extrañas, vendiéndonos y comiéndose nuestro precio? 16Y, además, cuanto Dios le ha quitado a él, nuestro es y de nuestros hijos. Haz, pues, ya lo que Dios te ha mandado». 17Levantóse Jacob, e hizo montar a sus mujeres y a sus hijos sobre los camellos; y llevando consigo todos sus ganados y todo cuanto en Padán Aram había adquirido, 18se encaminó hacia Isaac, su padre, a tierra de Canán. 19 Labán había ido al esquileo de sus ovejas y Raquel robó los terafim de su padre. 20Jacob engañó a Labán, arameo, y no le dio cuenta de su huida. 21Huyó con todo cuanto tenía, y ya en camino atravesó el río y se dirigió al monte de Galad.


Labán, en persecución de Jacob

22Al tercer día dijéronle a Labán que Jacob había huido; 23y tomando consigo a sus parientes, le persiguió durante siete días, hasta darle alcance en el monte de Galad. 24Vino Dios en sueño durante la noche a Labán el arameo, 25y le dijo: «Guárdate de decir a Jacob nada, ni en bien ni en mal». Cuando alcanzó Labán a Jacob había éste fijado sus tiendas en el monte, y Labán fijó también la suya y las de sus parientes en el mismo monte de Galad. 26Dijo, pues, Labán a Jacob: «¿Qué es lo que has hecho? ¡Escaparte de mí, llevándote mis hijas como si fuesen cautivas de guerra! 27¿Por qué has huido secretamente, engañándome, en vez de advertirme, y te hubiera despedido yo jubilosamente con cantos, tímpanos y cítaras? 28¡Sin dejarme siquiera abrazar a mis hijos y a mis hijas! Has obrado insensatamente. 29Mi mano es lo suficientemente fuerte para hacerte mal, pero el Dios de tu padre me ha hablado la pasada noche, diciéndome: «Guárdate de decir a Jacob cosa alguna, ni en bien ni en mal». 30Y si es que te vas porque anhelas irte a la casa de tu padre, ¿por qué me has robado mis dioses?».

31Jacob respondió a Labán, diciendo: «Es que temía, pensando que quizá me quitarías tus hijas. 32Cuanto a lo de los dioses, aquel a quien se los encuentres, que muera. En presencia de nuestros hermanos busca cuanto sea tuyo, y tómalo». Jacob no sabía que era Raquel la que los había robado. 33Labán penetró en la tienda de Jacob, en la de Lía y en la de las dos siervas, y no halló nada. Después de salir de la tienda de Lía entró en la de Raquel; 34pero Raquel había tomado los terafim y los había escondido bajo el palanquín del camello, sentándose encima. Labán rebuscó por toda la tienda, pero no halló nada. 35Raquel le dijo: «No se irrite mi señor porque no pueda levantarme ante él, pues me hallo con lo que comúnmente tienen las mujeres». Así fue cómo, después de buscar y rebuscar Labán en toda la tienda, no pudo hallar los terafim. 36Jacob montó en cólera, y reprochó a Labán, diciéndole: «¿Qué crímen es el mío?¿Cuál es mi pecado para que así me persigas? 37Preséntalo aquí ante mis hermanos y los tuyos, y que juzguen ellos entre los dos. 38He pasado en tu casa veinte años; tus ovejas y tus cabras no abortaron, y yo no me he comido los corderos de tus rebaños. 39 Lo destrozado no te lo llevaba, la pérdida iba a cuenta mía. Me reclamabas lo que me robaban de día y lo que me robaban de noche. 40He vivido devorado por el calor del día y por el frío de la noche, y huia de mis ojos el sueño. 41He llevado en tu casa veinte años; catorce te he servido por tus dos hijas, seis por tus ganados, y me has mudado diez veces el salario. 42Si no hubiera sido por el Dios de mi padre, el Dios de Abraham, y por el Terror de Isaac, ahora me hubieras dejado ir de vacío. Dios ha visto mi aflicción y el trabajo de mis manos, y ha juzgado la pasada noche». 43Respondió Labán y dijo a Jacob: «Las hijas, hijas mías son; los hijos son hijos míos; el ganado es mío también, y cuanto ves, mío es; a estas mis hijas y a los hijos que ellas han parido, ¿qué les haría yo hoy? 44Ven, y ahora hagamos alianza yo y tú, y que (esto) sea testigo entre ti y mi».


Pacto entre Labán y Jacob

45Tomó, pues, Jacob una piedra, y la alzó en monumento, 46y dijo a sus hermanos que recogieran piedras y las reunieran en un montón, y comieron sobre él. 47Le llamó Labán Jegar Saaduta, mientras que le llamó Jacob Galad, 48y dijo Labán: «Este montón es hoy testigo entre ti y mi». Por eso se le llamó Galad, 49y también Masfa, por haber dicho Labán: «Que vele Yavé entre los dos cuando nos hayamos separado uno de otro. 50Si tú maltratas a mis hijas o tomas otras mujeres además de ellas, no habrá hombre que pueda argüirte; pero mira que Dios es testigo entre ti y mi». 51Y añadió Labán »He aquí el monumento y he aquí el testigo que he alzado entre ti y mí. 52Este montón es testigo de que yo no lo pasaré yendo contra ti, ni tú lo pasarás para hacerme daño. 53El Dios de Abraham y el Dios de Najor juzgue entre nosotros». Juró, pues, Jacob por el Terror de Isaac, su padre; 54ofreció un sacrificio en el monte e invitó a sus hermanos a comer. Comieron y pasaron la noche en el monte.

55Al día siguiente se levantó Labán de mañana, besó a sus hijos y a sus hijas y los bendijo. Despúes se marchó para volverse a su lugar.

Comentarios del Capítulo 31

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  • 15 Efectivamente, las mujeres no tenían parte en la herencia paterna; por eso se desentienden fácilmente de la casa de su padre y dan su aquiescencia a la propuesta de Jacob. La respuesta de las mujeres, a la vez que pone de relieve la avaricia de Labán, tal vez significa que el matrimonio por compra de la esposa no estaba aún radicado en la tierra. (Volver a Lectura).

  • 19 Estos terafin eran ídolos domésticos, de forma más o menos humana, según se colige de 1 Sam 19,13-16. Los hebreos, poco escrupulosos, los veneraban con frecuencia al lado de Yavé y se servían de ellos para la adivinación (Os 3,4; Ez 21,29; Zac 10,2). En qué estima eran tenidos por algunos nos lo muestra Jue 17,5; 18,11s. Raquel se los llevaba porque sin duda los tenía por los dioses protectores de la familia, al igual que su padre, y no quería separarse de ellos. pero su modo de ocultarlos bajo el palanquín muestra el desprecio del autor sagrado hacia ellos.(Volver a Lectura).

  • 39 La declaración de este punto se halla en Ex 22,10ss. Ezequiel, hablando de los pastores de Israel, lo alegoriza hermosamente (34,2s). (Volver a Lectura).



Temores de Jacob ante el encuentro con Esaú

32 1 (2) Jacob prosiguió su camino, y le salieron al encuentro ángeles de Dios. 2 (3) Al verlos, dijo Jacob: «Este es el campamento de Dios»; y por eso llamó a aquel lugar Majanaím. 3 (4) Envió Jacob ante sí mensajeros a Esaú, su hermano, a tierras de Seir, en los campos de Edom, mandándoles: 4 (5) «Así habéis de decir a mi señor Esaú: He aquí lo que dice Jacob, tu siervo: he estado con Labán y he morado con él hasta ahora; 5 (6) tengo bueyes y asnos, ovejas, siervos y siervas, y quiero hacérselo saber a mi señor, para hallar gracia a sus ojos». 6 (7) Los mensajeros volvieron, diciendo a Jacob: «Hemos ido a ver a tu hermano Esaú, y viene él a tu encuentro con cuatrocientos hombres». 7 (8) Jacob se atemorizó grandemente y se angustió; dividió en dos partes a los que le acompañaban, a los rebaños, los ganados y los camellos, diciéndose: 8 (9) «Si encuentra Esaú una parte y la destroza, quizá pueda salvarse la otra»; 9 (10) y dijo: «Dios de mi padre Abraham, Dios de mi padre Isaac, Yavé, que me dijiste: Vuelve a tu tierra, al lugar de tu nacimiento, que yo te favoreceré. 10 (11) Muy poco soy para todas las gracias que a tu siervo has hecho y toda la fidelidad que con él has tenido, pues pasé este río Jordán llevando sólo mi cayado, y vuelvo ahora con dos escuadras. 11 (12) Líbrame, te ruego, de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, pues le temo, no sea que venga a matarnos a todos, la madre con los hijos. 12 (13) Tú me has dicho: Yo te favoreceré grandemente y haré tu descendencia como las arenas del mar, que por lo numerosas no pueden contarse».

13 (14) Pasó allí Jacob aquella noche, y de cuanto tenía tomó para hacer presentes a Esaú, su hermano: doscientas cabras y veinte machos; 14 (15) doscientas ovejas y 20 carneros; 15 (16) treinta camellas criando, con sus crías; cuarenta vacas y diez toros; veinte asnas y diez asnos;

16 (17) y poniendo en manos de sus siervos cada uno de los hatos separadamente, les dijo: «Id delante de mí, dejando un espacio entre hato y hato». 17 (18) Al primero le dio esta orden: «Si te encuentra Esaú, mi hermano y te pregunta: ¿De quién eres, adónde vas y de quién es eso que llevas?, 18 (19) le responderás: De tu siervo Jacob; es un presente que envía a mi señor, a Esaú, y él viene también detrás de nosotros». 19 (20) La misma orden dio al segundo y al tercero y a todos cuantos llevaban el ganado, diciéndoles: «Así habéis de hablar a Esaú cuando le encontréis. 20 (21) Le diréis: Mira, tu siervo Jacob viene detrás de nosotros». Pues se decía: Le aplacaré con los presentes que van delante y luego le veré, quizá me acoja bien. 21 (22) Los presentes pasaron delante de él, y él se quedó allí aquella noche en el campamento; 22 (23) y levantándose todavía de noche, y tomando a sus dos mujeres, a sus dos siervas y a sus once hijos, les hizo pasar el vado de Jaboq. 23 (24) Pasó también después cuanto tenía.

La lucha con el ángel

24 (25) Quedóse Jacob solo, y hasta rayar la aurora estuvo luchando él un hombre, el cual, 25 (26) viendo que no le podía, le dio un golpe en la articulación del muslo, y se relajó el tendón del muslo de Jacob luchando con él. 26 (27) El hombre dijo a Jacob: «Déjame ya que me vaya, que sale la aurora». Pero Jacob respondió: «No te dejaré ir si no me bendices». 27 (28) El le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?» «Jacob», contestó éste. 28 (29) Y él le dijo: «No te llamarás ya en adelante Jacob, sino Israel, pues has luchado con Dios y con hombres, y has vencido». 29 (30) Rogóle Jacob: «Dame, por favor, a conocer tu nombre»; pero él le contestó: «¿Para qué preguntas por mi nombre?»; y le bendijo allí. 30 (31) Jacob llamó a aquel lugar Panuel, pues dijo: «He visto a Dios cara a cara y ha quedado a salvo mi vida». 31 (32) Salía el sol cuando pasó de Panuel e iba cojeando del muslo. 32 (33) Por eso los hijos de Israel no comen, todavía hoy, el tendón femoral de la articulación del muslo, por haber sido herido en él Jacob.

Comentarios del Capítulo 32

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  • 1 Esta presencia de los ángeles significa la protección de Dios, que a Jacob acompaña más especialmente desde este momento en que llega a la tierra de promisión y tiene que comenzar la lucha con su hermano Esaú. (Volver a Lectura).

  • 2 Majanaím: El episodio explica el origen del nombre. Esta ciudad, según Jos 13,26, se hallaba en el límite entre manasés y gad, y era además ciudad de refugio (Jos 21,18); pero se ignora el sitio preciso que ocupaba al norte del Jaboc y cerca del Jordán.(Volver a Lectura).

  • 11 Herir la madre con los hijos significa una matanza universal (Os 10,14). (Volver a Lectura).

  • 20 no sería una temeridad ver en estas angustias de Jacob y en la humillación ante su hermano la justa expiación de su conducta con el padre y con el hermano. (Volver a Lectura).

  • 24 Esta lucha constituye un punto culminante en la historia de Jacob, que va a librar la batalla decisiva con su hermano sobre la primogenitura y cuanto en ella iba implicado. Jarki supone que este ángel era el ángel de Esaú, el cual, a semejanza del ángel de persia en Dan 10,13.20, trata de oponerse a que jacob pase a la tierra de Canán y tome posesión con su familia de la región de las promesas. Vencida por Jacob esta batalla, queda virtualmente vencedor de su hermano, y no encontrará más oposición en su marcha. Oseas 12,4 parece confirmar esta exposición. (Volver a Lectura).

  • 28 Más que la etimología importa la declaración del ángel. Jacob había luchado con Dios, representado por el ángel, que, al defender la causa de Esaú, defendía el orden natural de la transmisión de la primogenitura. Había luchado con Labán, estaba a punto de luchar con Esaú, y siempre había logrado la victoria, cuyo premio sería la bendición de Abraham y de Isaac. (Volver a Lectura).

  • 31 Para verse suelto de los brazos de Jacob le hirió en el muslo, y del golpe le quedó esta cojera, a la cual se refiere el uso de no comer el muslo isquíaco. La Ley no hace mención de esto. (Volver a Lectura).



Reconciliación con Esaú

33 1 Alzó Jacob los ojos, y vio venir hacia él a Esaú con cuatrocientos hombres. Había repartido sus hijos entre Lía, Raquel y las dos siervas, 2poniendo en cabeza a estas dos con sus hijos; después a Lía con los suyos, y en último lugar a Raquel con José. 3El se puso delante de todos y se postró en tierra siete veces antes de llegar su hermano. 4Esaú corrió a su encuentro, le abrazó, cayó sobre su cuello y le besó. Ambos lloraban. 5Luego, alzando los ojos, vio Esaú a las mujeres y a los niños, y preguntó: «¿Quiénes son estos que traes contigo?» Jacob le contestó: «Son los hijos que Dios ha dado a tu siervo». 6Aproximáronse las siervas con sus hijos y se postraron. 7Aproximóse también Lía con los suyos, y se postraron. Luego se acercaron José y Raquel, y se postraron. 8Esaú le preguntó: «¿Qué pretendes con todos esos hatos que he ido encontrando?» «Hallar gracia a los ojos de mi señor». 9contestóle Esaú: «Tengo mucho, hermano mío; sea lo tuyo para ti». 10«No, te ruego--respondió Jacob--, si es que he hallado gracia a tus ojos, acepta de mi mano el presente, ya que he visto tu faz como si viera la de Dios, y me has acogido favorablemente. 11Acepta, pues, el presente que te hago, pues Dios me ha favorecido y tengo de todo». Tanto le instó, que aceptó Esaú.

12Este le dijo: «Pongámonos en marcha, yo iré delante de ti». 13Jacob le respondió: «Bien ve mi señor que hay niños tiernos, y que llevo ovejas y vacas que están criando, y si durante un día se les hiciera marchar apresuradamente, todo el ganado moriría. 14Pase, pues, mi señor delante de su siervo, y yo seguiré lentamente al paso de los rebaños que llevo delante y al paso de los niños, hasta llegar a Seir, a mi señor». 15Dijo Esaú: «Dejaré, pues, contigo una parte de la gente que llevo». Pero Jacob respondió: «¿Y para qué eso, si he hallado gracia a los ojos de mi señor?» 16Volvióse, pues, a Seir Esaú aquel mismo día. 17Jacob partió para Sucot, y se hizo allí una casa y apriscos para sus ganados; por eso se llamó Sucot aquel lugar.18Llegó Jacob en paz a la ciudad de Siquem, en tierra de Canán, de vuelta de Padán Aram, y acampó frente a la ciudad. 19Compró a los hijos de Jamor, padre de Siquem, el trozo de tierra donde había asentado sus tiendas por cien quesitas, 20y alzó allí un altar, que llamó «El Elohe Israel» (El Dios de Israel).


Dina y los siquemitas

34 1Salió Dina, la hija que había parido Lía a Jacob, para ver a las hijas de de aquella tierra; 2Viéndola Siquem, hijo de Jamor, jorreo, príncipe de aquella tierra, la arrebató, se acostó con ella y la violó. 3De tal modo se prendó de Dina, la hija de Jacob, que la amó y le habló tiernamente. 4Y dijo Siquem a Jamor, su padre: «Tómame esa joven por mujer». 5 Supo Jacob que Dina, su hija, había sido violada; pero como sus hijos estaban en el campo con el ganado, se calló hasta su vuelta.

6Jamor, padre de Siquem, salió para hablar a Jacob. 7 Cuando de vuelta del campo lo oyeron los hijos de Jacob, se llenaron de ira de furor por el ultraje hecho a Israel, acostándose con la hija de Jacob, cosa que no debía hacerse. 8 Jamor les habló, diciéndo: «Siquem, mi hijo, está prendado de vuestra hija; dádsela, os ruego, por mujer; 9haced alianza con nosotros; dadnos vuestras hijas, y tomad las nuestras para vosotros, y habitad con nosotros. 10La tierra estará a vuestra disposición para que habitéis en ella, la recorráis y tengáis propiedades en ella». 11Siquem, por su parte, dijo al padre y a los hermanos de Dina: «Halle yo gracia a vuestros ojos, y os daré lo que me pidáis. 12Acrecentad mucho la dote y las dádivas. Cuanto me digáis os lo daré, pero dadme a la joven por mujer». 13Los hijos de Jacob respondieron a Siquem y a su padre dolosamente por el estupro de Dina, su hermana, y les dijeron: «14No podemos hacer eso de dar nuestra hermana a un incircunciso, porque eso sería para nosotros una afrenta. 15Sólo podríamos venir en ello con esta condición: que seáis como nosotros y se circunciden todos vuestros varones. 16Entonces os daríamos a nuestras hijas y tomaríamos las vuestras, y habitaríamos juntos, y seríamos un solo pueblo; 17pero si no consentís en circuncidaros, tomaremos a nuestra hija y nos iremos».

18Estas palabras agradaron a Jamor y a Siquem, hijo de Jamor. 19El joven no dio largas a la cosa, por lo enamorado que estaba de la hija de Jacob y por ser el de más respeto de la casa de su padre. 20Fueron, pues, Jamor y Siquem, su hijo, a las puertas de la ciudad, y hablaron a los hombres de su ciudad, diciendo: 21«Estos hombres son gente de paz en medio de nosotros; que se establezcan en esta tierra y la recorran; la tierra es a ambas manos espaciosa para ellos. Tomaremos por mujeres a sus hijas y les daremos a ellos las nuestras; 22pero sólo consienten en habitar con nosotros y ser con nosotros un pueblo solo si se circuncida entre nosotros todo varón, como lo están ellos. 23Sus ganados, sus bienes y todas sus bestias, ¿no serán así nuestros? Solo falta que accedamos a su petición y habitarán con nosotros». 24Escucharon a Jamor y a Siquem cuantos salían por las puertas de la ciudad, y todo varón fue circuncidado. 25 Al tercer día, cuando estaban con los dolores, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, penetraron sin peligro en la ciudad, espada en mano, y mataron a todos los varones. 26Pasaron a filo de espada a Jamor y a Siquem, su hijo; y sacando a Dina de la casa de Siquem, salieron. 27Los hijos de Jacob se arrojaron sobre los muertos, y saquearon la ciudad, por haber sido deshonrada su hermana. 28LLeváronse sus ovejas, sus bueyes, sus asnos, cuanto había en la ciudad y cuanto había en los campos. 29Todos sus bienes, todos sus niños, todas sus mujeres los cautivaron y se los llevaron, y robaron cuanto había en las casas.

30Dijo Jacob a Simeón y a Leví: «Habéis perturbado mi vida, haciéndome odioso a los habitantes de esta tierra, a cananeos y fereceos. Yo tengo poca gente. Ellos se reunirán contra mí y me matarán, destruyéndome a mí y a mi casa. » 31Ellos le respondieron: «¿Y había de ser tratada nuestra hermana como una prostituta?»

Comentarios del Capítulo 34

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  • 5 La conducta de Jacob produce la impresión de un anciano que ya sólo nominalmente ejerce la autoridad en su casa; son los hijos los que hablan y obran como dueño. Debe anotarse esto para apreciar la cronología del relato. (Volver a Lectura).

  • 7 La violación y el homicidio son las dos cosas que, aún hoy, más encienden la sangre de los nómadas y los mueven a terribles venganzas. (Volver a Lectura).

  • 8 En caso de violación, la Ley exigía el matrimonio o la dote. Siquem va más allá, proponiendo la unión de los dos pueblos. Pero tal vez esto les pareció demasiado a los hijos de Jacob. (Volver a Lectura).

  • 25 Hay motivos para dudar de la correción del texto en este episodio. Se explica la muerte de Siquem y de su padre y el rescate de Dina, pero no la matanza de los siquemitas inocentes, sin excluir los niños y las mujeres. Es probable que el texto haya sido alterado por los copistas, llevados de su odio a los samaritanos (cf. Jos 7,15; Jue 9,2). (Volver a Lectura).



Jacob en Bétel

35 1Dijo Dios a Jacob: «Anda, sube a Bétel, y habita allí y alza allí un altar al Dios que se te apareció cuando huías de Esaú, tu hermano». 2 Jacob dijo a su familia y a cuantos estaban con él: «Arrojad todos los dioses extraños que haya entre vosotros; purificaos y mudaos de ropas, 3 pues vamos a subir a Bétel y a alzar allí un altar al Dios que me oyó el día de mi angustia y me acompañó en el viaje que hize».

4 Entregaron, pues, todos los dioses extraños que pudieron haber a mano, y los pendientes de sus orejas, a Jacob, que los enterró bajo la encina que hay en Siquem. 5Partieron, y se extendió el terror de Dios por las ciudades del contorno, y no los persiguieron.

6Llegó Jacob, y cuantos con él iban, a Luz, que es Bétel, en la tierra de Canán. 7Alzó allí un altar y llamó a este lugar Bétel, porque allí se le apareció Dios cuando huía de su hermano.

8Murió Débora, la nodriza de Rebeca, y fue enterrada por debajo de Bétel, bajo una encina que se llamó Encina del llanto.

9Apareciósele de nuevo Dios a Jacob, de vuelta de Padán Aram, y le bendijo, 10diciendo: «Tu nombre es Jacob, pero no serás llamado ya Jacob; tu nombre será Israel»; y le llamó Israel. 11Y le dijo: «Yo soy El-Shaddai. Crece y multiplícate. De ti saldrá un pueblo, un conjunto de pueblos, y de tus lomos saldrán reyes. 12La tierra que di a Abraham y a Isaac te la daré a ti y a tu descendencia después de ti». 13Y ascendió Dios del lugar donde le había hablado, 14en el que levantó Jacob un monumento de piedras, y en él hizo una libación y derramó óleo sobre él, 15dando el nombre de Bétel al lugar donde Dios le había hablado.

Muerte de Raquel y de Isaac

16 Partiéronse de Bétel, y cuando estaban todavía a un quibrat de distancia de Efrata, parió Raquel, teniendo un parto muy difícil. 17Entre las angustias del parto, le dijo la partera: «Ánimo, que también éste es hijo». 18 Y al dar el alma, pues estaba ya moribunda, le llamó Benoni, pero su padre le llamó Benjamín. 19 Murió Raquel, y fue sepultada en el camino de Efrata, que es Belén, 20y alzó Jacob sobre la tumba de Raquel un monumento, que todavía subsiste.

21Partióse Israel y plantó sus tiendas más allá de Migdal Eder. 22Durante su estancia en esta región vino Rubén, y se acostó con Bala, la concubina de su padre, y lo supo Jacob. Los hijos de Jacob eran doce. 23Hijos de Lía: Ruben, el primogénito de Jacob; Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón. 24Hijos de Raquel, José y Benjamín. 25Hijos de Bala, la sierva de Raquel: Dan y Neftalí. 26Hijos de Zelfa, la sierva de Lía: Gad y Aser. Estos son los hijos que le nacieron a Jacob en Padán Aram.

27Fue Jacob adonde estaba Isaac, su padre, a Mambré, a la ciudad de Arbé, que es Hebrón, donde habitaron Abraham e Isaac. 28Vivió Isaac ciento ochenta años 29y murió y se reunió con su pueblo, anciano y lleno de días. Esaú y Jacob, sus hijos, le sepultaron.

Comentarios del Capítulo 35

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  • 2 Estas palabras van dirigidas tanto a los de su casa como a los que estaban con él. Debemos concebir a Jacob, como a Abraham, a la manera de un jeque poderoso. La idea de concebir a todos los israelitas como descendientes de Abraham es una ficción de derecho, que da a la adopción el valor de una generación natural. Ya hemos visto que entre las mujeres de Jacob no era tan pura la religión monoteísta; ahora, al cumplir el voto que había hecho a Yavé de tenerlo por su único Dios, era natural que alejase de su campo todo rastro de culto idolátrico (Ex 20,3). La purificación como en Ex 19,10ss. (Volver a Lectura).

  • 4 Los zarcillos tendrían la figura de alguna divinidad y entraban, por lo mismo, en la categorío de ídolos. Jacob los enterró, y es otra burla de los dioses de piedra y leño, que no oyen. Esta encina es ya mencionada en 12,6 y luego en Jos 24,26s; Jue 9,6. El terror de Dios es un terror pánico que cohíbe a los cananeos y protege al patriarca, como en Ex 23,27; Dt 11,25; Jos 2,9. (Volver a Lectura).

  • 16 Era una medida longitudinal, de equivalencia desconocida. Las medidas longitudinales en uso entre los hebreos derivan sus nombres de ciertas partes del cuerpo, lo mismo que las de tantos otros pueblos. Las que hallamos mencionadas en la Escritura son: el amma = codo; el zeret = palmo; el tefa = coto, y el esba = dedo. En el codo se distinguían el vulgar y el sagrado o real. Este último parece ser el codo de Egipto, que, según los monumentos egipcios, equivalía a mms. 525; mientras que el vulgar parece que era el codo de Asiria, y equivalía a mms. 495. El palmo era la mitad del codo; el coto, la tercera parte del palmo, y el dedo, la cuarta parte del coto. A más de estas medidas, hallamos mencionadas en el Antiguo Testamento el gómel, de equivalencia desconocida, y sobre todo en Ezequiel; la caña, que, más que una medida real y corriente, era un instrumento para medir, algo parecido, claro que no en la materia, a las cintas empleadas entre nosotros, y tenía seis codos y 2000 codos; el estadio, medida griega, equivalente a 600 pies, o sea 400 codos, unos 185 metros; la braza = Vulg. passus, medida marina, equivalente, aproximadamente a ms 1,85.
    De medidas de superficie no hallamos en la Escritura mencionadas más que el semed = Vulg. yugerum, yugada, que no es una medida exacta, sino solamente aproximada: el espacio de tierra de labor que puede arar en un día una yunta. (Volver a Lectura).

  • 18 Ben-oni: Hijo de mi dolor, aludiendo a los del parto laborioso que había tenido. --Ben-yamin: Hijo de la diestra o de la dicha: Buenaventura. (Volver a Lectura).

  • 19 Sin duda que las palabras «que es Belén» son una glosa, que debe eliminarse. Con esto queda resuelta la dificultad geográfica. (Volver a Lectura).



Descendencia de Esaú

36 1 Esta es la descendencia de Esaú, que es Edom. 2Esaú tomó sus mujeres de entre las hijas de Canán, a Ada, hija de Elón, jeteo; a Olibama, hija de Ana, hijo de Sebeón, jeveo. 3Además, a Basemat, hija de Ismael, hermana de Nebayot. 4Ada le parió a Elifaz; Basemat a Rauel, 5y Olibama a Jeus, Jelón y Coré. Estos son los hijos que le nacieron a Esaú en tierra de Canán. 6Esaú tomó a sus mujeres, sus hijos y sus hijas y todas las gentes de su casa, sus ganados y todas sus bestias y todos los bienes que había adquirido en la tierra de Canán, y se fue a una tierra lejos de Jacob, su hermano; 7pues siendo muchos los bienes de uno y otro, no podían habitar juntos, y la tierra en que se movían no les bastaba a causa de sus muchos ganados. 8Establecióse Esaú en el monte de Seir; Esaú es Edom.

9Esta es la descendencia de Esaú, padre de Edom, en el monte Seir. 10Estos son los nombres de los hijos de Esaú: Elifaz, hijo de Ada, mujer de Esaú; Rauel, hijo de Basemat, mujer de Esaú. 11Los hijos de Elifaz fueron: Temán, Omar, Sefo, Gatam y Quenez. 12Tamna fue concubina de Elifaz, hijo de Esaú, y le parió a Amalec. Estos son los hijos de Ada, mujer de Esaú. 13Los hijos de Rauel: Najat, Zaraj, Samma y Meza. 14Estos son los hijos de Basemat, mujer de Esaú. Los hijos de Olibama, hija de Ana, hija de Sebeón, mujer de Esaú, fueron: Jeus, Jelón y Coré.

15He aquí los jefes de tribu de los hijos de Esaú: hijos de Elifaz, primogénito de Esaú, el jefe Temán, el jefe Omar, el jefe Sefo, el jefe Quenez, 16el jefe Coré, el jefe Gatam, el jefe Amalec. Estos son los jefes de Elifaz en la tierra de Edom; son los hijos de Ada. 17Hijos de Rauel, hijo de Esaú: el jefe Najat, el jefe Zaraj, el jefe Samma y el jefe Miza. Estos son los jefes de Rauel en la tierra de Edom; éstos son los hijos de Basemat, mujer de Esaú. 18Hijos de Olibama, mujer de Esaú: el jefe Jeus, el jefe Jelón y el jefe Coré. Estos son los jefes de Olibama, hija de Ana y mujer de Esaú. 19Estos son los hijos de Esaú, éstos sus jefes; él es Edom. 20Los hijos de Seir, el jorreo, que habitaba la región: Lotán, Sobal, Sebeón, Ana, 21Disón, Eser y Disán. Estos son los jefes de los jorreos, hijos de Seir, en la tierra de Edom. 22Los hijos de Lotán fueron: Jorí y Heman; y Tamna, hermana de Lotán. 23Los hijos de Sobal: Alván, Manajat, Ebal, Sefó y Onam. 24Los hijos de Sebeón: Aya y Ana. Este Ana es el que halló en el desierto los manantiales de agua caliente mientras apacentaba el ganado de Sebeón, su padre. 25Los hijos de Ana: Disón y Olibama, hija de Ana. 26Los hijos de Disón: Jemdam, Esebán, Jetram y Caram. 27Los hijos de Eser: Balam, Zaaván y Acán. 28Los hijos de Disán: Us y Aram.

29He aquí los jefes de los jorreos: el jefe Lotán, el jefe Sobal, el jefe Sebeón, 30el jefe Ana, el jefe Disón, el jefe Eser, el jefe Disán. Estos son los jefes de los jorreos, cada uno de sus jefes en la tierra de Seir.

31He aquí los reyes que han reinado en tierra de Edom antes que reinara un rey sobre los hijos de Israel: 32Bela, hijo de Beor, reinó en Edom, y el nombre de su capital era Denaba. 33Murió Bela y le sucedió Jobab, hijo de Zara, de Bosra. 34Murió Jobab y le sucedió Jusam, de la tierra de Temán. 35Murió Jusam y le sucedió Adad, hijo de Badad, que derrotó a Madián en los campos de Moab; el nombre de su ciudad era Avit. 36Murió Adad y le sucedió Semla, de Masreca. 37Murió Semla y le sucedió Saúl, de Rejobot, junto al río. 38Murió Saúl y le sucedió Baaljamán, hijo de Acbor. 39Murió Baaljamán, hijo de Acbor y le sucedió Hadar; el nombre de su capital era Pau y el de su mujer Metabel, hija de Matrad, hija de Mezaab. 40Estos son los nombres de los jefes de Esaú, según sus tribus y sus territorios. El jefe de Timna, el jefe de Alva, el jefe de Jeter, 41el jefe de Olibama, el jefe de Ela, el jefe de Finón, 42el jefe de Quenez, el jefe de Temán, el jefe de Mabsar, 43el jefe de Magdiel, el jefe de Iram. Estos son los jefes de Edom, según sus moradas en la tierra que ocupan. Este es Esaú, padre de Edom.

Comentarios del Capítulo 36

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  • 1 Muerto Isaac, el autor habla de su hijo Esaú, para dejarle luego de lado, como había hecho antes con Ismael, c.25.--«Que es Edom», frase aquí tan repetida, indica que más que a la persona de Esaú mira el autor a sus descendientes. El capítulo contiene varias estadísticas de esta nación correspondientes a épocas diversas, por donde se explican las divergencias de las mismas y la repetición. (Volver a Lectura).



CUARTA PARTE

HISTORIA DE JOSÉ Y DE SUS HERMANOS

(37 - 50)

José

37 1Habitó Jacob en la tierra por donde peregrinó su padre, en la tierra de Canán.

2 Esta es la historia de Jacob:
Cuando tenía José diecisiete años, siendo todavía un niño, iba con sus hermanos, los hijos de Bala y de Zelfa, mujeres de su padre, a apacentar el ganado, e hizo llegar José a su padre la pésima fama de aquéllos. 3 Israel amaba a José más que a todos sus otros hijos, por ser el hijo de su ancianidad, y le hizo una túnica talar. 4Viendo sus hermanos que su padre le amaba más que a todos, llegaron a odiarle, y no podían hablarle amistosamente. 5Tuvo también José un sueño, que contó a sus hermanos y que acrecentó más todavía el odio de éstos contra él. 6Díjoles: «Oíd, si queréis, este sueño he tenido. 7Estábamos nosotros en el campo atando haces, y vi que se levantaba mi haz y se tenía en pie, y los vuestros lo rodeaban y se inclinaban ante el mío, adorándole». 8 Y sus hermanos le dijeron: «¿Es que vas a reinar sobre nosotros y vas a dominarnos?» Estos sueños y las palabras de José fueron causa de que le odiaran todavía más. 9Tuvo José otro sueño, que contó también a sus hermanos, diciendo: «Mirad, he tenido otro sueño, y he visto que el sol, la luna y once estrellas me adoraban». 10Contó el sueño a su padre y a sus hermanos, y aquél le increpó, diciéndole: «¿Qué sueño es ese que has soñado? ¿Acaso vamos a postrarnos en tierra ante ti, yo, tu madre y tus hermanos?» 11Sus hermanos le envidiaban, pero a su padre le daba esto que pensar. 12Fueron sus hermanos a apacentar el ganado de su padre en Siquem, 13y dijo Israel a José: «Tus hermanos están apacentando en Siquem. Ven que te mande a ellos». El le respondió: «Hemme aquí». 14«Pues vete a ver si están bien tus hermanos y el ganado, y vuelve a decírmelo». Y le envió desde el valle de Hebrón y se dirigió José a Siquem. 15Encontróle un hombre errando por el campo, y le preguntó: «¿Qué buscas?» 16Y él le contestó: «A mis hermanos busco. Haz el favor de decirme dónde están apacentando». 17Contestóle el hombre: «Se han ido de aquí, pues les oí decir: Vámonos a Dotayin». Fue José en busca de sus hermanos, y los halló en Dotayin. 18Viéronle ellos desde lejos, antes de que a ellos se aproximara, y concibieron el proyecto de matarle. 19Dijéronse unos a otros: «Mirad, ahí viene el de los sueños; 20vamos a matarle y le arrojaremos a uno de estos pozos, y diremos que le ha devorado una fiera; así veremos de qué le sirven sus sueños». 21Rubén, que esto oía, quería librarle de sus manos, y les dijo: «Matarle, no; 22no vertáis sangre; arrojadle a ese pozo que hay en el desierto y no pongáis la mano sobre él». Quería librarle de sus manos para devolverlo a su padre. 23Cuando llegó José hasta sus hermanos, despojáronle de su túnica, la túnica talar que llevaba, 24y agarrándole, le arrojaron al pozo, un pozo vacío que no tenía agua.

José vendido por sus hermanos

25 Sentáronse a comer, y alzando los ojos, vieron venir una caravana de ismaelitas que venía de Galad, cuyos camellos iban cargados de estoraque, tragacanto y láudano, que llevaban a Egipto; 26 y dijó Judá a sus hermanos: «¿Qué sacaríamos de matar a nuestro hermano y ocultar su sangre? 27Vamos a vendérselo a esos ismaelitas y no pongamos en él nuestra mano, pues es hermano nuestro y carne nuestra». Asintieron sus hermanos; 28 y cuando pasaban los mercaderes madianitas, sacaron a José, subiéndole del pozo, y por veinte monedas de plata se lo vendieron a los ismaelitas, que le llevaron a Egipto. 29Volvió Rubén al pozo, pero no estaba en él José, y rasgando sus vestiduras, 30volvióse adonde estaban sus hermanos y dijo: «El niño no aparece; ¿adónde iré yo ahora?» 31Tomaron la túnica talar de José, y matando un macho cabrío, la empaparon en la sangre, 32la tomaron y se la llevaron a su padre, diciendo: «Esto hemos encontrado; mira a ver si es o no la túnica de tu hijo». 33Reconociéndola él, dijo: «La túnica de mi hijo es; una fiera le ha devorado, ha despedazado enteramente a José». 34 Rasgó Jacob sus vestiduras, vistióse de saco e hizo duelo por su hijo durante mucho tiempo. 35 Venían todos sus hijos y sus hijas a consolarle; pero él rechazaba todo consuelo, diciendo: «En duelo bajaré al sepulcro a mi hijo». Y su padre le lloraba. 36Los madianitas le vendieron en Egipto a Putifar, ministro del Faraón y jefe de la guardia.

Comentarios del Capítulo 37

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  • 2 Como en 25,19 narra, en la historia de Isaac, la de sus hijos, así aquí con tanta mayor razón cuanto que los de Jacob habían de formar el pueblo de las promesas.(Volver a Lectura).

  • 3 La gente trabajadora llevaba la túnica corta; los pincipales, larga, y si tenía mangas era señal de distinción.(Volver a Lectura).

  • 8 El sentido del sueño es bien claro, y los hermanos lo entienden. El autor sagrado nos muestra cómo la mano de Dios va dirigiendo los destinos de José y los de Israel por José. (Volver a Lectura).

  • 25 La descendencia de Ismael es mencionada en 25,12ss. Su primogénito, Nabayot, es el padre de los nabateos, que habitaron luego al este del Arabá, en el antiguo territorio de Edom. La región de Dotain está en el camino de las caravanas que iban de Damasco y Galad a Egipto. Los productos que llevaban eran de gran consumo en el valle del Nilo para el culto en los templos, para la medicina y para el embalsamamiento de los cadáveres.(Volver a Lectura).

  • 26 La venta de una persona libre era un crimen grave, que la Ley castigaba con la pena capital, pero sin duda menor que el homicidio (Ex 21,16).(Volver a Lectura).

  • 28 Los madianitas figuran entre los descendientes de Cetura y moraban en la costa meridional del golfo de Acaba (25,2). Hay aquí una dificultad histórica. Podrá resolverse suponiendo que el nombre de ismaelitas y madianitas equivale a mercaderes árabes, como en Jue 8,24.(Volver a Lectura).

  • 34 El rasgar las vestiguras es señal de gran dolor y luto, muy natural en este caso.(Volver a Lectura).

  • 35 Descenderé al seol, esto es, moriré de pena. El seol es la región subterránea en que moran las almas de los difuntos.(Volver a Lectura).



Judá y Tamar

38 1 Sucedió por entonces que bajó Judá, apartándose de sus hermanos, y llegó hasta un adulamita, de nombre Jira. 2Vio allí a una cananea llamada Sué, y la tomó por mujer y entró a ella, 3concibió y parió un hijo, al que llamó Er. 4Concibió de nuevo y parió un hijo, a quien llamó Onán; 5volvió a concebir y parió un hijo, a quien llamó Sela; cuando le parió éste, hallábase en Quizib. 6Tomó Judá para Er, su primogénito, una mujer llamada Tamar. 7Er, primogénito de Judá, fue malo a los ojos de Yavé, y Yavé le mató. 8 Entonces dijo Judá a Onán: «Entra a la mujer de tu hermano, y tómala, como cuñado que eres, para suscitar prole a tu hermano». 9Pero Onán, sabiendo que la prole no sería suya, cuando entraba a la mujer de su hermano se derramaba en tierra para no dar prole a su hermano. 10Era malo a los ojos de Yavé lo que hacía Onán, y le mató también a él. 11Dijo entonces Judá a Tamar, su nuera: «Quédate como viuda en casa de tu padre hasta que sea grande mi hijo Sela». Pues se decía: «No vaya a morir también éste como sus hermanos». Fuese, pues, Tamar y habitaba en casa de su padre. 12Pasó el tiempo y murió la hija de Sué, mujer de Judá. Pasado el duelo por ella, subió Judá con su amigo Jira, el adulamita, al esquileo de su ganado a Tamna. 13Hiciéronselo saber a Tamar diciéndole: «Mira, tu suegro ha ido a Tamna al esquileo de su ganado». 14Despojóse ella de sus vestidos de viuda, se cubrió con un velo, y cubierta se sentó a la entrada de Enaím, en el camino de Tamna, pues veía que Sela era ya mayor y no le había sido dada por mujer. 15Judá, al verla, la tomó por una meretriz, pues tenía tapada la cara. 16Dirigióse adonde estaba, y le dijo: «Déjame entrar a ti», pues no conoció que era su nuera. Ella le respondió: «¿Qué vas a darme por entrar a mí?», 17y el contestó: «Te mandaré un cabrito del rebaño». Ella le dijo: «Si me das una prenda hasta que lo mandes...»

18 «¿Qué prenda quieres que te dé?», le dijo él. Ella contestó «Tu sello, el cordón de que cuelga y el báculo que llevas en la mano». El se los dio, y entró a ella, que concibió de él. 19Luego se levantó, se fue, y quitándose el velo volvió a vestirse sus ropas de viuda. 20Mandó Judá el cabrito por medio de su amigo el adulamita para que retirase la prenda de manos de la mujer; pero éste no la halló. 21Preguntó a las gentes del lugar, diciendo: «¿Dónde está la meretriz que se sienta en Enaím a la vera del camino?» y ellos le respondieron: «No ha habido ahí nunca ninguna meretriz». 22Volvió, pues, a Judá, y le dijo: «No la he hallado, y las gentes del lugar me han dicho que no ha habido allí ninguna meretriz». 23Y dijo Judá: «Que se quede con ello, no vaya a burlarse de nosotros; yo ya he mandado el cabrito y tú no la has hallado». 24 Al cabo de unos tres meses hicieron saber a Judá la cosa, diciéndole: «Tamar, tu nuera, se ha prostituido, y de sus prostituciones está encinta» Judá contestó: «Sacadla y quemadla». 25 Cuando se la llevaban mandó ella decir a su suegro: «Del hombre cuyas son estas cosas estoy yo encinta. Mira a ver de quién son ese anillo, ese cordón y ese báculo». 26Los reconoció Judá, y dijo: «Mejor que yo es ella, pues no se la he dado a Sela, mi hijo». Pero no volvió a conocerla más. 27 Cuando llegó el tiempo del parto, tenía en el seno dos gemelos. 28Al darlos a luz, sacó uno de ellos una mano, y la partera la agarró y ató a ella un hilo rojo, diciendo: «Este ha sido el primero en salir», 29 pero él retiró la mano y salió su hermano. «¡Vaya rotura que has hecho!», dijo ella, y le llamó Fares; 30Luego salió su hermano, que tenía el hilo atado a la mano, y le llamó Zaraj.

Comentarios del Capítulo 38

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  • 1 San Agustín supone que este episodio ocurrió antes de la venta de José y que aquí se narra per recapitulationem, según el uso de la Escritura.(Volver a Lectura).

  • 8 La ley del levirato, expuesta en Dt 25,5ss, se funda en un sentimiento de piedad fraterna para con el difunto, a fin de que, siquiera por una ficción jurídica, no careciera de sucesión. Por eso es tan mal mirado el olvido de este deber. De Onán se deriva el vicio de onanismo contra los fines del matrimonio, y que aquí nos describe el autor sagrado como detestado por Dios. (Volver a Lectura).

  • 18 El sello servía para autenticar los documentos y era común en Caldea y en Egipto; el cordón era para llevar el sello colgado de él. El bastón solía ser labrado y tenido por signo de autoridad. Tamar le pide las cosas personales para que más tarde le sirvan de prueba de su conducta. (Volver a Lectura).

  • 24 Como ligada al matrimonio con Sela, era tenida por culpable de adulterio, según se ve en Lev 20,10ss y Dt 22,22ss, y castigada con la pena de muerte, pero no con el fuego, que se reservaba para castigar el incesto (Lev 20,14).(Volver a Lectura).

  • 25 Judá, jefe de la familia, era el juez en esta causa contra el honor de la misma.(Volver a Lectura).

  • 27 Episodio semejante al de 25,24ss, origen de los nombres, y de importancia por la descendencia que ambos tuvieron en Judá, según puede verse en I Par 2,4ss y 4,10ss.(Volver a Lectura).

  • 29 Fares, fruto de una unión incestuosa, es, sin embargo, uno de los anillos de la genealogía de Cristo (Mt 1,3).(Volver a Lectura).



José en Egipto

39 1Entre tanto, a José, que había sido llevado a Egipto y comprado a los ismaelitas por Putifar, ministro del faraón y jefe de la guardia egipcia, 2le protegió Yavé, que hizo prosperar todas sus cosas. Estaba en casa de su señor, el egipcio, 3que vio que Yavé estaba con él, y que todo cuanto hacía, Yavé lo hacía prosperar por su mano. 4 Halló, pues, José gracia a los ojos de su señor, y le servía a él. 5Hízole mayordomo de su casa, y puso en su mano todo cuanto tenía. Bendijo Yavé por José a la casa de Putifar, y derramó Yavé su bendición sobre todo cuanto tenía en casa y en el campo, 6y él lo dejó todo en manos de José, y no se cuidaba de nada, a no ser de lo que comía. Era José de hermosa presencia y bello rostro.


Castidad de José

7Sucedió después de todo esto que la mujer de su señor puso en él sus ojos, y le dijo: «Acuéstate conmigo». 8Rehusó él, diciendo a la mujer de su señor: «Cuando mi señor no me pide cuentas de nada de la casa y ha puesto en mi mano cuanto tiene 9y no hay en esta casa nadie superior a mí, sin haberse reservado él nada fuera de ti, por ser su mujer, ¿voy a hacer yo una cosa tan mala y a pecar contra Dios?» 10Y como hablase ella a José un día y otro día, y no la escuchase él, negándose a acostarse con ella y aun a estar con ella, 11un día que entró José en la casa para cumplir con su cargo, y

Sellos antiguos (Biblia de Montserrat).

no había nadie en ella, 12 le agarró por el manto, diciendo: «Acuéstate conmigo». Pero él, dejando en su mano el manto, huyó y se salió de la casa.

13Viendo ella que había dejado el manto en sus manos y se había ido huyendo, 14se puso a gritar, llamando a las gentes de su casa, y les dijo a grandes voces: «Mirad, nos ha traído a ese hebreo para que se burle de nosostros; ha entrado a mí para acostarse conmigo, 15y cuando vio que yo alzaba mi voz para llamar, ha dejado su manto junto a mí y ha huido fuera de la casa». 16Dejó ella el manto de José cerca de sí, hasta que vino su señor a casa, 17y le habló así: «Ese siervo hebreo que nos has traído ha entrado a mí para burlarse de mí, 18y cuando vio que alzaba mi voz y llamaba, dejó junto a mí su manto y huyó fuera». 19Al oír su señor lo que le decía su mujer, esto y esto es lo que me ha hecho tu siervo, montó en cólera, 20 y apresando a José, le metió en la cárcel donde estaban encerrados los presos del rey, y allí en la cárcel quedó José.


José en la cárcel

21Pero estaba Yavé con José, y extendió sobre él su favor, haciéndole grato a los ojos del jefe de la cárcel, 22que puso en su mano a todos los allí presos; y cuanto allí se hacía, era él quien lo hacía. 23De nada se cuidaba por sí el jefe de la cárcel, porque estaba Yavé con José, y cuanto hacía éste, Dios lo hacía prosperar.

Comentarios del Capítulo 39

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  • 4 Era el mayordomo general, llamado en egipcio mer-eper y hoy en árabe wekil, en quien el amo descargaba todos sus cuidados.(Volver a Lectura).

  • 12 Según los monumentos, el traje de los hombres de trabajo era muy sencillo: un paño sujeto a la cintura y que descendía hasta la mitad de los muslos, a veces cosido entre las piernas para mayor libertad en los movimientos. pero el autor sagrado se imagina a José vestido como en Palestina: con el manto sobre los hombros. (Volver a Lectura).

  • 20 Es extraña esta suavidad penal para tal delito y con un esclavo. Tal vez el amo no daba entera fe a las palabras de su mujer. Luego la Providencia velaba sobre José. Herodoto menciona una fortaleza en Tebas, en que estaban detenidos los presos políticos. De una así se trata aquí. (Volver a Lectura).



40 1Sucedió después que, habiendo faltado contra su señor, el rey de Egipto, el copero y el repostero del rey, 2se encolerizó el faraón contra sus dos ministros, el jefe de los coperos y el jefe de los reposteros, 3y los encarceló en la casa del jefe de la guardia, en la cárcel donde estaba preso José. 4Púsolos el jefe de la guardia bajo la custodia de José, y éste les servía el tiempo que estuvieron en la cárcel. 5 El jefe de los coperos y el jefe de los reposteros del rey de Egipto, que estaban presos en la cárcel, tuvieron ambos un sueño en la misma noche, cada uno el suyo, y cada sueño de diversa significación. 6Cuando por la mañana vino a ellos José y los vio tristes, 7preguntó a los dos ministros que con él estaban presos en la casa de su señor, diciéndoles: «¿Por qué tenéis hoy mala cara?» 8 Ellos le contestaron: «Hemos tenido un sueño, y no hay quien lo interprete». Díjoles José: «¿No es de Dios la interpretación de los sueños? Contádmelo, si queréis». 9El jefe de los coperos contó a José su sueño diciéndole: «En mi sueño tenía ante mí una vid 10con tres sarmientos, que estaban como echando brotes, subían y florecían y maduraban sus racimos. 11Tenía en mis manos la copa del faraón, y tomando los racimos, los exprimía en la copa del faraón y la puse en sus manos». 12José le dijo: «Esta es la interpretación del sueño: Los tres sarmientos son tres días.

13Dentro de tres días el faraón exaltará tu cabeza y te restablecerá en tu cargo, y pondrás la copa del faraón en sus manos, como antes lo hacías, cuando eras copero. 14A ver si te acuerdas de mí cuando te vaya bien y me haces la gracia de recordarme al faraón para que me saque de esta casa, 15pues he sido furtivamente sacado de la tierra de los hebreos, y aun aquí nada he hecho para que me metieran en prisión». 16Viendo el jefe de los reposteros cuán favorablemente había interpretado el sueño, dijo a José: «Pues he aquí el mío: Llevaba yo sobre mi cabeza tres canastillas de pan blanco. 17En el canastillo de encima había toda clase de pastas de las que hacen para el faraón los reposteros, y las aves se las comían del canastillo que llevaba sobre mi cabeza». 18Contestó José diciendo: «Esta es la interpretación: Los tres canastillos son tres días. 19Dentro de tres días te quitará el faraón la cabeza y te colgará de un árbol, y comerán las aves tus carnes». 20Al día tercero, que era el del natalicio del faraón, dio éste un banquete a todos sus servidores, y en medio de ellos trajo a la memoria al jefe de los coperos y al jefe de los reposteros, 21restableciendo al jefe de los coperos en su cargo de poner la copa en manos del faraón, 22 y colgando al jefe de los reposteros, como les había interpretado José. 23Pero el jefe de los coperos no se acordó más de José, sino que se olvidó de él.

Comentarios del Capítulo 40

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  • 5 La antigüedad miraba los sueños como comunicaciones divinas, y la misma Escritura dice que Dios se comunicará por sueños con sus siervos (Núm 12,6; Jue 7,13; Mac 15,11; Job 23,14).(Volver a Lectura).

  • 8 En Egipto, como en babilonia, había adivinos que interpretaban los sueños. En Génesis y en Daniel se pone especial empeño en mostrar que sólo Dios puede comunicar la ciencia de los sueños. (Volver a Lectura).

  • 22 Luego de decapitado colgaban el cuerpo. Era éste un suplicio terrible para un egipcio sobre todo, por cuanto creía que la conservación del cuerpo era requisito indispensable para la vida futura del alma. (Volver a Lectura).



Interpreta José los sueños del faraón

41 1Al cabo de dos años soñó el faraón que estaba a orillas del río, 2 y veía subir de él siete vacas hermosas y muy gordas, que se pusieron a pacer la verdura de la orilla; pero he aquí que después subieron del río 3otras siete vacas feas y muy flacas, y se pusieron junto a las siete que estaban a la orilla del río, 4y las siete vacas feas y flacas se comieron a las siete hermosas y gordas; y el faraón se despertó; 5Volvió a dormirse, y por segunda vez soñó que veía siete espigas que salían de una sola caña de trigo muy granadas y hermosas, 6pero detrás de ellas brotaron siete espigas flacas y quemadas por el viento solano, 7y las siete espigas flacas y quemadas devoraron a las siete espigas hermosas y granadas, y se despertó el faraón. Este fue el sueño. 8 A la mañana, estaba perturbado su espíritu y mandó llamar a todos los adivinos y a todos los sabios de Egipto; les contó su sueño, pero no hubo quien lo interpretara. 9Entonces habló al faraón el jefe de los coperos, diciendo: «Ahora me acuerdo de mi falta. 10Estaba el faraón irritado contra sus siervos y nos había hecho encerrar en la casa del jefe de la guardia a mí y al jefe de los reposteros. 11Tuvimos ambos un sueño, la misma noche yo y él, cada uno el suyo y de distinta interpretación. 12Estaba allí con nosotros un joven hebreo, siervo del jefe de la guardia, y le contamos nuestros sueños, y él nos dio la interpretación; a cada uno le interpretó el suyo, 13y como lo interpretó él, así nos sucedió; yo fui restablecido en mi cargo y él fue colgado». 14 Mandó, pues, el faraón llamar a José, y apresuradamente le sacaron de la prisión. Se cortó el pelo, se mudó de ropas y se fue a ver al faraón. 15Este le dijo: «He tenido un sueño y no hay quien me lo interprete, y he oído hablar de ti que en cuanto oyes un sueño lo interpretas». 16José respondió: «No yo; Dios será el que dé una respuesta favorable al faraón». 17Habló, pues, el faraón a José: «Este es mi sueño: Estaba yo en la ribera del río 18y vi subir del río siete vacas gordas y hermosas, que se pusieron a pacer en la verdura de la

Trigo racimal

orilla, 19y he aquí que detrás de ellas suben otras siete vacas malas, feas y flacas, como no las he visto de malas en toda la tierra de Egipto, 20y las vacas malas y feas se comieron a las primeras siete vacas gordas, 21que entraron en sus vientres sin que se conociera que habían entrado, pues el aspecto de aquéllas siguió siendo tan malo como al principio. Y me desperté. 22Vi también en sueños que salían de una misma caña siete espigas granadas y hermosas, 23y que salían después de ellas siete espigas malas, secas y quemadas del viento solano, 24y las siete espigas secas devoraron a las siete hermosas. Se lo he contado a los adivinos, y no ha habido quien me lo explique».

25José dijo al faraón: «El sueño del faraón es uno solo. Dios ha dado a conocer al faraón lo que va a hacer. 26Las siete vacas hermosas son siete años, y la siete espigas hermosas, siete años; el sueño es uno solo. 27Las siete vacas flacas y malas que subían detrás de las otras son otros siete años, y las siete espigas secas y quemadas del viento solano son siete años de hambre. 28Es lo que he dicho al faraón, que Dios le ha mostrado lo que va a hacer. 29Vendrán siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto, 30y detrás de ellos vendrán siete años de escasez, que harán se olvide toda la abundancia en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá la tierra. 31No se conocerá la abundancia en la tierra a causa de la escasez, porque ésta será muy grande. 32 Cuanto a la repetición del sueño al faraón por dos veces, es que el suceso está firmemente decretado por Dios y que Dios se apresurará a hacerlo. 33Ahora, pues, busque el faraón un hombre inteligente y sabio, y póngalo al frente de la tierra de Egipto. 34 Nombre el faraón intendentes, que visiten la tierra y recojan el quinto de la cosecha de la tierra de Egipto en los años de la abundancia, 35reúnan el producto de los años buenos que van a venir, y hagan acopio de trigo a disposición del faraón, 36para mantenimiento de las ciudades, y consérvenlo para que sirva a la tierra de reserva para los siete años de hambre que vendrán sobre la tierra de Egipto, y no perezca de hambre la tierra». 37Parecieron muy bien estas palabras al faraón y a toda su corte, 38 y el faraón dijo a sus cortesanos: «¿Podríamos por ventura encontrar un hombre como éste, lleno del espíritu de Dios?» 39y dijo a José: «Toda vez que Dios te ha dado a conocer estas cosas, no hay persona tan inteligente y sabia como tú.

José, virrey de todo Egipto

40 Tú serás quien gobierne mi casa, y todo mi pueblo te obedecerá; sólo por el trono seré mayor que tú», 41y añadió: «Mira, te pongo sobre toda la tierra de Egipto». 42Quitóse el faraón

Granero egipcio (Museo del Louvre).

el anillo de su mano y lo puso en la mano de José; hizo que le vistieran blancas vestiduras de lino, y puso en su cuello un collar de oro, 43 y mandó que, montado sobre el segundo de sus carros, se gritara ante abrek, y así fue puesto al frente de toda la tierra de Egipto. 44Díjole también el faraón: «Yo soy el faraón, y sin ti no alzará nadie mano ni pie en toda la tierra de Egipto». 45 LLamó el faraón a José con el nombre de Zafnat Paneaj y le dio por mujer a Asenet, hija de Putifar, sacerdote de On. Salió José por toda la tierra de Egipto. 46Tenía treinta años cuando se presentó ante el faraón, rey de Egipto, y le dejó para recorrer toda la tierra de Egipto. 47La tierra produjo a montones durante los siete años de abundancia, 48y José recogió el producto de los siete años que de ella hubo en Egipto, y lo almacenó en las ciudades, depositando en cada una de ellas los productos de los campos que la rodeaban, 49llegando a reunir tanto trigo como las arenas del mar; en tan gran cantidad, que hubo que dejar de contar, porque no podía ya contarse.


Los hijos de José

50Antes que llegara el tiempo de la escasez, naciéronle a José dos hijos, que le parió Asenet, hija de Putifar, sacerdote de On. 51Dio al primero el nombre de Manasés, porque dijo: «Dios me ha hecho olvidar todas mis penas y toda la casa de mi padre»; 52y al segundo le llamó Efraím, diciendo: «Dios me ha dado fruto en la tierra de mi aflicción».


Medidas de gobierno durante la escasez

53Acabáronse los siete años de abundancia que hubo en Egipto, 54y comenzaron los siete años de escasez, como lo había anunciado José; y hubo hambre en todas las tierras, mientras había pan en toda la tierra de Egipto; 55y clamaba el pueblo al faraón por pan, y el faraón decía a todos los egipcios: «Id a José y haced lo que él os diga». 56Cuando el hambre se extendió por toda la superficie de aquella tierra, abrió José los graneros, y los que en ellos había se lo vendía a los egipcios, pues crecía el hambre en la tierra de Egipto. 57De todas las tierras venían a Egipto a comprar a José, pues el hambre era grande en toda la tierra.

Comentarios del Capítulo 41

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  • 2 La vaca era símbolo de Isis y de Hator, diosa de la fertilidad, y que aquí debe ser completa, como indica el número siete.(Volver a Lectura).

  • 8 Eran los representantes de la ciencia sagrada y los intérpretes de los sueños (Dan 2,2; 5,7). (Volver a Lectura).

  • 14 Los egipcios se rapaban a navaja la cabeza, cubriéndosela luego con una peluca. (Volver a Lectura).

  • 32 A un faraón de la III dinastía le hacen decir los sacerdotes de Knum en la época tolemaica: «Estoy desolado porque el río no se desborda en un período de siete años, falta el grano, los campos están secos y escasea el alimento. ¿Acude un hombre a sus vecinos? Todos huyen para no volver. Los niños lloran, los jóvenes languidecen, el corazón de los ancianos desfallece, sus piernas no tienen fuerza y, cruzados los brazos, se sientan en tierra». (Volver a Lectura).

  • 34 El quinto en estas circunstancias no era una carga excesiva, y menos en Egipto, donde la fertilidad de la tierra depende del riego del Nilo, y éste de la distribución de las aguas, que ha sido siempre el principal cuidado de los gobiernos en el país de los faraones. (Volver a Lectura).

  • 40 Le confiere el cargo de primer ministro, en egipcio tatí, sobre la casa realy y sobre el reino. Tan repentino encumbramiento no es de maravillar en los imperios absolutos del Oriente. (Volver a Lectura).

  • 43 Los carros ligeros, tirados por dos caballos, se dicen introducidos en Egipto por los hicsos. Lo del segundo carro sin duda significa el segundo lugar que acababa de conceder el faraón a José.--Abrek: vocablo oscuro, que las antiguas versiones entienden como una expresión de reverencia hacia el nuevo ministro del faraón. (Volver a Lectura).

  • 45 Para indicar la nueva condición de José por su ensalzamiento se le impone un nombre nuevo; su significación es oscura y acaso no esté bien transmitido; los egiptólogos lo interpretan comúnmente: Dios habló y él (el que lleva el nombre) vino a la vida. Asenet significa perteneciente a Neit, diosa del cielo.--Heliópolis en griego y On en hebreo era la ciudad que estaba situada cerca de el Cairo actual, en la que Ra, el sol, era preferentemente venerado (cf. Ez 30,17). De estos sacerdotes dice Herodoto que «eran los más eruditos y letrados de Egipto » (11,3). (Volver a Lectura).



Abraham y los tres ángeles
GIOVANNI BATTISTA TIÉPOLO (1696-1770). ABRAHAM Y LOS TRES ÁNGELES. GÉN 18,2.


El sacrificio de Abraham
PAOLO VERONESE (1528/1588). EL SACRIFICIO DE ABRAHAM. GÉN 22,10-12.


Bajan a Egipto los hermanos de José en busca de mantenimientos

42 1Viendo Jacob que había trigo en Egipto, dijo a sus hijos: «¿Qué estaís ahí mirándoos unos a otros? 2 He oído decir que en Egipto hay trigo. Bajad, pues, allá para comprárnoslo, y vivamos y no muramos». 3 Bajaron, pues, diez de los hermanos de José a Egipto a comprar trigo; 4a Benjamín, el hermano de José, no le mandó Jacob con sus hermanos por temor de que le sucediera alguna desgracia. 5Llegaron los hijos de Israel con otros que venían también a comprar trigo, pues había hambre en toda la tierra de Canán. 6 Como era José el jefe de la tierra y el que vendía el trigo a cuantos venían a comprarlo, los hermanos de José entraron, y se postraron ante él, rostro a tierra. 7Al verlos, José los reconoció, pero disimuló, y les habló con dureza, diciéndoles: «¿De dónde venís?»; y ellos respondieron: «De la tierra de Canán para comprar mantenimientos». 8Y aunque conoció José a sus hermanos, ellos no le conocieron a él.

9 Acordóse José de los sueños que les había contado, y les dijo: «Vosotros sois unos espías, que habéis venido a reconocer las partes no fortificadas de la tierra». 10Ellos le dijeron: «No, señor mío; tus siervos han venido a comprar mantenimientos; 11todos nosotros somos hijos del mismo padre; somos gente buena; no son tus siervos unos espías». 12El repuso: «No, habéis venido a ver lo indefenso de la tierra». 13Ellos dijeron: »Eramos tus siervos doce hermanos, todos del mismo padre en la tierra de Canán; el más pequeño se quedó con nuestro padre y el otro no vive ya». 14Insistió José: «Es lo que os he dicho: sois unos espías. 15 Pero voy a probaros. Por la vida del faraón que no saldréis de aquí mientras no venga vuestro hermano menor. 16Mandad a uno de vosotros a buscar a vuestro hermano, y los demás quedaréis aquí presos. Así probaré si lo que decís es verdad, y si no, por la vida del faraón que sois unos espías». 17y los hizo meter a todos juntos en prisión por espacio de tres días. 18Al tercero les dijo José: «Haced esto y viviréis, pues yo temo a Dios. 19Si en verdad sois gente buena, que se quede uno de los hermanos preso en la cárcel donde estáis, y los otros id a llevar el trigo para remediar el hambre de vuestras casas, 20y me traéis a vuestro hermano menor, para probar la verdad de vuestras palabras, y no moriréis». 21Ellos se dijeron unos a otros: «Ciertamente somos nosotros reos de culpa contra nuestro hermano, a quien vimos con angustia de su alma pedirnos compasión, y no le escuchamos. Por eso ha venido sobre nosotros esta desventura». 22Rubén les dijo: «¿No os advertí yo, diciéndoos: no pequéis contra el niño, y no me escuchásteis? Ved cómo ahora se nos demanda su sangre». 23Ellos no sabían que José los entendía, pues él les había hablado por medio de intérprete. 24Alejóse José llorando, y cuando volvió, les habló, y eligió a Simeón entre ellos, y le puso en hierros ante los ojos de los otros.

Vuelve a su padre Jacob

25Mandó José que llenaran de trigo sus sacos, que pusieran en el de cada uno su dinero y les diesen provisiones para el camino, y así se hizo. 26Ellos cargaron el trigo sobre los asnos, y se partieron de allí. 27Abrió uno de ellos el saco para dar pienso a su asno en el lugar donde pernoctaron, y vio que su dinero estaba en la boca del saco, 28y dijo a sus hermanos: «Me han devuelto mi dinero; aquí está, en mi saco». Quedáronse estupefactos, y unos a otros se decían, temblando: «¿Qué será esto que ha hecho Dios con nosotros?»
29Llegaron a Jacob, su padre, a la tierra de Canán, y le contaron cuanto les había sucedido, diciendo: 30«El hombre que es el señor de aquella tierra nos habló duramente y nos tomó por espías de la tierra. 31Nosotros le dijimos: Somos gente buena; no somos espías. 32Eramos doce hermanos, hijos todos del mismo padre; uno ha desaparecido, el más pequeño está con nuestro padre en la tierra de Canán. 33Y nos dijo el hombre señor de la tierra: Ved cómo sabré que sois gente buena: dejad aquí a uno de vosotros, tomad con que atender a la necesidad de vuestras casas, y partid, 34y traedme a vuestro hermano pequeño; así sabré que no sois unos espías, sino gente buena. Entonces os devolveré vuestro hermano y podréis recorrer la tierra». 35Cuando vaciaron los sacos, cada uno encontró el paquete de su dinero en la boca de su saco, y al ver los paquetes de dinero, ellos y su padre se llenaron de temor. 36Jacob, su padre, les dijo: «¡Vais a dejarme sin hijos! José desapareció, Simeón desapareció, ¿y vais a llevaros a Benjamín? Todo esto ha venido sobre mí». 37Rubén dijo a su padre «Haz morir a mis dos hijos si yo no te devuelvo a Benjamín. Entrégamelo, y yo te lo devolveré». 38El le contestó: «No bajará mi hijo con vosotros. Su hermano murió, y no queda más que él. Si en el viaje que vais a hacer le ocurre una desgracia, haréis descender en dolor mis canas al sepulcro».

Comentarios del Capítulo 42

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  • 2 Desde la antigüedad fue Egipto el granero de Palestina en tiempo de carestía.(Volver a Lectura).

  • 3 Después de la pérdida de José, Jacob tenía puesto en Benjamín todo el afecto que había profesado a la madre de ambos, Raquel. Eran muchos los que hacían el mismo camino a Egipto y por la misma causa. El sitio de la escena debe colocarse en la que era entonces la capital del reino, en Tanis, en el norte del Delta. (Volver a Lectura).

  • 6 La Providencia va ordenando las cosas para el encuentro de José con sus hermanos. De otro modo parecería extraño que todo un ministro del faraón se ocupe en este negocio.--Y se postraron: Los monumentos nos ofrecen escenas semejantes de los asiáticos ante los prefectos egipcios. (Volver a Lectura).

  • 9 La acusación no era inverosímil. Egipto, por la parte de oriente, estaba siempre expuesta a las incursiones de los nómadas, contra los cuales hubo que establecer una serie de fortalezas a lo largo de la frontera. (Volver a Lectura).

  • 15 Entre los hebreos se decía: Vive el Señor y vive tu alma, osea por el Señor y por tu alma; los egipcios juraban por vida del faraón. (Volver a Lectura).



Viaje de Benjamín

43 1 Pero el hambre era ya muy grande en la tierra, y 2cuando acabaron de comer las provisiones que habían traído de Egipto, les dijo su padre: «Volved a comprarnos algo que comer». 3Pero Judá le contestó: «Aquel hombre nos dijo terminantemente: No me veréis si no traéis con vosotros a vuestro hermano menor. 4Si mandas con nosotros a nuestro hermano, bajaremos y te compraremos provisiones; 5pero sino, no bajaremos, pues el hombre aquel nos dijo: No veréis mi rostro a no ser que venga con vosotros vuestro hermano». 6Y dijo Israel: «¿Por qué me habéis hecho ese mal, de dar a conocer a aquel hombre que teníais otro hermano?» 7Y le contestaron: «Aquel hombre nos preguntó insistentemente sobre nosotros y sobre nuestra familia, y nos dijo: ¿Vive todavía vuestro padre? ¿Tenéis algún otro hermano? Y nosotros contestamos según las preguntas. ¿Sabíamos acaso nosotros que iba a decirnos: Traed a vuestro hermano?» Y Judá dijo a Israel, su padre: «Deja ir al niño conmigo, para que podamos ponernos en camino y podamos vivir y no muramos nosotros, tú y nuestros pequeños. 9Yo te respondo de él; tú le reclamarás de mi mano, y si no te lo vuelvo a traer y te lo pongo delante, seré reo ante ti por siempre. 10Si no nos hubiéramos retrasado tanto, estaríamos ya dos veces de vuelta». 11 Israel, su padre, les dijo: «Si es así, haced esto: tomad de los mejores productos de esta tierra en vuestro equipaje y bajádselos al hombre aquel como presente: un poco de tragacanto, un poco de miel, astrágalo, láudano, alfónsigos y almendras. 12Tomad dinero de nuevo, y el que hallásteis en la boca de vuestros sacos devolvedlo, pues quizá ha sido un error. 13Tomad a vuestro hermano, e id, y volved a ver a aquel hombre. 14Que el Dios omnipotente os haga hallar la gracia ante ese hombre para que deje volver a vuestro hermano y a Benjamín. Cuanto a mí, si he de verme privado de mis hijos, sea». 15Tomaron ellos el presente y el dinero doble y a Benjamín, y bajaron a Egipto, y se presentaron a José.

José y Benjamín

16Apenas vio José con ellos a Benjamín, dijo a su mayordomo: «Lleva a casa a esos varones y prepara una buena comida, porque comerán conmigo a mediodía». 17El mayordomo hizo lo que le ordenó José, y condujo a aquellos hombres a casa. 18Mientras los llevaba a casa de José, llenos de temor, se decían: «Es por lo del dinero que volvió en nuestros sacos por lo que nos traen aquí para asaltarnos, caer sobre nosotros y hacernos esclavos con nuestros asnos». 19Acercándose al mayordomo, le dijeron a la entrada de la casa: 20«Perdone, mi señor. Nosotros vinimos ya una vez a comprar víveres. 21Al llegar al lugar donde a la vuelta pasamos la noche, abrimos los sacos y vimos que el dinero de cada uno de nosotros estaba justo a la boca de nuestros sacos. 22Hemos vuelto a traerlo con nosotros, y traemos al mismo tiempo otra cantidad para comprar provisiones. Nosotros no sabemos quién puso nuestro dinero en los sacos». 23«Que la paz sea con vosotros--les dijo el mayordomo--; no temáis. Ha sido vuestro Dios, el Dios de vuestro padre, el que os puso ese tesoro en los sacos. Yo recibí vuestro dinero». 24Hizo traer con ellos a Simeón, y después de hacerlos entrar en la casa, les dio agua para que se lavaran los pies, y dio también pienso a los asnos. 25Ellos prepararon su presente, esperando que viniera José a mediodía, pues habían sido advertidos de que comerían allí. 26Vino José a casa, y le presentaron el regalo que habían traído con ellos, postrándose ante él, rostro a tierra. 27El les preguntó si estaban buenos y les dijo: «Vuestro anciano padre, de quien me hablásteis, ¿está bien? ¿Vive todavía?» 28Ellos le contestaron: «Tu siervo, nuestro padre, está bien, vive todavía», y se inclinaron profundamente. 29José alzó los ojos, y vio a Benjamín, su hermano, hijo de su madre, y dijo: «¿Es este vuestro hermano menor, de quien me habéis hablado?» y añadió: «Que Dios te bendiga, hijo mío». 30Apresurose José a buscar donde llorar, pues se conmovieron sus entrañas a la vista de su hermano, y se entró en su cámara, y allí lloró. 31Salió después de haberse lavado la cara, y haciendo esfuerzos por contenerse, dijo: «Servid la comida». 32 Sirvieron a José aparte, aparte a sus hermanos y aparte también a los egipcios que comían con él, pues los egipcios no pueden comer con los hebreos, por ser esto para ellos cosa abominable. 33Pusieron a los hermanos de José frente a él: el primogénito, según su primogenitura, y el más joven, según su edad, y se miraban atónitos unos a otros. 34Cuando les pusieron delante las porciones, la de Benjamín era cinco veces mayor que la de cada uno de los otros, y bebieron y estuvieron muy alegres en compañía suya.

Comentarios del Capítulo 43

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  • 1 El papel preponderante que en esta parte del diálogo tiene Judá está en armonía con 37,26ss.(Volver a Lectura).

  • 11 Con toda la pena de su alma jacob se regisna a dejar partir a Benjamín, que es presentado como niño, pero que, conforme los cálvulos de A. Lápide, tendría ya veinticuatro años.--Tomad de lo mejor de la tierra, etc, es decir los productos de Canán que en Egipto tenían más estima. La miel parece fuese cierto mosto de uvas que se fabricaba en Canán y era muy estimado en el valle del Nilo (Ez 27,17). Aromas y láudano era la mercancía de los ismaelitas (37,25); el alfónsigo, una especie de almendra muy irritante. (Volver a Lectura).

  • 32 Los egipcios comían sentados a la mesa. La separación obedece no menos a etiqueta palaciega que a prejuicios de orgullo nacional, a que la religión dio luego un carácter sagrado. El espíritu farisaico es más viejo que los fariseos (HERODOTO, II, 41). (Volver a Lectura).



Benjamín, sorprendido en el hurto

44 1José dio orden a su mayordomo de llenar cuanto pudiera de víveres los sacos de aquellas gentes y de poner el dinero de cada uno en la boca de su saco. 2«Pon también mi copa--le dijo--, la copa de plata, en la boca del saco del más joven, juntamente con el dinero». El mayordomo hizo lo que le había mandado José. 3Despuntaba el alba, cuando despidieron a los hebreos con sus asnos. 4Habían salido de la ciudad, pero no estaban lejos, cuando José dijo a su mayordomo: «Anda, y sal en persecución de esas gentes, y cuando los alcances, diles: ¿Por qué habéis devuelto mal por bien? ¿Por qué me habéis robado la copa de plata? 5Es donde bebe mi señor y de la que se sirve para adivinar. Habéis obrado muy mal». 6Cuando los alcanzó les dijo estas mismas palabras. 7Ellos le contestaron: «¿Por qué habla así mi señor? Lejos de tus siervos hacer semejante cosa. 8Hemos vuelto a traerte desde la tierra de Canán el dinero que hallamos en la boca de nuestros sacos; ¿cómo íbamos a robar de la casa de tu señor plata ni oro? 9Aquel de tus siervos en cuyo poder sea hallada la copa, muera, y seamos también nosotros esclavos de tu señor». 10«Bien está; sea como decís. Aquel a quien se le encuentre la copa, será mi esclavo, y vosotros seréis inocentes». 11Bajó cada uno a tierra su saco a toda prisa, y lo abrió. 12El mayordomo los reconoció, comenzando por el del mayor y acabando por el del más joven, y se halló la copa en el saco de Benjamín. 13Rasgaron sus vestiduras, cargaron de nuevo los asnos y volvieron a la ciudad. 14Judá llegó con sus hermanos a la casa de José, que estaba allí todavía, y postráronse rostro a tierra. 15José les dijo: «¿Qué es lo que habéis hecho? ¿No sabíais que un hombre como yo había de adivinarlo?» 16Judá respondió: «¿Qué vamos a decir a mi señor? ¿Cómo hablar, cómo justificarnos? Dios ha hallado la iniquidad de tus siervos, y somos esclavos tuyos, tanto nosotros como aquel en cuyo poder se ha hallado la copa». 17«Lejos de mí hacer eso--dijo José--; aquel a quien se la ha encontrado la copa será mi esclavo; vosotros subiréis en paz a vuestro padre».

18Acercóse entonces Judá y le dijo: «Por favor, señor mío; que pueda decir tu siervo unas palabras en tu oído, sin que contra tu siervo se encienda tu cólera, pues eres como otro faraón. 19Mi señor ha preguntado a tus siervos: ¿Tenéis padre todavía y tenéis algún otro hermano? 20Y nosotros contestamos: Tenemos un padre anciano y tenemos otro hermano, hijo de su ancianidad. Tenía éste un hermano, que murió, y ha quedado sólo el de su madre, y su padre le ama mucho. 21Tú dijiste a tus siervos: Traédmelo, que yo pueda verle. 22Nosotros te dijimos: Mira, señor, no puede el niño dejar a su padre; si le deja, morirá su padre. 23Pero tú dijiste a tus siervos: Si no baja con vosotros vuestro hermano menor, no veréis más mi rostro. 24Cuando subimos a tu servidor, mi padre, le dimos cuenta de las palabras de mi señor; 25y cuando mi padre nos dijo: Volved a bajar para comprar algunos víveres, 26le contestamos: No podemos bajar, a no ser que vaya con nosotros nuestro hermano pequeño, pues no podemos presentarnos a este hombre si nuestro hermano no nos acompaña. 27Tu siervo, nuestro padre, nos dijo: Bien sabéis que mi mujer me dio dos hijos; 28el uno salió de casa, y seguramente fue devorado, pues no le he visto más; 29si me arrancáis también a éste y le ocurre una desgracia, haréis bajar mis canas en dolor al sepulcro. 30Ahora, cuando yo vuelva a tu siervo, mi padre, si no va con nosotros el joven, de cuya vida está pendiente la suya, 31en cuanto vea que no está, morirá, y tus siervos habrán hecho bajar en dolor al sepulcro las canas de tu siervo, nuestro padre. 32Tu siervo ha salido responsable del joven al tomarlo a mi padre, y ha dicho: Si yo no le traigo otra vez, seré reo ante mi padre para siempre. 33Permíteme, pues, que te ruegue que quede tu siervo por esclavo de mi señor, en vez del joven, y que éste vuelva con sus hermanos. 34 ¿Cómo voy a poder yo subir a mi padre si no llevo al niño conmigo? No, que no vea yo la aflicción en que caerá mi padre».


José se da a conocer a sus hermanos

45 1Entonces José, viendo que no podía contenerse más ante todos los que allí estaban, gritó: «Salgan todos». Y no quedó nadie con él cuando se dio a conocer a sus hermanos. 2Lloraba José tan fuertemente, que le oyeron todos los egipcios, y le oyó toda la casa del faraón. 3«Yo soy José--les dijo-- ¿Vive todavía mi padre?» Pero sus hermanos no pudieron contestarle, pues se llenaron de terror ante él. 4Él les dijo: «Acercaos a mí». Acercáronse ellos, y les dijo: «Yo soy José, vuestro hermano, a quien vendísteis para que fuese traído a Egipto. 5Pero no os aflijáis y no os pese haberme vendido para aquí, pues para vuestra vida me ha traído Dios aquí antes de vosotros. 6Van dos años de hambre en esta tierra, y durante otros cinco no habrá arrada ni cosecha. 7Dios me ha enviado delante de vosotros para dejaros un resto sobre la tierra y haceros vivir para una gran salvación. 8 No sois, pues, vosotros los que me habéis traído aquí; es Dios quien me trajo y me ha hecho padre del faraón y señor de toda su casa y me ha puesto al frente de toda la tierra de Egipto. 9Apresuraos, y subid a mi padre, y decidle: Así dice tu hijo José: Me ha hecho Dios señor de todo el Egipto; baja, pues, a mí sin tardar, 10y habitarás en la tierra de Gosen, y estarás cerca de mí, tú, tus hijos y los hijos de tus hijos, con tus rebaños, tus vacadas y todo cuanto tienes; 11allí te mantendré yo, pues quedan todavía otros cinco años de hambre, y así no pasarás hambre tú, tu casa y todo cuanto tienes. 12Con vuestros mismos ojos veis, y ve mi hermano Benjamín con los suyos, que soy yo mismo el que os habla. 13Contad a mi padre cuánta es mi gloria en Egipto y todo cuanto habéis visto, y apresuraos a bajar aquí a mi padre».

14Y se echó sobre el cuello de Benjamín, su hermano, y lloró; y lloraba también Benjamín sobre el suyo. 15Besó también a todos sus hermanos, llorando mientras les abrazaba, y después sus hermanos estuvieron hablando con él. 16Corrió por la casa del faraón la voz de que habían venido los hermanos de José, y se complacieron de ello el faraón y sus cortesanos. 17Y dijo el faraón a José: «Di a tus hermanos: Haced esto: Cargad vuestros asnos, id a la tierra de Canán, 18tomad a vuestro padre y vuestras familias, y venid a mí. Yo os daré lo mejor de la tierra de Egipto y comeréis lo mejor de la tierra. 19Mándalos que lleven de Egipto carros para sus hijos y sus mujeres, traigan con ellos a su padre, y vengan; 20que no les pese de tener que dejar sus cosas, pues suyo será lo mejor de la tierra de Egipto». 21Hicieron así los hijos de Israel, y les dio José carros, según la orden del faraón, y provisiones para el camino. 22Dioles también a todos vestidos para mudarse, y a Benjamín trescientas monedas de plata y cinco vestidos. 23Mandó también a su padre asnos cargados con lo mejor de Egipto y diez asnos cargados de trigo, de pan y de víveres para su padre para el camino. 24Después despidió a sus hermanos, que partían, diciéndoles: «No vayáis a reñir en el camino». 25Subieron, pues, de Egipto, y llegaron a la tierra de Canán, a Jacob, su padre, 26y le dijeron: «Vive todavía José y es el jefe de toda la tierra de Egipto». Pero él no se conmovió, pues no los creía. 27Dijéronle cuánto les había mandado José y les había dicho; y al ver Jacob los carros que le mandaba José para trasladarle, se reanimó 28y dijo: «Basta, mi hijo vive todavía; iré y le veré antes de morir».

Comentarios del Capítulo 45

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  • 8 Padre del faraón, es su primer ministro y gobernador de su casa y reino (cf Is 22,21; Est 13,6; Mc 11,32).(Volver a Lectura).



Jacob y sus hijos en Egipto

46 1Partióse Israel con todo cuanto tenía, y al llegar a Berseba ofreció sacrificios al Dios de su padre, Isaac. 2 Dios habló a Israel en visión nocturna, diciéndole: «Jacob, Jacob»; él contestó: «Heme aquí» 3y le dijo: «Yo soy El, el Dios de tu padre; no temas bajar a Egipto, pues yo te haré allí un gran pueblo. 4Yo bajaré contigo a Egipto y te haré volver a subir. 5José te cerrará los ojos». Levantóse Jacob y dejó a Berseba, y los hijos de Israel pusieron a Jacob, su padre, y a sus mujeres e hijos en los carros que había mandado el faraón para transportarlos. 6Lleváronse también sus ganados y los bienes que habían adquirido en la tierra de Canán, y Jacob se encaminó a Egipto con toda su familia. 7 Llevó con él a Egipto a sus hijos y a los hijos de sus hijos, a sus hijas y a las hijas de sus hijas; toda su familia entró con él en Egipto. 8He aquí los hombres de los hijos de Israel que llegaron a Egipto: Jacob y sus hijos, el primogénito de Jacob, Rubén. 9Hijos de Rubén: Janoc, Falú, Jesrom y Carmí. 10Hijos de Simeón: Jamuel, Jamín, Ohad, Jaquín y Sojar, y Saúl, hijo de la cananea. 11Hijos de Leví: Gersón, Caat y Merari. 12Hijos de Judá: Er, Onán, Sela, Fares y Zaraj; pero Er y Onán habían muerto en la tierra de Canán. Hijos de Fares fueron: Jesrom y Jamuel. 13Hijos de Isacar: Tola, Fua, Job y Semrón. 14Hijos de Zabulón: Sared, Elón y Jajleel. 15Estos son los hijos que Lía parió a Jacob en Padán Aram, con su hija Dina. Sus hijos e hijas eran en total treinta y tres personas.

16Hijos de Gad: Sefión, Jaquí, Suní, Esebón, Heri, Arodí y Arelí. 17Hijos de Aser: Gimna, Jesua, Jesuí y Beria, y Sarej, su hermana. Hijos de Beria eran Jeber y Melquiel. 18Estos son los hijos de Zelfa, la esclava que había dado Labán a Lía, su hija, y que ella parió a Jacob. Dieciséis personas.

19Hijos de Raquel, la mujer de Jacob: José y Benjamín. 20Nacieron a José, en Egipto, de Asenet, hija de Putifar, sacerdote de On, Manasés y Efraím. 21Hijos de Benjamín: Bela, Bajor y Asbel. Fueron hijos de Bela: Guera, Namán, Ejí, Ros, Mafim, Jufim y Ared. 22Estos son los hijos de Raquel que le nacieron a Jacob: en total, catorce personas.

23Hijos de Dan: Jusín. 24Hijos de Neftalí: Jaisiel y Gumí, Jeser y Salem.

25Estos son los hijos de Bela, que dio Labán a Raquel, su hija, y de ella le nacieron a Jacob. En todo, siete personas. 26El total de las personas que vivieron con Jacob a Egipto, de su familia, sin contar las mujeres y los hijos, era de sesenta y seis. 27Los hijos de José nacidos en Egipto eran dos. El total de las personas de la familia de Jacob que vinieron a Egipto fue de setenta. 28Y mandó Jacob a Judá por delante a José para darle cita en Gosen. 29E hizo José preparar su carro, y subiendo en él se fue a Gosen al encuentro de Israel, su padre. En cuanto le vio, se echó a su cuello, y lloró largo tiempo sobre su cuello. 30Israel dijo a José: «Ya puedo morir, pues he visto tu rostro y vives todavía». 31José dijo a sus hermanos: «Voy a subir a dar la noticia al faraón: han venido mis hermanos y toda la casa de mi padre, que estaban en la tierra de Canán. 32Son pastores y tienen rebaños de ovejas y bueyes, que con todo lo suyo, han traído consigo. 33 Cuando el faraón os llame y os pregunte: ¿Cuál es vuestra ocupación?, 34le diréis: Tus siervos somos ganaderos desde nuestra infancia hasta ahora, tanto nosotros como nuestros padres; para que habitéis en la tierra de Gosen, porque los egipcios abominan de todos los pastores».

Comentarios del Capítulo 46

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  • 2 La morada preferida de su padre, que en aquel sitio había erigido un altar (26,25).--En visión nocturna: como a Abraham, 15,1; Núm 12,6.(Volver a Lectura).

  • 7 El cuadro que sigue, a pesar de la apariencia del v. 8 y del 26s, es un cuadro estadístico intercalado en la narración de aquellos descendientes de Jacob que luego vinieron a ser jefes de tribu o familia, y como tales se conservaron luego en otros cuadros semejantes, como Ex 6,14ss; Núm 26 y I Par 2-8. La diferente manera de citarlos engendró alguna diferencia entre el texto masorético y el de los LXX.(Volver a Lectura).

  • 33 No era precisamente la profesión del pastoreo lo que abominaban los egipcios, pues en el Delta abundaban los ganados y los pastores, sino los pastores asiáticos, que los tenían entonces dominados y que con sus correrías los molestaban siempre.(Volver a Lectura).



Jacob en Egipto

47 1Fue José a anunciar al faraón: «Mi padre y mis hermanos, con sus ovejas y sus bueyes y todo cuanto tienen, han venido de la tierra de Canán y están en la tierra de Gosen». 2Habiendo llevado consigo a cinco de sus hermanos, se los presentó al faraón; 3y el faraón les preguntó: «¿Cuál es vuestra ocupación?» Ellos respondieron: «Nosotros, tus siervos, somos ganaderos desde nuestra infancia hasta ahora, y lo mísmo fueron nuestros padres». 4Dijéronle también: «Hemos venido para habitar en esta tierra, pues no tenemos pasto para nuestros rebaños, por ser grande el hambre en la tierra de Canán. Permite, pues, que habiten tus siervos en la tierra de Gosen». 5El faraón dijo a José: «Tu padre y tus hermanos han venido a ti; 6tienes a tu disposición toda la tierra de Egipto; establece a tu padre y a tus hermanos en lo mejor de la tierra; que habiten en la tierra de Gosen, y si sabes que hay entre ellos hombres capaces, hazlos mayorales de mis ganados». 7José hizo venir a su padre y le presentó al faraón. Jacob saludó al faraón, 8y éste le preguntó: «¿Cuántos años tienes?» 9Jacob contestó: «Ciento treinta son los años de mi peregrinación. Corta y mala ha sido mi vida, y no llega al tiempo de la peregrinación de mis padres». 10Jacob saludó de nuevo al faraón y se retiró de su presencia.

11 José estableció a su padre y a sus hermanos, asignándoles una propiedad en la tierra, en el distrito de Rameses, como lo había mandado el faraón, 12y proveyó de pan a su padre y a sus hermanos y a toda la casa de su padre, según el número de las familias.

13 Ya no había pan en toda aquella, pues el hambre era muy grande, y Egipto y la tierra de Canán estaban exhaustos por el hambre. 14José llegó a recoger a cambio de trigo todo cuanto dinero había en la tierra de Egipto y en la tierra de Canán, e hizo entrar el dinero en la casa del faraón. 15Cuando se acabó el dinero en la tierra de Egipto y en la tierra de Canán, venían todos los egipcios a José, diciéndole: «Danos pan. ¿Vamos a morir en tu presencia? Mira que ya nos falta dinero». 16José les dijo: «Puesto que os falta dinero, traedme vuestros ganados y os daré pan a cambio de ellos». 17Trajeron sus ganados, y José les dio pan a cambio de caballos, rebaños de ovejas y de bueyes y de asnos. Aquel año los proveyó de trigo a cambio de todos sus ganados. 18Pasado éste, vinieron al siguiente y le dijeron: «No se le oculta a nuestro señor que se nos ha acabado el dinero, y que le hemos dado nuestros ganados, ni a nuestro señor se le oculta que no nos queda más que nuestro cuerpo y nuestras tierras. 19¿Vamos a perecer ante ti nosotros y nuestras tierras? Cómpranos y compra nuestras tierras por pan; seremos nosotros y nuestras tierras esclavos del faraón, danos para sembrar, para que podamos vivir y no muramos y no se queden yermas nuestras tierras».

20José adquirió para el faraón todas las tierras de Egipto, pues los egipcios, obligados por el hambre, vendieron cada uno su campo, y la tierra vino a ser propiedad del faraón, 21 y sometió a la servidumbre del faraón tierras y pueblos, desde el uno al otro extremo de la tierra de Egipto. 22Sólo dejó de comprar las tierras de los sacerdotes, porque éstos recibían del faraón una porción y no tuvieron que vender sus tierras. 23Y dijo José al pueblo: «Hoy os he comprado para el faraón a vosotros y a vuestras tierras. Ahí tenéis para sembrar; sembrad vuestras tierras. 24Al tiempo de la recolección daréis el quinto al faraón, y las otras cuatro partes serán para vosotros, para sembrar y para manteneros vosotros, los de vuestra casa y vuestras familias». 25Ellos le dijeron: «Nos das la vida. Que hallemos gracia a los ojos de nuestro señor, y seremos siervos del faraón». 26 Dio José una ley, que todavía hoy subsiste, por la cual pertenece al faraón el quinto del producto de las tierras de Egipto. Sólo las tierras de los sacerdotes no son del faraón.

27Habitó Israel en la tierra de Egipto, en la región de Gosen, y adquirieron allí posesiones, creciendo y multiplicándose grandemente. 28Vivió Jacob en la tierra de Egipto diecisiete años, siendo todos los días de su vida ciento cuarenta y siete años. 29 Cuando los días de Israel se acercaban a su fin, llamó a su hijo José y le dijo: «Si he hallado gracia a tus ojos, pon, te ruego, la mano bajo mi muslo y haz conmigo favor y fidelidad. No me sepultes en Egipto. 30Cuando me duerma con mis padres, sácame de Egipto y sepúltame en sus sepulturas». José le respondió: «Haré lo que me dices». 31«Júramelo», dijo Jacob. José se lo juró, e Israel se postró sobre la cabeza del lecho.

Comentarios del Capítulo 47

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  • 11 La tradición señala como primera habitación de Israel el país de Gosen. Era la tierra más apta para la vida de los hijos de Jacob. Pero es natural que con el tiempo se extendieran fuera de esta región. Aquí se menciona Rameses, que muy probablemente ocupaba el sitio de Pelusio, a cuya región convenía el calificativo de «lo mejor de la tierra». El salmo 78,12.43 habla de Tanis, que era la capital de la dinastía hicsa.(Volver a Lectura).

  • 13 La fertilidad de Egipto depende del Nilo. Si crece poco, no riega las tierras lo suficiente; si crece mucho y tarda en retirarse, no deja lugar para la sementera. Muy otro era el régimen de Canán, cuya mención es tal vez una glosa aquí y en el v.14, para poner más de relieve la providencia de Dios sobre Israel.(Volver a Lectura).

  • 21 Para entender este trozo sobre la política de José es preciso notar la naturaleza del suelo de Egipto y su fertilidad que depende del Nilo y exige grandes trabajos de canalización y conservación de los canales, que sólo el Gobierno puede ejecutar. Esto impuso siempre un régimen especial en la propiedad agrícola, manifestada por la prestación personal, la requisa de los ganados y una propiedad limitada sobre la tierra. En el imperio antiguo parece que eran los señores feudales los que ejercían este alto dominio, que luego pasó a manos de los faraones, y en ellas persistió en una u otra forma hasta el siglo XIX.(Volver a Lectura).

  • 26 De las tierras de los sacerdotes dice Herodoto que estan exentas de tributo.(Volver a Lectura).

  • 29 Las palabras de Jacob expresan el agradecimiento hacia su hijo, como salvador de su pueblo.-- «No me sepultes, etc». Egipto era para él tierra extraña, y por tal quería que la tuviesen sus hijos; su patria era la que Dios le había prometido, hacia la cual querría dirigir el corazón de sus hijos. La posesión de la tierra de Canán tenía gran importancia en los destinos de Israel, y no es extraño que el autor sagrado insista tanto en poner de relieve estos rasgos de la historia, nacional más que individual, de Jacob (Heb 11,21).(Volver a Lectura).



Bendice Jacob a los hijos de José

48 1Después de todo esto, vinieron a decir a José: «Mira, tu padre está enfermo»; y tomó José consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraím. 2Anunciáronselo a Jacob, diciéndole: «Mira, tu hijo José viene a verte»; y haciendo un esfuerzo, se sentó en el lecho. 3Después dijo a José: «El Dios omnipotente se me apareció en Luz, tierra de Canán, y me bendijo diciendo: 4Yo te acrecentaré y te multiplicaré, y te haré muchedumbre de pueblos, y daré esta tierra a tu descendencia después de ti, para que por siempre la posea. 5Los dos hijos que antes de mi venida a ti, a la tierra de Egipto, te nacieron en ella, serán hijos míos, Efraím y Manasés serán hijos míos, como lo son Rubén y Simeón; 6pero los que tú has engendrado después de ellos serán tuyos, y bajo el nombre de sus hermanos serán llamados a la herencia. 7Cuando volvía de Padán Aram se me murió tu madre, Raquel, en el camino en tierra de Canán, a distancia de un quibrat de Efrata, y allí la sepulté en el camino de Efrata, que es Belén».

8Vio Israel a los hijos de José y preguntó: «Estos, ¿quienes son?» 9José respondió a su padre: «Son mis hijos, los que me ha dado Dios aquí». «Acércalos, te ruego, para que los bendiga». 10Los ojos de Israel se habían oscurecido por la edad, y no podía ya ver. José los acercó, y él los besó y los abrazó, 11diciendo a José: «No creía ver ya más tu rostro, y he aquí que Dios me ha dejado verte a ti y también a tu prole». 12José los sacó de entre las rodillas de su padre, y, postrándose ante él en tierra, 13los puso, a Efraím a su derecha y a la izquierda de Israel, y a Manasés a su izquierda y a la derecha de Israel, y los acercó.

14Israel extendió su mano derecha y la puso sobre la cabeza de Efraím, que era el menor, y su izquierda sobre la cabeza de Manasés. De intento lo hizo, aunque Manasés era el primogénito. 15Bendijo a José diciendo: «Que el Dios en cuya presencia anduvieron mis padres, Abraham e Isaac, el Dios que me ha sustentado desde que existo hasta hoy; 16que el ángel que me ha librado de todo mal, bendiga a estos niños. Que se llamen con mi nombre y con el nombre de mi padre Abraham e Isaac y se multipliquen grandemente en medio de la tierra». 17José, al ver que su padre ponía su mano derecha sobre la cabeza de Efraím, se disgustó; y tomando la mano de su padre de sobre la cabeza de Efraím para ponerla sobre la de Manasés, 18le dijo: «No es así, padre mío, pues el primogénito es éste; pon la mano derecha sobre su cabeza». 19 Pero su padre rehusó, diciendo: «Lo sé, hijo mío, lo sé; también él será un pueblo, también él será grande; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia vendrá a ser muchedumbre de pueblos». 20Los bendijo, pues, Israel aquel día, diciendo: «Por ti bendecirán a Israel, diciendo: Hágate Dios como a Efraím y Manasés». Y puso a Efraím antes de Manasés.

21Israel dijo a José: «Yo voy a morir, pero Dios estará con vosotros y os reconducirá a la tierra de vuestros padres. 22 Te doy a ti, a más de lo de tus hermanos, una parte que yo tomé a los amorreos con mi espada y mi arco».

Comentarios del Capítulo 48

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  • 19 La tribu de Efraím fue siempre más poderosa que la de Manasés y más influyente en la historia de Israel.(Volver a Lectura).

  • 22 José está representado por sus dos hijos en la repartición de la herencia paterna, que es la tierra prometida.--Yo tomé con mi espada, etc. Verso obscuro y que no tiene explicación en la historia del patriarca. El libro apócrifo de los Jubileos toma ocasión de aquí para tejer un relato legendario y maravilloso.(Volver a Lectura).



Bendice Jacob a sus hijos y muere

49 1 Jacob llamó a sus hijos y les dijo: «Reuníos, que voy a anunciaros lo que os sucederá a lo último de los días.
2Reuníos y escuchad, hijos de Jacob.
Escuchad a Israel, vuestro padre.
3 Rubén, tú eres mi primogénito,
Mi fuerza y el fruto de mi primer vigor,
Cumbre de dignidad y cumbre de fuerza.
4Herviste como el agua. No tendrás la primacía porque subiste al lecho de tu padre.
Cometiste entonces una profanación: subiste a mi lecho.
5 Simeón y Leví son hienas. Instrumentos de violencia son sus espadas.
6No entre mi alma en sus designios y no se una a ellos mi aprobación,
Porque en su furor degollaron hombres y caprichosamente desjarretaron toros.
7 Maldita su cólera, por violenta;
Maldito, por cruel, su furor.
Yo lo dividiré en Jacob y los dispersaré en Israel.
8A tí, Judá, te alabarán tus hermanos.
Tu mano pesará sobre la cerviz de tus enemigos.
Postraránse ante ti los hijos de tu padre.
9Cachorro de león, Judá; de la presa subes, hijo mío;
Posando, te agachas como león, como leona.
¿Quién le hostigará para que se levante?
10 No faltará de Judá el cetro
Ni de entre sus pies el báculo.
Hasta que venga aquel cuyo es,
Y a él darán obediencia los pueblos.
11 Atará la vid generosa el hijo de la asna
Lavará en vino sus vestidos,
Y en la sangre de las uvas su ropa.
12 Brillan por el vino sus ojos.
Y de la leche blanquean sus dientes.
13 Zabulón habitará la costa del mar.
La costa de las naves.
Y tendrá su flanco junto a Sidón.
14Isacar es un robusto asno
Que descansa en sus establos.
15 Vio que su lugar de reposo era bueno
Y que era deleitosa la tierra,
Y prestó los lomos a la carga,
Y hubo de servir como tributario.
16 Dan juzgará a su pueblo
Como una de las tribus de Israel.

17 Es Dan como serpiente en el camino.
Como víbora en el sendero,
Que, mordiendo los talones al caballo,
Hace caer hacia atrás al caballero.
18 Tu salvación espero, ¡oh Yavé!
19 Gad: Salteadores le asaltan,
Y él les pica los talones.
20 Aser: Su pan es suculento.
Hará las delicias de los reyes.
21 Neftalí es una cierva en libertad.
22 José es un novillo, un novillo hacia la fuente,
A la fuente se encamina.
23 Los arqueros le hostigan,
Los tiradores de saetas le atacan.
24Pero la cuerda del arco se les rompe,
y su poderoso brazo se encoge
Por el poderío del fuerte de Jacob,
Por el nombre del pastor de Israel.
25 En el Dios de tu padre hallarás tu socorro.
En El-Shaddai, que te bendecirá
Con bendiciones de cielo arriba,
Bendiciones del abismo abajo,
Bendiciones del seno y de la matriz.
26Las bendiciones de tu padre
Sobrepasan a las bendiciones de los montes eternos,
Superan la belleza de las eternas colinas.
Que caigan sobre la cabeza de José,
Sobre la frente del príncipe de sus hermanos.
27 Benjamín es lobo rapaz
Que a la mañana devora la presa
Y a la tarde reparte los despojos».

28 Estas son las doce tribus de Israel y esto es lo que les habló su padre, bendiciéndolas a cada una con una bendición. 29 Después les mandó: «Yo voy a reunirme con mi pueblo; sepultadme con mis padres en la caverna que está en el campo de Efrón, el jeteo, 30en la caverna del campo de Macpela, frente a Mambré, en tierra de Canán, que es la caverna que compró Abraham a Efrón, el jeteo, con su campo, para tener sepultura de su propiedad. 31Allí están sepultados Abraham y Sara, su mujer; Isaac y Rebeca, su mujer y allí sepulté yo a Lía. 32El campo y la caverna que en él hay fueron comprados a los hijos de Jet».
33 Cuando acabó Jacob de dar estas órdenes a sus hijos, juntó sus pies en el lecho y expiró, yendo a reunirse con su pueblo.

Comentarios del Capítulo 49

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  • 1 Las bendiciones de Jacob, más que a las personas de sus hijos, miran a las tribus de ellos descendientes. Tienen algún paralelo con las bendiciones de Moisés (Dt 33). El texto ha sufrido mucho y es de muy dudosa y difícil interpretación. Aun teniendo que recurrir a veces a la conjetura para su restitución, damos lo que más probable nos parece.(Volver a Lectura).

  • 3 Rubén, como primogénito, representa las primicias de la fuerza viril de su padre y de su madre, y por razón de estas primogenituras le correspondía una preeminencia sobre sus hermanos.(Volver a Lectura).

  • 5 Simeón y Leví son hermanos uterinos, hijos de Lía, que vengaron bárbaramente la violencia hecha a su hermana Dina (cf. 34).(Volver a Lectura).

  • 7 Quedaron divididos porque Leví no tuvo territorio fijo en Israel, y Simeón, que se estableció en medio de Judá, vino a quedar absorbido por éste (Jos 19,1-9; Jue 1,3-17).(Volver a Lectura).

  • 10 El cetro es el símbolo de la autoridad que Judá ejercerá sobre las tribus hermanas. --Hasta que vengas: así traducen las versiones antiguas, que merecen en el presente caso ser preferidas. Es como si dijera: hasta que venga aquel a quien está destinado por Dios, para quien El lo reserva. Y al mismo está guardado el homenaje de las naciones. El sentido de este versículo es obvio. Contiene la promesa mesiánica vinculada a Judá, y luego a David, de la perpetuidad de la dinastía por rey Mesías. La promesa hecha a David, que se contiene en 2 Sam 7,14ss, repetida y ampliada por los profetas, es el verdadero comentario de este vaticinio.(Volver a Lectura).

  • 11 Indica la abundancia de la viña en el territorio de Judá.(Volver a Lectura).

  • 12 El vino que beberá le pondrá los ojos alegres, y los dientes blancos la lecha, en Judá muy abundante.(Volver a Lectura).

  • 13 Según Dt 33,19, Zabulón e Isacar tenían por límites el mar.(Volver a Lectura).

  • 15 Se compara a Isacar con el asno de carga, echado en las majadas y gozando de la holganza. En vez de luchar por someter a los cananeos, se dejó esclavizar por ellos.(Volver a Lectura).

  • 16 Sansón, que figura entre los jueces o salvadores de Israel, era de esta tribu de Dan.(Volver a Lectura).

  • 17 Alude, sin duda, a la toma de Lais por sorpresa, a la cual llamaron luego Dan (Jue 18,7ss).(Volver a Lectura).

  • 18 Este verso es obscuro por la falta de conexión con los v. 17 y 19. Los LXX lo ligan al v.17, expresando la fe de Dan, que, si bien echado por los amorreos de su territorio, pudo, sin embargo, conquistar otro al norte del país (Jue 18).(Volver a Lectura).

  • 19 Gad, establecido en el fértil suelo de la Transjordania, estará expuesto a las incursiones de los nómadas, pero sabrá defenderse, como lo muestra la historia de Jefté (Jue 11) y la ayuda prestada por David, según I Par 12,8ss.(Volver a Lectura).

  • 20 El territorio de Aser, situado entre el Carmelo y Fenicia, era fértil en todo género de frutos, y especialmente en trigo, que exportaba a la fenicia, como se ve por I Re 5,9.II; Act 12,20.(Volver a Lectura).

  • 21 Alusión al territorio de Neftalí, que estaba al oeste del lago de Genesaret y que Josefo nos describe como un paraíso (De Bello Iud. III, 10,8).(Volver a Lectura).

  • 22 José es un toro por su fuerza, como Judá es un león por su valentía. La historia de sus tribus y, sobre todo, la importancia de Efraím justifica bien esta imagen (Jue 8,1ss).(Volver a Lectura).

  • 23 Alusión, sin duda, a las duras luchas que José hubo de sostener con los cananeos por la conquista del territorio, según Jos 17,14ss; Jue 1,27ss, y por la defensa del mismo en la época de los jueces.(Volver a Lectura).

  • 25 Dios protegerá a José contra sus enemigos y le colmará de bendiciones, representadas por la lluvia y el rocío, que vienen de arriba, y por las fuentes, que brotan de abajo, siendo unas y otras causa de la fertilidad de la tierra. A ésta se añade la fecundidad de los ganados y de los hombres (cf. Dt 33,13ss).(Volver a Lectura).

  • 27 Benjamín es un lobo, siempre peligroso para los rebaños por la mañana como por la tarde. Expresión de la valentía de Benjamín, probada por Aod benjaminita (Jue 4,15ss) y por toda la tribu en sus guerras contra los filisteos (1 Par 8,20; 12,1ss).(Volver a Lectura).

  • 28 Efectivamente, no a los individuos epónimos, sino a las tribus, se refieren los anterioes vaticinios, a su situación en la tierra de Canán y a su historia durante los primeros siglos del pueblo en Canán.(Volver a Lectura).

  • 29 Insiste en sus deseos de que le entierren en el país de las promesas divinas, con el fin de atraer a los hijos hacia ellas y evitar que echen raíces en Egipto.(Volver a Lectura).

  • 33 Junto a los pies en señal de la paz con que moría y «fue a juntarse con su pueblo»: expresión equivalente a «juntarse con su padre», que se emplea otras veces. Tales expresiones significan una fe cierta en la supervivencia de las almas en el seol. A falta de datos revelados y racionales más claros, concebían esta vida a semejanza de la que había tenido aquí el individuo, sobre todo al fin de sus días, en la hora de la partida.(Volver a Lectura).



Sepultura de Jacob

50 1Cayó José sobre el rostro de su padre, y lloró sobre él y le besó. 2Mandó José a los médicos que tenía a su servicio embalsamar a su padre, y los médicos embalsamaron a Israel, 3 empleando en ello cuarenta días, que es el tiempo que se emplea para embalsamar. Los egipcios hicieron duelo por él durante setenta días.
4Pasados los días del duelo, habló José a las gentes de la casa del faraón, diciéndoles: «Si he hallado gracia a vuestros ojos, haced llegar esto, os lo ruego, a oídos del faraón: 5Mi padre me hizo jurar, diciendo: Voy a morir; sepúltame en la sepultura que tengo en la tierra de Canán. Que me permita, pues, subir a sepultar a mi padre, y volveré». 6Y le contestó el faraón: «Sube y sepulta a tu padre; según tu juramento». 7Subió, pues, José a sepultar a su padre; y subieron con él todos los servidores del faraón, los ancianos de su casa y los ancianos de la tierra de Egipto, 8toda la casa de José, sus hermanos y la casa de su padre, no dejando en la tierra de Gosen más que a los niños, las ovejas y los bueyes. 9José llevaba también consigo carros y caballeros, así que el cortejo era muy grande. 10 Llegados a la era de Atad, que está al otro lado del Jordán, hicieron allí muy grande llanto e hizo José un duelo de siete días por su padre. 11 Los moradores de la tierra, los cananeos, al ver este duelo en la era de Atad, se dijeron: «Gran duelo este de los egipcios»; por eso se dio el nombre de Abel Misraím a este lugar, que está al lado de allá del Jordán. 12Los hijos de Jacob hicieron con su padre lo que les había mandado, 13llevándole a la tierra de Canán y sepultándole en la caverna del campo de Macpela, que había comprado Abraham a Efrón, el jeteo, para tener sepultura de su propiedad, frente a Mambré.

14Después de haber sepultado a su padre, José volvióse a Egipto con sus hermanos y cuantos habían subido con él para sepultar a su padre.
15Cuando los hermanos de José vieron que había muerto su padre, se dijeron: «¿Si nos guardará rencor José y nos devolverá todo el mal que le hemos hecho?» 16Y mandaron a decir a José: «Tu padre, antes de morir, nos mandó que te dijéramos: 17 Perdona el crimen de tus hermanos y su pecado, pues ciertamente te hicieron mucho mal, pero, por favor, te ruego, perdona el crimen de los servidores del Dios de tu padre». José lloró al oírlos. 18Sus hermanos vinieron a prosternarse ante él, y le dijeron: «Somos tus siervos». 19 El les dijo: «No temáis. ¿Estoy yo acaso en el lugar de Dios? 20Vosotros creíais hacerme mal, pero Dios ha hecho de él un bien cumpliendo lo que hoy sucede, de poder conservar la vida de un pueblo numeroso. 21No temáis, pues; yo seguiré manteniéndoos a vosotros y a vuestros niños». Así los consoló, hablándoles al corazón. 22Habitó José en Egipto, él y la casa de su padre; vivió ciento diez años, 23 y vio a los hijos de Efraím hasta la tercera generación; recibió sobre sus rodillas, al nacer, a los hijos de Maquir, hijo de Manasés.

Muerte de José

24 José dijo a sus hermanos: «Voy a morir, pero Dios ciertamente os visitará y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró dar a Abraham, Isaac y Jacob». 25Hizo jurar José a los hijos de Israel, diciéndoles: «Ciertamente os visitará Dios; entonces subiréis mis huesos de aquí». 26Murió José en Egipto a los ciento diez años, y fue embalsamado y puesto en un ataúd en Egipto.

Comentarios del Capítulo 50

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  • 3 Los procedimiento que empleaba los describe Herodoto (II, 86-88) y Diodoro (1,91) para sus épocas. y tal vez no serían muy diferentes los empleados en los días de José. Más de treinta o cuarenta días dice Diodoro que duraba el embalsamamiento. Los egipcios lloran, asociándose a la pena de José. Diodoro dice que el llanto o lamentación por los reyes duraba setenta y dos días (1,72). Treinta lloraron los hebreos a Arón (Núm 20,29) y otros tantos a Moisés (Dt 34,8).(Volver a Lectura).

  • 10 Se ignora el sitio de esta era de Atad o del espino, y es extraño que la comitiva hicera el viaje de Egipto a Hebrón por el oriente del mar Muerto y del Jordán. El duelo aquí dura siete días, que era lo ordinario en Israel, según la norma que da el Eclesiástico (22,13) y que vemos practicada en la muerte de Saúl (I Sam 31,13) y en la de Judit (16,19).(Volver a Lectura).

  • 11 Son frecuentes en la Escritura los nombres compuestos de Abel, duelo o llanto; pero se desconoce el lugar de éste. Como en el v. 10, es de extrañar su situación al otro lado del Jordán, que, sin duda, debe entenderse al este de este río. Acaso este paréntesis: «que estaba al otro lado del Jordán», es una glosa o una corrupción del texto, nacida de alguna localidad conocida en Transjordania.(Volver a Lectura).

  • 17 Muy bien se invoca aquí por motivo de perdón el respeto al Dios de su padre, que es el Dios de ellos, y así viene a ser vínculo de unión de todos el Dios a quien su padre había servido y a quien ellos mismos servían.(Volver a Lectura).

  • 19 Como si dijera: No soy yo el que debe castigar los crímenes, sino Dios, juez supremo de todos (Dt 32,35s). Es el primer paso de la divina revelación para elevarnos a la sublimidad del Evangelio sobre el perdón de las ofensas (Mt 5,43ss).(Volver a Lectura).

  • 23 Era el ideal de la longevidad, según los egipcios. La edad de los patriarcas decrece siempre, pero aun en este caso de José es bastante más larga para que pueda decirse de él que murió lleno de días.
    Maquir era, según I Par 7,14ss, hijo de Esriel, hijo de Manasés, y, por tanto, representaba la tercera generación. Tal longevidad era un signo de la gracia de Dios, al contrario, la muerte temprana y arrebatada.(Volver a Lectura).

  • 24 A sus hermanos: a los hijos de Israel, pues sus hermanos, más ancianos que él todos, menos Benjamín, era ya muertos seguramente, les hace la misma recomendación que su padre habíale hecho a él y expresando los mismos motivos. El ataúd de Egipto era la caja en que se colocaba la momia una vez embalsamada, de las cuales tantas se encuentra en todos los museos arqueológicos. La Epístola a los Hebreos pondera la fe de José en las promesas divinas, manifestada en estas recomendaciones que los hebreos cumplieron, según consta por Ex 13,19; Jos 2,32. Lo mismo pudo haberse dicho en Jacob (Heb 11,32).(Volver a Lectura).